El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer, que antes se denominaba, con evidente redundancia y sobrados motivos, Día de la Mujer trabajadora. Aplaudí y valoré con entusiasmo la huelga feminista internacional (¡más de 170 países!) y asistí emocionado en mi ciudad a la vibrante manifestación que trataba de poner (y puso) en el candelero de la visibilidad la decisiva relevancia de la mujer en la sociedad, a la vez que condenó la discriminación de la que sigue siendo víctima y clamó con rabia y dureza por el derecho a la igualdad tantas veces y de tantas formas quebrantado.
No hay día en el que no descubramos un nuevo caso de violencia machista. Una mujer asesinada por su pareja, un profesor que abusa de una alumna durante años, tres futbolistas que violan a una chica, unos soldados que abusan de una compañera de milicia… Y otros muchos casos que no salen a la luz, pero que están ahí con no menor brutalidad e injusta violencia. Añadamos a ellos un sinnúmero de abusos sutiles, no menos odiosos.
No sucede algo parecido a la inversa. ¿Por qué? No hay grupos de chicas que violen masivamente a un joven, no hay profesoras que abusen durante largo tiempo de un alumno, no hay un similar número de varones asesinados a manos de sus parejas. ¿Por qué?
Obsérvese que la reacción estalla cuando se culmina la acción infame, sea una violación, una mutilación, un asesinato… Para llegar hasta ahí ha existido un largo camino.
Cuando estos hechos suceden se producen manifestaciones, minutos de silencio, actos de protesta, días de luto, condenas sin cuento y sin cuenta, entrega de flores y velas, entierros con asistencia masiva… Me parece bien. Pero no puede quedar ahí la reacción.
Cuando conozco uno de esos horribles hechos, me pregunto por las causas. Porque sin ir a las causas no será posible terminar con ellos. Lamentarse de que haya un fruto podrido no evita que el árbol envenenado siga produciéndolos. Si no se va a la raíz, no hay solución. Resulta hipócrita tanta lágrima si no se pone remedio a todo aquello que alimenta las causas del sexismo. Regar y cuidar constantemente el árbol y lamentarse después de que ha dado un fruto podrido es una actitud cínica e irresponsable.
Por eso me disgusta, por ejemplo, ver al Papa condenar una violación mientras prohíbe simultáneamente que las mujeres puedan acceder al poder en la iglesia, me incomoda ver a quien lamenta el asesinato de una mujer mientras se burla del lenguaje sexista, o me molesta ver al jefe de una empresa pedir un minuto de silencio para condenar un caso de maltrato mientras pregunta a las mujeres que selecciona si están embarazadas o piensan tener hijos…
Aquí se produce un círculo maldito que se retroalimenta sin cesar: el sexismo genera comportamientos discriminatorios y los comportamientos discriminatorios alimentan el sexismo. Las causas tienen sus efectos y los efectos hacen más potentes las causas. Porque hay sexismo se produce un uso sexista del lenguaje y porque hay un uso sexista del lenguaje aumenta el sexismo. Nos encontramos con un círculo vicioso, un círculo maldito que se retroalimenta.
Pienso, entre los muchos elementos que sostienen y alimentan el sexismo, en el lenguaje. Porque existe sexismo en el lenguaje. ¿Cómo se puede negar? No solo en el lenguaje sobre las mujeres sino también en el lenguaje que usan las mujeres”.
¿Quién no oyó en algún momento decir “las mujeres no dicen tacos”? ¿Qué mujer no fue corregida de manera más severa que su hermano por contar un chiste verde? ¿Quién no ha oído decir despectivamente: “las mujeres estarán hablando de trapos o, lo que es peor, de trapos sucios”?
La lengua tiene un valor simbólico enorme. Afirma Eulàlia Lledó que lo que no se nombra o no existe o se le está dando carácter de excepción.
No comparto la idea de Alex Grijelmo de que el lenguaje no es sexista, que lo que es sexista es su uso Pues no. Es sexista el uso y el lenguaje en sí mismo como obra realizada con criterios androcéntricos. ¿O no es sexista decir, como se hacía hasta hace poco en el diccionario de la RAE, que el sexo femenino era el sexo débil?
– En el uso de genéricos se hace invisible a la mujer. Cuando decimos europeos, españoles, andaluces, malagueños, estamos incluyendo, sin nombrarlas, a europeas, españolas, andaluces o malagueñas. Pero, en el genérico, no están visibles.
– La concordancia de los adjetivos con el sustantivo (lo aprendí de niño) se establece a través del género masculino. Es decir, que cuando hay varios adjetivos que acompañan a un nombre, aunque todos sean del género femenino y uno solo del masculino, hay que establecer la concordancia por el masculino.
– La existencia de un orden jerárquico al nombrar a mujeres y hombres, ordenamiento que refleja y reproduce la jerarquía social: padre y madre nunca al revés, hombres y mujeres, hermanos y hermanas, etc. Miren cualquier DNI, cualquier documento de identificación familiar: ¿qué nombre aparece primero, el de la madre o el del padre?
– Hasta ayer mismo, ¿cuál era el primer apellido de las personas? El apellido del padre, sin excepción. La jerarquía se marca con la prioridad.
– Se suele decir “señora de…” indicando el sentido de pertenencia, pero no “señor de…” añadiendo el nombre de la mujer a quien pertenece el marido.
– Hay significativos vacíos léxicos. Por ejemplo la palabra misoginia no tiene un vocablo paralelo que refleje el odio a los hombres. No existe misandria. Misantropía significa odio a los seres humanos, hombres y mujeres.
– Los falsos genéricos son palabras que se usan como universales. Por ejemplo, el hombre referido a la humanidad, pero que ideológicamente se refiere solamente a los varones.
– En la enseñanza/aprendizaje de la lengua se omite, en ocasiones, el femenino. Por ejemplo cuando se dice: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos.
– Hay asociaciones lingüísticas peyorativas. Se trata de palabras que cuando aparecen en femenino poseen significados peyorativos o connotaciones de insulto: zorra, maruja, fregona, mujer pública, verdulera, solterona…
– Existen asociaciones verbales que superponen a la idea de mujer ideas como debilidad, pasividad, histeria, infantilismo, charlatanería, etc. y que suponen una devaluación de las mujeres.
– La asimilación de mujeres a sexo débil.
Construcciones “corrientes” donde las mujeres aparecen siempre de forma pasiva: novios que llevan al cine a sus novias, maridos que sacan a cenar a sus esposas, jefes que encargan trabajos a sus secretarias…
– La aparición reiterada de la expresión “las mujeres y los niños”, que logra asimilar ambas categorías. No hay ni una asociación en castellano que diga los varones y las criaturas, ni los hombres y los niños. Asimismo, adjetivos como precioso y mono se aplican preferentemente a mujeres y a la infancia, pero pocas veces a varones. Esto supone una devaluación para las mujeres.
– Es reiterada la mención de las mujeres únicamente en su condición de madres, esposas, etc., es decir, en función de los y las demás con quienes se relacionan. Este fenómeno pone de manifiesto la creencia de que las mujeres no tienen personalidad por si mismas, sino que su posición e incluso su mera existencia les vienen dadas por su situación relativa con respecto a las demás personas.
– La ausencia de nombres para denominar profesiones en femenino. (El diccionario de la Academia de 1992 continuaba negándose a reconocer la forma femenina de dramaturgo o rector, por ejemplo).
– La falta de simetría al denominar a mujeres y hombres: el nombre de pila, o el nombre seguido del apellido se suele utilizar para referirse a las mujeres; el apellido para hombres, quienes ya desde el colegio son González o Camacho: Rajoy y Soraya, Bécquer y Rosalía de Castro, Carreras y Monserrat Caballé, Bisbal y Chenoa, Rivera e Inés Arrimadas…
– Cómo no identificar el sexismo presente en la mayoría de los cuentos tradicionales como Caperucita Roja, la Cenicienta, Blancanieves, La Bella y la Bestia…
El lenguaje sexista ha ayudado durante siglos a establecer unas relaciones injustas entre los sexos. En difícil negar la evidencia.
En este artículo he pretendido llegar a la conclusión de que hay sexismo en el lenguaje. Y de que debemos evitarlo en lo posible. Pero me preocupa mucho más unir este hecho innegable a la discriminación real que sufre la mujer. Me preocupan los nexos causales malditos.
Me parece magnífica la demostración que has hecho, Miguel Ángel, del machismo imperante en el lenguaje y en las prácticas sociales. Que lo hay es evidente, es el legado de miles de años en los que la mujer, a nivel social, era más o menos como un cero a la izquierda. ¿Qué hacer para cambiar lo tan arraigado históricamente? Yo diría que hay que atender a dos aspectos: uno, social; otro, personal.
A nivel social se deben establecer leyes que protejan la igualdad y que eviten ese machismo sutil en el lenguaje que tan bien has demostrado en el artículo. Igualdad salarial a igual trabajo, igualdad de oportunidades, igualdad de responsabilidad en el cuidado de los hijos, compartir la responsabilidad familiar frente a la empresa, es decir, la maternidad. En el ámbito laboral, debe ser igual para el hombre que la mujer. Nadie dice al marido, no me interesas porque tú mujer está embarazada, con lo cual ya se considera que el sacar los niños adelante es cosa de mujer.
A nivel personal o de familia cada uno debiéramos palpar os la ropa para ver cómo andamos. ¿Compartimos los trabajos del hogar, los cuidados de los niños, las compras, somos respetuosos en el lenguaje, et, etc.
Resulta que en la mayoría de las problemáticas de la vida se llega siempre a la última y fundamental conclusión donde parece que está la solución: LA EDUCACIÓN.
Si desde niño se educara en lo positivo expuesto por Miguel Ángel y se evitará las partes negativas muy pronto el mundo sería diferente en relación con la mujer.
Es increíble, en nuestro país, cuando hay una crisis, se mete la tijera en la educación y la investigación. Justo lo contrario de lo que se debía hacer. Si no estoy mal informado, en Alemania, al iniciarse la crisis, se duplicaron las partidas en educación e investigación.
En definitiva, las cosas cambiarán en la medida que haya voluntad política, manifestada en leyes y educación; y personal, manifestada en nuestra relación diaria con las mujeres.
Saludos a todas y a todos.
Querido Joaquín:
Graças por tu comentario que ha sido el que ha abierto el debate de la semana.
Dices muchas cosas importantes en pos líneas.
Es cierto que la solución tiene múltiples parcelas:la política, la económica, la educativa…
Y terminas con una cuestión que no siempre se tiene en cuenta: nuestra relación diaria con las mujeres.
Cada uno debe interpelarse a sí mismo. Las medidas de carácter estructural tiene que ie en paralelo con el comportamiento de los particulares.
Es una cuestión decisiva: ella papel de todos y cada uno (mujeres hombres) en nuestra comunicación diaria.
Un gran abrazo.
MAS
Querido Maestro!
Impactante comentario,sin ninguna duda!
Existe discriminación de las mujeres, en el lenguaje,en el trato,en las relaciones personales y familiares, en el trabajo, en la casa. Eso es una verdad tan grande como la copa de un pino!
Difícil situación tenemos las que hemos soportado la furia desgaradora del maltrato machista en toda nuestra vida,a veces incluso cuando eramos niños y sin capacidad de reacción ante tan tremenda crueldad. Dolor que ha invadido nuestro existir como personas,sufriendo traumas dificiles de superar.
Ahora lucho por una supervivencia,porque soy superviviente, lo más humana posible.
Me uno a las luchas de las mujeres sabiendo y llevando en mi sangre lo que se siente ante tan injusto trato.
Defiendo la honestidad, los apegos, los afectos cotidianos, los abrazos,las muestras de cariño, en una palabra lo sencillo de la vida
Porque con la edad, sabes perfectamente lo que quieres y lo que no quieres, lo que puedes soportar y lo que no soportas.
Tanto para las cosas como para las personas.
Os deseo a todos un feliz fin de semana!
Sin más me despido con un cordial saludo.
Querida Loly:
Nadie puede hablar con más propiedad que las víctimas. Las personas que han sufrido la discriminación (en cualquiera de sus infinitas dimensiones) saben mejor que nadie lo que significa esta lacra.
Es cierto lo que dices: muchas mujeres son supervivientes, personas que ha luchado y luchan par sobrevivir ante tanta injusticia y tanta discriminación.
Hablas de “la furia desgarradora del maltrato machista”. La cuestión fundamental, a mi juicio, es conocer las causas que la provocan del fenómeno y el fuerte compromiso de acabar con ellas.
UN beso y gracias.
MAS
Querido Miguel Ángel: Gracias por el ayer,así de amplio, desde ayer. Siempre se han presentado los eventos diciendo: “Señoras y señores”. Nadie criticaba la única fórmula de visibilidad de la mujer. Ahora toda la parroquia se rasga las vestiduras tomando el talante de un sanedrín (los ancianos solos). con el favor que las lenguas pueden hacer a la visibilidad de la mujer, ya que son vivas y pueden crecer. Si tenemos lenguas adolescentes pueden seguir creciendo. Solo las lenguas muertas han quedado como el árbol caído, por los suelos. Si las lenguas pueden crecer es porque les falta talla, estatura, y tienen que procurar estar a la altura de las circunstancias. No nos vale que la RAE quite tildes confundiendo a los que saben escribir y no ayudando nada a los que no saben leer. No nos vale que la RAE se someta al dictado de la “cocreta” ni a la econoía del lenguaje. “Modisto” se admitió sin más, porque era burgués, clasista y masculino.
“Menos monos” y más la mitad monas y la otra mitad monos. Así también podremos seguir divirtiéndonos con nuestras monadas y monerías.
Querido josem:
Gracias por el encuentro del viernes. Fue una pena no disponer de más tiempo para compartir ideas y sentimientos.
Gracias también por este comentario que tanto enriquece el texto de origen.
He elegido una faceta que alimenta el sexismo pero, como supondrás, hay muchas otras. Creo que es importante descubrir las causas, analizarlas y afrontarlas con claridad y valentía.
En cuanto al lenguaje, estoy contigo. Una lengua viva puede asumir cambios y transformaciones.
Un abrazo para ti y para tu pareja.
MAS
Pido perdón a todos, pero el inconsciente me ha traicionado. He firmado “josemº”, pero pensándolo bien, resulta que la invisibilidad femenina hace que mi firma quede algo “chunga”, por lo menos.
Buenos días a todas y a todos.
Estimado MAS:
Aunque ya me produce una considerable fatiga volver una y otra vez sobre las mismas cuestiones, escuchar los mismos alegatos y repetir cansinamente las mismas refutaciones, no quiero que esta semana eches de menos mi comentario sobre la “cuestión palpitante”. Si te parece, voy a seguir el hilo de tu artículo para irlo comentando en el mismo orden.
Empezaremos por la manifestación del pasado 8 de marzo. Siento no compartir tu entusiasmo. En mi opinión, el éxito indudable de la manifestación se vio empañado por el descarado intento de las organizaciones de izquierda y extrema izquierda de apropiarse de una manera excluyente de unos sentimientos y unas reivindicaciones que son compartidas por la inmensa mayoría de la población. La misma ilustración que has elegido para el encabezamiento, llena de banderas rojas y moradas con las siglas de UGT, CCOO, CGT, etc., es una prueba de lo que estoy diciendo. Así se llega a la falacia monumental de identificar la defensa de los derechos de las mujeres con las consignas políticas de las izquierdas. El carácter excluyente se ilustra con la bochornosa imagen del “escrache”, lleno de insultos de grueso calibre y al borde mismo de la agresión física que sufrieron Araceli Sainz, Begoña Villacís y otros dirigentes de Cs como Toni Roldán, Patricia Reyes y Esther Ruiz:
(https://www.elespanol.com/espana/politica/20180310/araceli-expulsada-cs-cercaron-senti-pegaba-marido/290722033_0.html)
También en Málaga hubo su intento de “escrache” contra el alcalde, Francisco de la Torre, al que difícilmente puede acusarse de machista y cuya asistencia al acto fue injustamente abucheada por un sector de las manifestantes.
Es curioso que para este “nuevo” feminismo parece que solo las mujeres de izquierdas son sujetos de derechos y dignas de defensa. Cifuentes, Sáenz de Santamaría o Arrimadas (o Merkel, en el extranjero) son criticadas, demonizadas y machacadas como si no fueran mujeres. Sin embargo, hay una inmensa hipocresía detrás de las organizaciones cuya posición pública y las actitudes privadas de algunos de sus miembros (casos de Salvadó, de ERC, que prefiere para “conselleres” las de las tetas más gordas, o de Echenique (el de chúpame la minga, Dominga). Habría que recordar también, durante la Segunda República, que la muy izquierdista y feminista Victoria Kent (malagueña, por cierto) se opuso vehementemente a que las mujeres tuvieran derecho al voto. Lo siento, pero mi feminismo va más en la línea de María Blanco (Afrodita desenmascarada, ed. Deusto, Barcelona, 2017). No creo en la visión de la mujer como un sujeto pasivo y victimizado, a la que siempre hay que liberar, sino más bien en una mujer fuerte, valerosa, que sabe defenderse solita y que es perfectamente consciente de su valía, que no necesita ni quiere muletas, discriminación positiva o políticas de cuotas.
A medida que el camino de las mujeres hacia la igualdad va avanzando los casos de violencia protagonizados activamente por mujeres, aunque en mucha menor cantidad, también van apareciendo (caso de la guardia urbana de Barcelona, los 29 hombres asesinados por sus parejas en 2015…). También se han conocido casos de profesoras acosadoras de alumnos, o de profesores (varones) acosadores de alumnos (varones). Si la víctima es un varón… ¿es menos víctima?
Y por fin llegamos al meollo del asunto: el sexismo en el lenguaje. Empiezas hablando de la discriminación en el propio lenguaje de las mujeres (no decir tacos, etc.). Es un hecho más que comprobado experimentalmente en sociolingüística que las mujeres siempre tienden a ser más cuidadosas con el lenguaje que los hombres. En prácticamente todas las muestras, las mujeres escogen las realizaciones menos vulgares, tanto en pronunciación como en léxico. Últimamente, sin embargo, con la fe del converso algunas mujeres (jóvenes sobre todo) han descubierto la procacidad lingüística y se les llena la boca de expresiones soeces y, a veces, claramente miméticas del lenguaje machista, que no reproduciré aquí por pudor vigésico. Más valdría que los hombres imitásemos a las mujeres en su preferencia por la corrección lingüística que no al contrario. En cuanto a que las mujeres hablan de trapos, es tan estereotipado como que los hombres hablamos de “furgol”.
Algunos de los ejemplos que citas de sexismo en el lenguaje denotan bien a las claras que, por edad, tú eres todavía más vigésico que yo. ¿Quién usa en la actualidad expresiones como “sexo débil”, sra. de…”? La cuestión del orden de los apellidos parece que ya está resuelta legalmente, ¿a qué insistir en ella? El orden en las enumeraciones puede ser “profesores y profesoras”, pero también “señoras y señores”. Es curioso que traigas a colación la expresión “las mujeres y los niños”. Precisamente, la expresión completa sería “las mujeres y los niños primero” y es la exhortación para que, en caso de naufragio u otra catástrofe, tengan prioridad para salvarse las mujeres y los niños. ¿En serio te parece criticable?
Sobre el masculino como género no marcado con valor generalizador ya hemos discutido bastante. Ratificaré mi posición: ni creo que esa generalización invisibilice a las mujeres ni me parecen apropiadas las alternativas duplicadoras, que tú mismo reconoces ineficaces. Además, sinceramente, me parece una cuestión muy menor. Si relees el artículo de Álex Grijelmo, creo que da unas pautas bastante interesantes.
Dices que no existe la palabra “misandria”. Si la tecleas en Google encontrarás un montón de entradas, incluidas la Wikipedia y el DRAE: “Misandria o misoandria (originado del griego μῑσἀνδρία, miseo “odiar” y andros “varón”, tomado del inglés misandry) es un neologismo que hace referencia al odio o aversión hacia los varones o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar al varón como sexo y con ello todo lo considerado como masculino. Antónimo de misoginia”. Si se considera un neologismo, es porque la realidad a la que designa es relativamente nueva. Hasta esta reciente eclosión de hembrismo fanático e intolerante había sido innecesario el término porque no era relevante la realidad a la que aludía. Ahora, como decía el poeta, “nos sobran los motivos” para utilizar el término. Algunos ejemplos:
– “Macho, vigila tu nuca. El miedo ha cambiado de lado” (leído en una pancarta en la manifestación de Málaga.
– “Machete al machito (o al machote)” (eslógan muy repetido en manifestaciones hembristas)
– “Todos los hombres sois iguales” (mi preferida)
– “La manada somos nosotras” (en otra pancarta)
– “Aquí hay machos. Estáis en nuestra lista” (pintada en la puerta de una aula de la Complutense donde una profesora daba clase el 8 de marzo). Por cierto, dicha clase fue interrumpida violentamente en un claro ejercicio de respeto y tolerancia (ironía). Algunos enlaces:
https://gaceta.es/espana/piquetes-violencia-ucm-20180308-1415/
https://okdiario.com/espana/madrid/2018/03/08/huelga-feminista-toman-aulas-fuerza-dejan-sin-clases-complutense-1933459
http://www.mediterraneodigital.com/espana/nacional/feminazis-agreden-a-mujeres-normales-que-querian-ir-a-la-universidad-el-dia-de-la-huelga-feminista.html
El uso de la palabra “hombre” con valor generalizador en el sentido de ‘género humano’ tiene que ver también con la etimología. En latín, como en griego, existían tres términos para designar a los seres humanos: “femina” (>hembra) o “mulier” (>mujer) para la mujer; “vir” para el varón, y “homo” (Ac. “hominem”) para los seres humanos en general. Al pasar al español, “hominem” dio “hombre” y amplió su significado añadiendo al suyo original el de “vir”, cuya raíz se conservó en palabras como “viril, virilidad”, etc. De todas formas, esta utilización de “el hombre” que englobaría a todos los seres humanos está en franco desuso. En la actualidad se prefieren términos como “las personas” o “los seres humanos”.
Lo que denominas “asociaciones genéricas peyorativas”, es decir, términos que en femenino adquieren un matiz despectivo, llevas razón y habría que procurar irlos arrinconando. De todas formas, me llama la atención que algunos de ellos los he visto utilizados mucho más en boca de mujeres que de hombres. El término “maruja”, por cierto, es el que suelen emplear con displicencia las chicas “liberadas” para referirse a las mujeres que han preferido quedarse en casa cuidando de sus hijos y, a veces, de sus mayores. A tanto llega la arrogancia de las que se sienten liberadas a costa de explotar a otras mujeres (sus propias madres o sus “muchachas”).
Del nombre de las profesiones en femenino también creo que ha quedado clara mi postura. Me vuelvo a remitir al artículo de Álex Grijelmo, que lo explica con claridad, sabiduría y contundencia:
“Sin embargo, la corriente feminista ha hecho causa del asunto, y ha logrado que se abran paso alternativas a términos comunes para el masculino y el femenino, como “juez” (“el juez” y “la juez”, pero ahora “la jueza”), o “líder” (“la lideresa”); si bien eso no ha alcanzado a otros como “modelo” (“el modelo”, “la modelo”) o “atleta” (el “atleta”, “la atleta”)…
Al mismo tiempo, en teórica contradicción con el caso de “juez”, se desecha el desdoblamiento de “el poeta” y “la poetisa”, y no parece haber polémica con “el sumiller” y “la sumiller” o “el mártir” y “la mártir”, entre otros muchísimos ejemplos posibles.
Es decir, en unos casos se pretende el desdoblamiento, en otros la simplificación y en otros no hay ninguna lucha al respecto. En justa correspondencia con el desorden gramatical”.
https://elpais.com/cultura/2018/02/23/actualidad/1519389008_808351.html
Ya para terminar, quiero dejar para la reflexión un artículo de Jorge Bustos publicado precisamente hoy que aporta, en mi opinión, algo de luz sobre el desenfocado enfoque de algunos y algunas (yo también sé duplicar) sobre la cuestión feminista:
http://www.elmundo.es/opinion/2018/03/10/5aa2d881468aeb8f5e8b45df.html
Como penitencia por la extensión, prometo no replicar , salvo alusión personal directa.
Saludos y feliz, aunque húmedo, fin de semana
Estimado Antonio:
Me gustaría disponer de un poco más de tiempo para comentar con un poco más de sosiego y profundidad tu aportación, que agradezco.
Pedro algo diré.
1. No creo que sea una huelga política si en ella están presentes más de 170 países. ¿A todos ellos los ha manipulado la izquierda?
2. ¿Por qué considerar algo peyorativo “lo político”?
3. Claro que hay banderas de CCOO, de CGT, de UGT… ¿No pueden estar? ¿No tienen planteamientos asombre la cuestión?
4. A nadie se le ha obligado a ir, creo yo.
5. Lo que sí he visto es que los militantes del PP y de Ciudadanos han seguido las líneas del Partido. Algunas veces de forma casi ininteligible. Porque ha sido de una torpeza enorme mostrarse contrarios a esta causa universal e innegable
6. Lo que me ha sorprendido y disgustado es que tanto Ciudadanos como el PP se hayan opuesto a ella.
7. No comparto la presión sobre la decisión libre de las personas.
8. Estuve en la manifestación de Málaga.Y saludé alcalde. Me parece bien que no se le permitiese presidido una manifestación que su partido no apoya.
9. En el nuevo feminismo tienen cabida hombres y mujeres. Lo que pienso es que la bandera de la liberación la tienen que llevar las mujeres. De lo contrario llevaría a este planteamiento: ¿por qué los que nos han discriminado durante tantos siglos nos quieren ahora liberar?
10. No digo que HOY se utilice “señora de…”, “sexo débil”… Lo que digo es que esos patrones se han utilizado durante siglos. Y que, si se han superado, ha sido por la lucha feminista. Como sucederá con otros.
11. Machismo no tienen solo los hombres, algunas mujeres también lo practican. Entre otras razones porque no hay mayor opresión que aquella en la que el oprimido (la oprimida en este caso) mete en su cabeza los esquemas del opresor.
12. Entiendo que el feminismo no desprecia a los hombres. Desprecia (y con razón) los comportamientos machistas.
Un cordial saludo y gracias por las referencias.
MAS
Creo que no me he explicado bien. Lo que yo reprocho a la izquierda española es su apropiación excluyente de una causa (la igualdad de mujeres y hombres)
compartida a estas alturas por la inmensa mayoría de la población con la expulsión de políticos de las manifestaciones, escraches violentos, etc.
Permíteme que reproduzca algunos fragmentos del artículo precitado de Jorge Bustos:
“Todo debate público, por el mero hecho de su publicidad, termina reducido a una dialéctica entre pancartas. Pero lo malo no es que la pancarta de tu enemigo tenga más seguidores que la tuya; lo que jode es que un día tu enemigo venga a desfilar a tu lado. Entonces, en vez de tomar el consenso recién alumbrado como lo que es -la victoria final en la lucha por la hegemonía de tu causa-, el viejo luchador se siente derrotado por la inesperada compañía de su odiado. Siente que el acuerdo priva de sentido su biografía de resistente, cuando en realidad acaba de cobrarlo por primera vez. La psicología del activista funciona así: está tan habituado al narcisismo del perdedor que el triunfo le molesta. La generalización de su causa le produce agorafobia, como a esos adolescentes que reniegan de su grupo indie favorito cuando empieza a sonar en la radio comercial. El activista ha habitado demasiado tiempo en el margen, blindando su identidad a través del conflicto con el Otro, y cuando se descubre en el centro de la escena y el foco de los nuevos tiempos le ilumina, sus pupilas se contraen de dolor. Ah, la suave penumbra del pasado. Contra Franco vivíamos mejor. Cuando la derecha era machista podíamos sentirnos superiores. ¡Qué será de nosotros si esto sigue progresando! ¡Para qué serviremos los happy few, las almas bellas! ¿Nos reconocerán el pedigrí de militantes de primera hora?”
Y, para terminar, un párrafo que me gustaría haber escrito yo mismo:
“Algunos entonces afirmaremos que no solo no nacimos violadores potenciales sino que jamás nos hemos sentido machos desorientados en medio de la ola feminista, pues traíamos la igualdad de casa. De hecho, si algo tuvimos que aprender la mayoría de los hombres reales -no los que fabrican las cazadoras de cipotudos- fue cómo hablar a una chica sin que nos temblara la voz. Esa condenada dialéctica del amor que tanto nos ha oprimido”.
Saludos
Estimado Antonio:
No creo que a nadie de izquierdas le moleste que la derecha esté en esta causa. ¿Por qué iba a restar quien desea sumar?
TODOS Y TODAS seremos pocos en la causa de la igualdad.
Lo que creo que pasó el pasado día 8 fue que personas significadas de la derecha pretendieron acaparar la primera línea de una manifestación y una huelga que habían condenado, descartado, minusvalorado…
Yo oí cómo personas le decían no con el dedo al alcalde de Málaga cuando pretendió encabezar la manifestación. Alguien le dije: “Este no es tu día”. Interpreto que no es que no quisieran que estuviese en la manifestación (cuantos más mejor) sino que no querían que no la encabezase, un vez conocida la postura de su partido y de su Ayuntamiento.
Añadiré: hay muchas posturas de hombres. No las veo todas tan inocentes como la que planteas.
Saludos.
Gracias.
MAS
Muchas veces el patriarcado se viste de seda, pero patriarcado se queda. Por eso si ahora todo quisque defiende la transversalidad del Día de la Mujer, ¿por qué han estado dando caña procurndo desactivar? Si el tema es tansversal, se podían haber unido para demostrarlo y que no lo hicieran a toro pasado poniéndose lacitos. Ya sabemos algo del lenguaje subliminal, porque si el toisón era de oro, el vestido era de color PP. De esas y como esas a millares. Primero se ponen los medios para que haya cierta aversión y luego se quejan, porque son las víctimas mayores del reino, que está machacando patriarcalemte a todas las personas y además con discriminaciones estelares. Demasiado tiempo llevamos sufriendo el patriarcado para no estar un poquito hartos.
Estimado josem
El patriarcado tiene formas groseras, fácilmente detestables y otras más sutiles que son más difíciles de ver. Ahí está clave de lo que dices: hay que saber descubrir esas trampas, hay que detectar esos vestidos de seda. A esa capacidad de discernir, de analizar, de ver los hilos ocultos lo le llamo educación.
Gracias.
Un abrazo.
MAS
Para josem
Se me olvidaba. Sigo leyendo sobre los Días de la Paz…
Algún día deberías colgar aquí alguno de esos textos.
Gracias.
MAS
El artículo tiene dos partes importantes.
La primera se refiere a manifestación del 8. Un éxito, sin duda. Porque fue un fenómeno mundial.
La segunda tiene que ver con las causas que alimentan el sexismo. Y me parece fundamental la tesis que se plantea. Las causas tienen sus efectos. Es hipócrita condenar los efectos y aplaudir las causas.
Se ha escogido una de las causas que me parece fundamental porque el lenguaje está en todo. Somos lenguaje,
Gracias por el texto. Ayuda a pensar.
Querida Raquel:
He elegido uno de los elementos que general o cultivan el sexismo, pero hay muchos otros. Costumbres, expectativas, relaciones, doble moral…Son causas y son efectos. Son efectos y son causas.
LO que verdaderamente me preocupa es analizar el fenómeno que lleva a actos atroces. Lo que verdaderamente me preocupa, pus, es la estrategia para evitar el sexismo.
Hay hipocresía como dices cuando se lamentan las discriminaciones y se contribuye a mantenerlas con los comportamientos. Hay que ir a las raíces, como digo en el artículo.
Besos y gracias.
MAS
El nombre que aparece justo al inicio de estas palabras es correcto, así me llamo.
Pero yo soy muy mujer. Siento, pienso y hablo “como una mujer”. Vamos, que soy de pensamiento, obra y profesión toda una fémina (no feminazi eh chicos).
Un poco machista, sí, pero como tantas otras. Al fin y al cabo, hombres y mujeres somos fruto de la sociedad en la que nos tocó vivir, y esta no hay más que verla, no hacen falta sesudos estudios en profundidad para ver, en cuanto a machismo, igualdad laboral entre hombres y mujeres, violencia entre ellos, tareas supuestamente asignadas a cada uno, …, qué tipo de sociedad hemos creado.
Soy muy mujer, pero aún no consigo hacer dos cosas a la vez. Eso sí, lo de ponerme “histérica” se me da muy bien, y lo de hablar mucho sin que se me entienda nada también lo domino. Y lo de defender a mis críos con uñas y dientes. Lo de planchar no.
Soy muy mujer, pero, para consuelo de Antonio, de las pacíficas. Me gusta respetar, pero también lucho para que me respeten a mí. Mi amigo Miguel Ángel me recomendó un día a la Profesora Olga Castro Vázquez y su “Rebatiendo lo que otrOs dicen del lenguaje no sexista”, y yo lo dejo aquí para el que desee echarle un ojo y una cabeza. Sé que cada una tomamos postura y luego buscamos argumentos para defenderla, lo cual quiere decir que, como dice mi amigo Joaquín, nadie tiene demasiado ánimo de cambiar de opinión, o, por lo menos, matizarla algo. Pero yo sí, yo soy de cambios drásticos, de cambios “a lo loco”, porque soy una mujer.
http://www.ciudaddemujeres.com/articulos/Rebatiendo-lo-que-otrOs-dicen-del
Siguiendo con “cosas de mujeres”, estaba yo allá por febrero viendo la gala de los premios Goya de cine. Era la semana del artículo de El Adarve “La preciosa savia del alma”. Ahí Miguel Ángel me presentaba a mi ahora amiga Isabel Coixet.
Yo sé a buen seguro que ni Isabel, ni Antonio, ni tampoco tú, Miguel Ángel, y mucho menos yo, somos machistas de pura cepa, teóricos y prácticos. Pero es que el machismo se nos cuela por la más pequeña de las rendijas que siempre encuentra.
Igual son interpretaciones mías, que lo son. Pero yo os propongo que veáis en la gala los momentos 1:54´ en el que dice Isabel que se escaqueaba de toda responsabilidad en casa, aunque fuese para leer. Su madre la defendía diciéndole al padre: “Deja que la niña lea, que para algo le servirá”.
Pero luego, en el momento de recoger el premio a mejor directora (2:57´), algo no me gustó de lo que dijo a modo de gracia, respecto a su madre y a la de Gustavo Salmerón, que seguro que todos se conocen y hay un contexto que yo desconozco: “A mi madre, que además de ser tan guapa como la de Gustavo Salmerón, está más delgada”.
Nosotras siempre estamos (o debemos estar) guapas, delgadas, divinas. Ellos, interesantes, inteligentes. Vamos, como decía mi amiga de batallas, “un campo de nabos feminista precioso”.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/premios-goya/gala-premios-goya-2018/4458719/
Bueno. Os dejo. Juro que no estoy loca, y menos de regla. No por nada, es que ya no tengo edad para eso. Me voy con “cosas de mujeres” a “feminizar la sociedad”.
QUERIDA José Antonio:
INCISIVO, INTERESANTE Y POTENTE COMENTARIO.
Gracias.
En efecto, el artículo de Olga Castro me parece estupendo. Claro, directo y contundente.
Gracias por compartirlo con los lectores y lectoras.
Estoy de acuerdo en que el sexismo se nos cuela por las más pequeñas rendijas.
Cuando escribí en 1984 COEDUCAR EN LA ESCUELA. POR UNA ENSEÑANZA NO SEXISTA Y LIBERADORA todo el claustro estuvo un año entero analizando las pautas sexistas. Nos quedamos sorprendidos de las que había en la dimensión institucional y en la personal…
Gracias por tu aportación.
Un abrazo.
MAS
Soy hombre, blanco y heterosexual. Me niego a avergonzarme de ninguna de las tres cosas. Tres de las cuatro personas más queridas, respetadas y más importantes en mi vida son mujeres.
Creo firmemente que todos los seres humanos, ya sean otro sexo, de otras etnias o de otra tendencia (LGTB, asexuales, o de otros grupos) son mis iguales en lo que se refiere a derechos y deberes. En otras muchas cosas seremos, obviamente, diferentes.
Estoy radicalmente en contra de cualquier discriminación, ya sea esta negativa o “positiva”, por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, .
Nadie tiene siempre la Razón por pertenecer a mi mismo grupo. Tampoco tienen SIEMPRE la Razón las mujeres, ni los miembros de otras etnias o colectivos por el hecho de serlo.
Aunque parezcan axiomas de sentido común, seguro que me pondréis peguitas.
¿Qué tenemos que hacer cada uno para acabar con esta terrible lacra?
Esa es la pregunta.
Teniendo en cuenta que también son necesarios planes estructurales, proyectos de conducción, sistemas de protección…
Es complejo, pero es posible.
De hecho, creo que se ha avanzado mucho en las últimas décadas. Hoy resulta impensable pensar que una mujer no pueda tener a su nombre una cuenta corriente como sucedía con nuestras abuelas.
Saludos a todas las lectoras y los lectores del blog.
Querida María:
En efecto, nadie puede decir que el asunto no le afecta, que él (o ella) no tiene nada que hacer.
El peligro de estos días especiales es que, cuando pasan, parece que ya todo ha terminado. NO es ese el fin, claro está. Todos los días deben considerarse 8 de marzo.
Políticos/as, profesores/as, alumnos/as, ciudadanos/as… Todos y todas estamos interpelados.
Se ha avanzado, si, pero el problema reside en que mientras se avanza sigue habiendo víctimas que pagan con el sufrimiento la espera.
A algunas, les llegará tarde la solución. Porque habrán muerto.
Besos y gracias.
MAS
Querido Antonio:
Tengo una mala noticia que darte, porque creo que no eres consciente de ello: tú y yo somos machistas. Como ves, yo también me incluyo, pero para mí ya no es noticia pues hace tiempo que lo sé.
No digo que seamos machistas de campeonato, de brocha gorda, ni que aboguemos por la desigualdad, o por considerar que cualquiera de esos grupos que mencionas sean menos que nosotros o nuestro grupo. Pero eso no nos saca de la categoría de machistas.
El mundo es machista. Lo arrastramos desde que se inventó la historia. Alguien tiene que serlo, Antonio. Y alguien hace que se reproduzca y perpetúe. O se avance muy lentamente.
¿Hay desigualdades? Las hay. La pregunta es qué hacemos y hace cada uno/a para corregirlas.
Hombres, blancos, heterosexuales, y ricos, Antonio. Se te olvidó lo de ricos. Y yo tampoco me avergüenzo de ser lo que soy. Pero siempre tratamos de corregir defectos y mejorar.
La palabra discriminación no nos gusta ¿verdad? Por eso no nos gusta lo de la discriminación positiva. Alguien más debió pensar lo mismo y propuso lo de acción positiva o acción afirmativa. Porque ¿cómo corregimos una discriminación sin que tardemos 200 años? Sabemos que por sí sola no se corrige, al contrario, se perpetúa.
Habrá que hacer algo ¿no? ¿Tú qué propones? Ya sé que lo de las huelgas y las protestas para pedir algo justo no es que te entusiasmen. Lo de tocar el lenguaje menos.
Un abrazo compañero.
Amigo José Antonio:
Esto del machismo es como lo del nacional-catolicismo de la postguerra. Por más que se esforzara uno en ser bueno, siempre estaba en pecado: por acción o por omisión; de palabra, de obra o de pensamiento. Pasé mi niñez y parte de mi adolescencia siempre atormentado por la culpa. Ya estoy un poco mayor y un poco harto.
He decidido vivir los años que me queden procurando no hacer ni que me hagan daño. ¿Pido demasiado?
Un abrazo muy cordial a todas las almas limpias y buenas como la tuya, amigo (sin ironía)
Querido Antonio:
Petición más que justa y razonable. Lo mismo me aplico yo, y creo que algo parecido desea la más amplia mayoría.
Veo que no tienes ganas de cuentos. Creo que sabes que mi única intención es propiciar la reflexión de quien por aquí se pasee, sobre el tema que nos ocupa. Lo pretendo hacer, más que nada, en forma de diálogo conmigo mismo, y que resulte un poquito ameno.
Te pido disculpas si crees que he podido hacerte algo del daño del que nos hablas. Sin ser tan bueno ni tan limpio como me dices (por lo que te doy las gracias), no es mi intención incomodarte, o faltarte al respeto. La idea es dar un poco de juego serio sobre todo lo que nos importa.
Un abrazo, Antonio.
(¿Estás por ahí, Miguel Ángel? Y para la semana ¿qué?).
(Me hubiera gustado que hubiera muchos comentarios de mujeres).
Queridos José Antonio/Antonio:
También a mí me gustaría que hubieran intervenido más mujeres.
En el diálogo que habéis mantenido los Antonios me he sentido más cerca del planteamiento de José Antonio.
Yo creo que somos machistas porque el machismo es una lacra que llevamos incrustada en la mente y en el corazón. Yo me sorprendo cuando ofrezco “ayuda” a mi mujer en las tareas de la casa, cuando valoro de forma diferente una infidelidad, cuando hago comentarios frívolos sobre la belleza/fealdad de algunas mujeres, cuando utilizo de forma sexista el lenguaje, cuando no caigo en la cuenta de estereotipos androcéntricos…
Y ese machismo está instalado en la sociedad: en las religiones, en las costumbres, en los sueldos, en los puestos de poder, en las expectativas, en la doble moral, en la sexualidad…
Hace unos años escribí un artículo titulado LA FALLA SOCIOLÓGICA. Decía allí que cuando se han escolaridad en igualdad de condiciones niños y niñas, en todos los niveles van mejor (en general) las niñas. Pero después de las traga una falla y ya no están en igualdad dentro de los gobiernos, de los negocios, de las cátedras, de los bancos… (Me dieron por él el premio Carmen de Burgos y me gustó que una parte de ese artículo fuera elegida para el examen de selectividad de la Comunidad de Madrid).
La próxima semana, probablemente, hablaremos de la importancia de la negociación. Probablemente. Tengo varios asuntos pendientes…
Gracias por participar. Y mejor cuando lo hacéis on frecuencia.
Un abrazo.
MAS
Amigo José Antonio:
No de no hacer ni que me hagan daño no lo decía por ti, por supuesto. Lo que quería decir es que he llegado a un punto en el que lo que me apetece es sentarme tranquilamente a disfrutar de mi vida, de mi familia, de mis lecturas, de mis modestos placeres. Quería hacer alusión a las pocas ganas que tengo de meterme en peleas donde a veces es inevitable dañar o ser dañado. Menos ganas todavía de cargar con culpabilidades inventadas.
Por supuesto, en ningún momento quise aludirte, pues siempre has sabido defender tus ideas con respeto y sin la ferocidad de muchos (de tu cuerda y de la mía ;-P)
Un fuerte abrazo
Estimado Antonio:
No quiero turbar tu paz, pero acaso no podamos permanecer tan tranquilos cuando se mantiene este terrorismo que daña la mitad de la humanidad.
Yo tengo una hija. Recuero haberla llevado a una manifestación contra la violencia de género un año (todavía muy pequeña) en la que el lema era “Por las mujeres que han muerto”. En su diario escribí esa noche: “Que no te toque a ti”. Al día siguiente vi que le había tocado a otra mujer en Granada.
Hay responsabilidades inventadas, pero otras son más que reales.
Un abrazo.
MAS
En los últimos veinte años el número de víctimas de violencia machista se ha mantenido más o menos estable: algo más de 60 mujeres muertas al año. Ha habido ligeros descensos y terribles repuntes, pero la tendencia ha venido siendo esa.
No sabría cuantificar el número de manifestaciones, velitas, lacitos, manifiestos, imprecaciones y rasgaduras de vestiduras que ha habido durante este periodo. La incidencia de tanta indignación en este fenómeno ha sido aproximadamente… ninguna.
Todos los ministerios, consejerías autonómicas, ayuntamientos, diputaciones y otros organismos públicos y privados tienen departamentos dedicados a prevenir esta lacra. Han proliferado las secretarías, direcciones generales, patronatos, observatorios, juzgados y unidades policiales específicos. Es imposible saber los ingentes recursos económicos y el enorme número total de personas dedicadas a luchar contra la violencia machista, pero su incidencia en este fenómeno ha sido aproximadamente… escasa para la consecución de sus objetivos, pero espectacularmente rentable para los y las que viven de ella (miles de nóminas)
Estoy completamente convencido de que violentar la lengua para evitar un supuesto sexismo, aparte de demostrar bastante ignorancia arrogante, tiene la siguiente incidencia en la violencia machista: NINGUNA.
Se sabe que cierto tipo de depredadores sexuales son completamente irrecuperables. Si son detenidos, reinciden en cuanto cumplen su pena. Con frecuencia, durante sus permisos penitenciarios.
Estos días estamos asistiendo al espectáculo de la derogación de la prisión permanente revisable para ciertos supuestos de delitos especialmente odiosos, iniciativa protagonizada por las fuerzas políticas de izquierdas unidas a los nacionalistas. ¿Sería eficaz en estos casos? Nunca lo sabremos.
Cada uno es responsable de sus actos. Los responsables de los crímenes machistas son sus autores. Me niego a asumir culpabilidades que no son mías. Los que sois mejores que yo, seguid con vuestras manifestaciones, velitas, lacitos y condenas. Y no se os olvide derogar urgentemente cuanto antes la prisión permanente, no vaya a ser que algún violador y asesino (o asesina) de niñas (o de niños) se pudra en la cárcel.
Siento la vehemencia, pero es que llevo unos días especialmente sensible.
Saludos
Estimado Antonio:
Pues sí, no sé si la vehemencia u otro motivo te ha hecho escribir este comentario. No es de lo mejor que has escrito, a mi juicio.
Nadie se siente mejor persona que tú (al menos yo no puedo permitirme afirmarlo). Creo que José Antonio tampoco lo ha hecho. No sé de dónde sale esta afirmación. Ni a qué se debe que la formules.
Sabes igual que yo que los nexos causales son siempre problemáticos. O sea que, como sostienes, es difícil afirmar con rigor que no hay causas que alimenten el sexismo. Parece que afirmas que la persona que nace en cualquier parte del mundo no APRENDE NADA DE SU CULTURA. Todo su cuadro de pensamiento lo adquiere de forma espontánea.¿Sí?
Tampoco se puede decir tan alegremente que las manifestaciones, las actividades, los presupuestos y las “velitas” (todo en un conjunto difícilmente descifrable) no sirva para nada salvo para beneficiar a quienes viven de ello. ¿En qué se basa esa afirmación? Si todo eso no se hubiera hecho, ¿sería igual la violencia machista? Lo dudo.
El problema de las penas es muy complejo. Muy complejo.La pena de muerte no ha logrado evitar el crimen en ningún lugar de los que está vigente… Y no hay pena más dura. Es una cuestión de mucho calado y de muy compleja solución. Porque tiene que ver con la posibilidad de reinserción. Claro que hay penar en las víctimas, pero con la cabeza, no con las vísceras.
Acusar de ignorancia y de arrogancia (¿por qué hay arrogancia en esas tesis y no en las contrarias?) a quienes defendemos el uso no sexista del lenguaje es completamente gratuito e injusto. ¿Hablas de ignorancia y arrogancia (para ti manifiestas) y de sexismo “supuesto”. ¿Crees que es así? ¿No hay sexismo?
Hay responsabilidades por acción y por omisión. No seré yo quien te culpe de nada por un motivo o por el otro. A mí gusta interrogarme por las mías. No tengo nada claro que no pueda hacer nada más para ser mejor y para tener una sociedad mejor.
Un cordial saludo y gracias por compartir tus ideas.
MAS
Cada vez que me asomo a la pensa me encuentro con casos de muertes de palizas a mujeres. La verdad es que es insoportable esta situación.
Resulta intolerable tanta discriminación. Por una parte parece que ha habido avances pero los casos de maltrato conocidos son desalentadores.
¿Cuándo va a acabar esto? Y, sobre todo, ¿cómo se lo pone fin al problema?
Es desesperante.
Lo digo así porque acabo de ver la prensa de hoy y me he encontrado con un nuevo caso de violencia machista. Y me he preguntado por los que no se conocen (por miedo, por amenaza, por desesperación, por ignorancia…).
Es terrible.
Querida Marina:
Comparto tu reacción de hartazgo.Esa sensación de “ya b asta”.
No es fácil acabar con tantos siglos de androcentrismo. Y.mientras dure, ahí seguirán las consecuencias y los efectos.
Creo como tu que hay que ser conscientes de lo que sucede, analizar las causas y luchar POR TODOS LOS MEDIOS Y FORMAS POSILES contra la discriminación. No hay causa menor.
Besos y gracias.
MAS
No sé si mi anterior comentario es o no de los mejores, pero te aseguro que es de los más sinceros. Lo he escrito de un tirón, sin pasar por el filtro de la corrección política, que ya va siendo más ominosa que la temida censura franquista.
Nadie puede negar que los avances en igualdad entre hombres y mujeres han sido espectaculares en las últimas décadas. El camino que quede por recorrer es apenas un paseíto comparado con los miles de quilómetros recorridos en los últimos decenios. Lo que está por demostrar es que los vestigios de machismo que queden se subsanen manipulando el lenguaje. Tampoco me parece que se haya demostrado irrefutablemente que esos reductos de machismo social tengan una relación causal directa con los terribles episodios de violencia contra las mujeres.
Me sorprende que te des por aludido cuando hablaba de ignorancia arrogante. En ningún momento pensaba en ti ni en José Antonio: ni tú puedes ser tachado de ignorante ni mucho menos José Antonio de arrogante. A mí no me molesta que uses desdoblamientos de género con tal de que no me obligues a mí a hacer lo mismo. Me refería, como es obvio, a la portavoza de las miembras jóvenas y a sus corifeos.
En cuanto a la eficacia de lacitos, organismos, observatorios y miles de nóminas de género, a la terca realidad me remito: las estadísticas de crímenes machistas se mantienen estables desde hace veinte años. ¿Alguien cree sinceramente que si se suprimiera el Instituto de la Mujer o el Observatorio para la Violencia de Género se dispararía el número de crímenes machistas? Permíteme, al menos, el beneficio de la duda.
Respecto de la prisión permanente derogable, no sé si sería disuasoria o no, pero al menos nos garantizaría a ti y a mí que tu hija o mi nieta no fueran agredidas por un individuo que ya había sido condenado por hechos parecidos. Como leí estos días en una viñeta: “Habría que derogar la tarjeta roja, porque los defensas siguen dando patadas”. Con la actual normativa, ocurren cosas como estas (diario SUR 15-2-2018):
“Tras adelantar el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, que el presunto asesino de María Adela tenía antecedentes por violencia de género con otra víctima, ahora se ha conocido que el detenido ya fue condenado por un delito de malos tratos. Concretamente, el Juzgado de Lo Penal Nº 13 de Málaga sentenció a José Manuel el 8 de mayo de 2012 a 9 meses de prisión, 2 años de prohibición de posesión y porte de armas y 1 año y 9 meses de prohibición de acercamiento a la que entonces era su pareja R. C. P.
Al carecer de antecedentes penales, la pena de prisión fue suspendida por un periodo de dos años que cumplió en octubre de 2014, mientras que la medida de alejamiento de la víctima finalizó en el año 2013 y la prohibición de posesión de armas en el año 2014.
Aunque su historial judicial no queda aquí. El Juzgado de lo Penal nº 14 de Málaga tiene previsto juzgar a José Manuel el próximo 21 de mayo por un presunto delito de malos tratos sobre su expareja A.A. L. R. por unos hechos ocurridos el 11 de mayo de 2016. Según el escrito de la Fiscalía y de la acusación particular, el acusado propinó dos puñetazos en el rostro de su expareja por la que ambas acusaciones solicitan una pena de 9 meses de prisión.
El Juzgado de Violencia dictó una orden de protección y prohibición de comunicación el 13 de mayo de 2016, medidas que a día de hoy siguen estando vigentes y no fueron quebrantadas en ningún momento por el acusado.
Según ha podido conocer este medio, el detenido tenía más denuncias previas por malos tratos a parejas anteriores, por las que fue arrestado en otras ocasiones, siendo archivadas y sobreseídas.
De ello no tenía constancia María Adela, que murió tras ser apuñalada en su domicilio en La Viñuela a manos de su compañero sentimental en un nuevo caso de crimen machista”.
Para terminar, y para desengrasar un poco, permíteme otra cita, esta vez en clave irónica, que refleja un poco mi estado de ánimo:
“Noqueado por toneladas de arengas televisadas, me acosté el miércoles y jueves con un terrible dolor de cabeza porque yo también quiero ser feminista, pero no lo consigo al haberme sido diagnosticado machismo cultural con metástasis. Mi propósito de la enmienda es sincero y he mejorado mucho, pero se me exige más y más. Sufro recaídas porque no se me trató a tiempo y la medicación de los sanadores es muy invasiva.
Soy un arrepentido. Suscribo sin ambages la doctrina que reclama para la mujer el reconocimiento de capacidades y derechos tradicionalmente reservados para los hombres. La respaldo porque debe ser así, y también porque todas las mujeres que han formado parte de mi vida han sido más inteligentes que yo […]
Pero me siento incapaz de aprobar la reválida del comisariado feminazi. Defiendo la igualdad, incluso la discriminación positiva, pero sin avasallar porque me mareo. Sobrellevo el tumor con paliativos, placebos y gerundios: reconduciendo hábitos y mentalidad, haciendo la cama, colaborando expiatoriamente y preparando el hombre nuevo en familia […]”
(J.J. Aznárez, EL PAÍS, 10-3-2018)
En el fondo, me alegro de que mi anterior comentario no te haya gustado. Aunque sabes el respeto y el afecto que te tengo, a estas alturas está claro que no compartimos la misma ideología ni la misma cosmovisión.
Un abrazo