Ocupar espacio, abrir espacio

13 Ene

Me pregunto desde hace tiempo (en clases, conferencias, cursos, seminarios y talleres…) cuál es el espacio del profesor y el espacio del alumno, el papel de quien dirige y el de quien es dirigido, de quien enseña y de quien aprende. ¿Qué tipo de protagonismo ha de tener cada uno? ¿Cómo se enseña y cómo se aprende con mayor profundidad y eficacia? ¿Qué efectos secundarios tiene, a corto y largo plazo, una opción u otra? No es que el profesor tenga que diluirse o desaparecer para que el alumno cobre protagonismo sino que puede adoptar papeles diversos según las estrategias deseables en cada circunstancia.

Ya sé que la naturaleza y estructura de las sesiones (lo que podría denominarse el formato) es muy diferente. No puedes llegar a impartir una conferencia y pedir que se hagan grupos de trabajo, de la misma forma que no puedes ir a dirigir un taller y soltar una disertación que ocupe todo el tiempo, sin que los asistentes puedan formular una pregunta o plantear una salvedad. Cada modalidad tiene unas exigencias metodológicas.

Además de la modalidad de la sesión puede tener influencia en las decisiones didácticas el tipo de materia que se enseña y se aprende. No es igual la asignatura de matemáticas que la de filosofía, por ejemplo. Un tercer factor puede condicionar también la cuestión que planteo en estas líneas. Me refiero al número (y a la edad) de los participantes. No es lo mismo un grupo de cinco o diez personas que una multitud de tres mil o cinco mil. No es lo mismo un grupo de infantil que una clase universitaria.

Dicho esto, la cuestión que quiero plantear aquí tiene que ver con el espacio que ocupa y que abre el profesor. Participé hace muchos años en un unas Jornadas dirigidas por Carl Rogers, un decidido defensor de las teorías de la no directividad. En aquella experiencia, en algunas lecturas y en la propia reflexión basé luego algunas iniciativas didácticas, tanto en Primaria como en Bachillerato y en la Universidad. Traté en todas ellas de que los alumnos y las alumnas tuvieran un protagonismo mayor que el que habitualmente les confiere el sistema educativo. Cuento una de ellas en el libro “Los trucos del formador”, que coordina en la Editorial Graó el profesor Gregorio Casamayor. Mi capítulo se titula “Epistemología genética y numismática o el absurdo arte de la copia”.

Creo que en la medida que los alumnos y alumnas hagan suyo el proceso de enseñanza y aprendizaje, en la medida que ocupen más espacio, se sentirán más implicados en el mismo. Donald Finkel publicó hace años, en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valencia, un libro cuyo título nos remite de forma casi inexorable a esta cuestión: “Dar clase con la boca cerrada”. Dice en la página 13: “Enseñar es cualquier cosa capaz de fomentar el aprendizaje de otra persona, estimular y facilitar que los estudiantes se comprometan en ese proceso constructivo, cuestionar sus paradigmas en vigor y forjar otros nuevos”.

Algunas veces, después de hablar durante horas me pregunto si ese monólogo es lo más eficaz para el aprendizaje.

– No nos ha dejado abrir la boca…, podrían decir los asistentes.

Cómo no añadir ironía a la exclamación si el tema del discurso hubiera sido la importancia de la participación o la conveniencia de generar autonomía o propiciar creatividad.

También he sido testigo de otras quejas, ante formas de proceder opuestas a la que planteo:

– Yo he venido a escucharle a usted, no a debatir con mis compañeros…, le dijeron a un colega universitario al terminar una sesión de trabajo en la que había planteado un debate sobre un documento previamente leído por todos.

Es habitual que los organizadores de Jornadas y Congresos, cuando te encargan una conferencia, te digan:

– Una hora de intervención y media hora de preguntas.

Siempre digo:

– ¿Por qué preguntas? Parece que hay uno que sabe (y solo responde) y otros que no saben (y solo hacen preguntas). No es así. Todos pueden hacer preguntas y todos pueden dar respuestas. Es mejor pedir intervenciones, sean preguntas, comentarios, experiencias, críticas, propuestas, sentimientos, valoraciones…

Hace unas semanas dediqué el artículo a reseñar un libro de Parker J. Palmer titulado “El coraje de enseñar”. Bajo el epígrafe “Espacio abierto y medios hábiles” dice respecto a la cuestión que estoy planteando:

“Como a la mayoría de los profesionales se me enseñó a ocupar espacio, no a abrirlo. ¡Al fin y al cabo somos nosotros los que tenemos el conocimiento, así que tenemos la obligación de contárselo a los demás! A pesar de haber rechazado esa norma absurda, todavía me siento culpable cundo la desafío. Una voz no tan pequeña, dentro de mí, insiste en que si no lleno el espacio disponible con mi propio conocimiento, no me estoy ganando mi sueldo”.

Ese esquematismo es engañoso y perjudicial. Los alumnos y alumnas se cierran a veces a compartir el conocimiento, a la investigación, al descubrimiento… y los profesores y profesoras, en ocasiones, dan la espalda a su aprendizaje, como si lo supieran todo.

“Mientras no entendamos que abrir un espacio de aprendizaje exige más habilidad y más autoridad. `perderemos la batalla contra la culpa y nuestra enseñanza no logrará cubrir ese espacio. Si queremos honrar y desarrollar las habilidades requeridas para crear un espacio de aprendizaje, debemos nombrarlas y hacerlas explícitas”.

¿Qué habilidades son esas? Propiciar el aprendizaje cooperativo, dominar estrategias didácticas, conocer y aplicar técnicas de dinámica de grupos, seleccionar buenos materiales, controlar los tiempos, formular preguntas oportunas y motivadoras, establecer buenas relaciones…

Respecto a la habilidad de hacer preguntas dice, en ese mismo capítulo, Parker J. Palmer: “Preparar un espacio de aprendizaje requiere al menos tanta competencia como preparar una buena clase magistral -y más que preparar una mala-… Cuando la puerta del aula se cierre detrás de mí, se necesitan otra serie ce habilidades para utilizar y proteger el espacio. Por ejemplo, en la asignatura de Métodos, yo confío en la habilidad de preguntar –que me sonaba como algo muy fácil, hasta que lo intenté; luego descubrí la enorme variedad de preguntas entre las que tenia que elegir. Algunas preguntas cierran el espacio e impiden que los alumnos piensen… Otras van al otro extremo y abren un espacio tan grande que los alumnos se pierdan en una tierra baldía sin caminos… Las preguntas que ayudan a que los alumnos aprendan se hallan en alguna parte entre estos dos extremos…”.

No termina el reto con la formulación de buenas preguntas. Dice Parker J. Palmes: “ Cuando aprendemos a formular buenas preguntas descubrimos que se necesita una competencia más: la habilidad de convertir una sesión de preguntas y respuestas entre el maestro y alumnos individuales en un diálogo comunitario complejo que se extienda por toda el aula. Mis alumnos aprenderán mucho más cuando haga que dejen de estar mirándome siempre a mí y los ayude a mirarse los unos a los otros”.

Acaso sea bueno acomodar la elección a la idiosincrasia del profesor y a las habilidades que domina. Habrá que tener en cuenta también las características del grupo y su trayectoria anterior. Un grupo que nunca ha practicado el aprendizaje cooperativo necesita una preparación especial. Se trata de buscar el mejor camino para llegar al lugar deseado.

32 respuestas a «Ocupar espacio, abrir espacio»

  1. La cuestión que se plantea en el artículo me parece importantísima. Tiene que ver con el papel que desempeña el profesor en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es esencial.
    Las citas que se aportan son muy clarificadoras. Me ha gustado especialmente lo que dice Parker J. Palmer en su libro El coraje de enseñar.
    Yo hace tiempo que ocupo poco espacio, cediendo protagonismo a mis alumnos y alumnas. Y ahora ya me cuesta hacer monólogos en los que ellos son soilo meros escuchas.
    Gracia spor estas reflexiones una vez más.

    • Querida Marta:
      He conocido otros profesores a los que les ha pasado lo mismo. Ayer mismo, en una Universidad de la ciudad de Bogotá, una profesora decía lo que tú has escrito: le costaba mucho volver a la clase magistral, la monólogo delante de los alumnos. Entendía que abrir el espacio para la participación de los alumnos y de las alumnas, a la corta y a la larga era mucho más beneficioso para el aprendizaje.
      Ojalá que participen muchos profesores en el debate. Tengo mucho interés en conocer opiniones diversas sobre esta cuestión.

      Hace muchos años (sobre todo después de mi encuentro con Carl Rogers) he abierto mucho el espacio `para la participación. Y creo que es muy conveniente hacerlo.

      Besos y gracias.

      MAS

  2. Hola Miguel Ángel.

    Actualmente está en boga la necesidad de que el alumnado sea el protagonista de su propio aprendizaje, en el uso de metodologías activas, en la cooperación o en la colaboración (que no es lo mismo, en Educación física mi amigo Carlos Velazquez Callado ya se encarga de decirlo y analizarlo en sus escritos),… El trabajo por competencias necesita de uso de metodologías competenciales, se dice. En estos días se está hablando de los premios «Educa Abanca» que se van a entregar en A Coruña el próximo 23 de febrero. En la lista de aspirantes y premiados se pueden ver docentes que trabajan por proyectos, docentes que han abierto nuevos espacios, tal y como tú dices,…

    Desde el punto de vista motivacional, aspecto esencial en el aprendizaje, es posible que este tipo de metodologías tengan mucho que decir y aportar en el aprendizaje del alumno, pero imagino que también tendrás sus carencias.

    Tengo que reconocer que cuesta mucho acercarse a estas nuevas metodologías, posiblemente por desconocimiento o quizás porque los espacios, los recursos, los horarios, la organización de los docentes,.. no siempre lo favorezca. Porque un desconocimiento de un método o de una didáctica concreta puede llevar al docente a un verdadero laberinto. Luego hace falta formación continua especializada…

    Algunos vamos dando pasitos en ese sentido, pasos cortos, tengo que reconocerlo, no es fácil con la estructura actual de un centro de primaria con bilingüísmo o plirilingüísmo donde el tutor, entra, sale, entra, sale, o no entra siquiera en su clase. Coordinar en un mismo proyecto a tanto especialista no es nada fácil. En Infantil, donde el tutor está la mayor parte del tiempo con su grupo esto resulta más factible. Ya sé que hay quienes lo intentan y lo logran, también habría que valorar los resultados a largo plazo. Como digo habrá muchos aspectos competenciales que se desarrollarán y posiblemente haya muchos otros que se queden en el olvido.

    También se podrá argumentar que una enseñanza tradicional puede lograr alumnos con competencias, ¿acaso no somos competentes los adultos que hemos pasado por la escuela, en mi caso con la EGB?

    Los métodos tienen sus aspectos positivos y negativos, pero desde una visión tradicional voy viendo como los alumnos, en una sociedad tan acelerada como la que vivimos, necesitan metodologías activas y espacios de mayor protagonismo para satisfacer su motivación e interés. Cuando el alumno no está interesado el docente debe mirarse el ombligo porque parte de la culpa es suya, además de la sociedad, los padres, la administración,… piedras que lanzamos fuera con frecuencia.

    La formación inicial del docente, su propia idiosincracia, favorece o dificulta a este reparto equitativo del espacio, en un primer momento, y a una delegación de espacios posteriores, tal y como indica Marta Cifuentes.

    Abierto está el melón para seguir debatiendo…

    Buen fin de semana.

    • QueridoJuan Carlos:
      No sélo que ha pasado con tu artículo. Lo he recuperado de la carpeta de spam.Menos mal que se ocurrió mirar. Además he visto que fue escrito a las 7.37 de la mañana de ayer. Lo acabo de rescatar. Aunque no sé lo que ha pasado te pido disculpas.
      Haces referencia a muchos factores que deben tenerse en cuenta al analizar este fenómeno del espacio que cierra o abre el docente: idiosincrasia del docente, formación inicial, número de alumnos… También pueden decidir los alumnos y alumnas si abrirlo o cerrarlo. Ellos no son, a mi juicio, meros destinatarios de la acción docena. Son verdaderos protagonistas.
      Cuando los alumnos y alumnas adquieren experiencia en los métodos participativos no suelen querer volver a los tradicionales.
      No digo con esto que una clase magistral no pueda ser excelente. Si yo fuera alumno de Emilio Lledó, por ejemplo, no querría que propusiera debatir con mis compañeros.
      Un abrazo, querido amigo.
      Gracias y disculpas.
      MAS

      • Miguel Ángel.

        Nada que disculpar. Me extrañó que no me saliera el mensaje de que tenía que ser autorizado por el moderador. Esta mañana lo volví a enviar, pero el sistema me advirtió que ya había sido remito antes. De ahí que no hay vuelvo a decir nada. Además, me imagino que si estás de viaje en ele xtranjero leerás los comentario en momentos determinados.

        De todas formas, como sé que a veces falla la plataforma, suelo copiar los comentarios antes de enviarlos por si las moscas.

        Por otra parte, a mí me pasa lo mismo cuando escucho a gente como tú, tengo suficiente motivación como para no aburrirme.

        Un abrazo.

  3. Querido Maestro!
    Le leo,le sigo,me siguen gustando sus comentarios,pero tengo algunas dificultades para escribir.
    Corroboro sus pensamientos y la creencia de que en las clases como en la vida cada cual tiene un importante papel. Lo mejor es sincronizar los pensamientos y darle a cada uno su sitio,tanto monta profesor como alumnado.
    La complicidad de las dos partes un valor que hay que desarrollar para hacerlos creces.
    Me alegra infinitamente encontrar en este espacio la afinidad que me hace sentirme bien.
    Que en este año nuevo tengamos espacios libres de entendimientos entre el que escribe y los que leemos sus artículos.
    Saludos cordiales para todos, entrañables abrazos y cálidos afectos.

    • Querida Loly:
      Me alegra volver a verte por aquí.
      No sé de qué tipo de dificultades me hablas para escribir. De todos modos, ten libertad para hacerlo o no, teniendo en cuenta que siempre serás bienvenida con tus sentidos comentarios, siempre llenos de cordura.
      Besos y gracias.
      MAS

  4. Yo creo que las clases o exposiciones magistrales deben estar en relación con las capacidades de los oyentes. En un simposio de científicos parece normal que se inicie con una exposición magistral, después vendrán las preguntas, nuevas aportaciones o críticas a lo expuesto.
    Si vamos bajando la escala , lo magistral va tomando, creo, menos importancia y más la comunicación y el debate. En la universidad se dan clases magistrales, pienso, no lo sé, pero creo que también se abrirán debates sobre lo expuesto. De ahí para abajo, lo magistral se convierte en bostezo y la participación, pienso, se hace más efectiva y necesaria.
    Engrescar a los alumnos en una participación activa que sea creativa y les aporte conocimientos, es una ardua tarea para el profesor. Como se dice en el artículo, no se trata de yo expongo, ellos preguntan, como si todo el saber estuviera en el profesor, sino ellos pueden exponer sus ideas, sus conocimientos y el profesor conseguir la participación activa de todo el grupo.
    Creo que hoy los alumnos quieren ser elementos activos, no simples oyentes. Hoy, los medios, nos invitan a todos a ser expositores de nuestras ideas, compartidas por unos y criticadas por otros.
    Gracias por el artículo en el que nos animas a ser partícipes.
    Saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Con tu comentario ha pasado como con el de Juan Carlos. Se ha ido a la bandeja de spam. No sé lo que ha sucedido. Lo escribiste ayer y lo acabo de recuperar. No sé lo que ha pasado Menos mal que ese me ocurrió mirar.
      Yo creo que esa escala descendente que planteas no es muy precisa. También puede (debe) haber participación en el nivel universitario.
      Lo que pasa es que esas sesiones tienen que estar muy bien preparadas, no solo por el profesor sino por los alumnos y alumnas. No es igual abrir un debate sin haber leído nada que hacerlo con una amplia preparación previa de todos los participantes.
      Algunas veces los alumnos prefieren la comodidad de escuchar y rechazan el compromiso de la participación.
      Si un profesor no va al aula los alumnos y alumnas se van. ¿No pueden aprender nada solos?
      Un abrazo, gracias y buen fin de semana.
      MAS

  5. Directo al grano sin saludo ni nada, en una pequeña ocupación de espacio que no tiene intención de que sea participación.

    Miguel Ángel, ahora sí que has hecho que sea verdad aquel dicho de que «los últimos serán los primeros».

    • Estimado José Antonio:
      ¿Dónde te habías metido desde que comenzó el año?
      Temí que te hubiera pasado algo, pero veo con alegría que sigues vivito y coleando.
      Y muy enigmático.
      Porque no sé quiénes son los últimos y quienes son los primeros.
      Ya me lo aclararás.
      Me alegra volverte a ver por aquí.
      Saludos cordiales y afortunadamente pasados por agua aquí y allí.
      MAS

      • Miguel Ángel. La orden de presentación de comentarios suele ser que el primero en realizarse aparece también es el primero en aparecer tras tu texto. Pero en esta ocasión aparecen ordenados al revés. Los primeros comentarios que realizaron están al final de los comentarios y los últimos en publicarse al principio….

        • Estimado Juan Carlos:
          Lo veré.No me había fijado en ello. No sé lo que ha pasado.
          Le preguntaré a José Antonio sise refiere a esta inversión cuando dice de que los últimos serán los primeros.
          Perspicaz indicación. No había caído en ello.
          Saludos.
          MAS

          • Juan Carlos, gracias. A eso me refería. Del más reciente al más antiguo. Pasa en los demás blogs del periódico.

            No favorece la interacción entre los participantes. Y menos la lectura.

          • Estimado José Antonio:
            Voy a consultar a los administradores del blog (periodistas de La Opinión), que son los responsables de estas cuestiones.
            Creo que, efectivamente, este hecho distorsiona los momentos de intercambio a través de los comentarios. Os cuento.
            Saludos.
            MAS

          • Estimados lectores (especialmente José Antonio y Juan Carlos)
            Me dicen en el periódico que, a partir de mañana, se volverá al orden anterior.
            El problema ha surgido, al parecer, por los múltiples ataques de los hackers rusos.
            Así sera.
            MAS

  6. Si tuviera que decir qué es lo que me produce mayor placer dentro del ámbito de la enseñanza, sin lugar a dudas, indicaría que son los debates abiertos que se pueden dar dentro de la clase.

    Sé que estoy en el ámbito universitario, que me muevo con estudiantes que son mayores de edad y que sus edades, en cierto modo, posibilitan que puedan surgir.

    De todos modos, previamente uno tiene que ganarse su confianza, pues los debates a los que me refiero no son estrictamente a las aclaraciones de conceptos que nacen de las dudas que les puedan surgir. Hemos de tener en cuenta que hay temas que abordo, como pueden ser el desarrollo emocional de los niños y niñas analizados a través del dibujo libre y, de modo especial, del dibujo de la familia, que abren los espacios a la reflexión personal y a las miradas hacia la sociedad en la que vivimos.

    Necesariamente, salen a colación las distintas familias que existen en la actualidad, las campañas de los grupos integristas en contra de las diversidades que se dan en los propios niños y niñas, las campañas homófobas de algunos de los obispos de este país, de los ataques a los derechos de la mujer a través de eso que han llamado “ideología de género”, de los conflictos en el desarrollo de las identidades, etc.

    Quienes lean lo que he escrito pueden pensar que les estoy “adoctrinando” o trasladando “mis” valores ideológicos. De ningún modo: en la clase perciben un clima de tolerancia a las distintas opiniones que pueden verterse; de todos modos, el largo trabajo a favor de la igualdad de derechos que una parte del profesorado de la Facultad ha desarrollado a lo largo de los años ha calado, de modo que en la actualidad tengo en clase algunos chicos o chicas que son homosexuales y están bien integrados con sus compañeros y compañeras. Se respira un ambiente de tolerancia y cordialidad que, me imagino, todavía no se da en otros centros.

    ***

    No hace mucho indiqué en los comentarios de este blog que cuando decidí pasar al campo de la docencia, en mi mente siempre pensaba en la Universidad pública, entre otras razones porque de ningún modo podría llevar adelante los debates que anteriormente he descrito.

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    Entiendo, por otro lado, que estos debates pueden abrirse en determinadas materias de corte humanista (educación, psicología, filosofía, sociología, arte…). No me imagino impartiendo, por ejemplo, “Geometría Descriptiva” y abrir debates que no estuvieran relacionados con la materia.

    ***

    Es cierto, como apunta Miguel Ángel, que el profesor o la profesora tiene que tener buena formación antes de plantear preguntas que motiven hacia la participación. Y no digamos si los debates son abiertos. En estos casos, sí se nota la ausencia de un ambiente cultural en la Universidad española, dado que es difícil encontrar gente que esté interesada en aquellos campos que entendemos ayudan a formar a las personas en la comprensión de sí mismas, de la sociedad y del mundo que las rodea. Para que lo entendamos pondré un ejemplo reciente.

    Dentro del ciclo de conferencias que el Colectivo Prometeo de Córdoba tenía programadas para este curso, el día 10, miércoles, en el salón de actos de la Facultad de Filosofía (que está en el centro de la ciudad), Julio Rodríguez, general en situación de retiro, impartió una conferencia, presentada por Julio Anguita, sobre el papel del Ejército en la Transición.

    Pues bien, había un amplio auditorio; pero yo no veía a profesores universitarios y tampoco estudiantes de la propia Facultad. La mayoría estaba formada por gente de edad avanzada y de fuera del contexto de la Universidad.

    Al final de las intervenciones, puedo asegurar que las preguntas fueron constantes. El deseo de que un general de talante abiertamente democrático aclarara lo que había conocido a lo largo de su vida era motivo para que las interrogantes no dejaran de salir…

    La tranquilidad y la cordialidad con las que respondía, incluso a las preguntas “incómodas”, hablaba muy en favor de este militar.

    ***

    Por cierto, para el mes de marzo, el Colectivo Prometeo me había invitado a que fuera yo el que presentara, en esta misma Facultad, a Juan José Tamayo, teólogo y catedrático de la Universidad Carlos III, al tiempo que es el secretario de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, y que hablará del papel de la Iglesia católica en la Transición.

    Me temo que la gente que acuda estará conformada por laicos, librepensadores, ateos, agnósticos y gente creyente que se adscribe a la Teología de la Liberación. En fin, no creo que acuda el señor obispo de Córdoba, aunque no estaría de más que asomara por estos sitios y conociera cómo piensa la gente que no forma parte del mundo integrista que él defiende.

    • Estimado Aureliano:
      Como siempre, un comentario enriquecedor. Gracias.
      1. Cero que influye mucho en la cuestión que planteo la edad de los alumnos y alumnas. Pero también son necesarias algunas exigencias para que las clases no se conviertan en tertulias de café. No es igualar al debate habiendo leído, reflexionado e, incluso, escrito que ir «a ver lo que pasa allí». Las habilidades del profesor para favorecer debates ricos son decisivas. Y, como dices, la confianza que les estimula y les permite levantar la voz sin miedo a equivocarse.
      2. La cuestión de la libertad de expresión es fundamental en estas cuestiones. Viví hace años una situación crítica en una Universidad de Bogotá en la que había un comité de ética que, en realidad, era peor que la Inquisición. Tuve que defender a un profesor que había puesto en cuestiono la práctica de la ética en la institución… Era privada.
      3. Tiene que combinarse, como dices, la elevada formación de los docentes con la profunda curiosidad de quienes desean aprender. Y el esfuerzo de ambos.
      4. El problema de ese obispo es que se mueve por dogmas, no por curiosidad intelectual o por formulación de dudas que llevan a la búsqueda. No irá.
      Un cordial saludo y gracias por participar.
      Ya te escribo desde casa. Algo contaré, probablemente, sobre la experiencia vivida en este viaje.
      MAS

  7. Un tema de gran importancia, a mi juicio.
    Añadiría, a todo lo dicho en el artículo, que hoy la información no la tiene solo el profesor. La información está en muchos sitios. No ers tan necesario ese papel de transmisión que convierte al profesor en un simple conferenciante.
    Cuando iba a clases en la Universidad siempre pensaba en lo ridículo que era que nos dictasen apuntes. Lo que el profesor decía (o incluso leía) podía darlo por escrito o podía remitirnos a las fuentes. ¿Qué sentido tenía -me preguntaba- aquella situación en la que uno solo hablaba y el resto tomaba apuntes
    Además de ineficaz yo creo que esa actividad era aburrida.
    También asistí a clases magistrales estupendas. Pero, aun esas hacen que el alumno se limite a realizar tareas de segundo orden intelectual: tomar nota, asimilar, comprender…
    Es cierto, como se dice, que hacen falta unas habilidades especiales para impulsar procesos participativos de calidad.
    Muchas gracias.

    • Estimada Rafaela:
      Si estaré de acuerdo contigo que escribí «Epistemología genética y numismática (sic) o el absurdo arte de la copia», como decía en el artículo.
      Copiar lo que ya está escrito es un quehacer ridículo. Al no hacerlo:
      – se ahorraría el desplazamiento
      – se evitarían los errores de la transcripción (los he visto par todos los gustos)
      – se ganaría tiempo
      – eliminaría el aburrimiento
      – se dispondrá del espacio para otra actividad
      – se romperían los roles del que sabe y de los que no saben
      – se obligaría al alumno a buscar ese conocimiento por sí mismo
      – etc.
      Yo no sé qué resortes llevan a reproducir esas rutinas.
      Gracias por leer y, sobre todo, por escribir.
      MAS

  8. Echo de menos a comentaristas «de cabecera» y «de cabeza» que ofrecen ideas y alimentan el debate en el blog.
    Pienso en Don Quintiliano y en Antonio del Pozo, asiduos participantes. Espero que su ausencia no se deba a cuestiones de salud. Por lo demás, están en su libertad de tomarse un descanso o de hacer mutis por el foro.
    Si hay salud, tranquilidad y buenos deseos.
    MAS

  9. Buenos días, Miguel Ángel:

    1.- Así el blob es otra cosa. Hemos vuelto a la normalidad y a la lógica.

    2.- «Ojalá que participen muchos profesores en el debate. Tengo mucho interés en conocer opiniones diversas sobre esta cuestión.» (MÁS, en respuesta al comentario de Marta, el primero).

    3.- «Echo de menos a comentaristas (“de cabecera” y “de cabeza”) que ofrecen ideas y alimentan el debate en el blog.» (MÁS, abriendo espacio a la participación). Yo también estoy esperando algún comentario de esos y esas profesionales de aula. Habéis hablado de la universidad y de adultos, pero yo creo que las maestras de Infantil (o Inicial) tienen mucho que decir sobre el tema. Otra cosa es que tengan tiempo para contárnoslo.

    4.- «Mis alumnos aprenderán mucho más cuando haga que dejen de estar mirándome siempre a mí y los ayude a mirarse los unos a los otros”. (PJP, «El coraje de enseñar»).

    5.- Me da mucho coraje el constante cachondeo que se traen entre manos muchos docentes españoles respecto a cualquier tipo de innovación que se quiera llevar a nuestras escuelas. Insisto, cualquier innovación, no las malas o las que son descabelladas. No me molesta que sean contrarios a un cambio. Me molesta que, siendo profesionales de la enseñanza y educadores (mal que les pese), la burla y el «ji ji ji jo jo jo» sin más argumentaciones sea su postura o su mejor aportación.

    6.- «Creo que en la medida que los alumnos y alumnas hagan suyo el proceso de enseñanza y aprendizaje, en la medida que ocupen más espacio, se sentirán más implicados en el mismo. Donald Finkel publicó hace años, en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valencia, un libro cuyo título nos remite de forma casi inexorable a esta cuestión: “Dar clase con la boca cerrada”. Dice en la página 13: «ENSEÑAR ES cualquier cosa capaz de FOMENTAR el aprendizaje de otra persona, ESTIMULAR y FACILITAR que los estudiantes se COMPROMETAN en ese PROCESO CONSTRUCTIVO, CUESTIONAR sus paradigmas en vigor y FORJAR otros nuevos”. (MÁS, en el texto que nos ocupa. Las mayúsculas son mías).

    7.- Miguel Ángel. Me preguntaba si tus temores sobre mi integridad física se basaban en algo concreto o era un saludo más. Que yo sepa, no suelo meterme en líos y solo me había ausentado una semana.

    Abrazos para todo el mundo.

    • Estimado José Antonio:
      Este comentario estaba en la papelera. Al releer frase de que tenía «que buscar un poco» he pensado que podía deberse a una desaparición de este tipo. Y he encontrado este texto al que probablemente te refieres cuando dices que se lo ha llevado el diablo.
      Hoy ha hablado con una compañera de la Facultad sobre el artículo. Lo había leído, aunque no lo ha comentado. También ella pensaba que en infantil y primaria el problema de ocupar espacio por parte del profesor tenía menor riesgo (no decía que ninguno) que en Secundaria y Universidad, donde estamos más dados a las clases magistrales.
      Un abrazo. Espero que se haya resuelto el entuerto.
      MAS

    • Estimado José Antonio:
      NO SÉ DÓNDE TENGO QUE MIRAR, pero sí sé que no ha habido por mi parte NINGÚN ÁNIMO DE MOLESTAR A NADIE ni con lo dicho ni con lo callado. Si ha sucedido algo (por escribir o por no escribir) donde yo tenga que mirar, tiene que indicármelo quien se haya sentido molesto. Porque no he querido molestar a nadie. Las discrepancias se explican y las suspicacias se aclaran. No me gusta esta situación de adivinanzas. No hay ningún comentario eliminado por mí, de ningún tipo. Ni crítico ni laudatorio.Si no ha aparecido algo enviado, se habrá perdido por alguna sitio o habrá ido a las manos de los administradores del periódico.
      Ya medirás, pues, donde tengo que mirar un poco.
      Saludos.
      MAS

  10. Buenos días a todo el mundo.

    Sr. Guerra, es que soy fiel defensor de la autodidáctica. La autodidáctica es la forma de enseñanza que encuentro más acorde al devenir en la vida de la persona. La vida, que es el verdadero sentido de la enseñanza, es todo autodidáctica. Con todo mi respeto a los docentes, yo los limitaba solo a corregir/evaluar/comprobar que el alumno ha superado el temario exigido para la titulación a que aspira. Entiendo que puede haber algunas excepciones donde realmente es necesario el maestro/profesor, quizá en la primera infancia siempre, quizá puntualmente en algunas ciencias e ingenierías. Nunca en asuntos de letras.

    Quizá estoy en un error, quizá soy tan patán por haber sido solo y siempre autddidacta.

    Por el respeto personal que te tengo, a tí Sr. Guerra, a tí Sr. Lema, y a tantos otros que andan por aquí, por vuestra ilusión y por tu voluntad en lo que creeis, a veces, no participo pues, ya digo solo a veces. Mejor no participar que hablar muy negativo de lo que no creo. Gracias.

    Tengan un buen día.

    • Estimado Don Quintiliano:
      No sé lo que pasa. He rescatado tu comentario dela bolsa de spam.
      Jean Piaget dijo que «todo lo que se le enseña a un niño se le impide inventarlo o descubrirlo». Traigo a colación esta cita en la línea de lo que tú piensas. Alguna vez he citado la metáfora de Holderlin en la que dice que los educadores forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes: retirándose.
      Me apunto, sin embargo a lo que Vigotsky llama «zona de desarrollo próximo», que es ese camino que el alumno puede recorrer con la ayuda de otra persona y que no podría recorrer sola.
      Creo que no solo tiene tarea el docente sino EL EQUIPO DE DOCENTES. Estoy leyendo el libro del sociólogo Mariano Fernández Anguita que se titulas «Más centro y menos aula». Es decir, que hay una tarea que tiene que ver con el proyecto de la escuela.
      Gracias por el respeto buenos profesas. Por mí parte, debes saber quedes recíproco.
      Me alegro de que participes, también cuando defiendes tu condición de autodidacta.
      Un cordial saludo.
      MAS

  11. Miguel, con el gusto de saludarte y en espera que en tu apretada agenda haya momentos en los que sigas la trayectoria de la Reforma Educativa en México, te comparto lo siguiente. He utilizado tu texto «Buen profesional, profesional bueno» en las reuniones bimestrales con Inspectores Generales de Educación Secundaria Técnica del Estado de Jalisco con el propósito de correlacionar la reflexión y la institucionalidad con el ámbito de la educación socioemocional y la autonomía curricular.

    El resultado ha sido incipiente porque en este debate, inciden de manera directa la formación docente, la cultura social, la necesidad educativa y el enfoque de la reforma. De manera que, como puedes percibir, hay un embrollo enorme en cuanto a la reflexión y los otros dos ámbitos. Qué opinas al respecto?.

    Con el cariño de siempre.
    Un fuerte abrazo

    Felipe Ramírez Pérez MEIPE/ITESO
    Tlaquepaque Jalisco

    • Querido Felipe:
      Recuerdo con emoción mi visita a Tlaquepaque. Qué hermosa ciudad.
      No he dedicado mucho tiempo a estudiar las líneas maestras de la Reforma Mexicana.
      De cualquier forma no creo que el sistema educativo pueda cambiar por decreto.
      Pienso que la mejora está más en los procesos de selección y formación de los profesionales. En la buena dirección y en la mejora de las condiciones de trabajo del profesorado.
      Y ahí entra de lleno el artículo que les has comentado a los Inspectores.
      Tengo que viajar a Chiapas en abril para asistir a un Congreso.
      Recuerdo con afecto mi experiencia en el ITESO.
      Supongo que conocerás mi libro «El Arca de Noé. La escuela salva del diluvio» que publicó el ITESO con la U. de Guadalajara.
      Un abrazo y gracias por tu comentario.
      MAS

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