A mí me han traído un caballo

6 Ene

No hay en el año una mañana más fantástica para los niños y las niñas que la del día de Reyes, que esta mañana de 6 de enero. El febril momento de retirarse a dormir, después de contemplar la cabalgata (“venga, a dormir pronto, y a no despertarse porque si los Reyes os encuentran despiertos se van”) estalla en un amanecer exultante ante la montaña de paquetes con envoltorios multicolores. Ya sé que no hablo de todos los niños y las niñas. Ya sé que hay algunos que solo tienen delante una montaña de carencias. Esa brecha creciente entre quienes tienen y no tienen, entre niños saturados y niños vacíos, es cada vez más insoportable. No nos puede dejar impasibles.

A mí me gusta esta tradición de nuestra cultura que mantiene a los niños enganchados a la esfera de la fantasía. Cabalgatas, regalos, turrones para los pajes, cartas a los Reyes y de los Reyes, cubos de agua para los camellos, zapatos en las ventanas, paquetes bajo el árbol, emoción a raudales… Una ficción que alimenta los corazones. Una gran mentira social que nos hace felices. Ya sé que no es fruto de verdad, pero es la floración de la bondad.

Ya sé que tiene que llegar el momento en que se desvanezca esa ilusión. No puede durar toda la vida. Pero llena de ilusiones hermosas los años de la infancia. Y habría que pensar en la forma de que no se produjera el desmoronamiento de la ilusión de forma traumática. Circulan por la red algunas cartas para explicar a los niños, llegado ese momento, que los Reyes, desbordados por la tarea, pensaron en buscar unos pajes que conozcan bien a los niños y que les quieran de verdad. ¿Quién mejor que los padres? Cuando le leímos una de esa cartas a nuestras hija, dijo que no le había gustado esa forma de despertarla del hermoso sueño. Fue como confirmar oficialmente algo que ya sabía y que no había sido de su agrado. Fue como cerrar del todo la puerta de esa fantasía.

¿Cuánto les duran hoy los juguetes a los niños y a las niñas? La fugacidad del momento de abrir los paquetes ante los ojos excitados y los gritos de alegría (uno, otro, otro…) se combina con la precariedad de los materiales con que están construidos los juguetes. Duran poco porque están hechos para durar poco. Todo es instantáneo. Algunos juguetes duran en la atención del niño los escasos segundos que se tarda en quitar el papel con el que están envueltos. Hay otro factor de provisionalidad añadido. El número de regalos que recibe un niño. Es imposible prestar atención a todos durante mucho tiempo.

La comercialización de la Navidad es ofensiva para quienes carecen de todo. El comercio lo invade todo. Frente al atiborramiento de cosas que tienen algunos niños, otros se ven privados hasta de lo necesario.

Vender. Vender. Vender. Comprar. Comprar. Comprar. La Navidad transcurre conjugando estos dos verbos en todos sus tiempos y modos. Y en esa trama de la compraventa entramos de cabeza todos. Tanto compras, tanto eres. Tanto tienes, tanto vales.

– Me lo pido, me lo pido, me pido…, dicen los niños antes del día mágico.

– Eso lo tienen todos los niños de su Cole, se dicen los padres.

– Ese juguete está agotado en todas nuestras tiendas, dice el vendedor al abuelo desolado.

– Mira todo lo que me han traído los Reyes, dicen los niños el día 7 de enero.

Ahora los juguetes no duran de un año para otro. Ni siquiera de un día para otro. Conservo todavía un caballo de mi infancia. Ha durado más de medio siglo. Hoy los juguetes tiene una vida efímera. Porque los niños y las niña se cansan pronto de ellos. Porque los fabrican para que no duren, para que haya que comprar pronto otro. La obsolescencia está programada, esté diseñada con precisión. Le interesa sobremanera al mercado.

La fugacidad de las cosas genera un torbellino de compras. Lo que importa es la inmediatez, el efímero presente, la voracidad consumista, la moda que se anuncia… Comprar muchas cosas, abrir muchos paquetes, responder a todos los apremios, tener el juguete de moda…

Las necesidades básicas son pocas. Las necesidades creadas son infinitas. Hay especialistas en fabricarlas, en anunciarlas y especialistas en venderlas.

La publicidad desempeña un papel decisivo. Nos mete por los ojos lo que luego nos saca por la cartera. Publicidad muchas veces engañosa, de objetos cuya versión televisiva tiene poco que ver con la realidad en tamaño, apariencia y funcionalidad.

Las estrategias de la publicidad se hacen cada vez más sofisticadas. Hay quien es capaz de vender un sombrero a uno que va camino de la decapitación. Se vende lo que se anuncia. Y se dirige muchas veces el anuncio al que lo pide, no al que lo paga. Porque se entiende que el niño será persuasivo.

Adela Cortina escribió hace algunos años un interesante libro titulado “Por una ética del consumo”. Una mirada necesaria sobre una cuestión que es casi exclusiva preocupación de la economía, de la política, de la antropología, de la psicología y del marketing. Hacía falta esta mirada profunda que tiene como eje la esfera de los valores.

Cuando el dinero se sitúa por encima de todo, cuando nos convertimos en clientes en el gran mercado del mundo, cuando las cosas se ponen por encima de las personas corremos el riesgo de perder el norte.

Hay padres obsesionados en responder a los caprichos de los niños. Corren de centro comercial en centro comercial en busca del codiciado objeto de moda. Como si lo regalaran. Porque sus hijos no pueden tener menos cosas o peores cosas que los demás.

Los niños tienen poca resistencia a la frustración. Si se unen el deseo de los padres de no negar nada y la exigencia de los niños para conseguir lo que quieren, hay pocas posibilidades de que no estén llenos de cosas. No pueden disfrutar de todo lo que tienen. No hay tiempo disponible.

Hay niños que se contentan con cualquier cosa y niños que no se conforman con nada. He contado alguna vez la historia de una familia que tiene dos hijos. Uno de ellos es patológicamente optimista, el otro patológicamente pesimista. Deciden llevar a cabo una estrategia pedagógica que corrija esas tendencias extremadas. Como se aproxima el día de Reyes deciden regalarle al pesimista una moto potente y un pequeño yate para que eleven su ánimo decaído. Aunque sea preciso pedir un crédito en el banco. Al optimista, algo de escaso valor para que rebaje sus humos desmedidos. Después de un larga lista de opciones, no encuentran nada peor que una plasta de vaca, presentada en una caja envuelta con brillante papel de regalo y un lazo de color rojo.

Reciben sus regalos en la noche del día 5 . Llegado el día de Reyes, una mañana como la de hoy, visitan a la familia unos tíos de los niños que conocían la decisión sobre los regalos y querían saber el resultado conseguido con ellos. Llaman, saludan y encuentran al sobrino pesimista llorando:

– ¿Por qué lloras? ¿No te han traído nada los Reyes?

– Sí, me han regalado una moto. Pero estoy muy triste porque tengo mala suerte y seguro que saldré un día sin casco, estará el suelo mojado y tendré con ella un accidente mortal.

– ¿No te han traído nada más?, preguntan viendo que no pueden continuar por aquel camino.

– Sí, me han regalado también un yate, pero estoy muy preocupado porque no sé nadar y saldré a navegar un día que haya tormenta y me ahogaré por culpa de este horrible regalo. Qué mala suerte tengo.

Mientras conversan con el pesimista entra en el salón el sobrino optimista cantando y dando saltos de alegría. Le saludan e, inmediatamente, le preguntan:

– ¿Por qué estás tan contento? ¿Qué te han traído los Reyes?

Lleno de entusiasmo, jadeante y muy feliz, contesta:

– A mí me han traído un caballo, pero no lo he encontrado todavía.

Parece claro. La felicidad no está en las cosas. Está en el ánimo de cada persona. No hay forma de contentar al pesimista. Al optimista le llena de esperanza la plasta de una vaca. Dos formas de ver la vida.

20 respuestas a «A mí me han traído un caballo»

  1. Querido amigo y maestro:

    Hermoso artículo, con las dos vertientes que integra. ¡Felicidad-des!

    Confieso que este día siempre me produce un sentimiento muy opuesto. Por un lado, la alegría de mis hijos abriendo los regalos. Por otra, un dolor en el corazón -literal- que me producen la consciencia y la conciencia sobre tantísimas criaturitas que no tienen ni para comer.

    Esta percepción no me permite descansar. Sé que, afortunadamente, cada vez hay más solidaridad, más personas y entidades que se dedican a ayudar. Pero no es suficiente. No es suficiente. No es suficiente.

    Porque existen muchísimas necesidades y muy diversas.

    Sé que ayudan Cáritas, Médicos Sin Fronteras, Save the Children, Operación Potito, miles de parroquias, Operación Kilo, Fundación Andrés Olivares, y un larguísimo etcétera. Pero no es suficiente.

    Por ejemplo, Médicos Sin Fronteras puede actualmente (por solo 30 miserables euros) proporcionar cien raciones de alimento terapéutico listo para usar a un niño y curarle de desnutrición aguda severa, entre diversas posibilidades de ayuda…

    Hace unos días, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados) solicitó mi colaboración… Dejo un enlace… (https://eacnur.org/es)

    Las múltiples entidades no dan abasto y las cifras de las distintas necesidades que no cubrimos deberían avergonzarnos como seres humanos.

    Me consuela pensar en el mensaje de «El peso de un copo de nieve» o de «La estrella de mar», que publicaste en El Adarve hace algunos años. Pero no es suficiente.

    Por eso en este día experimento un sabor agridulce…

    Tu invitación a ser optimistas también ayuda. Imagino tu sonrisa y felicidad al ver a Carla abriendo los regalos, algún comentario irónico por su parte -pues es tan inteligente como Lourdes y tú-… ¡Qué maravilla! También educáis como familia, con vuestro ejemplo.

    ¡Feliz día de Reyes a tu familia, de parte de la mía, así como a los habituales de El Adarve y, en especial, a los hogares y lugares donde hay más carencias!

    Que podamos decir: no os preocupéis, estamos aquí.

    • Querido Juan Miguel:
      Tu comentario merece enmarcarse. Es la otra cara de la sobreabundancia. Ese reparto de los bienes tan injusto que deja a tantos y tantos niños (y niñas) sin lo mínimo necesario. No es que no tengan juguetes, es que no tienen salud, no tienen qué comer… Terribles desigualdades.
      Gracias por tu invitación a la solidaridad. Todos juntos podemos aliviar un poco tanto dolor y tanta injusticia.
      Gracias también por tu recuerdo para Lourdes y Carla.
      Os mandamos un gran abrazo en este día que nos interpela con tanta contundencia.
      MAS

  2. Se acaba la Navidad. Se marchan los Reyes Magos. Niños y niñas vivirán durante cierto tiempo con el recuerdo mágico de las cabalgatas -en el caso de que hayan podido asistir a las mismas- y con el disfrute de los regalos que recibieron. Volverán a las aulas y se contarán entre ellos qué juguetes les dejaron. Pasados los meses, regresará el ciclo de la ilusión al final del año 2018…

    ¿Y los mayores? Algunos habrán podido disfrutar a través de sus hijos o nietos el encanto de la infancia; pero con la agridulce sensación de que gran parte de esta fiesta está abiertamente mediatizada por un feroz consumo.

    En mi caso, siempre desde muy pequeño supe que los Reyes Magos eran los padres, porque en los pueblos los chavales nos lo contábamos todo. De cualquier modo, esperaba con todo entusiasmo la llegada del día en que recibiríamos un pequeño regalo, pues por entonces no sabíamos nada de consumismo y la vida era muy austera.

    Pero siempre creí que ese relato mágico era compartido en la mayoría de los países. Craso error: he estado preguntando y solamente en España y los países latinoamericanos se celebra esta fiesta; en el resto se festeja la llegada de Papa Noel, o San Nicolás, o Santa Claus, como quieran llamarse.

    Y este personaje gordinflón y mofletudo, al que aborrezco, es la representación de la sociedad fuertemente consumista en la que nos encontramos. Y para quienes quieran informarse de la apropiación descarada y planificada de la figura de Papá Noel por la Coca-Cola, les invito a la lectura de un artículo en el que describí su proceso de usurpación por esta bebida tan querida por Donald Trump.

    http://www.montilladigital.com/2015/12/aureliano-sainz-papa-noel-y-la-coca-cola_27.html

    De todos modos, y en medio de tanta injusticia global, hay que educar a los pequeños en los valores de la solidaridad, la igualdad y el no consumismo, fomentándoles la idea de que el consumo desbocado en el que vivimos acabará con el medio ambiente (y con nosotros si no rectificamos el rumbo).

    Así pues, buen año y renovadas energías para la dura tarea educativa

    • Estimado Aureliano:
      Interesante reflexión en la que se advierte sobre los riesgos del consumismo. Me remito al libro de Adela Cortina que leí hace algún tiempo y que cito en el artículo. Y eso tiene que ver con la educación. La sociedad del consumo, con la publicidad como eje, tiende a convertirnos en clientes pero la educación auténtica pretende formar buenos ciudadanos, capaces de descubrir las trampas de la publicidad y de consumir con criterio.
      He leído el artículo que adjuntas y que contiene interesantes reflexiones sobre la cuestión. Gracias.
      También haces referencia en tu comentario a la injusticia global que hace que coincidan en el tiempo y en el espacio la sobreabundancia y la carencia total. ¿Cómo podemos quedarnos con los brazos cruzados?
      Te deseo un buen comienzo de actividades docentes, un día antes de emprender un breve viaje a Bogotá.
      Un abrazo.
      MAS

  3. Tal como un día te dije, alguna vez, Miguel Ángel, tendrás que hacer un cálculo de los kilómetros que has hecho en viaje de avión y contarnos la cantidad de veces que se corresponden con vueltas alrededor de la Tierra.
    Buena estancia en Bogotá y, como bien sabes hacer, despierta el entusiasmo de los docentes de este país, pues hay mucho trabajo por delante (y más aún en la enseñanza que nunca se acaba).
    Un fuerte abrazo.

    • Querido Aureliano:
      Dice Chesterton que viajar es comprender que estabas equivocado. Imagínatelo que se puede descubrir en las vueltas al mundo de las que me hablas.
      Al final de enero tengo una invitación para participar en el II Congreso que se celebrará en la ciudad de Funchal (Islas Madeira) que ya conocí en viajes de trabajo hace algunos años.
      Yo creo que siempre recibo más de lo que doy. Veo experiencias interesantes, profesionales comprometidos, proyectos innovadores, debates enriquecedores, vivencias admirables…
      Gracias y buen trimestre.
      MAS

  4. Querido Miguel Ángel:
    Un placer leerte, como siempre. Y compartir uno a uno tus argumentos, que no soy capaz de enriquecer con otros nuevos -porque lo has dicho todo muy alto y muy claro- ni con anécdotas propias, porque somos fruto de una misma educación y parecidos condicionantes sociales y económicos. Yo también conservo aun las caricaturas de los jugadores de primera división que aparecieron en las cajas de cerillas de Fosforera Española, preciosas todas ellas, repletas de escorzos increíbles y gestos auténticos de los futbolistas… La pregunta es: ¿Qué hacemos? ¿Qué movimientos colectivos se pueden poner en marcha, y cómo, para arrinconar el consumo al cajón de los comportamientos prescindibles? En todo caso, un fuerte abrazo y ¡Feliz Año¡
    (Por cierto: ¿Puede ser que la alusión a tu niña, leyendo esa carta inoportuna, se haya saltado al párrafo siguiente?).

    • Querido Ángel:
      Éste sí que ha sido un estupendo regalo de Reyes.Me ha dado un bote el corazón al ver tu nombre en esta pequeña plaza pública que es El Adarve.
      Yo creo que la respuesta a estos problemas es la verdadera educación que forma ciudadanos y ciudadanas: CRÍTICOS/AS por una parte y SOLIDARIOS/AS por otra. Ese es el gran movimiento social, a mi juicio. Por supuesto que no es el único. Sí, el que resultará decisivo.
      He revisado el texto. De acuerdo plenamente con el cierre del párrafo en el que hablo de las cartas que aparecen en las redes y la consecuente alusión a la reacción de mi hija Carla a una de esas cartas. No sé lo que ha sucedido. Ya lo he modificado. Gracias.
      Espero que estés bien en todos los aspectos de la vida, incluido el político.
      Me ha encantado leer tu comentario. Además de tener ideas está maravillosamente escrito, como corresponde a tu formación juvenil.
      Un gran abrazo.
      MAS

  5. El artículo me ha encantado. Tienes muchos puntos de análisis:
    – la diferencia entre sobreabundancia y carencia
    – la saturación de regalos
    – lo efímero de los mismos
    – la obsolescencia programada
    – la ilusión que genera la magia
    – la conspiración social en favor de la infancia
    – la ética del consumo
    Quiero hacer hincapié en la decepción del descubrimiento de la «mentira social y familiar».
    ¿Cómo la encajan los niños y las niñas? ¿Cuándo? ¿A través de quién? ¿Qué huella les deja?
    ¿Cómo reaccionan?…
    Muchas cosas para pensar y debatir.
    Saludos y gracias.

    • Querida Elena:
      La cuestión del desengaño no es menor. Como ante todas las frustraciones, hay formas de reaccionar positivas, neutras y negativas.
      Hay quien lo vive fatal, hay quien lo ve lógico y natural y hay quien saca motivos de satisfacción o de optimismo. Supongo que a muchos de vosotros os habrá llegado estos días un mensaje con esta simpática historia:
      A una niña le dicen, al día siguiente de la fecha de los Reyes Magos:
      – Los Reyes son los padres.
      Y la niña, entusiasmada, comenta:
      – Lo sabía, lo sabía. Sabía que yo era una princesa.
      Es bueno hacer frente a los desengaños de forma positiva.
      Besos y gracias.
      MAS

  6. Interesante artículo sobre un tema que a todos nos tiene que hacer pensar. Está cargado cuestiones problemáticas.
    Muchas tradiciones se viven sin que sean analizadas. Es bueno pensar en lo que hay debajo y encima de ellas.
    Hay quien vive con ilusión toda la vida esta fecha y hay quien no de niño (niña) la ha disfrutado.
    A mí me preocupan mucho los niños y las niñas que no tienen la posibilidad de jugar en la infancia. Ni en esta fecha ni nunca. Ni con juguetes ni sin ellos. Porque El Niño necesita el juego como la respiración.

    • Querida Marta:
      Las desigualdades resultan insoportables. Especialmente cuando se producen entre niños y niñas que solo han estado en el territorio de la inocencia.
      Estas desiguales tienen muchas facetas. En un artículo que publiqué hace años en una revista sobre la violencia sutil contra la infancia hablaba de lo desesperante que tiene que ser para niños pobres el asedio de la publicidad y el atractivo de los escaparates llenos de juguetes. A gritos le están diciendo:
      – Mira todas las cosas que hay, PERO NO SON PARA TI.
      Con toda lógica y con toda justicia, el niño se preguntará. ¿POR QUË?
      Recuerdo haber leído en algún libro de Eduardo Galeano que algún político hizo para las cámaras de televisión la entrega de juguetes a niños desfavorecidos. Al irse las cámaras, les quitaron los juguetes. Terrible ensañamiento.
      Besos y gracias por leer y por escribir.
      MAS

  7. Estuve esta mañana en la conferencia del Colegio Reyes Católicos en Bogotá. Interesante y, sobre todo, emocionante.
    Me gustó a forma de motivar a los niños y a las niñas que, como usted vio, no querían irse del auditorio.
    Fue muy aleccionador el largo coloquio que mantuvimos con usted los adultos una vez que se fueron los pequeños.
    Muchas gracias, profesor.
    Saludos.

    • Querida Clara<:
      Me sentí muy honrado con ese numerosísimo auditorio integrado por alumnos y docentes, por chicos y por mayores. Siempre me emociona el ver tanto interés, tanta receptividad, tanta atención.
      Por eso soy yo quien agradece vuestra presencia. Quienes asisten muestran unas enormes dosis de compromiso y de ganas de mejora. La verdadera lección la dais los asistentes.
      Gracias por estar, por leer y por escribir.
      Besos.
      MAS

  8. Aunque en Colombia no se hacen los regalos en Reyes sino en Navidad todas las reflexiones me parecen certeras.
    No conocía su blog, pero prometo leerlo con asiduidad. Me ha parecido entretenido y enriquecedor.
    No es fácil encontrar estas dos cualidades en los escritos pedagógicos,.
    Gracias.

    • Estimado Javier:
      No sé si la directa referencia a la fiesta de Reyes en España ha hecho perder cercanía del texto a algunos lectores y lectoras de países distantes de España.
      De todos modos, como dices, las ideas son plenamente aplicables a otras fechas en las que se hacen regalos a los niños y a las niñas.
      Creo que el fondo del artículo afecta por igual al proceso de entrega de juguetes por parte de los Reyes que por parte de Papá Noel o de Santa Claus.
      La tarea educativa nos interpela por igual a los adultos.
      Saludos y gracias.
      MAS

  9. He leído el artículo entre preocupada y divertida. La anécdota de los dos hermanos es excelente. Veo esas dos actitudes constantemente en la vida: personas que no se conforman con nada y personas que con poco están felices.
    Creo que es una cuestión que hay que tener en cuenta desde la infancia. No me gustan los niños caprichosos, exigentes, que siempre ponen mala cara cuando les dan las cosas que reciben gratuitamente. Son verdaderos tiranos.
    Me preocupa mucho esa actitud tanto en mis hijos como en mis alumnos. Y trato de reflexionar cuando tienen lugar este tipo de reacciones.
    Buen día.

    • Querida Mari Luz:
      Gracias por haber leído el artículo y por el comentario que has hecho. Siempre es de agradecer que algunas ideas que has hecho públicas tengan el eco de la reflexión escrita.
      A mí también me produjo el escribir esos sentimientos ambivalentes. Por una parte, la alegría de compartir tantas emociones de los niños y las niñas y por otra la desazón de ver tantos peligros y tantos problemas: brecha intolerable entre ricos y pobres, carácter efímero de los juguetes, saturación que mata las ilusiones…
      Respecto a las actitudes que comentas, responden a realidades que están en los corazones humanos. Lo difícil es saber cómo se fraguan y cómo se pueden cultivar o amortiguar. LO que no se puede hacer es mirar para otra parte y no hacer nada.
      Besos.
      MAAS

  10. El artículo no tiene desperdicio. Toca muchos temas de gran importancia. Sería interesante abordar cada uno de ellos con más extensión en otras ocasiones. Pienso, por ejemplo, en esa avalancha de juguetes que reciben los niños. Me decía una amiga que su hija, al llegar a la mitad de los paquetes, dijo que no quería más. Es una saturación imposible de digerir.
    Uno, otro, otro… Se cansan hasta de tener ilusión.
    Es triste y preocupante.

    • Querida María Jesús:
      El espacio de que se dispone en estas columnas es muy escaso y no se puede abordar con profundidad los temas que se tocan en un artículo de este tipo, con tantos ingredientes: económicos, sociológicos, psicológicos, comerciales, publicitarios…
      Probablemente sea cada lector quien pueda profundizar en alguno de los aspectos que le haya suscitado interés.
      De cualquier forma, habrá que pensar en volver a algunas de estas dimensiones que solamente se han mencionado.
      Besos y gracias.
      MAS

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