Acabo de leer un excelente libro de Parker J. Palmer titulado “El coraje de enseñar”. El libro fue un regalo de una querida amiga chilena llamada Angélica Arán Jara. Y siempre le estaré agradecido por el obsequio. Me gusta todo del libro. Principalmente, el contenido. También la estructura. Y el estilo con el que está escrito. Me gusta, sobre todo, la pasión que atraviesa cada una de sus líneas. Y me gusta el título. Y el subtítulo: “Explorando el paisaje interior de la vida de un maestro”.
El libro está escrito desde la reflexión y desde la experiencia. No es el fruto exclusivo de elucubraciones o disquisiciones teóricas sino que frecuentemente recoge el fruto de interesantes experiencias personales relacionadas con las enseñanza o con la formación de profesionales. Y a la mejora de práctica está destinado.
El coraje (o valentía) es una virtud humana, que se puede definir como la fuerza de voluntad que posee una persona para llevar adelante una acción a pesar de los impedimentos. El coraje es la habilidad de sobreponerse a dichos impedimentos y perseverar en la acción que se pretendía realizar. El coraje consiste en enfrentarse a situaciones valiosas e importantes de manera que se supere el miedo a fracasar en ellas; también se entiende como la fuerza necesaria para hacer algo por alguien o por uno mismo. Lo contrario al coraje es la cobardía, que es el miedo a hacer algo por distintas razones.
El coraje nos ayuda a sentirnos bien y orgullosos de nosotros al realizar algo que nos cuesta o nos da miedo. Por lo tanto, es importante superar nuestras adversidades cuando realmente lo necesitamos. Y, para enseñar, hace falta coraje. A veces, mucho coraje. Como en el caso de tener que enseñar a quienes no solo no quieren aprender sino que tratan de que nadie enseñe y nadie aprenda. O, como en el caso de que, a quien se dedique a esa noble y difícil tarea se le pongan zancadillas de agresividad, de minusvaloración o de desprecio.
Me gusta el contenido del libro porque lo inspira un sentido realista, positivo y apasionado, de permanente superación. El libro trata de descubrir el sentido de la tarea, de cómo hacerla bien, de cómo mejorarla cada día. Lo cual supone la idea de que es posible, de que es necesario y de que es estimulante.
Lo abras por la página que lo abras encuentras interpelaciones a la práctica propia y a la práctica del autor y de otros profesionales que sirven de ejemplo y de estímulo. Hay libros en los que encuentras altibajos. En este no. Este libro mantiene un alto interés de principio a fin.
En la contratapa se dice que se trata “de un libro estimulante, inspirador y que nos hará reflexionar en torno a la responsabilidad y la belleza de una profesión difícil y, a menudo, ingrata que –aunque muchos lo olviden- constituye el muro de carga sobre el que se yergue la estructura de valores de esta sociedad”. Estoy de acuerdo.
Se trata de una edición conmemorativa (es de 2017) del décimo aniversario de su publicación. No sé cómo se me ha escapado este libro después de tanto tiempo de andar circulando por el mundo.
Parker J. Palmer es un escritor, conferenciante y activista, centrado en temas de educación, comunidad, liderazgo, espiritualidad y cambio social. Fundó el Centro para el Coraje y la Renovación que supervisa el programa “El coraje de enseñar” para educadores en Estados Unidos.
Me gusta ir tomando notas cuando leo. Pocas veces he recogido tantas en un solo libro. Voy a presentar al lector algunas ideas mediante la transcripción de algunos párrafos. En uno de ellos habla sobre la vulnerabilidad del docente.
“Nos descorazonamos, en parte, porque enseñar es un ejercicio diario de vulnerabilidad. No necesito revelar secretos personales para sentirme desnudo delante de una clase. Basta con que esté analizando sintácticamente una frase o formulando una demostración en la pizarra mientras mis alumnos se duermen o se pasan notitas. No importa lo técnico que sea el tema que estoy explicando, lo que enseño es algo que me preocupa, y aquello que me preocupa y me importa define mi identidad”.
En otro lugar habla del cruce de lo privado y lo público en la acción docente. Dice: “Un buen maestro tiene que mantenerse allí donde se encuentran lo personal y lo público, habiéndoselas con el tormentoso tráfico en una intersección en la que tejer una red de relaciones se parece más que nada a atravesar una autopista andando. Cuando intentamos conectarnos con el tema explicado y con los alumnos, nos volvemos vulnerables a la indiferencia, a la crítica y al ridículo”.
En muchas ocasiones hace referencia a la relación que la docencia exige entre profesores y alumnos:
“Maestros y aprendices son compañeros en una danza humana, y una de las grandes recompensas de la enseñanza es la oportunidad diaria que nos concede de volver a la sala de danza. Es la danza de la espiral generacional, en la que los mayores empoderan a los jóvenes con su experiencia y estos a aquellos con su vida nueva tejiendo una y otra vez el tejido de la comunidad humana a medida que se van pasando páginas de la historia”.
De forma lúcida y sugerente traslada el foco de la didáctica desde la enseñanza al aprendizaje:
“Uno de mis ensayos favoritos sobre la enseñanza es Pedagogy of the Distressed (Pedagogia del angustiado), de Jane Tompkins. Parece escrito para mí, como si hablara de mi propia división interna. Con una honestidad admirable, señala que su obsesión como maestra no había sido ayudar a sus alumnos a aprender lo que querían y necesitaban saber, sino más bien mostrar a los estudiantes lo ininteligente y culta que era, lo bien preparada que estaba para dar las clases. Había adoptado un papel cuyo objetivo no era ayudar a los estudiantes a aprender sino actuar de tal modo que tuvieran una buena imagen de mí”.
Interesante es el capítulo que dedica a los miedos (Una cultura del miedo). De él entresaco este párrafo:
“Mi propio miedo coincide con el de mis alumnos aunque los primeros años como docente lo olvidé como una medida práctica inconsciente; desde donde yo estaba, expuesto y vulnerable frente la clase, ellos parecían envidiablemente a salvo, ocultos detrás de sus cuadernos, anónimos entre la multitud. Debería haber recordado, por mi propia experiencia, que también los estudiantes tienen miedo: miedo de fallar, de no comprender, de que los lleven a asuntos que preferirían evitar, de que se ponga de manifiesto su ignorancia, de que se cuestionen sus prejuicios, o de parecer estúpidos delante de sus compañeros. Cuando los miedos de mis alumnos se mezclan con los míos, se multiplican exponencialmente y la educación se paraliza”.
No me queda espacio para mucho mas. Permitidme una última reflexión sobre la necesidad de construir una comunidad de aprendizaje.
“El crecimiento de cualquier oficio depende de la práctica compartida y el diálogo sincero entre quienes la realizan… Cuando una función se vuelve privada, el resultado más probable es que la gente la realice de forma conservadora, rechazando alejarse del consenso silencioso sobre lo que funciona, aunque claramente no sea así”.
Ahora que tengo que cerrar soy consiente de todo lo que no he dicho, de todo lo que he silenciado. Casi todo. Espero que lo dicho sea suficiente para que alguien desee leer el libro. Me daría por satisfecho si uno solo lo hiciera. Tal es mi convicción sobre su valía.
Querido Miguel Ángel:
Primeramente, darte las gracias por todo, por las palabras amables que siempre tienes para mí, por estar aquí cada semana, yo diría que casi cada día.
También a ti te estoy muy agradecido, Don Quintiliano, bicho raro e increíble donde los haya. (Contigo podría extenderme mucho, pero quiero ser breve).
Pues sí, Miguel Ángel, esta semana te has lucido. No es la primera vez que nos “vendes” un libro, pero aquí me tienes, a la puerta de la librería cual adolescente acampado para adquirir las entradas del concierto de su cantante favorito.
Has puesto tanta seguridad y pasión en tus comentarios sobre “El coraje de enseñar”, que me han entrado unos deseos enormes de leerlo, de comprarlo y tenerlo. Sería un crimen no hacerte caso, en este caso.
“Me gusta el contenido del libro porque lo inspira un sentido realista, positivo y apasionado, de permanente superación.”
“…libro estimulante, inspirador y que nos hará reflexionar en torno a la responsabilidad y la belleza de una profesión difícil y, a menudo, ingrata…”
“El crecimiento de cualquier oficio depende de la PRÁCTICA COMPARTIDA Y EL DIÁLOGO SINCERO ENTRE QUIENES LA REALIZAN… Cuando una función se vuelve privada, el resultado más probable es que la gente la realice de forma conservadora, …”
Esta vez más que nunca, le has echado coraje, has puesto toda la carne en el asador, (“Tal es mi convicción sobre su valía”), y aquí me tienes, sin tretas. Seguramente tendrán que pedirlo, y ya me está tardando. Yo siempre me fío de ti. Pareces de los de fiar. ¡Pero te la juegas, eh!
Bueno, te dejo, os dejo, que se me están enfriando las manos. Hay quien dice que las cosas conseguidas con coraje, esfuerzo e incluso sufrimiento son más valoradas.
Miguel Ángel. Este sábado ya ves que nada de tretas, puede que sea el primero. Pero es que sufro verme ahí siempre y también cuando son las seis de la tarde y no hay nadie. Motivos tenemos las personas que los demás desconocemos, y por más que arriesguemos interpretaciones de presencias y ausencias, la mayoría de las veces estaremos equivocados.
No te entretengo más. Coraje y a por el día. (“Fuerza necesaria para hacer algo por alguien o por uno mismo”). Me gusta mucho todo ese párrafo del coraje.
Un fuerte abrazo, vecinos y vecinas.
Querido José Antonio:
Acabo de llegar a casa después de un sábado familiar. Y me encuentro tu comentario abriendo la participación de la semana. Bien madrugador esta vez. Me gusta más esta fórmula porque siempre podrá dar pie a nuevos comentarios.
Ya sé que me la juego, pero creo que no te verás degradado. Solo espero que, cuando lo leas, me digas cuál es tu parecer.
Hace tiempo que no leía un libro tan lúcido y tan motivador.
Un abrazo, buen y sereno duelo y mucho ánimo que hay que seguir avanzando.
MAS
José Antonio.
Me pasa lo que a tí. Suelo entrar los sábados a leer a nuestro admirado y querido maestro. La semana pasada, aunque entré no comenté y no volví a entrar a leer más comentarios. La respuesta de Miguel Ángel a tu comentario de esta semana me ha intrigado y he vuelto al post de la semana pasada para leerte. Ahora comprendo. Recibe un fuerte abrazo.
La fotografía que ilustra la portada bien podría ser la imagen de un artículo que llevara por título “La alegría de enseñar”. Entiendo, por otro lado, que en “El coraje de enseñar” tiene que haber necesariamente una componente de alegría, puesto que no se trata del coraje de soportar constantes situaciones adversas que pudieran conducir a la tristeza y al abatimiento.
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Puesto que el libro “El coraje de enseñar” no lo he localizado en Córdoba, lo he pedido por internet. Espero recibirlo pronto, pues será uno de los regalos que le haga a Flora (yo también los leeré detenidamente).
Cuando llegan estas fiestas navideñas, que coinciden con el solsticio de invierno en las ancestrales culturas y que el cristianismo las adaptó para sí, en casa solemos regalarnos libros, aparte de otras cosas (¡claro está!).
En esta ocasión vienen Abel y Esther con una gran noticia: van a ser padres pronto, lo que conlleva que Flora y yo seremos abuelos. También en los laicos la tradición existe: el niño llevará el nombre de su padre, lo que para nosotros será “Abelito”. (Me imagino llevándolo a hombros, cuando haya cumplido el año, recorriendo las calles de Barcelona, tal como hacía por los campos de Extremadura con quien va a ser su padre cuando era pequeño.)
Como emotivo regalo para ellos, el domingo 24, aparecerá en los diarios digitales un artículo que he titulado “Los niños y la felicidad”, en el que realizo un breve recorrido por la felicidad en niños y niñas pequeños, acompañado de diez maravillosos dibujos para que se comprenda que la infancia, según Sigmund Freud, es el original estado dichoso del que partimos, antes de caer en el conocimiento de la realidad en la que nos desenvolvemos los seres humanos. Es decir, el mito del “Paraíso”, que forma parte de los relatos de algunas religiones, no deja de ser la nostalgia de ese maravilloso mundo que dejamos atrás.
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El miércoles pasado, día 13, celebramos el Día Internacional del Laicismo y de la Libertad de Conciencia. Participé, junto al catedrático francés de Filosofía Henri Peña (de antecedentes hispanos), en la conferencia en la que tratábamos el laicismo en Europa.
Asistieron unas cuarenta personas, cifra que no está mal para los tiempos que corren.
Sobre este tema quizás comente algo más adelante. Lo que sí quiero apuntar que se celebró en el salón de actos del IES Maimónides, que se encuentra en el centro de la ciudad. Ni que decir tiene que su equipo directivo lo configuran unos docentes magníficos: siempre han estado receptivos a las conferencias que damos, a pesar de que Córdoba es “territorio” de un obispo integrista, el mismo que ha inmatriculado la Mezquita por 30 euros (no me extiendo más, pues sobre este personaje se podría escribir un libro).
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José Antonio nos habla en el artículo anterior de Miguel Ángel de su mundo rural en Galicia y de una pérdida que, como todas aquellas que nos acercan al final de la vida, dejan un poso de dolor y de tristeza que solo el paso del tiempo parece que logra que cedan estos tristes sentimientos que nos embargan.
Puesto que, como le gusta decir, quienes escribimos en El Adarve formamos una especie de familia, desde la distante y cercana Córdoba le envío un fuerte y fraternal abrazo.
Querido Aureliano:
Vaya mi primer comentario para expresaros la enhorabuena por la “navidad familiar”. En muchas ocasiones se felicita a los abuelos porque van a tener un nieto. En este caso hay que felicitar también a vuestro “Abelito” por los abuelos paternos que va a tener. Recuerdo un hermoso libro (texto e ilustraciones) que yo le he leído a Carla y que se titula : “A los hombros de papá”.
Bien sabes que Rubem Alves (pedagogo brasileño ya fallecido) escribió un libro titulado “La alegría de enseñar”. Pero ese es un libro de menor profundidad y riqueza (a mi juicio) que el que hoy comento de Parker J. Palmer.
Me gustaría conocer la opinión de Flora y la tuya sobre “El coraje de enseñar”. Es de esos libros que, amerad que vas avanzando, te hacen preguntarte: ¿por qué no se me ocurrió a mí hilvanar este discurso?, ¿hilvanarlo así?
Fue una pena que se me escapara la fecha del Día Internacional del Laicismo. Hay que volver recurrentemente a esa cuestión que, en nuestro país, tanta importancia tiene por la situación que vivimos.
Un cordial saludo.
MAS
Miguel Ángel.
En la docencia hay que tener mucho coraje para enfrentarse a un alumnado ávido por aprender, aunque estemos hartos de oir que “hoy en día no prestan atención ni tienen interés”. La falta de atención o interés no es algo innato, todo lo contrario, luego algo falla… ¿Acaso será el proceso de enseñanza?
Hay que tener mucho coraje para enfrentarse a un alumnado que capta inmediatamente nuestras carencias y defectos. Y, si estos son muchos, no sólo lo pasaremos mal nosotros sino que ellos lo sufrirán peor…
Hay que tener mucho coraje para enfrentarse a unas familias despreocupadas o, al contrario, excesivamente preocupadas. A veces no sabe uno lo que es peor…
Hay que tener mucho coraje para enfrentarse a los colegas mercenarios, parásitos, destructores,… Miguel Ángel tiene un nombre más apropiado para definirlos que ahora no recuerdo… Sí, esos que todo les parece mal, los que hacen lo justo, los que siempre están protestando, los que ni viven ni dejan vivir,… Los hay… Como también los hay que se sitúan en las antípodas de estos. Son muchos más, afortunadamente…
Hay que tener muchísimo coraje para tratar de ajustarse o adaptarse a las normas educativas variantes del momento. Porque no hemos entrado en los entresijos de una ley cuando ya se está cambiando. Hay que tener valor para hacer un trabajo tan burocratizado que nos hace perder el tiempo y el norte sobre aspectos esenciales en el proceso de enseñanza y aprendizaje…
Hace falta coraje y, como díria Radio Futura: “hace falta valor…” para muchas cosas más,…
Abrazos y saludos repartidos para todoso y todas….
Querido Juan Carlos:
La semana pasada te puse una falta (es broma). Siempre digo que hay que tener LIBERTAD para participar… y para no participar. Pero ausencias notables como la tuya, la de Joaquín Álvarez, la de Lola, la de Antonio… Solo me preocupa que se deban a causas de salud.
Estoy de acuerdo con las raíces que tú apuntas en las que se nutre el árbol del coraje docente. La época que nos ha tocado vivir es otro de los motivos de los que surge la imperiosa necesidad de la valentía que necesitamos los profesores y profesoras del sistema.
Gracias por participar de nuevo.
Un abrazo.
MAS
Querido Maestro Miguel Angel, cuanto me ha alegrado la dedicación a llamarnos desde la reflexión a compartir el valor que le ha atribuido al libro ” El coraje de enseñar”.
Cuando pensé en Usted y en hacerle un regalo antes de su partida de Chile, en octubre, este libro como un imán llegó a mis manos. La potencia solo del título me hizo pensar que era el libro perfecto para la ocasión.
El coraje como bien lo define, nos moviliza a la acción, a la intención, ha sobreponernos ante los obstáculos y más. Viví el coraje en su decidida intención de apoyar mi causa hasta el fin, hasta no dejar de buscar una verdad. Aparece a mi juicio también el “Coraje de la lealtad” su lealtad. Creo que un gran maestro lleva ambos en su pasión por lo que hace, como bien se expresa en su palabra…tener tan claro, ” el sentido de la tarea, de cómo hacerla bien, de cómo mejorarla cada día. Lo cual supone la idea de que es posible, de que es necesario y de que es estimulante” la lealtad a nuestros principios, a la dedicación a nuestra formación para ser buenos maestros, la capacidad de ser leales a los desafíos que cada contexto en particular nos propone, con estudiantes con o sin motivación al aprendizaje. No claudicar, siempre pensar que, aunque un grano de arena se aporte, todo vale la pena. Lo importante es que el Coraje para ponerlo es el que marca la diferencia, entre maestros. Yo creo en aquellos que su coraje los lleva a dejar Huella.
El crecimiento ha de ser siempre una práctica compartida… una cultura para la enseñanza.
Gracias por su reflexión, desde este nuevo aprendizaje compartido…Un abrazo del corazón….
Angélica Arán J.
Querida Angélica:
Recuerdo muy bien tu hermoso gesto en aquella cena octubre. Que viniera de tus manos hace para mí más valioso este libro.
Las dificultades laborales de aquel momento exigían una espacial dosis de coraje para mantener el optimismo y el compromiso con los valores.
Estoy seguro de que harás una excelente tarea en la nueva institución que ha tenido la inteligencia y la sensatez de incluirte en su equipo.
Gracias por tus hermosas, por tus generosas palabras.
Gracias de nuevo por tu regalo.
Besos.
MAS
Hola a todo el mundo.
Conozco de la calle varias acepciones de la palabra coraje. No sé si coincidirán con la RAE. 1.- Sinónimo de voluntad -la que alude el Sr. Guerra-. Otra, sinónimo de rabieta, enfado. Y otra aplicable al “puchero” o gesto nuevo y extraño que hace un bebé. En refiriéndome a la primera, hablaré de voluntad, la voluntad de enseñar. Está en íntima relación con la voluntad de aprender. Es una reciprocidad en acción. En un lado un experto/maestro en el arte de enseñar, en el otro un profano/alumno en el arte de aprender. Son papeles lejanos uno del otro, pero será la empatía que exista entre ellos la que fructifique en aprendizaje para el alumno. Hemos de considerar que no están al mismo nivel de sabiduría en la tarea que nos traemos entre manos. Ha de existir una relación de jerarquía ganada por el maestro en la experiencia, en su experiencia. Ahí es precisamente, a mi humilde entender o nada humilde entender, por donde hace aguas la pedagogía moderna. Empieza por la igualdad de trato y sigue por el que todo debate, y por el aprobado de todos, y por todo el mundo es bueno, y por la ley del mínimo esfuerzo. Hice recientemente una titulación post-universitaria del sector de la educación, sé de qué hablo. No la califico para no insultar.
El maestro, como experto, ha de manejar la voluntad, la suya y la del inexperto alumnado. No digo adoctrinar, no digo manipular. Digo hacer nacer la voluntad el inexperto. Antes cuando dije empatía, evidentemente no es la misma que irse a tomar cañas con los colegas. Digo captar la atención del alumno, digo crear una vínculo químico invisible entre el profesor y el alumno, en el que exista motivación y coraje para el esfuerzo. El premio y el aprobado sin esfuerzo, a la larga crea vicio, y un pelín más allá frustración y sensación de pérdida de tiempo. Cuando el profesor consiga que su alumnado vea con ojos propios que el alumnado vea que el verdadero valor está en el esfuerzo, su coraje personal no será coraje o voluntad, será placer. Pero para que haya voluntad de esfuerzo en el alumnado, a esas edades infantiles y juveniles, hay que ir a recursos primarios de la evolución, por más que pese a los marxistas. Hay que echar mano de la competitividad, del medir a unos con otros con criterios evaluativos que premien la PROPORCIONALIDAD DEL ESFUERZO, por más que nos guste poco. Las políticas de izquierdas en la enseñanza, el todo para todos, la solidaridad en el aprobado, el pasar la manita por la espalda, están muy bien para ligar, porque se queda muy bien, pero no se motiva en absoluto el coraje por aprender. Recuerden, aún somos primates en evolución.
PD 1.- Sr. Lema, puedes explayarte, incluso desearme la muerte, eso sí, por favor, que sea sin mucho dolor. Yo aún así te seguiré leyendo. Me da la sensación que eres de izquierdas pero deseando pasarte a las trincheras del enemigo.
PD 2.- Sr. Del Pozo, diga algo, hombre.
Tengan buena tarde.
Estimado Quintiliano:
Me gusta también el correlato del coraje que se necesita par aprender.
La empatía es necesaria para que se produzca con éxito el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Hay algunas etiquetas que cuelgas a dos conceptos que, a tu juicio tienen conexiones o, más bien, identificaciones negativas: izquierdas y nueva pedagogía. Yo creo que no se debe simplificar.
Esas etiquetas no son precisas en lo que a mí respecta:
– no defiendo la ley del mínimo esfuerzo sino que el esfuerzo si tiene sentido se ejercita mejor
– no defiendo el aprobado para todos sino que hay que procurar que todos lleguen a tener éxito
– no digo que todo el mundo sea bueno sino que que procurar que lo sea
– no digo que el maestro tenga el mismo papel que el alumno
… … …
Creo que hay muchas simplificaciones, muchas exageraciones, muchas tergiversaciones…
De la misma manera no se podría descalificar TODO lo que hacía o decía la “vieja pedagogía”….
… … …
Las políticas de izquierdas tampoco se pueden simplificar tan alegremente. Creo que no se puede negar que están más pendientes de la solidaridad, de la equidad y de la justicia.
Un. cordial saludo.
Y gracias por las aportaciones que nacen de la experiencia y de la sabiduría.
MAS
Perdón por el retraso, don Quintiliano, me voy poniendo al día poquito a poco. Ya expliqué en mi anterior comentario el motivo de mis últimas ausencias.
Respondiendo a su petición de que diga algo, le diré que estoy de acuerdo, en líneas generales con su apreciación de que cierta corriente que usted identifica con la izquierda pedagógica (y yo también) parece inclinarse por el “regalado” más que por el “aprobado”. En los programas de formación permanente del profesorado esta tendencia llega a ser clamorosa: solo se exige para expedir el oportuno certificado haber calentado el asiento durante un determinado porcentaje de horas, incluso se hace la vista gorda si alguien firma “por todos mis compañeros y por mí el primero” en las hojas de control de asistencia, y todo ello tolerado, cuando no fomentado, desde los poderes educativos. Siguiendo con la mala costumbre que he adquirido recientemente, ilustraré lo que digo con una experiencia personal:
Tengo en mi modesta biblioteca un archivador lleno con todos los títulos, titulillos, acreditaciones, certificados y certificadillos que he ido cosechando durante mis casi cuarenta años de profesión. De todos ellos uno de los que más valoro es el que acredita haber superado (con la calificación de sobresaliente) el Curso Superior de Filología Española, organizado por el CSIC y dirigido por el entonces Director de la RAE don Manuel Alvar. Entre el profesorado figuraban lingüistas e hispanistas españoles y extranjeros de prestigio mundial. Al final del Curso, que se impartía durante los meses de julio y agosto, había un examen con preguntas sobre varias de las ponencias desarrolladas. A los que no querían hacer examen (o lo suspendían) se les expedía un Certificado de Asistencia. Para obtener la acreditación de haber realizado el Curso, era imprescindible aprobar el examen. Recuerdo que aquella acreditación equivalía, en la normativa de entonces, a haber realizado los cursos de doctorado. Pues bien, ¿creerá usted que, a partir del año 1994, jamás se me valoró como mérito por parte de la Consejería de Educación de la Junta en los diferentes concursos en que participé? En cambio, se valoraban SIEMPRE los cursos de bailes de salón, de manualidades, o de lo que fuera con tal de que estuvieran organizados por el CEP y, por supuesto, sin necesidad de examen final.
Otro ejemplo: en un Curso de Función Directiva, este sí organizado por el CEP, un ponente (compañero de Facultad, por cierto, de nuestro anfitrión MAS), miembro de no recuerdo qué colectivo pedagógico sostenía seriamente ideas como que los suspensos eran un recurso fascista y que el graduado en secundaria era un derecho democrático de todos los alumnos y alumnas.
En fin, que estoy de vuelta. Que tiemblen mis miles de detractores 😉
P.D. Miguel Ángel, ya sé que tú SÍ valoras el esfuerzo y el compromiso. No asumas como propias las críticas contra “cierta (no toda) pedagogía izquierdista”.
Saludos cordiales
Buenos días a todo el mundo.
Agradezco que vuelvas por aquí, Sr. Del Pozo. Casi ni te me escapas por esta telaraña de redes que no deja ver a primera vista. Puedes intuir que no soy de mucho hacer carantoñas, me alegro de verdad que solo hayan sido contratiempos leves de salud. A cuidarse, toca. Te echaba en falta, bueno, precisando más, a tus letras y a tu razón. Pienso que eres pieza clave en este blog. Tienes mucho que enseñar aún, y otros tenemos más aún que aprender de tí. He leído tus aficiones taurinas, y que al parecer las desestimaste por la misma vía resolutiva que yo en su día: el miedo al herbívoro en cuestión. Muy bien contado, como todo lo que escribes. Y de tu trayectoria vocacional como profesor. Y de las razones en que coincidimos sobre el coraje/voluntad de enseñar y aprender. Sorbo cada palabra que cuentas, a qué decir más. ¿Has visto?, esta semana sí que lo ha puesto difícil el Sr. Guerra, nada menos que nos invita a que escribamos sobra la escritura. ¡¡ Este hombre -el Sr. Guerra- es un “sinvivir”!!. Gracias de nuevo por estar por aquí. Un abrazo.
Muchas gracias por esos más que merecidos elogios a mi humilde persona 😉
El respeto, admiración y afecto es mutuo, y espero que lo sepas, don Quintiliano.
Estimado Don Quintiliano:
Ya le he dado la “bienvenida bis” al profesor Antonio del Pozo. Tiene muchas ideas que aportar. La invitación de esta semana no puede ser más coherente. Una invitación a escribir (en este caso a seguir escribiendo) sobre el tema que apetezca. En realidad es una felicitación. Porque escribís mucho y bien.
Saludos en este día del natalicio.
MAS
Gracias por la invitación. Próximamente escribiré algo sobre la magia de la escritura, pero no quiero hacerlo “a tontas y a locas”, así que prefiero escribir cuando tenga algo de tiempo por delante para practicar la escritura reflexiva.
Un abrazo
Estoy de acuerdo en que, para enseñar, hace falta coraje. O valentía.Y, desde luego, paciencia.
El libro parece prometedor por lo que se dice en el artículo. Y el título es un buen anzuelo. Creo que m,e hubiera interesado de haberlo visto en una librería.
Las referencias que se hacen no solo son ricas en contenido sino que están presentadas en un estilo sugerente e incisivo.
Me gustará conocer más opiniones de quienes vayan leyendo la obra. Es joven esta edición al estar presentada en 2017.
Saludos. Gracias.
Estimado Sr. Guerra,
Matizo, no personalizo nada en tí. Solo hablo de lo que conozco por mis propios ojos. Mi ideas suelen ser de conocimientos en directo, vividos personalmente. No digo TODO lo negativo de la izquierda, digo lo negativo de los pensamientos de izquierda que he visto en el aula, digo la mayoría. Siempre hay excepciones, evidentemente.
El mismo Sr. Lema, siendo un gran defensor de las actitudes de izquierdas, dice, literalmente: ” Hay quien dice que las cosas conseguidas con coraje, esfuerzo e incluso sufrimiento son más valoradas”. Parece como si titubease en la afirmación, pero, es evidente que lo dice, también serán porque lo piensa. Reconozco la excepción, y la valoro, y la aplaudo y la elevo a la enésima potencia si hace falta. Pero eso NO ES LO QUE YO HE VISTO en un máster protagonizado en su mayoría por profesores de educación.
Gracias.
Estimado Quintiliano:
Lo sé. Lo sé. No te estás refiriendo a mí. Sé que cuando lo quieres hacer, lo haces libremente.
Pero como me sitúo en la “izquierda” y en la “nueva pedagogía” (ya sé lo ambiguos que son estos conceptos), he querido matizar algunas afirmaciones
Y nada tengo que replicar sobre las incongruencias, los errores, las torpezas que quienes impartimos cursos y seminarios y clases como expertos en educación tenemos. Ya hemos hablado mucho en el blog sobre estas cuestiones.
He visto muchas cosas como tú. No todas buenas. No todas malas. Es necesaria la aceptación de la crítica y una autocrítica exigente para que vayan ganando las buenas.
Saludos y gracias.
MAS
Entiendo que, cuando se habla de enseñanza y de educación en el blog, casi todos los comentarios estén centrados en los primeros niveles, Infantil y Primaria, y en algún caso en Secundaria; pero todos sabemos que ambos -enseñanza y educación- continúan también en el universitario. Y lo entiendo, porque quienes participan con sus comentarios pertenecen, o han pertenecido, a esos niveles, aunque previamente hayan pisado las aulas de la Universidad.
Por mi parte no es una queja, pues sé perfectamente que a Miguel Ángel le encantaría que hubiera más participantes que fueran docentes universitarios. ¡Qué se le va a hacer! Me temo que gran parte de ellos, especialmente los más jóvenes, están inmersos en sus artículos, que les absorben, para afianzarse en los precarios contratos que han firmado, esos contratos con los llegan a las aulas para trabajar estudiantes que ya han superado la adolescencia. (Por cierto, ¿han superado todos la adolescencia?).
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Se habla del “coraje de enseñar”, y en gran medida me ubico mentalmente en Secundaria, en esas aulas en las que uno se puede encontrar chicos y chicas desmotivados y que son un auténtico desafío a la paciencia y a la capacidad de razonamiento de quienes están encargados de enseñarles y educarles.
En mi caso, y puesto que siempre he trabajado en el ámbito universitario, puedo decir que, si exceptuamos situaciones puntuales, no me he visto en la tesitura de pensar que me he visto en la necesidad de apelar “al coraje” para llevar adelante las clases. Más bien estaría del lado de “la alegría de enseñar”, puesto que he disfrutado y disfruto mucho transmitiendo los conocimientos que he ido acumulando con el paso de los años.
En todo caso, sí tengo que decir que el coraje tuve que emplearlo cuando decidí cerrar definitivamente el estudio de arquitectura y dedicarme a la docencia. Fue un paso importante, pues, a pesar de que mi idea era compatibilizar ambos trabajos, no fui aceptado como profesor asociado, hace muchos años, en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, en la misma que estudié. Un buen amigo, catedrático de Psicología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, al cabo del tiempo me aclaró que cómo me iban a aceptar con el “historial” de estudiante crítico y rebelde que yo tenía (aclaro en que se refería a los años en los que los movimientos estudiantiles universitarios contra la dictadura franquista estaban en su punto álgido).
No. Nunca me he arrepentido de dar el paso, a pesar de que hubo momentos en los que me preguntaba: “¿Pero qué hago yo aquí? ¿Por qué no vuelvo al trabajo de arquitecto?”.
Pongo un ejemplo, para que se me entienda. Cuando me presenté, hace años, a la cátedra de Didáctica de la Expresión Plástica, una vez terminada la defensa y estando en el ambiente distendido que da la comida entre el aspirante y los miembros que han formado el tribunal, la presidenta del mismo me indicó que una compañera que la conocía, le había alertado y que tuviera muy en cuenta que yo era comunista.
Bueno, no me voy a extender en este tema, pero si alguien quiere saber cómo pienso, adjunto el enlace de uno de los artículos recientes que he publicado.
http://www.doshermanasdiariodigital.com/2017/12/aureliano-sainz-kim-se-rie.html
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Se acercan las fechas navideñas y los estudiantes ya tienen puesta la mente en los días de vacaciones.
Hoy he recibido a G. L., uno de los alumnos que me han solicitado para que les dirija el TFG (trabajo fin de grado). He mantenido la primera charla en el despacho y le he indicado que, por encima de todo y puesto que ya me conoce, lo que me interesa es que quienes voy a tutorizar sean responsables y se esfuercen; de sus problemas, dudas, errores, dificultades de redacción… que no se preocupen, pues yo les atenderé y me tendrán siempre disponibles para que el resultado sea el mejor que puedan alcanzar.
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Cierro, indicando que para mí el coraje consiste en trabajar en una Universidad pública (jamás trabajaría en una privada) con grandes y diversas carencias que habrían que afrontar y resolver… Pero esto ya es un tema largo de contar.
Estimado Aureliano:
Verás que el libro “El coraje de enseñar” está muy centrado en la enseñanza universitaria y en la formación pedagógica de los docentes de ese nivel. De cualquier manera todas las reflexiones tienen validez para otros niveles.
A mí también m gustaría que hubiese más lectores y comentaristas de profesionales dedicados a la enseñanza en la Universidad.
Cuando fui Director de Departamento alternábamos las reuniones:unas eran de carácter organizativo y otras de contenido didáctico (hablábamos de metodología, evaluación, tutoría…).
Espero la opinión tuya y la de Flora. Esperaré con tranquilidad. Sé que la lectura reposada lleva su tiempo. Woody Allen ironizaba sobre la lectura rápida: “He leído en una hora Guerra y Paz. Trata de Rusia”.
Gracias por la entrevista. Las respuestas son muy cortitas, pero tienen su enjundia.
Un cordial saludo.
Y gracias.
MAS
Bueno, bueno, bueno.
Quintiliano, perdona que te quite el Don que antecedes a tu nombre, pero considero que no lo necesitas. Por un lado, actúa como un muro artificial que nos aleja o separa. Y por otro, te envejece. Y yo quiero imaginarte como la persona jovial que eres, cascarrabias, siempre al pique, a la motivación, a tocar las narices, a entretener, a desvardallar, y a tantas y tantas cosas según el momento las requiera.
No voy a explayarme, no en este momento, o esa era la intención cuando me puse a contestar al Adarve, en el cual tú y yo estamos incluidos, pero es sentarme a escribir y se me calienta la boca. Mucho menos se me ocurriría desearte la muerte, ni siquiera la más placentera de ellas, ni a ti ni a la persona que más rabia pudiera provocarme. Ojo, que tampoco soy ninguna monjita de la caridad como solemos decir.
Perdona Quintiliano. Antes de seguir dirigiéndome a ti, quiero dar la gracias a Aureliano y a Juan Carlos. Es increíble la cantidad de cariño que unas letras pueden albergar, o, por lo menos, yo lo extraigo de ellas.
Te decía, Quintiliano, que no sé de dónde sacas que yo quiero pasarme a las filas del enemigo, a su trinchera. No me gusta atrincherarme en ningún sitio. Tampoco me gusta salir a pelearme a campo abierto, a pecho descubierto, como si fuera inmune al daño que puedan hacerme.
Mira, vamos a hacer una cosa. Como esto de los conceptos y las clasificaciones de las personas es algo tan cambiante, o manipulable por uno mismo o por los demás, yo, como vengo haciendo siempre, iré soltando mi opinión sobre los distintos temas que por aquí mi Miguel Ángel, tu Sr. Guerra, va acercándonos y luego tú, cuando lo consideres oportuno y dispongas de suficientes datos de distinto pelaje, me dices en dónde estoy, en donde me sitúas según tus clasificaciones, según los criterios que tengas a bien.
Escribo mis comentarios de corrido, como me surgen, sobre todo cuando lo único que hago es dejar salir las palabras tal cual se forman en mi cabeza, sin repasos, sin segundas lecturas, en donde sí veo (una vez plasmada en El Adarve) que pueden tener interpretaciones distintas a las de la intención con las que fueron escritas. Ahí está el problema de escribir y el problema de interpretar.
Juntar valor (algo que valoramos), coraje, esfuerzo y sufrimiento parece acercarnos mucho a las tesis defendidas por el Sr. Ricardo. Bien. Miguel Ángel ya me ha echado una mano y ha explicado hoy y otros días, cómo se entienden estos conceptos según qué tipo de personas o con qué ideas esas personas los manejan.
Primero, contextualicemos. Estoy a las puertas de la librería temprano, en una mañana fría, con las manos frías. Tú bien sabes que el frío produce dolor, o, como mínimo, malestar. Como estaba ahí voluntariamente, con un objetivo claro y deseado, marcado por mí, sufriendo o pasando frío, aunque no estaba en Siberia, pues pensaba que todo ese esfuerzo haría que la consecución de mi propósito tuviese más valor, más mérito.
Creo recordar que fuiste tú el que trajiste al barrio las palabras de algún ilustre pensador sobre esta temática del sufrimiento, o de las situaciones difíciles o dolorosas. No tendría sentido ni estaría bien provocarlas, no hace falta, se dan lo queramos o no. No tengo más que pensar en el deporte. Pensemos en una final de lo que sea si la ganamos de calle o bien disputada. En cualquier deportista olímpico, cuando está en el podio y piensa en todas las horas que tiene a sus espaldas y hay detrás de esa medalla, de momentos de bajón o lesiones. Sí, soy de la idea que yo valoro más lo que me cuesta conseguir que lo que me viene de calle o consigo sin demasiados sudores.
Con el mismo tema, pero cambiando un poquito de tercio. Se me viene a la cabeza la boa de Miguel Ángel. La relación que hay entre el amor, en este caso a los hijos, y el sufrimiento de los padres. Creo que hay montones de situaciones reales que puedan ser dolorosas y que se viven con dolor y como un problema, y son altamente educativas, tratables, trabajables, adaptables para aprender a superar esas y otras similares que aparecerán en el futuro.
Aureliano. Creo que más de una vez me has dejado deberes y, como no te los he presentado, igual piensas que no los he hecho, que he pasado de ti, o que no me han interesado. Nada de eso. Me hablas de sexo y alcohol. (Y Quintiliano dice que no está bebido). Te olvidas de las drogas. (Con todo ello, y mucha música, ya tienes el contenido para esas portadas de discos que nos vas dejando en tu “Negro sobre blanco”, o eso es lo que se decía y a mí me ha llegado). Hoy mismo, a mi hijo Pablo de 11 años, le han dado una charla sobre drogas. (La no presentación de los deberes responde a motivos diversos. Imagino, en este momento, que el más frecuente es la falta de coraje para superar el miedo al ridículo, o no dejar demasiada constancia de mi ignorancia, o no querer acaparar bla, bla, bla, mi buena disculpa de siempre).
Uf, me pasé. Disculpas Miguel Ángel. Sobre el libro, hasta el miércoles no tengo aviso, está pedido. Supongo que mi opinión sobre él no variará mucho de cómo nos lo has contado esta semana. A ver lo que me hace sentir su lectura y te lo contaré, me imagino que allá cerca del verano.
Un abrazo para todos y todas las lectoras de Miguel Ángel.
(Se me olvidó y no quiero dejarlo pasar, aunque mi comentario no iba a ser largo, pero me pongo y sufro si no quiero y aprecio a quien se toma molestias por mi o por mis semejantes. Quintiliano, o quien quiera responder pues este es un lugar abierto multidireccional. ¿Qué es un experto? ¿Si uno es un experto, debe estar siempre en lo cierto, debe estar en posesión de la verdad? ¿Cómo puede ser esto posible cuando dos expertos contraponen sus ideas expertas y es imposible que las dos sean ciertas?).
Querido José Antonio:
Un experto es un especialista en un campo del saber o del saber hacer.
Y claro que se puede equivocar. Cómo dio. Es probable que con menor frecuencia y con más dificultad que quien no tiene esa especialización. Por eso uno puede decir una cosa y el otro la contraria. Y,además, habría que añadir que los dos pueden estar equivocados.
Es más, como explicaba Nicolas de Cusa, cundo hablaba de la “docta ignorancia”: mientras más se sabe sobre algo minas dudas se alberga sobre lo que se sabe
Imagino que conoces al respecto la famosa sentencia del Talmud que les da a todos un poquito de razón y un poquito de error.
Y se puede equivocar más en los aspectos no relacionados con su materia.
Un cordial saludo.
Gracias.
Amigo Miguel Ángel: me encuentro en casa y acaban de traerme el libro “El coraje de enseñar”. Como suelo hacer, lo primero de todo es echarle un vistazo y conocer los autores que se citan, pues te van dando pistas por dónde camina el texto. Lo leeré despacio y sin que me vea Flora, puesto que será uno de los regalos que le haré el día 24. Finalmente, te daré mi opinión y también la de Flora, a la que estoy seguro le gustará mucho (aunque esto suene a “barrer para casa”, puedo asegurar que es una de las profesoras más queridas por el alumnado de la Facultad; y esto se debe a su “coraje de aprender y de enseñar” con un cariño y respeto que no suelen ser habituales en las aulas universitarias).
***
Para José Antonio.
Aunque te lo he dicho en distintas ocasiones, no me importa repetirlo otra vez: escribes muy bien, tanto que podrías plantearte la posibilidad de ir más allá de los escritos que todos te leemos (no sé si has realizado algo que no conozcamos, pues, claro, en el blog acogemos solo un aspecto de tu personalidad).
Comparto contigo el que a los chicos hay que informarles de los problemas a los que pueden enfrentarse, y entre ellos se encuentran los acercamientos a las drogas. Cuando aludiste a las mismas a partir de uno de los artículos de la serie “Discos y portadas”, inicialmente, no llegué a comprender la relación. Después, entendí que algunos de los personajes a los que he ido citando, Jim Morrison (de The Doors), Janis Joplin o Jimi Hendrix sucumbieron muy jóvenes a una mortal droga: la heroína; pero hay que considerar que a finales de los sesenta y comienzo de los setenta todavía no se conocían sus efectos devastadores.
***
Vuelvo a la conferencia del 13 de diciembre.
Al profesor Henri Peña y a mí nos presentó Marina Pérez, maestra apasionada con su trabajo y que fue antigua alumna mía en Magisterio y, años después, en Psicopedagogía. Sorprendentemente es ya abuela, a pesar de su rostro y carácter juveniles. Le ilusionó mucho que la llamáramos para este acto. Y para mí fue muy emotivo que me indicara que su hija Pura, también magnífica docente, tenía como libro de cabecera “El Arte Infantil” y que me recordaba como modelo de profesor.
En ocasiones, ese grato recuerdo manifestado por quienes han sido alumnos o alumnas tuyos vienen a ser la prueba de que el trabajo en el que te has volcado ha dado sus frutos; unos frutos invisibles, distintos a otros, como el de arquitecto, que puede mostrar palpablemente aquellas obras que ha proyectado y de las que se encuentra orgulloso.
****
Quiero cerrar trayendo el enlace de una breve entrevista que le hace un compañero de redacción, de los diarios digitales en los que escribo, a Pablo Poó, profesor de Lengua en Secundaria y del que hice alusión hace poco. Merece la pena leer cómo afronta el mundo de los adolescentes.
http://www.montilladigital.com/2017/12/pablo-poo-gallardo-las-redes-sociales.html
Estimado Aureliano:
Es muy gratificante sentir el reconocimiento de los alumnos y alumnas. Un reconocimiento, como es el caso que comentas, completamente alejado de la lisonja. Esa persona ya no puede buscar un beneficio por el sentimiento que expresa.
Deberíamos compartir con más frecuencia esas experiencias.
Enhorabuena.
MAS
PD:
Hoy mismo he recibido este comentario remitido a la Asesora del CEP de Cádiz.
Estimado Miguel Ángel:
Te reenvío solo uno de los
comentarios a tu intervención, como muestra, ya que la valoración
general ha sido más que positiva.
Muchas gracias por todo.
Ha sido
un verdadero privilegio, y siempre te he citado en mis proyectos de
asesoría, pero este año con más motivo.
Un cordial saludo y hasta
pronto
——– Mensaje original ——–
ASUNTO:
Re: Jornadas
formación martes 12
FECHA:
Mon, 18 Dec 2017 16:18:12 +0000
DE:
Alma de la Mata
PARA:
Inmaculada Almagro Moreno
Buenas tardes
Inmaculada.
En primer lugar darte las gracias a ti y al CEP , ya que
fue todo un HONOR PODER CONTAR CON SANTOS GUERRAS.
HA SIDO UNA DE LAS
MEJORES FORMACIONES A LAS QUE HE TENIDO LA OPORTUNIDAD DE ASISTIR.
CREO QUE EL PUNTO DE VISTA DESDE EL QUE LO EXPLICABA, TRANSMITÍA Y NOS
MOTIVÓ, O AL MENOS A MÍ, A CONTINUAR IMPULSANDO LA FORMACIÓN EN EL
CENTRO. A INTENTAR APORTAR NUESTRO GRANITO DE ARENA, Y SER MOTOR DE
CAMBIO.
ME HIZO VER QUE TODO ES UN ENGRANAJE DEL QUE FORMAMOS PARTE.
DE LA IMPORTANCIA DE HACER LAS COSAS DESDE EL CORAZÓN Y DISFRUTARLAS.
DE HACERLO CON LA VOCACIÓN QUE CARACTERIZA A UN MAESTRO.
De nuevo
muchísimas gracias por brindarnos esta oportunidad.
Un saludo
Alma
de la Mata —
Seguimos en contacto. Un cordial saludo
Estimado Sr. Lema,
Ah, lo del cambio de trincheras es que te oigo expresiones joseantonianas, es sugestión mía, o será. Y además intuyo que aún no has hecho testamento dejando todos tus bienes futuros -ahorrados con el sudor de tu frente- a alguna ONG de izquierdas, como bien ha de ser obligación del que promulga desde ese púlpito.
Respecto de la experiencia, además de lo dicho por el Sr. Guerra,
1.- Un experto es alguien que tiene experiencia.
2.- También el que dice que la tiene sin tener ni idea. Es experto a ojos del ignorante o desconocido.
3.- También se dice del que los demás creen que la tiene, por el solo hecho de aparentar que la puede tener, bien por el lugar que ocupa, o por lo que hace, dice o intenta hacer. Ay de aquel, analfabeto de letras, que le pone inyecciones a los animales y le llegan a preguntar hasta remedios para la incontinencia urinaria de las personas. Lo he visto.
4.- Respecto de la posesión de la verdad, si es un experto del tipo 1 nombrado anteriormente, siempre dudará de su razón.
5.- Si es un experto del tipo 2, su razón será absoluta, inamovible, evidentemente.
6.- Si es del tipo 3, sobre su razón, espérate cualquier veredicto posible emitido por él.
7.- Respecto de la contraposición de ideas, hombre, a Coruña se puede llegar desde Ferrol, o desde Lugo, o desde Santiago, o desde un avión de Madrid, o desde un submarino desde Dinamarca, o desde un barco desde New York. Todas vías distintas, todos vehículos conducidos por expertos.
De otra, desconozco con precisión el significado de la palabra “desvardallar”. Se ve que es una palabra del gallego. Podrías traducirla, en todas sus acepciones si es posible. De momento creo que de todas las acepciones la única que sé que he llevado a efecto es la de rociar estiércol, literalmente, sin metáforas dígase de momento. En concreto de gallinas jóvenes, muy nutritivo para el campo, pero ay cómo huele. Se te mete el olor debajo de la piel y los que se acercan solo hacen sorber las narices diciendo ¡uy!, ¿a qué huele?. Natural en mí, casi me muero de congoja, pero poco, ante la reacción olfativa de los cercanos.
Tengan buena noche.
Para José Antonio y Quintiliano:
Conoceréis la sentencia del Talmud que describe un debate entre los discípulos en presencia del maestro. Uno de los discípulos emite una opinión sobre el tema y el maestro le dice:
– Tienes razón.
A renglón seguido, otro discípulo emite otra opción diametralmente opuesta a la del primero. Y el maestro dice:
– Tienes razón.
Un tercero interviene para apuntar que eso no es posible, que no puede tener razón uno y también el otro, ya que sus opiniones son opuestas, incluso contradictorias. Y el maestro le dice:
– Tú también tienes razón.
Saludos.
MAS
PD: Sobre los falsos expertos, sobre los autoproclamados expertos, sobre los malos expertos, sobre los aclamados expertos, sobre los expertos vendidos al poder…¡cuántas cosas se podrían decir! Un buen tema.
PD:
El artículo me ha encantado porque los textos que se reproducen del libro de Parker J. palmer parecen muy prometedores.
Pero, al margen del contenido del libro, creo que merece un comentario el título. Hace alta coraje para enseñar en estos tiempos, ya lo creo.
Solo el profesor sabe lo que ocurre dentro de algunas aulas con algunos grupos. No es fácil afrontar situaciones de conflicto: faltas de respeto, faltas de atención…
¿Cómo se acumula coraje? Esa es la cuestión. Saludos.
Querida María José:
Se acumula coraje cuando de tiene una concepción clara de la importancia de la acción docente.
Se acumula coraje cuando se piensa (y se sienes) que cada alumno merece todo el esfuerzo.
Se acumula coraje cuando se ira baja de forma colegiada.
Se acumula coraje cuando se sabe vivir las dificultades de forma positiva.
Se acumula coraje cuando se cuenta con la familia.
Se acumula coraje cuando se pone la experiencia al servicio de una práctica más exigente.
Imagino que habrá´muchos caminos más par llegar a los terrenos del coraje.
Besos y gracias.
MAS
Se me ha estropeado el portátil, y eso os salva de una buena desvardallada de las mías.
Ya tengo el libro, Miguel Ángel, y he leído alguna cosita del prólogo. Me da la sensación que muchas frases o ideas son muy tuyas. Creo que te debiste ver muy reflejado en él, pero no anticipemos acontecimientos.
Aureliano, te pasas un par de pueblos respecto a tus apreciaciones sobre mí, céntrate, y obsérvame mejor. Ya te digo yo que no hay más.
Quintiliano, me costó un poquito caer en lo de joseantonianas, oíra yo también me llamo como él. ¡A ver si vas a tener razón cuando desvardallas sobre tus distintas reencarnaciones o vidas! Ahora me explico este fuerte impulso que siento de peregrinar al Valle de los Caídos y de dejar, puesto que soy hombre afortunado, toda mi fortuna a la fundación Humanidad y Democracia.
Desvardallar es lo que yo hago casi todas las veces escribo en este lugar. No viene en el diccionario, luego tendría que preguntaríalle a mi amigo Manolo Rivas. La acepción que me comentas, Quintiliano, yo no la conozco. Creo que he dejado pistas suficientes para que se entienda el sentido que yo le doy, y no es una palabra que me haya inventado.
Besos para todas y todos (lo siento, académicos y académicas. Por cierto, ¿cuántas hay?)
Joaquín, entiendo tu ausencia. Hay cosas muy importantes en juego. Hoy, sobre todo hoy, que Dios reparta suerte.
Estimado José Antonio:
– No. Yo no he visto nunca en ti ni el menos amago de pasarte al adversario… Equívoca percepción de Quintiliano.
– Es probable que nos guste (o no) un libro en la medida que refleja o reproduce nuestra forma de pensar o de sentir.
– A mi no me gusta la ausencia de Joaquín. Siempre aporta comentarios llenos de cordura y optimismo. Yo le animo a que siga leyendo y escribiendo en el blog.
Saludos y que esta noche sea feliz y mañana también. Y el nuevo año.
Gracias, amigo.
Ya me hablarás del libro de Parker.c
MASc
Hola a todo el mundo,
Creo Sr. Guerra, con el debido respeto, que el Sr. Lema te gana en intuición. Creo, afirmo, sin lugar a dudas, que el Sr. Lema me ha cogido la onda. No así el Sr. Guerra. Claro, esto es un blog serio, muy serio, disculpen la licencia. Pero Sr. Guerra, por favor, defiéndeme a mí también. No ve que el Sr. Lema ahora se quiere ir al Valle de los Caídos.
De otra, y hablando de cosas aún más serias. Cuando era joven, me dejaba aconsejar por libros, normalmente me decepcionaba bastante. Pero mi decepción se ve que era nada comparable a la que recibía mi aconsejado en comprar “Absalom Absalom”, o “el ruido y la furia”, u otras de ese talante, digo autor. Claro, agradezco al que aconseja un libro. Sé que lo hace con la mejor intención del mundo. Por cierto, aprovecho para decir que no presto ni un libro más. Podría hacer un largo listado de libros no devueltos.
Dirán que me pasan muchas cosas, pero es que soy muy mayor, y las cuento todas. Una vez casi me pegan porque aconsejé un libro. Inaudito, dirán ustedes. Nada de inaudito, cierto. Después de una acalorada discusión, aconsejé al discutando que leyese un libro. ¿Cuál?, me preguntó muy expectativo. Como soy lento en responder y en casi todo, mientras pensaba mi respuesta, el contertulio farfulló una garrulez despectiva. Y acto seguido me vino la respuesta a su otro ¿qué libro?. Respondí: -cualquiera te irá bien-.
Tengan buena tarde.
Estimado Quintiliano:
Magnífica respuesta de asesor rápido y contundente: “Cualquiera te irá bien”. No me extraña quítelo quisiera agradecer con un buen gancho.
¿Te imaginas a José Antonio en peregrinación hacia El Valle de los Tirados? ¿Sí?
Bueno, a í no me importa que me ganen a lo que sea.
Saludos, veterano y generoso prestamista.
MAS
He comenzado a leer “El coraje de enseñar” de Parker J. Palmer. Aproximadamente, llevo un tercio del libro, pero he de decir que, desde el momento en el que lo tuve en mis manos, no he hecho pausa en el mismo. He dejado, de momento, aparcadas otras lecturas que llevaba.
Puedo decir sobre este libro que era necesaria e imprescindible su publicación, pues siempre me he preguntado cuál es el motivo de fondo que impulsa a alguien a dedicarse a la enseñanza, y, por fin, sale un profesor que indaga en sus más íntimas motivaciones, tomándolas como punto de referencia para ampliarlas al resto de quienes nos dedicamos a la docencia.
Utiliza la palabra ‘vocación’, que me gusta; también lo hace muy a menudo con las de ‘corazón’ y ‘alma’, que no me gustan tanto, pero entiendo, por un lado, que son términos claros y contundentes para referirse a lo más profundo, a lo más íntimo del ser humano y, por otro, que no hay vocablos que pudieran ser tan fácilmente comprensibles.
Parte de dos premisas: identidad e integridad. Las comprendo como esenciales para quienes desean profundizar en las razones y la evolución de su quehacer con el mundo de los estudiantes. Pero, ¡ay!, no creo que este libro les sirva a muchos de los que trabajan en la enseñanza; esos dos términos están muy alejados de ellos (hay gente que ama la enseñanza; y hay otros que “se aman a sí mismos” y que “están” en el mundo de la enseñanza. Son, pues, dos cosas distintas).
Ya hablaré más despacio de esto, puesto que la integración de las que nos habla Palmer no es tan fácil de encontrar; suelen primar la escisión personal, la apariencia, el deseo de ser admirado, el estatus, etc.
***
Esta noche, dentro de una hora, me veré con tres antiguas alumnas que me han invitado a una cena. A dos de ellas les dirigí la tesis doctoral, por la que se encuentran en la Universidad. Son tres magníficas profesoras, grandes amigas que se entienden a la perfección. Hay una sana complicidad entre ellas que da lugar a que las risas espontáneas salgan muy pronto y contagien a los que se encuentran a su alrededor.
Les hablaré de este libro, pues estoy seguro que se identificarán con lo que se dice en el mismo y les gustará mucho. Les despertaré la curiosidad citándoles algunas de las cuestiones, transformadas en preguntas, que se deducen del texto.
***
Son muchos los temas sobre los que se puede debatir a partir de su lectura. De momento indico que el inicio del capítulo dedicado al miedo (“Una cultura del miedo”) me parece un tanto reducido e insuficiente. Ya me extenderé sobre el mismo.
En fin, ya retomaremos esta cuestión.
Estimado Aureliano:
Estoy seguro de que, a medida de que avances, verás cuestiones y debates muy sugerentes. Voy a escribir otro artículo sobre un aspecto que siempre me ha inquietado: ocupar y abrir espacios de aprendizaje.
Mira la cita que me ha impulsado a plantear la cuestión:
“Como a la mayoría de los profesionales se me enseñó a ocupar espacio, no a abrirlo. ¡Al fin y al cabo somos nosotros los que tenemos el conocimiento, así que tenemos la obligación de contárselo a los demás! A pesar de haber rechazado esa norma absurda, todavía me siento culpable cuando la desafío. Una voz no tan pequeña, dentro de mí, insiste en que si no lleno el espacio disponible con mi propio conocimiento, no me estoy ganando mi sueldo”.
Cuando imparto conferencias o doy clases siempre me planteo el problema del espacio que ocupo y del espacio que abro.
Espero que sigas avanzando.
Saludos a tus tres ex-alumnas. Hermoso encuentro.
Un abrazo.
MAS
Como escribo “a dedo” en el móvil, voy a ser breve.
Nunca puedo comentar sobre todo lo que me gustaría, debemos elegir.
Después de que Quintiliano soltase su teoría del maestro como experto en el arte de enseñar, estaba preocupado porque podían cerrar las escuelas por falta de esas personas, por la dificultad de encontrar personas que dominen ese arte y respondan a todos los requisitos que yo tenía en mente.
Una vez leída vuestra ampliación y las variables sobre los y las expertas, me digo, claro, ahora sí, ahora entiendo la abundancia de expertos. Con tu permiso, Miguel Ángel, me encantó la tipología que nos presenta Quintiliano, luego recalcado de otra manera por ti. Me encantó y me hizo gracia. Así , ¡hasta yo puedo ser un experto! Y, además, soy un experto en cosas muy distintas. Pero, por destacar una, dejando de lado la de amante, soy un experto en expertos. (A parte de un experto imbécil, aunque Sólo sea por los años de experiencia que llevo en ello).
Ya un poquito más serio. Yo veo así mi clasificación según la capacidad o la habilidad global, los conocimientos por experiencia y aprendizaje o el dominio del arte que su campo requiera.
– Titulado, licenciado o apto para empezar.
– Profesional.
– Especialista.
– Experto.
– Sabio.
– Dios.
– Yo.
Un beso, bichos y bichas. Suerte con los millones.
Aureliano, tú sígueme pisando hombre, tú sígueme pisando.
Ah, que se me olvida. ¡Qué alegría que por fin hayamos arreglado el asuntillo de Cataluña! Mariano estará como unas castañuelas.
(Suelta ya el tema de la semana, Miguel Ángel. Siempre me intriga).
Estimado José Antonio:
Acabo de escribir el prólogo de un libro que se titula EL ARTE DE ENSEÑAR, de Salustiano Casaseca. No sabe si se publicará en Aljibe o en Graó. He tenido que leer un poquito sobre los expertos en este arte…
Algún día te contaré un simpático chiste sobe un EXPERTO DE LA FAO…Tiene toda la gracia. Se lo oí al sociólogo Alberto Moncada.
El sudoku catalán está cada día más complicado.
Saludos.
Ya he mandado el artículo para mañana. Intriga.
Saludos y gracias.
MAS
(La última de la semana, lo prometo).
Es leer Córdoba y la cabeza me lleva a Aureliano. Si le sumamos obispo experto en sexualidad y reproducción, un poquito de universidad y magisterio revuelto en familia y maternidad, todo ello teñido de concurso de escritura, pues me resulta inevitable dejártelo por aquí. Estoy seguro que la noticia ya la conoces. Para los que no.
http://m.publico.es/sociedad/2025713/la-diocesis-de-cordoba-convoca-un-premio-para-universitarias-embarazadas-que-no-aborten
Por lo que pueda pasar, aprovecho para desearos unas felices fiestas de principio a fin a toda la gente de bien o que , por lo menos, lo intentan de verdad.
Querido José Antonio:
Lo del concurso místico-literario es una indecencia que no se puede dejar pasar por alto.
¡Qué vergüenza!
Hace años escribí (dirigido a los prelados del país) un artículo titulado SALGAN DE LA CAMA DE LA GENTE.
Qué personajes, Señor.
Saludos.
MAS
José Antonio: cuando hablo del obispo de Córdoba no es porque le tenga manía; es que este hombre es un auténtico asalto a la razón. De él puede esperarse uno cualquier cosa.
Es un personaje que oscila entre el surrealismo y lo esperpéntico. Además, como podemos ver, carece del sentido del pudor.
¡Y lo peor es que hay gente que le aplaude!
Gracias por la felicitación. Yo lo haré mañana con el artículo que aparecerá el domingo.
Aunque soy un asiduo lector del blog no suelo realizar comentarios.
Durante el mes de diciembre no había visitado el blog.
Hoy, después de leer el artículo, he solicitado el libro “el coraje de enseñar”.
Un abrazo.
Estimado Simón:
Gracias por la fidelidad en la lectura. Y, en esta ocasión, por este comentario.
Espero que te guste el libro de Parker J. Palmer. A mí me ha parecido excelente.
Un cordial saludo.
MAS
Estimado Miguel Angel,
Hace unos días, por casualidad, encontré su blog y su post sobre el libro de Parker J. palmer el Coraje de Enseñar. Me alegro enormemente su alta valoración del mismo que comparto sin matices y por la cual mi marido y yo, vinculados desde hace muchos años a la educacion a través de la Fundacion Tomillo que presidimos, hemos promovido su traducción y edición en Español, que finalmente vio la luz el año pasado gracias a la generosidad de la Editorial Sirio.
Hace ya 4 años, tuvimos la gran suerte de conocer en un viaje a Inglaterra a el trabajo de Parker a través del Center for Courague and Renewal, institución que promovió para dar continuidad y mayor dimension al proyecto Courague to Teach que dio origen al libro.
El centro recoge no solo las experiencias y enfoques de Palmer en materia educativa sino su extension a todos aquellos profesionales de vocación que se enfrentan a diario con paradojas y dilemas similares a los que ocupan de forma continua a los maestros.
Tal fue el impacto que su enfoque nos causo que yo personalmente decidí entrar en contacto con el Centro y con Parker para comprender mejor sus dinámicas de exploración basadas en los llamados Círculos de Confianza. En estos años he conocido y compartido sesiones de trabajo con Parker y sus colegas del CCR y he visto con alegría como 3 de sus libros han sido traducidos al español en 2017 y 2018.
Desde su publicación hemos distribuido algunos ejemplares del libro entre personas y entidades vinculadas a la docencia o a la educacion de forma mas general y debo decir que hemos recibido algunas buenas referencias de vuelta , aunque ninguna tan clara como la suya.
Nuestra valoración de la necesidad de este enfoque vocacional como eje central de la mejora educativa es extraordinaria y con ella nuestro compromiso con la divulgación de esta obra y la metodologia que la sustenta como palancas de apertura de la conversación sobre este aspecto vocacional. En este camino, encontrar su excelente valoración y coincidencia de mirada sobre el enfoque y su relevancia para la mejora del sistema educativo ya es recompensa suficiente; mas aun viniendo de un experto de largo recorrido en esta imprescindible tarea del ser humano que es la educación.
Estamos trabajando en la creación para el curso escolar proximo de un grupo de lectura y reflexión del libro en Madrid, utilizando la metodología detallada en la Guía también editada aunque no traducida por el momento (The Courage to Teach Guide for Reflection and Renewal”, de Parker J. Palmer, Megan Scribner.) y en la idea de invitar a Parker a venir a España y dar alguna conferencia en distintos espacios educativos.
Gracias por su larga aportación a la mejora eductaiva.
Querida Carmen:
Ha sido tada una sorpresa y una alegría encontrar este comentario.
Espero que de pie a nuevos contactos, reflexiones y actuaciones compartidas.
Saludos y gracias.
MAS