Yo no sé el color de mi seño

2 Dic

He impartido una conferencia en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Cádiz. Estaba dirigida a maestras y maestros de infantil que tutorizan en sus escuelas a los estudiantes de la Facultad que serán el día de mañana quienes trabajen con los alumnos y alumnas más pequeños del sistema educativo. Y también para los profesores universitarios que supervisan el proceso en ese diálogo fecundo y en esa colaboración indispensable entre las dos instituciones formadoras.

La educación infantil es una etapa de enorme repercusión porque la plasticidad de esos años es muy grande y la autoridad de los maestros y maestras no tiene límites. Lo que ellos digan va a misa. Lo que ellos hagan es ley. No hay otra autoridad de mayor alcance para los niños y las niñas que la de sus educadores y educadoras. ”Lo ha dicho la seño” es como decir “Palabra de Dios”.

Por eso es tan importante que estos profesionales estén bien formados. Y, antes, que estén bien seleccionados. Me preocupa que las exigencias para el ingreso sean mínimas. Me preocupa también que muchos tomen la decisión “de rebote”, es decir, porque no han podido hacer otra cosa. Y me preocupa que las exigencias de la formación (teórica y práctica) sean insuficientes.

Escribí para esta etapa un libro titulado “La casa de los mil espejos y otros relatos para la Educación Inicial” (Editorial Homo Sapiens. Rosario). En Argentina llaman Educación Inicial a lo que nosotros llamamos Educción Infantil.

Les instaba en la conferencia a sacudir la pereza recopilatoria. Les animaba a escribir. Porque estoy seguro de que en un aula de infantil se pronuncian frases, se realizan acciones, se viven sentimientos y se desarrollan procesos de extraordinario potencial.

En el café que siguió a la conferencia tuve la suerte de compartir experiencias con algunas maestras. Siempre me pasa lo mismo: que yo voy, supuestamente, a enseñar algo y siempre acabo aprendiendo yo más de lo que enseño. En esa emocionante tertulia, nos cuenta Carmen García, estupenda maestra de infantil en una escuela de San Fernando, que una abuela acudió una tarde a buscar a sus tres nietos, de cinco, cuatro y tres años. Era el primer día que la abuela recogía a sus nietecitos.

Antes de seguir con la historia, permítame el lector o lectora hacer dos anotaciones. Una sobre el papel de los abuelos y las abuelas en estos tiempos de crisis económica, social y laboral. Veo a muchos abuelos y abuelas en tareas de recogida. Ahí están, sonrientes, anhelantes, responsables al máximo, esperando con alegría a sus nietos y haciendo tareas de acompañamiento y de cuidado. (La Editorial Graó ha publicado un libro sobre la experiencia de dieciséis abuelos y abuelas que hablan sobre su “abuelitud”. El libro tiene un titulo maravilloso que refleja muy bien la complicidad de nieto y abuelo, de abuela y nieta: “No se lo digas a mamá”. Frase que puede muy bien ponerse en la boca de ambos). Los abuelos están desempeñando un papel de extraordinaria importancia en la crianza de los hijos de sus hijos. La otra observación es sobre el acto de la recogida escolar. Qué rato tan increíble. No se ha estudiado de forma suficiente. Cuántos corrillos, cuántos estilos de espera, cuántos encuentros de naturalez diferente… Hay quien prefiere estar solo, hay quien llega media hora antes para charlar, hay quien aprovecha para hacer contactos de todo tipo, hay quien lleva su perro para darle una alegría al escolar que sale cansado del trabajo… Le oí hablar a Joaquim Brugué Torruella, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, en una conferencia pronunciada en Las Palmas, de dos formas de cumplir con ese ritual de la recogida. Decía que él era técnicamente suprior a su mujer en la recogida de los hijos: lo soluciona en cinco minutos, espera detrás de un árbol sin relacionarse con nadie para no perder tiempo, lo encuentra rápidamente porque solo está pendiente de su localización. E, inmediatamente, está en casa. Máxima eficacia.… Pero su mujer, añadía, emplea tres cuartos de hora para la recogida, el niño se le pierde porque juega con otros niños mientras ella habla, se relaciona con otras madres y sabe todo lo que pasa en la escuela, se entera de los cumpleaños y fiestas, conoce los problemas de la AMPA, sabe por qué vicisitudes atraviesan los niños, sabe que hay un caso de bullying, se informa de que los niños tienen que llevar cantimplora y gorra para la próxima excursión, se entera de que ha habido pésimos resultados en la asignatura de matemáticas, sabe que es necesario preparar un disfraz para Halloween… Dos estilos diferentes. Uno más técnico, otro más social.

Volvamos a la abuela de la historia de Carmen, que ya estará cansada de esperar, casi perdida, después de esta larga digresión.

Pues bien, la abuela le pregunta al mayor:
– ¿Quien es tu seño?
El niño contesta.
– La seño Blanca.
La abuela sigue preguntando, ahora al nieto de cuatro años:
– ¿Y tu seño quién es?
– La seño Rosa, dice el niño.
Como es lógico, le llega el turno al pequeño:
– ¿Me quieres decir quién es tu seño?
El niño se echa a llorar, compungido y avergonzado y dice:
– Es que yo no me sé el color de mi seño.

Color blanco de una, color rosa de la otra y a él le falta saber cuál el color de la suya. Deduce, con buena lógica, que todas las maestras tendrán un color. Es la lógica de un niño de tres años. Una lógica que necesitamos tener en cuenta para poder entenderlo, para poder enseñarle. La historia tiene también sus lágrimas, lágrimas que tenemos que saber enjugar con palabras tiernas y comprensivas.

El hilo me lleva al ámbito de las emociones en esta etapa que yo creo que es la más intensa, la más influente, la más decisiva del sistema educativo.

Carmen García comparte con quienes formamos un circulo apretado otra pequeña-gran historia. Cuenta que guarda con cariño una carta de un niño chiquito. Mientras lo cuenta sus ojos se humedecen por las lágrimas. Dice que el niño la traía a mal traer. Hasta que un día le dijo:

– Mira, yo te doy todo lo que tengo, trato de ayudarte, de enseñarte… Pero tú no te portas bien, no te esfuerzas, no me atiendes… Vas a ir a la clase de la seño X (precisa que ya había hablado con ella) y piensas qué otra seño quieres tener. En el pasillo están todas con sus niños. Tú eliges una y me lo dices. Y luego te vas con ella.

Nos cuenta emocionada que el niño, después de regresar de su exilio emocional, le pidió papel y lápiz, que le escribió una nota (dice que la guarda todavía como un pequeño tesoro) y que se la entregó con gesto humilde y afectuoso.

En la carta el niño se disculpa por su mal proceder, le dice que va a cambiar y le hace una petición entrañable: quiere que le de un abrazo.

Hace unos años, al comenzar un curso de doctorado pregunté a los asistentes por qué se habían matriculado. Fueron desgranando sus motivos, por cierto muy diversos. Y una de las matriculadas dijo lo siguiente:

– Es que yo quiero dejar de ser una simple maestra de infantil.

¿Por qué simple?, pregunté. ¿Crees que es más importante la tarea de los profesores universitarios que se ejerce en un momento en el que los alumnos tienen ya configurado su sistema de creencias y valores, en un momento en el que han cristalizado sus ideas y actitudes?

¿Por qué simple?, insistí. Estás trabajando en una etapa donde se cuidan las emociones (no se entiende que una maestra de infantil no conozca al cabo de dos días el nombre de sus niños, mientras que en la Universidad puede pasar todo el año sin que aprendamos todos los nombres de nuestros alumnos y alumnas), en la que se cuida la estética del espacio, en la que se innova cada día, en la que se investiga sin cesar…

Escribí, a raíz de aquella expresión un artículo que circula por la red y que se titula “Una simple maestra de infantil”. En él hago referencia al libro de Roberto Fulghum titulado “Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el parvulario”. Una gran verdad.

33 respuestas a «Yo no sé el color de mi seño»

  1. Decirte que te he copiado muchas de las alusiones para mis alumnas y alumnos de 1º de Educación Infantil y, también de Educación Primaria, aspirantes a ser maestros. Lo llevo haciendo años y creo que es lo que más falta les hace y a lo que mayor partido le pueden sacar, y, en consecuencia, le podremos sacar todos en el futuro, cuando ellos estén en el ejercicio social al que aspiran. Recuerdo que, en una de las charlas sobre cuáles eran las funciones fundamentales de un/a maestro/a, en uno de los pequeños grupos de discusión que solemos utilizar para agrandar el saber, llegaron a la conclusión de que la función fundamental que debíamos llevar a cabo era: «Hablar su idioma». Es evidente que no se estaban refiriendo a las lenguas. ¡Yo ese día, (como casi todos) aprendí mucho con mis alumnos de «mi Infantil-Inicial»
    Gracias siempre.

    • Querido Rufino:
      Muchas gracias, querido amigo. Todo lo aprendemos entre todos.
      Yo tengo una especial devoción a esta etapa, que creo que es la más decisiva de todas.
      ¡Qué importante tarea la formación de maestros y maestras de infantil!
      Un gran abrazo.
      Y gracias por ser tan madrugador.
      MAS

  2. Hola Miguel Ángel, me llamo Aida, ayer estuve en la conferencia que distes en la Universidad de Málaga, me encantó, ya he tenido la oportunidad de verte en otras ocasiones y te puedo asegurar, y aclaro que no es una declaración de amor jeje, que recuerdo con alegría la primera vez que te vi y desde entonces suelo leer tu blog e intento aprender de cada mensaje que transmites. Muchas gracias por enseñarnos que existe la hoja blanca además del punto negro. Un saludo!!!

    • Querida Aida:
      Mil gracias por tus palabras.
      No sabes con cuánto emoción me dirigí a maquines vais a tener en las manos y en el corazón la vida de tantos alumnos y alumnas. Me conmueve vuestra futura responsabilidad.No sabes cuánto me hubiera gustado poder transmitiros toda la emoción y toda la experiencia de tantos años como he pasado realizando esta hermosa y compleja tarea.
      Gracias por tus palabras. ¿Estuviste hsta el final? Sé que algunos tenían que ir a otra conferencia. Hubiera preferido acortar un poco mi intervención y teneros a todos de principio a fin.
      Te deseo lo mejor en tu formación y en tu futura tarea de profesora. Es la más importante de todas, Que seas feliz en ella y que hagas felices a tus alumnos y alumnas.
      Besos y gracias.

  3. Creo, Miguel Ángel, que si al pequeño, tras sentirse apenado por no “saber el color de su seño”, su profesora le hubiera dicho: “Bueno, no te preocupes. Lo que ahora vas a hacer es pintarla o dibujarla, y después me explicas lo que has hecho”, lo más probable es que el niño se hubiera prestado de modo entusiasta a describir gráficamente cómo era aquella persona que le enseñaba tantas cosas.

    Pero, lamentablemente, nos encontramos en el país de Velázquez, de Zurbarán, de Goya, de Picasso, de Dalí… y en el que, paradójicamente, la formación y el interés que tiene el profesorado, en líneas generales, por la educación artística es mínima. De esto ya hablé hace poco. Hablar de Arte y de Educación Artística en España es “llorar”, como decía Mariano José de Larra aplicándoselo al campo de la escritura y el periodismo.

    Antes, cuando comenzaba las asignaturas de Educación Artística solía preguntar en la clase qué recordaban y qué habían aprendido de la misma en su etapa escolar. Ahora yo no les pregunto, pues sé que, sin exceptuemos casos contados, no recuerdan nada o casi nada; y si me comentan algo, resulta que se refiere a “rellenar fichas”, es decir, colorear o copiar alguna otra imagen que viene en el libro. ¡Absolutamente penoso!

    Hace unos días han comenzado las prácticas de mis alumnos y alumnas de Educación Infantil. En clase, tras haber estudiado la evolución gráfica del escolar desde que inicia sus primeros trazos hasta que cumple seis años, les indiqué que no se extrañaran que los dibujos que recogieran en las aulas en las que estarían presentes apenas se corresponderían con los ejemplos que habíamos visto en la pantalla, puesto que, incluso en Educación Infantil, la Educación Plástica está muy abandonada.

    ***

    Hace unos días estuve charlando en la Facultad con Rafa M. que es técnico en la misma. Le pregunté por Elena, su hija, y me indicó que por fin se había matriculado en el Grado de Dibujo de Animación que se imparte en la Universidad de Tarrasa.

    A Elena la conocí cuando tenía 4 años, ya que su padre me había presentado los sorprendentes dibujos que realizaba la niña. A Rafa le estuve explicando que la pequeña, aparte de la pasión que tenía por dibujar, su inteligencia visual era muy alta, por lo que había que apoyarla para que no perdiera esta capacidad.

    Cada cierto tiempo me entregaba sus dibujos que realizaba en casa para que viera cómo iba avanzando. Era uno de los casos que conozco de niños o niñas en los que tempranamente se despierta una de las inteligencias de las que nos habla el psicólogo estadounidense Howard Gardner en su obra “Inteligencias múltiples”.

    Antes de que entrara en Primaria, le indiqué a Rafa que teníamos que apoyarla en casa, dado que en el colegio al que iba lo más probable es que se le bloqueara esa capacidad innata que manifiestan algunos pequeños en edades tempranas. En efecto, lo que se le proponía en la clase de Plástica de Primaria le aburría soberanamente, dado que en absoluto se fomentaba la imaginación y libertad creativa; los trabajos que se les proponían eran lo de siempre: colorear figuras ya dadas, copiar de láminas, pegar, hacer flores, etc.

    Sobre Elena ya escribí un artículo en una revista universitaria, en la que incorporaba algunos de los dibujos que había realizado con el paso de los años. De igual modo, en la 3ª edición de “El Arte Infantil. Conocer al niño a través de sus dibujos” incorporé uno suyo, aunque puse una edad mayor de que la tenía, pues quienes lo vieran creerían que no correspondería a una niña de su edad.

    Ni que decir tiene que hoy Elena, con 18 años, es una brillante ilustradora, cuya pasión es titularse en una disciplina que le conduzca un día a entrar en unos estudios de dibujos de animación, sea en España o en el extranjero. Sus padres se sienten muy orgullosos y felices de ver a su hija entusiasmada y disfrutando del camino que ha tomado.

    ***

    En anteriores artículos de El Adarve hemos debatido sobre la homogeneidad o la pluralidad de situaciones del alumnado. Sobre esta cuestión, quisiera indicar que Pablo Poó, un joven profesor de Lengua de Secundaria, también forma parte del consejo de redacción de los 12 diario digitales de Andalucía en los que publico.

    Pues bien, Pablo suele publicar incorporando algún vídeo en el que nos habla de diversos temas educativos. En el último trabajo reflexiona sobre el significado de los distintos contextos en los que trabaja el profesorado. Merece la pena escuchar los 8 minutos en los que este entusiasta profesor se dirige directamente al espectador en su entrega titulada “Peligro: opinadores educativos”. Ahí anoto el enlace en el que se le puede escuchar sus argumentos.

    http://www.montilladigital.com/2017/11/pablo-poo-peligro-opinadores-educativos.html

    ***

    José Antonio me recuerda que prometí “cantar” antes de que iniciáramos las vacaciones de verano. Lo cierto es que, aunque tengo escasa voz (pero buen oído), me paso la vida “cantando”, de ahí que yo carezca de eso que se llama “mano izquierda” y no sirva en los aspectos diplomáticos que tanto se llevan en estos tiempos.

    Por cierto, José Antonio, dado que tú trabajas mucho con la mente, ¿me podrías explicar qué quiere decir exactamente o por qué se utiliza esa expresión para referirse a alguien que es diplomática o sabe desenvolverse en medio de las ‘aguas turbulentas’? No es un reto; sencillamente que no sé su origen y, como escribo desde casa, no tengo accedo a los diccionarios que hay en la biblioteca de la Facultad en la que trabajo.

    Por otro lado, cuando nos invitabas a “atizarnos” yo me encontraba muy enojado. Me explico:

    Resulta que una de las alumnas a las que dirigí el TFG (trabajo fin de grado) era licenciada en Bellas Artes y había estudiado Magisterio por vocación, dado que se quería dedicar a la enseñanza de los primeros niveles. Su trabajo trataba de la obra de Salvador Dalí y sus aplicaciones educativas a Primaria. Quienes formaron el tribunal ninguno pertenecía al ámbito artístico. Quien lo presidía (un cargo relevante en la Facultad) sabía que yo me encontraba en un congreso en Barcelona y que volvía al día siguiente de la defensa del trabajo. Pues bien, una vez terminada y dada la calificación, se les indicó que si tenían alguna duda que podían realizarla en ese momento. La alumna a la que dirigí el trabajo dijo que deseaba conocer el porqué le habían dado esa calificación tan baja. Las respuestas, según me indicó por correo, fueron tan absurdas que eran expresión de que no sabían apenas nada del trabajo que habían evaluado.

    Cuando regresé de Barcelona, y al terminar la Junta de Facultad en la que se encontraba quien había presidido el TFG, me dirigí para comentarle que se habían saltado un punto que es preceptivo: que se convoca al alumnado 48 horas después de la defensa, no en el mismo momento. Por otro lado, le apunté que sabía que yo estaba en Barcelona, por lo que consideraba una falta de respeto hacia mí al tiempo que no nos había dado la posibilidad de que ambos (tutor y alumna) preparásemos las respuestas a las objeciones que se le habían hecho.

    Después de mucho esperar, de mucho ir y venir esperando una respuesta, la alumna renunció a solicitar un nuevo tribunal, pues había comprobado que los dos que acompañaban a quien lo presidía se habían doblegado a sus criterios, y la razón había que buscarla en que eran profesores contratados, esos de los que consideran que al poder académico no hay que contrariarlo.

    Finalmente, me agradeció todo el trabajo que había desplegado con ella, así como la total defensa que le había ofrecido, aunque me indicó que acababa profundamente decepcionada de Magisterio, ya que a lo largo de todos sus estudios esa fue la calificación más baja que había recibido. Por mi parte, lo que me molestó profundamente fue esa decepción que había sufrido una excelente licenciada en Bellas Artes y que su pasión educativa se viera, en cierta medida, por la mediocridad moral de un profesorado que, en un caso, quería mantener “su estatus” y, por el otro, de dos que se subordinan dado que no desean molestar a quien detenta un cargo en la Facultad.

    ***

    Voy cerrando. Ayer se me ocurrió hacer algunos ejercicios de estiramiento en la pierna izquierda (ojo, no en la derecha) y lo único que logré es que todo el día tuviera un fuerte dolor en ella, con el que continuo hoy mismo, por lo que me consuelo escribiendo sin parar. No volveré a hacer semejante cosa, a menos que fuera con la ayuda de un “fisio”, que para eso están.

    • Querido Aureliano:
      Cada vez que leo un comentario (ya sé que las condiciones de la escritura hacen cometer errores)me convenzo m´s de la conveniencia de que sigas participando en el blog. Este es otro caso.Un comentario rico y variado en contenidos. Para prender.
      1.Comparto tu inquietud de que la educación artística sigue necesitando un enorme empujón en nuestro sistema educativo. ¿Cuándo se preocupará PISA de estas cuestiones?
      2. El caso de Elena es paradigmático. Para que una niña así avance necesita que la familia sea sensible y no se empeñe en llevarla por otros caminos.
      3. El caso de la evaluación del TFG es tremendo. ¡Qué responsabilidad más grande tiene la evaluación!Una vez más compruebo que no se tata solo de una cuestión técnica (que también) sino que tiene unas potentes repercusiones éticas.
      4. Atención con esa pierna, que es izquierda.
      Un gran abrazo.
      Y gracias.
      MAS

  4. He releído el texto enviado y denoto ciertas incorrecciones gramaticales. En fin, esto puede entenderse a partir de un escrito tan largo en el que hago cambios sobre la marcha.

  5. Hola Miguel Angel, soy María, Maria López del grupo que en la Complutense tuvimos tanta relación contigo aunque al final te fuiste a Málaga. 30 años en infantil y sigo pensando que las administraciones, la sociedad y los propios maestros de esta etapa no le dan la importancia que se merece. Si no somos capaces de creer de verdad que la primera etapa del sistema educativo es la mas importante, poco favor haremos a la infancia. Gracias por tus escritos, tus reflexiones y tus pensamientos, te sigo con cariño y mucho me gustaría pudieras venir a Madrid a transmitir ese amor que tienes por esta etapa. Un abrazo

    • Querida María:
      Qué alegría verte por estos lares.
      Ha sido una enorme sorpresa y una satisfacción extraordinaria el leerte.
      Veo que sigas con las ilusiones intactas o, mejor dicho, enriquecidas e incrementadas.
      Ojala´podamos vernos en Madrid y compartir tantas inquietudes.
      Besos.
      Gracias.
      MAS

  6. Miguel Ángel.

    Relacionado con la respuesta de la matriculada en el curso de doctorado «Es que yo quiero dejar de ser una simple maestra de infantil» quisiera hacer un comentario.

    Es curioso que en el gremio de primaria donde más «deserciones» se producen (al menos eso es lo que he venido observando durante 27 años de docencia) es en las especialidades de Educación Física, Educación Especial y en Educación Infantil. Cada una de estas materias tienen su problemáticas específicas, pero también coinciden en unas circunstancias comunes..

    Está claro que en Educación física (área de la que soy especialista y que sigo impartiendo de forma ininterrumpida en estos 27 años) el patio quema, ya sea por el frío o por el calor (muchos centros de primaria carecen de gimnasios, especialmente en las zonas rurales). Para muchos no es fácil «entretener» a los niños durante un año (una clase la da cualquiera, basta plantear varios juegos conocidos y te tienes ganados a los niños, el juego es un elemento muy motivador). Pero diseñar todas la sesiones de un curso de un modo intencional en función de los objetivos que tienes planteados, ya deja de ser tan fácil. Ser capaz de enseñar de una forma divertida tampoco. No es cuesitón de repetir juegos o actividades físicas hasta la estenuación. Enseñar y formar niños desde el área de Educación física requiere del docente una competencia muy exclusiva que no se disponen en otras áras curriculares. Entre otras cosas porque el ámbito donde se desarrolla nuestra materia no es en un aula cerrada y los niños no permanecen sentados…

    Qué decir de la Educación Especial, aparentemente debiera ser fácil por el escaso número de alumnos que suelen atender en cada sesión. Pero la realidad no es así, los que hemos tenido alumnos con alguna discapcidad o trastorno lo sabemos bien… Los resultados se logran, generalmente, a muy largo plazo. Cuando crees haber logrado algo, al día siguiente observas un retroceso,… En muchas ocasiones el docnete se siente insatisfecho con su trabajo. Además, son tantas y complejas las problemáticas que hay que atender que también «quema» mucho.

    Y, efectivamente, la Educación infantil es muy díficil, no sólo porque que en este periodo se abordan aprendizajes muy complejos, también por la edad de los niños. Además de utilizar un «lenguaje simbólico» que hay que conocer para poder comunicarse y entender sus necesidades (como le pasaba al caso que ilustra tu reflexión de esta semana), son alumnos incansables, no parán,… agotan al docente. A éstos sí que es complicado mantenerles la atención durante un largo tiempo. Las estrategias de los docentes han de ser muy «simples», pero a la vez contundentes…. Nadie quiere sustituir en Infantil, por algo será…

    Vistas las dificultades específicas de cada una de estas especialidades, además, suelen llevar asociadas otras, que son comunes a las tres. La sensación del docente de que su materia es menor, menos importante, «de segunda»… El prestigio de las áreas instrumentales, o bien el trabajo con niños más «normales,» parece que otorga más valor al desempeño docente… Muchos se sienten inferiores al resto de sus colegas…

    Puedo entender que uno se «queme», pero no que se sienta inferior. Ante esfuerzos tan grandes como los desepeñados por la mayoría de los docentes de estas asignaturas, solo cabe RESPETO. Lo que ellos hacen no lo hacen cualquiera. Todos, sin embargo, «estamos» más o menos capacitados para impartir áreas instrumentales…

    Pero, dicho ésto, lo que más me llama la atención es que la final todo «quema», hasta un aula de 25 alumnos en primaria o de 30 en secundaria. Porque este trabajo, sea de la especialidad que sea, es agotador. Por ello, los universitarios que opten a ser docentes han de ser los mejores, los más preparados y los que más aptitudes para la interacción con niños o adolescentes dispongan.

    Siento haberme enrollado. Abrazos y saludos a los que pasáis por este lugar de reflexión.

    • Querido Juan Carlos:
      Cómo se nota que tu comentario nace de la práctica. Hay, detrás de tus palabras, una experiencia acrisolada.
      Hablas de quemarse, de cansancio, de dificultad…
      Y yo hablo también de importancia, de influencia decisiva, de gran trascendencia de la tarea. Son dos cosas distintas. A mi preocupó, de la frase de aquella alumna, la sospecha de que ella consideraba menor o pequeña su tarea.Ella habla de simplicidad o, mejor dicho, de simpleza de la tarea.
      Un gran abrazo.
      Gracias, amigo.
      MAS

      • Migel Ángel.

        Hablo de motivos que evidencian el trabajo arduo de un buen maestro/a profesor/a. Y de cómo a muchos le queman… Pero insisto en la gran importancia y trascendencia de nuestra acciones. Tú lo circunscribes en edades iniciales (la la maleabilidad de los niños), pero yo lo extrapolo a otras etapas: primaria por el momento en que se consolidan esos aprendizajes iniciales, secundaria, por la etapa tan colvulsa que sufren los adolescentes, e incluso en la unviersidad, porque allí se van a consolidar ideales y valores que van a acompañar al individuo durante su vida.

        La labor del maestro es trascendente siempre… Y alguien como tú que ha pasado por todos las etapas de nuestro sistema educativo lo debe saber muy bien…

        Un abrazo.

        • Querido Juan Carlos:
          Estoy plenamente de acuerdo contigo. No digo que otras etapas del sistema educativo carezcan de importancia. ¡¡¡No!!! Ni siquiera podría decir cuál es más importante que otro porque, como dices, todas tienen su peculiaridad (por el momento evolutivo, por las circunstancias…). Lo que he querido decir es que algunas veces se minusvalora la etapa de infantil. A veces (como es el caso de la maestra que quería hacer el doctorado) por quienes trabajan en ella. Y por las familias.
          Decía una madre: la maestra de mi hijo ha ido a un curso de formación. ¿Es que no se sabe las letras?
          Un abrazo.
          MAS

  7. Siempre me aparecido admirable el trabajo de las maestras de infantil.Hay que tener imaginación,cercania emociona, mano izquierda, capacidad de resistencia… a raudales. Y me ha parecido no solo complicado psicológicamente sino físicamente. Creo que ese trabajo exige un desgaste físico enorme.
    Hace falta ciencia y paciencia para trabajar en es etapa.
    Pero también creo que esa etapa no está suficientemente valorada en ningún sitio. Ni por la política, ni por las familias, ni por la sociedad en general.
    Por eso me ha parecido estupendo este artículo.
    Gracias.

    • Querida Maribel:Esta es la única etapa en la que no he trabajado directamente, aunque fui Director de un Colegio que tenía lo que entonces llamábamos preescolar.
      Era el año 80.
      Vimos que solo había maestras en la etapa y nos preguntamos por qué.
      Fuimos rebatiendo todos los argumentos que aparecían para justificarlo:

      – Los padres y madres lo prefieren
      ¿Y si les explicamos que en la casa el polo femenino está muy acentuado y que debería contrapesarse con la influencia del poco masculino en la escuela?
      – Las mujeres son más sensibles
      Entonces las mujeres que no sean sensibles no deben estar
      Algunos hombres pueden ser más sensibles que las mujeres
      . Siempre se ha hecho así
      ¿Y si se ha hecho mal?
      Pusimos el 50% de varones en preescolar y la experiencia resultó magnífica.
      Gracias por participar.

      PD: Me ha gustado eso de la ciencia y la paciencia.

  8. Hola, Adarve:

    1.- El tema de la semana de nuevo trata sobre la primera de la Carrera: La Educación infantil.
    Por lo menos, nadie podrá negar que en el orden de aparición en tan larga Carrera (la de estudiante, luego continuará la de aprendiz en exclusiva), es la primera. Y lo que viene antes siempre condiciona a la que viene después, en mayor o en menor medida.

    Un placer leer el artículo.

    2.- Gracias Aureliano. Gracias por hacerme interesar por la expresión “tener mano izquierda”, por su origen, por ver que, por una vez, la palabra izquierda tiene una connotación positiva. Demuestras ser un buen profesor, porque me lo mandaste sin mandarme, me guiaste, me picaste la curiosidad hacia un tema, y tú sabias que así iba a ser. Lo de que eres un profesor bueno, casi no hace falta ni comentarlo, lo tienes más que demostrado en este blog con cada comentario.

    3.- Sobre Pablo Poó, ya le había leído muchas veces, y también visto su famoso video para sus estudiantes vagos. También lo he visto en una entrevista para alguna televisión. Como solo soy un opinador, voy a darle la razón y callarme. Bueno, no, dos cositas de opinador bocazas. Estoy convencido de que es un profesor preocupado por sus alumnos y alumnas, por su futuro. Pero mucho de su lenguaje, muchos de sus conceptos, no han dejado de recordarme a dos casos que motivaron sendos artículos de Miguel Ángel en El Adarve. Uno de ESO y otro universitario. Digo que me los recuerda, y no sé por qué.

    4.- Aureliano, como todavía no lo he hecho y tenía ganas de hacerlo, quiero agradecerte en nombre de Simón y, sobre todo, de Antonio y sus padres, la felicitación por la forma de escoger su nombre. Una decisión compartida, pero con protagonismo de Antonio, su hermano mayor, en su búsqueda y propuesta. Dejo aquí tu artículo, para el que quiera leerlo, porque viene muy a cuento en E.I.

    http://www.montilladigital.com/2017/09/aureliano-sainz-nombres.html

    5.- Con esto y un bizcocho… Un abrazo, barrio.

    • Querido José Antonio:
      También es primera cronológicamente, pero yo hablo de jerarquía pedagógica. De todos modos, bien mirado, cada etapa es importante en su momento y en su intensidad.
      Lo que he querido es subrayar la importancia de una etapa que frecuentemente está infravalorada.
      Gracias por el artículo de los nombres. Magnífico Aureliano.
      Un cordial saludo.
      MAS

  9. Si te soy sincero, José Antonio, cuando te pregunté por la expresión “tener mano izquierda”, la verdad es que no sabía el origen de la misma y acudía a ti para que me indicaras si habías reflexionado sobre ella.

    Conocía su uso, pero, como sucede con muchas de las expresiones lingüísticas ya codificadas, las empleamos con el significado que se le atribuye socialmente.

    Una vez que realicé el comentario anterior, me puse a pensar en ella y, personalmente, he deducido un posible origen: resulta que la mayoría de la población somos diestros manualmente, por lo que es la mano derecha la que utilizamos para todas las tareas importantes o que necesiten habilidad; la izquierda no la empleamos en actividades que exijan fuerza o destreza. Deduzco, pues, que quien usa también la mano izquierda sabe desenvolverse bien, puesto que la emplea de forma complementaria a la de la derecha.

    (No entro en el tema del toreo del que algunos hablan, pues, aparte de que apenas sé de ello, no me gusta ver sufrir a los animales.)

    En tu escrito, indicas que es de las pocas expresiones en la que se utiliza la palabra “izquierda” en sentido positivo… Por cierto, ¿en qué lado de nuestro cuerpo se encuentra el corazón? Pensemos que es el habitáculo del alma, según Aristóteles, o, simbólicamente, el centro de las emociones positivas del ser humano. (Recordemos, por ejemplo, “tener buen corazón”, etc.)

    ***

    No tienes que darme las gracias por el artículo en el que tomé como referencia el caso de tu pequeño sobrino Simón, pues, a decir verdad, y esto lo sabe bien Miguel Ángel, en ocasiones es complicado abordar semanalmente temas novedosos, y el pequeño Simón me alumbró el piloto para entrar en uno nuevo.

    Por cierto, ¿sabes que lo comenté en clase al comienzo de curso y un alumno, Juan José, me indicó que él también les propuso a sus padres el nombre de su hermano que venía en camino, por lo que ahora le quiere mucho, dado que siente que, gracias a él, porta el nombre que tanto le gustaba?

    • Querido Aureliano:
      Aunque tu comentario va dirigido a José Antonio permíteme terciar en la cuestión.
      Es cierto que lo izquierdo es lo siniestro que la izquierda tiene connotaciones negativas (estar a la derecha del Padre es solo deseable)… Pienso que la influencia de la valoración positiva que se hace en el toreo del uso de la mano izquierda ha podido influir en esta acepción. A mí tampoco me gustan los toros y no entiendo nada de ese arte cruel, peros sí sé que se dice que laman izquierda «hace rico».
      Me gustó mucho tu artículo sobre los nombres. Es un mérito que te aprendas los nombres de todos tus alumnos. No es fácil. Yo me recuerdo memorizando en aquellas antiguas fichas que tenían la fotografía delos alumnos, el nombre de cada uno. Nominatim.
      Un gran abrazo.
      Y gracias por seguir aquí.
      MAS

  10. Hola a todo el mundo.

    Como ya se ha dicho por aquí, hay que tener madera para el oficio. No valemos todo el mundo. Aún para los más compententes por su natural forma de ser, no es nada fácil. Solo sé de oídas y por imaginación. Alguna vez me han dejado por momentos a cargo de uno de esos terribles enanos y casi lloro de impotencia a pesar mi consolidada robustez. Ya con uno podía llegar a ser pesadilla. Aún si era por un solo momento y miraba el reloj buscando el relevo. No me puedo ni imaginar una “banda” de quince, veinte o más insurrectos a la vez, de esos de entre tres y cuatro años de edad. Y además no un solo día, muchos días, toda una vida. Estoy sudando de pensarlo, solo de pensarlo. Aquí sí que aplicaba yo medicina de la buena para que el infravalora la profesión u oficio. Solo con dejarlo “encerrado” un ratito en el aula, a cargo de muchos mocos que limpiar, algún pis que fregar y algunos pañales que cambiar. Y lo peor, la contagiosa llantina. Como el lloroncete de turno y mando supremo del aula tenga un mal día, agárrate infravalorador de maestros de infantil. El contagio de la llantina puede ser, por sí solo, motivo verídico de sopesar un “solo tengo ganas de morirme”. Y como ven, de momento, solo entro en el estar con ellos. Sobre el conducirlos, mejor hago acto de silencio, eso sí que debe ser harina de otro costal.

    Tengan buena noche.

    • Qué hermoso comentario, Don Quintiliano.
      Mejor que el de cualquier pedagogo.
      Y, sobre todo, lo más valioso de lo que dices eso que callas: «Sobre conducirlos, mejor hago acto de silencio…». No se puede decir más ni mejor.
      Gracias.
      Saludos cordiales.
      MAS

  11. No es mentira si le digo que he entrado a su blog en busca de consuelo. De verdad, en más de una ocasión he vuelto a creer en la educación y a mis ojos se ha vuelto a hacer preciosa y con esperanza de cambiar gracias a lo que escribe y también a los comentarios.
    Éste artículo es justo lo que buscaba y me ha caído como anillo al dedo. Hasta parece magia. Le agradezco de corazón por regalarme las letras que iban a reconfortarme.
    El día de hoy me encontraba sofocada entre mis pensamientos, triste, decepcionada. Veía a mis alumnos (de educación infantil, o más bien de preescolar como es aquí en México) y pensaba si estaba influyendo positivamente en ellos, si los estaba motivando, si de verdad los estaba queriendo a todos (33) con palabra y acción.
    Y pensaba también: y eso que aún no soy docente formalmente.
    A casi 8 meses de egresar de la Normal.
    Me sigo preguntando y me siento igual de desconcertada como el primer día en esa escuela. Muchas dudas, con el paso de mi formación, muchas son distintas. Otras siguen siendo un enigma.
    Y ahora más que nunca sé que no somos «Simples maestras de infantil» y que esto nos pone en un papel imprescindible. En donde pequeños de 3 a 5 años nos miran absortos esperando que les ayudemos a andar, o a encontrar aquello que demanda su corazón.
    Quisiera poder llegar a donde ellos aún no alcanzan y enseñarles con ejemplo y guiarlos hasta donde lo necesitan. Quisiera poder decir que también estoy intentando ser generosa, justa, solidaria y respetuosa para mirarnos de frente y seguir intentándolo, juntos.
    No obstante, me sigue haciendo ruido la manera en que se perpetúan los principios de la educación infantil. Aquí y en otros lados del mundo.
    1. ¿Qué pasa con la educación emocional? Y no hablo solo como materia o fin formativo de 9 a 12. ¿Qué pasa con la formación docente en ésta área? Cómo se nos prepara psicológicamente para…la rabieta de un pequeño, la resolución de conflictos por medio de la negociación, la atención a sus inquietudes más cotidianas…?
    Y más aún, ¡cuando existe un espacio para docentes? algo así como sesiones terapéuticas para que el docente pueda comprender y darle nombre a sus emociones, a su fatiga y a ese desenfreno en la cotidianidad, para entender cabalmente qué ocurre en nuestras aulas.
    La práctica reflexiva necesita un trampolín para arribar a una práctica terapéutica que se cure y se regenere a sí misma. Y sin despersonalizar: necesitamos docentes que se curen y regeneren a sí mismos, y con apoyo.
    2. ¿Qué pasa con nuestras aulas del siglo pasado o antepasado? Educando a niños del siglo XXI en pupitres o mesas con cierta flexibilidad en la organización o en los espacios. Pero… sigue la misma historia desde el tan satanizado «conductismo», las escuelas lancasterianas, las pruebas y el castigo. Apelo pues, a un cambio radical en la dinámica de las escuelas. Por hoy no apoyo la idea de un docente en un aula con más de 20 alumnos. Con la misma actividad. Al mismo ritmo.
    No puedo.

    Y hasta aquí mi catarsis. GRACIAS DE NUEVO.

    • Querida Ángeles:
      Un comentario como el tuyo merece todo el esfuerzo. Solo por recibir un comentario como el tuyo merece la pena pensar y escribir.
      Es un comentario nacido del corazón y de la mente. De un corazón inteligente y de una mente sensible. Gracias a ti por esta aportación que no me será fácil olvidar.
      Los dos puntos que comentas son excepcionalmente importantes. Sobre el primero escribí en la Editorial Bonum (Buenos Aires) un librito titulado «Arqueología de los sentimientos en la escuela». Qué importante es todo lo que dices para el profesorado y para los alumnos y las alumnas.
      Estoy completamente de acuerdo con el punto segundo.Las clases masificadas dificultan la atención a la diversidad e imponen una homogeneización demoledora.
      Gracias por haberme leído y por haber escrito este magnífico comentario.
      Besos y MUCHO ÁNIMO. Que tu escuela sea mejor porque tú trabajas en ella
      MAS

    • Querido José Antonio:
      Inger Enkvist, catedrática de español en Lund (Suecia) ha escrito libros de títulos bien significativos: «Guía para perplejos», «La educación en peligro», «La buena y la mala educación»… Hay cosas que comparto con ella y otros que no.
      En un artículo titulado «La influencia de la nueva pedagogía en la educación. El ejemplo de Suecia» dice que «a los pedagogistas no les interesan las asignaturas sino las diferencias entre los alumnos». No es cierto, a mi juicio. ¿Cómo no va a considerarse importantes las asignaturas, los contenidos, el conocimiento…?
      Gracias de todos modos, por brindar a los lectores y lectoras la entrevista.
      Yo también sigo el Diario de la Educación. El año pasado escribí en él cada mes. Este año toca descanso.
      Un abrazo.
      MAS

  12. Querido Miguel Ángel:

    Gracias a ti siempre, por cada artículo semanal, por cada respuesta a los participantes, por alguna rabieta que me provocas, poquísimas, pero que se me pasan muy pronto cuando pienso un poco más y mejor de lo que lo había hecho.

    Tu “de todos modos” me hace pensar que crees que cada vez que dejo deberes por aquí, es porque yo estoy de acuerdo con ello, o que tú puedas estar en la misma onda de pensamiento. Y no siempre es así.

    En este caso, lo leo y tengo mi opinión. Pero lo dejo porque me interesa la tuya y la de quien quiera. Al ser una entrevista, se tocan muchos temas distintos y que aquí tratamos. Imposible estar de acuerdo o en desacuerdo con todos ellos. Sobre todo, lo que pueda haber detrás de cada concepto, las acciones concretas en las que se plasman.

    No es la primera vez que me tropiezo con Inger Enkvist, de la que desconozco practicamente todo. Unos pensarán que no pierdo gran cosa y otros que así nos luce el pelo. Pero cuando ves el cartel de las fiestas y quienes la acompañan, a no ser que sea una de esas que busca la confrontación, que no creo que haya muchas, pues te puedes hacer una idea de por dónde van a ir los tiros.

    Perdona que no hable directamente de Educación Infantil, de la etapa en la que te puedes encontrar a los aprendices más curiosos, más motivantes, más listos y cariñosos que se pueda encontrar un maestro. Ellos y ellas por un igual. Y lo digo sin idealizar a los más pequeños. Pero mientras se piense, aunque en España se le ha cambiado el nombre, que es preescolar lo que ellos hacen (por consiguiente, el o seguro que la profesional que los atiende es…), no la valoraremos de la forma que se merece, de la forma que es necesario valorarla.

    Si la escuela, si lo serio viene después, entonces es que se piensa que lo pre es un juego de niños, un lugar de recreo en donde hay que procurar cuidados asistenciales, acostumbrarlos a unos lugares y a un horario. Luego el profesional tampoco requiere de demasiada preparación y valía. (Las normas y las leyes cambian de manera más o menos rápida y fácil. No ocurre así con las ideas y costumbres).

    (No tengo ni idea cómo funciona lo del correo y el artículo, pero ya te comentara que me había emocionado la primera vez que lo leí, creo que la escena de los abuelos esperadores de nietos y sus técnicas algo tubo que ver. Y que conste que ponía sueño, pero, leído el artículo, se veía que era un error si seguíamos la lógica).

    Me había prometido no abrir la boca sobre la cuestión (la Educación Infantil). Esperar y dejar que sean las profesionales, las experimentadas maestras de la etapa, o de las posteriores, quienes nos aportasen sus ideas más frescas y realistas, pero se me han escapado dos cositas. Nunca cumplo en mí mis propias promesas.

    Un abrazo, Adarve.

    • Querido José Antonio:
      – Me gustaría saber cuáles son las rabietas que alguna que otra vez te provoco. Cuál es la causa. Estoy seguro que darían pie a interesantes intercambios de ideas y sentimientos.
      – No. No pienso que siempre estemos de acuerdo. No sería deseable. Ni posible.
      – En general, me encuentro alejado del pensamiento de la profesora Inger Enkvist, aunque hay puntos de vista que comparto.
      – La denominación de «preescolar era tan negativa como reveladora.
      A punto de mandar el artículo de mañana, un gran abrazo.
      Y gracias por tus aportaciones, sean o no sobre el artículo enviado.
      MAS

  13. A mí, José Antonio, no me gusta nada el pensamiento o la línea que subyace en la obra de la profesora sueca Inger Enkvist. Me recuerda (eso sí, con mayor formación) a la del profesor Ricardo Moreno Castillo, con el cual hubo un agotador debate recientemente en uno de los artículos de Miguel Ángel.

    Pero es que, además, en su libro “De la buena y la mala educación”, editado en 2011, la profesora Enkvist cita de modo admirativo a Moreno Castillo dedicándole unas cuantas páginas.

    Para no hacer un comentario excesivamente largo, y a modo de ejemplo, extraigo un párrafo de la página 309 del citado libro:

    “Un profesor de matemáticas, Ricardo Moreno Castillo, ha escrito un ‘panfleto’ de éxito editorial en el que critica una tras otra las ideas de la nueva pedagogía tal como funcionan dentro del marco de la cultura española. El autor se pregunta por qué se miente a los niños cuando se trata del esfuerzo necesario para aprender cuando, al mismo tiempo, se insiste en explicarles todo en cuanto al sexo y al alcohol…”.

    Amigo José Antonio, me vas a permitir algunas preguntas para que me aclare, puesto que por Andalucía yo no veo esto:

    – ¿En Galicia, el profesorado les miente a los niños indicándoles que no es necesario el esfuerzo para aprender?

    – ¿En tu tierra se insiste en explicarles todo lo referido al sexo?

    – ¿Se les habla constantemente del alcohol?

    Bueno, si tienes tiempo y ganas, me encantaría saber si la enseñanza por Galicia camina por estos derroteros.

    • Estimado Aureliano:
      Y le he dicho a José Antonio que me encuentro alejado de los principales postulados de la profesora Inger Enkvist. José Antonio Marina en su reciente libro EL BOSQUE PEDAGÓGICO Y CÓMO SALIOR DE ÉL (qué desafortunado subtítulo, sería mejor haber dicho Y CÓMO ORIENTARSE EN ÉL) la sitúa en el ámbito antipedagó. Es curioso que una investigadora se deje arrastrar por esas simplezas.
      Un cordial saludo.
      Cuando cierre tu comentario, envío el artículo para mañana sobre los motivos que llevan a las personas a dedicarse a la docencia.
      MAS

  14. Desde luego que hace falta, como dice un comentarista, ciencia y paciencia para trabajar en esta etapa.
    Lo que me pregunto es cómo pueden trabajar en infantil personas mayores que hasta pueden tener dificultades físicas para atender a tantos niños y niñas que tienen una vitalidad incontrolable.
    Siempre me ha parecido un trabajo para maestros y maestras jóvenes. No sé si estaré equivocada.

    • Querida Ana Rosiris:
      Si te conmovió es porque tienes un magnífico corazón, abierto al compromiso y a la emoción que proporciona la comunicación que exige el acto educativo.
      Gracias por tus hermosas palabras. Dicen más de ti que de mí.
      Te agradezco que hayas le`+ido el artículo y que ahora me hayas escrito estas palabras.
      Besos.
      MAS

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