He impartido unas conferencias en la ciudad argentina Justo Daract (provincia de San Luis). Admirable actitud la de unos educadores que dedican una parte de su magro sueldo a formarse y, a veces entre varios, a comprar un libro que leen con avidez. La formación permanente, que en España es sufragada por la Administración, allí tienen que pagarla de su bolsillo. Por eso no se entiende la típica pregunta de quien, al inscribirse en un curso de uno de nuestros Centros de Profesorado, dice:
– ¿A cuánto se puede faltar?
La pregunta esconde un planteamiento bastante mezquino: “Necesito saber de cuántas horas “me puedo librar (ese verbo es muy pertinente, muy preciso: uno se libera de la muerte, de la opresión, del castigo, de algo malo…) sin perder el derecho al certificado de asistencia”. Y de ese tiempo “libre” se aprovecha (o, visto desde el otro lado) se desaprovecha hasta el último minuto.
Se mide cuán bueno es un profesor por el ángulo que forman los certificados obtenidos, una vez colocados debajo del brazo. Algunos van por la escuela con los brazos extendidos sujetando innumerables papeles de acreditación, de modo que, si alguien solicita que le eche una mano dirán:
– No puedo echar una mano a nadie ya que tengo que sostener mis muchas acreditaciones.
¿Para qué les sirvieron si no mejoraron su práctica? ¿Qué dicen de ellos los niños y las niñas? ¿Qué piensan de su tarea los padres y las madres? ¿Qué dicen los colegas? ¿Que piensan los directivos de su actuación profesional? Esos son lis indicadores precisos de la calidad profesional.
Gelner ironizaba sobre esta obsesión meritocrática (ya sé que no se mete en ella el profesor por propia iniciativa sino que el sistema le arroja de cabeza en ella) con una simpática anécdota. Decía que, por las afueras de la ciudad de Edimburgo paseaba un individuo excéntrico que se entretenía en preguntar a los viandantes:
– ¿Le puedo hacer una pregunta?
– Sí dígame, solían decir.
– ¿Está usted bien de la cabeza?, interrogaba.
– Sí, ¿por qué me lo pregunta?
El susodicho personaje preguntaba entonces, dejando desconcertado al interlocutor.
– ¿Me lo puede acreditar?
– No sé cómo se acredita eso, pero sé que yo estoy cuerdo.
El interpelante añadía.
– Yo le voy a demostrar a usted que estoy en mis cabales. Y sacaba de su cartera un certificado que decía: Certificado de alta del manicomio.
¿Es usted un buen profesor? Sí, mire cuántos certificados de asistencia a cursos, congresos y seminarios he acumulado a lo largo de mi vida.
Algunas veces me preguntan los docenes argentinos cuánto cobran al mes los profesores y profesoras españoles, cuántos alumnos tienen en las clases, cuántas horas trabajan, con qué medios cuentan… y les contestas a cada una de ellas. Entonces te dicen:
-¡Estarán dando saltos de alegría!
Les digo que la mayoría sí. Que disfrutan de su trabajo y valoran las condiciones que tienen. Pero que no siempre es así y que algunos dan saltos hacia abajo, aunque parezca imposible.
Al llegar al Colegio Gregorio Agüero de Justo Daract, ya de noche, celebramos una hermosa velada en torno a unas estupendas viandas que habían preparado las docentes (gracias, querida Bibi). Hermosa reunión en la que compartimos risas, preocupaciones y vivencias. Compartir, un verbo que hemos de conjugar más frecuentemente en los diversos escenarios de la vida.
Abordé en las dos conferencias que impartí el espinoso tema de la evaluación de los aprendizajes. Siempre se producen intercambios interesantes de experiencias y de emociones. Dentro y fuera de las salas de sesiones.
Una de las profesoras de la escuela, excelente profesional, me contó que siendo niña leyó en el libro de Historia la siguiente frase: “Colón murió sin darse cuenta”. Y que esa frase le había causado una pesadumbre enorme durante mucho tiempo.
Tardó en cerrar la frase con el pensamiento que seguía: “Colón murió sin darse cuenta… de que la tierra era redonda”. Ella quedó atrapada sin remedio en aquella primera parte de la frase. Puso un punto final antes de tiempo. A ella le daba una pena enorme que Colón se hubiese ido del mundo sin despedirse de forma explícita, sin plena conciencia, casi de puntillas. La angustia le dominaba al pensar en el descubridor yéndose al otro mundo sin tener claro lo que estaba sucediendo. Pobre Colón. Tan avispado para descubrir otras tierras y tan torpe para dejar la que pisaba.
He sido testigo de ese defecto de lectura que deja el pensamiento inconcluso. El alumno leía obstinadamente en voz alta: “Porque San Francisco de Asís dormía con una vieja”. El profesor daba un pequeño golpe en la mesa para que leyera de nuevo. Mi compañero volvía a repetir el enunciado: “Porque San Francisco de Asís dormía con una vieja”. Y colocaba allí un punto que no figuraba en el libro. El profesor sugirió:
– ¿Quiere pasar la página, por favor?
Fue entonces cuando el alumno hizo lo que se le pedía y pudo completar la frase: “Porque San Francisco de Asís dormía con una vieja manta”.
Leer de manera incorrecta genera problemas de comprensión. En estas mismas páginas he contado que, en una clase, el profesor preguntó en voz alta:
-¿Quién fue el sucesor de Felipe II?
Uno de esos alumnos que tiene flojo el muelle de las respuestas, levantó la mano de forma impulsiva. El profesor, dirigiéndose a él, repitió:
– A ver, tú, ¿quién fue el sucesor de Felipe II?
El niño, con todo el aplomo del mundo, contestó: Su primo Genito.
– No puede ser. La línea dinástica no puede venir por los primos., dijo el profesor.
– Lo dice el libro. Lo he leído muchas veces.
– Es imposible. Lee bien
El texto decía: A Felipe II le sucedió su primogénito. Él no echaba de menos la letra mayúscula de Genito y no unía la palabra que estaba dividida en dos partes al final y al comienzo de las líneas.
Qué importante es compartir lo que vivimos y lo que hacemos. La experiencia compartida enriquece a quien da y a quien recibe la comunicación. Todo lo aprendemos entre todos.
Hay dos caminos para compartir con eficacia. Uno de ellos es el diálogo, el otro la escritura. En Justo Daract pude dialogar con los docentes. La profesora de música, protagonista de la frase que da titulo al artículo y de la historia de la lectura truncada me hizo partícipe de una vivencia infantil que solo ella poseía. Yo le conté a ella la historia escandalosa de San Francisco de Asís y la extraña modalidad de sucesión dinástica que había tenido Felipe II.
Con las ideas sucede lo contrario que con el dinero. Si le das a alguien dinero, te quedas sin él. Si le ofreces las experiencia, la acrisolas. Si alguien te da su experiencia no se queda sin ella sino que la enriquece al contarla.
Nadie hay nadie tan rico que no tenga nada que recibir y nadie tan pobre que no tenga nada que dar. Por eso insto desde estas páginas a compartir las vivencias. Los pequeños y los grandes momentos de la experiencia cotidiana. Las emociones felices compartidas se multiplican, las preocupaciones y los dolores se dividen.
Deberían existir tiempos y espacios para el intercambio relajado, para compartir lo que nos sucede, bueno y malo, para aprender de los otros, para contar historias. Y deberíamos tener una actitud abierta y generosa para la dádiva y humilde y sincera para la recepción. Todos seríamos más ricos en sabiduría y más felices en las relaciones. Compartir: he aquí un verbo clave. Una actitud decisiva.
Buenas nohes Miguel Ángel! un gusto enorme leer tu artículo tan cierto y tan complejo, compartir es abrir el corazón para intercambiar emociones, experiencias, ideas, sentimientos… la mochila es más liviana si no caminamos solos, si compartimos el camino, pero ese compartir te hace bulnerable y a veces te lastima ¿será que te da fuerzas para seguir una y otra vez?. Todo es parte de ésta maravillosa aventura que se llama Vivir. ¡Gracias por compartir tu sabiduria cada sábado! un cariño
Querida Marisa:
Me acuerdo de nuestro encuentro mientras firmaba libros en Rosario. Fue una pena que nuestro encuentro fuera tan fugaz, pero me alegró que te identificaras.
Es una satisfacción compartir ideas y experiencias a través de este medio, que siempre está abierto y disponible. También podríamos (deberíamos) hacerlo en persona dentro de las instituciones.
Besos y gracias.
MAS
Interesante texto que nos invita a compartir las experiencias. Es verdad que cuando se hace se multiplica el valor de lo bueno y se divide el valor de lo negativo.
Habría que crear espacios y tiempos en que se pudiera dialogar tranquilamnente dentro de las instituciones.
Todo son prisas que nos llevan a olvidarnos de lo importante ante lo urgente.
También quienes nos asomamos al blog compartimos. Y los comentaristas aportamos nuestra opinión y nuestros sentimientos.
Este es otro medio que se nos brinda para contar nuestra experiencia: no solo lo que sucede sino lo que nos sucede. Es decir, la experiencia pasada por nuestra mente y nuestro corazón.
Gracias por facilitarnos este camino de encuentro y de diálogo.
Saludos.
No puedo publicar el comentario
Querida Adriana:
¿Por qué no puedes?
Repasa bien la respuesta de la cancha (la operación matemática que te propone el blog).
Dime si tienes problemas.
Si ves que no puedes me mandas el comentario a mi correo y yo lo publico. ¿Vale? (arrebol@uma.es).
Besos y gracias.
MAS
Querida Adriana:
Te vuelvo a escribir.
Me sorprende lo que dices. Porque tu comentario, como ves, ha llegado bien diciendo que no puedes enviarlo.
Manda el texto de la misma manera que enviaste tu aviso de imposibilidad.
Besos de nuevo.
MAS
Como siempre, interesante artículo para reflexionar. El mundo es muy grande y muy grandes las diferencias sociales y económicas en las diferentes naciones. Lo que para unos es una maravilla, visto desde otro punto de vista carece de todo interés. La globalización, en teoría, trata de situarnos a todos en un cierto equilibrio, pero la triste realidad es que se globaliza lo peor hacia lo mejor y no al revés. Creo que los que están en situaciones precarias deben luchar para lograr que sean más dignas, y los que las tienen más dignas deben luchar por mejorarlas o al menos mantenerlas. Las comparaciones deben servir para impulsarnos a todos a mejor.
Me quedo con el último párrafo del artículo en el cual se nos invita a compartir lo bueno y lo malo. Eso nos enriquece y nos lleva a la práctica de lo más típicamente humano, que es la comunicación, el ser sociables, y si puede ser directamente mejor que a través de otros medios como el escrito, sin despreciarlo, pues es el que aquí ejercemos.
Y me despido porque me voy a dar un paseo con un viejo……bastón.
Saludos a todos.
Hola Miguel Ángel.
Hoy juego con ventaja, el otro día ya me anticipaste el tema de esta entrada.
Tengo que decir que en una primera lectura me has dejado algo descolocado. El título de la misma «Colón murió…» invita a pensar en una temática, pero dentro del desarrollo de la misma abordas varias, bastante distintas.
1. El nivel de vida del profesorado español respecto al argentino. Supongo que si se nos compara con el inglés o con el sueco saldremos perdiendo nosotros… Todo en la vida es comparable, porque no existe un sistema métrico internacional que nos iguale…
2. La meritocracia. Desafortunadamente existe, doy fe de ello. Como editor de una revista de Educación Física se me envían artículos buscando la obtención de un certificado que sirva para acreditar un baremo de oposición o un currículum vitae para acceder o mantenerse en el «universo» universitario. Parece ser que la investigación o la divulgación da prestigio, aunque en muchas ocasiones no tenga incidencia en la mejora de la práctica docente…
3. La formación contínua a través de los CEPs. Afortunadamente, en esta ocasión, he participado en innumerables cursos de formación, generalmente seleccionaba sólo aquellos que la temática me interesaba. Es disfrutado aprendiendo y he tratado de aplicar esos conocimientos en la práctica educativa. También he visto como la gente salía corriendo en cuanto pasaban la hoja de firmas… Mira que tiene que ser ingrato estar soportando una charla sobre un tema que no te gusta… Eso también tiene mérito…
4. La lectura. Cuando se realiza una lectura incompleta, defectuosa,… o simplemente cuando no se comprende lo que se lee. En esta cuestión vuelves a introducirnos en algo que creo que te gusta, las anecdotas relacionadas con el uso del lenguaje por los niños… La percepción de la realidad de los niños no deja de sorprendernos…
5. Compartir. El verbo compartir va directamente a otros como unir, dialogar, repartir, recibir, comunicar, convivir,… Por ello se trata de un verbo muy formativo.
Es curioso como los docentes no nos cansamos de compartir con nuestros alumnos los mismos dichos, las mismas anécdotas, los mismos sucedidos, las mismas historias, los mismos contenidos didácticos,… a pesar de que los repitamos con asiduidad. Nos sucede lo mismo que al actor o actriz que no por representar la misma obra de teatro todos los días durante un largo periodo de tiempo, deja de disfrutar por ello. Aunque sea la misma obra, el mismo diálogo, los mismos gestos, se produce algo en nuestro interior que lo hace distinto y, sobre todo, porque el público también suele ser diferente. No hay nada tan gratificante como ayudar a otras personas a aprender. Esa es la mágia de la docencia.
Un abrazo.
Querido Miguel Ángel, coma Ariana parece que tiene problemas para publicar, te diré que yo nunca puedo entrar a primer intento, siempre se me rechaza. Para no perder el escrito lo seleccionó y copio, vuelvo a entrar de nuevo en el blog y pego, y en este segundo intento siempre se me acepta. No sé si depende de mí o de ahí.
Saludos
Joaquín, ese mismo procedimiento suelo seguir yo. Copiar antes de enviar y volver a entrar de nuevo en el blog para que cambie el código si me da error.
En alguna ocasión tras escribir una parrafada por no guardar se me ha perdido todo. Y después no te quedan muchas ganas de vover a escrirlo.
Saludos.
Buen día Miguel Ángel! A mi me extrañó lo mismo. Gracias por preocuparse. Volveré a intentarlo
Querido Maestro: Me sorprende como sus artículos suele ser providenciales para mí, aunque cueste creerlo. A que me refiero? Me ha sucedido en ocasiones que necesito luz para esclarecer algún tema relacionado con mi práctica docente y aparece ese sábado su comentario de lo más relacionado con mi tema particular que viene como en mi auxilio!! En una nueva entrada le contaré como me ha ayudado esta vez.
Querida Adriana:
No sabes cuanto agradezco tu comentario, que me ha dejado muy intrigado.
Ya me contarás ese extraño mecanismo que me convierte -para mi satisfacción- en una ayuda para tus necesidades.
Besos y gracias.
MAS
¡Querido Maestro!
Hoy ha sido divertido leerle con las anécdotas que ha narrado en su comentario.
Lo que más me ha llegado ha sido lo de compartir las experiencias de la vida.
Tu sabes que mis comentarios van siempre en ese sentido.
Lo que más conozco es el desarrollo de mis experiencias de vida y fruto de ello emito mis opiniones unas veces acertadas y otras no tanto.
Compartir, llena lo más profundo del ser , nos complace en las sensaciones del alma, nos llena de alegría los rincones más profundos de nuestras vivencias,nos engrandece la visión del mundo.
Yo no sería nada si en mi andar diario no llevara mi alegría de corazón a todos los que de alguna manera se acercan a mi.
¡No cuesta nada y llena tanto!
Sin duda hay que educar a los niños en esa visión de la vida.
Me levanto cada mañana con la percepción de que el mundo es infinitamente sorprendente.Me pregunto,¿no se lo que va a pasar hoy?pero mi interior lucha para que sea algo encantador,que me anime a seguir, porque la vida es efímera y se acaba pronto.
¡Actitud de vida, lo llamo!
Energía positiva que aflora por los poros de mi piel.
¡Así soy, así vivo!
Gracias Miguel Angel por tantas enseñanzas y por compartir con nosotros tantas bonitas experiencias profesionales.
Sin más me despido con un gigantesco y cordial saludo para todos.
Querida Loly
Es estupendo contar con tus comentarios. Porque todos estan llenos de sinceridad, de vitalidad, de sentido positivo de la vida y d ela comunicacion.
Eso es lo que nos hace mejores personas. Es en el encuentro, es en la comunicacion sincera donde encontramos el sentimiento y la sabiduria de lo humnao.
Gracias.
Besos.
MAS
Estimados participantes en las discusiones que suceden al artículo que publica semanalmente Migue Ángel:
Compartiré con vosotros algunos recuerdos y experiencias.
¿Sabéis qué cursos de formación me resultaron más divertidos, innovadores y prácticos? – Pues aquellos que en la década de los 80 convocaba Acción Educativa en sus escuelas de Verano durante los meses de vacaciones y que, como los docentes argentinos, que describe Miguel Ángel, pagábamos de nuestro bolsillo.
¿Sabéis la acreditación de todos aquellos cursos tan interesantes?
– Nula. No se reconoce ningún crédito por ellos.
¿Imagináis cual fue mi nivel de satisfacción en el último grupo de trabajo en que participé?
– Mínimo. Fui el único que mostré interés por el tema y el único que aportó materiales (Se trataba de crear un método de lectoescritura específico para presas y era continuación de la primera parte, en la que la profesora impulsora del proyecto ya no estaba)
¿Y cuánto tiempo figura en mi extracto de actividades de formación?
– Pues, algún máster educativo aparte (más de 800 h.) solo en cursos cerca de 1000 horas. De ellas solo una pequeña fracción que merezcan la pena.
¿Y me han servido para algo?
– Aparte de algunos cursos interesantes, la mayoría no han tenido trascendencia en la práctica educativa. Tampoco a efectos meritorios (existe un cupo sobrepasado hace tiempo para el apartado de asistente). Para aumentar puntuación debería ser «ponente», para lo cual no me siento capacitado (al igual que siento incapacitados a muchos de los ponentes que he tenido, solo que ellos no lo reconocen y, sospecho, acceden a esa función por algún tipo de beneficio egoísta)
¿Qué cursos hago en los últimos años?
– Única y exclusivamente los que me vayan a divertir o me parezcan muy interesantes para mi actividad.
Viene a cuento todo esto porque estoy completamente de acuerdo con Miguel Ángel en que el volumen de certificados no acredita buenas prácticas. Si así fuera me sentiría completamente feliz en mi desempeño profesional y, la verdad, participo de un malestar docente que no consigo superar.
Con todo quiero ser optimista y considerar que esta visión pesimista obedece más a un enfermizo perfeccionismo que a la realidad de mi práctica docente en el día a día.
Querido Jesus Marcial (aqui no tengo acentos)
Hay que andar con cuidado con el perfeccionismo porque, si bien nos impulsa a ser mejores, nos deja siempre insatisfechas y descomtentos.
Me he preguntado muchas veces para que sirven los cursos, que cambia (que mejora) despues de hacerlos.
Comparto lo que dices respecto a la calidad de muchos cursos.
Un gran abrazo.
MAS
Por cierto, he tenido el mismo problema que comentaban Juan Carlos, Joaquín y Adriana. Me salió el capcha: Escribe en dígitos 1 + seis= Y tanto «7» como «siete» me eran rechazados.
Probé a cerrar la página y abrirla de nuevo y entonces con el nuevo capcha 2 x 3 = (respuesta «6») el comentario fue admitido. Evidentemente hay algún error de verificación.
Querido Jesús Marcial:
Me preocupa lo que decís sobre el envío del comentario en un primer intento. En el periódico La Opinión hay especialistas que se encargan de la administración del blog. Ya les he dicho que hay dificultades pero, al parecer, no han dado con la clave.
Es un problema perder un comentario largo. Comprendo que no se quiera volver a repetir. Y es incordio tener que copiarlo por si se pierde.
Volveré a intentarlo. Es muy significativo que les pasa a varios comentaristas lo mismo.
Gracias por comunicarme el problema. Conocerlo es el primer paso para solucionarlo.
MAS
Estimado Maestro: No quiero dejarlo con la intriga! Resulta que en mi colegio han destinado un tiempo para que los docentes de una misma área podamos reunirnos una vez a la semana para discutir cuestiones relacionadas con nuestra labor educativa. Celebré la decisión de crear un espacio real para compartir con mis colegas y que formara parte del horario escolar. Me dieron la coordinación de estos encuentros y pensaba en la manera de inaugurarlos, algo que diera inicio y que motivara a mis compañeros, a la vez quería hacerles notar la gran importancia de compartir las experiencias vividas. Cuánto podemos aprender los unos de los otros! ! Cómo transmitir esta necesidad?? La primera reunión es este martes y apareció su artículo hablando justamente de esto. Así que el martes se hará presente en una escuela de Mendoza ,en medio de un grupo de docentes, ya que pienso abrir el debate compartiendo pasajes del artículo de hoy (con su permiso) y estoy segura que sus comentarios los llevarán a valorar este espacio, los motivará y se darán cuenta de lo necesario que es compartir las pequeñas y grandes experiencias cotidianas! Gracias maestro una vez más!
Estuvo en San Luis hace poco??Le pregunto porque en Mendoza esperamos su regreso!! Un gran abrazo!
Querida Adriana;
Me parece una idea estupenda.
Te pido que saludes de mi parte a tus contertulios. Mi afecto y mi solidaridas para ellos y ellas.
Es una casualidad venturosa la que me cuentas. No sabes cuanto me alegro.
Muchos besos desde Montevideo.
Efectivamente, estuve en San Luis. Claro que me gustaria volver a Mendoza. Estupenda gente. Estupenda tierra.
MAS
Magnífico artículo. Me ha gustado mucho leer las tres anécdotas. P3ro,s obre todo, me aparecido interesante e importante la propuesta de compartir las experiencias. Deberíamos hacerlo co. m´s frecuencia y felicidad. Para ello deberían existir tiempos y espacios,
Saludos.
“Aplaudamos a quien nos puede ver y oír. Por RECONOCIMIENTO. Por GRATITUD. Por FELICITACIÓN. Por SIMPATÍA. Por ESTÍMULO. Aplaudamos con generosidad a quien hace bien lo que tiene que hacer.” (Miguel Ángel Santos Guerra).
Dada mi lentitud de entendederas, a veces me quedo enganchado en el tiempo. Pero, más que estar en lo de hace dos semanas, que sí que lo estoy, y es el motivo fundamental de mi intervención, me he quedado rumiando los asuntos del adoctrinamiento y sus consecuencias.
Ya te tengo comentado que con tu artículo semanal, si mi vida trascurre por los cauces de la rutina, haces que sea más sensible o esté más alerta a la cuestión de que se trate, o que tenga la sensación de que sin buscarlo no pare de verlo por todo lo que pienso o leo. Bueno, puede que un poquito sí lo busque.
Como no quiero que Aureliano me llame al orden, (no voy a cavilar si somos o no unos privilegiados, o afortunados, o suertudos aquí, en nuestro imperio), diré con él que el machismo es malísimo. Pero yo soy un adoctrinado más, un fiel seguidor de mis curas, y estoy con ellos en que debemos recuperar nuestra virilidad, y como el tiempo no perdona, tendré que recurrir, como a un milagro, al efecto Axe.
Pues eso, Miguel Ángel. Me alegra que sigas trabajando, que sigas disfrutando. Y que lo compartas. Por ello me remito a tus propias palabras haciéndolas mías para ti. Muchas gracias, y un gran aplauso que te doy, en mi nombre y en el de todas y todos los que te leen pero que, por el motivo que sea, desearían participar por escrito y no se atreven.
Ya sé que eres tan argentino como español, pero te deseo un buen viaje de regreso a tu casa.
(Dejo mi parte más “agria” para algún comentario sobre la temática de la semana ( u otra cualquiera, que de mí no respondo), si no consigo reprimirme o contenerme; ya veremos por qué caminos transito).
Querido Jose Antonio>
Te escribo desde Montevideo. En este ordenador no hay acdentos. Asi que tienen que perdonarme las faltas de ortografia obligadas.
Mu chas gracias pos tus generosas palabras. Ya se que somos un poco petulkantes quienes escribimos para los demas. Quienes somos nosotros para sugerir nada a nadie (tampoco van bien los signos de interrogacion). Lo siento.
Los aplausos soin reciprocos por tu fidalidad emn la lectura y por condicion de rumiante de las uideas.
Un abrazo.
MAS
Me ha gustado leer el articulo. Es una suerte poder conocer otras culturas docentes.
Es estupenda la idea de comparir las experiencias docentes y las experiencias de la vida.
Creo que nos seria muy buieno no solo para saber sino para ser mejores.
Mjuchas gracias por este regalo.
El artículo al que se refiere José Antonio es «El efecto Axe».
Ahí va un enlace:
http://www.doshermanasdiariodigital.com/2017/06/aureliano-sainz-el-efecto-axe.html
Posdata: Estoy inmerso en los exámenes de junio y con la duda «hamletiana» de qué hacer con algunos estudiantes que sé que ya no van a aprender más, por mucho que los convoque a más convocatorias.
La pregunta: ¿Merece la pena conceder becas a este tipo de alumnado?
Si alguien tiene la respuesta, se la agradecería.
Querido Aureliano:
Gracias por traernos de nuevo a la consideración tu estupendo artículo sobre «El efecto Axe».
La duda hamletiana solo puede resolverse conociendo a cada uno de esos alumnos, pero me cuesta creer en esa afirmación de que hay personas «que ya no van a aprender más».
Un gran abrazo desde Montevideo.
MAS
Querido Miguel Ángel:
Se me ha escapado en la intervención de ayer el no haberte contestado a la información y pregunta que me hacías la semana pasada. No conocía al profesor Antonio Vara. Cualquier muerte es dolorosa sobre todo para su familia y amigos. No sé si sabes, también, que se ha muerto Carles Capdevila. 51 años, no le tocaba. A él sí le conocía. Escucho la radio. Me gusta la educación y todo la que la concierne. Me gusta el humor. Me gusta lo cotidiano. Luego tenía que gustarme Carles, y me seguirá gustando.
Algún profesor o maestro dice que no discute de educación con quien no sea profesor o maestro como él.
Yo procuro aprender de los que tienen ideas y opiniones parecidas a las mías, y de los que piensan de otro modo.
Hace unas semanas titulabas tu artículo: “Innovar o morir”. Leía a un profesor (Jordi), y le contestaba solo para mí. Escribía sobre la zona de confort del profesorado, la innovación, los gurús, … Hoy llega un artículo que Jordi parece considerar que habla de él. Ya había leído algún comentario achacándole su crítica permanente ante todo intento de mejora, sin aportar nunca nada positivo. Yo estoy de acuerdo en ciertas cosas que dice, pero en otras no concibo su actitud, no la entiendo.
Traigo estos dos artículos a este lugar de encuentro nuestro, como muestra de dos visiones distintas de todo lo que tratamos semana tras semana (profesores, maestros, alumnado, contenidos, métodos, sociedad, profesionalidad, escuela, educación, ética, responsabilidad)
Esta semana va de compartir, dialogar, discutir, comunicar. Por favor, leedlos y se pueden tomar como punto de partida o de origen de opiniones personales.
Un gran abrazo para todas y todos los del Adarve, para ti (jefe) y para estos dos profesores.
https://joseluisredondo.me/2017/06/04/los-maestros-del-no/
http://www.xarxatic.com/negacionista-y-viviendo-en-una-realidad-educativa-paralela/
Querido José Antonio:
Gracias por el envío de los dos textos.
Los he leído hace un momento. Curioso debate entre discrepantes. Reflejan posiciones que existen entre los docentes.
No me gustan las posturas sistemáticamente pesimistas. Tengo un amigo muy bajito que dice ser optimista por naturaleza, ya que solo ve la parte llena de la botella.
Es cierto que los optimistas ven alguna vez una luz donde no existe pero, ¿por qué los pesimistas quieren ir inmediatamente a apagarla?
No comparto la idea de que solo puedan opinar sobre educación quienes se dedican a trabajar en ella. Es como si solo pudiesen hablar de política los políticos.
Un abrazo.
MAS
Querido José Antonio:
He leído los dos artículos. No me gustan las personas que solo ven los agujeros en el queso. Tengo un amigo que dice que es optimista por naturaleza ya que es muy bajito y solo ve la parte llena de la botella. El optimismo más que cueste´con de análisis es cuestión de actitud.
Es cierto que los optimistas ven alguna vez una luz done no existe. Pero, por qué los pesimistas quieren ir a apagarla inmediatamente?
No estoy de acuerdo en que solo los profesionales de la educación puedan opinar de ella. Sería como defender que sobre política solo pueden hablar los políticos profesionales.
Un gran abrazo.
MAS
¿Para qué les sirvieron si no mejoraron su práctica?
Eso me pregunto yo, Miguel Ángel. ¿A dónde va a parar tanta acreditación y tantos años de ejercicio (¿experiencia?), tantos años haciendo lo mismo aun viendo que los resultados son muy mejorables. No hablo de cambiar lo que funciona y es bien valorado por todos.
Todo el mundo es bueno, todas las personas son dignas de respeto, pero lo que hacemos o decimos no. Y yo soy un mal bicho. Hay cosas que sacan lo peor de mí.
Estoy convencido que en mí también se cumple. Toda la información que emitimos y circula de unos a otros por todos los medios posibles, está llena de frases inconclusas. Decimos algo y nos callamos mucho. Y seguro que es más importante lo que nos callamos que lo que decimos para una mejor comprensión de la realidad de la que se trate.
Me refiero a que los medios, los dirigentes, las personas en general, unas con otras, pero sobre todo desde donde haya poder, mentimos con los silencios. (Al estilo del título del artículo).
El paro ha bajado en mayo. (Bien. Vamos en el buen camino. ¿Veis como tenemos razón?
El paro ha bajado en mayo, aunque el trabajo que se genera es de calidad deficiente, se pierde poder adquisitivo y se es un trabajador pobre. La diferencia entre ricos y pobres sigue aumentando, …
En el consejo directivo de tal empresa hay dos mujeres.
En el consejo directivo de tal empresa hay dos mujeres y dieciocho hombres.
Yo soy un mal bicho y hay cosas que sacan lo peor de mí.
“Oigan, yo he venido a la política a enriquecerme. ¿O qué se creían, que estoy aquí para servirles?”
“Algunos no queremos salir de nuestra zona de confort educativa. Queremos disfrutar con nuestro trabajo, tener las mejores condiciones laborales del mundo, pasarlo bien en nuestros períodos vacacionales y, todo ello, sin tener que plantearnos cada día el ir a sufrir en las aulas. Algunos, lamentablemente, no nacimos para sufrir. Nacimos para estar lo más confortables posible en la vida que hemos elegido.” (Docente de aula, y que cada uno interprete lo que le dé la gana).
“El profesor está acostumbrado a las rutinas escolares y a la tranquilidad de contar con un público cautivo, además de estar inmerso en la carrera funcionarial. Eso hay que cambiarlo”. (Mariano Fernández Enguita).
Dicen que la escuela cambia poco. Si todo nos da igual, si cada uno puede ir por libre y hacer en “su clase” lo que quiera, sea lo que sea, y nadie puede hacer nada al respecto, y nadie hace nada al respecto, quien sale perjudicado es el alumnado, es la sociedad, es la escuela, es la profesión.
Miguel Ángel, cuando te dejen un ratito libre, cuando te dejen salir al recreo, o vayas a comer un asado, “no te ensucies y no te pelees”.
Querido José Antonio:
Te escribo desde un Hotel de Salto (Uruguay) poco antes de iniciar la conferencia en el Ateneo de la ciudad. Parece que no hará sitio. Esta mañana he ido a una radio. Ya ves que la jubilación no me afecta en demasía. Hace mucho frío hoy y el río Uruguay se está desbordando por las aguas que bajan de Brasil…
He leído tu comentario. No puedo comentario todo. Acabo de mandar a El diario de la educación un artículo titulado DIEZ PRINCIPIOS SOBRE LA EVALUACIÓN DEL PROFESORADO.No puede ser igual hacerlo bien que hacerlo mal… Claro que hay que evaluar al profesor.
Ungran abrazo.
mas
Buenos días, Miguel Ángel.
He estado surcando esos mares y no encuentro tu artículo. Ya avisarás cuando se publique.
¿Frío, un leonés como tú? Ah, es verdad, vives en Málaga.
No, tú no te aburres ni te cansas. ¡Eso sí es pasión!
Un fuerte abrazo, trotamundos.
Querido José Antonio:
¿A qué artículo te refieres?
Ha termindo mi estancia en Uruguay. Cuando un docente te dice que has evitado un «suicidio profesional» sientes que tu viaje está justificado y más que pagado.
Un abrazo, amigo.
MAS
Querido José Antonio:
Pienso ahora que te refieres s DIEZ PRINCIPIOS SOBRE LA EVALUACIÓN DEL PROFESORADO que envié a El Diario de la Educación (on Line).
He visto que no han colgado todavía.
Un abrazo.
MAS
Querido José Antonio:
Pienso ahora que te refieres s DIEZ PRINCIPIOS SOBRE LA EVALUACIÓN DEL PROFESORADO que envié a El Diario de la Educación (on Line).
He visto que no lo han colgado todavía.
Un abrazo.
MAS
Hola a todas las personas.
Gracias a toda las personas por vuestras enseñanzas. Sigo aprendiendo.
De otra,
“Ahí hay un hombre que grita ay”. Ésta no nos costó muchos malos ratos. Ésta era fácil. Don Antonio, El Orejón, nos enseñaba por aquellas ortografía y gramática. A mi lo peor que se me daban eran los puntos y las comas. Aún, después de muchas décadas no los aprendí. Dictaba de corrido y rápido D. Antonio. Dejaba un tiempo para que colocásemos las comas y los puntos, y las “y,s” y las “h,s” y las “ll,s” correctamente. D. A, El Orejón, era un maestro como Dios manda. Nos enseñaba desde pequeñitos la dureza y realidad de la vida. Decía de nosotros que íbamos a ser por lo menos Gobernadores Civiles de Provincia. Ya ven, yo me quedé en menos. Para D. A, El O, un Gobernador Civil era la Autoridad que más mando podía tener. Más incluso que el Jefe del Estado. D. A, no era malo. Era realista, nos enseñaba un poco duro porque así iba a ser la vida. Ningún alumno suyo se malogró. Todos fueron grandes, el más pequeño fue, quizá Don Quintiliano, ya ven. Luego vino otra frase y otra y una infinidad más, y una que me acuerdo muy bien, “el aya que se ha ido a buscar madera de haya y no la halla aunque se haya llevado la linterna”. Ésta sí que era difícil para mí. A mí el único “haya” que en la sesera me entraba era el haya de la madera del árbol. Porque la regla de medir que tenía en la mano siempre D. A, el O, era de madera de haya. Las demás “hayas” no me entraban en mi dura cabeza.
Después del dictado, corregía nuestros escritos muy rápido. A los más malos, entre ellos a Don Quintiliano, los llamaba y les hacía entrar la corrección como en un acto de magia. Mano extendida, en rigurosa proporción a las gravedades ortográficas del escrito, la madera de haya de la regla de madera de haya chocaba más o menos veces, y con más o menos energía, en nuestras manos. Nos poníamos ajo untado para aminorar los efectos del haya en la mano. Era justo terminar el dictado y el aula entera olía a ajo. Aún después de muchas décadas, cuando por casual entro en un aula, huelo ajo, qué extraño debo ser.
Luego vinieron los tiempos en que algunas madres se quejaban a D. Antonio de que a su hijo no había de pegarle. Don Antonio, que no era malo, tomó remedio. Pero, Don Antonio, que tampoco era cruel, no quería dejar de ser realista ante la dureza de la vida. Él nos contaba que había que ser honrado y ganarse el sueldo que te pagan. Él no cesada de dar ejemplo. En clase éramos niños de entre 5 y 14 años. Todos en el mismo aula. Todo lo que se decía allí era para todos. Desde la a, e, i, o, u, hasta un sofisticadísimo problema de ovejas y conejos y cabezas y patas en un corral. Yo me mareaba literalmente con estos problemas del corral. Cuando dejó de usar la regla de madera, nos colocó en clase por estricto orden de estatura, los pequeñitos delante y los más espigados, los últimos. Teníamos una categorización dentro del grupo, que el mismo D. Antonio usaba. Éramos pequeñitos, medianos o grandes. En aquellas, mi puesto en clase estaba entre los medianos y los grandes. Allí conocí por primera vez la humillación. Luego en la vida me fue muy útil el haberla conocido desde niño. Siendo mediano me preguntó la tabla de multiplicar del 9, y fallé en el 9 por 7. Del brazo me levantó del sitio y me sentó justo al lado del pequeñito más pequeñito. Fui de los iniciados en este método de corrección. Me tuvo sentado allí una semana. Yo me quería morir de vergüenza en todo momento. La sorna de los compañeros estaba garantizada en los largos caminos andando de ida y vuelta a la escuela, y el recreo. No paraban de llamarme pequeñito. Recuerdo que deseaba la muerte de las madres que se habían quejado del método de la regla de madera.
Tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Q!ué buen relato de lo que era la escuela de aquellos años.
Yo tuve la suerte de no vivirla con esos modos crueles. En parte porque era un alumno aplicado, en parte porque no me tocaron maestros muy «contundentes».
En muchas ocasiones haces referencia a la dureza de la vida, insinuando (o diciendo) que por eso la escuela tiene que ser también dura.
No estoy del todo de acuerdo con esa tesis: no creo que haya que pegar o que haya que humillar a nadie para aprender a enfrentarse a la dureza.
Pegar y humillar, en muchas ocasiones, nos hace resabiados pero no sabios. Pegar y humillar nos hace amargos, pero no inteligentes.
No defiendo la falta de exigencia, la falta de esfuerzo, la falta de corrección. Pero creo que siempre han de ser respetuosos y acordes a la dignidad de las personas.
Un gran abrazo.
MAS
PD: Un hermano de mi padre (mi tío Vicente Santos) escribió un largo relato sobre la infancia en aquellos años. Como era de esperar, la escuela ocupa un lugar relevante en el documento. Habla de castigos, habla de dureza, habla de golpes. Te contaré un hecho curioso al que hace referencia. El maestro no dejaba salir al baño bajo ningún concepto. Había terror. Un niño se ató una cuerdecita al pene, pensando que así evitaría el problema. Se complicó y agravó tanto su necesidad que el maestro tuvo que intervenir. Y ahí tienes al maestro cortando esa cuerda con una cuchilla de afeitar mientras el interesado y la clase entera contenían el aliento…
Buenos días Sr. Don Quintiliano:
Un placer leerle. Insisto en que me hace reír y pensar. Bueno, para ser más precisos, me hace sonreír, pues cuando leo sus escritos estamos usted y yo solos, no es plan de reírme a carcajadas, podría dar lugar a malos entendidos si alguna vez me pilla sentado en un banco público. Hay mucho loco feliz suelto. Hablan solos y se ríen solos.
Y me enseña cosas, sí. Me hace aprender. Usted debería dedicarse a la docencia, sobre todo siendo discípulo de Don Antonio.
Con sus historias de escuela “vieja”, hace que me traslade a mi niñez, me siente y levante la tapa de mi pupitre. Sí, es cierto, siento un poco de temor. Mi maestro se llamaba Aurelio, pero no lo tenía solo a él. Mis vecinos mayores, y compañeros de viaje, eran mis maestros durante las siestas de Don Aurelio, y habían aprendido bien el oficio.
Pero yo no huelo a ajo. Yo huelo a leche en polvo y a lentejas. Y, por supuesto, a bonitos dibujos en el libro y a lápices. Y a grandes mapas colgados por las paredes de la única clase. Mi clase era mi toda mi escuela. Bueno, al otro lado de la pared estaban las niñas con su seño. ¡Qué cosa tiene la educación! ¡Y volvemos!
Sus historias de guerra me retrotraen a mi juventud, cuando estuve sirviendo a mi país en tierras africanas. Sí, cuando los hombres íbamos a la guerra. Gran colofón de la escuela. Ahí acabábamos de prepararnos para la vida, para el mundo del trabajo. ¡Qué cosas tan importantes nos enseñaban! ¡Qué marcialidad!
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Don Quintiliano. Con lo de la ortografía y la gramática, va usted acojonar en demasía a las y los potenciales participantes, así no va a atreverse a escribir ni dios.
Lo importante es comunicarnos cosas. Lo demás se aprende como consecuencia de hacerlo.
Como yo todo me lo llevo a mi terreno personal, al leerle me he quedado temblando, como sentado en mi viejo pupitre antes de que me preguntaran la tabla del nueve. No conocía la palabra aya ni su masculino.
¿He escrito mal: “pero sobre todo desde donde haya poder? (Disculpa) Es que los que tenemos la desgracia de hablar siete idiomas, no conseguimos ni dominar mínimamente uno. Y, entre los primos, se nos entrecruzan palabras, formas y expresiones de manera incorrecta. Usted me dirá. ¿O ya ha dicho?
¿Debo preparar el ajo? Sé que sabe que en gallego la palabra es allo. Curioso.
No se olvide el sombrero, que el sol aprieta y ya va teniendo usted una edad, aunque para ésta como para otras tantas cosas, la edad es solo cronología. Pase usted buena jornada con los suyos.
EstimADOS Don Quintiliano y JoséAntonio:
He recuperado de la cresta de spam vuestros reclamados comentarios. Sé que da mucha rabia tener que volver a escribir Loya escrito.
Esta sucediendo que los robots están metiendo muchos comentarios de spam.Y,entre ellos se fueron los vuestros.
Lo siento.
Pero alegro ese haberlo solucionado.
Un gran abrazo y gracias por vuestros diálogos chispeantes.
Un abrazo.
MAS
Hola Sr. Lema,
Pienso que exageras con respecto a lo de las risas. Pienso que, como buen gallego, me animas para ver si digo alguna burrada, y así reirte de verdad. Yo sí que disfruto leyéndole a Ud, y a todos los demás. Creo que entre nosotros también hay un joven actor, o eso entendí. Escribe muy bien, pero es muy joven. Un tal Sr. Muñón o algo así.
No se preocupe, su frase está muy bien. Es correcta. No me pregunte por qué lo sé. La parte técnica no la sé. Pero, insisto, está perfecta. Por favor, que algún maestro o profesor se lo explique a mi amigo el Sr. Lema.
Aprendí a leer de oidos, y a los prodigiosos milagros de D. Antonio. Con un amigo de entonces, hace solo unos días nos echábamos unas lágrimas recordándele.
Todos, tengan un buen día.
El artículo está lleno de enseñanzas. Me gusta la que hace referencia a la necesidad de compartir, pero también todo lo relacionado con la formación de los docentes y su repercusión en la práctica.
Qué decir de las tres magníficas anécdotas que se comparten con los lectores. Gracias.
Es una suerte poder entrar en este blog cada semana.
Excelente texto. Me ha encantado. H sonreido, he pensado y he decidido compartir más con los colegas.
¿Qué más se le puede pedir a un artículo.
MUCHAS GRACIAS.
Mi querido Miguel Ángel, no sabe la inmensa alegría, que nos ha dado el recordar el hermoso encuentro compartido en la Escuelita N° 429 Gregorio Agüero. Es un gran orgullo para el equipo de Maestras y las familias estar ocupando un lugarcito de tu hermoso «Adarve» .
Eres una persona maravillosa, sensible, divertida, y con una sabiduría que nos ha llenado el alma. Abrazos a la distancia y esperando reencontrarnos pronto.
BIBI.
Querida Bibi:
Me ha alegrado muchísimo verte por esta plaza que es El Adarve.
Fue una inmensa alegría compartir con vosotras la experiencia de hace unas semanas.
Vuestra amabilidad, vuestro compromiso y vuestro entusiasmo fueron ejemplares para mí.
Pasé unas horas extraordinarias con vosotras.
Muchas gracias, de corazón.
Besos.
MAS
Querido Miguel Angel, Me has dejado gratamente sorprendida…. No sólo por ser parte viva de esa experiencia!!! sino, por la sensación de que todo en esta vida vale la pena…. ya que esa mala interpretación, me costó mucho tiempo de angustia… no sólo por Colón, sino, que mi madre lo contó muchas veces, como lo que era… «una anécdota divertida»… Divertida para ella y los que la escuchaban, porque yo me sentía menospreciada y muchas veces tonta… Luego con los años, entendí que no era tan grave equivocarse… y ahora… gracias a ese error me siento famosa!!! jaja….
Esto que te comento, es porque no sólo tiene que ver con la lectura e interpretación de lo que leemos, sino, también tiene quizá mayor importancia, cómo le explicamos a un niño que se equivocó, sin ridiculizarlo…(queriendo o sin querer)….
También creo que sólo puede existir la educación cuando se comparte… es la única manera de crecer como docente…. Quien se guarda sólo para sí mismo los logros y experiencias de sus clases, no está enseñando, ya que la primera manera de educar es el ejemplo…. y de verdad, los niños son nuestro espejo…
Te dejo un abrazo enorme, y espero poder compartir muchas experiencias más con vos….(Y algunos cuentos que se nos quedaron en el tintero)
Querida Ivana:
No sabía que la repetición de la anécdota por parte de tu madre te había hecho sentir mal. Es una pena. Yo me fijé en la parte divertida y simpática. No me contaste nada de esa sensación de dolor, de angustia, de vergüenza. Qué pena que una situación agradable se convierta en una tortura. Cuánto nos enseña esa dimensión de la realidad sobre la comprensión y la utilización de los errores.
Fue un placer estar con vosotras aquellos dos hermosos días.
Seguiremos en contacto para compartir ideas, sentimientos, cuentos y experiencias.
Fue un placer conocerte.
Un beso.
MAS