Mañana, domingo, se celebran elecciones municipales en Málaga. Es necesario ir a votar. Se trata de un deber ciudadano que no se puede soslayar bajo la excusa de la corrupción rampante de algunos políticos y de la terrible crisis económica y moral en la que nos hallamos. Ni el escepticismo, ni la desesperanza, ni la rabia, ni la pereza deben ser obstáculos insalvables. Hay que ir a votar.
No todos los políticos son malos. No todos los políticos son iguales. Digo, en primer lugar, que no todos los políticos son malos. No todas las políticas son malas. Creo que es antidemocrática esa condena generalizada, ese desprecio sin matices, esa descalificación categórica: “Todos son unos chorizos, todos son unos sinvergüenzas, todos son unos ladrones… Todos y todas”, dicen algunos. Pues no es verdad. No me gustan las bromas que descalifican sin piedad, que muestran una aversión visceral hacia quienes se dedican a la política. Es un planteamiento injusto, desleal y peligroso. Digo peligroso porque, en buena lógica, ese discurso nos llevaría a la idea de que es mejor un régimen dictatorial en el que uno solo mande, imponga, amenace y haga callar. Entiendo, por contra, que hay mucha gente honesta en la política, gente sacrificada, altruista inteligente y generosa. Gente que quiere dedicar su vida al servicio del bien común. Decía Emilio Lledó hace unos días refiriéndose a los políticos: “Todo su ser es darse Su lucha es esa mirada generosa en busca de la justicia, de la belleza, de la bondad y de la verdad”.
Y digo también que no todos (ni todas) son iguales. No me gusta esa manía de meter a todo el mundo en un saco y poner fuera una etiqueta negativa. “Podrido”. “Da igual a quien votar, dicen algunos, porque todos son iguales”. Siempre que se afirma esto no se piensa en una igualación positiva, sino en una descalificación general. Lo que se quiere decir es que todos son igual de sinvergüenzas. No es verdad. Hay muchos tipos de personas que se dedican, transitoria o permanentemente, a la política. No solamente porque hay personas diferentes, sino porque hay programas muy distintos. Sí, hay dos grandes tipos de políticos: los inclasificables y los de difícil clasificación.
De las dos premisas anteriores se deriva la necesidad de ejercer el derecho al voto. Y de hacerlo de forma responsable. Lo cual significa que hay que votar. Y que hay que conocer qué es lo que propone cada uno de ellos (o de ellas). Es decir, hay que saber qué y a quién se vota. Y por qué. Por esos me gustan más los debates que los mítines. Porque permiten saber quién es quién.
Hay un tercer prejuicio que se deriva del segundo que acabo de comentar. Me refiero al que afirma que no hay derechas e izquierdas, que no hay diferencia de propuestas, que no hay distinción entre las opciones. Creo que no es cierto. Creo que es muy diferente un programa de derechas y otro de izquierdas. (Ya sé que estoy simplificando la cuestión, pero el espacio de que dispongo no me permite más amplitud en las argumentaciones)
Me voy a mojar.
Y voy a decir que prefiero un programa de izquierdas porque responde mejor a mi concepción de la sociedad. Cuando pienso en cuestiones importantes (educación, sanidad, distribución de los bienes, solución de conflictos, seguridad, divorcio, aborto, homosexualidad, religión, medio ambiente, igualdad, libertad, solidaridad…) veo que la izquierda hace propuestas que coinciden más con mis ideales, con mis deseos, con mis concepciones… Por consiguiente, voy a votar a la izquierda.
Diré más. Independientemente de siglas e ideologías, voy a votar a una persona (o unas personas, mientras no haya listas abiertas) que tengan una trayectoria intachable. Es decir, personas honradas, personas de bien, personas que tengan principios y no solo palabras.
Y más, Creo que el modo de gobernar de los varones está ya muy contrastado. Nosotros tenemos un estilo de gobierno que no ha sido muy exitoso. No digo que porque gobierne una mujer, todo va a hacerlo bien. No digo que vaya a hacerlo mejor que un hombre. Pero sí creo que su estilo, su modo de entender la vida, la realidad y la historia es peculiar. Bien es cierto que una mujer puede copiar los esquemas, los estilos, los hábitos del hombre por ser los que se estilan. Pero creo que si gobernasen según su talente y particular idiosincrasia nos iría mucho mejor. Por consiguiente, votaré a una mujer.
Voy a utilizar otro criterio, aunque sé que de forma menos decisiva que los anteriores. Me voy a inclinar por una persona relativamente joven, con experiencia política, Porque la política mira al futuro y los jóvenes tienen una visión de la realidad diferente a la de quienes han atravesado ya muchos años en puestos políticos.
Y, después de votar, ha de seguir la participación. Las urnas son la cuna, no el ataúd de la democracia. Hay que tomar nota de lo prometido. Porque es preciso exigir el cumplimiento. No bastan las promesas. Hacen falta hechos y explicaciones.
La vigilancia de la ciudadanía ayudará a que los políticos actúen de forma honesta y transparente. Hay que pasar de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica, como día Paulo Freire. No valen todas las explicaciones, todos los hechos, todas las promesas, todas las alianzas. Hay que exigir que esa cercanía (casi asfixiante) que los políticos y las políticas muestran en campaña electoral se mantenga cuando termina el recuento de votos y empiezan a celebrarse los resultados. No se puede olvidar lo que se dijo sobre la importancia de escuchar a la ciudadanía, de conocer sus necesidades y demandas. Quiero recordar a los políticos y a las políticas el aforismo chino referido a la amistad y que ahora atribuyo a la política: “Recorre frecuentemente el camino que lleva al huerto del ciudadano, de lo contrario crecerá la hierba y no podrás encontrarlo fácilmente”.
En el buen entendido de que el ciudadano no es una persona pasiva, que espera con los brazos cruzados a juzgar lo que hacen los demás, sino que es un individuo activo, comprometido, trabajador y responsable. Y una persona que participa en la construcción de una ciudad justa, hermosa, ecológica, silenciosa, limpia, culta, solidaria, habitable. Una ciudad creativa e inteligente en las que se pueda vivir dignamente. Todos y toda. Porque si la ciudad se construye para adultos conductores, apresurados, malhumorados, egoístas e insolidarios, no pueden vivir en ella los niños, las mujeres, los ancianos, los enfermos, los discapacitados… Mi querido y admirado amigo Francesco Tonucci dice que una ciudad construida con el parámetro de un niño, es una ciudad en la pueden vivir todos y todas felizmente.
La cultura fracasa, dice mi también amigo José Antonio Marina en el libro “La cultura fracasada”, cuando en ella no se puede vivir dignamente. Propondré para terminar este lema que me ha servido mucho en la vida: “Que mi ciudad sea mejor porque yo vivo en ella”. Y, para que sea mejor, hay que ir a votar.
Señor Miguel Ángel, ¿Vota usted en Málaga capital?
¿Es esto que sigue la izquierda?
“Parece que la ‘casta’ ha entendido el mensaje. Con el aliento de Podemos sobre el cogote en las encuestas, o ya por delante en la carrera electoral, los grandes partidos han asumido que la política tiene que cambiar. La lista del PSOE de Málaga ha sido pionera en recoger el guante. El mensaje es que la nueva política se hará con ‘transparencia, meritocracia y pluralidad’ o fracasará. Manos a la obra.
1. Transparencia.-La lista fue elaborada transparentemente en secreto, eso es dominio público, y se votó el viernes por la tarde, un horario de máxima actividad, convocando a la militancia sin apenas tiempo por lo que casi nadie pudo votar. En algunos casos apenas se pasó del 10%. Pero como sostiene Susana Díaz: «éste es un partido controlado por la militancia». Al caer la tarde ya tenían la lista aprobada por unos pocos fieles. No existía la opción de votar ‘no’. Así es la transparencia inteligente: si no se puede votar no, no hay noes. En su información, el PSOE ocultó el dato de participación, también con toda transparencia. Tiene razón Sánchez: nadie puede dar al PSOE lecciones de democracia interna. Desde luego, son únicos practicando la ‘democracia interna’ para controlar la unanimidad. Y con total transparencia: ¡el objetivo era evitar el debate! Esto habría podido provocar que se lanzaran calumnias absolutamente ciertas.
2. Meritocracia.-Esta vez han apostado con claridad por gente con una trayectoria profesional intachable, con seguridad, ya que carecen de trayectoria profesional. Brillante. Elegir gente sin curriculum es una estrategia estupenda para evitar que haya objeciones a su curriculum. Todo gente del aparato: tras María Gámez, de la ejecutiva regional, va el secretario andaluz de Política Institucional, de n.º 2; la secretaria de Formación de la Ejecutiva Federal, de n.º 3; el secretario general de las Juventudes Socialistas, de n.º 6; secretarios y vicesecretarios locales… Casi todos han hecho su carrera en cargos públicos: ¡y quién mejor para ocupar un cargo público que alguien que lleva toda su vida en cargos públicos! Esto es la meritocracia: elegir a los mejores.
3. Plural e integradora.-Tras fichar independientes que se empeñaban en pensar con independencia, no va nadie ajeno al corralito. Bajo la premisa de que ‘los partidos no pueden encerrarse’, han optado por el núcleo duro para plantearse ese objetivo. Esa es la lógica admirable de la estrategia. Para abrirse a la sociedad, enrocarse en lo que la sociedad rechaza: carnet y fidelidad perruna. Está claro.
Hay muchos signos de que los grandes partidos han entendido el mensaje de cambio -Rajoy ha llamado a Aznar; el líder del PSOE ha ido al programa de Ana Rosa- pero pocos planteamientos de cambio tan claros como esta lista. O los cambian, o difícilmente se comen un rosco.”
http://www.diariosur.es/opinion/201501/12/cambiazo-socialista-20150112003219-v.html
Estimado Holden:
Cuando digo que no todos los políticos son malos ni que todos son iguales no sostengo la afirmación contraria de que todos son buenos y de que todos hacen las cosas igual de bien. Una de la primeras exigencias que yo les plantearía es la apertura y la sensibilidad a la crítica externa fundada y argumentada. Criticar no es demoler, es discernir. Tus planteamientos son contundentes. De ser como dices, tendrían cosas que importantes que mejorar. Y me sumo a las críticas. Pero, diría más:esa crítica debe se también interna. Un partido cerrado a las exigencias de la autocrática está condenado al fracaso. Ya sé que algunos dicen que la autocrítica no es buena porque la conocen los adversarios…
Los ciudadanos tenemos un papel importante. Porque los políticos (y las políticas), en lo que todo al poder, al dinero y a la fama, tienen muchas tentaciones cercanas, insistentes y atractivas. Hay que vigilar de cerca. Activamente. No votar, pienso, es una forma de entregar las decisiones a los demás´. Mejorar la política no es una cuestión solo de los políticos, es un compromiso de toda la ciudadanía
No. Eso que de dices no es la izquierda, al menos como yo la concibo. Eso que dices contradice los planteamientos que yo me hago sobre la izquierda. Es más, creo que la izquierda tiene exigencias más rigurosas sobre cuestiones tan importantes.
Gracias por tu aportación.
Gracias por tu consejo Miguel Ángel. Hay que votar. Respetando cualquier posicionamiento (democrático), hay que ir a votar. Al igual que la Educación es la mejor arma para cambiar el mundo (Mandela, N), votar en democracia es mejor herramienta de libertad. Libertad para opinar, participar, defender y apoyar.
Un abrazo.
Marcos.
Querido Marcos:
Espero que la participación sea masiva y que los ciudadanos y ciudadanos expresen su decisión libremente.Y, luego, a seguir participando. El derecho a intervenir, el derecho elevar la voz, no puede reducirse a un MONOSÍLABO CUATRIENAL.
Que todo te vaya bien.
MAS
Querido Maestro!
Hay que votar,siempre he tenido esa conciencia de que me hago oir en ese acto de echar mi voto en una urna,una decisión difícil en estos momentos viendo como está el patio.
No voy a cambiar el mundo,pero sí voy a expresar en derecho mis ganas de que todo mejore ,en cuestión de derechos sociales y de educación, así pues votaré en conciencia a aquellos que me ofrezcan mejoras en estos aspectos.
Lo que más me preocupa sin duda es que vayamos hacia un estilo de vida lo más saludable en todos los aspectos y ganemos todos en lo más importante tener la cabeza llena de buenas acciones y valores humanos que sin duda es lo que va a cambiar las expectativas de la política.
Mi felicidad es enorme porque ha nacido otro ser precioso carne de mi carne, vida de mi vida,mi nietecito, Iván.
Quiero un mundo mejor para el y voy a luchar con todas las fuerzas de mi corazón para que como yo crea en la bondad de la gente y en la eficacia de las instituciones.
Feliz jornada a todos.
Sin más me despido con un cordial y afectuoso saludo.
Me alegra saber que eres una ciudadana responsable. No me sorprende sabiendo cómo piensas.
Enhorabuena por esa nueva vida. Yo también deseo para Iván una patria mejor, un mundo mejor.
En este caso no se puede felicitar solo a la familia por el nuevo retoño. Se puede felicitar al niño por la familia en la que le ha tocado nacer.
Un beso.
MAS
La degeneración IN-IN
Todos los días nos levantamos con infinidad de informaciones de injusticias, de intransigencias, de ingratitudes, de insinuaciones, de inconsciencias, de intolerancias, de incitaciones, de indiferencias, de infundios, de incompetencias, de ingerencias, de incomodidades, de interferencias, de invectivas, de intimidaciones, de insatisfacciones, que, por pura inercia, nos dejan inertes, inmóviles, fuera del juego político, y parece que nos invitan a tirar la toalla y darlo todo por perdido.
Nos sentimos incapaces de poder mover ni un dedo. Estamos invadidos por intereses que no son los nuestros, los del común. Estamos infectados de un individualismo que nos impone una insistente condena a la involución. Parece que todos nuestros esfuerzos son infructuosos ante la maquinaria política y sus maquinaciones, tan inhumanas, que invalidan todas nuestras inquietudes, por muy ingeniosas que sean. Nos da la intoxicada impresión de que todas nuestras inocentes iniciativas quedan inservibles de antemano. A veces, hasta nos sentimos incapaces de poder inyectar algo de nuestra infinita paciencia a esta sociedad que nos muestra su indignidad, a pesar de las insalvables e ineludibles soflamas de apologías del poder, que se autoabastece de todo el incienso que necesita, aunque no se lo merezca, y que no dejan de ser también cortinas de humos, que pretenden escamotear sus inalienables vergüenzas.
Ya, hace tiempo, alguien dijo que “el poder es como el estiércol, que tiene que estar bien repartido”. La democracia que tenemos está tan poco repartida que puede que tenga algo de “cracia”, pero nada de “demos”, ya que insalvablemente la barca del pueblo se ha quedado sin remos o han sido aciguatados por algunas manos un tanto indignas. Quizá nos hallamos a nosotros mismos irreconocibles, inundados de promesas, en un mar revuelto infestado de inversores de seguros, pero no seguros ciudadanos ni civilizados. No es moral mirar para otro lado ante tanta inmoralidad pública. Nos resulta inaudito tener que oír inanes discursos que nos injertan desidia y desconfianza.
La ciudadanía no puede seguir inmóvil ante un panorama casi inamovible. La incultura política extiende sus instintivos brazos para inmovilizarnos con el imperativo tan inconsciente como categórico de que no hay nada que hacer, y por no hacer, que no quede. Es verdad que la ciudadanía está indignada, pero no tiene inscrito ningún título de ignorancia enciclopédica, que le impida poder considerar que no todos son iguales, que los que son iguales son sólo un intrigante grupo de personajes de todas las tallas, de todas las ascendencias, de todas las religiones, de todas las etnias, de todas las decadencias, pero con el denominador común de base inmoral.
No es por insistir mucho, sino por incidir algo para que no todo se nos torne un infierno por no querer poner la mano en el fuego de las urnas. Una legal, pero indecente, ley electoral que hace sacar una importante rentabilidad electoral de los indignados que no se dignan votar, porque, aunque la abstención fuera del setenta por ciento, podría sacar mayoría absoluta quien solo tuviera una representación sobre el electorado del quince por ciento. En este intolerable ambiente legislativo la única libertad que nos van a dejar impenitente es la de votar o no votar. Les conviene dejarnos inermes con esta incuria, voluntad y libertad, porque les favorece, si no ya sería la primera incógnita a resolver. Esta falsa y peligrosa libertad de no votar se ha incubado de tal manera que nos deja en la indefensión. Nos sobra indignación, pero ¿qué más quisiéramos una democracia directa, a mano alzada o con votos firmados y no indolentes, informes, inmunes y demasiado íntimos.
Por ejemplo, tenemos a la vista cómo se invisten algunos de sueldos interestelares, que además son incompatibles con la incontinente austeridad impuesta a la mayoría. Y no solo eso, sino que provoca la huida de nuestros recursos que se invierten fuera de nuestras informales fronteras, se dedican al indecente despilfarro y al lujo y la lujuria (no queremos hablar de “el volquete de p…” para algunos) o se dedican a las especulaciones financieras. Mientras, unas pensiones dignas serían una riqueza interior que movería nuestra indispuesta economía , aunque parezca increíble.
Ahora, los indecisos y los indignados no pueden ser incautos y sí reflexionar sobre la libertad que puede influir en la libertad de todos. Es insalubre decir: “Para poca salud, ninguna”.
josemª
Querido josem:
Magnífico comentario, a mi juicio.
La frase final merece merece ser enmarcada y resume muy bien la argumentación que la precede.
Gracias por leerme y por enriquecer el artículo con tu comentario.
Cuando esto escribo ya he ejercicio mi derecho y cumplido con mi deber de votar.
Un abrazo.
VOCACIÓN DE SERVICIO PÚBLICO
A eso antes le llamaban latiguillo, muletilla o similar, pero ahora la cosa es más moderna: se llama mantra. Si ciertos iluminados van ataviados luciendo cabeza rapada y envueltos con una túnica color zanahoria, éstos lucen unos caracolillos muy engominados en la nuca y corbatas color fosforito mientras ellas suelen ir muy embutidas en dos tallas menos. Sí, no se me despiste, hay otros que ni corbata ni colágenos ni siliconas muy elaboradas: el peligro es precisamente ése, que van de normales aunque no carecen de pulseritas.
Es la apoyatura moral de aquellos, que con la que cae en estos últimos tiempos, muy henchidos, una vez instalada la alcachofa cerca del gaznate o de la cámara cercana al mentón, se jactan de afirmar coreando a diestro y siniestro el susodicho: “créame que yo en mi trabajo ganaba mucho más y si estoy en política es sencillamente porque tengo vocación de servicio público”.
Si las folklóricas se debían a su público, éstos, sin sonrojo, se pliegan a los deseos de sus ciudadanos, nuestros votantes y otras zarandajas al por mayor.
Y eso qué es, nos preguntamos los agraciados por tales ardientes vocaciones de un ecumenismo tan cegador.
Porque quienes realizan tales asertos, en la mayor parte de los casos, vienen realizando el pastoreo, discúlpenme las hermanas ovejas, legislatura tras legislatura de tal modo que muchos jamás han tenido un empleo anterior distinto de este sacerdocio sobrevenido de tal suerte que así otros viven de la comisión de servicio per saecula saeculorum.
Somos un pueblo cruel por el trato cucañero y desagradecido con estos verdaderos animadores socioculturales.
Usted no lo sabe, pero este personal labora denodadamente a partir de la del alba, es más a alguno les quita el sueño verbigracia el problema del paro juvenil con lo cual comienzan su jornada con ciertos hándicaps emocionales.
Su proyecto de trabajo no se limita a un máximo de ocho años por un suponer, no. Mire, si el partido sigue ganando elecciones, a ellos les cae el maná divino de otros cuatro y los que vengan porque los procesos son lentos.
Usted es que no se entera, pero ellos están aquí porque son imprescindibles en esto de la lucha por todo aquello que signifique una sociedad más solidaria, libre e igualitaria. En estas lides se necesita mucho músculo intelectual y ellos tienen todo el día para entrenar.
Usted trabaje, si tiene ese privilegio, como un bestia para llegar a final de mes, empéñese hasta que no toque fondo para que su familia salga adelante con cierta dignidad y si llega a anciano sin problemas de degeneración macular será un afortunado porque podrá reconocerlos haciéndose, entonces, unas monterías o unos hoyos.
Sí, son esos que se han pasado toda su puta vida levitando entre moquetas y acariciando maderas muy nobles, que brindaron a nombre de usted en los mejores salones donde a base de lingotazos arreglaban el país. Y ni lo dude, ellos están para todos nosotros full time. No tienen vida familiar: ni la quieren y serían incapaces de mantenerla. Los sacrificios que impone la vida de partido: “España y yo somos así, señora”.
Estos desvelos merecen, cuando menos, uno o dos sueldos, dietas de todo pelaje, representaciones en los muy variados consejos de administración, la pensión oficial asegurada tras unos cabezazos en la bancada de turno, los cachorros bien instalados y muy cristianamente afirmando en los pequeños e íntimos círculos aquello que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer… y detrás su señora”.
Los que, lamentablemente, no se dieron por amortizados son ciertos de sus acólitos. Esos sí que están por servicio público. Aquellos milicianos que creían en esta guerra particular de la utopía de una sociedad mejor y hacían presencia allí donde se precisaba sin atender a horas ni fines de semana, luchando en las asociaciones de barrio, enarbolando las banderas, arropando en los mítines, nutriendo las mesas electorales,…
Decía el poeta que no hay otro oficio ni destino sino aquel que enseñe al hombre a ser hombre. De igual manera no hay otra vocación de servicio público que aquella que sea un instrumento para hacerte el mejor de ti mismo, entregándose al otro para enriquecerle haciéndole la vida más llevadera.
Todos los oficios, desde funcionarios de todas las clases, cirujanos, científicos, hasta los de más humilde condición que no por ello menos importantes, todos aquellos que con su labor cotidiana, silenciosa, abnegada, las más de la veces ni siquiera reconocida socialmente,…éstos son los verdaderos servidores públicos porque a la postre son los hacedores los que hacen que este país progrese.
Éstos se levantan cada mañana con la ambición de hacer no de ser.
Si algún día por ventura tienen el displacer de escuchar cerca a alguno/a de esta especie, no echen a temblar ni huyan, dense el placer de acorralarle/a y encárense de modo que antes de balearles verbalmente exíjanles desde el tierno arrullo su necesidad de que les expliquen muy despacito aquello que acaban de autonombrar y que se denomina “vocación de servicio público”.
Luis Eugenio Utrilla
Estimado Luis Eugenio:
Un texto cargado de ironía y de grandes verdades.
Gracias.
Creo que es la clave: el servicio público. No servirse del pueblo, servir al pueblo.
Verdad tantas veces olvidada, tantas veces negada con los hechos.
Hay que exigir otra forma de proceder.
Se puede conseguir con el voto y, después, con la participación ciudadana.
Un cordial saludo.
MAS
Ya se ha votado y ya he votado. A veces quisiera entender a la derecha y en los debates trato de hacerlo, pero no puedo. Siempre me identifico con lo que dicen los de izquierdas porque su concepción del ser humano y de la sociedad en general va con mi modo de pensar.
La corrupción que se ha realizado nos asemeja a un lodazal. Cierto que no todos son corruptos, pero es un cardo muy abundante. Lo positivo es que estamos en un país democrático y con libertades y, gracias a eso, se destapa toda esa mugre de la corrupción. Eso es lo sano y positivo y creo y deseo que pronto la corrupción política sea más una anécdota que no el triste canto diario que hace tiempo nos acompaña.
Por cierto, parece que al gran capital se le han atragantado las elecciones.
Saludos con el deseo de que todo sea para mejor.
Querido Joaquín:
Ya pasé el día de las elecciones. Y ahora comienza otra parte importante que es formar gobierno. Hace falta pactar. La cultura de la negociación es buena porque obliga al diálogo, a la escucha, a la argumentación, a la flexibilidad en aras del bien común.
Y después vendrá la fase de la participación en el desarrollo de los programas y la del seguimiento de la acción política. Somos seres políticos. Porque la polis es cosa de todos.
Un abrazo y gracias, como siempre.
MAS
No me explico la abstención. En realidad el abstencionista no debería quejarse luego. Ha dejado a los demás su derecho a decidir.
Siempre me sorprende el porcentaje de abstención, cuando pienso en los tiempos en los que no podíamos votar porque solo uno decidía por todos.
Y ahora que podemos nos vamos a la playa o nos quedamos en casa. Ya sé que habrá muchos tipos de abstención. No comparto ninguna.
Ahora se ve la importancia del voto. Ahora se ve cómo por unos pocos votos se pierde un concejal o la posibilidad de que gobiernen unos u otros.
Y ahora viene también el momento del diálogo, que tanto escasea y tan necesario resulta.
Y el momento de los intereses partidistas en contraste con los intereses generales.
No me gustan los chantajes de quienes imponen las exigencias por capricho o por interés.
No ir a votar es una dejaxci[on de funciones. Otra cosa es que se sepa a quien votar. Entonceds habr[a que meter un voto en blanco en la urna.
No ir a votar es dejar laecisi[on en manos de los otros.
No participar en las elecciones es decir que se prwefiere la dictadura.
Ya estamos viendo algunas actuaciones un tanto discutibles. Pacgtos antinatura, promesas incumplidad, anteposici[on de intereses partidistas a los intereses generals…
Los ciudadanos tenemos que estar ahi para denunc iar los comportamientos que no son de recibo.
Si uno ha dicho que no pactar[a luego no puede hacerlo por ionter[es. Digo esto porque los lectores votaron el programa, no le dieron un voto en blanco al candidato.
Este es un artículo que tiene mucho que ver con la educación. La ciudadanía tiene que comprometerse con la política. No vale eso de decir> a mí la política no me interesa. Porque todos somos seres políticos.
Participar en las elecciones es un deber democrático. NO el único, pero uno de los importantes. Porque con el voto decidimos quién va a gobernar.
Luego viene la participación ciudadana entre una elección y otra.
Hay que informarse, hablar, agruparse, participar, actuar y exigir.
Mientras escribo estas líneas se están produciendo todo tipo de pactos.
Creo que es bueno que no haya mayorías absolutas porque, además de eliminar el diálogo, propician gobiernos autoritarios. Como no necesitan dialogar ni negociar, imponen a todos sus criterios.
Es interesante analizar cuáles son los criterios que están impulsando las alianzas.
Es el momento del diálogo.
No se nace sabiendo dialogar. Hay que aprender. Y pára aprender hay que ejercitarlo.
Eso supone ESCUCHAR, ARGUMENTAR, RESPETAR… Actividades nada fáciles.
También es cierto que algunos están haciendo chantaje en estos procesos de diálogo. Sabiendo que tienen la llave del gobierno, algunos partidos están imponiendo sus visiones a pesar de haber obtenido muy poco apoyo en las urnas.
No me gusta, por ejemplo, lo que está sucediendo en Andalucía. El gobierno bloqueado por las exigencias de los partidos minoritarios.
Así lo veo> están haciendo chantaje. Tiene que gobernar quien recibió más apoyo en las urnas con las propuestas que esa fuerza política presentó en las elecciones.
Pues no, las propuestas que quieren imponer son las de quienes perdieron.
Solo faltaba que hub iera que repetir las elecciones.
Cuánto echo de menos la asignatura Educación para la ciudadanía. Era fundamental.
El PP se la cargó de manera caprichosa.Fue lo primero que hizo cuando llegó al poder.
En la escuela se deber aprender ciudadanía.
Es fundamental para tener una convivencia armoniosa.
He ido a votar. Creo que es un deber ciudadano. Me gustan las elecciones que devuelven a la gente de a pie la soberania. Poer eso me sorprende que haya tanta abstencion.
Ahora estoy siguiendo los pactos poselectorales.
Me molesta que candidatos que han agredido con violencia en la campana tengan ahora gestos amables con quien necesitan para alcanzar el poder. Un poco de dignidad.