Todo el mundo ha vivido con asombro y consternación la tragedia sufrida por los pasajeros del vuelo de Germanwings hace unos días en la cima de los Alpes. Las familias de los fallecidos no olvidarán jamás lo sucedido. Un trastornado piloto, cuyo nombre no quiero citar para no dar pábulo a sus patológicas pretensiones de hacerse recordar, estrelló el avión haciendo realidad un elaborado y anunciado proyecto: “Haré algo que cambiará el sistema y hará que se conozca mi nombre en todo el mundo”, anunció hace años a una antigua novia.
Ni tanto. Estrellar un avión aprovechando la ausencia del comandante al que no abre intencionadamente la puerta de la cabina, pulsando el botón fatídico y provocando una catástrofe sin precedentes en la historia de la navegación aérea, es un acontecimiento que no se podrá olvidar en siglos. No es fácil concebir un hecho tan calculado como retorcido.
Estremece pensar en el comandante de la nave pidiendo a gritos a su compañero que abriese la puerta cuya clausura suponía para todos una sentencia de muerte. La caja negra ha revelado, para martirio de los familiares de los fallecidos, la demanda desesperada del comandante:
– ¡Por el amor de Dios, abre la maldita puerta!
La protección contra los terroristas que llevó a blindar la puertas de la cabina de los aviones, se convirtió en una trampa al encontrarse el terrorista dentro. Resulta terrible la imagen del comandante golpeando la puerta de la cabina del avión entre los gritos desesperados de los pasajeros. Pone los pelos de punta pensar en esos ocho minutos de descenso hacia la muerte. La muerte voluntaria del piloto, la muerte impuesta de los inocentes pasajeros, dieciséis de ellos estudiantes que estaban abriendo el cascarón de la vida.
Podía haberse suicidado, si lo tenía a bien. Su vida era suya. Pero no tenía derecho a planificar con tanta saña la muerte de un puñado de semejantes que habían puesto confiadamente la vida en sus manos. Y que, incluso, habían pagado par hacerlo. Imagino las interpelaciones que han hecho los familiares de las víctimas al piloto sadomasoquista: ¿por qué no decidió suicidarse usted solito el día anterior?, ¿por qué silenció su enfermedad y su tratamiento a la compañía?, ¿por qué ocultó la baja médica de forma tramposa?, ¿por qué condenó sin juicio a los miembros de su tripulación y a todo los pasajeros?, ¿por qué se convirtió en juez de sus víctimas?, ¿por qué ha volcado sobre sus padres, familias y amigos tanta tristeza y tanto baldón?
Todos hemos sido impelidos a pensar en el proceso de selección de los pilotos y en el proceso de control en su ejercicio profesional. ¿Cómo es posible que una persona con baja psiquiátrica se haya colado en esa cabina como si nada le pasase?, ¿cómo se ha puesto la vida de todas esas personas en las manos asesinas de un perturbado?
Los terribles hechos que han sucedido en Germanwings, me han llevado de la mano a trasladar esa cuestión al ámbito profesional docente. ¿En manos de quién se pone la vida de los alumnos y de las alumnas en las aulas? Me he imaginado muchas veces en estos días las aulas como aviones tripulados por maestros y maestras, unos de mayor competencia que otros. Y me he hecho muchas preguntas sobre lo que sucede con los grupos de escolares que “vuelan” bajo la responsabilidad y la sabiduría de sus guías.
En la formación y en la selección de los profesores y profesoras solo se tiene en cuenta el nivel de conocimientos y, a lo sumo, la pericia en algunas destrezas didácticas. Nada se plantea respecto a la imprescindible estabilidad psicológica y emocional de quien va a tener a su cargo a grupos de niños y adolescentes, por definición inmaduros. No es igual trabajar con materiales que con personas. No es igual manipular productos o vender muebles que trabajar con seres humanos. Y, además, en una situación asimétrica como es la docente. Téngase en cuenta que el profesor o profesora tiene autoridad sobre sus alumnos y alumnas.
Si se analiza el curriculum que se desarrolla en las Facultades de Educación se verá que no existe una parcela que tenga que ver con el ser del docente. Todo el curriculum se articula sobre el saber y, en el mejor de los casos, sobre el saber hacer. Y la cuestión se agrava si se repasa el sistema de acceso a la profesión docente. Una persona se hace profesor o profesora de forma vitalicia superando unas pruebas que tienen que ver con el saber y con el saber hacer, pero no con el ser.
¿Qué sucede en una aula cuando el docente sufre una patología psiquiátrica grave, cuando está desequilibrado emocionalmente?, ¿cómo se pueden defender de su nefasta influencia unos alumnos que dependen jerárquicamente de quien gobierna la clase? Lo que pasa es que las víctimas de esos docentes enfermos se diferencian de las que sufren los pasajeros de los aviones siniestrados por voluntad de un piloto asesino. Se convierten en cadáveres psicológicos que tienen cinco características que los diferencian de los cadáveres físicos: no huelen, se mueven, corren, hablan y hasta se ríen. Cadáveres, al fin y al cabo. Personas con el autoconcepto destruido, con el deseo de aprender aplastado, con el sufrimiento y el miedo instalado en su mente, con las expectativas mermadas, con la solidaridad desaparecida… Pobres víctimas.
Creo que debería establecerse un control sobre aspectos psicológicos en la selección y otros de carácter periódico durante el ejercicio profesional. Porque alguien puede estar muy sano cuando comienza y sufrir un deterioro brusco o paulatino a lo largo de su práctica profesional. Para ser profesor no basta tener los conocimientos, las habilidades, las destrezas y la capacidad necesaria para trabajar en el aula. Hace falta, además, un equilibrio emocional que rija las relaciones de aprendizaje y de convivencia en el aula. El piloto suicida, cuyo nombre omito intencionadamente otra vez, causó el desastre no porque no supiera manejar el avión sino precisamente porque sabía hacerlo. No le faltaban conocimientos técnicos sino una cordura elemental y una ética mínima.
En el caso de la selección de profesores y profesoras subiría un peldaño más en la exigencia. No bastaría que estuviesen libres de taras que podrían llevar al desastre, sino que deberían tener unos niveles altos de salud emocional. Porque no se trata solo de evitar los daños irreparables que provoca una patología severa sino que se pretende alcanzar las cotas más altas de desarrollo emocional en el alumnado.
No quiero ni pensar que mi hija caiga en manos de un desequilibrado en el espacio cerrado del aula, en ese viaje arriesgado que es el proceso de enseñanza y aprendizaje. Un viaje que no dura solo lo que un vuelo de avión sino muchas horas más, muchos días más y, veces, muchos años más. ¿Qué culpa tendría ella de la incompetencia emocional de un docente?, ¿qué culpa tendría de la incuria de los responsables de esa selección? La misma que tenían los pasajeros de la patología del piloto. La misma que tenían respecto a la falta de control de los responsables de la compañía aérea. ¿Cómo es posible que una persona con una baja psiquiátrica pudiera pilotar un avión lleno de pasajeros?, ¿cómo es posible que un profesor tarado pueda entrar cada mañana en una aula para amargarle la vida al grupo de alumnos y alumnas que le ha sido asignado? Pongamos remedio a tiempo.
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Muy acertado, Miguel Ángel. Cuando aprendemos de los hechos, estamos juntando conocimientos y también aunando voluntades. Aprendemos jugando y también cuando nos ponemos serios. La Educación, por ejemplo ha caído en España en manos de liberales, los de los emprendedores, y se convierte en una mercancía más. Esperamos que no tengamos que seguir aprendiendo a golpes, o al menos, que no sean tan duros. Por lo que nos pueda venir, arrimo una reflexión:
La parábola de los Alpes
Había una vez un aeroplano que había conseguido el poderoso título de avión comercial de pasajeros y que confiaba muy mucho en sus pilotos, en sus mecánicos, en sus azafatas, en su personal de carga, sus estibadores, encargados de operaciones de vuelo, en sus bomberos… Pero un día que todo estaba saliendo a las mil maravillas sucedió que, cuando ya el avión se había puesto sus mejores galas de piloto automático, el comandante tuvo que salir de la cabina para llegarse un momento al servicio. Toda la gente iba absorta mirando el paisaje nevado de los Alpes. Nadie sabía desde cuándo los aviones no llevaban un mecánico en la cabina del avión. La cosa fue que el copiloto se quedó completamente solo. No iba en la cabina ningún mecánico. Tampoco entro ningún auxiliar de vuelo en la cabina, cuando salió el comandante o piloto mayor. Entonces el avión se quedó desasistido de su cuidador principal y el trato inoportuno del copiloto, al perder altura de miras, le hizo perder altura. El avión se había quedado en manos de un humano, deshumanizado por cualquier trauma, que no supo superar su soledad y su sola responsabilidad. “No es bueno que el hombre esté solo”, se nos repite desde el principio del Génesis. El resto de la historia ya la sabemos.
Hoy, conociendo los hechos, que muchas veces vienen a remover las conciencias, todos buscamos las causas para aprender, pero más de uno las rastrea para ahuecar el ala y poder encontrar vientos favorables que lo aparten de la ciclogénesis de las responsabilidades.
¡Cuántas palabras también se lleva el viento! ¡Cuántos discursos y leyes de austeridad se llevan vidas, sin reparar si cuentan con pocos o muchos años, sin contar que contienen muchos o pocos sueños, entre otras cosas porque “no les constan” a los dueños del mundo!
Lo que sí nos consta es que la gente del pueblo se ha prestado a ayudar, una vez más, a abrir sus casas pacíficamente, porque su poder repartido es más acogedor y eficaz que el poder único que se ceba con los desahucios. Nos consta que, cuando todos contribuyen y ayudan en lo que pueden, nos resulta más rentable que cuando unos pocos acaparan más de lo que deben.
Otra vez el panorama se nos abre, pero, esta vez, para que también abramos los ojos. Todos vamos en el mismo carro, pero tenemos que estar atentos a las piedras que tenemos que evitar o incluso apartar del camino. Los pedruscos del camino, que tienen la sensibilidad de un marmolillo, pueden quedar de espectadores, pero no tienen autoridad moral para guiarnos a los demás. Todos vamos en el mismo barco o aeronave, pero no podemos dejar solo a un sistema polifémico, que sólo tiene un ojo, y que no es capaz de percibir el relieve de las personas y sus vidas, y mucho menos todo lo que lleva detrás a sus espaldas. La economía es algo más que un solo sistema económico, por muchos lacayos y asistentes de altos vuelos que, a todo trance, quieren servirnos demasiados platos fríos en el peor de los catering.
Es un dolor que decimos sentir todos, porque nos salpican las lágrimas de los demás. Ahora, que precisamente, por desgracia, han salpicado desde el centro de Europa, ¿sería mucho insistir en que Europa no puede permitirse muchos sacrificios inútiles, que se vuelven como un bumerán sobre ella misma?
La coartada de la austeridad europea no salva a Europa siempre ni por más tiempo. Ahorrar costes a toda costa, dejando al mando de la nave europea, que está en los aires, a un hombre solo, es fatal. Vemos cómo a pasos agigantados y silenciosos y también, ¿por qué no decirlo?, a altos vuelos y lejos de la vista de los ciudadanos, se ponen en marcha automatismos económicos que son incapaces de sostener las vidas de las gentes.
Así, se nos aparece el copiloto, el Capitalismo puro y duro con su TTIP, en solitario, al mando de “la nave que nunca ha de tornar”, cuando el piloto, la ciudadanía, después de dejar su mandato-voto en la urna-cabina, se retira al servicio de su trabajo diario o de su hambre. El suicidio se lleva por delante al pasaje. El suicidio del TTIP se fragua a puerta cerrada, para que la ciudadanía no pueda ver lo que se está cociendo, porque es una verdadera pesadilla.
No nos queda más que inspeccionar minuciosamente el terreno de internet buscando las cajas negras de la información de sabios y críticos, que nos vayan dando noticias de los despojos que ya está dejando y que nos dejará, si nos obligan a subir a la mal llamada “Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión”, TTIP, por sus siglas en inglés. Desolador, si no.
josemª
Estimado Josem:
Magnífico comentario. DSe los que mejoran el artículo.
Muchas gracias por leer y por comentar.
Un abrazo.
MAS
Leí con tanto cuidado sus palabras en lo que hacía referencia a esos docentes “pilotos suicidas”, y por suerte están los otros esos que ante cada “bache”, ponen lo mejor sí y nos estimulan a superarnos. Usted estimado maestro es de los segundos, su columna nos ayuda a: reflexionar sobre nuestras prácticas docentes, y otras nos alienta a no bajar los brazos, gracias por tanto.
Querido Maestro!
Hace un tiempo que no aparezco por este blog para hacer alguna reflexión de sus acertados comentarios¡No se si se me habrá echado de menos,eso espero!
Un problema con el ordenador me ha tenido aislada de poder comentar lo que pienso de unos temas como este que por desgracia a provocado dolor y estupor a toda la población española.
Como bién dice esto que ha pasado nos lleva a pensar que el mundo esta lleno de personas incautas que provocan dolor allá por donde pasan, ya sean docentes,médicos,abogados…,y que el personal de a pie no sabe que hacer ni tiene conocimiento de su perfil psicológico que le capacita para ejercer sus profesiones con toda la honestidad y la exactitud que debieran.
Yo digo que lo mejor será no encontrarlos por el camino, por el daño que puedan hacer a los seres más pequeños y queridos,usted habla de su hija,yo pienso en mi nieta.
La salud mental y emocional de las personas es una asignatura pendiente y por ello se le tiene que dar mucha importancia a la hora de que en ello vaya la seguridad de muchas gentes.
La tristeza nos invade nuestro corazón ante tanta maldal en un ser humano.!No entiendo una actitud tan perversa,no me cabe en mi pequeña cabeza tanto horror!
¡Pero hay bondad en el mundo, con eso me quedo, para asi poder disfrutar de los días presentes con todo el amor que me impulse a seguir viviendo!
Sin más me despido con un cariñosísimo abrazo de vuelta.
Querida Loly:
Pues sí, te había echado de menos porque eres una de las asiduas comentaristas.
Y, además, porque sé que amas la enseñanza y que te dedicas a ella con todo el amor y todo el entusiasmo.
No me sorprende que te haya estremecido la catástrofe aérea de los Alpes. Sobrecoge pensar en las pobres víctimas del avión y de algunas aulas..
Besos.
MAS
Muy interesante,me gustaría que mis colegas lean sus reflexiones y revisen su practica diaria para que de esa manera podamos mejorar el trato con los niños y jóvenes que necesitan de pilotos maestros, que guíen sus pasos hacia el saber sin gritos y maltratos, pues lastimosamente hoy en día abundan colegas que descargan sus problemas en los niños a su cargo.
Una tarea que me propongo es lograr que los compañeros con quienes trabajo hagan un examen sobre su diario vivir y también que lean sus artículos.
Querida Ignacia:
Las reflexiones se dirigen muchas veces a los deocnetes, pero también a los responsables de la política educativa.
En este artículo se interpela directamente a quienes deciden cómo ha de ser la formación y la selección de los profesores y de las profesoras.
No vale cualquiera para este oficio, aunque sepa matemáticas y enseñar matemáticas. Hace falta un equilibrio emocional que no cause una catástrofe en los escolares.
Un cordial saludo.
MAS
Importante reflexión sobre la selección de profesorado. ¿Es que da igual trabajar con ladrillos que con personas? ¿Es que da igual trabajar con adultos que con niños?
No vale para esta tarea cualquier personas por mucho que sepa y por bien
Importante reflexión sobre la selección de profesorado. ¿Es que da igual trabajar con ladrillos que con personas? ¿Es que da igual trabajar con adultos que con niños?
No vale para esta tarea cualquier personas por mucho que sepa y por bien que sepa enseñar.
Esta cuestión tiene una gran importancia. El funcionariado hace que un profesor lo sea para toda la vida.
El caso del piloto de Germanwings es estremecedor. Me parece muy buena la traslación de la reflexión al ámbito docente.
He visto a profesores trastornados que causan destrozos psicológicos en los alumnos.
No es admisible que se pague a los profesionales por hacer daño a quienes tienen que ayudar.
En este aspecto, que yo sepa, no se hace absolutamente nada en los actuales procesos de selección.
El caso del piloto suicida y asesino nos tiene conmocionados. Está bien que suscite la reflexión qeu aquí se propone respecto a la selección de los profesionales que van a trabajar con personas.
Y que no se piense en una selección definitiva que ya no necesita revisiones. Porque las personas podemos adquirir traumas en el ejercicio profesional Por eso es necesaria la evaluación periódica del profesorado. Para mejorar y para proteger a los niños.
La selección del profesorado es un problema que no ha tenido solución hasta el momento. En algunos es peor que en otros.
El peor nivel, a mi juicio, es la Universidad porque no se exige nada específico para ser docente. Poco en Secundaria y un poco más en Infantil y Primaria. Pero en los aspectos que se plantean en el artículo no se hace nada.
Hay quien piensa que no es necesaria esa preparación específica. Creo que es un grave error. Países que tienen una mayor preocupación al respecto (léase Finlandia) tienen mejores resultados.
Estimada Mercedes.
Por supuesto que no ha de tratarse de un control inicial que valga para toda la vida. las personas van cambiando, unas para bien y otras para mal.
Sé que no es una cuestión fácil Primero porque en sí es complicado definir salud emocional. En segundo lugar porque no siempre resulta fácil descubrir los problemas. En tercer lugar porque hay personas con una gran habilidad para ocultarse y mentir.
Cuando ya se está en ejercicio es más fácil el control porque se cuenta con la opinión de alumnos y colegas y con la observación de la práctica.
He aquí el principal problema del sistema educativo: la selección del profesorado.
Si la tarea de educar es tan importante y decisiva, deben dedicarse a la educación las personas más valiosas.
Esa valía no la debería determinar cada uno. Necesitamos una garantía que exige un control institucional.
No es fácil este proceso de selección, pero algo hay que hacer al respecto, No se puede permitir a cualquiera ejercer esta responsabailidad.
Nuy oportuna y necesaria reflexión.
Si vemos necesaria la buena selección de los pilotos, también lo es la de los docentes. Creo que la simlitud que se defiende está más que justificada.
¿Cómo es posible que tengamos a un tarado como profesor hasta que se jubile porque un día demostró que sabía matemáticas o química?
Estimada Noelia:
Hay países que ya están haciendo algo sobre las cuestiones relacionadas con “el ser” de la persona y no solo con el saber.
En Finlandia, por ejemplo, para ser profesor hace falta haber mostrado sensibilidad para los problemas sociales.
Algo tendríamos que hacer nosotros también en España. Yo lo he propuesto mil veces, de momento, sin éxito.
MAS
CREO QUE EL PROFESORADO ES LA PIEZA CENTRAL DEL SISTEMA EDUCATIVO:
No habrá mejora de la calidad si no hay mejora del profesorado.
Cuando de mejora noi me refiero solamente al hecho de una mejor preparación técnica. Me refiero, sobre todo, a una mejora de orden psicológico y moral.
Por eso me ha parecido magnífico este artículo que utiliza acertadamente el caso al avión intencionadamente estrellado en Los Alpes.
Trágico accidente que nos vale para reflexionar sobre los maestros y maestras en la escuela. Cómo se realiza la selección y qué inexplicable es la ausencia del seguimiento profesional. Se da por sentado que un profesor podrá ejercer la docencia sea cual sea su situación mental. Realmente preocupante.
En los actuales sistemas de selección nada hay recogido entorno al perfil psicológico. Por muy preocupante que resulte, cualquier perturbado mental puede acceder a la docencia en un centro educativo siempre y cuando sea capaz de reproducir un temario. ¿Acaso esto tiene relación con las cualidades necesarias para tratar con niños y con niñas? Es más, nunca se le realizará alguna revisión psicológica o medición de la capacitación emocional.
En la mayoría de las ocasiones, cuando hacemos ejercicios de empatía, podemos comprender mucho mejor las preocupaciones de las familias. Un momento clave ha sido durante el mes de marzo la admisión del nuevo alumnado de tres años en las escuelas de Educación Infantil. Una decisión importante, la elección del centro. Las familias presentan miles de dudas: el espacio donde dejarán a sus pequeños, los horarios, el comedor, el alumnado, el nivel, los espacios externos, la seguridad, el método… que se solucionan abriendo las puertas, con sinceridad y amabilidad. Uno de los elementos, vital a ojos de las familias es en qué manos dejan a lo que más quieren. Esa preocupación es fácilmente comprensible.
¿Ayuda el sistema a poder tomar decisiones en la selección y la continuidad de los docentes adecuados? Un sistema que no está diseñado para seleccionar a los mejores en ninguna de las cualidades necesarias y que, al mismo tiempo es extremadamente garantista con los docentes (no con el alumnado), provoca muchas “muertes” a lo largo de la escolarización que no pueden ser contabilizadas. Parece que estas no cuentan.
Miguel Ángel acababa diciendo pongamos remedio a tiempo, pues… vamos tarde.
Gracias maestro. Siempre es un placer leerte y acompañarte.
Estimado Marcos:
Tu tesis sobre la selección fue un aldabonazo sobre la cuestión que hoy planteo en el artículo.
Dices al final de tu comentario que ya llegamos tarde. Es verdad.
Por eso urge no retrasarse más.
Gracias a ti por leerme y por enriquecer los artículos con tus comentarios.
Un abrazo.
MAS
Quien tiene que tomar decisiones sobre estas cuestiones no lee este tipo de artículos. Los suelen leer quines tienen sensibilidad para valorar lo que se dice pero no capacidad de decisión para transformar la realidad.
Siendo tan lógico lo que aquí se explica no se puede comprender cómo las cosas siguen igual año tras año.
Al menos se gana que vaya creciendo el estado de opinión sobre un asunto tan importante.
POR ESO AGRADEZCO LA PUBLICACIÖN.
Hola!!, me encanta tu forma de realizar el contenido, el mundo necesita mas gente como tu
Pues muchas gracias por la lectura y por tus palabras.
MAS