Sé que el tema de los deberes escolares es peliagudo ya que tiene muchas dimensiones, muchos protagonistas y muchos espectadores. Si preguntásemos a los niños y a las niñas dirían, probablemente, que están hartos de tantas tareas. Si les preguntásemos a los padres y madres unos dirían que son pocas y otros que son excesivas. Si preguntásemos a los docentes unos dirían que son innecesarios y otros, quizás, que son imprescindibles para atender las exigencias curriculares.
La cuestión se entremezcla con el nada despreciable asunto de las actividades extraescolares, que suelen ser diversas y numerosas: idiomas, piano, ballet, violín, deportes, judo, karate, baile, tenis, padel… Actividades que cuestan dinero y que no todas las familias se pueden permitir. El caso es que muchos niños y muchas niñas tienen las tardes saturadas de ocupaciones y no pueden superar la principal asignatura de esa etapa de la vida que es el juego. Se lo digo muchas veces a mi hija Carla, que ahora tiene diez años:
– Tu asignatura fundamental es jugar.
Ella me dice que si pienso así debería escribir un libro y regalárselo a la directora de su colegio. Porque el hecho de que yo lo piense no le ayuda mucho a satisfacer sus deseos.
No me gusta ver a mi hija llorar porque no ha podido jugar nada en toda la tarde. No me gusta privarla de su principal alimento, del aire psicológico que le da vida y le ayuda a crecer: el juego. Tampoco me gusta que les pase a todos los niños y niñas del país.
No creo que sea razonable cargar a los niños con más horas de trabajo de las que tenemos los adultos. Su jornada laboral es excesiva: horas de colegio, mas horas de actividades extraescolares, mas horas de deberes en la casa… Y luego la ducha, la cena y el descanso al que sigue un nuevo madrugón. ¿Qué vida es esa? ¿No es suficiente el tiempo de colegio? ¿Por qué más? ¿Se llevan a casa los adultos, por regla general, unas horitas complementarias de trabajo por imperativo de sus jefes? ¿Se llevan a casa los trabajadores lentos lo que no han hecho en el tiempo reglamentario?
Los deberes escolares se suelen hacer en solitario, sin que medie la riqueza del trabajo cooperativo. Generan ansiedad, provocan estrés, impiden la práctica del juego y acortan el necesario descanso.
Hay otra razón importante para oponerse a ellos. Un régimen intenso de tareas agrava las diferencias entre los niños. En primer lugar porque hay familias que no pueden ayudar a sus hijos dado su nivel de conocimientos y la escasez de tiempo. En segundo lugar porque hay familias que no tienen medios económico. Carecen de ordenador, de impresora, de internet… Y, si los tienen, no saben cómo deben utilizarlos didácticamente.
Dice Bernstein que el ritmo de los aprendizajes que hace falta seguir hoy en las escuelas es tan acelerado que hace falta una segunda escuela en la casa para seguirlo. ¿Y el que lo la tiene? Pues ya era desgraciado antes de ir a la escuela y, ahora, es doblemente desgraciado porque tiene todas las papeletas para fracasar en ella.
Los padres/madres que no pueden ayudar a sus hijos e hijas en los contenidos de las asignaturas se preguntan: ¿Por qué no se lo explican los profesores?, ¿para q¿para qué les pagan?, ¿qué hacen?… Esas familias que no pueden ayudar a sus hijos se ven constreñidas a contratar profesores particulares. Y precisamente son esas familias las que no pueden tenerlos.
Las familias pobres no disponen de lugares propicios para el estudio, para el trabajo aislado de cada hijo o hija. Es decir que las tareas les condenan a seguir retrasados respecto al resto.
Complica el problema el hecho de que en algunos centros los profesores no se coordinan. Y así cada uno exige tareas como si solo existiese su asignatura. Existe una convicción flotante de que el profesor es mejor según la presión que ejerce con las tareas. Y eso mismo ha de aplicarse a los Colegios. Algunos padres y madres piensan que el Colegio es bueno en la medida que carga con abundantes tareas a sus escolares. Y eso provoca una soterrada competición.
¿Por qué sucede esto? Creo que hay varios motivos. En primer lugar existen rutinas inveteradas. Se repiten los modos de actuar sin someterlos a un análisis riguroso. Se hacen las cosas porque siempre se han hecho así, porque el año anterior se hicieron así. En segundo lugar existe, como decíamos, la presión social. Si todos lo hacen, también nosotros tenemos que hacerlo. En tercer lugar, hay una obsesión por la obtención prematura de resultados. Hay que conseguir logros cuanto antes. Sin tener en cuenta que no por mucho madrugar amanece más temprano. En cuarto lugar, hay una competitividad instalada en el sistema que hace que miremos de reojo a los demás para ver lo que hacen. En sexto lugar, no se olvide que detrás de todas estas cuestiones hay dinero: se venden materiales para hacer las tareas, se contratan profesores particulares…
Si el curriculum oficial es demasiado extenso debería acortarse y, si es el adecuado, debería aumentarse el tiempo escolar. Y, cuando termine la jornada, se terminó el trabajo. ¿Es razonable que los padres, madres o profesores particulares tengan que suplir o completar las explicaciones de quienes reciben un sueldo por enseñar a los niños y a las niñas?
Estoy hablando de las etapas de Infantil y Primaria. Otra cosa son las etapas siguientes en las que el trabajo autónomo va cobrando un papel progresivamente elevado. Para esas etapas posteriores hay que racionalizar el trabajo y hay que potenciar la autonomía. Es un error hacer los deberes por ellos, incluso hacerlos con ellos. Más lógico es y acudir en su ayuda cuando la necesiten. Ellos deben ponerse manos a la obra, organizar el tiempo, responsabilizarse de sus tareas… Y, eso, facilitarles ayuda cuando estén perdidos. Solo entonces. Es conocida la propuesta de las clases invertidas (Flipped Classroom), es decir que el alumno explore en la casa y que luego el profesor le ayude a hacer ejercicios en el aula. El Flipped Classroom (FC) es un modelo pedagógico que transfiere el trabajo de determinados procesos de aprendizaje fuera del aula y utiliza el tiempo de clase, a través de la experiencia del docente y de la interacción con los compañeros, para facilitar y potenciar otros procesos de adquisición, práctica y aplicación de conocimiento dentro del aula.
Ya sé que hay niños y niños. Niñas y niñas. Es decir, que a algunos les cuesta poco tiempo y esfuerzo hacer las tareas y otros se eternizan, Niños que se disponen solos a hacer el trabajo y otros a los que hay que perseguir y casi forzar a sentarse para abrir el libro. Para colmo, muchas veces las tareas se enfocan a la preparación de exámenes. Exámenes que consisten en repetir de memoria los contenidos de los textos. Utilizando la cabeza, sin los textos, sería difícil aprobar.
La excesiva presión por los resultados, la competitividad extrema, el aprendizaje de carácter mecánico y la realización de exámenes memorísticos, hacen que la infancia viva atenazada Hay razones más que sobradas para eliminar de un plumazo esos atosigantes deberes domésticos que bien podríamos calificar de trabajos forzados.
Que buen inicio de Día de Andalucía… una reflexión propuesta por nuestro querido Miguel Ángel Santos.
Es cierto que las tareas de casa son motivo de discusión. Al mismo tiempo suponen una desigualdad para el alumnado que no puede disfrutar de esa comprensión y ayuda familiar. El problema es que en el mundo acelerado en el que vivimos y la carrera insaciable por la diferenciación, existen familias que entiendo primordial el trabajo extra, en detrimento del juego, éste que en la mayoría de las ocasiones es más educativo.
Un abrazo.
Necesaria reflexión. Muy bien planteada y argumentada.
Coincido en que no hay que hpotecar la infancia a las tareas escolares.
Habría que tomar una decisión drástica al respecto.
Saludos y buen fin de semana.
No son neceaarios.
En Finlandia apenas si tienen deberes.
Ya sé que si obtienen buenos resultados en PISA no es precisamente por no hacer tareas sino por tener un buen sistema educativo.
Debería bastar el tiempo de la escuela.
Otra cosa esen Secundaria y Universidad.
Sabias palabras.
Creo que se están recargando de deberes las tardes de los niños y de las niñas. Es demasiado.
No parece justo que los profesores se vayan a su casa a descansar y que les den tareas a los niños para que siga su jornada.
Otra visión en la que no había pensado es la de la acentuación de las diferencias. Es cierto. E importante.
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No a los deberes.
Si escuchásemos a los niños tendríamos la solución.
Pero solemos decidir por ellos.
A Tonucci le oído defender esta tesis con toda contundencia.
Miguel Ángel en este artículo, como en todos los que escribe, sabe muy bien lo que dice y, a mi modo de ver, hace una precisa descripción, como de cirujano experto, de lo que pasa en la mayor parte de los colegios.
Creo que tiene mucha razón cuando dice que el primer deber de un niño es jugar y a través del juego aprenden muchas cosas, en especial la sociabilidad, que no es cualquier cosa.
Como siempre es un placer leerte.
Saludos
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Totalmente de acuerdo.
No solo en parte. Totalmente de acuerdo. Con la tesis y con la argumentación. Hay que añadir la tensión y la angustia de quienes no están encondiciones de hacer las cowas que e piden. Van al Colegio con la ansiedad de quien va a ser reprendido. O de quien va a ser comparado.
Hay que acabar con los trabajos forzados.
Querido Marcos:
Tú has abierto los comentarios de esta entrada.
Gracias por las aportaciones que haces, que valoro mucho por venir de un un profesional que tiene los pies bien puestos sobre la tierra pero que también tiene la cabeza bien amueblada con teorías y estudios exigentes.
Feliz semana de reanudación del trabajo.
Un abrazo.
MAS
Sí, hay muchas razones para eliminar los “deberes”. ¿Y porqué no se eliminan? Para mí la respuesta es que los padres no ejercen su responsabilidad en la educación de sus hijos y tampoco se pregunta a los niños qué quieren hacer. En la escuela que va Iria, ella hace los deberes si quiere y yo respeto su decisión, (igual que la maestra) que muchas veces es la contraria de la mía y hace los deberes.
Básicamente, para mí es respeto a los niños y a sus intereses. Tenemos que posicionarnos y ver lo realmente importante en la educación de nuestros hijos. Tenemos que darles unos valores y eso no se consigue ni con deberes ni con exámenes, ni muchos de los condicionamientos de la escuela, para mí se consigue desde las emociones y desde el corazón.
Un gran abrazo Miguel Ángel.
Maria.
Querida María:
Estoy de acuerdo.
Muchas veces los padres y las madres se mantienen al margen de asuntos que les conciernen de forma tan directa.
Hoy he hablado con Clemente.
Te mando muchos besos.
Ten fuerza. Las soluciones no avanzan como las balas. Poquito a poco.
MAS
Estou completamente de acordo . Há que acabar com os trabalhos forçados. As crianças precisam de tempo para brincar. Excelente artigo.Em Portugal os intervalos entre as aulas são muito pequenos ( de 5 minutos algumas vezes)!!
Para crescermos temos que ter tempo para jogar!
Um abraço
Alexandra
Estimados lectores y lectoras:
Me quiero remitir a las opiniones de Francesco Tonucci sobre esta cuestión. Es uno de los más importantes detractores de los deberes en casa (desde hace muchos años).
Baraja dos argumentos en los que yo he basado mi artículo. El respeto al tiempo libre de los niños y el aumento de las desigualdades,.
Tonucci invoca la postura de Freinet cuando proponía a los alumnos que hiciesen textos libres. Los niños CON LIBERTAD escribían algo sobre cosas IMPORTANTES que fuesen de interés para los compañeros.
Lógicamente escriben pocos cada día y se pueden trabajar en el aula.
Se opone a la obligatoriedad porque los niños tienen que jugar y porque las tareas consiguen precisamente lo que quieren evitar: que haya mayores diferencias.
A sus palabras me remito. Pueden encontrase fácilmente en internet.
MAS
El problema es cómo salir del bertengenal en el que nos hemos metido. Porque un profesor de forma aislada o un centro que acaben con los deberes no detienen esta tendencia general a recargar de trabajo la vida de los escolares pequeños.
Creo que lo mejor sería una disposición que los prohibiese.
Completamente de acuerdo con la tesis y con los argumentos que la sustentan.
Es una barbaridad que los niños no tengan tiempo para jugar y que vivan con la presión de los exámenes.
Horas y más horas hacien do tareas.
Los deberes tienen además un efecto secundario muy negativo, que es matar el deseo de aprender.
La principal tarea de la escuela ty de la familia es conseguir que los alumnos y los hijos sean felices.
No se les puede amargar la vida asfixiándoles con tareas de todo tipo muchas de ellas repetitivas y memorísticas.
Hay que acabar con esa lacra.
Saludos
Hola Miguel:
La cantidad de veces que tuve que ir al colegio de mis hijos para decirles que una cosa era que hicieran algo en casa y otra que los machacaran con los deberes.
A veces me decían:
Es que no los hizo…..
Automáticamente yo preguntaba al maestro:
Y tú ¿que hiciste?
Les expliqué…..
Pues no te entendieron,al menos, eso me dijeron….
Tienen que acostumbrarse la vida es dura…..Ya lo verán.
Mientras son niños…..¡Que disfruten!
Hoy tienen 31 y 28 años. No me arrepiento de lo que han jugado y les hicimos jugar.
Un abrazo querido Miguel, profesor Santos.
Querido Paco:
Qué alegría verte por estos pagos.
Me alegra saber que has mantenido con tus hijos esta sabia postura de ayudarles a jugar, a disfrutar y a ser felices.
Es una lástima que, después de tanto tiempo, no solo no se haya avanzado en este aspecto sino que se haya empeorado.
Los padres y las madres, a mi juicio, deberíamos ser más beligerantes al respecto.
Saludos para los tuyos.
Un gran abrazo.
MAS
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Creo que el tema de “deberes escolares” no debería ser objeto de debate alguno. Son extremadamente necesarios dado que contribuyen a la autonomía del alumno y a una adquisición progresiva de aprender a aprender, en la propia responsabilidad. El tema, desde mi punto de vista, no da mucho de sí y considero completamente absurda disquisiciones al respecto. Otra cuestión, muy diferente, es la de “llenar” todas las tardes de los escolares con diferentes y múltiples actividades que las familias puedan considerar, desde su punto de vista, útiles a su formación o bien, en la mayoría de los casos, a efectos de conciliación de vida laboral y familiar. Evidentemente, eso sí es un error. Los niños necesitan tiempo libre para sí mismos.
Estimado Joe:
Gracias por leerme y por aportar tu punto de vista.
¿Cómo que no hay debate?
Basta que le preguntes a los niños y a las niñas. Basta que les preguntes a muchos padres y madres. Incluso a muchos profesores y profesoras. Lo preciso es que hubieras dicho “no hay debate PARA MÍ”. Bueno, pues nada. Tú lo ves claro y lo ves así.
Qué suerte. Lo que pasa es que no aportas argumentos para defender esa tesis. Es más, aportar un argumento contradictorio ya que dices que los niños necesitan tener tiempo libre. Pero el tiempo de las tareas no lo es. Lo de que favorecen la autonomái no lo dirás por su obligatoriedad. Otra cosa sería que los deberes fueran libres como proponía Freinet. El que quiera que componga un texto libre (decía Freinet) si le ha ocurrido algo importante. Pero no favorece mucho la autonomía, a mi juicio, tener que hacer unos deberes de forma obligatoria, todos los mismos y todos de la misma o parecida manera, como suele suceder.
Por el hecho de que haya deberes no se genera responsabilidad.
No basta decir que son necesarios, hay que decir por qué.
En la tan traída y llevada Finlandia los niños y las niñas apenas si hacen deberes. ¿Por qué no es suficiente el tiempo de escuela?
Calificar de absurda una argumentación sin aportar sólidos razonamientos pone en entredicho el calificativo. Por de pronto tú ya ves preocupante el hecho de que sean excesivos.
Tampoco ofreces ninguna réplica a la obvia argumentación de que favorecen y aumentan la desigualdad inicial. Hay muchos niños que no tienen en casa quien les ayude, ni espacios ni medios ni posibilidad de pagar profesores particulares. ¿Cómo objetar lo que planteo en el texto sobre el ritmo de los aprendizajes escolares?
¿Has escuchado o leído los argumentos de Francesco Tonucci sobre los deberes? Lo que él ve absurdo es que los haya. Y vaya si argumenta su postura.
Creo que este asunto necesita y merece un amplio, riguroso y democrático debate.
Un saludo.
MAS
me encanta leer tus ensayos, precisamente el dia de hoy con el padre de mi hija tuvimos un conflicto puesto que dedujimos que como docentes de la nueva era, o seguidores de pedagoos, paulo freire, piaget, montessory, miguel angel santos, no escogimos un colegio adecuado para nuestra pequeña bebe de 2 años y medio, puesto que la hemos sometido a un lugar donde no es feliz, debido a que le imponen muchos trabajos, llevan cuadernos para 5 areas, a sabiendas de que las asignaturas como sociales, tecnologia, español, aun no son importantes en esa etapa. el hecho esta en que tuvimos que trasladarnos de ciudad y antes teniamos a nuestra hija en el jardin de la uptc donde las docentes se fundamentan en el juego, lo importante paara ellas era que ellos fueran felices, no les dejaban tareas forzosas, y siempre mi hija llegaba a la casa con una sonrisa; pero ahora no ahora cuando le digo vamos a la cama para levantarnos al cole ella responde “mamá me da miedo el cole, yo lloro”, antes esto empezamos a seguir muy cuidadosamente el comportamiento de nuestra princesa e ir al colegio a observarla, dandonos cuenta de que las profesoras les dejan muy poco tiempo para jugar, las gritan, las reprimen, y sobre todo le infunden temores por medio de amenzas como por ejemplo callesen que la cebolla se los va a comer. bueno me extendi pero precisamente hoy tu ensayo fue el indicado para convencernos de retirar a nuestra hija de dicho colegio. gracias miguel angel santos nunca olvidare tu abrazo de siete segundos que me diste en florencia caqueta
Querida Angela:
Creo que es una buena decisión. No se puede amargar la vida a los niños bajo la excusa de que la vida es dura y de que hay endurecerlos a tiempo. Los niños tienen derechos a ser felices, a tener tiempo para jugar y, sobre todo, tienen derecho a ser tratados con respeto y con amor.
Es tremendo oir decir a tu hija que tiene miedo ir al cole. Hay que librarse de ese lugar de tortura.
Los abrazos tienen que ser así: de no menos de 6 segundos.
Un beso y mucha suerte.
MAS
Estimado Miguel Ángel.
Esta vez llego tarde al comentario, pero más vale tarde que nunca.
Sé que tienes razón, sé que la tiene Tonucci, pero, no obstante, yo les pongo deberes a mis alumnos para casa…
Soy especilista en Educación física, y más que nadie abogo porque el niño juegue, porque mientras juega aprende, toma decisiones, se relaciona con los demás, desarrolla su afectividad, y mejora su motricidad, y si además, el compromiso fisiológico es continuado, es posible que combata el sobrepeso.
Pero, además soy maestro generalista, ahí es donde “sacrifico” a mis alumnos con los deberes. Porque de la misma manera que justificas el trabajo autónomo en otras etapas educativas se puede justificar en primaria. Crear hábitos de estudio y trabajo puede ser también un buen instrumento de aprendizaje.
Afirmas que “un régimen intenso de tareas agrava las diferencias entre los niños. En primer lugar porque hay familias que no pueden ayudar a sus hijos dado su nivel de conocimientos y la escasez de tiempo”. Me temo que estas diferencias se irán acrecentando en etapas superiores, más aún cuando se requiera una preparación más completa y especializadas en las familias. No hacer una cosa porque crea “desigualdades” nos llevaría a no poder realizar la mayoría de las actividades que se hacen a diario. Lamentablemente existen diferencias en todos los órdenes de la vida. Precisamente para los menos desfavorecidos, al enseñanza pública pone a su disposición diferentes mecanismos de educación para la diversidad.
Ante la reflexión “Los padres/madres que no pueden ayudar a sus hijos e hijas en los contenidos de las asignaturas se preguntan: ¿Por qué no se lo explican los profesores?, ¿para q¿para qué les pagan?, ¿qué hace?”. Pues me temo que hacemos muchas cosas, además de enseñar conocimientos, ejercemos de padres y madres, de médicos y enfermeros, de psicólogos, de asistentes sociales, de orientadores, de agentes de viaje, de monitores, de animadores, de educadores,… y de tantas y tantas cosas que no entran en el sueldo, que por cierto llevamos años sin subidas sino, al contrario, con recortes. Al revés, nos pagan mal y no por ello dejamos de hacer tantas cosas. Enseñar en al actualidad no tarea fácil, precisamente por la diversidad de alumnado que atendemos. No se puede simplicar la intervención de los docentes por querer argumentar la ineficacia de los deberes, que seguro que lo son en muchas ocasiones. Pero no mezclemos agua y aceite.
Claro que nuestros alumnos tienen unas agendas superapretadas por las tardes desde cursos iniciales de priamria, esa es la realidad de mis alumnos y alumnas. Pero esa es una cuestión de sus padres y que no me atrevo a criticar a la ligera.
La vida de un niño en la actualidad no es la de antes, menos aún en un medio urbano. Los niños no juegan en la calle porque no tengan tiempo (que no lo tienen) sino, fundamentalmente, porque no se puede jugar. ¿Acaso dejas a Carla jugar en la calle? Quizás por ello tú también, como padre, tengas organziada la vida de tu hija por las tardes en otro tipo de actividades, quizás en actividades que no puedan realizar otros niños con menos posibilidades, pero no por ello pienso que haya discriminación alguna (dicho todo esto con todo mi respeto).
Efectivamente, el tema es debatible, y en esta ocasión he querido hacer de abogado del diablo.
Un abrazo.