Me gustan los libros. El libro es para mí un hermoso regalo para dar y para recibir. El libro, como objeto, con su tacto, su peso, su volumen, su olor, su encuadernación, su canto, sus páginas (pocas o muchas), su título y subtítulo, su tipo de letra, su dedicatoria, su índice, sus erratas…
Tengo un ibook, pero apenas lo uso. Sé que es muy cómodo llevar en el avión quinientos libros almacenados en un espacio insignificante, pero a mi me gusta pasar las páginas, hacer anotaciones en una hoja y sentir el olor del papel y de la tinta impresa. Anoto en esa hoja el comienzo de la frase que me ha llamado la atención y luego elijo una de tres flechas que indican si está en la parte superior, en el medio o en la parte inferior…
La era digital no va a terminar con los libros. Puede potenciar su valor al hacerlos más accesibles. Leer o no leer esa es la cuestión. También se puede leer (y muchos lo hacen ya así)
Me gusta la enorme variedad y creatividad que existe de marcapáginas: materiales diversos, motivos diversos, formas diversas… Hermosos y variadísimos indicadores de “por aquí voy” o “hasta aquí he llegado”.
Hace unos años alguien me regaló un precioso ex libris. No sé si alguno de mis lectores o lectoras ignora lo que es un ex libris. Se trata de una expresión latina que significa “de entre los libros de”. También se puede escribir exlibris o ex-libris. Es un sello con una ilustración y el nombre de una persona. Esa marca, impresa en la primera página de los libros, indica quién es el propietario del mismo.
Me gustan los libros. Nunca he tirado ninguno. Los colecciono en las estanterías de mi casa como si fueran pequeños tesoros. No como si fueran sino como que son auténticos tesoros.
Me gustan las librerías, perderme en ellas, explorar las novedades, leer títulos, ojear índices, repasar dedicatorias, comprobar ediciones. Mi amigo José Pérez tiene en Rosario una hermosa librería (Homo Sapiens) con un café incorporado. Se puede tomar algo entre libros. Se puede leer. Hace dos años celebró el 25 aniversario de su creación. Para celebrarlo editó un calendario con 12 bibliotecas de sus autores, entre los cuales tuve la suerte de contarme. Cada uno de nosotros, en su mes, decía algo sobre la lectura, sobre los libros, sobre los lugares que los exhiben.
Me gustan las experiencias que se realizan con libros. Hace unos meses, en la ciudad de Oporto, vi una hermosa experiencia titulada “la biblioteca humana”. Algunas personas cuya vida encerraba experiencias singulares y enriquecedoras, se convertían en libros vivos. En una camiseta que vestían los libros andantes figuraba el título del libro. Grupos de libros vivientes acudían a los centros escolares para contarse.
He visitado el pasado diciembre la FIL (Feria Internacional del Libro) de Guadalajara, que está patrocinada por la Universidad de la hermosa ciudad mexicana. Un espectáculo deslumbrante. Miles y miles de libros agrupados en formas originales y diversas. Cientos de editoriales de habla española, innumerables actos, incontables intercambios ente libreros, editores, distribuidores, autores y lectores. Un bullicioso enjambre lleno de actividad
Acabo de leer un hermoso libro. Se trata de la novela “La librería de los finales felices”, de Katerina Bivald, nacida en Suecia en 1983. Trabajó como librera y eso se nota en cada página de su libro. Comparte con su hermana un piso en las afueras de Estocolmo. Un piso repleto de estanterías cargadas de libros.
“La librería de los finales felices” es un libro de cuatrocientas noventa y cinco páginas cuyos protagonistas son los libros. La autora dice que todavía no ha decidido si le gustan más los libros o las personas. Esta es su primera novela que ha sido traducida por catorce editoriales extranjeras. Bivald está escribiendo su segunda novela, que también se enmarca en el género feel-good.
Sara Lindqvist, la protagonista, es una joven librera sueca que, al quedarse sin trabajo, hace un viaje para pasar unos meses en Broken Wheel (Estados Unidos) invitada por su amiga Amy Harris, con quien ha mantenido una intensa correspondencia y con quien ha intercambiado sentimientos, ideas y… libros.
Al llegar se encuentra con una situación que desbarata sus planes. Y decide abrir una librería que va a transformar la vida del pequeño pueblo y de casi todos sus habitantes. No contaré nada de la historia. No haré lo de aquel acomodador de cine que, al comprobar que un espectador que ha llegado tarde, le ha dado una mezquina propina, se acerca a él en plena oscuridad y le dice al oído.
– El asesino es el sheriff.
La esencia de la obra está sintetizada en el pensamiento siguiente, que encabeza uno de los capítulos: “Leer o no leer, esa es la cuestión”. Y, en torno a los libros (hay un libro para cada persona y una persona para cada libro, dice Sara) se mueven los diferentes habitantes de Broken Wheel.
Sara es capaz de concentrarse en la lectura durante horas, sin levantar la cabeza. Un buen día, medio pueblo se va apiñando en el escaparate de la librería viendo leer a Sara. Pasa el tiempo sin que ella levante la cabeza. Era un espectáculo verla leer.
Leyó la última página, sonrió como si estuviera hablando con un viejo amigo y cerró el libro de golpe. Estiró las piernas y después todo el cuerpo. Cuando al fin se percató de la gente que había fuera, se levantó de un brinco y fue a su encuentro desconcertada.
– ¡Amigos!, dijo Steven cuando Sara salió por la puerta. El tiempo final son exactamente cinco horas y treinta siete minutos.
Apasionan los libros, como cajas llenas de sorpresas que van ocupando las estanterías de la nueva librería. Todo es interesante en ellos. No solo lo que cuentan sino tu tacto y su olor. Cito lo que la protagonista le dice a una adolescente que se acerca a la librería.
“Sara sonrió. Los libros de tapa dura y los de bolsillo olían de un modo totalmente distinto, pero también había diferencias de una edición de bolsillo a otra y entre los de bolsillos suecos y los ingleses. Los clásicos, por ejemplo, se distinguían fácilmente de los demás. La literatura académica tenía su olor particular y, a su vez, la de la universidad era distinta a la del instituto. Como detalle interesante, los libros de la escuela para adultos olían igual que los de primaria y secundaria: el viejo aroma a aula e impaciencia y encerramiento. Pero la cantidad de estudiantes de básica que podía experimentar el olor de los libros de texto nuevos había disminuido con los años”.
Me preocupa la desafección que algunos estudiantes (¿solo algunos?) tienen por los libros. Algo hacemos mal en las escuelas. O, quizás, algo podríamos hacer mejor. Habría que enseñar a comprarlos, a quererlos, a cuidarlos, a clasificarlos, a leerlos. Habría que enseñar a respetarlos con veneración y a tratarlos con amor. Decía Vicente Espinel que los libros hacen bueno al que los quiere
“¿Cuánto tiempo dedicas diariamente a leer?”, es lo que me preguntó tiempo atrás un amigo con el que comparto la edición de una revista cultural.
Me quedé un tanto sorprendido por la pregunta, pues nunca me había interrogado sobre las horas que dedico a la lectura.
“La verdad, es que no te puedo responder, porque estoy leyendo de manera constante. Siempre lo he hecho desde que era adolescente. Y ahora más aún, que estoy inmerso en el campo de la enseñanza. Incluso cuando trabajaba como arquitecto leía todas las noches, pues en la mesilla tengo uno o varios libros a los que acudir antes de que asome el sueño”. “Pero calcula aproximadamente, ya que siento curiosidad”, me volvió a insistir.
La charla acabó sin que pudiera satisfacer su curiosidad, porque yo no concibo la lectura como “tiempo dedicado a…”, sino que forma parte de mi vida. Es algo así como si se me preguntara: “¿Cuánto tiempo dedicas a respirar?”. Tampoco sabría responder, puesto que jamás me pondría a calcular las horas empleadas a algo tan básico como es la respiración.
Y cuando hablo de la lectura me refiero al libro, a ese hermoso objeto que siglos atrás nos trajo Gutenberg cuando imaginó que leer debería estar al alcance de todos, no solo de aquellos monjes o nobles que tenían acceso a los manuscritos.
Por mi parte, pienso que el libro impreso continuará viviendo en medio de la gran cantidad de artilugios electrónico-digitales que actualmente invaden la vida de la gente.
Siempre habrá alguien que disfrute con ese placer de encontrarse en el sosiego y la intimidad de esa lectura silenciosa que nos acompaña y nos ayuda en nuestra capacidad de reflexión. Siempre habrá alguien que acudirá a ese amigo que espera para hablarte de las maravillas del universo, de la vida de otras gentes, de países lejanos, de los intrincados dilemas de la ciencia, de sorprendentes aventuras en los rincones más insólitos… y todo ello, aunque esto puede ser debatido, por un módico precio.
¡A mí no me gustan los libros! Mira por donde…
A mí me gustan las personas que escriben esos libros… Me gusta “escuchar” sus pensamientos, “oir” sus ideas, “interpretar” sus sentimientos, “imaginar” sus aventuras, “traducir” sus sueños,…
El soporte de estos pensamientos, ideas, sentimientos, aventuras, sueños,… me da igual. Quizás porque sea un mal lector, quizás porque no todo lo que lea me agrade, quizás porque no devore libros asiduamente, quizás porque no aprendí a disfrutar de la lectura sino que me enseñaron a leer libros por obligación,…
En mi clase de lengua intento que los niños aprendan a leer en voz alta, mejor dicho, que interpreten lo que leen. Para ello es necesario realizar previamente una lectura silenciosa y sobre todo que tenga un buen modelo que les dé pautas para leer, comprender e interpretar un texto.
Disponemos de una biblioteca de aula donde no se cuentan los libros que se lee cada niño, cada cual lee a su ritmo, no establecen plazos (dentro de un tiempo prudencial), no se impone lecturas, y lo más importante, se lee por placer, porque se quiere, porque no se califica.
El gusto por la lectura no se impone ni debe estar sujeto a una calificación, porque posiblemente podamos producir efectos contrarios a los que se pretenden.
Leer de forma recreativa no tiene “contraindicaciones”, al contrario, todo son beneficios para el “organismo” en el futuro. Leer ayuda a mejorar: la comprensión lectora, la ortografía, la gramática, el vocabulario, la composición escrita, si es en voz alta, la velocidad y la fluidez…
Leer, como instrumento básico de aprendizaje, influye en el resto de las áreas ¿Es que la lectura no se desarrolla y valora de forma directa o indirecta en todas las áreas? Entonces, ¿por qué no fomentar en los niños una lectura meramente recreativa, por puro placer?
Miguel Ángel, efectivamente… “Leer o no leer, esa es la cuestión”
Saludos.
Querido amigo y maestro:
Efectivamente, comparto que un libro es un tesoro. Se le pone un precio, por pagar simbólicamente la autoría y por cubrir de algún modo el trabajo de la editorial, pero no tiene precio el regalo de la mano autora. ¿Cómo se puede tasar la experiencia vivida y luego regalada de quien escribe? Un camino recorrido, con sus dificultades, que nos facilita en un mapa quien ya lo conoce…
En fin, uno de los libros que espero leer pronto es “El arca de Noé” (el subtítulo es “La escuela salva del diluvio”), que tú has publicado recientemente.
Muchas gracias por escribir y por brindar tu experiencia.
Un gran abrazo.
También te deseo lo mejor en 2015 y SIEMPRE, muchas gracias.
Feliz 2015 a todos los lectores (¡y también a los que no leen o lo practican poco!).
A la atención de Aureliano:
El libro “El dibujo de la familia” seguro que no tiene desperdicio. Espero poder leerlo en cuanto se publique.
Agradezco mucho la explicación sobre la diferencia fundamental entre la investigación naturalista y la investigación clínica que algunos psicólogos realizan con sus pacientes.
Deduzco, por la explicación, que se cuidan los detalles hasta el extremo. Se pretende que la experiencia esté debidamente contextualizada, factor fundamental para controlar las variables que pudiesen afectar al resultado.
Muchas gracias de nuevo por esa explicación a partir del artículo de la semana pasada, porque había varios aspectos que no conocía y me ha agradado aprenderlos.
También le manifiesto mis mejores deseos para este nuevo año.
Un cordial saludo y felicidades por tan interesantes investigaciones.
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Puesto que a Miguel Ángel no le importa que se amplíe un debate a partir de lo que ha escrito en su artículo, sino más bien lo contrario, te indicaría, Juan Miguel, que en la tercera edición de mi libro “El arte infantil. Conocer al niño a través del dibujo” incorporaba al final unas 100 páginas dedicadas al dibujo de la familia. Pero es que este tema ha ido creciendo tanto que al editor de Eneida (editorial en la que publico) le propondré que este tema sea objeto de una edición aparte.
Por otro lado, si tienes curiosidad, en los diarios digitales en los que escribo (por ejemplo, Montilladigital.com) han aparecido unos 35 artículos referidos a esta temática y que puedes consultar si te resulta interesante (basta “pinchar” en firmas y después pasar a entradas antiguas).
Por otro lado, y puesto que también el dibujo se emplea en el ámbito de los adultos, especialmente en aquellos que tienen conflictos emocionales profundos, hay uno excelente del psicoanalista estadounidense Gregg M. Furth que fue traducido al castellano con el título “El mundo secreto de los dibujos”, que aparte del rigor y de que se acompaña de dibujos a color, al final del mismo aparece una amplia biografía comentada, lo que siempre es de agradecer.
Lo que sí es triste es que en nuestro país este tema sea tan poco conocido y haya que acudir a las publicaciones en francés (bastante frecuentes) o en inglés, para estar actualizándose.
Posdata: Gracias, Miguel Ángel, por dar paso a distintos comentarios, incluso a los de índole personal.
Yo sé que Miguel Ángel lo que predica lo práctica. He tenido el honor y el placer de hablar con él en alguna ocasión. En un encuentro me regaló un libro escrito por él. Le pregunté sí leía mucho, a lo que me contestó: se puede decir que estoy leyendo siempre.
Eso lo dice todo y explica su artículo.
Leer de todo y con una mente abierta nos hace más humanos y comprensivos, nos mejora.
Aureliano, ¡enhorabuena! por seguir también ese camino. Yo leo bastante, pero reconozco que no tanto.
Saludos.
A mi también me gustan mucho los libros.
Más libros, más libres, decía Tierno Galván.
Pues sé, es preocupante que los alumnos consideren que los libros son aburridos y que huyan de ellos.
Como profesor, trato de inculcar ese amor a los libros del que se habla en el artículo.
Felices Reyes.
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La didáctica es importante para despertar el amor a la lectura y a los libros.
Es preocupante que los niños y jóvenes no quieran leer.
Claro que lo primero para despertar ese amor es que los profesores seamos un ejemplo vivo.
Saludos a todos los lectores y feliz año a toda la comunidad educativa.
Disfrutar leyendo es remedio maravilloso contra el aburrimiento.
Hay tanto que leer que, por muchas vidas que tuviéramos, no daríamos abasto.
Es importante despertar el amor a los libros y a la lectura.
Y hay que saber elegir bien, porque hay libros y libros.
Los libros son indispensables para alimentar la mente.
En los libros podemos encontrar todo tipo de historias, de pensamientos, de emociones…
Como dice un escritor malagueño: cuando alguien nos dice que nunca lee, bien podría ahorrarse la confidencia.
Saludos y buenos reyes incluso para los republicanos.
Buenas noches:
Esta tarde bajé al centro de la ciudad a comprar un libro a mi sobrina como regalo de Reyes. Pero en lugar de uno le he comprado seis, y dudo que regalar 6 libros de una tacada sea conveniente para ella. Así que escribo ahora estas apresuradas palabras para que me den su opinión al respecto.
Un saludo, y muchas gracias de antemano.
Estimado Rafael:
Creo que esos seis libros son un regalo estupendo para tu sobrina. No tiene que leerlos a la vez. Los leerá uno a uno. Y eso le recordará todo lo que su tío la quiere, a través de cada página, a través de cada línea.
Me ha pasado muchas veces con mi hija. Le he comprado tantos libros que, durante un tiempo, comenzaba uno tras otro y no le daba tiempo a terminarlos. Hasta que vio que era más interesante lo que pasaba al final.
Yo creo que a ella le harán más ilusión seis hermosos libros que uno solo. Es su ilusión lo que importa.
UN gran abrazo.
Gracias por leerme.
Qué hermosa pregunta me has hecho,
Muchas gracias, Miguel Ángel.
Le podré los seis entonces.
(Olvidé decirle que mi sobrina tiene 10 años)
Un fuerte abrazo
“Mi primera patria fueron los libros” (Adriano), nos dice Marguerite Yourcenar en su libro “Memorias de Adriano”.
Me han contado que, al principio de los años cincuenta del siglo pasado, dos hermanos de menos de diez años se gastaban el dinero del desayuno en tebeos. No sabemos si hoy puede pasar lo mismo. Algo es algo y por “lego” se empieza. Además, aunque la etimología no sea correcta, “lego” en latín significa: “Yo leo”.Podemos leer lo que queramos, pero también en internet, con comillas incluidas: “La mejor mascota, un libro” (1,2,3 y 4).
Antes subrayaba, como estudiante, después, en las hojas blancas que vienen al final de los libros, escribía un índice ampliado con anotaciones y páginas y ahora, como veo que los libros se me van al ateneo libertario, me conformo con hacer un pequeño cuadernillo, que guardo, para dejar que los lectores lean sin prejuicios o consideraciones de uno.
Feliz año 2015, que seguro que nos dará a todos para todo.
Me ha encantado el artículo.
Esa novela que cita debe de ser una delicia, teniendo como protagonistas a los libros y como eje de la vida del pueblo una librería.
Me parece muy triste que una persona no pueda leer y una desgracia que no quiera hacerlo.
Un cordial saludo a todos los lectores y lectoras en es día de Reyes.
Estimado Rafael:
Qué coincidencia. Mi hija Carla, cumplirá diez años dentro de unos días.
Ya ves que yo dejé para muy tarde los deberes de la vida.
A ella le encantan los libros. Ojalá que no se le desvanezca esa ilusión ante seductoras presiones mediáticas.
Un cordial saludo de un republicano en el día de los Reyes.
Para unos leer es un premio y para otros un castigo. ¿CÖMO ES POSIBLE’
Sería interesante saber por qué caminos ha llegado a cada uno a esa actitud.
Pero, lo más llamativo de la cuestión, a mi juicio, es la enorme diferencia que existe entre una persona y otra. Una es afortunada porque ha encontrado un modo magnífico de aprovechar y de disfrutar el tiempo.
Lo que me gustaría es que la escuela fuese un camino expedito hacia la lectura. También la familia. Y, cómo no, las políticas culturales.
SALUDOS:
¿Qué hubiera sido y qué sería de la humanidad sin los libros?
No se lo puede unp ni imaginar
¿Cu+anta más ignorancia, aburrimiento y tristeza existiría?
Dichosos y bienaventurados los libros.
Y dichosos los lectores.
Saludos cordiales.
Yo también pertenezco a la cultura del libro.
Me gusta el libro como objeto estético, aunque ya sé que hay ediciones más cuidadas que otras.
Nunca he tirado un libro. Todos me parecen pocos y, aunque los haya leído, los sigo conservando.
Tengo un problema de espacio en la casa, pero sigo acumulando libros, unos por necesidad y otros por interés.
No me imagino la vida sin libros.
Me identifico plenamente con el artículo, magistra, como siempre de mi admirado M. A. Santos Guerra. Quiero recordar, para que no se olvide nunca, que en sepriembre del 2008, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid (Lucía Figar, Alicia Delibes, Xavier Gisbert, etc) ordenaron tirar a la basura las bibliotecas de los 28 Centros de Profesores, La mayor salavajada desde la Guerra Civil. Podéis ampliar detalles aquí:
http://educacion-orcasur.blogspot.com.es/2008/09/cap-cerrado.html
Me identifico plenamente con el artículo, magistra, como siempre de mi admirado M. A. Santos Guerra.
Quiero recordar, para que no se olvide nunca, que en sepriembre del 2008, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid (Lucía Figar, Alicia Delibes, Xavier Gisbert, etc) ordenaron tirar a la basura las bibliotecas de los 28 Centros de Profesores, La mayor salavajada desde la Guerra Civil. Podéis ampliar detalles aquí:
http://educacion-orcasur.blogspot.com.es/2008/09/cap-cerrado.html
Querido Maestro!
Los libros han sido para mi un aliciente en la vida.Recuerdo hace muchos años cuando coleccionaba los tapones de una conocida bebida y los mandaban y así obtuve mi primera colección de libros de lecturas y en ellos encontré mi primera frase: Un rey le decía a su lacayo “vísteme despacio que tengo prisa”, una frase que ha perdurado en mí mente toda mi vida.
Los libros son como los amigos,los conoces,los disfrutas, los hechas de menos, son los grandes amores que quizás no hayas vivido de otra manera. !Aunque nunca es tarde!
He tenido el placer de trabajar en una biblioteca y es todo un lujo haber sentido tanto amor repleto en esos maravillosos ejemplares que me han hecho creer que era la más grande de sus protagonistas.Sentir sus olores,pasar sus páginas,estremecer con la sensualidad de su lectura,ver el color del paso del tiempo,! todo un gran espectáculo digno de ser vivido!
Ya ves como amo la lectura y los libros!
No entro en el blog desde el año pasado.
Espero que hayáis tenido un feliz inicio de año y que los reyes os hayan traído algunos libros.
Sin más me despido con un cordial y afectuoso saludo
Educación en Orcasur:
Qué tremendas decisiones.
La primera deja ver la importancia que se le concede al desarrollo profesional de los docentes. Por eso resulta paradójico que quien toma estas decisiones haga una ley para MEJORAR LA CALIDAD. No hay calidad sin buenos docentes.
La segunda es de una brutalidad extrema. ¿Cómo se pueden destruir las bibliotecas en un país civilizado?
Gracias por la información. Ya tenía noticias de la barbarie.
Un cordial saludo.
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