En la Librería Homo Sapiens de Rosario, haciendo esa tarea que tanto me gusta de leer títulos de libros y nombres de autores, de buscar obras que me interesen y de tomar nota de novedades, descubrí un hermoso título. Parafraseando la clásica expresión “amor de mis amores”, vi sustituida la palabra amor por la de humor. El título del libro era ”Humor de mis amores”. Editado por Planeta y obra del humorista gráfico argentino Caloi.
Al ojear el libro pude comprobar que el autor es un verdadero humorista. Alguien que nos hace pensar sonriendo. “Quien nos hace reír es un cómico. Quien nos hace pensar y luego reír es un humorista”, dice Georg P. Burns.
El humor es una forma de bondad. Es una herramienta para la construcción de un mundo más hermoso y una convivencia más feliz. El sentido del humor está en captar y entender las bromas que otros hacen y está también en poner una pizca de sal en las conversaciones y en la vida. No me gustan las personas sombrías, las que siempre están malhumoradas, las que solo saben ver los agujeros en el queso. Me gustan las personas como el escritor francés Edmond Rostand quien, el día de su ochenta aniversario, se miró en el espejo y dijo: “Desde luego, los espejos ya no son lo que eran”.
Decía Winston Churchil: “La imaginación consuela a los hombres de lo que pueden ser. El humor de lo que son”. Y es que el sentido del humor nos hace ver con cálida y tierna simpatía todas las formas de la existencia. Incluso a nosotros mismos.
Tengo delante de mí varios libros sobre este decisivo asunto. Uno de ellos, que me gusta y utilizo mucho, es de A. Ziv y J.M. Diem. Se titula “El sentido del humor”. Y va planteando con agudeza interesantes cuestiones sobre las funciones del humor: función agresiva, sexual, social, defensiva e intelectual… , sobre las sus diversas facetas y sobre el papel que desempeña en la configuración de la personalidad. El libro está salpicando de excelentes anécdotas y de frases ingeniosas, como la de Alphons Allais: “Las personas que no se ríen nunca no son gente seria”.
Eduardo Jáuregui Narváez tiene un libro que se titula de idéntica forma: “El sentido del humor. Manual de instrucciones”. Contiene interesantes reflexiones y propuestas. En la introducción nos dice que estamos en un mundo lleno de miseria, dolor y desventura. Pero que todo es diferente cuando se afronta desde el sentido del humor. El libro está lleno de ideas sugerentes. Como ésta de Upton Sinclair: “Con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico. Cuando se necesita, se necesita urgentemente”.
“No hay nada tan bien repartido como la razón. Todo el mundo está convencido de tener suficiente”, se puede leer en el libro de David García “Los efectos terapéuticos del humor y de la risa”.
He leído en el último libro de Milán Kundera titulado “La fiesta de la insignificancia” la historia de las veinticuatro perdices de Stalin. Dice Kundera que después de sus largas y agotadoras jornadas, a Stalin le gustaba permanecer un rato más con sus colaboradores y relajarse contándoles anécdotas de su vida. Por ejemplo ésta: Un día decide ir de caza. Se pone una vieja parka, se calza unos esquíes, coge un fusil de caza y recorre trece kilómetros. De pronto, ante él, ve unas perdices en las ramas de un árbol . Se detiene y las cuenta. Hay veinticuatro. ¡Vaya mala pata! Solo se ha llevado doce cartuchos. Dispara, mata a doce, luego da media vuelta, recorre otra vez los trece kilómetros hasta su casa y coge otra docena de cartuchos. Recorre una vez más los trece kilómetros hasta las doce perdices, que siguen en las ramas del mismo árbol. Y por fin las mata todas…
Es Jrushchov quien cuenta la historia en su libro de memorias publicado en Francia. Según Jrushchov a todos, a todos sin excepción, les pareció absurdo lo que Stalin les había contado y aborrecieron esa mentira. Aun así callaron todos y solo Jrushchov tuvo el valor de decirle a Stalin lo que pensaba.
Al final de su trabajo se reunían en los baños. Eran unos urinarios de cerámica en forma de concha. Cada miembro del clan de Stalin tenía su propio urinario creado y formado por un artista distinto. Solo Stalin no lo tenía. El utilizaba un reservado solitario.
Como él no estaba, sus colaboradores se sentían libres y se atrevían a decir por fin en voz alta todo aquello que se veían obligados a callar en presencia del jefe. Y sí fue el día en que Stalin les contó la historia de las veinticuatro perdices. Dice Jrushchov en sus memorias: “…al lavarnos las manos en el baño escupimos de desprecio. ¡Él mentía! ¡Mentía! A nadie le cupo la menor duda”.
Stalin les escuchaba en secreto y se reía de su exasperación. Nadie entendió que aquello era una broma. Todos los que estaban alrededor de Stalin habían olvidado lo que era una broma.
La cuarta parte del libro de Kundera tiene un título significativo: Todos andan en busca del buen humor. Y se pregunta luego por la forma de encontrarlo.
Pus sí, hace falta buscarlo y encontrarlo. Y luego, cultivarlo. Porque las desdichas de la vida lo pueden destruir. No depende tanto el buen humor de lo que nos pasa cuanto de cómo afrontamos lo que nos pasa. Todos conocemos a personas que están cargadas de problemas y que no han perdido un ápice del buen humor. Y a otras que tienen una situación personal, familiar y social excelente y que, sin embargo, están dominadas por la tristeza y el pesimismo.
El humor está impregnado de buen talante y también de una buena dosis de ingenio. En su lecho de muerte Oscar Wilde miró las paredes de su habitación y dijo: “Este papel es horrible; uno de los dos está demás aquí”. También, como se sabe, hay humor negro. No sé donde leí que un grupo de excombatientes muy, muy mayores está visitando el cementerio para hacer un homenaje a sus antiguos compañeros. Uno le dice a otro:
– ¿Piensas que, con la edad que tienes, merece la pena que vayas a casa?
El optimismo se educa. Lean el libro “La pedagogía del optimismo”, escrito por las portuguesas Marujo, Neto y Perloiro. Les ayudará como educadores y educadoras. El optimismo es tan consustancial a la educación como mojarse para el que va a nadar. Sin optimismo podemos ser buenos domadores, pero no buenos educadores. Las autoras citan a Michel de Saint Pierre: “Un optimista puede ver una luz donde no existe pero, ¿por qué tendrá el pesimista que ir corriendo a apagarla?”.
Leí con sorpresa y agrado el libro de Belén Varela “La rebelión de las moscas”. En el subtítulo se precisa algo sobre su contenido: “Principios, pautas y estrategias sobre las organizaciones optimistas”. Siempre había pensado en el optimismo como una característica de las personas. La autora nos habla de las organizaciones optimistas. Creo que es un magnífico filón para indagar. Aunque la autora no escribe sobre la escuela, creo que ésta es la organización optimista por excelencia.
Hay que ser inteligentes. Es decir, hay que ser felices. Decía Croft M. Pentz: “Disfruta el día de hoy. Tienes todo el resto de la vida para ser desgraciado”. Y E. MaxWell: “Gánales a los demás. Trata de ser tú el primero en reírse de ti mismo”.
Querido amigo y maestro:
Tengo el privilegio de trabajar en una escuela. Y afirmo que es un privilegio porque una de sus múltiples ventajas es la de tratar con alumnos/as que son inocentes y auténticos, entre otras cualidades, lo que me regala momentos de alegrías diarios.
Ayer mismo, se acerca a mi mesa una alumna de 1º de Primaria (de 5-6 años, si bien con más apariencia de 5 que de 6), muy “poquita cosa”, diría que más “canijilla” que la media de su grupo-clase, muy frágil -como corresponde a esas edades-, me mira fijamente y me dice con tono muy serio y firme (reproduzco literalmente):
– “Maestro, yo domino la guitarra”.
Y, claro, como me la imaginé “atrincherada” y oculta tras una guitarra haciendo bastante más bulto que ella, pues no pude evitar sonreír, lo que me costó que me añadiera con tono aún más severo:
– “¡En serio, eh!”
Un artículo muy interesante. Te felicito, si bien desconozco por qué no has profundizado en absoluto -y disculpa esta crítica- en la segunda función del humor expresada en el quinto párrafo, limitándote únicamente a exponer conceptos en una enumeración.
Un fuerte abrazo.
Saludos.
Este artículo complementa perfectamente a otro que escribió Miguel Ángel sobre el arte de sonreir.
En el campo educativo, el ajustarse al reloj o al calendario para cumplir con los objetivos o el desarrollo de los cotnenidos, es decir, las prisas que nos lleva a situaciones estresante, o bien el tener el control de la clase (el domar al que se alude en el artículo) son circunstancias que nos llevan a adquirir un semblante serio, poco comunicativo y que no empatiza con el alumnado. Genralmente se consigo poco a nivel educativo.
En cambio, cuando el clima es relajado, sin prisas ni agobios, sin mirar el reloj o el calendario, viviendo intensamente con lo que se está haciendo, disfrutando de ello y haciendo cómplices a los niños y niñas, y con un semblante amable y risueño, la experiencia educativa suele ser muy enriquecedora.
Y aún siendo conscientes de ello, en muchas ocasiones, seguimos metiendo la pata. Peguemos este emoticono en nuestra mesa del cole para que no se nos olvide 🙂
Nadie dijo que educar fuera fácil.
Querido Maestro!
Me parece de lo más hermoso y esencial en la vida el desarrollo del sentido del humor y fundamental en las ganas de sobrevivir ante tantas preocupaciones.
Muy didáctico el comentario y atractivas las historias que nos cuenta que provocan,como no, una sonrisa en mi rostro.
Es la risa una de las emociones que provocan más quietud y relajación en el ser humano.Bendita sea esa maravillosa sensación!
Uno de los recuerdos más bonitos de las cosas que me decía mi madre era;!qué cómica eres hija!.Lo recuerdo como el más grande de los halagos, porque el humor ha sido siempre un referente en mi desarrollo personal.
Siguiendo sus consejos, aunque la adversidad nuble a veces mis sentidos,seguiré haciendo gala de esa comicidad que llevo dentro de mi y que me llevan a creer que todo es maravilloso y tiene solución.
Gracias por volver a mi esos momentos pasados de felicidad.
Es un placer leerle siempre.
Sin más me despido con un afectuoso y cordial saludo
Cuanta verdad en tu artículo Miguel Ángel,
Bill Cosby decía “Si uno es capaz de encontrar humor en cualquier situación, podrá sobrevivir a ella” y mi experiencia en diferentes ambitos me lo ha reafirmado, ayudandome a poder sobrellevar las situaciones y poder manejarlas sin perder el ánimo y permitiendo ser una herramienta efectiva para motivar a los equipos y a las personas que deben ser alentadas para poder resolver cualquier situación.
Humor, risa, optimismo y esperanza deberian ser transportadas siempre en la mochila con la que viajamos por la vida.
Un abrazo desde el rincón de la amistad,
César Gómez
“Una persona sin sentido del humor es como un carro sin amortiguación: todas las piedras del camino le hacen sacudirse y es pesado llevarlas.”
Tu, con tu sentido del humor, aplicado al mundo educativo, nos enseñastes muchas cosas útiles para el aula y fuera de ella. Por los hermosos y divertidos momentos que vivimos en tus charlas y encuentros, muy lindo el artículo, saludos desde la tierra del sol y el vino.
El humor puede tener unas dimensiones propias y puede servirnos para muchas cositas. En el artículo “Educación y aborto cero (3)”, podemos leer:
“Y es que el humor también sigue el Principio de Arquímedes, pues, aunque no pese, desaloja un buen volumen de prejuicios”.
Querido Maestro:
Agradezco una vez más su escrito, sin duda un elemento más que hay que recuperar, fortalecer y anidar dentro de lo que sucede dentro del aula, el sentido del humor, asociado de manera innegable a la gesticulación facial de una sonrisa. Sentido del humor, le otorgo la categoría de competencia que debe ser innata en aquel que decidió seguir el camino del aprendizaje y de la enseñanza, quizás agregar en la mención del docente el título de sembrador de sonrisas o el cultivador de alegrías, lo que sin resistencia constituye el alimento que debe estar presente al inicio de cada jornada escolar. ¿Procuramos que lo primero que encuentren nuestros niños cada mañana sea nuestra sonrisa?, quizás nuestro sentido del humor pueda estar afectado por la gran cantidad de situaciones adversas que nos desvían de la esencia, sin embrago, la primera lección del día debe ser, el regalo de la sonrisa, el arte de sonreír, pero sobre todo el derecho a la sonrisa, es lo que debe aparecer en el encuentro diario con nuestros estudiantes.
Gracias Maestro por hacerme sonreír con su escrito, me llama a la reflexión para seguir trabajando con ahínco sobre lo que muchas veces abandonamos, “el sentido del humor”, nuestros estudiantes lo agradecerán.
Un fuerte abrazo.
Ronald Hermosilla Palma
“Las personas que no se ríen nunca no son gente seria”
Muy cierta la frase, la seriedad es sinónimo de aquel que es pícaro, que va con cierta ventaja hacia las cosas, que aparenta ser persona respetable, cuando en realidad no lo es.
Un saludo Dr.Santos desde un lugar de Sinaloa, tuve el privilegio de presenciar su conferencia y participar en su taller en el pasado congreso en Mazatlán, Sinaloa.
Y se me quedo bien grabado la caja de galletas que degustamos con usted…
Yo no sé dónde y cómo se adquiere el sentido del humor. Me parece que unos nacen con él y a otros se le ha negado. Lo que he aprendido en la vida es que antes de tomar ciertas bromas o manifestar un buen humor en la conversación, antes conviene conocer un poco de que pie calza la compañía. Yo tengo un familiar que en las reuniones tiene que llevar la voz cantante, le gusta tomar bromas y “picar” a la gente a veces tirando con bala, pero cuidado con las bromas que se le toman a él…
Es una maravilla conversar con gente de buen humor, favorecen la risa y el bienestar.
Dicen que una cosa es predicar y otra dar trigo. Pues en este caso se dan las dos cosas. Si habéis asistido a alguna conferencia o charla de Miguel Ángel no necesito deciros el despliegue de humor y simpatía que tiene. Sin alargarme sólo diré que conversar con él de modo distendido es una gozada. Así es muy fácil hacer amigos y admiradores.
Es una gran verdad que el buen humor no está ligado ni al bienestar económico, ni a la buena salud, ni a otros factores. Se tiene o no se tiene.
Saludos.
Se puede vivir la vida desde una actitud pesimista o desde una actitud optimista. Depende de cada uno. NO tanto de lo que le pase cuanto de cómo afronta eso que le pasa.
Todo el mundo ha visto a personas que tienen muchos problemas y están siempre de buen humor y otras que no los tienen y que siempre están amargadas.
Es una cuestión importante para cada uno, pero también para todas aquellas personas con las que convivimos.
Es insoportable convivir con alguien que siempre está de mal humor.
Me ha gustado la idea de que la educación es una tarea optimista.
Estoy muy de acuerdo.
Si pensamos que es imposible que los demás aprendan, no lograremos enseñar.
La confianza en el ser humano como eterno aprendiz es consustancial a la educación.
No me gustan los maestros tristes, pesimistas o malhumorados.
Lindo artículo. Es bueno ejercitar el buen humor, que va de la mano del buen trato, hacia los demás y hacia adentro, para con nosotros mismos. Yo creo que es una actitud,un estado de espíritu, parte congénito, parte formado en el hogar, y parte un legado sociocultural. El buen humor es una…no sé si llamar virtud, que caracteriza a los cordobeses (de la Córdoba de la Nueva Andalucía, la nuestra).Es ese humor que aparece en la calle, en la peatonal,en el remis, cuando salís a tomar un mate a tu vereda, cuando pasa el que recoge las basuras…de la manera más inesperada y sorpresiva te lanza un chiste corto, te arranca una sonrisa, te cambia cara, hasta podría decir que te “das vuelta el día”, así como en el fútbol se puede dar vuelta el resultado de un partido.
Es como una manera ingeniosa de acomodarse al mal tiempo, de buscarle la vuelta y encontrarle la otra cara a la adversidad, y sin groserías, sin ofensas, sin necesidad de apelar a obscenidades, con las cien palabras de todos los días, con lo cotidiano y al alcance de todos.
¡Buena semana para todos, y que el buen humor sea con nosotros!
El blog de la escritora Lola Clavero, de este mismo periódico, esta semana, da sentido práctico, y buenas risas, a la teoría que aquí se explicita. Da buena cuenta de humor en la adversidad. No puedo parar de reir. Saludos.
El talante se cultiva.
Hay quien va ejercitando cada día esa forma de ver el mundo, de ver a los demás y de verse a sí mismo con una mirada positiva. Hay quien hace lo contrario.
El optimista no nace, se hace.
Por eso hace falta entrenarse. Por la cuenta que nos trae.No es igual vivir felices que vivir amargados.
Los educadores tenemos como tarea estimular y ayudar al crecimiento de los alumnos y alumnas. Esa tarea requiere una postura positiva porque, si pensamos que no pueden aprender, de hecho no lo harán. O no les podremos ayudar a conseguirlo.
Es una pena que a algunos alumnos y alumnas les toquen docentes pesimistas, tristes y amargados. ¡Con la de gente que aceptaría ese trabajo con ilusión!
Totalmente de acuerdo.
No hay nada más importante que vivir feliz. Y eso no depende tanto de lo que nos pase cuanto de la actitud que nosotros tengamos ante ello. Los mismos problemas sin vividos de manera diferente por diferentes personas. De donde se concluye que es fundamental la actitud de cada uno.
Convivir con una persona malhumorada es una calamidad. Sin embargo, hacerlo con una persona con buen humor es una lotería.
Afrontar con una sonrisa los problemas es la mejor manera de superarlos.
El optimismo es una parte de la curación cuando una persona se pone enferma.
Me gustó mucho el libro “La fuerza del optimismo” de Luis Rojas Marcos.
Aconsejo a todos su lectura.
Estimado Juan Miguel:
Hermosa anécdota la de tu alumna.
No sé a qué función te refieres. Si me dices que es la segunda que se enuncia en el párrafo 5 corresponde a la función sexual. ¿Es así? En el libro que cito hay puedes leer un capítulo relacionado con el asunto.
En un artículo de dos páginas y media no se puede profundizar no en todo sino en nada.
De cualquier manera, siempre es de agradecer la crítica.
Un cordial saludo.
MAS
Querido Juan Carlos:
Estoy contigo.
En un clima relajado y feliz se aprende mejor. Disfruta más el docente y disfruta más el alumno.
No es verdad que la letra con sangre entra. Bueno, sí, pero se trata de la sangre del profesor (tú dices que la tarea de la educación no es fácil).
Eso no quiere decir que tenga que sufrir sino que tenga que esforzarse.
Pero el esfuerzo que se hace con alegría y sentido es mucho más llevadero.
Feliz trabajo.
Querida Silvia:
Hermosa cita la que nos ofreces. Y muy certera.
Gracias a ti porque tienes una sonrisa que lo ilumina todo.
Ojalá que no te la arrebate nada ni nadie
Muchos besos y gracias por tu comentario.
MAS
Querido amigo y maestro:
Sí, es así. Me refería precisamente a esa función. ¡Podría decir eso de que “la información es para un amigo”, pero… Sé que me arriesgaba con la broma (“crítica”), pero me compensaba porque conozco bien tu sentido del humor y, efectivamente, tu respuesta ha sido muy ingeniosa (¡casi que tienen que ponerme anestesia para poder parar de reírme!).
Muchas gracias por recomendarme un capítulo entero relacionado con “el asunto”. ¡Si yo sabía que me ofrecerías alguna referencia bibliográfica satisfactoria…!
Muchas gracias por tus palabras y por tu exquisito sentido del humor.
Un fuerte abrazo.
Ayer recordé un momento vivido en el aula hace un tiempo. Marito, un niño humilde de seis años y primer grado, falto de afecto en su hogar, me seguía a todos lados. Todos los docentes sabemos de la crueldad de los niños. Un día me dijo con amargura:
-Seño, ese chico me dijo muerto de hambre- Entonces no me salió darle un sermón al agresor, ni hablar de la igualdad, ni nada de esos protocolos. Salió de mi galera esta frase espontánea , acompañada de una sonrisa y un abrazo: ¿Muerto de hambre? ¡Yo sí que estoy muerta de hambre, a esta hora todos estamos muertos de hambre!
Todos en el grupo nos largamos a reír.Y noté cómo el otro niño se sintió desorientado al ver qué poco efecto hizo su estocada. A veces el humor consiste en trocar el agravio por una tontería.