La educación es una tarea compleja y altamente problemática. Pretende que el individuo alcance su mayor desarrollo en todos los aspectos de su personalidad a lo largo de toda la vida. Pero, ¿cómo se alcanza esa finalidad?, ¿cómo se consigue que la persona llegue a desarrollar al máximo sus potencialidades (intelectuales, afectivas, morales…)? Hay formas de proceder que, con mucha probabilidad, van a conseguir resultados escasamente positivos. Por ejemplo, darle al aprendiz todo pensado, todo decidido, todo hecho. De esa forma él no aprenderá a pensar, a decidir o a realizar las cosas por sí mismo.
Habrá que generar ocasiones para que él pueda pensar, para que pueda tomar decisiones y para que pueda actuar de manera autónoma. Me pregunto muchas veces cuál es el margen de autonomía que la escuela concede al alumnado. ¿Qué decide, qué piensa, qué hace que no sea obedecer y repetir? Todo está decidido cuando un alumno o una alumna entra en la escuela. Los fines están establecidos. El curriculum está cerrado y la opttividad, cuando existe, es muy escasa. La evaluación y los criterios que la inspiran están ya decididos. Las normas están dadas. El tutor está impuesto. El horario está ya confeccionado. El calendario está cerrado. El grupo al que pertenece está hecho. Los itinerarios por los que tiene que transitar están marcados.
No podemos olvidar que la pretensión es que lleguen a ser aprendices crónicos, aprendices autónomos, aprendices responsables y apasionados. Y que deben llegar a ser ciudadanos libres, independientes, crtíticos y creativos. Pero, para ello, tienen que asumir responsabilidades, tienen que tener autonomía.
El primer día que el niño pueda atarse solo los zapatos, no se los deberíamos atar. El primer día que pueda peinarse solo, no le deberíamos peinar. El primer día que pueda cruzar el paso de peatones solo, no le deberíamos llevar de la mano.
Ya sé que nos gusta más hacerlo por él. Porque así nos sentimos valiosos, responsables y tranquilos. Porque de esa forma sabemos que lo que tienen que hacer ellos estará mejor hecho si nosotros lo hacemos.
Acabo de leer un pequeño libro que se titula ¿Por qué caminar si puedes volar? Está escrito por Isha, una australiana afincada en suramérica. El libro está publicado por la editorial Aguilar. En él he descubierto esta sugerente historia.
Había una vez un rey que recibió como regalo dos magníficos halcones de Arabia. Eran halcones peregrinos, las aves más hermosas que se hayan visto jamás. El rey entregó las preciosas aves al maestro de cetrería para que las entrenara.
Pasaron los meses y un día el maestro de cetrería informó al rey que uno de los halcones estaba volando majestuosamente, planeando alto en los cielos, pero el otro halcón no se había movido de su rama desde el día que llegó.
El rey convocó a curanderos y hechiceros de todas las tierras para atender al halcón, pero ninguno pudo hacer que el ave volara. Luego le presentó la tarea a los miembros de su corte. Sin embargo, al día siguiente, el rey vio a través de la ventana del palacio que el ave no se movía de su percha. Habiéndolo intentado todo, el rey pensó: “Tal vez necesito a alguien que esté más familiarizado con la vida del campo para que entienda la naturaleza del problema”. Entonces le dijo a su corte.
– Vayan a buscar al granjero.
A la mañana siguiente el rey se emocionó al ver al halcón volando muy alto sobre los jardines del palacio y le dijo a su corte:
– Tráiganme al hacedor del milagro.
La corte rápidamente localizó al granjero, quien vino ante el rey. Éste le preguntó:
– ¿Qué hiciste para que el halcón volara?
Con reverencia, el grajero le dijo al rey:
– Fue fácil, majestad. Simplemente corté la rama.
Fácil decisión pero, a la vez, muy difícil: poner al halcón en la tesitura de tener que levantar las alas. El halcón se vio compelido a volar porque tuvo la necesidad de hacerlo.
Y eso pasa con las personas. Se retrasa innecesariamente el momento de la autonomía. Creo que hay que facilitar a las personas las ocasiones para decidir por sí mismas, para pensar por sí mismas, para actuar por sí mismas. Lejos de cortar la rama, tenemos la tendencia de hacer una jaula para que el halcón esté controlado, para que no vuele, para que esté a buen recaudo, sin correr riesgos.
Para crecer hay que asumir riesgos. Si los niños y las niñas fueran llevados siempre en brazos para que no se cayeran, jamás aprenderían a caminar. Si, por temor a una caída, nunca se subieran los jóvenes a una bicicleta o a una moto o a un coche, jamás aprenderían a conducir.
Hay que cortar la rama de la seguridad, de la dependencia y del inmovilismo, asumiendo riesgos y afrontando con vigor las dificultades. Sólo así se podrá elevar el vuelo.
Lo que nos dicen los alumnos a los profesores y los hijos a los padres es lo siguiente: “Ayúdame a hacerlo solo”. Y lo que nosotros debemos decirles es: “Te ayudaré a que tú lo hagas solo”. Pero para aprender a hacerlo tiene que hacerlo. Eso supone asumir algunos riesgos. Y ahí está el quid de la cuestión. ¿Cuál es el ritmo del ejercicio de la libertad? ¿Cuál es el equilibrio entre responsabilidad y libertad? No es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que, si no son libres, no podrán aprender a ser responsables
La tentación educativa (o, mejor dicho, deseducativa) es la inversa: retrasar lo más posible el momento de la autonomía, ir dando largas bajo la excusa de que la persona todavía no sabe actuar por sí misma, bajo la sospecha de que todavía no está madura, sin caer en la cuenta de que esa postura es la que está bloqueando la maduración. Lo cual convierte a los aprendices en inútiles o en rebeldes. En súbditos incompetentes o en díscolos despechados.
Nos sentimos mejor protegiendo que dejando márgenes de libertad para que la persona aprenda a protegerse a sí misma. Recuérdese la hermosa metáfora de Holderlin: Los educadores forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes, retirándose.
Otra cosa es que lel aprendiz esté dispuesto a asumir su rsponsabilidad. Es más cómodo que te lo den todo hecho y que en todo te sientas seguro porque los demás responden por ti. Existe lo que Eric Fromm llamaba el miedo a la libertad. No todo el éxito o el fracaso reside en la actuación de quien educa. El que se educa tiene que asumir también su responsabilidad. Muchas veces no se tiene en cuenta.
Pues si. Una llamada a la responsabilidad inherente al hecho de ser padres y madres. No olvidemos lo que significa la guardia custodia y la patria potestad que asumimos al respecto: todos aquellos deberes que debemos desarrollar día a día, a fin de garantizar el desarrollo físico, afectivo, social e intelectual de nuestros/as hijos/as. En caso contrario, contraemos toda suerte de responsabilidades, civiles y penales. Nos guste o no, traer hijos al mundo no se concreta solo en un hecho biológico. Prácticamente toda nuestra vida, debemos ejercer nuestro rol paterno: tiempo, esfuerzo y pasión. Si la sociedad, en su conjunto, tuviera claro estos aspectos, el mundo que vivimos sería otro mundo, a mejor.
Completamente de acuerdo, maestro.
Muchas veces los padres trasladamos nuestros miedos y nuestras inseguridades a la educación de nuestros hijos y, entonces, confundimos el cariño con la sobreprotección. Aplazamos sine die la emancipación de nuestros polluelos, los cobijamos bajo nuestra ala, no por su seguridad, sino por la nuestra, para evitarnos sufrimientos. Pero el resultado es que los privamos de preciosas oportunidades de aprendizaje. Tagore lo resumió cuando dijo:»¿Por qué está apagada la lámpara? La envolví en mi manto para protegerla del viento; por eso se ha apagado la lámpara.»
Con todo que fácil es decirlo y que difícil hacerlo.Saludos.
http://lamariposayelelefante.blogspot.com.es/2013/02/los-estamos-haciendo-tontos.html
Querida Marta:
No sé lo que ha sucedido con tu comentario. Se ha borrado. ¿Podrías enviarlo de nuevo?
Muchas gracias.
Miguel A. Santos
Artículo para la reflexión. En los dos ámbitos más potentes de la educación.
– La familia: actuación de los padres y de las madres ante el aprendizaje de la responsabilidad y de la libertad.
– La escuela: que deja tan poco margen a las ddcisiones autónomas de los alumnos y de las alumnas.
Sí, Miguel Ángel, no se si has llegado a leer lo que escribí…más o menos te decía que ya que hablas de la autonomía de los alumnos y de un curriculum cerrado, me interesaba saber si habías escrito algo sobre la política educativa de los libros de texto. Es un tema que me preocupa mucho como maestra y como madre, ya que no logro entender cómo la administración educativa habla siempre de individualización y de adaptarse a los alumnos ( todas las leyes educativas coinciden en esto) pero luego permiten usar un mismo libro para todos los alumnos de una misma edad. No solo lo permiten, lo fomentan con normas absurdas como la obligatoriedad a las escuelas de publicar la lista de libros que deben comprar los alumnos ya en junio ( cuando termina un curso de cara al siguiente) . Así se da el caso de que un maestro que llega a un aula y le apetece trabajar de otro modo debe sí o sí hacer que sus alumnos rellenen esos libros ( sí , puede hacer otras cosas , pero no se puede negar que hacer todos esas páginas lleva mucho tiempo) , se adapten a sus alumnos o no. Seguramente también se encontrará un aula no demasiado equipada con material verdaderamente interesante, porque año tras año se ha gastado mucho dinero en esos textos y el dinero no da para tanto…
Podría hablar mucho más sobre esto y sobre mi experiencia en la escuela rural con edades mezcladas , pero en resumen este es el tema que te planteo; me gustaría mucho saber tu opinión .
Un abrazo.
Querida Marta:
Gracias por rehacer y reenviar de nuevo tu comentario.
Comparto plenamente contigo la inquietud que tienes por la atención a la diversidad del alumnado.
No sé si conoces algunos textos míos, algunos en este mismo blog, sobre ese tema:
– El lecho de Procusto (Procusto era un bandido del Atica que detenía a los viandantes, los llevaba a su casa y los tendía en un lecho de hierro. Si les sobraban las piernas, se las cortaba. Si no llegaban a la cabecera y a los pies de la cama, los descoyuntaba. En lugar de adaptar la cama al tamaño del individuo, adaptaba a los individuos al tamaño de la cama…).
– El dromedario no es un camello defectuoso
– El pato en la escuela (es un librito que editó la CAM)
Etc
Y, en efecto, creo que los libros de texto son un elemento homogeneizador muy preocupante.
Lo que pasa es que el negocio de los libros de texto es espectacular.
A quien te aconsejo que leas en este sentido es a Jaume Martínez Bonafé. Ha escrito mucho y bueno criticando la dimensión didáctica, comercial y política de los libros de texto. Concretamente, puedes leer: «Políticas del libro de texto Escolar», que es un libro pequeño pero sustantivo que está publicado por la Editorial Morata (Madrid).
Un beso y gracias.
Miguel A. Santos
Muchas gracias! Miraré lo qué me dices.
Hace ya años que el curriculo, en los centros educativos, tiene un enfoque dirigido a potenciar progresivamente la autonomía del alumnado. En definitiva, inculcar la capacidad crítica y un concepto de ciudadanía activa: educación en valores, solidaridad, madurez. Los magníficos profesionales de nuestro sistema educativo, sin embargo, se encuentran con un escollo a veces insalvable: la actitud de las familias. Como consecuencia de politicas neoliberalistas, que se han sucedido de forma atroz en España desde la década de los 90, desapareció el concepto de familia nuclear y el tiempo de dedicación a los hijos prácticamente se extinguió. Lo que quedó en su lugar fue el centro educativo como único espacio educativo y de socialización con el triste tópico añadido de una endémica falta de colaboración de las familias para con el profesorado, cuestión endémica que ha comenzado a cambiar como consecuencia de esta crisis. Al fin, las familias y el propio alumnado comienzan a valorar la necesidad de formación, de especialización, de titulación. De competencias profesionales. Y en consecuencia, de la necesidad de seguir las pautas educativas de los profesionales de la educación, pilar fundamental que debería haberse extendido entre los ciudadanos, ya en pleno siglo XXI, como una necesidad en la formación del alumnado. Si la sociedad necesita alumnado brillante, bien formado y que se conduzcan por la vida como ciudadanos de pleno derecho en un marco constitucional de derechos y deberes, las familias deben comprender que no sólo deben dedicar tiempo y esfuerzo diario y continuo para con los hijos. Además, deben aceptar y aplicar de forma inmediata todos los criterios que el Centro Educativo les sugiera, a diario. Los profesionales de la educación son la llave del futuro inmediato de las nuevas generaciones y como tales, todo el conjunto de la sociedad debe seguir sus directrices de forma absoluta.
Antón Freixas, las dos ultimas oraciones de tu discurso me han dejado de piedra. Estás de broma, supongo.
Me empequeñecí en la entrada anterior de Miguel Ángel y ahora con argumentos como los de Antón me engrandezco: «magnificos profesionales… de la educación», «pilar fundamental…». «competencia profesional…», «seguir pautas educativas de los profesionales», «llave del futuro…», «aceptar y aplicar los criterios de los centros educativos…».
Ahora mi autoestima como docente está por las nubes… Me doy cuenta que soy de nuevo perfecto y que las familias tienen que seguir mis directrices porque yo soy el que sabe de educación… Si es así de simple Miguel Ángel, ¡que no te enteras…! Mira que te gusta complicar las cosas…
Espera que me recoja la baba…
Estoy muy de acuerdo contigo salvo que, y te pregunto, si a pesar de que en el camino de la escolarización todo está definido, hay alguna institución más dónde el principal objetivo educativo es la autonomía de las criaturas???????
Soy profesora de Educación Infantil y Primaria.
Totalmente de acuerdo, Miguel Ángel. Siempre prediqué que los adultos debemos confiar en las capacidades de los niños y dejarles hacer. Pero confieso que a la hora de ir cortando ramas, soltando manos, he sentido mis temores y he sufrido, sore todo con mis hijos. Pero como dijo lamariposayelelefante son nuestros miedos e inseguridades. Es que no nos damos cuenta que crecen, o tal vez inconcientemente no queremos que crezcan, por el temor a que vuelen lejos y no vuelvan. Pero he experimentado que vuelven. Tal vez con algunos magullones, pero más fuertes y seguros, más confiados en sí mismos, y agradecidos por haberles dejado experimentar cuán ancho es el cielo.
Gracias Miguel Ángel. Buena semana a todos.
Soy padre y mi experiencia me ha enseñado que los niños desde muy pequeñitos quieren hacer por sí mismos, aprender. Quieren fregar, llevar los platos, comer por sí, etc. ¿Qué podemos hacer los adultos ante esto? Seguir el ritmo de los niños con todo lo que esto supone de paciencia y ensayo error y así aprenden, o liquidar su aprendizaje resolviendo por nosotros mismos.
De por sí, el ser humano, quiere saber, aprender, pero ¿qué sucede que al llegar a la escuela muchos rechazan ese saber o aprender? Creo que el problema, o en gran medida, es que no nos adaptamos a sus inquietudes.
Si, como alguno dice, el que sabe de educación es el maestro (cosa que me suena a imposición) y el alumno rechaza su enseñanza o educación, habría que preguntarse si de verdad sabe el que se dice educador o es que el alumno no sabe lo que quiere, pero nosotros sí lo sabemos, no lo que el alumno quiere, sino lo que nosotros queremos, con lo cual la enseñanza se convierte en imposición, no en desarrollo personal.
Educar, enseñar, son cosas muy diferentes aunque suelen ir unidas en la escuela. La enseñanza viene impuesta por arriba, por eso creo que sufre tanto rechazo. La educación en la familia y en la escuela depende, en gran medida, de los valores de quienes imparten la educación.
Juan Carlos, me has dejado de piedra y boquiabierto al decirle a Miguel Ángel tan rotundamente «¡que no te enteras!» Claro, que dudo que Miguel Ángel comparta lo que dices: «las familias tienen que seguir mis directrices porque yo soy el que sabe de educación.» Conclusión: Las familias a callar. A mi modo de ver, te has pasado.
Mis disculpas a Miguel Ángel por suponer yo lo que comparte o no comparte.
Saludos a todos los preocupados por la educación.
No, no quiero decir que lo que diga el profesor sean axiomas, dogmas de fe. Lo que quiero decir es que hay que dejar trabajar a los profesionales y seguir sus directrices, ellos son los que más saben de educación, obviamente. El resto podemos opinar, sugerir… pero nunca interferir en la labor de los docentes; más al contrario, debemos seguir sus pautas fielmente. No se trata de lo que pensemos nosotros, como padres, subjetivamente, que evidentemente son pensamientos con poco valor intrínseco. Se trata de lo que piensen lo profesionales de la educación, es sencillo de entender.
Helena, ya te he respondido en los matices de mi post anterior. No sé qué tiene de broma seguir las directrices de los docentes en lo que concierne a educación. Es algo tan evidente que no necesita más explicaciones. Insisto: como padres podemos sugerir, contar nuestras experiencias… pero las directrices de los docentes son las que cuentan, no criterios subjetivos y sesgados, que en definitiva, son los que tenemos como padres. Dejemos a los profesionales trabajar.
Estimado Antón:
No sé si eres profesor, padre o ambas cosas.
De cualquier manera, creo que tienes un casos en la cabeza, inconmensurable. Te diré, respetuosamente por qué lo pienso:
1. Siempre que hablas de opiniones de padres/madres las calificas de SUBJETIVAS. Y nunca las de los PROFESORES. ¿Cómo se puede mantener un disparate semejante?
2. Los padres/madres, HASTA POR LEY Y NO SOLO POR LÓGICA, pueden decidir en asuntos de la escuela. Afortunadamente. Porque tendremos la opinión de los docentes más otras opiniones.
3.¿Por qué hablas de interferir y no de COOPERAR, de AYUDAR, de COLABORAR?
4. Aunque en un momento lo niegas, lo que vienes a decir es que los profesores son los que saben y que NO PUEDEN EQUIVOCARSE.
5. ¿Qué es «poco valor intrínseco»? ¿Sólo hay «poco valor intrínseco» cuando hablan los padres/madres?
6. Eso de que es «sencillo de entender» parece dar a entender que quien no lo entienda es muy duro de moller. Pues ya ves, yo no lo entiendo. Y casi me atrevo a decir que lo único que no entiendo es que alguien pueda ver tan claro eso que tú dices.
Antón, has dicho seguir directrices de firma absoluta, por mucho que matices … Y mira, la educación no es una ciencia exacta. Quizà el maestro sepa más que yo de didáctica de la lengua y aún así hay numerosos métodos y podría discutirse cuál es mejor, pero hay además otras cosas, muchas, en las que los profesionales de la educación no tienen por qué estar mejor formados que los padres y además también hay sistemas para todos los gustos. Tengo que acatar de forma absoluta que sienten a mi hijo de 3 años en una sillita de pensar solo porque el maestro es un profesional de la educación y es el que sabe? O que lo deje sin recreo por no terminar la ficha simplemente porque es más lento? Y además a qué profesionales de la educación hay que hacer caso? Si hay montones y montones de tipos diferentes: el que respeta ritmos de los niños y valora el juego libre, el que los dirige y exige constantemente, el que enseña de forma creativa y da valor a las propias ideas, el que prefiere que lo repitan todo como loros , el que les deja la tarde libre y el que les pone 3 horas de deberes diarias…
Como padres no podemos protestar por todo lo que no nos gusta porque el maestro no puede dar a cada familia lo que pide ta que cada uno querrá una cosa ( más deberes o menos, castigos o no etc) pero de ahí a decir que hay que seguir sus pautas fielmente siempre pues no. Yo si a mi hijo le ponen 50 sumas todos los días hasta le hago yo la mitad , porque creo que el maestro está equivocado . En otras cosas no me quedará más remedio que aguantarme o empezar un peregrinaje a una escuela con un proyecto que me guste o formar una con una cooperativa de padres o hacer homeschooling…
Que no quiera que a mi hijo se le siente en una silla de la humillación mientras llora no es un criterio subjetivo ni segado que yo tengo como madre ( usando tus palabras) sino algo que tengo muy claro que no quiero en la educación de mi hijo. O quizá solo estabas hablando de didáctica y no de todo lo demás… ( aunque aquí los maestros tampoco se ponen de acuerdo) .
El marco donde los padres y madres pueden opinar es el Consejo Escolar de los Centros, eso sí, como representantes de las correspondientes familias, no a título particular. Evidentemente, todo docente tiene también un horario dedicado a la atención a las familias, donde estas pueden expresar sus opiniones. Por lo demás, Helena, quién no está de acuerdo con tal o cual medida de corrección de conductas contrarias a las normas de convivencia, también está absolutamente reglamentada la posibilidad de expresar sus criterios subjetivos por los que no está de acuerdo en la imposición de los mismos: escrito al Director o la Directora y revisión de la medida por parte del Consejo Escolar. No hay más posibilidades. Una cosa muy distinta es que las familias no quieran aceptar que el hijo o la hija es culpable de tal o cual trastada o que la corrección que se imponga sea, de nuevo bajo criterios absolutamente subjetivos, «humillantes» y otra, muy distinta, las normas del Centro, que no hay que olvidar que son tácitamente aceptadas por las familias en cuanto que matriculan al alumno o la alumna en el mismo. Por lo demás, creo que es reiterativo, pero de nuevo insisto que es de una obviedad absolutamente aplastante: los profesionales son los que saben de educación; las familias digamos que aportan, tal como he descrito, sus opiniones, por más subjetivas que sean, pero nada más. A ver, ejemplos sencillos: aceptamos los criterios que nos sugiere el mecánico del taller de vehículos. No nos ponemos a discutir de cuestiones técnicas con ellos. Aceptamos los criterios del médico, no nos ponemos a discutir de cuestiones técnicas con ellos, solo describimos nuestros síntomas…. Es sencillo de entender.
J. Alvarez.
Mi comentario estaba hecho con sarcasmo… Sé que Miguel Ángel se lo ha tomado así… y por eso no me ha respondido.
Siento no haberme expresado con más claridad, pero es que prefería no hacerlo en este caso. A veces es mejor dejar el agua correr…
Y todo al contrario, siento un gran respeto por Miguel Ángel…
Antón, casi todo es discutible por muy simple que lo veas. Por ejemplo , yo le discuto a un pediatra que me aconseje que a los 4 meses destete a mi hijo y antes de esa edad la teta a horario rígido( los hay ) y se que hay muchos que te aconsejan prolongarla por dos años y en los primeros meses, a demanda. No es todo tan sencillo.
Creo que tienes razón en que si todo estuviera por escrito quizá fuera más fácil reclamar o quejarse por algo, pero la realidad de las aulas es demasiado compleja para reflejarla entera por escrito en normas y deberes. Yo no hablo de eso . Estoy solo diciendo que los maestros no tiene la verdad absoluta y es bien fácil de entender como tú dices: si dos maestros sobre el mismo tema no piensan igual ( te he puesto en mi mensaje anterior varios ejemplos)… ¿Cuál es esa verdad? ¿ Quién es el que sabe de educación? .
Siempre optimista, siempre bellos artículos…
Juan Carlos, disculpa mi torpeza, ahora me he dado cuenta de la ironía de tu comentario. Saludos.
Antón:
O sea que dentro del Consejo Escolar los padres/madres ya no son subjetivos. Qué barbaridad. Pues las tonterías se pueden decir dentro y fuera del Consejo Escolar. Y las grandes verdades también.
Qué manía en excluir.
No sé si sabes que los médicos están tratando de incorporar a los pacientes para que se hagan responsables con ellos de los diagnósticos. Es decir que ellos quieren contar con los pacientes y tú les quieres cerrar la boca.
Vamos a ver si todos aportados lo quie tenemos que decir. ¿No será mejor pensar que todos podemos aportar algo, seamos o no profesionales?
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Marta V. sobre los libros de texto. Como maestra de primaria, el día más feliz es cuando prescindo de ellos y hacemos miles de cosas diferentes y llegamos al mismo objetivo.
Pero he de reconocer que en el gremio no se está por la labor, conozco muchos maestros/as que no saben que hacer sin libro o sin fichas que rellenar.
Conozco a una maestra de infantil que trabaja por proyectos, pero por proyectos de verdad (no sistematizados a base de fichas). Y hace un tiempo, en un curso ella contaba su experiencia al iniciar una propuesta de trabajo que los alumnos querían desarrollar.
Por la mañana, en la asamblea, un niño contó que la noche anterior volvía en coche con su familia y vio la luna. Y se preguntó cómo era posible que la luna les persiguiera allá por donde el coche se movía e incluso hasta su casa. Los demás alumnos también compartían el interés por conocer diversas cosa de la luna: por qué brilla, de qué está hecha, por qué no se cae, dónde está cuando es de día, etc. La maestra no contestó a ninguna de las preguntas, sólo comentó que ella tampoco lo sabía y que entonces deberían entre todos intentar responder a todas las cuestiones. Para conseguirlo necesitaban ayuda, así que decidieron escribir una pequeña nota a los padres para conseguir información y así poder explicarlo a sus compañeros en clase. Cada uno trajo lo que pudo, enciclopedias, apuntes de internet, alguna manualidad, recorte de revistas, dibujos… Algún padre se preparó una sesión para explicar alguna cosa en concreto sobre el satélite, etc. Al final del proyecto los niños, los padres y la maestra sabían muchas cosas sobre la luna. Algunas preguntas se contestaron, otras no, pero en el trayecto se aprendió. Todos aprendieron a aprender.
Creo que en la escuela falta mucha humildad. La humildad de escuchar a los alumnos y de invitar a hablar a los padres. Y pienso que el respeto es el colchón de esta humildad. Si no respetamos a los padres, difícilmente respetaremos a sus hijos. Y casi imposible que nos respeten a nosotros.
La autonomía, la iniciativa, la responsabilidad nacen de que la persona, el niño, el alumno, se sienta parte de, que sepa que ahí hay algo suyo, que sus ideas son valoradas, que puede y hasta debe decir.
De momento pienso que la escuela aliena más que libera, lo cuál es una pena y una desgracia.
Gracias por tu artículo.Un saludo cariñoso Miguel Ángel.
Comparto que nos cuesta como padres cortar ramas, pero es imprescindible hacerlo por el bien de los hijos, deben volar. La experiencia laboral me indica la necesidad en la actualidad de cambios de actitud tanto en la familia como en la escuela. Debe trabajarse en fortalecer esta relación fundamental para lograr la educación, la formación. Lograr la revalorizaciòn del rol docente, de sus apreciaciones y de los criterios que el centro sostenga ya que fue elegido libremente por los Padres. Como escuela tener una mirada flexible para cada alumno/a, en sus tiempos de aprendizaje, en la búsqueda de construcción del conocimiento, con intervención del cuerpo de psicólogos o psicopedagogos de ser necesario, acompañando, para cortar ramas más tranquilos. Muy bueno el artículo estimado Prof. Miguel Santos.
En lectura de los comentarios, debo deducir un amplio desconocimiento de la enseñanza en las aulas. Intento aclarar algunos conceptos claves: la enseñanza es individualizada. Se adapta a cada alumno y a cada alumna, segun sus necesidades cognitivas, sus ritmos de aprendizaje, especialmente en educación infantil. Hay objetivos mínimos en la etapa educativa, en el ciclo correspondiente (en el caso de primaria), en el curso. Se persiguen la consecución de dichos objetivos mínimos en todos y cada uno de los/as alumnos/as y en virtud de dicha individualización, habrá alumnado que llegue más allá de ellos. Lo del libro de texto es un tópico más propio de los años 60. Actualmente, todos los centros utilizan de forma abundante no sólo tecnologías de la información y comunicación como la pizarra digital y ordenadores personales, que permite la interacción con software específico (y muy útil para alumnado con necesidades educativas especiales), sino que además, existen múltiples recursos que son utilizados sistemáticamente, complementando el uso del libro de texto que no deja de ser una simple herramienta metodológica más, entre muchas. En definitiva, la realidad en las aulas no es la que apunta el artículo, creo que repleto de injustos topicazos. Y aún menos las que apuntan los que aquí han escrito, que se hacen eco de dichos tópicos. Insisto en mi tesis, leido lo leido: es mejor dejar a los profesionales de la enseñanza opinar. En caso contrario, corremos el riesgo, como es el caso, de equivocarnos por completo.
Vamos a ver, Antón:
Tú conoces tu aula. ¿Qué sabes de lo que pasa en las demás?
Tú que eres partidario de que solo hable de la educación el que está en ella, tendrás que convenir que tú podrás de tu aula, pero que sabes poco de lo que se hace en muchas otras.
Tú que decías en el artículo anterior que no se puede generalizar, lo haces a fondo.
¿La enseñanza es individualizada? Deberías decir que DEBE SER o que DEBERíA SER individualizada.
Yo creo que todavía queda mucha homogeneización.
Y todavía se usa mucho el libro de texto como una guía única para todos: todos lo mismo, todos de la misma manera, todos a la misma hora, todos evaluados del mismo modo.
¿En qué mundo vives?
Luisa, ¿en qué datos te apoyas, en relación a tus afirmaciones? Cita las fuentes, please. O lo que es lo mismo, describe el mundo en que vives tú, abundante en datos científicos para llegar a esas peculiares afirmaciones. Saludos.