Cuando el ser humano quiso saber lo que era la salud, se puso a estudiar las enfermedades. Y cuando quiso conocer lo que era la salud mental, se dedicó a investigar las enfermedades mentales. Pero ha estudiado muy poco aquellas fuerzas de nuestra identidad que nos hacen más fuertes, más entusiastas, más felices. Una de ellas es el optimismo.
He leído un interesante libro que acaba de publicar Belén Varela, abogada y especialista en dirección de personal. El título de la obra es muy significativo: “La rebelión de las moscas”. El subtítulo nos orienta sobre su contenido: “Reflexiones, principios y pautas para una organización optimista”.
¿Puede una organización ser optimista?, ¿en qué se cimenta el optimismo?, ¿qué beneficios reporta?, ¿Cómo se alcanza y se pierde el optimismo de la organización? Por todas esas cuestiones se pregunta La autora y a todas ellas contesta con buen estilo y sólida fundamentación.
El título está inspirado en una hermosa metáfora de Miguel de Unamuno, que aparece en el pórtico del libro. Dice así: “Se ha calumniado a la mosca, suponiéndola más tonta que la abeja. Un famoso escritor dice que si meten en una botella con el fondo hacia la luz y la boca abierta en el opuesto sentido, las abejas, buscando la luz siempre, no hacen sino agitarse contra el cristal del fondo, sin poder convencerse de aquel invisible obstáculo, mientras que las atolondradas moscas, revoloteando de una a otra parte, hallan cuando menos lo esperan la salida. Lo cual es decir que la abeja es más lógica, es decir, más estúpida que la mosca, y esta más estética, es decir más espiritual que aquella. La imbécil de la abeja se está rasca que rasca contra el cristal y hacia la luz, sin convencerse, mientras que la alegre mosca, convencida desde luego de que ha caído en una prisión, o más bien convencida de que es prisión todo o que nada lo es, la explora por todas partes, se pasea para divertirse sin importarle volar de trasero a la luz, y así por volver a la luz el trasero logra, jugando, la libertad”.
La metáfora da título al libro y muestra la importancia de las actitudes positivas que nos ayudan a explorar, a buscar y a encontrar la libertad.
He trabajado durante años el campo de las organizaciones. De ese interés surgieron varios libros: “Entre bastidores: el lado oculto de la organización escolar”, “La luz del prisma. Para comprender las organizaciones educativas”, “Cadenas y sueños”, “La escuela que aprende”, “Hacer visible lo cotidiano”…
El libro de Belén Varela, que no está dedicado a las organizaciones educativas (aunque las incluye), aborda un aspecto que me parece extraordinariamente sugerente y en el no había pensado hasta ahora: el optimismo de las organizaciones.
Cualquier organización nace del optimismo. Porque nace de unas expectativas e ilusiones de lograr algo. Lo que pasa es que algunas olvidan ese impulso inicial y se entregan a la rutina y al desaliento.
No se debe confundir optimismo con ingenuidad. “El optimismo –dice Belén Varela- nos permite ver lo mejor de nosotros mismos y de los demás, situando los problemas en el lugar que necesitamos para poder superarlos, y nos anima a realizar el máximo esfuerzo y a concentrar todo nuestro empeño en las soluciones”.
Son importantes los beneficios del optimismo. Permite concebir un futuro esperanzador, potencia las ansias de mejora, genera expectativas, enciende el proceso creativo, da fuerza en las adversidades, alimenta el sentido del humor, desafía los límites, pone el foco en los logros, nos compromete en la búsqueda de soluciones, hace que focalicemos en lo positivo…
A juicio de Belén Valera hay cinco elementos favorecedores del optimismo: la construcción compartida de expectativas, la simbiosis entre desafío y equilibrio, extrema atención y compromiso, individualismo y diferenciación y libertad de elección.
Es decisivo el papel del liderazgo para mantener y potenciar el optimismo de la organización. El buen líder es capaz de hacer surgir lo mejor de cada persona. Esto se consigue con la confianza, el ejemplo, la ilusión y el compromiso. “Un perro puede acosar, guiar y mantener las ovejas a raya, pero no puede hacer que le sigan. Una mansa es una oveja. Es igual que cualquier otra oveja, pero un poco más hambrienta, un poco más rápida, un poco más ansiosa”, dice Connie Willis.
¿Cómo se puede mantener y mejorar el optimismo de la organización? La autora propone los caminos que se deben recorrer para que la organización tenga optimismo. La responsabilidad colectiva e individual, el análisis de las circunstancias, creación de pequeños hábitos positivos, el reconocimiento de los errores, la superación de las adversidades, el dominio y la confianza.
Quiero aprovechar la ocasión para plantear la cuestión del optimismo aplicándola a las escuelas. Yo creo que más propio de ellas que ninguna otra organización. Porque las escuelas se ocupan de una tarea radicalmente optimista, que es la educación. La educación se basa en un presupuesto que si se negase la dejaría vacía de contenido: el ser humano puede aprender, el ser humano puede mejorar. Es tan consustancial el optimismo a la educación como mojarse para el que a nadar.
Cuando las circunstancias son adversas se hace más necesario este planteamiento. Termino con palabras de Belén Varela: “Esta capacidad de resiliencia organizativa, de superación y crecimiento ante los acontecimientos desestabilizadores, depende, desde mi punto de vista, de tres elementos claves: tener razones para luchar, es decir un alto nivel de compromiso con las metas de la organización, confiar en las propias capacidades o en la posibilidad de aprender y, con ello, tener sensación de control, y por último mantener la esperanza suficiente para mantener la orientación hacia un futuro mejor”. Certeras palabras para los tiempos que corren.
Razones, compromiso, confianza, control y esperanza. Qué hermosas palabras. Sin duda ese es el camino. No cabe duda.
Un saludo, y muchas gracias, señor Santos.
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Querido Maestro!
Importante sin duda en estos tiempos tan dificiles que vivimos es el optimismo y le aseguro que me pongo a ello todos los dias de mi vida,aunque otros se encargan de tirar por tierra mi trabajo.Hay un libro de Rojas Marcos titulado «de la autoestima al egoismo» que habla de la importancia del optimismo y de la resiliencia como la capacidad de superar las adversidades.
Tengo muchas cosas que superar en este momento pero tengo una razón que es una preciosidad, es mi nieta Daira Maria. Ella me da la fuerza,la alegria y la esperanza que me hace falta para pensar que el futuro será mejor sin lugar a duda.No olvide que nos complace verlo por aqui.Saludos cordiales.
Me parece fundamental, en estos momentos, hablar de optimismo. Tanto en las organizaciones como en las personas. Bienvenido este nuevo artículo. Y gracias.
Estimada Loly. El libro que citas es de Jorge Bucay no de Rojas Marcos, éste ya copia bastante como para, también, atribuirle el libro completo
Es cierto, Miguel Ángel, que los estudios de los sentimientos y emociones, campo muy específico de la psicología, se han centrado en los problemas, los conflictos y los traumas. De una parte hacia acá se está modificando este planteamiento, y dado que estoy inmerso en escribir el libro «El dibujo de la familia» desde una perspectiva naturalista, es decir, investigado en los centros escolares, he podido comprobar cómo hay autores, dentro de esa disciplina, que ya hablan de emociones positivas. Es el caso de «Emociones positivas», obra colectiva de 26 participantes, obra coordinada por Enrique G. Fernández-Abascal, que recomiendo a quienes estén interesados en el tema.
Por otro lado, me haré con el libro que da título a tu artículo, pues bien es verdad que en pocos casos se ha tratado el optimismo desde una perspectiva colectiva.
Un abrazo desde Córdoba.
Estimada Lala! Gracias por hacerme ver el error cometido.Ha sido un desacierto por mi parte movida sin duda por el estado emocional vivido.Hacía referencia al libro «superar la adversidad» del autor Luis Rojas Marcos,en el cual habla del poder de la resiliencia como la poderosa capacidad humana de encajar resistir y superar la adversidad.Nos habla de mecanismos protectores para ello como son la intuición, el sentido del humor y la capacidad de pasar página. Te cuento que a mi me ha servido leerlo.Saludos cordiales.
Algunos piensan que los optimistas son ingenuos y los pesimistas realistas. No estoy de acuerdo. La historia, la ciencia y la vida han avanzado por los optimistas. Por los que creían que se podía avanzar.
Estimado Prof. Miguel Ángel cada sábado espero su comentario
el cual me ayuda, para afrontar la realidad en nuestras escuelas argentinas, las cuales son todo un desafío hoy.
Muchos son nuestros problemas los cuales en algún momento hacen que nuestra capacidad de resiliencia se vea en dificultades. Gracias por su aporte. Saludos desde Tucumán- Argentina.
Ahora que la Pública está tan «perseguida» y «atacada» ( al menos los de la Comunidad de Madrid así lo vivimos a diario), los profesionales que luchamos por ella tenemos que tener claro que no somo «buenos profesionales» solamente por ser empleados públicos , sino por el compromiso que tengamos por «la escuela Pública» y eso significa luchar por un modelo y como dice la autora: «la construcción compartida de expectativas, la simbiosis entre desafío y equilibrio, y la extrema atención y compromiso..» por ser los mejores profesionales que podamos llegar a ser…
Gracias Miguel Ángel por ser siempre mi «profesor»….
Henar
Me parece muy certera la cita sobre el liderazgo. Esty viendo muchos casos de directores/as que abusan de su autoridad. Eso está mal en el ejército, en la industria y en la polìtica, pero es totalmente inadmisible en educación. Es verdad que el perro acorrala al rebaño, pero las ovejas no le siguen.
Estimada Rosa Martinez! Totalmente de acuerdo contigo en rechazar el abuso de autoridad por parte de algunos directores.Yo he vivido ese abuso en mis propìas carnes y te aseguro que eso no se lo deseo a nadie ni al peor enemigo.Por mi experiencia aconsejo no aguantar y reaccionar lo antes posible,con argumentos en la mano, se convierten de lobos a corderos;pero el daño que hacen es tremendo.Ya por suerte me alejé de ese centro educativo del que te puedes imaginar como funciona si el director va humillando a las personas.Cuando reaccioné y le puse las cartas sobre la mesa se suavizó en el trato y no llegué a denunciarlo porque acababa mi paso por el centro.Hoy me arrepiento de no haberlo hecho para que recibiera un escarmiento.Solo matizar que son unos cobardes que se aprovechan de las personas buenas para aumentar su ego.Que pena de vida.No crees? Saludos cordiales.
Querida Henar:
Conozco las asechanzas y persecuciones que en tu comunidad está viviendo la enseñanza pública que es, a mi juicio, la causa de la justicia y de la equidad. Y sé también de tu compromiso con ella y de tus luchas con el poder tóxico que no solo la olvida sino que la machaca.
Cómo no sentirme orgulloso y feliz de que exalumnas como tú se hayan convertido en magníficas profesionales de la educación que me enseñan a mí, que me animan a mí, que me demuestran cada que esta tarea merece la pena.
Gracias, querida Henar, por seguir en la brecha, comprometida con quienes Paulo Freire llamaba desheredados de la tierra.
No te desanimes. Sé que la escuela pública de Madrid es mejor porque tú estás trabajando en ella.
Un beso muy grande.
Miguel A. Santos
Creo, querida LOLY, que hubiera sido bueno poner esa denuncia. No hay derecho a abusar del poder (y menos en educación). Es una pena que ese tipo de gente siga haciendo ese daño tan tremendo a aquellos a quienes tendría que ayudar. E impunemente.
Nada mejor hoy en día que reflexionar sobre el optimismo. Todo parece arrastrarnos hacia el pesimismo y el desaliento. Por eso, se hace más necesario conocer cuáles son los principios y las estrategias que lo posibilitan y lo desarrollan.
Más que «optimismo», palabra desde mi punto de vista poco adecuada a la complejidad de cualquier centro docente, entendido como organización, creo que es más adecuado el enfoque hacia la eficacia/eficiencia. Se pretende, como organización, la satisfacción de todos los usuarios, esto es, del alumnado y ello sería posible garantizando el éxito escolar de todos y cada uno de ellos. Ótra cosa muy distinta, pero ya no entenderíamos el centro como una organización, sino como las acciones individualizadas de cada docente a efectos de enseñanza y aprendizaje, es transmitir al alumnado «optimismo», es decir, transmitir EMPODERAMIENTO, que pienso que es el término más apropiado en el contexto escolar. Y esto ya forma parte de todo un amasijo de estilos y cultura. Hay docentes neutros, bastantes más preocupados por impartir con toda la calidad posible el temario correspondiente, otros que mantienen un dificil equilibrio entre la exigencias de dicho temario y el empoderamiento del alumno y quizás haya, si bien en mi larga trayectoria como docente jamás he conocido un perfil así, docentes con desmotivación. Sí que recuerdo a un número considerable en el contexto universitario. En fin, matices que considero importantes recalcar. Otra cosa muy distinta son los tiempos socioeconómicos. Que un docente tenga más horas de trabajo semanales, a cambio de varios disminuciones en su sueldo (del anterior gobierno, del actual, de su comunidad autónoma correspondiente…) más la que quedan por venir y a pesar de todo haya voces, ajenas a la profesión generalmente, que le pidan que sonría ampliamente, me parece, con todos los respetos, una auténtica estupidez. Una cosa es que la inmensa mayoría de los docentes sean magníficos profesionales, como bien es sabido, pero otra cosa muy distinta es que nos tomen por ineptos. Y dada la ola de manifestaciones que sacude España, prácticamente desde todos los gremios posibles, opino que la cuestión no da más de sí, salvo demagogias baratas. Saludos.
En estos momentos solo puedo pensar en lo difícil que resulta mantenerse optimista en un ambiente en el que impera el egoismo, la descalificación, la hipocresía , la mediocridad, etc. tal vez en ese caso lo mejor será buscar otra opción antes que dejarse absorber. Un contexto sano ayuda a mantener el optimismo y ofrece posibilidades de crecimiento tanto a nivel personal, como profesional, individual y colectivo.
Querida María Isabel Cruz:
Pero es ahora cuando más necesario nos es el optimismo. Hay un arte en la vida personal y profesional que considero muy importante. Y es la capacidad de convertir dos signos menos en un signo más. Ante uns situación compleja, difícil o adversa se pueden adoptar dos posturas: el desaliento o el coraje. Creo que es preferible la segunda. Suelo decir que solo a los peces muertos los arrastra la corriente.
Sé que es más fácil avanzar a favor de la corriente. Lamentablemente, como dices,. hoy el ambiente es muy adverso.
Pongo de ejemplo la aparición de una epidemia desconocida. Y digo que los buenos médicos, ante esa situación, se estimulan, se retan, se animan a trabajar más para solucionar el problema. Los otros médicos lamentan y maldicen la nueva situación y prefieren trabajar solo con los sanos.
No te desanimes. Esta tarea es consustancial con el optimismo. Porque parte del presupuesto de que el sert humano puede aprender, puede mejorar. Es un presupuesto de naturaleza optimista.
Muchos besos. Mucho ánimo. Miguel A. Santos
Comparto este último comentyario de Miguel A., en relación al optimismo en tiempos de crisis y de dificultad. Es ahí donde se hace más necesario. Y no entiendo como optimismo ingenuidad o estupidez sino compromiso y esfuerzo ilusionado.
No se debe confundir el optimismo con el candor. O lo que es lo mismo, cada circunstancia demanda un tipo de actitud. No se trata de estar contento como una toma de postura artificiosa. O de ser feliz porque deseamos ser felices, aunque no lo seamos en absoluto. En todo caso, son sentimientos que deben nacer desde dentro, no podemos interpretar, ni fingir. No creo que sea dificil de entender. Por todo ello, cuando leo, inmersos en una crisis que está sacando a la calle, cada día, a miles de personas, lo más afortunados con algún trabajo, que hay que ser «optimistas», que ser «optimista» es una sana postura ante la vida, no puedo por menos que sentir que se está insultando a cada una de esas pesonas que se ven obligadas a acudir a Cáritas cada día, sencillamente porque no tienen que comer. Ninguna de estas personas es feliz y aún menos optimista. Nadie puede fingir un estado vital que carece de sentido en su situación. Claro que queda muy bonito decir o escribir… «el esfuerzo de la ilusión ante la adversidad», «el optimismo como filosofía de la vida…». La realidad va por otros caminos. Y el camino, ya lo ha dicho alguien es tenaz: peores condiciones laborales, menos medios, menos sueldo… No, no puedo sonreir. Seré la profesional que siempre he sido, pero me niego además a arrojar una sonrisa porque simple y llanamente, no me sale del alma. Como a ninguno de los 5000 interinos, en Andalucía, en paro desde este curso escolar. Buen fin de semana.
Estimado Santos Guerra:
Aprovecho este espacio para comentarle un hecho que me viene preocupando desde hace un tiempo y que me gustaría compartir con usted dada la admiración que me despierta.
El debate que le propongo está relacionado con la posibilidad de titulación de la ESO de los alumnos con NEE y que tienen Adaptaciones Curriculares Significativas en varias áreas insturmentales. Respecto a este tema, personalmente considero que tal y como interpreto con la actual ley, siempre que cumplan los objetivos de tales ACIs estos niños podrían titular perfectamente. El problema es que en los centros en los que voy trabajando (soy orientadora) me encuentro con muchos profesores que no lo consideran así y por muchas argumentaciones que les doy, advierto que es un hecho extendido y una opinión mayoritaria, lo cual por otro lado, no me hace cambiar de opinión y defender mis criterios pero sí que me apena y me afecta bastante…
Me gustaría pedirle ayuda y saber su opinión sobre el tema.
Muchas gracias de antemano, un saludo
Alicia
Pepa: ¿Por qué identificar optimismo con candor, con ingenuidad o con debilidad? Creo que para ser optimista hace falta clarividencia, fortaleza y compromiso.
El optimista no es un tonto que no se entera de los recortes o un desaprensivo a quien no le importan. El optimista sabe lo que pasa, pero reacciona de una forma positiva. No se trata de escribir o no escribir. Se trata de pensar de un modo o de otro. Y de tener una actitud de un tipo o de otro. Una cosa es lo que sucede y otra la reacción que tenemos ante lo que sucede.
Justamente Carlos, tú lo has dicho: la reacción que tenemos ante lo que sucede no puede ser otra que la que la inmensa mayoría de los españoles tenemos. Veáse las encuestas de demascopia al respecto de las principales preocupaciones del ciudadano español y, muy fundamentalmente, la macromanifestación de ayer en España. Definitivamente, no ha lugar para el «positivismo» (¿qué significará eso?), sino para el realismo, por atroz que sea. Y sobre todo, para que seamos capaces de levantar la voz al unísono. Tiempo habrá para el «positivismo», en el mejor de los casos. Pero no ahora. Saludos.
El optimismo está bien, dentro de unos límites…
Resumiendo mi opinión: http://www.youtube.com/watch?v=CVMBljP80-4.
Salud y borreguismo cero.