No es fácil de traducir, pero creo que la idea es magnífica. Me refiero al título y contenido del libro “Enough is plenty”. Me he decidido por la traducción “suficiente es más que suficiente” aunque muy bien podría haber elegido alguna de estas otras opciones: “suficiente es todo”, bastante es suficiente, “suficiente es bastante”, “bastante es demasiado”, “bastante es todo lo que se necesita”, “suficiente es suficiente”, ”suficiente es un montón”, “suficiente es mucho o muchísimo”… Todas estas versiones tratan de reflejar, además del enunciado de la expresión inglesa, el contendido del interesante libro de Anne B. Ryan, profesora de la Universidad Nacional de Irlanda, que lleva más de diez años investigando en lo que podríamos llamar la “filosofía el suficiente”.
¿Dónde se coloca esa raya que separa lo que es necesario para vivir y lo que es superfluo? Esa raya que marca el suficiente, ¿tiene solo que ver con cosas materiales o incluye también otros bienes del espíritu relacionados con el arte, la cultura, la música, el cine, el teatro o el deporte? ¿Es verdad que n es suficiente el pan para vivir?
Y, sobre todo, ¿quién la señala el punto exacto donde se sitúa la línea de lo necesario? Porque hay muchas personas interesadas en que la raya esté muy alejada de nosotros, cercana al infinito: publicistas, comerciantes, vendedores… Si se coloca en el horizonte será una raya siempre inalcanzable por mucho que caminemos.
El peligro de colocar ese tope muy alto se incrementa cuando pensamos en los hijos y en las hijas. Es decir, cuando creemos que es nuestra obligación dejarles la mayor cantidad de dinero, el mayor número de posesiones y de bienes posible. A costa, a veces, de sacrificar la felicidad presente. Queremos inundarlos de cosas, pretendemos que no carezcan de nada. Deseamos que, cuando se comparen con sus amigos, nunca se queden atrás. Y ellos y ellas, a veces, nos lo exigen. Porque quieren tener más que los amigos y compañeros. Esta prenda de marca, este ordenador de última generación, esta moto que nadie tiene…
Recuerdo una pequeña historia de la que conozco muy diversas versiones. Un pastor está apaciblemente sentado debajo de una encina cuidando su rebaño. Dormita a la sombra observando cómo pastan sus ovejas. Es una hermosa y soleada mañana primaveral.
Por la vereda pasan dos hombres de negocios que detienen su coche para saludar al relajado pastor.
– ¿Este rebaño es suyo?
– Así es.
– ¿Cuántas ovejas tiene?
– Ciento cinco, exactamente.
– ¿Y no ha pensado usted en hacer una explotación de la leche de sus ovejas?
– ¿Para qué?, pregunta el pastor,
– De esa forma podría obtener pingües beneficios y así podría comprar otras tantas ovejas.
– Pero, ¿para qué?, insiste el pastor,
– Así podría ampliar su producción de leche y aumentar considerablemente sus beneficios.
– Pero, ¿para qué?, repite socarronamente el pastor.
– De esa forma podría invertir de nuevo en la compra de más ovejas.
– Pero, ¿para qué?, repite de nuevo el pastor.
– Porque de ese modo, cuando tenga muchas ganancias, podría usted vivir tranquilo y sentarse a descansar.
– El pastor, calmadamente, es quien ahora pregunta a los atónitos paseantes:
– ¿Y qué es lo que estoy haciendo ahora mismo?
La postura del pastor está cargada de lógica. Tiene lo necesario para vivir. Vive felizmente. Tiene bastante. Lo suficiente, para él, es más que suficiente. El podría haber dicho con toda la razón del mundo: Enough is plenty. Me he imaginado muchas veces al pastor metido en la vorágine de los negocios, con la angustia de que se produzca la ruina, con el temor de que aparezcan competidores sagaces que le lleven a la miseria, con el pánico de que se produzca una crisis incontrolable que de al traste con todos los beneficios… He imaginado al pastor sin dormir, levantándose temprano, acostándose lleno de zozobra, trabajando de sol a sol… “Quien no es feliz con poco, no lo será con mucho”, decía Lao Tse.
Pudiera pensarse que la actitud del pastor es conformista y perezosa. Pero tiene un enorme fondo de cordura. La alternativa que le ofrecen es vivir con la angustia del crecimiento, del tener más, de que nada falle. La alternativa, a la espera de una hipotética paz, es un vida en guerra permanente contra todo y contra todos. Tener más. Ganar más. ¿ Para qué?
Se incrementa el problema desde el interés del comercio y de la publicidad en anunciarnos y vendernos la felicidad empaquetada a través de las compras. Y acabamos convirtiendo en lemas de la vida los siguientes enunciados: “tanto tienes, tanto vales”, “tanto compras, tan feliz eres”, ”tanto consumes, tanto disfrutas”… La ambición, entonces, no tiene límites. Suficiente es más que suficiente. ¿No viviríamos mejor de una manera más austera, sin necesidad de tantas cosas, de tantas necesidades creadas? Estamos corriendo y no sabemos parar. Viene de antiguo el consejo: la felicidad no reside en tener muchas cosas sino en saber prescindir de ellas.
Cuando leemos o escuchamos que ha habido un caso de corrupción en el que una persona (o una familia) ha acumulado de forma torticera miles de millones, nos preguntamos sorprendidos: ¿no tenía suficiente par vivir? Sí, pero, ¿dónde se pone la raya del suficiente? Sería un signo de inteligencia el poner un límite a la codicia. Somos inteligentes cuando vivimos felizmente, no cuando acumulamos dinero, fama o poder mientras seguimos siendo desgraciados. En palabras de Thomas Jefferson: “No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo los que proporcionan la felicidad”.
Ya sé que puede parecer cínico decirle a una familia con necesidades que “suficiente es más que suficiente”, ya que ellos no tienen bastante para vivir y están pasando calamidades. Esas personas tienen otro problema. La vida les ha colocado la raya de una forma injusta y dolorosa. La vida les ha dicho: “tenéis que vivir con esto”. Y esto no es, quizás, suficiente. Ellos tienen el problema de ver cómo hay gente que derrocha mientras ellos pasan necesidades. Tienen que aprender a dominar el odio ante tantas diferencias y tantas injusticias, ante un reparto tan desproporcionado. Pueden hacer suyo el sentir de Walt Witman: “He aprendido que estar con aquello que me gusta es suficiente”. No tienen por qué resignarse, pero han de saber que pueden ser felices con poca cosa.
Importantísimo tema. Resulta difícil situar esa raya del ya tengo lo suficiente para vivir. Lo que pasa es que colocarla lejos desquicia a muchas personas y las convierte en personas desgraciadas. Hay que detenerse y pensar.
Durante estos últimos años, el dinero parecía ser gratis. Personas con trabajos precarios, en profesiones sin apenas cualificación, pidiendo créditos millonarios y los bancos, concediéndolos. Un espejismo que ahora, cada uno de los ciudadanos, seguiéramos o no ese juego de falsa prosperidad, estamos condenados a pagar. Repito, los ciudadanos, porque en cambio, bancos, empresarios y clase política, auténticos responsables de la crisis, siguen tan frescos.
Podía hber elegido usted el título. “SUFICIENTE ES PLENITUD”
No es más feliz el que más tiene, sino el que tiene suficiente.
Un saludo al profesor y a todos los que se asoman a este lugar.
Jose:
Muchas gracias por la sugerencia. Me gusta más el título que me propones que el que yo elegí después de darle muchas vueltas y de consultar a una amiga que habla alemán y que me dijo cómo haría ella la traducción a una lengua que habla a la perfección. Tu traducción me parece más corta, más adecuada, más certera y más bonita. Gracias.
Un afectuoso saludo a todos los seguidores y participantes del blog, y por su puesto a nuestro mentor Miguel Angel.
Al caso, economías neoliberales, tarjetas y créditos…, creo que este ensayo resume varios otros publicados anteriormente, “dar lo es todo, el éxito como ley, elogios de la responsabilidad, vestido azul….”
así como reza el dicho: me admiraba de no tener mejores zapatos hasta que vi un hombre que no tenía pies,
o, no es mas rico el que tiene más, sino el que menos sabe necesitar./
bueno, hay personas tan pobres, pero tan pobres, que lo único que tienen es dinero.
saludos desde este Chile, lugar en donde la avaricia del tener ha llevado a corromper sistemas, perjudicando a millones de ciudadanos, que viven para trabajar, para el otro.
No es fácil salirse de esa dinámica en la que nos pretende meter cada día el mundo de las ventas. Parece que nuestra principal condición es la de clientes, no la de ciudadanos y ciudadanas. Cuando se nos dice que “la chispa de la vida” es una bebida o “el motor de la felicidad” un producto, nos estamos metiendo en una filosofía consumista que no tiene fin. Pararse a pensar es la clave.
Me sorprende el pco juego de comentarios que ha dado este artículo. A mí me parece un tema capital que nos interpela a todos. A mí, concretamente, me ha hecho pensar en mis propias actitudes ante la vida, las compras, las am
biciones. Me pregunto qué es lo que de todo ello me hace feliz.
Estupendo articulo para reflexionar… ser felices con lo que tenemos es todo un desafío. No quejarse y disfrutar de lo que hay… “a cada día le basta su afán”
Cariños a todos
Me encantó la reflexión,hoy tenemos a la gente que queremos y amigos para compartir,poder expresar nuestras alegrias y proyectos.
Un gran saludo a usted profesor y todos que comparten este blog.
Desde el sur de este bello Chile que se esta moviendo un poco por estos días.
Un abrazo
Había una canción en mis años jóvenes que se iniciaba asÍ: todos queremos más, todos queremos más y más y más y mucho más… El que tiene un coche quiere tener dos…
Lo malo de esa filosofía era pensar que esa es una tendencia natural, que eso es lo más lógico y lo más espontáneo… Pero no es así.- NO tiene mucha lógica meterne en un mecanismon que nos lleva a la infelicidad.
Inquietante reflexión. Porque parece que no tener cosas es un signo de fracaso. Nos engañamos fácilmente. De lo que se trata es de establecer un orden de prioridades. Es decir, de saber qué es lo importante y qué lo menos importante. Claro que se necvesitan cosas para vivir. El problema es pensar que mientras más cosas tengamos (obtenidas al precio que sea) podremos vivir mejor. No es así, como se advierte en el artículo.
Y a los hijos hay que educarlos en esta filosofía: no por más consumir se es más feliz. Lo que pasa es que hay muchas personas que les dicen otra cosa: la publicidad,las costumbres, los amigos… Y, a veces, nosotros mismos.
«Mejor sueño duerme el pobre que no el que tiene que guardar con solicitud lo que con trabajo ganó y con dolor ha de dejar. Mi amigo no será simulado y el del rico sí. Yo soy querido por mi persona, el rico por su hacienda: nunca oye verdad, todos le hablan lisonjas a sabor de su paladar .. . Las riquezas no hacen rico, mas ocupado, no hacen señor sino mayordomo. Más son los poseídos de las riquezas que no los que las poseen. A muchos trajo la muerte, a todos quita el placer; y a las buenas costumbres ninguna cosa es más contraria … [Sus hijos y nietos] no rezan otra oración sino rogar a Dios que le saque de en medio de ellos; no ven la hora de tener a él bajo la tierra y lo suyo entre sus manos y darle a poca costa morada para siempre.»
«Adquiriendo crece la codicia, y la pobreza codiciando; ninguna cosa hace pobre al avariento sino la riqueza. ¡Oh Dios, y cómo crece la necesidad con la abundancia! »
Esto es lo que ya dijo Fernando de Rojas en la Celestina.
Gracias, Miguel Ángel, por tus atículos que me hacen pensar. Nada más diré que no logro comprender cómo personas de relieve social y con más que lo suficiente, andan entre tribunales por ladrones.
¡Hoal, querido Maestro! No he olvidado este espacio, me he ausentado, pero aquí estoy nuevamente, vuelvo a la fuente, a retomar aires y aguas puras.
He vuelto a las aulas luego de dos años de receso por enfermedad y estoy feliz, radiante, de verdad extrañaba el bullicio y la tarea abrumadora de enseñar y aprender con niños. Me ha tocado un cuarto grado bastante numeroso, 26 ángeles de entre 8 y 9 años, espntáneos, revoltosos, llenos de inquietudes y curiosidad, ya siento que son el mjor grupo de la escuela (confieso que cada uno de mis treinta y algunos años de docencia me ha pasado exactamente lo mismo.
Este artículo ha calado hondo en mis sentimientos, y les contaré por qué: aquel hijo mío que abandonó dos carreras universitarias y migró a España, donde pasó tres años conociendo las riquezas y miserias del primer mundo, ha regresado a Argentina, pero lejos de buscar trabajo, estudiar, formar una familia, que son los sueños y aspiraciones de todo padre latinoamericano, y constituyen estructuras de un sisitema predicado y practicado por siglos,se ha ido a vivir en la montaña, en una COMUNIDAD, sin nada,alimentándose de lo que producen, de lo que les brinda la tierra, construyendo casas de barro en medio de la nada, sin teléfono, sin luz más que la del sol, sin agua más que la del manantial (él dice que es un verdadero paraíso) y asegura que de nada sirve predicar una filosofía de vida sin vivirla; así fue como regaló todos sus bienes materiales, hasta su guitarra, haciendo un ejercicio de desprendimiento de todo lo material…
Otra pruba. Otra encrucijada. Estoy como madre en un dilema. Me parece que no puede ser que luego de tanto prepararse y conocer mundo, decida vivir de una manera casi primitiva, con lo estrictamente necesario para vivir, compartiendo lo que tienen.
Me cuesta mucho aceptar esta realidad. ¿No se habrá ido al otro extremo del materialismo? Una cosa es predicar, otra es vivir, y otra ser la madre del que lo vive.
En fin, le he enseñado a ser libre y ahora me duele su libertad.
Avatares de la madre de un trashumante, idealista loco.
Un fuerte abrazo, querido maestro, y saludos a todos. Pasen un buen fin de semana.
Qué hermosa e inquietante historia, Nancy Mansur.. Es verdad eso que dices. Se siembra libertad y luego se recogen frutos de preocupante coherencia. Lo más importante es pensar que él está feliz. Gracias por compartir tu testimonio.
Querida Nancy:
Echaba de menos tu participación en el blog, siempre interesante y enriquecedora.
Me alegro mucho de que ya estés recuperada y de nuevo en esa tarea tan decisiva de la enseñanza.
Ganando la vida de los otros para el saber y la bondad.
Estoy seguro de que tus alumnos estarán felices de tenerte como profesora.
Ese es un magnífico indicador de un buen desempeño profesional.
En cuanto a la decisión de tu hijo, la cuestión más importante es que es fruto de su libertad y que le está llevando
a la felicidad. ¿Qué más se puede pedir? Piensa en las inquietudes de una madre que ve a su hijo lleno de bienes y siendo profundamente desgraciado. Por no decir otras cosas más lamentables,
como verle sumido en el robo y la explotación de los demás para enriquecerse.
Él, que te tuvo como educadora a su lado, te tiene ahora en la distancia como un apoyo inquebrantable.
No hay mejor comentario al artículo que la experiencia de tu hijo.
Muchos besos. Muchas gracias.