En algún lugar he leído que los pilares de la felicidad humana son tres: el lugar donde se vive, el trabajo que se realiza y la elección de la persona con la que se comparte la vida. En el buen entendido de que los tres están bien asentados. Pienso que, de los tres, el pilar relacionado con el amor es el màs importante.
Saber amar. Esa es la cuestión. Dice Rosseta Forner: “Una persona que ama pero que carece de coraje, es dependiente. Una persona que lucha pero que carece de compasión, es justiciera, sin màs. Una persona que tiene sentido del humor pero que carece de compasión, es cìnica. Una persona que ama pero que carece de sentido del humor, es presa fácil de la desesperación”. No es, pues, una tarea fácil. No es una tarea que se aprenda por ciencia infusa.
Hace unos días, me pidieron un texto que yo considerase significativo para la celebración civil de la boda de mi querida sobrina Isabel. Y me decidí, después de darle muchas vueltas, por éste que transcribo a continuación.
“Cuenta una leyenda de los indios sioux que un buen día llegaron a la tienda del brujo de la tribu dos jóvenes enamorados.
– Nos amamos, empezó el joven guerrero.
– Queremos casarnos, dijo ella con entusiasmo.
Le pidieron un hechizo, un conjuro o un talismán para que su amor no desapareciese nunca. El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan ilusionados, tan anhelantes.
– Hay algo, dijo el brujo, pero no sé, es una tarea muy difícil, muy arriesgada, llena de sacrificio.
– Estamos dispuestos a todo, por difícil y arriesgado que sea, dijeron al unísono.
– Nube Azul, dijo el brujo, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo tú sola, capturar un águila sin herirla y traerla sana y salva hasta aquí.. Y, tú, Toro Bravo, deberás escalar la montaña del trueno, capturar un cóndor sin causarle herida alguna y traerlo hasta mi presencia.
Seguidamente les indicó a ambos la fecha exacta en la que deberían estar en su tienda con las aves. Los dos jóvenes se abrazaron con ternura y partieron a cumplir la misión encomendada. El día establecido, frente a la tienda del brujo los dos jóvenes esperaban con las aves capturadas El viejo les pidió que, con sumo cuidado, las sacasen de las bolsas. Eran verdaderamente hermosas.
– Y, ahora, ¿qué haremos, preguntó el joven impaciente. ¿Las mataremos y beberemos su sangre en honor de nuestros antepasados?
– No, dijo el brujo.
– ¿Los cocinaremos y comeremos para aprender el valor a través de su carne?
– No, repitió el brujo. Haréis lo que os voy a decir. Tomad las aves y atadlas por las patas.
El guerrero y la joven hicieron lo que les pedía y soltaron las aves. El águila y el cóndor rodaron por el suelo, forcejearon hasta hacerse daño y se picaron hasta herirse. No pudieron despegar el vuelo.
– Este es el conjuro, dijo el viejo. Jamás olvidéis lo que habéis visto.
Vosotros sois como un águila y un cóndor. Si queréis que el amor entre vosotros perdure, volad juntos, pero jamás atados”.
Se dice que el matrimonio consiste en hacer de dos personalidades una sola, pero no se dice la de quién. Y por eso muchas veces se inmola una de las dos personas en el ara del contrato. Mal asunto.
Me ha sorprendido leer en la prensa de estos días que han disminuido el número de matrimonios y también el de separaciones a causa de la crisis económica. Es decir, que el amor tiene poderosos condicionantes externos. No se pueden entender los textos sin tener en cuenta los contextos.
Claro que la mayor parte del acontecer emocional va a depender del desarrollo de cada persona. Hay quien es muy inteligente para los estudios, para los negocios, pero que no tiene la capacidad entrenada para la relación interpersonal. Y de esa destreza va a depender una buena parte de la felicidad personal.
La educación sentimental (por ñoña o inexsistente) ha hecho poco a favor del desarrollo equilibrado de la personalidad, de la supresión de ideas irracionales, del aprendizaje de las relaciones sanas, del cuidado de la autoestima, de la expresión de los afectos, de necesaria generosidad y del imprescindible esfuerzo para que una relación se consolide.
La familia y la escuela han permanecido de espaldas durante mucho tiempo a los necesarios aprendizajes sobre la esfera sentimental. La escuela ha sido siempre el reino de lo cognitivo, pero no el reino de lo afectivo.
Y especialmente hemos padecido ese silencio ominoso sobre los sentimientos los varones, a quienes se consideraba poco hombres cuando eran “excesiva y manifiestamente sentimentales”. Se decía asì de clarito: “Los chicos no lloran”.
El amor se construye con el conocimiento de sí mismo y del otro, con el cuidado de las pequeñas cosas, con la expresión del afecto, con la petición y la concesión del perdón, con la confianza y la generosidad mutuas, con la búsqueda del bien, con el ejercicio del respeto a la dignidad del otro…
De lo contrario, cualquier adversidad, cualquier contratiempo puede dar al traste con un proyecto compartido de vida en común. Y no creo que sea malo que acabe una mala relación que destruye a uno de los dos o a los dos cónyuges. Lo malo es que la falta de respeto nos haga vivir experiencias destructivas. No comparto esa expresión que se utiliza para reflejar el hecho de que un separado (o una separada) se empareje con otra persona: “Ha rehecho su vida”. No, la rehízo cuando abandonò una relación destructiva, cuando rompió el hilo de la infelicidad.
Para que la relación crezca resulta imprescindible garantizar la independencia por igual de ambos (él y ella, ella y ella, él y él), la dependencia mutua y las obligaciones recíprocas. No se construye una relación golpeando cada uno al otro con los derechos que le asisten y olvidando las obligaciones correspondientes.
¿Qué pasa con el amor? Que no se construye solo, que no es fácil de mantener y desarrollar. Que ha de cultivarse como se cultiva una planta: con permanentes cuidados y con la necesaria protección de los peligros que lo destruyen. Por ejemplo: hay que expresar el amor, hay que hacerlo manifiesto, hay que hablar y escuchar y tener espacios para el cuidado mutuo.
La insistencia de aquella esposa chocó con la irritada respuesta del marido:
– ¡Nunca me dices que me quieres!
– Eso ya te lo dije hace cinco años en La Coruña.
Què pena. Què error. Es como pensar que basta una comida para que nunca màs ha
Eso es evidente señor Santos. Pero en esto del amor y la convivencia las cosas no parecen fáciles, al menos para los no enseñados.
Un saludo, y muchas gracias.
Aunque evidente, Holden, yo no lo hubiera expresado mejor.
Bonita entrada y, como siempre, buen instrumento para la reflexión.
Como maestro, intento aplicarme eso de la educación de lo afectivo. Más aún cuando, desde la Educación Física, se pueden plantear fácilmente situaciones de aprendizaje donde se desarrolle este ámbito.
¡Qué difícil es expresar los sentimientos o las ideas cuando se tienen! Pues Imagínense lo complicado que será cuando no se tienen.
Miguel Ángel demuestra que tiene ideas y sentimientos y además sabe expresarlas y expresarlos…
Un saludo.
Querido Maestro! Hoy con su artículo a dado en el clavo. Hace años que vengo estudiando y trabajando la idea de lo importante que resultan los afectos en las relaciones personales y profesionales.
Me permito, y lo hago desde mi profunda ignorancia,y con el único deseo de compartir mis experiencias,que son muchas,hacerle llegar las conclusiones que saqué de un libro de un gran autor (Jorge Bucay: el camino a la felicidad): Quisiera estar seguro de haberte enseñado….
-A disfrutar del amor.
-A entusiasmarte con la vida.
-A enfrentarte a tus miedos.
-A confiar en tu fuerza.
-A ser amiga de vos misma.
_A darte cuenta de que mereceis ser querida.
_A hablar de los demás amorosamente.
_A amar y cuidar la pequeña niña dentro de vos.
-A ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia.
_A dar porque quereis,nunca porque creas que es tu obligación.
-A trabajar por sanar tus heridas viejas y actuales.
_A desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo.
-A hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades.
_A aceptarte asi como sois.
-A crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos.
-A permitirte reir a carcajadas sin ninguna razón……
!Que buenos y que sabios principios para seguir! Saludos entrañables Miguel Angel.
Me parece una de las cuestiones más decisivas de la vida. Pero el mundo de los sentimientos queda casi siempre al albur de la espontaneidad de cada uno. La educación no suele decir nada al respecto. Craso error. Tremenda omisiòn. Lo digo también respecto a las familias. Por eso viene bien este recordatorio.
Luego la pareja se encuentra con adversidades que dificultan la convivencia y el crecimiento del amor, por las ataduras emcionales e incluso físicas de terceros, ( hijos, familias, padres, amigos….).
El tener un equilibrio emocional para poder lidiar con las adversidades en pareja y no dejarnos arrastrar por nuestro instintos e intereses personales, egoismos…es a veces la clave del éxito.
Buenas y muy buenas Maestro, ya a estas alturas, un sabio,
pues me deja sin palabras, no puedo omitir el comentario, pero es muy personal, dadas las circunstancias al escrito,
¿ en qué lugar del mundo hay una universidad que enseñe a amar?
¿se debe rendir una prueba de admisión?
¿qué título o grado otorga?
¿estará en los planes gubernamentales, enseñar a amar?
¿qué dice la ONU, al respecto?
¿y el FMI?, tendrá recursos económicos para invertir?
¿en qué lugar venden recetas para aprender a amar?
amar con la razón/educar con el corazón
Excelente canto a los sentimientos y al amor por parte de Miguel Ángel y a lo que a veces es más difícil: la manifestación de esos sentimientos. Una vida sin amor debe ser muy triste y un matrimonio sin amor se me asemeja a una chatarrería, a un desguace. Pienso, con todo, que la felicidad no está en el amor, pero sin él no hay felicidad. No está en el dinero, pero sin él se hace difícil la felicidad y así podemos seguir. La felicidad se construye sobre multitud de pilares.
Según Eduardo Punset todos esos pilares se resumen en uno: “la felicidad está en la ausencia de miedo, de temor”; por eso hay tantos hoy en día empeñados en hacernos infelices y manipulables una vez que estamos atemorizados.
Me ha encantado el comentario de Carlos Menéndez, siendo el amor tan necesario, diría que indispensable en la vida, no se nos enseña a amar.
Gracias, Miguel Ángel, por enseñarnos a amar y a manifestar ese amor.
¿Solo a mi me parece que el articulo está sin terminar?
Qué necesario es reflexionar sobre el amor. Algo tan vital que la vida carece de sentido sin ello.
Estoy convencida que muchos de los problemas que tenemos (ajenos y propios) son por falta de amor en nuestras vidas.
El amor puede ser algo complejo cuando no sabemos amar. Y es que el amor, para mi, empieza por uno mismo.
No podemos amar a otra persona si no sabemos amarnos a nosotros mismos/as. No podemos dar amor si no lo encontramos dentro. Y es aqui, desde mi punto de vista, donde podemos encontrar la mayor dificultad. Porque nadie nos habló de ello.
Cuentan que un Maestro preguntó a sus alumnos y alumnas:
-¿Cómo sabemos que la noche ha llegado a su fin y el día amanece?-
Porque podemos distinguir una oveja de un perro, respondieron unos.
-No, no es la respuesta-
Porque, dijo una alumna, podemos distinguir una higuera de un olivo.
-No, tampoco es la respuesta-
Entonces. ¿cómo lo sabemos?
– Cuando miramos un rostro desconocido , un extraño y vemos que es nuestro hermano, nuestra hermana: en ese momento ha amanecido-
Saludos desde Málaga.
Agradecido por tu alago J. Álvarez,
bueno, se dice que los matemáticos somos “cuadraditos” y como aprendí a que toda conjetura debe demostrarse os dejo una demostración de que los matemáticos, no somos solo un frío calculo, encontrado en la Web,
POESÍA MATEMÁTICA
UN AMOR ENTERO
Cada décimo de mi corazón
te adora y suspira en fracciones
cada cuarto es una multiplicación
y en nuestro amor no hay división.
3/4 de cada 2/5 de mi amor
es igual a 3/10 de un suspiro
porque 2/6 de cada hora, corazón
son 20 minutos a tu lado.
Porque nuestro amor es un verso
y a veces un inverso multiplicativo
esto sucede si lo dividimos entre 2/3
es como multiplicarlo por 3/2
Pero ya sea dividiendo o multiplicando
en verso o inverso en décimos o fracción
nuestro amor es un entero y en mi mente
te amo, te adoro infinitamente.
Autor: R. S.
Manoli, creo que todos nos damos cuenta de que el artículo queda colgado al final, falta algo. Cosas que pasan en internet. Lo que sucede es que con todo lo que Miguel Ángel nos dice hasta ese punto inacabado ya nos sentimos satisfechos con las hermosas ideas que nos trasmite.
Me encanta el final de la leyenda, “caminad juntos, pero jamás atados”. La máxima expresión de las ataduras en el matrimonio son los celos enfermizos e injustificados. Tengo una vecina de 85 años a la que se le ha muerto su marido desde hace más de diez y no tiene empacho en bendecir el día de su muerte porque sólo entonces la dejó en paz, ya que era víctima de sus celos absurdos e incontrolados.
Amor cuanto más, mejor.Eso es felicidad, pero amor con temor se convierte en ataduras e infelicidad.
El amor y el odio son las dos fuerzas que mueven el mundo, parece ser que el mísero amor al dinero es el más poderoso. M. Ángel nos habla del amor noble, del que vale la pena. Según Eduardo Punset, esas dos fuerzas poderosas de amor-odio nacen del mismo lugar de nuestro cerebro.
Bueno, salgan de donde salgan, os deseo a todos los que seguimos a Miguel Ángel una vida con amor, sin él no hay felicidad.
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La educación sentimental no es una distracción respecto al estudio. Para que haya buenos aprendizajes, dicen los consgtructivistas, hace falta una disposición emocional favorable hacia el mismo.
Lo que más me gusta del tema es que sirva para romper, al menos transitoriamente, con los problemas sociales, economicos, políticos que amenazan por enterrarnos, a este paso. ¿El amor? ¿Los sentimientos? Ufff. Constituyen una suerte libro permanentemente abierto y que cada persona lo ha encuadernado de una manera distinta, atendiendo a su propio universo, ése que es consecuencia de tu educación universal y de todas y cada una de las experiencias que has vivido. No hay reglas, ni cabeza bien amueblada y aún menos pilares. Todo lo que tenías pensado, meditado y decidido, se desmorona de repente y te ves haciendo cosas que te hubieran parecido absolutamente impensables antes de conocer a esa persona con la que quieres compartir no ya tus sentimientos,sino todo tu universo vital. Es imposible teorizar al respecto, las historias, aunque parezcan siempre la misma (persona conoce a persona), son siempre diferentes. Y se suceden, interminablemente. Si algo sale mal, al cabo de poco tiempo, desearemos volver a empezar, por más que aparentemente lo negemos. Es la naturaleza humana, en definitiva: no solo somos sustancialmente destructivos, los unos para con los otros. Es que además, nos necesitamos, no podemos vivir sin entregar y recibir sentimientos. Una contradicción vital, tan característica de la especie humana. ¿Vivir en pareja? Nada más complicado. Leo en una base de datos las cifras de los últimos años al respecto de las separaciones, de los divorcios y el tiempo medio es de apenas dos años desde que esas personas se casan o se hacen pareja de hecho hasta que se separan. Señal de los tiempos; en otros, el de nuestros padres y/o abuelos, en esa sociedad donde reinaba el binomio iglesia/estado y el destino de la mujer era exclusivamente el ámbito privado, el matrimonio, es bien sabido, era “para toda la vida”, con lluvia, granizo o en ese régimen de semiesclavitud destinado a la mujer: profesión, ama de casa. Añadir que la que no se casaba era “la solterna”, un término absolutamente despectivo de tiempos no muy lejanos. Muchas cosas han cambiado, afortunadamente, para la mujer, que es, según los datos, la que suele tomar la iniciativa para las separaciones. En definitiva: el amor dura lo que dura, que puede ser, en el mejor y óptimo de los casos, toda la vida o bien, al parecer, la mayoría de las veces, dos años escasos. ¿Una fórmula mágica para preservar la unión en esa pareja? No creo que exista. Todo es feeling, química y propósitos de eternidad al principio. Lo que queda después es un proyecto común y una enorme compenetración que sigue siendo al mismo tiempo romántico, porque en definitiva, creo que la cotidianeidad, codo a codo y siempre bajo proyectos comunes, puede unir, día a día, aun más a esa pareja. Todo ello, en el mejor de los casos. En el peor, la convivencia es un infierno que carece de sentido y ya en el sentido más involucionado, lo que tendríamos son esas tragedias, generalmente violencia de género que periódicamente los medios de comunicación anuncian. En fin, repito, no hay tesis, no hay teorizaciones, aún menos axiomas de ningún tipo que permitan deducir unos pilares ideales para los sentimientos, el amor, la vida en pareja. Creo que es una cuestión de azar, de magia, de suerte. Pero también de esa intención diaria, por parte de ambos, de alimentar esos sentimientos, cosntantemente. En fin, suerte a todos respecto a este tema, tan delicado y para con la vida en general. Saludos.
La principal fuente de nuestra felicidad es el mundo de los sentimientos. Sin embargo, parece que lo más importante en la vida es tener mucho, saber mucho y dominar mucho. Por eso el tema de este sábado me parece de crucial importancia.
Y ese tema nos invita a pensar qué pasa con cada uno de nonsotros y, por otra parte, qué podemos hacer con nuestros hijos y alumnos para que crezca de forma psicológicamente dsana.
Pepa, tienes toda la razón. No hay reglas para los sentimientos y el amor. Yo, como tantos otros, me separé y me propuse que bajo ningún concepto volvería a emparejarme, de ninguna de las maneras. Al cabo de un año, me casaba de nuevo y esta vez por la iglesia, para satisfacer a la familia de la novia. Juré y perjuré que no tendría más hijos y volví a tener otro. Somos como el ave fenix en cuestiones de amor, renacemos de nuestras propias cenizas y a veces ni se nos reconoce. La convivencia como tú dices, es alimento para alma o el infierno en llamas, en lo que respecta a la vida en pareja. Si las bases son sólidas, en cuanto a comunicación, apoyo y ese proyecto de vida que tanto une, la mayor prueba de que todo va bien es que se hace el amor prácticamente a diario. No se me ocurre mejor termómetro de las relaciones. Necesitamos ser felices y la felicidad pasa por compartir sentimientos. Con mis saludos.
Querido Juan:
Hombre, yo sí creo que hay reglas. Que cada uno (una) aplica a su manera, eso sí. Por ejemplo
Que es necesario respetar al otro (otra).
Que todo somos iguales en derechos y dignidad (la historia de la mujer ha sido terrible cuando esta regla no se ha respetado)
Que hay que comprender, escuchar, perdonar.
Que hay mostrarse el afecto (no basta sentirlo).
Que hay que ser leales.
Que hay que partir de una aceptable autoestima.
Que hay que destruir las ideas irracionales (en las que se basa la terapia cognitiva)…
Coincido contigo en que cada historia es diferente. Y que aplicando todas estas reglas, a veces las cosas no funcionan…
Hola José María. Como esas, otras cuantas miles, lo que da a entender el universo donde nos movemos. Y por cada una de ellas que añadieramos, estaría servido el debate. No, pienso que no. Una cosa es el sentido común, la ética en relación a tu pareja y a ti mismo y otra, muy distinta, reglas infalibles, pilares sobre los que una relación tiene unas minimas garantías de éxito. Y no basta con lo anterior. Cada relación es distinta y con tantas variables que no podemos contralarlas, se desbordan. Con todo ello no quiero decir nada negativo, estoy con Pepa Banderas, nos necesitamos tanto, los unos a los otros que no podemos prescindir de entregar los sentimientos a otra persona y comenzar (las veces que haga falta) esa aventura del amor que tanto nos aporta. Nos sentimos vivos gracias a que compartimos y recibimos sentimientos. Y no concibo mejor manera de vivir. Abrazos.
Estimado Juan López:
Yo no veo la lógica cuando afirmas. No, pienso que no. ¿Qué es lo que piensas que no? ¿Que no hay reglas, que no son infalibles, que son pocas, que son muchas…? Nadie ha dicho que sean infalibles. Pero sí parece ser una regla que si las personas respetan la dignidad de las otras será más fácil construir una buena relación.
Estoy de acuerdo en que cada relación es distinta y que tiene muchas variables. Mcuhas de ellas podemos y debemos controlarlas. Las que están en nuestras manos, por supuesto. Y muchas lo están.
Lo que veo es que hay una tendencia a mostrarse de acuerdo con lo que dice una persona y a poner en cuestión lo que dice otra. Sea lo que sea.
Este mismo relato lo conto usted en una conferencia que tuvo en marzo de este año en España y que yo estaba presente. Con todo esto me recorde todo aquello que dijo y el entusiasmo que puse para escucharle aunque estaba muy cansada. Me encantan sus relatos y las preguntas que se te pasan por la cabeza despues de leer cada texto suyo. Un gran respeto por usted y por sus pensamientos!
Querido Miguel Angel, un afectuoso abrazo desde Mendoza. Que disfrutes el viaje que se has emprendido. Alejandro Castro Santander
Es curioso que estemos llevando el tema a la vida misma, trascendiendo la temática propiamente educativa. Como no puede ser de otra manera: no podemos evitar hablar de nosotros mismos, en cuanto a sentimientos se refiere. Yo estoy con Pepa y Juan López, los sentimientos y la educación sentimental son experiencias únicas, siempre distintas. Y no creo que haya taburetes de tres patas para sustentar una buena relación en pareja; a lo mejor habría que multiplicar por 100 esas patas para alcanzar la felicidad con la otra persona y viceversa. Qué felicidad, qué belleza cuando comienzas una relación y qué difícil se vuelve con el tiempo. La simple rutina es ya un enemigo que parece invencible. Voy a meter la pata, estoy seguro, pero voy a proponer la siguiente línea, si os interesa: el hombre no puede evitar el deseo de una sexualidad constante, posiblemente variada. Ya sé que suena políticamente incorrecto pero me interesa ser sincero, por encima de todo. ¿Es esta cuestión el principal problema en la pareja? Desde mi experiencia y de multitud de otras muchas, yo no tengo dudas. ¿Qué pensáis? Con mis saludos a todos y todas, especialmente a Miguel Ángel y Pepa Banderas.