¡Corazones, no solo cabezas en la escuela!

28 May

Hace un par de semanas les pedí a mis alumnos y alumnas de la Facultad de Educación que pensasen en un docente que, a lo largo de su paso por el sistema educativo, hubiera ejercido sobre ellos o ellas una influencia beneficiosa determinante. Les pedí también que, una vez localizado el personaje en la maraña de influencias recibidas, escribiesen en un folio cómo era ese profesor o profesora. Debían pensar en la característica que mejor lo definiese, la que lo describiera de manera más precisa. Pretendía que estableciesen una relación causal entre esa forma de ser y la influencia positiva que esos profesionales habían ejercido. Recogí las siguientes características:

Image: pupils with hearts
Hablamos de la necesidad apremiante de tener maestros y maestras competentes. En esta profesión la competencia profesional no es solo intelectual, es también afectiva.

Cariñoso (4), cercano (3), empático (2), dulce (2), comprensivo (2), atento (2), exigente (2), preocupado (2), afectivo, paciente, bueno, amigo, motivador, alegre, entregado, que escuchaba, gracioso, luchador, inteligente, duro, competente, que valía.

Las preguntas se me agolpaban casi bruscamente: ¿Cómo debe ser la formación de los maestros y maestras para que desarrollen esas cualidades que determinan la influencia positiva? ¿Cómo sabemos que las poseen quienes van a dedicarse a esa tarea? ¿Cómo hacer presente en los procesos de selección la importancia de estas dimensiones? ¿Cómo incidir en el cultivo de esas competencias cuando el currículo se articula casi exclusivamente sobre conocimientos y destrezas?

Había, entre esos profesores y profesoras influyentes, hombres y mujeres en una proporción bastante equilibrada, teniendo en cuenta que hay más mujeres que hombres en el sistema educativo. No resultaba significativo en esa pequeña población el factor género. Tampoco era determinante la materia que impartían esos maestros y maestras influyentes. Había en ella profesores de Literatura, de Física, de Tecnología, de Inglés… Había maestros y maestras de infantil, de primaria y de secundaria. Me llamó la atención que no hubiera, entre los elegidos, ningún profesor universitario. ¿Por qué?, me pregunto. ¿Es que ya está cristalizada la personalidad y el margen de influencia es casi nulo? ¿Será que la enseñanza universitaria es impersonal, masificada y asentada exclusivamente en el desarrollo de las disciplinas académicas? ¿Será que nuestra preocupación personal se disuelve en una compleja urdimbre de conocimientos, metodologías y evaluaciones?

Un alumno, solo uno, respondió que él no recordaba a ningún profesor que hubiera ejercido una especial influencia en su vida. Me causó tristeza. Me hizo pensar. ¿Qué le ha pasado a ese alumno en el sistema educativo? ¿Qué ha vivido? ¿No le quisieron ayudar? ¿No lo necesitó? ¿No se dejó ayudar?

Estoy dirigiendo una tesis sobre la presencia de las competencias emocionales en la formación de maestros y maestras. Tengo suma curiosidad en descubrir qué es lo que se hace, qué es lo que no se hace y por reflexionar sobre lo que se debería hacer.

Hablamos de la necesidad apremiante de tener maestros y maestras competentes. En esta profesión la competencia profesional no es solo intelectual, es también afectiva. Para trabajar con ladrillos, productos químicos, talonarios, radiografías o números no es necesario el desarrollo emocional, para trabajar con personas, sí.

La escuela ha sido, tradicionalmente, el reino de lo cognitivo, no el reino de lo afectivo. Al entrar y al salir de la escuela se pregunta a los alumnos y a los profesores: ¿Tú qué sabes sobre…? Nunca se pregunta: ¿Tú que sientes, a ti qué te pasa…?

“En el colegio se aprende historia, geografía, matemáticas, lengua. Dibujo, gimnasia… Pero, ¿qué se aprende respecto a la afectividad? Nada. Absolutamente nada sobre cómo se interviene cuando se desencadena un conflicto. Absolutamente nada sobre el duelo, el control del miedo o la expresión de la cólera”, dice Filliozat en su libro “El corazón tiene sus razones”.

Alguno podrá considerar esa cuestión poco menos que intrascendente, cuando no perjudicial para los aprendizajes, ya que restaría un tiempo necesario para hacer cosas más importantes. Pero no. Yo ceo que para todo es mejor sentirse querido, estar motivado, tener una buena actitud hacia la institución, el profesorado y la tarea. Cuando el constructivismo explica qué es necesario para que se produzcan aprendizajes significativos y relevantes, dice que el conocimiento tiene que tener una lógica interna, una lógica externa (que conecte los conocimientos del alumno con los nuevos que tiene que adquirir) y dice también que es necesaria una disposición emocional favorable hacia el aprendizaje.

¿Cómo se puede provocar esta actitud? ¿Quién la puede hacer nacer y conseguir que se desarrolle? Solamente ese profesor o profesora que se interesa por el alumnado. Los niños aprenden de aquellos docentes a quienes aman.

El verbo aprender, como el verbo amar no se puede conjugar en imperativo. Solo aprende el que quiere. Y es conveniente hacer posible que se quiera. Por eso, para ser profesor no basta con dominar la asignatura. Se dice que hace falta, saber transmitirla. Yo digo algo que va más allá de la simple transmisión: hace falta, sobre todo, provocar el deseo de saberla, la pasión por descubrirla, la voluntad de aplicarla y el interés por compartirla. Se deduce, de todo ello, que no es un tarea fácil. Es más cómodo atrincherarse en la postura de que el profesor explica y si alguien no entiende o no quiere entender, allá él.

Dice Emilio Lledó que lo único que puede dar autoridad y prestigio a la profesión es “el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña”. Hay que volver a leer el hermoso libro de Alexander Neill, que vio la luz en 1978: “Corazones, no solo cabezas en la escuela”.

24 respuestas a «¡Corazones, no solo cabezas en la escuela!»

  1. Asi como la tierra arida no proporciona cosecha alguna; muy dificilmente se puede esperar que un niño carente de afecto entregue un buen fruto social.
    Cuando un campesino va a sembrar, primero prepara la tierra, la remueve,hace surcos,espera a que esté con la humedad requerida de acuerdo a la semilla a sembrar y luego la coloca con cuidado y a una distancia previamente calculada para esperar obtener resultados óptimos.
    Tomando ésto, como una analogía con los procesos educativos, nos damos cuenta que resulta sumamente importante y trascendente el hecho de SENSIBILIZAR en cada niño que está frente a nosotros en el aula.
    Hacerle sentir y saber que es bien recibido, que ahi, en la escuela, se le quiere, que su ser reviste una valía muy importante para nosostros.
    El saber detectar las angusías, lo temores que en los niños viven y que muchas veces pasamos por alto, por nuestra torpe ansiedad de abarcar el programa, es de vital importancia, si lo que deseamos es verdaderamente empatizar con ellos y de ese modo ayudar a generar un clima grato que genere en ellos el deseo personal de regresar cada día al aula con alegría y no con el temor o incluso terror de verse obligados a acudir porque no hay de otra.
    Es parte importantísima de la labor de liderazgo de un buen docente, el propiciar un clima de aceptación, de bienestar, de comprensión, de generosidad, en una palabra: DE AMOR,en la escuela.La afectividad hacia los niños, nos dará la pauta para luego moldear en ellos cual barro suave, hacia la construcción del ser humano que genere los verdaderos cambios profundos y humanos que nuestras sociedades convulsas «modernas» requieren.
    Un saludo afectuoso Maestro Miguel Angel.

  2. Con que placer, disfruto cada uno de sus comentarios, este particularmente hoy fue doblmente especial, trabajo en una escuela técnica en donde la mayoría del alumnando son varones, esta semana me dijeron que debo ser más inflexible con ellos. Siempre les pregunto cómo están?, y cuando se van les deseo una buena tarde y un mejor amanecer. Es tan grato saber que no estoy tan herrada. Gracias.

  3. Miguel Angel:

    ¡Cuanta verdad dices!. A veces estamos ciegos y no somos conscientes de lo sencillo que es ver esto. Gracias por descubrirmelo y recordarmelo. Sí, tienes razón, la persona es antes que lo demás.

  4. Sólo recordar lo que nos decía León Tolstoi: «La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón».

  5. Aprovecho para recordar al profesor que ejerció sobre mí «una influencia beneficiosa determinante», Maestro con mayúsculas, D. Alfredo Floristán Samames, profesor de Geografía en la Universidad de Navarra. Cercano, entrañable, riguroso, exigente, sabio, hombre bueno, mi admiración por él ha ido creciendo a lo largo del tiempo desde aquel único curso en que me dio clase, 1974, mi primer año de carrera. Aprendí Geografía pero sobre todo un modo de ser y de estar en el aula, de preocuparse por sus alumnos -«lean el periódico a diario, manténgase informados», «consulten sus libros de bachillerato, en ellos encontrarán síntesis perfectas», «asistan a clase con la intención de aprender, no es aprobar el objetivo» «Bardenas, no Bárdenas», siempre con su característica pronunciación de la «r». Le recuerdo defendiendo su derecho a dar clase cuando un grupo entró pretendiendo sacarnos del aula, incluyéndole a él, que cerró la puerta tras un claro forcejeo sin perder la compostura. Y le respetaron, no volvieron a intentarlo.
    Falleció hace unos años pero vive en el recuerdo de quienes fuimos sus alumnos. Qué buen sitio para recordarle.

  6. Estimado Maestro, un saludo desde las montañas de Chile, San José de Maipo.

    Así es, recuerdo que hace unas semanas le planteaba la necesidad de volvernos a humanizar, estamos tan introducidos en estos cambios y vertiginosos avances que el individualismo nos priva cada vez más, del afecto, hoy, veo como muchos se entregan afecto por la web, si bien es cierto que favorece la comunicación, ummm, me asusta bastante hacia a donde llegaremos.. por otra parte, el curriculo educativo, cargado, y sobrecargado diría yo, de un excesivo conocimiento y saber, ocupando un alto porcentaje de tiempo, acción y espacio, afortunadamente en nuestros sectores rurales, veo cómo maestros y maestras aún son el pilar y el guía de muchos niños y jóvenes, es el segundo mundo, el oculto, el que no se ve en TV, el que no tiene portada en los periódicos, es el día a día, de los que debemos fortalecer hábitos, y sobre todo afectividad , de una alta carga emotiva, pues, si no satisfacen esta necesidad como lo plantea Maslow, nada podremos enseñarles, si el maestro no es capaz de emocionarse, de llorar, de compartir sus sentimientos, no tendrá buenos resultados, es mucho para reflexionar y debatir, solo puedo decir que soy uno de ellos, de los que facilito el aprendizaje (cognitivo) pero también el aprendizaje efectivo. Como dijo un día nuestra Poetiza y maestra Gabriela Mistral, amad a los niños, si no eres capaz de amarles, nada podrás enseñarles», pero ellos deben sentirlo, deben saber que son queridos. es tan fácil llamarlos por el nombre, haciéndolos protagonistas. Recuerdo(haciendo el mismo ejercicio) creo haber tenido al menos dos tipos de profesores, quien me indicaba por mi nombre, y quien me llamada por el apellido(despersonalizado como si fuera un regimiento), ya sabrás de quien tuve mayor cercanía, de quien aprendí más, y quien me enseño muchas cosas de la vida, aquel quien me llamaba por mi nombre.

    Saludos nuevamente y agradecido por mantener un tema que siempre hay que tener presente. Ojalá los postulantes a pedagogía no solamente fueran altamente cognitivos de pensamiento, sino que además altamente cargados de una positiva afectividad, el tema es ¿ cómo medir el grado de afectividad en las personas??.

  7. Muy querido Miguel Angel,comparto plenamente tus reflexiones , es cierto que el maestro que puedo recordar con más cariño es aquel que siempre estuvo cercano, el atento,el dispuesto a darme más tiempo para que comprendiera la tarea, aquel que se esmero por dejar un dia más de satisfacción cada dia y que fuera para mi la escuela el espacio donde qusiera regresar día a día. Aquel que en sus acciones formativas no solo compartía conceptos sino que ponía su alma y su corazón. El maestro ser humano, aquel que era capaz tambien de mostrar que podía equivocarse y podía permitir el error sin censura sino trasladarlo al aprendizaje. Aquel que enseño a no colapsar el fracaso con el no soy capaz. Y con ello fortalecia la seguridad y autoestima de sus alumnos. Aquel que podía escuchar y hacerse escuchar . Aquel que no imponía sus puntos de vista y dejaba expresarse. Cuanto añoro a mi maestra de quinto año de primaria , de la que aprendí no sólo lo que es la tarea delicada de la función del maestro sino el gran aprendizaje que me dejó en la vida al mostrarme que solo se esta vivo si accionamos y buscamos enfrentar los problemas de la vida, cualquiera que éste sea, con valor,con buena actitud y dispuestos a recibir lo que venga de la vida . A mi gran maestra le vivo eternamente agradecida que haya logrado en mi aprender a ser y no solo a conocer. Y sobre esta base creo firmemente que la educación debe contribuir a fortalecer la parte del ser humano y formar para la vida .
    Gracias como siempre es un placer leer tus artículos y hoy especialmente agradezco haber tenido la dicha de escucharte en tu conferencia en el justo Sierra, con mi admiración de siempre, te saludo.

  8. Muy buen artículo. Todos recordamos a buenos profesores y conjugan el control de la materia, las competencias emocionalses y un punto que los distingue del resto.

  9. La esencia humana tiene un hilo conductor que es el amor. Una vez leí un cuento donde realizaron una investigación porque de una escuela de un barrio marginal todos los alumnos de una clase habían logrado un título universitario. Buscan a la docente que había estado a cargo de ellos por años y cuando se le pregunta por las estrategias implementada, por la fórmula desarrollada, ella responde con voz serena y debilmente desquebrajada por los años:
    – Los quise mucho, los amé mucho…
    Fórmula que en muchos niveles edutivos escasea, el alumno/a pareciera que carece de cuerpo, emociones, es sólo cabeza.
    Saludos cordiales a todos/as

  10. HOLA Dº Miguel, sigo con suma atencíon todos sus artículos, los cuales se ecuentran llenas de ricas y afectuosas verdades. Es cierto que para ejercer la docencia ha de sentir en primer lugar el docente por los alumnos cariño, amor y vocación por ellos, es así solo cuando se consigue una verdadera conexión con ellos, por lo que sehace más facil el proceso del aprendizaje. Es muy importante el trabajar el campo de la emoción, ya que este igualmente activa la motivación, el ánimo, la fuerza interior que todos los seres humanos tenemos y que nos ayuda avanzar dia tras día. Gracias por ilustrarnos con su rica sabiduría Dº Miguel, un saludo

  11. ¡Qué manera tan fantástica de tratar un tema tan delicado!

    Desde los preparativos, análisis de las respuestas y la sutileza en la recomendación.

    Enhorabuena, Miguel Ángel

  12. Sí, es curioso Sr. Miguel Angel, entre los muchos compañeros de clase que tuve en mi vida sólo recuerdo con cariño a los que me amaron y a los que amé. A los profesores pienso que además de amor se les pide otras muchas cosas: entrega, sinceridad, honestidad, comprensión, exigencia…En el fondo todo se resume en una palabra, AMAR,puesto que el amor es el compendio de todo lo bueno que podemos dar de nosotros mismos.
    De nuevo gracias por las hermosas reflexiones que nos regala cada fin de semana.

  13. Saludos desde Ecuador. Excelentes artículos los que publica. Cada uno de ellos pone el dedo en la llaga con respecto al sistema educativo ecuatoriano, especialmente este último. Lamentablemente acá, la gran mayoría de profesores pone énfasis únicamente en lo cognitivo, lo afectivo casi no existe. Gracias por compartir algo que nos haga creer a algunos maestros que estamos en el camino correcto…

  14. Coincido plenamente con la tesis del artículo. Yo recuerdo un maestro que me ayudó y lo que recuerdo especilamente de él es que lo que a mí me pasaba a él le importaba. Hace falta que los maestros sepan pero, sobre todo, que quieran.

  15. Que hermoso saber que aún queda gente que piensa que lo afectivo no es perder tiempo, al contrario es ganar tiempo. No todos los docentes lo piensan así y olvidan que en nuestras manos hay seres humanos, no máquinas a las que les cambiamos un tornillo y siguen andando. Los docentes de escuelas primarias han perdido el sentido del asombro , la picardía y la emoción de saber que al final del año sabe leer porque fue el esfuerzo la perseverancia el amor y las ganas que ponen juntos alumnos y docentes. Que satisfacción más grande, no hay dinero en el mundo que pague ese logro

  16. Estimado Miguel Ángel: Sigo con entusiasmo cada columna suya y ésta me ha animado a plantearme algunas preguntas… Cuando hablamos de «fracaso escolar» (discurso que aún circula por aquí) ¿no estamos en realidad hablando de fracaso de la escuela y no del alumno? Para educar cabezas y corazones se necesita pensar la institución toda y re-pensarse en la tarea de educar. Por esta razón el «re-pensarse» nos implica revisarnos y renunciar a algunas cuestiones muy arraigadas en el universo escolar y en el ejercicio de la profesión. Habrá que pensar en el tiempo que me doy a mi mismo como maestro y que otorgo al otro para acogerlo, escucharlo y comprenderlo. Entonces creo que habrá que pensar en una escuela nueva, diferente…
    ¿Cómo hacer para acoger al otro, generar el verdadero encuentro con el otro si uno mismo, como docente-alumno no lo ha vivido, y, por tanto no sabe de qué se tratan las bienvenidas?

  17. Hay quien piensa que dedicarse a la educación sentimental es perder el tiempo necesario para las matemática y la literatura, por ejemplo. Pero se equivocan. Porwque la disposición emocional es imprescindible para poder aprender.

  18. Emoción e inteligencia, cabeza y corazón deberían ir de la mano a la escuela. Coincido con usted y con otros muchos expertos en Educación al considerar que la motivación debe ir atada a una metodología que convierta al alumno o a la alumna en un ser activo y participativo en su proceso de aprendizaje. Sólo de esta manera podremos hacer que se sienta feliz y abierto al aprendizaje.
    Pero de todo esto ya se hablaba a finales del siglo XIX y, en la actualidad, seguimos dándole vueltas a lo debemos y no debemos hacer. La rigidez y la obsesión por lo académico provocan un olor a rancio en el ambiente que lo hace irrespirable.
    ¿Hacia dónde dirigirnos? Los que estamos metidos de lleno en esto, conocemos algunos principios que tienen gran potencialidad en la transformación, pero que apenas cuentan con seguidores.
    Tengo la esperanza en la formación inicial porque estoy convencida de que no es tanto cuestión de transformar el sistema educativo como sí de cambiar la educación de los educadores, hacerles conscientes de dirigir su mirada hacia una educación holística y equilibrada, que incluya las emociones. Pero para que esto sea posible es necesario desarrollar en ellos mismos una dimensión espiritual que les permita sentirse bien consigo mismo, menos presos de su ego, con paciencia y resistencia a la crisis de aprender que acecha a nuestras escuelas. Creo que los maestros deben ser cultos y humanos, sólo de esta manera sabrán expresar mejor los valores. Cómo bien decía usted en el artículo anterior de su blog, si queremos que nuestros alumnos adquieran valores, el maestro debe ser una persona capaz de solidarizarse, de ponerse en la piel del otro, de identificarse e interesarse por los demás, de apreciar y de importarle la felicidad de sus alumnos y de sus alumnas.
    El profesorado que se está formando debe saber que nuestros niños actuales no quieren aprender, que se aburren en la escuela actual con los métodos tradicionales y la ausencia de sentires. Los casos de dislexia, déficits de atención, neurosis, violencia… se multiplican y el profesorado no se desprende de la técnica del examen, a pesar de saber que las cosas que se aprenden a presión se olvidan pronto, robotiza a la persona y acaba con su inteligencia creativa.
    También debe saber el futuro maestro que existe una ausencia de autoridad y de virtud en nuestras escuelas, que nuestros niños y nuestras niñas no están acostumbrados a que se les mande y cuando se hace, el niño o la niña lo percibe como un decreto policial.
    La virtud también anda algo desorientada por nuestras escuelas y es necesario tratarla desde su raíz más profunda: el amor. El amor a la vida, a los demás y a uno mismo para encaminarnos hacia esa plenitud social y personal tan buscada.
    Querido profesor, profesora novel, un niño o una niña que se sienta querido o querida y feliz en la escuela estará mejor predispuesto o predispuesta para que se desarrollen sus capacidades intelectuales. Hay que ser paciente con ellos, orientarles para que resuelvan sus propios problemas y salten sus propios obstáculos, enseñarles a disfrutar de la vida cotidiana, a querer de verdad y mirarles cada día a los ojos para desearles un buen día.
    «Les sugiero la lectura de la entrevista realizada a Fernando Alberca de
    Castro. El profesor habla de las posibilidades que tenemos de desarrollar la
    inteligencia de nuestros niños y nuestras niñas.
    http://www.meneame.net/backend/go.php?id=1275632

  19. Pingback: “EN ESPAÑA NO PUEDE HABER ALUMNOS TAN TORPES…” « ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD – Fermín Alcón Morcillo (ferminalcon@edu.juntaextremadura.net)

  20. Totalmente de acuerdo con el señor Miguel Angel, hace tiempo que pensaba en lo mismo ya que he sido estudiante durante toda mi vida y hablando en porcentaje de rendimiento siempre vi que en las clases frias, donde el maestro entraba sin decir por lo menos buen dia, buenas tardes o buenas noches las notas eran mucho mas inferiores que a las que se desarrollaban con didactica, haciendo participar a todos, explicando paso a paso, y retrasando el avance de todos si es que algun alumno se atrasaba. Además, en el ambito personal puedo decir que: muchas veces tambien depende de los alumnos, a veces iba con un grupo que era dedicado totalmente y otras en otro donde nadie interactuaba y poco o nada le importaba a cada uno su rendimiento dentro de la materia. Ahora bien pensando en el maestro ideal para mi seria aquel que interactuase con sus alumnos como maestro no como amigo, que sepa ayudar dentro de lo posible a todos, estando al tanto de los mismos en cada clase y facilitando trabajos acompañando el desarrollo de los mismos a fin de que el alumno no se sienta perdido dentro del tema.

  21. Profesor querido y admirado: usted es un profesor que ama su trabajo, y cuando uno ama lo que hace, el éxito es seguro; recuerdo una frase de León Tolstoi: «el éxito no depende en hacer lo que se quiere sino en amar lo que se hace», acá está el principio de la sabiduría. Yo concuerdo plenamente con usted, en que no enfatizamos el afecto, la dimensión emocional del ser humano, sin embargo, todos los fines educativos señalan la formación integral del ser humano.
    Creo además, que por esta debilidad que se percibe en el proceso educativo, hoy se hace difícil el «saber convivir»,a nuestros niños,jóvenes y adultos les cuesta llegar a acuerdos a través de la palabra, a través del «bien decir», con facilidad incurren a la violencia, sea verbal o física. Los profesores debemos subrayar el desarrollo emocional… Éxitos a usted. SOY UNA GRAN ADMIRADORA DE SUS PALABRAS Y EJEMPLOS… NORMA SILVA-CONCEPCIÓN PARAGUAY.

  22. Estuve leyendo el libro «Cinco ciudadanías para una nueva educación», de Federico Mayor, Rigoberta Menchú, y otros. en el texto se analiza la necesidad de enseñar la educación para la paz, para construir ciudadanía, la educación ambiental y la intercultural…Expone que de los cinco pilares de la educación, es urgente enseñar a «SABER CONVIVIR», evitando la violencia en relaciones humanas; por eso, le apoyo en esto. Yo que trabajo con muchos docentes, siempre inculco esta necesidad, y seguiré haciéndolo!!!! Gracias Prof. Miguel Angel por recordarnos cuan importante somos!!!!

  23. Hola, no puedo imaginarme a un maestro o maestra que no enseñe con y desde el amor. La escuela tiene que ser un espacio para la vida, para la convivencia, para el amor… La duratradición de que «la letra entra consangre» quedó abolida desde su nacimiento. no puede educarse efectivamente sino se tiene como punto de partida lo afectivo. De allí que se hable en los últimos tiempos de la intelegincia emocional, hay que educar los sentidos, las emociones, el corazón…
    Soy docente de Fe y Alegría desde hace 11 años, puedo afirmar que especialmente en los contextos desfavorecidos es de vital importancia educar en el amor, en ocasiones la escuela es el único espacio donde se recibe afecto, he podido comprobar desde mi experiencia como un estudiante arisco, poco comunicativo y hasta agresivo se transforma en un ser nuevo, alegre y solidario a través del cariño de sus docentes, lo que impulsa al cariño de sus compañeros y compañeras. como siempre felicito este espacio desde mi corazón, tuve el privilegio y fortuna de conocerle en Bogotá en febrero en el congreso de Calidad Educativa, ya antes le leía en sus articulos, ahora mismo difruto de su texto La Evaluación como aprendizaje, que me costó un poco conseguir acá en Venezuela.
    Mil éxitos profe que el señor bendiga su caminar

    Jenny Gil

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