El loro que pedía libertad

21 May
foto de un loro enjaulado
¿Qué sentido tiene un discurso que contradice los hechos?

Todo el mundo conoce a personas que niegan con los hechos aquello que predican, reclaman y aconsejan con la palabra. Dicen que es muy importante la libertad pero están atenazados por mitos, estereotipos, mandatos y esclavitudes de diverso tipo que impiden ejercitarla. Dicen que es muy importante luchar contra la injusticia pero son ellos mismos quienes la siembran por doquier. Dicen que es fundamental el respeto a las mujeres desde una óptica de igualdad, pero ellos se pasan la vida agrediendo a su pareja.

Me refiero a las personas que dicen que es muy importante la solidaridad pero que no son capaces de desprenderse de un euro acogiéndose a las disculpas más diversas. Que hablan de la responsabilidad pero que no son capaces de actuar con un mínimo sentido del debe. Que sermonean sobre la importancia del esfuerzo pero que no son capaces. de levantarse puntualmente.

Se trata de personas, en definitiva, que hilvanan un discurso coherente y fundamentado sobre los valores pero que no son capaces de llevar a la práctica aquellas ideas y propuestas que tenían tanta consistencia y tanta belleza en los labios.

Es el caso de los sacerdotes que predican desde el púlpito la castidad y que están instalados en odiosas prácticas de pederastia. Es el caso de los políticos que hablan de justicia y tienen las arcas rebosantes de lo que han robado a sus conciudadanos. Es el caso de los profesores que invitan a sus alumnos a ser apasionados lectores y son incapaces de leer un libro de cincuenta páginas. Mejor sería que se callasen. No, mejor sería que hubiera coherencia entre los hechos y los mensajes que lanzan a los demás,. ¿Qué sentido tiene un discurso que contradicen los hechos?

Quiero ejemplificar lo dicho hasta aquí con una historia que acabo de leer en el libro “Aplícate el cuento, de Jaume Soler y M. Mercé Cananglia.

Esta es la historia de un loro muy contradictorio. Hacía muchos años que vivía en una jaula muy cómoda que su propietario, un anciano acomodado, mantenía limpia y con el agua y alimento necesarios.

Cierto día el anciano invitó a un amigo suyo a su casa para compartir un sabroso te de Ceilán. Los dos hombres estaban en el salón de la casa, situados muy cerca de la ventana, al lado de la jaula donde estaba el loro. De pronto cuando ambos estaban tranquilamente tomando su te, el loro se puso a chillar con insistencia:

– ¡Libertad, libertad, libertad!

Todo el tiempo que estuvo el invitado en la casa, el loro no dejó de reclamar libertad de forma desgarradora. Hasta tal punto influyó su grito, que el invitado ya no pudo saborear su te con tranquilidad y decidió acabar su visita. Cuando salía por la puerta seguía oyendo el vehemente grito del loro:

– ¡Libertad, libertad, libertad!

Pasaron los días y el invitado seguía pensando en aquel desgraciado loro prisionero. Tanto y tanto le preocupó el estado del animalito, que decidió liberarlo. Sabía a qué horas hacía su compra el anciano y decidió aprovechar su ausencia para sacar al loro de la jaula.

Así lo hizo. Se apostó al lado de la casa y, cuando salió el anciano, entró de forma sigilosa. Llegó al salón donde el loro seguía chillando desgarradoramente:

– Libertad, libertad, libertad.

Se acercó a la jaula y abrió la puerta de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó hacia el lado opuesto de la jaula aferrándose con el pico y las uñas a los barrotes de la jaula. Y negándose a abandonarla.

El invitado se marchó confuso y apenado. A pesar de tener la puerta de la jaula abierta, el loro continuaba quieto en el fondo de la misma y seguía chillando una y otra vez:

– ¡Libertad, libertad, libertad!

La historia del loro que pedía libertad tiene dos vertientes igualmente importantes. Una se refiere a la necesaria coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Y otro entre lo que se aconseja y lo que se es.

Supongo que el lector conocerá la anécdota que se cuenta de Mahatma Gandhi. Una madre le llevó a su hijo de seis años y le suplicó::

– Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar, es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí no me hace caso y estoy sufriendo por él.

– Lo siento, señora, ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.

Sorprendida la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido. Quince días después, volvió con su hijo. Gandhi miró a los ojos al muchacho y le dijo:

– Chico, deja de comer azúcar.

– ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después? Podía haberle dicho lo mismo la primera vez.

Gandhi respondió:

– Hace quince días yo comía azúcar.

En del ámbito educativo es fundamental hablar con los hechos. Enseñamos como somos, no como decimos a los demás que tienen que ser. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.

Le oí decir a Humberto Maturana, en una visita que hace años hizo a nuestra ciudad: “Yo creo que cuando uno tiene que enseñar algo, es porque ese algo no surge solo en la vida… Tenemos que enseñar porque aquello que enseñamos no lo estamos viviendo. Yo creo que ese es el verdadero problema con los valores”.

La consecuencia del mal ejemplo no es solo la escasa eficacia para el aprendizaje de aquello que se pretende enseñar; es, sobre todo, que genera un clima de hipocresía que conduce al desprecio y a la explícita o solapada hostilidad. Esa doble forma de ser y de vivir .despierta un rechazo y una condena cargadas de racionalidad y de justicia.

30 respuestas a «El loro que pedía libertad»

  1. Excelente artículo. Hay que hacer constantes llamadas a la coherencia y a la decencia. ¿Cómo es posible que un señor que predica la castidad para los demás abuse de menores valiéndose de su influencia pastoral? ¿Cómo es posible? ¿Cómo se explica que en plena crisis un socialista ocupe una habitación cuyo costo es de 3000 euros por noche? Y encima quería presentarse para gobernar un país. El colmo. Gracias por la invitación a reflexionar.

  2. La escuela es para el niño o la niña un mundo nuevo, y llega a ella considerándola como un sitio que le abre las puertas a lo desconocido y le alimenta –o debiera alimentarle- sus ganas de seguir descubriendo. Sin embargo, tardamos poco en acabar con esa ingenuidad y esa inocencia tan característica de ellos. Es el adulto el que se empeña en dárselo todo preparado y contaminado, obligándoles a engullir a pesar de posible asfixia. Tenemos la sociedad que tenemos porque tenemos la educación que tenemos. Falacia y hipocresía desvirtúan los valores del bien, de la belleza y de la bondad que me enseñaron en la facultad. Pero, ¿acaso no nos provoca risa o aburrimiento escuchar hablar de esto?, ¿a quién le importa la falta de libertad?, ¿el acoso?, ¿la violencia?, ¿o la desigualdad?… Creo que no está de moda defender lo que debiera ser natural, pero hay que luchar por crear tendencia por este camino; solo la educación –la buena educación- tiene la respuesta para esa vida mejor que tantos ciudadanos reclaman hoy por las calles de todas nuestras ciudades. Animo a los educadores pasionales a que no abandonen sus sueños y se pongan manos a la obra, pintando de colores su amor por el trabajo bien hecho. Tengamos en cuenta, que cuando un niño pasa por la escuela, nada de su vida será igual… QUERIDO PROFESOR, usted siempre acierta en las posibles soluciones a los males sociales que nos acechan, especialmente en la escuela. Prediquemos con el ejemplo y encendamos la luz de esa verdad que el mundo necesita, en tono vivo y divertido. No hay nada más triste y espectacular que observar la cara de un niño cuando descubre el sentido de la hipocresía. Pero el problema viene después, cuando se le abre el espacio, se le invita a vivir con ella y, por miedo a ser diferente, acepta y se acomoda… aunque no le guste, aunque le destruya.
    Enhorabuena, MA.

  3. Estoy totalmente de acuerdo tanto con Miguel angel como con Ana, aprendamos antes de enseñar y sobre todo apliquemos lo que hemos aprendido a nuestra vida quotidiana; solo así daremos buen ejemplo e inculcaremos grandes valores a nuestros niños y niñas, este pequeño comentario va dirigido a padres, madres, abuelos y abuelas, maestros y maestras enfin a toda aquella persona que desea dejar una herencia rica en AMOR, PAZ Y TOLERANCIA.

  4. El artículo escrito por Miguel Ángel Santos Guerra, “El loro que pedía libertad”, describe una situación que, por desgracia, ocurre en la sociedad actual, ya que se intenta dar ejemplo de algo que realmente no se es. Esto es aún más grave cuando ocurre dentro del ámbito educativo. ¿Cómo es posible que un niño aprenda una conducta o un valor cuando no lo está percibiendo por parte de su propio maestro? Me gustaría pensar que esto no ocurre en las escuelas, pero la realidad es totalmente distinta. Hay muchos maestros y/o profesores que realmente no tienen vocación por la enseñanza y lo único que les preocupa son el salario, las vacaciones, la posición social… Es aquí donde reside la causa del alto número de bajas laborales por ansiedad o estrés. ¿Cómo puede una persona, a la que no le gusta verdaderamente la enseñanza, transmitir valores, conocimientos, conductas…en definitiva educar?…

  5. Todo el que se ha dedicado a la educación de niños o adolescentes sabe muy bien de la importancia del ejemplo y que si la palabra no va acompañada de ese ejemplo hasta los buenos consejos se transforman en contraproducentes. Los niños inmediatamente se dan cuenta de si hay esa concordancia y los adolescentes, que no tienen pelos en la lengua, lo cantan bien alto: “Profe, no me pidas que llegue puntual cuando tú llegas tarde un montón de días”, sueltan a bocajarro.
    Cierto que en la vida es mucho más fácil decir que bajen el sueldo de tal y cual que decir que me lo bajen a mí.
    Mucha gente está indignada y así lo manifiesta en las plazas precisamente por la incoherencia entre las palabras y los hechos. ¿Cómo podemos aceptar el paro o las congelaciones de salario a los mileuristas y al mismo tiempo ser testigos de los salarios que se imponen los altos directivos, que a màs a más son lo que nos han metido en este fregado? Esa hipocresía es hiriente e indigna.
    Estamos en día de reflexión. Sí, mi reflexión es que me asusta que un día pueda dirigir mi nación algún político que dice mentiras de tamaño calibre.
    La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos es fundamental para ser creíbles y tener autoridad moral. Esa incoherencia ya viene de siempre. Jesucristo dijo:”Haced lo que os dicen, pero no lo que hacen”. Lo decía refiriéndose a los hipócritas.
    Gracias M. Angel por estos regalos que nos haces semanalmente y por tu coherencia.

  6. Los niños aprenden en un 90% de lo que ven y en un 10% de lo que escuchan, aqui se ve reflejada la importancia tan grande que tiene la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos…
    Vivimos en un pais donde lo que prima es la hipocresia en todos los ámbitos, hablemos de la educación; Es cierto que las nuevas técnologias son necesarias pero no sería más necesaria una educación de calidad ? ahora todos los niños con ordenadores, y yo me pregunto para que quiere un ordenador un niño con nueve o diez años si no sabe usarlo, no lo utilizan con la finalidad que se ofrecen, pero queda muy bonito que todos los centros españoles estan dotados con los materiales suficientes para una buena enseñanza, el material necesario sería por ejemplo un interprete para una clase de segundo de E.S.O donde se ha incorporado una chica de nacionalidad marroqui, la cual no sabe ni una palabra de español, pero como tiene la edad de dicho curso ahi que va.
    El cuento refleja la cruda realidad a veces demandamos cosas que no sabemos realmente si las deseamos o no.

  7. Los jóvenes NI-NI han estado a la altura. A lo irracional han opuesto sensatez y a la amoralidad, ética. La ética sólo se aprende en la escuela, en grupo y en esa edad. Se ha marcado una fuerte diferencia de épocas: ¡luego la escuela de la democracia ha funcionado!¡Está funcionando!Debemos felicitarnos pero no bajar la guardia a pesar de lo que está cayendo.
    ¡Jóvenes, hablad más de la escuela, que lo echo en falta y es la columna vertebral de la libertad! Estamos abrazados en la aspiración. Ah, y me habéis emocionado en algunos momentos.

  8. Gracias, querida Ana Domínguez. Comparto tu visión de la escuela y de su papel en la sociedad. Creo que la educación no se puede confundir con la mera instrucción (la educación incluye valores) ni con socialización que nos incorpora a la cultura (la eduación exige una posición crítica). Todo lo hará más fácil y más hermoso la pasión de quienes se dedican a la educación. Gracias. MA Santos.

  9. Recuerdo que de pequeña no quería crecer porque para mí “ser adulto” era sinónimo de “ser un hipócrita”. ¿Para qué van a querer los niños aprender lo que se les enseña en la escuela si ello significa que, más tarde o temprano, sus corazones serán domesticados e instruidos en el dominio de la mentira, la incongruencia y el cinismo? Estoy de acuerdo con Ana y con Miguel Ángel, nuestra sociedad es producto de nuestra educación. Por eso, si queremos que cambie y que entre todos hagamos un mundo mejor, entonces la educación y todos los que nos dedicamos a ella también debemos cambiar.
    Pero, ¿cómo vamos a cambiar, cómo vamos a ser consecuentes con lo que pensamos si somos como el loro del cuento, que repetimos y repetimos sin pensar lo que otros nos han inculcado? ¿Cómo vamos a cambiar si no somos conscientes de ello?
    Libertad! Libertad! Sí. Pero vivir en libertad requiere un ejercicio de responsabilidad que no todo el mundo está dispuesto a asumir. Justicia! Justicia! Sí. Pero si podemos vengarnos sin que nadie lo note, mejor. Y si podemos manipular a la gente y a toda la opinión pública para que además piensen que hemos actuado justamente, mejor que mejor!
    En mi opinión, el problema está en que sólo vemos, o queremos ver, una parte de la realidad. La jaula exterior que nos envuelve, que es la que nos imponen desde fuera. Pero, ¿qué pasa cuando queremos salir? que descubrimos que hay otras jaulas, las que poco a poco hemos ido formando interiormente y que aprisionan nuestra mente y nuestro corazón, y que no tienen una puerta por la que podamos salir inmediatamente, sino que tendremos que dedicar tiempo a limar esos barrotes de diamante si es que algún día queremos ser realmente libres.
    Sin duda, nos queda un largo camino por recorrer. Tendremos que coger nuestras limas y ponernos manos a la obra porque, señoras y señores, un esclavo jamás podrá saber educar a una persona libre.

  10. Pienso que aprender es observar, querer, escuchar, respetar…

    Pienso que puedo aprender y de hecho siento que aprendo.
    Pienso que puedo enseñar… me gustaría enseñar.

    “SI NO PUEDES HACER LO QUE AMAS, SI PUEDES AMAR LO QUE HACES”

  11. Hola Miguel. Soy alumno de Educación Primaria. Fue un honor asistir a su conferencia el pasado viernes. Nos hizo disfrutar y consiguió agitarnos y despertar lo mejor de nosotros con su magnífica “caja de galletas”. Nos inyectó fuerza y ganas de vivir. Ojalá volvamos a tener la oportunidad de escucharle. Le deseo que le vaya todo muy bien. GRACIAS.

  12. Lo dice muy bien el refrán: una cosa es predicar y otra dar trigo. Decir y proclamar libertad y luego ser esclavo es una incongruencia. O decir igualdad y luego poner el egoísmo como la norma del comportamiento. Esa hipocresía no solo quita el valor a las plabras sino que provoca desprecio e indignación.

  13. Hola Querido profesor!
    Es un placer nuevamente reiniciar contacto con Ud. desde Mendoza y más aún con una temática como la planteada. Actualmente, en este contexto histórico, socio-económico y cultural y en cualquier sitio del mundo, la EDUCACIÓN requiere un análisis, un abordaje crítico,con conciencia social. ¡Nuestros hijos, nuestros alumnos, niños y adolescentes nos lo reclaman! ¿Es posible que como adultos responsables desde el rol o función que nos corresponde, no tomemos conciencia? ¿ Qué estamos esperando? Ese desfase entre lo planificado y lo desarrollado está demandando mayor coherencia, autocrìtica de la propia práctica , humildad en reconocer que la verdad no es absoluta, apertura para seguir aprendiendo, en fin… VERDADERA PASIÓN Y COMPROMISO EN TODO LO QUE HACEMOS.
    ¡Gracias estimado profesor por propiciar estos espacios para compartir! Un abrazo a la distancia.
    Tere

  14. Hola, soy alumna de 1º de Magisterio de Primaria y estuve en la charla del pasado viernes 20 de mayo. Quería expresar lo mucho que me gustó ir a esa charla. A pesar de que estuvimos bastante tiempo, se me hizo corto. Logró mantener al 100% mi atención todo el tiempo y eso me resultó sorprendente.
    Pienso que tiene mucha razón en todo lo que dijo, estoy totalmente de acuerdo.
    Siento mucho rechazo hacia la gente que dice y dice cómo deben ser las cosas y cómo deben hacerlas los demás pero nunca las hacen ellos de esa manera. Creo que es vital predicar con el ejemplo, pues como dijo en la ponencia: “a nuestros alumnos y a las personas en general, les llega antes a los oídos el ruido de lo que somos que lo que decimos”.
    Me gustaron muchas frases que dijo, sobre todo la de “que mi escuela sea mejor porque yo trabajo en ella”.

  15. Queridos alumnos/as de Primero de Magisterio:
    Estuve encantado con vosotros y vosotras la pasada tarde del viernes. Vi un gran interés, una profunda emoción, una atención mantenida durante mucho tiempo. Gracias por estar allí y por estar “así”, manifestando un compromiso fuerte con la formación. Gracias también a vustros dos magníficos profesores, Ana y Paco, que se esforzaron por hacer posible la sesión.
    Veo que algunos/as estais aportando nuevas ideas al blog. Todo lo aprendemos entre todos y todas. Una leyenda persa dice que, al comienzo de los tiempos, los dioses repartieron la verdad dando un trocito a cada persona. Por eso, para reconstruir la verdad, hay que poner el trozo de cada uno. No hay trozo despreciable. Todos son necesarios. Verdad y comunicación son las dos caras de la misma moneda.
    Ánimo, tenéis que ser profesionales muy competentes porque la tarea es tan decisiva como apasionante. Un abrazo.
    Miguel A. Santos Guerra

  16. Magnífica entrada. Muchos que cacarean las palabras libertad, igualdad, dignidad, solidaridad… se quedan en eso. No van más allá en busca de la coherencia entre sus palabras y sus hechos.

  17. Como estudiante de magisterio de la UMA he sido comisionado, no a título singular sino inserto en el común, para hacer algún comentario sobre el artículo del “loro”, y afanado en saldar el cargo del mandamiento recibido, de buen agrado hago la siguiente reflexión. Lo primero es que el loro que pide libertad en su artículo, muy probablemente, ha hecho lo posible para garantizar la descendencia, ha inoculado el mal de la hipocresía como simpático social y lo ha contagiado por el aire como si fuera una influenza aparental; virus no registrado en la anamnesis del contagiado porque de lo que se trata es de respirar salud, solidaridad, alteridad, generosidad sin límites o compromiso político, por poner algunos ítems. El loro saca pecho, pero no se va de su prisión porque tiene la comida y la bebida garantizada como muchos pillos que elevan la potencia de su voz no vaya a ser que por vía suasoria terceros escuchen y caigan en la cuenta de sus fintas. El loro del artículo es como el acicalado que presumiera de consumir café sin aditamento, para luego, oculto ya a ojos vigilantes en lo privado, beber achicoria a falta de otro bebedizo. Sí, es muy común eso de que entre el trigo y la prédica no haya correlato. El loro se ha narcotizado con la chanza, y cual sofista redomado engaña a su padre, es decir, a nosotros los humanos, que por fonología o fonografía, no sé, algo de padres putativos tenemos del loro. Somos como el loro. O somos loros, propiamente. El loro tiene un discurso parco, redundante, sus fonemas carecen de significados, tan sólo son retenciones auditivas, pero la parquedad de su ecolalia en nosotros es repetición de pensamiento único, de falsas creencias, de testarudez irredenta. O hipocresía. Sí, estoy de acuerdo con usted, algunas peticiones de libertad (metáfora de lo que sea) no deberían ser cursadas si el peticionario tiene parte de su caudal invertido en ergástulas por el mismo fabricadas. Si esto es trasladado a la escuela, los niños y niñas van a aprender, incluso diría a aprehender, el desvalor del enseñante-loro, y sabrán fingir sentimientos afectados en una plañidera educativa. Me ha gustado el artículo y estuvo bien la conferencia en el aula María Zambrano. Espero que a tanto laméculo y tiralevitas que hay en la sociedad le sirva para su autoanálisis, y que a la escuela no lleguen estos loros. Gracias

  18. Soy una alumna de la UMA, y tengo que decir que disfruté con la conferencia del viernes 20. Además de compartir con nosotros anécdotas y experiencias personales, nos invitó a disfrutar con nuestra futura profesión y a llevarla lo mejor posible, concienciándonos de la realidad en la que vivimos, para así poder cambiar esas cosas que… no están del todo bien.

    Con respecto al artículo; el loro defiende una posición, que ni él mismo comparte, ni sabe lo que es. Sabemos que existen muchas personas de este tipo, que defienden algo sin conocerlo o incluso sin estar de acuerdo con ello.
    Esto nos hace ver cuánta hipocresía hay a nuestro alrededor; hipocresía que los niños ven y de la que aprenden. Como dice mi compañera Sol, es triste que no quisiera ser adulta porque no quería ser una persona hipócrita…
    Espero que entre todos seamos capaces de cambiar esto, y tantas otras cosas que no son favorables para nuestros pequeños ni la sociedad en la que vivimos.

  19. Buenas tardes soy un alumno de primero de Educación primaria, en relación al artículo me gustaría destacar que en la vida todos aprendemos día a día de todos y estamos hartos de ver a personas de todo tipo. La vida es así, la hipocresía existe y por eso somos capaces de verla con claridad cuando la tenemos delante, pienso que si todos fuéramos perfectos la vida sería muy aburrida y es necesario que exista un poco de todo. Lo realmente importante a mi parecer es que seamos nosotros mismos auténticos y sin complejos, eso es realmente lo que nos hace libres y nos diferencia del resto. El que actuemos de una manera o de otra por ejemplo en el caso del loro, es una condición del ser humano, nos quejamos por costumbre, por dar que hacer o simplemente por vicio, aquí es donde debemos de buscar la diferencia real entre las personas.

  20. A mi parecer, la coherencia es un valor de los más difíciles de llevar a cabo, sin duda en multitud de de lugares brilla por su ausencia. Con esto hago también alusión a centros educativos, desde los que hacen por educar a niños muy corta edad, hasta los que intentan de educar a personas que poseen mayoría de edad. Esto hace mella en las personas que en manos de los docentes, se ponen durante muchos años de sus vidas.
    Por este motivo, me sumo al llamamiento que pueda hacer este artículo, pues debemos de enlazar con un una ligadura, tan fuerte como real y sincera, todo aquello que intentemos de transmitir con nuestros actos en los centros que se hacen llamar educativos.
    Para conseguir esto bajo mi punto de vista necesitamos grandes dosis de humildad, además de tener la capacidad de cuestionarnos día tras día, ser sinceros con nosotros mismos y saber si estamos haciendo correctamente aquello que se nos encomienda a la hora de realizar nuestras prácticas educativas.
    Sin extenderme más aprovecho esta oportunidad en el blog para agradecerle su conferencia, sería muy triste haber pasado por la Universidad de Educación y no haberle podido escuchar.
    Muchas gracias y un saludo

  21. Soy alumna de 1º de Educación Primaria. Estoy de acuerdo con el artículo, muchas ocasiones decimos una cosa pero hacemos todo lo contrario. También ocurre en ciertos momentos que cuando se educa a los niños, tanto en las familias como en las escuelas, es como si los adultos dijeran: Haz lo que te digo y no lo yo hago. Los niños aprenden mucho por observación, tanto por las acciones de otros niños como la de los adultos. En general en la vida los actos deben de ser consecuentes con las palabras.
    Pienso que lo que le ocurrió al loro, les pasa a muchas personas, desean, anhelan, reclaman, unas cosas, cuando la vida le ofrece lo que tanto desean, el miedo, los paraliza. Es como el loro, tenía un hogar, alimento y agua, pero si aceptaba el cambio, es decir, con la libertad sabía que conllevaba la perdida de todo lo que tenía seguro. A mi modo de ver en muchos aspectos, la condición humana, factores externos, la experiencia hace que no sean consecuentes las palabras con las acciones. En muchas ocasiones, sobre todo cuando hay intereses económicos, políticos, altos cargos, por tal de obtener lo que quieren, de conseguir sus propósitos, las personas dicen lo que sea, y ahí está la hipocresía.
    Me gusto la conferencia del pasado Viernes. Gracias.

  22. Hola Dº Miguel, soy alumno de 1º de Educación de primaria, y en primer lugar quería dar las gracias por la atención que nos ofreció, por la conferencía tan rica en sabiduría y en el derroche de experiencía profesional que usted posee.
    En segundo lugar, como bien comentó, las personas dicen una cosa y poco después según los intereses personales es otra.
    Los valores en mi opinión es lo que no debemos nunca de perder, sin estos las personas no se forman como es debido, y por supuesto todo gira en torno a la EDUCACIÓN, base de la cultura de la sociedad.Gracias de nuevo y un saludo

  23. Muy buenos días señor Santos.
    Soy alumna de la UMA. Buscando libros en la biblioteca para desarrollar un trabajo, tropecé con uno suyo. Me pareció tan interesante y tan acorde a mis pensamientos que me puse a buscar más información sobre usted en Internet. Así he descubierto entrevistas, muchos más libros y este blog.
    Por más que lo intento no encuentro las palabras adecuadas para describir lo que opino de sus escritos. Es por ello por lo que me limitaré a darle las gracias. Gracias por su asombrosa habilidad para escribir lo que muchos (espero que seamos muchos) sentimos.
    Yo creo que es posible otra educación… Una en la que, de verdad, se actúe por el bien de los alumnos, en lugar de utilizar ese argumento para justificar decisiones equivocadas…
    Personas como usted son las que hacen que no pierda la esperanza.
    De corazón, gracias.

  24. Lo dice claramnte el refrán al que algún comentarista ha hecho referencia: una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay muchos que predican, pero dar trigo es más complicado. También es más importante. Y eso vale para todos: padres, educadores, políticos…

  25. Había comenzado mi comentario copiando algunas de las frases que han quedado plasmadas en las opiniones pero, no tratando de aludir a nadie he preferido quitarlas.
    Hacía ésto porque entiendo que la gran labor del genial Santos Guerra es sugerir el problema y hacer reflexionar a los lectores.
    Siendo más explícito, siento cierto pesimismo en todas y cada una de las reflexiones. Perdón, Eustaquio enciende una vela en la oscura habitación de la hipocresía.
    Estamos en un mundo imperfecto, mejorable y nada aceptable pero, tal y como dice Miguel Ángel, debemos hacer justo lo que predicamos.
    Nadie de los presentes es Gandhi, Teresa de Calcuta ni Obama (jejeje), que podamos aportar al mundo una gran parte de la cordura pero, individual y gradualmente podemos hacer entre todos un mundo que requiera de menos cambios.
    Las matemáticas parecen explicarlo todo, y para los más ingenuos que piensan y creen imposible el cambio, propongo esta simple suma:
    100´00000000000001 + 0´00000000000001 = 100´00000000000002
    Mundo mejor Aportación personal resultado

    Mundo mejor ˂ Resultado tras aportación personal

    Acabando, somos juez y parte en este circo al que todos pertenecemos y responsables al menos, de hacer lo que entendemos que está bien y es correcto… Efecto Mariposa.
    “El simple abatimiento de alas de una mariposa puede desencadenar un huracán en otra parte del mundo…”
    Gracias M.A. por inducir a reflexión.

  26. Soy alumna de 1º de magisterio y tengo que decir, que me encanto la conferencia ya que estoy de acuerdo con algunos de mis compañeros que Santos Guerra logró mantener nuestra atención durante todo el tiempo.
    Por otro lado el articulo refleja con el loro la personalidad hipócrita que hoy en día tienen muchas personas y que de una manera u otra nuestros pequeños pueden aprenderla.
    Hay que enseñar lo que uno hace, no se puede intentar enseñar algo que uno no lleva a cabo consigo mismo.

  27. A mi parecer esta lectura es propicio para todos los padres y educadores por el motivo que primero debemos de ser cada uno de nosotros ejemplo para nuestros niños y niñas que van formándose dentro de la sociedad. Por lo tanto debemos educar con nuestros actos.
    LILIAN PAIVA

  28. La educación es el principio de todo, y todos somos responsables de ella. ¿Pero qué vamos a enseñar si luego no predicamos con el ejemplo? Dar consejos es gratuito, pero llevarlos a la práctica empezando por nosotros mismos, es todo un reto al que no todo el mundo está dispuesto a someterse y superar los obstáculos para cambiar las cosas. Es más fácil y cómodo quejarnos por todo y no hacer nada por cambiar y que sean otros los que hagan las cosas estén bien o mal, dejándonos llevar por la corriente como meros loros que repiten lo que otros hacen, sin cuestionar si es lo correcto. Pero esto no es otra cosa que miedo. Miedo a mirar en nuestro interior y hacer un autoanálisis y autocrítica de nosotros mismos para reflexionar sobre lo que decimos y hacemos. A la gente le da miedo a gritar y decir lo que piensa, lo que le gusta y lo que no le gusta, por el temor a no encajar en esta absurda e hipócrita sociedad.
    Hace falta mucho valor para mirarse dentro y ver que a lo mejor no somos tan buenos, tan altruistas, tan sinceros como queremos ser. Es difícil mirarse dentro y ver que tenemos miedos profundos que nos condicionan en nuestro día a día.
    Es duro asimilar que muchos de nuestros miedos pueden haber sido generados en nuestra infancia y alimentados después, porque quienes nos criaron fueron, a su vez, criados con los miedos de otros y no consiguieron romper el círculo vicioso del miedo.

    Sin embargo, podemos luchar contra nuestros miedos y plantarles cara. No he dicho que sea fácil, pero sí que creo firmemente que es el camino. Y sin duda alguna, la escuela es la herramienta fundamental para ello, donde se pueden inculcar aquellos valores que parecen que hoy han desaparecido.

    Dejemos de decir una cosa y hacer otra, y actuemos en coherencia con aquello que reclamamos a los demás que deben hacer, pues sólo así podremos ser mejores, educar mejor y crear una sociedad mejor en la que imperen valores como el AMOR, la PAZ, la SINCERIDAD y la SOLIDARIDAD.

    No quiero pasar la ocasión, si darle la enhorabuena a Miguel Ángel Santos Guerra por sus maravillosos escritos y libros, así como a Ana por habernos dado la oportunidad de poder asistir a escuchar a este gran profesional, gran ejemplo a seguir para todos nosotros como futuros maestros.
    GRACIAS.

  29. La educación es el principio de todo, y todos somos responsables de ella. ¿Pero qué vamos a enseñar si luego no predicamos con el ejemplo? Dar consejos es gratuito, pero llevarlos a la práctica empezando por nosotros mismos, es todo un reto al que no todo el mundo está dispuesto a someterse y superar los obstáculos para cambiar las cosas. Es más fácil y cómodo quejarnos por todo y no hacer nada por cambiar y que sean otros los que hagan las cosas estén bien o mal, dejándonos llevar por la corriente como meros loros que repiten lo que otros hacen, sin cuestionar si es lo correcto. Pero esto no es otra cosa que miedo. Miedo a mirar en nuestro interior y hacer un autoanálisis y autocrítica de nosotros mismos para reflexionar sobre lo que decimos y hacemos. A la gente le da miedo a gritar y decir lo que piensa, lo que le gusta y lo que no le gusta, por el temor a no encajar en esta absurda e hipócrita sociedad.
    Hace falta mucho valor para mirarse dentro y ver que a lo mejor no somos tan buenos, tan altruistas, tan sinceros como queremos ser. Es difícil mirarse dentro y ver que tenemos miedos profundos que nos condicionan en nuestro día a día.
    Es duro asimilar que muchos de nuestros miedos pueden haber sido generados en nuestra infancia y alimentados después, porque quienes nos criaron fueron, a su vez, criados con los miedos de otros y no consiguieron romper el círculo vicioso del miedo.

    Sin embargo, podemos luchar contra nuestros miedos y plantarles cara. No he dicho que sea fácil, pero sí que creo firmemente que es el camino. Y sin duda alguna, la escuela es la herramienta fundamental para ello, donde se pueden inculcar aquellos valores que parecen que hoy han desaparecido.

    Dejemos de decir una cosa y hacer otra, y actuemos en coherencia con aquello que reclamamos a los demás que deben hacer, pues sólo así podremos ser mejores, educar mejor y crear una sociedad mejor en la que imperen valores como el AMOR, la PAZ, la SINCERIDAD y la SOLIDARIDAD.

    No quiero pasar la ocasión, sin darle la enhorabuena a Miguel Ángel Santos Guerra por sus maravillosos escritos y libros, así como a Ana por habernos dado la oportunidad de poder asistir a escuchar a este gran profesional, gran ejemplo a seguir para todos nosotros como futuros maestros.
    GRACIAS.

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