Quiero compartir con el lector o lectora una curiosa iniciativa del Director de la escuela pública El Molino (provincia de Mendoza, Argentina), mi querido amigo Horacio Muros. Un Director que cada mañana espera a los docentes de la escuela a la puerta de entrada para brindarles un saludo y desearles una buena jornada de trabajo y convivencia. Creo que esa tarea de crear un buen clima en el centro ha de ser una de las preocupaciones más apremiantes de un director escolar. Porque no es igual acudir al trabajo con pesimismo, como quien se echa a las espaldas una carga, que como quien afronta la privilegiada tarea de alumbrar el camino a quien está en la oscuridad. (Qué significativo es el lenguaje con el que nombramos las cosas. Hablamos de “carga docente”. Una carga es un fardo pesado. Y decimos “liberación de docencia”, es decir, librarse de esa carga…).
Mi buen amigo Horacio (buen amigo es una evidente redundancia, porque si el amigo es malo, no es amigo) me envía un correo en el que me cuenta que han instalado en la sala de profesores y profesoras un probador de imagen. Con el correo me adjunta la foto que yo también he incorporado al texto para que se comprenda bien el contenido del mensaje.
Me dice Horacio: “Estamos iniciando las actividades de la escuela y quiero compartir con vos la idea de instalar un probador de imagen en la sala de docentes. Se trata de un espejo que tiene dibujada una sonrisa. Todos los docentes, incluido el equipo directivo, tienen que pasar por ese lugar y los invitamos a que se reconozcan en el espejo, provocando algunas risas y admiraciones.
En ese correo me dice Horacio: “Nuestra escuela, de nombre oficial El Molino (por el barrio en el que está inserta) da respuestas educativas a un contexto de vulnerabilidad y de exclusión. Se nos hace difícil muchas veces hacer más humano lo humano en medio de tantas desigualdades, injusticias e incoherencias. Nos toca mover la muela de un pesado molino que tritura desarrollando y haciendo crecer a las personas. Para esto es necesario tener una actitud y una predisposición. No buscamos una sonrisa forzada en los docentes que oculte la realidad de nuestros alumnos, sino la alegría del saber que podemos ayudar a que otros tengan y sostengan una existencia más digna y poder darles motivos para que aspiren a una mejor calidad de vida. Creemos que el vínculo que se establece entre el educador y el alumno determina el hecho educativo, de la necesidad de vernos la cara y reconocernos a la hora de ir al aula”.
Creo que Horacio aborda en esta experiencia y en la reflexión que la acompaña una cuestión de capital importancia. Me refiero a la actitud con la que se afronta la tarea de la educación.
No se puede realizar satisfactoria y eficazmente este trabajo sin llevar a él un ánimo optimista. Compadezco a los docentes a quienes se les hace cuesta arriba el camino de la escuela, a quienes se lamentan de la época que les ha tocado vivir, a quienes despotrican sin cesar de autoridades, compañeros y alumnado, a quienes sueñan con el día de la jubilación, a quienes se lamentan sin cesar del trabajo elegido (o impuesto por las circunstancias). Les decía a un grupo de nuevos funcionarios en Murcia: si no podéis hacer lo que amáis, sí podéis amar lo que hacéis. Digo esto porque algunos que hubieran querido ser químicos, o matemáticos o filósofos, se han convertido, por aquello de la necesidad de vivir, en profesores de química, de matemáticas o de filosofía. ¿Qué culpa tienen sus alumnos y alumnas de que la nota de corte fuera alta o de que haya escasez de puestos de trabajo en el mercado laboral?
Compadezco aún más si cabe a los alumnos y alumnas de estos malhumorados docentes. Es muy duro trabajar con personas sádicas, pero creo que es peor soportar a personas masoquistas.
Cada vez que pienso en los miles de personas que están anhelando un puesto de trabajo en la educación y veo a quienes maldicen la tarea que están haciendo pienso que sería estupendo para todos ofrecerles una jubilación anticipada. Ellos disfrutarían de su inactividad docente, los alumnos se librarían de una condena y los nuevos docentes disfrutarían de su condición de educadores.
El probador de imagen que han colocado en la sala de profesores de la escuela El Molino es una metáfora del acontecer docente. La cara que se coloca delante del probador es la que éste devuelve a quien en él se mira. Quien llega con un gesto amargo verá reflejada su amargura en el espejo. Sería de necios echarle la culpa al espejo por esa devolución de imagen tan triste. Y sería un error de bulto pretender mejorar el estado de ánimo del que se mira haciendo la cirugía en el espejo.
Hablo de una sonrisa que nace de dentro, que fluye del interior como un eco de la satisfacción de quien luego la proyecta y la hace visible a los demás. No hablo de una sonrisa forzada, de una máscara que sólo tiene la virtualidad del engaño.
Hay quien espera que las circunstancias externas (los jefes, los compañeros, los alumnos, los padres, las condiciones, los sueldos…) hagan que broten las sonrisas, olvidando que es el dinamismo interior, la sana autoestima, la riqueza de los afectos, la valoración de la tarea, la relación con las personas, el esfuerzo renovado, la capacidad de autocrítica y el compromiso con la mejora lo que nos hará sonreír de forma auténtica y duradera. En definitiva, lo que nos hará más felices, a pesar de todos los problemas, a pesar de todos los pesares.
Para mí ser educador/a es ser optimista por definición. Es creer que siempre hay posibilidad de aprender, de mejorar, de crecer. Gracias, una vez más, por compartir tus reflexiones, querido maestro. Un abrazo.
Los sabios de la antigüedad y de algunas comunidades actuales son las personas que más admiración y respeto han representado para el resto de sus congeneres. A día de hoy, la figura del profesor no es ni respetada mi mucho menos admirada entre el alumnado. Evidentemente esto es una generalización, pero díganme si no es cierta y erro en dicha deducción.
Los profesores, más que modelos, han de saber encauzar a los jóvenes hacia los modelos más auténticos y menos superficiales a través de sus enseñanzas y todo es más fácil con la alegría de por medio. Palabra de gaditano.
Saludos, seguiré su blog.
P.D. Lo he conocido a través de la entrevista que le hicieron para los alumnos de la Universidad Internacional de La Rioja.
Estupenda la idea de Horacio. Habitualmente somos demasiado lúgubres. Es bueno despertar sonrisas en la escuela.
Esos profesores y profesoras podrán verse cada día reflejados en el espejo. Les devolverá ampliada la imagen de su estado de ánimo. Pero también encontrarán una llamada a la sonrisa.
Bellísima idea… en todos lados deberíamos colocar probadores de imagen… Sonreir hace bien a los otros pero mucho más a quién sonríe…
GENIAL. Me encanta el artículo. Y me motiva en un día de bajón. Porque la exposición de hoy no me ha salido del todo bien. Estoy preparando a oposiciones y me es grato saber que no soy yo la única que piensa esto; “Cada vez que pienso en los miles de personas que están anhelando un puesto de trabajo en la educación y veo a quienes maldicen la tarea que están haciendo pienso que sería estupendo para todos ofrecerles una jubilación anticipada. Ellos disfrutarían de su inactividad docente, los alumnos se librarían de una condena y los nuevos docentes disfrutarían de su condición de educadores.” GRACIAS MAESTRO por sus APORTACIONES.
Buenísima, una alternativa para mejorar. Al respecto, permítame estimado maestro, poner en discusión como seguramente usted ya lo ha hecho en varias oportunidades, en mi país(Chile) reza el dicho; -“hay que arar con los bueyes que tenemos”- a todas luces, hechos consumados que el sistema, el a veces perverso sistema nos impone, lo veo a diario en que muchos llevan por delante el pesimismo del me costó levantarme, hoy me hubiese quedado en casa, no trabajo un minuto más, los teóricos son una lata, no me pagan perfeccionamientos… y miles de frases negativistas, estos bueyes, realmente nacieron, se formaron, los validaron para serlo, muchos aprendieron en el campo a serlo. sin embargo, ¿cuántos docentes, profesores maestros, están hoy en este momento, una tarde de día sábado preparando la clase, el material, la jornada semanal, investigando o estudiando para ser mejor profesional? seguro y me consta somos muchos, entonces: como lo menciona ud. en el relato de la catedral;analógicamente¿sabrá el buey que su trabajo es surcar los caminos para una siembra y posterior buena cosecha, o solamente atiende al látigo constante sobre el cual camina pretendiendo arrancarse de este?. Nos hace falta en la práctica, determinar y profetizar positivamente nuestro diario vivir, aún más en lo profesional, y en lo complejo y hermoso que es educar( lo digo de esta forma porque asumí, consciente que no sería fácil, que no ganaría mucho y que el trabajo sería harto), proyectar a los niños diciéndoles tú tienes habilidades para…o para esto…en el futuro tú podrías ser… , así al pasar de niveles se irán formando, definiendo sus intereses, y al llegar al universidad, esta tendrá una tarea muy clarificadora en seleccionar a los ya preseleccionados bueyes, y de esta forma convertir este famoso derrotero de “arar con los bueyes que tenemos” en estamos educando con lo mejor que tenemos, y de paso, la frase “condición difícil”. Porque lo que un niño necesita es aprender en y con alegría. Evidencia de esto: Esta semana, comencé un trabajo con los chicos en donde mostré una presentación de la obra Alegría del Cirque du soleil, y he logrado transmitir no solamente a ellos, a los profesores , los mismos chicos a sus padres, desde la música hacia la expresión integrada en función del lenguaje, basta con entrar a la sala de clases con gestos y cantando para cambiar los esquemas, donde ellos siguen la lógica, veo que se puede cambiar lo difícil con un poco de alegría. Disculpando lo extensivo, como dijo Voltaire, “Hay alguien tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás”, y yo sigo aprendiendo de usted. Saludos Maestro Miguel.
¡Una idea genial!, voy a proponerlo en mi centro y le cuento. Gracias
Hola Miguel,
Siempre he sentido esto, del espejo cuando se entra a una sala de clases, pero lo he hecho mucho mas conscientemente en los últimos años. Más bien creo que es una “cámara de espejos y de reflejos” muy potente y si estamos atentos y sensibles, incluso nos va avisando como vamos en el transcurso de la clase. Al ver la cara y los ojos de nuestros alumnos nos damos cuenta de muchas cosas y también si nuestro mensaje está llegando bien o no. Es una tremenda responsabilidad pararse adelante y darte cuenta de que podemos influir positiva o negativamente en ellos.
He visto a diario lo importante del saludo inicial con una gran sonrisa positiva y cálida y que basta solo esto para cambiar su actitud receptora….es como si algo se abriera dentro de ellos.
Creo que la sala es una cámara de transformación, tanto para los alumnos, como para nosotros mismos.
Una gran oportunidad de crecer que tenemos a diario.
Un abrazo grande
MPaz
Les aconsejo a mis alumnos de 1º de Magisterio que tengan un espejo en casa y que, cuando salgan se miren y se vean, con que idea van a clase y, al volver, hagan lo mismo para saber qué han hecho.
¡Nadie se puede engañar a si mismo!
Saludos Miguel y muchos recuerdos optimistas.
Estimado Profesor MIguel Angel:
Soy docente de la provincia de Entre Ríos, y he tenido el honor de participar de la conferencias que ha dado en la ciudad de Gualeguaychú, lo cuál han sido un balsamo en nuestra labor docente, sentirse valorada y apreciado dentro de tanta confusión a veces. LO saludo a la distancia,sintiendo que sus consejos han llegado en buena hora. Ahora estoy participando de una capacitación sobre Evaluación y los capacitadores han adoptado su libro, “La evaluación como aprendizaje “, como guía para lo cuál lo he comprado para poder participar mejor.
Lo del espejo es un gran desafio , el cuál muchos no estamos preparados para afrontar o no queremos.
El vernos tal cuál somos y no con apariencias suele confundirnos y mostrarnos una imagen confusa, que compramos para aparentar.
La escuela en la cual trabajo, es muy similar a la del Director de Mendoza, barrio marginal y con un grupo humano bastante dificil, somos madre, padre, cocineras, etc., luego recien docentes, pero siempre al finald el camino se siente la satisfaccion de la labor cumplida, de eso no tengo duda.
Ojala venga pronto por Entre Ríos de nuevo, a presentar su nuevo libro el cual fue suspendido.
Lo saludo y admiro muchisimo.
Un abrazo
Betina Bianchi de Concepcion del Uruguay- Entre Rios
Muchas gracias por este relato, ya que “te abre los ojos” y te recuerda que no hay nada mejor que poder dedicarte a lo que amas. Pero sino es así, tienes que dar lo mejor de tí misma o mismo sobre todo si eres de las personas privilegiadas que se encuentran en el mundo de la educación.
Recuerdo un artículo de M.Angel Santos que se titulaba LA CASA DE LOS MIL ESPEJOS. Me impactó mucho. Venía a decir que la escuela es una sala con mis espejos que nos dev uelve multiplicada por mil la imagen que nosotros proyectamos en esos mil espejos.
Creo que en un mundo en el que las prioridades son el dinero, el poder y la fama, es bueno que se ponga sobre el tapete la importancia de la educación y, por supuesto, de los profesionales que se dedican a esa decisiva tarea.
Siguiendo su acertado artículo,y los comentarios de los lectores…..se me ocurre,que el sistema de acceso a las distintas carreras,debería de cambiar….
Es una lástima que la CAPACITACIÓN Y LA VOCACIÓN de los alumnos se mida por notas de corte.
Tampoco es muy acertado el sistema de oposiciones para acceder a una plaza de docente…porque ese sistema no mide
la paciencia,el entusiasmo,la ilusión,la capacidad de enseñar,de transmitir los conocimientos,no mide la expontáneidad,el compromiso,la complicidad,el querer a los alumnos…NO…ESO NO SE MIDE EN UNAS OPOSICIONES.
ESTARÍA MUY BIEN QUE FUESE EL PROPIO ALUMNO EL QUE CERTIFIQUE LA CAPACITACIÓN DEL MAESTRO.ESA SI QUE SERÍA UNA PRUEBA DEFINITIVA….DE QUIEN ESTÁ DONDE DEBE ESTAR¡¡¡¡¡