Me sorprende, tanto como me indigna, la intromisión del episcopado en el gobierno y la vida de todos los ciudadanos y ciudadanas de la sociedad civil. No es de recibo que la Iglesia pretenda decidir lo que debemos hacer los demás. Y esto sucede de manera muy especial en todo lo que concierne a la sexualidad.
Me pregunto por qué tanto interés por estas cuestiones y creo que se debe a que todas las personas tienen sexualidad. Y, claro, controlando la sexualidad se controla a todas las personas. No todas tienen poder, ni dinero, ni fama, ni títulos académicos. Pero todas tienen sexualidad. Y ahí está la Iglesia diciendo lo que hay que hacer respecto al uso de anticonceptivos, al aborto, a la homosexualidad, a la masturbación, a las relaciones prematrimoniales, a la píldora del día después, al divorcio, a la fecundación in vitro (es reciente la cruzada contra la concesión del Nobel de Medicina a Robert Edwars)…
¿Le decimos los demás a la jerarquía eclesiástica qué es lo que tiene que hacer con el celibato, con la castidad o con la opción sexual? También pensamos, también tenemos criterios, también tenemos conciencia y responsabilidad sobre esas cuestiones. ¿Sería razonable que pretendiésemos imponérselas? ¿No sería más coherente, más honesto, más justo, que los obispos se dedicasen a pensar en lo que sucede con el comportamiento sexual de sus clérigos, especialmente en lo relacionado con la pedofilia?
Acabo de leer en El País (día 6 de octubre) que el señor Camps, Presidente de la Comunidad Valenciana, ha exigido la suspensión temporal de todos los cursos de educación sexual que imparten los técnicos de la Consejería de Sanidad en los colegios, a instancia del Arzobispo Carlos Osoro. La razón que aduce monseñor Osoro es que los contenidos de los programas tienen “una visión muy reduccionista del ser humano”.
¿Qué significa reduccionista? Pues muy sencillo, que carece de las claves que considera valiosas Monseñor Osoro. ¿Y si otros no estamos de acuerdo con esas claves? ¿Y si queremos que sea reduccionista esa visión? Cuando se carece de algo, es decisivo decidir si ese “algo” es deseable. Alguien que no tiene una visión transcendente o religiosa de la vida, carece de algo, sí. ¿Qué sucede si así lo desea? Cuando alguien no tiene una joroba carece de algo. Pero parece muy lógico que no desee tenerla.
La Consejería envió el 12 de julio una circular a los centros de salud sexual y reproductiva en la que notifica la “suspensión temporal de la planificación de las intervenciones de los Programas de Intervención en Educación Sexual (PIES)” que se ofrecen a los alumnos de 3º de ESO (14 y 15 años).
Pero no son esos los únicos cursos de sexualidad que imparten los sexólogos o enfermeras de la sanidad valenciana y que se han parado. Desde hace muchos años se vienen impartiendo cursos de educación afectivo sexual a alumnos de 5º de Primaria, 3º y 4º de ESO y 1º y 2º de Bachillerato (además de los PIES). Todos estos programas formativos también han sido congelados.
Los materiales cuentan con el respaldo de sociedades científicas como la Academia Española de Especialistas en Sexología, la Fundación Española contra la Contracepción o la principal entidad de médicos de familia Semfyc.
Los programas de educación sexual, según informa El País, están siendo rediseñados. “El Arzobispado de Valencia encargó hace meses al Instituto Valenciano de Fertilidad, Sexualidad y Relaciones Familiares, próximo al Opus Dei, el diseño de unos cursos alternativos para poder ofrecérselos a los colegios. Fuentes de la institución religiosa indican que los materiales se están ultimando pero que aún no existen acuerdos con la Generalitat para impartirlos”, señala el periódico.
Lo que más me sorprende es que los ciudadanos y ciudadanas no reaccionen de forma crítica, incluso violenta, ante estos atropellos. Sólo se levantan algunas voces, como la de Marga Sanz, coordinadora de Esquerra Unida, que acusó a Camps de “gestionar la educación, la sanidad y los servicios a golpe de rosario”.
¿Cómo pueden votar los ciudadanos a un gobernante que se pliega de esta manera tan sumisa y tan injusta a la voluntad no de quien le ha votado sino de quien se inmiscuye descaradamente en lo que no le concierne? Las familias a quienes les gusta la visión del Arzobispo tienen sus parroquias y sus catequesis para cultivarla. A mí me parecerá estupendo y respetable.
Cada vez que, en una sociedad democrática como la nuestra, en un estado aconfesional, suceden hechos de este tipo, me llevo las manos a la cabeza y, seguidamente, al ordenador. Porque me indigna que la Iglesia pretenda gobernar la vida de los ciudadanos, de los creyentes y de los no creyentes, de los católicos y de los budistas, de los judíos y de los musulmanes. ¿No tienen sus iglesias y sus catequesis para explicar su credo y su moral a sus fieles? ¿Por qué tienen que imponer uno y otra a toda la ciudadanía?
¿Somos tan tontos (y tan tontas) que necesitamos la tutela moral del episcopado? ¿Somos tan malos (y tan malas) que precisamos que alguien nos vigile, nos oriente y nos pastoree? Por favor, dejen que la sociedad civil decida por sí misma. Déjennos condenarnos si queremos.
Yo mismo he sentido esa invasión de la jerarquía hace unos meses en Argentina ya que una Editorial, por presiones del episcopado y del Opus Dei, censuró un libro mío titulado “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa” porque contenía una “Carta abierta a un profesor homosexual”. Una carta nacida de la compasión hacia un ser humano que todavía sufre discriminación, desprecio y burla.
Dice el obispo díscolo francés Jacques Gaillot: “El Vaticano tiene que salir de la cama de la gente”. Lo suscribo. Yo también me dirijo con él a los obispos para decirles lo que ya anticipé en el título del artículo: Salgan de la cama de la gente.
No puedo estar más de acuerdo. Un saludo y gracias, señor Santos.
Reaccionar con vilencia no. La violencia siempre es mala. Hay que reaccionar con sabiduría, con cordura, con inteligencia y siempre con paz.Nadie tiene derecho a imponer nada. Cada quién puede hacer saber su manera de pensar.
La prevención en todas las áreas es la clave de un mundo mejor. Y es un factor imponderable a la hora de ahorrar dolor lágrimas y dinero. Todos los gobiernos, todas las instituciones, confesionales o no, deberían implementar planes de prevención. Prevenir enfermedades, prevenir embarazos no deseados, prevenir desnutrición, prevenir adicciones, etc, etc, etc,
Cuantas angustias menos, cuantas amarguras menos, y cuanto dinero menos… Todos las personas tendríamos que hacer un culto de la prevención.
Y como la sexualidad atraviesa a cada una e las personas en todas las instancias de la vida, es un lugar desde donde la educación tiene mucho que hacer. No es una cuestión de obligar a hacer nada. Solo de enseñar cuestiones que llevan a una mejor calidad de vida personal y de la sociedad toda.
Claro que la educación para el amor es el centro de la vida. Pero parte de esa educación es enseñar a cuidarse.
Puedo hablar de este tema desde dos lugares muy diferentes. Como educadora. Como madre.
Solo voy a hacerlo como madre. La educación sexual no empieza a los 13 o a los 14 o a los 15. Empieza el día que los hijos/as nacen. Empieza en el diálogo cotidiano, en establecer lazos de afecto que permitan espacios de conversación continua. No podemos hablar con ellas o ellos a los 15, si no lo hemmos hecho cada día de todo, de cualquier cosa. Es parte de enseñarles a vivir. De enseñarles a disfrutar de la vida con responsabilidad. Yo les enseño a mi hija y a mis hijos de manera implícita y explícita a amar y a ser felices. Cuidarse forma parte del programa. No tengo ningún problema en hablar de todos los temas a solas o con los cuatro, según amerite la cuestión. Yo les hablo de amor, pero compro los preservativos o las pastillas anticonceptivas. Y ella y ellos saben que tienen que asumir la responsabilidad de cuidarse y ser felices.
Y si, que salgan de nuestras camas, pero no todos, algunos pueden estar buenos… Perdón, es una broma…
Rechazo frontalmente este artículo. Me parece lamentable. Soy andaluza, o sea, la comunidad autónoma valenciana me queda muy lejos. Pero que el autor se permita una llamada a la violencia de los ciudadanos por simples cuestiones ideológicas me resulta difícil de concebir en un estado democrático. Se puede hablar, se puede discernir, se pueden confrontar puntos de vista en torno a la cuestión de la que trata el artículo, pero nunca hacer un llamamiento a la violencia para arreglar ningún tipo de cuestión. Repito, lamentable.
Estoy totalmente de acuerdo con A.F. También tengo 3 hijos y una hija, y sólo el diálogo desde muy pequeños y el ejemplo conforman, según mis convicciones, la educación sexal que concibo acertada.
¡Y a tratar de vivir de manera armoniosa y en paz con nuestras conciencias, a ser prevenidos, y a ser felices!.
Saludos cordiales a todos.
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En mis años mozos circulaban y llegaban a nuestras manos libros de sexualidad que estaban tutelados, por lo menos, por el Opus. Menos mal que nos llegaron libros de “Ruedo Ibérico” y pudimos comprobar que no éramos bichos raros, que lo que nos pasaba, le pasaba a todo el mundo… Es una triste realidad que tengamos que seguir tutelados en sexualidad por personas que no saben cómo funciona el sexo y además que haya políticos que se dejan gobernar de esta manera tan descarada.
Claro, que no sabemos si es que estos políticos les tienen que devolver el favor a sus obispos, porque le están haciendo el trabajo sucio a los que creen que son sus políticos del alma.
“Maiora videbitis”
Amen.
Mientras que sigamos con el nivel de “hipocresía social” que tiene este país, la jerarquía eclesiástica seguirá anclada en el pasado y alejada de la realidad social.
Desde luego, y pase lo que pase, en mi cama que no se meta ningún obispo….
Soy mujer,docente,licenciada en Teología, pero mis más grande orgullo es ser madre del corazón de mi hija. Como mamá y católica apostólica romana, coincido en muchos aspectos con mi respetado profesor quien escribe este artículo y se la discriminación que tuvo que sufrir en Rosario, capital de Santa Fe, de mi país, Argentina.
No creo en la Violencia, pero si en el diálogo. Como también creo que el Opus comete grandes errores, errores que van en contra de la escencia de la doctrina católica: “Amar al Prójimo” Jesús no aclaró si el Prójimo, era heterosexual u homosexual. Solo dijo: “Amar”… Y el AMOR es el sentimiento más bello que puede sentir un verdadero Ser Humano.Y más bello es cuando entre otras cosas que exige el “AMOR”, se brinda con respeto. ¿Quién soy yo para juzgar??? Pues nadie. ¿Quién es el OPUS para juzgar??? Nadie. Quienes pertenecen a esta institución eclesial deberían fijarse como cada uno actua…Que ejemplo dan…Si se sienten tan omnipotente con respecto a los demás mortales, memoricen primero las palabras de Jesús y porque no vuelven a las fuentes que dejo com enseñanza E. de Balaguer???
En mi familia hay una mayoría que pertenece al OPUS, y con dolor lo debo reconocer, sus ejemplos de vida, dejan bastante que desear.
Eso sí, conozco mucha gente del OPUS, con una mente abierta y que respeta la diversidad de ideas y de pensamientos, claro qu son los menos!!!
No es de extrañar que el clero quiera gobernar la vida de la gente, lo ha hecho siempre y ellos sí son fieles a la tradición, viven de eso. Lo que indigna es que el poder político, que a todos representa en una democracia, gobierne a golpe de sotana. Cuando vemos gobernar a la derecha, y por la izquierda nos quedamos sin referentes ¿cuál es el mal menor?. ¿Qué hago pues con mi voto?. Suscribo las palabras de mi admirado Miguel Ángel Aguilar, “yo ya no sé si soy de los nuestros”. De los otros tampoco, por supuesto. ¿Entonces?. ¿Dónde están los gobernantes filósofos de que hablaban los griegos, aquellos que en nombre de la idea del Bien gobernarían con Justicia y al margen de ningún otro interés?. Si va a ser mejor vivir en la ignorancia, nada sabía de lo de Valencia, si es mejor no saber para que no nos salga la vena violenta.
Estoy de acuerdo con el rechazo frontal, en las aportaciones en este foro, a la “llamada a la armas” del autor en su artículo. Y no dejo de salir de mi asombro por ello. Alguien que promulga la comprensión, la concordia, la sensibilidad en sus artículos que de repente haga una llamada a la violencia de los ciudadanos por simples cuestiones de ideología (creyentes de cualquier religión versus no creyentes; ideologías políticas versus otras ideologías políticas cualesquiera….) comete el mayor de los errores: en las modernas sociedades democráticas, debe imperar la tolerancia, la coexistencia de creencias, sean cuales sean éstas, en respeto mutuo. Ése es el camino, en la medida que cada persona es libre de construir su mundo personal, vital, con las referencias con las que se sienta más identificado. Que una persona crea que sus referencias son las únicas posibles, las “verdaderas” está cometiendo el mismo error que puede achacarles a los que no piensan como él. En fin, todos cometemos errores, simplemente. Saludos.
No me sorprende la reacción del episcopado, en todo caso criticar la reacción de Camps, la de suspender los cursos, tan necesarios en nuestros días de educación sexual. La Iglesia es una gran negocio de la moralidad, ellos dicen lo que está bien y lo que no, es así, no debemos rasgarnos las vestiduras, lo que debemos hacer es con planteamientos morales, o aún mejor desde el convencimiento de la libertad, dar nuestra visión, democrática y eficaz para nuestra sociedad.
Soy un claro defensor de la laicidad estatal, no quiero decir lo de prohibir procesiones o acabar con el folklore popular, pues también hay que reconocer la realidad social de nuestra España, en la que la mayoria es católica y creyente, en mayor o menor grado.
Los gobiernos deben de gobernar desde un prisma aséptico, desde lo bueno para la salud y la educación de todos, independientemente de la religión de la mayoria, y claro está que existan los mecanismos para quien no los quiera (tema peligroso éste).
Por cierto para cuando un gobierno español democrático que reformule con el Vaticano el Concordato de 1959.
A ver si nos aclaramos. El señor Santos dice: “Lo que más me sorprende es que los ciudadanos y ciudadanas no reaccionen de forma crítica, incluso violenta, ante estos atropellos.” Esta frase puede interpretarse, al menos, de dos formas: 1) Al señor Santos, por su experiencia y/o conocimiento, le sorprende que no se reaccione de forma violenta; pero esto no quiere decir que el señor Santos comparta, aliente o exhorte a la gente a reaccionar violentamente. 2) El señor Santos apoyaría una reacción violenta de ciudadanos y ciudadanas.
Yo me inclino por la primera interpretación. Aunque no estaría de más decir que la violencia, en determinadas circunstancias, está perfectamente legitimada por ser absolutamente necesaria. Un saludo
Jorge Pérez, estás terminando de arreglarlo: “la violencia, en determinadas circunstancias, está perfectamente legitimada por ser absolutamente necesaria”. No sé si el contenido del artículo justifica semejante premisa y en todo caso, jamás escuché una frase parecida. Todo nuestro sistema educativo se dirige a la resolución pacífica de conflictos (un fin de la educación) y flaco favor hacemos a nuestros escolares si existen adultos que crean semejantes premisas como la que has escrito. En todo caso, agradecería ejemplos, para comprenderte.
Que divertido es ver como se van relacionando los comentarios… Y se terminan comentando cosas que distan mucho de ser la idea del texto original. Sin ninguna duda no fue el tema central la reacción violenta de las personas ante una imposición. Pero al usar las palabras hay que ser muy cuidadoso. Lejos está el autor de querer reacciones violentas. solo se pregunta como no reaccionan de esta manera las personas al ser sometidas a actos democráticos de injusticia. Claro, que sin sentido, nunca pueden ser democráticos si son injustos.
Veo que con este texto, desde todos lados hay gente que se siente molesta.
Muchas veces hay en estos artículos una actitud de abierta protesta hacia ciertos sectores ideológicos que el autor no comparte. A veces pienso que mejor que criticar a quién no piense como uno, es hacer conocer la propia manera de pensar y cada cual que la disfrute como mejor le acomode…
Si el autor a estas alturas no ha rectificado será que no tiene intención de cambiar una coma, ni una palabra de lo escrito y me parece muy bien. No me cabe duda de que tanto él como los que le leemos seamos gente de paz. Sin embargo algunos tenemos derecho a sorprendernos de seguir siéndolo o lo que es lo mismo, a sorprendernos de no reaccionar con violencia en determinadas circunstancias. Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?.
Estimados lectores/as:
Lamento haber tardado tanto en manifestarme, a causa de un largo viaje.
Cuando utilizo la palabra “violenta” no lo hago al azar. No me refiero a la violencia f’isica, por supuesto (perd’on, estoy en un ordenador que no tiene acentos). Pero s’i a una manera energica, dura, contundente. Si un conductor va conduciendo el coche y matando a la gente es obligacion mioral detenerle por la fuerza. O seria mejor pedirle por favor que dejara de atropellar a todo el mundo.
La violencia nunca justifica la violencia
Es mi última aportación al foro que ha dado pie el artículo de Miguel Ángel: rechazo cualquier forma de violencia y abogo por una prevención y resolución pacífica de conflictos. Todo nuestro sistema educativo parte de esa premisa, constituyéndose un pilar fundamental y reto educativo a la vez, de todos y cada uno de los centros educativos correspondientes. Y me reafirmo en un tesis de sentido común: las pugnas ideologías versus ideologías (de cualquier índole) deben supeditarse siempre a un sentido democrático de la convivencia. Como ciudana, jamás reaccionaré de “forma violenta” ante ninguna circunstancia. Rechazo por último, los paupérrimos argumentos y matices empleados a favor de ese párrafo. Y por último, recupero un precioso slogan de los años 70: “Haz el amor…. no la guerra”. Saludos.
Todos los que educamos debemos tener como contenido transversal educar para la paz y resolver conflictos en forma pacífica, lo actitudinal y lo ético están presente en todo lo educativo. No adhiero al término violencia, aunque comprendo el interrogante planteado por Miguell Ángel, tal vez lo hubiera cambiado por otro (enojo). Porque todos podemos manifestarlo, sin agredir al otro, ante un hecho una causa que lo amerite, no olvidemos que el propio Jesús se enojó expulsando a los mercaderes que vendían fuera del templo. No no olvidemos que hay un tipo de violencia peor que no se vé, la simbólica, ésta es la que cala profundo y la que denigra. Muchas veces se utiliza para imponer contenidos, ideologías, puntos de vista y a decir verdad, ésta me enoja mucho y me deja llena de interrogantes. ¿Quién puede arbitrariamente imponer contenidos, posturas, ideologías sin respetar al otro? ¿Con qué derecho? ¿Con qué poder? Aunque en muchos casos tengo una triste respuesta para éste último?
Vaya lo que se ha montado en el foro con el uso de la palabrita…… Violencia, sí. Y punto. No hay por qué rasgarse las vestiduras, ya que las interpretaciones que cada cuál pueda hacer del termino son múltiples. Personalmente, en ningún momento he acudido a la acepción más radical y me he imaginado prendiéndole fuego a una sotana (aunque sí elevando el tono de la voz y haciéndome oir). Y es que no se puede sacar la frase de contexto, porque si no, caeremos en el error de que el árbol nos impida ver el bosque. En cualquier caso, no sé de dónde se han sacado ciertos lectores y lectoras un hipotético “llamamiento a las armas”, cuando el autor tan sólo afirma sorprenderse de que la ciudadanía valenciana “no responda de forma crítica, o incluso violenta, antes estos atropellos”. Y yo también me lo pregunto. Porque sí, señores y señoras: que un colectivo eclesiástico (con cientos de casos de pederastia a sus espaldas), meta su cabeza en los centros educativos y se crea con la suficiente hegemonía moral como para dedicar sus esfuerzos a la “adoctrinación” sexual de las futuras generaciones, me parece un atropello en toda regla. Y creo que es es justo ahí donde debería centrarse el debate. Porque un gesto así, al menos desde mi punto de vista, sí que es violento.
Pues anda que no hay violencia en la sociedad, en las políticas y en las religiones. A algunos y algunas les molesta especialmente la violencia que sube (la que va contra el poder). La que baja parece molestarles menos. El artículo habla de una indudable e inadmisible violencia, pero muchos comentarios se centran en la petición de una respuesta violenta. Ojo, amigos y amigas, que es fácil escudarse en la mansedumbre para tragarlo todo. Alguien ha citado un famoso dicho de los 70. Yo invocaré otro: Cuando el dedo señala la luna, el necio mira la mano. Perdón.
Estimado Miguel Angel:
Me encontré leyendo su articulo y tengo que decir que estoy completamente de acuerdo con usted.
Me parece que se mal interpretó su opinion acerca de la violencia. Yo sostengo que es un hombre culto y de pensar antes de actur, y creo que al referirse a ella no pidió a la gente que encienda sus antorchas y se lancen en una caceria de brujas de la edad media, sino que defiendan los derechos de sus hijos como corresponde, exigiendo una educación completa y suficiente como para que puedan enfrentar la vida en este siglo xxi tan acelerado y con tanata necesidad de conocimiento y comprención!…..
Y aunque nunca fui simpatizante de la violencia me parece muy justa cuando siento que pisotean mis derechos. Y ¿qué es el derecho a la educación sino uno de los derechos más importantes y menos valorizados en nuestras epocas?
Aunque sostengo como A.F. que la violencia conduce a la violencia, no podemos dejar que nos lleven por delante, y como minimo tenemos la OBLIGACIÓN de expresarnos en contra de esto. De reclamar como personas civilizadas que dejen nuestra educacion EN MANOS DE QUIENES SABEN EDUCAR.
Lmento que la iglesia tenga una forma tan cerrada y poco realista de ver hacia el futuro o simplemente de mirar por la ventana y encontrarse con el presente… Porque ¿a dónde nos llevara la censura de la educación sexual, realizadea por personas que nisiquiera experimentaron la suya, sino es a la ignorancia?. Y ¿a dónde iremos a parar luego de ésta? Pues a adolescentes embarazadas, a embarazos no deceados, abortos y enfermedades de transmision sexual entre otras cosas.
Sostengo que hay que terminar con el TABÚ del sexo. Hay que hablar, preguntar y responder a todas las preguntas, porque el éste forma parte de nuestra sociedad y de nuestra vida cotidiana y tenemos que tener el mayor conocimiento posible para poder hacerle frente y actur responsablemente.
Talvez a mis 20 años tenga una vision demasiado “corta” de la realidad, pero quise dejar mi opinión.
Saludos desde Argentina. Aylen Medina Mansur.
El ejemplo que he utilizado para defender una postura enérgica, firme, contundente (“violenta”) se debe al teólogo y escritor Leonardo Boff. Me refiero al del conductor que va atrollendo a la gente con su coche. Hay que arrebatarle el volante. Probablemente no sean suficientes las súplicas y el “por favor, deje de matar a los demás”.
Pero en el artículo hay más violencia que la de la contestación. Hay una violencia terrible que no es de tipo físico sino de tipo moral. ¿Qué dicen mis críticos al respecto? ¿Hay que callarse?
Saludos
Dije que era mi última intervención, pero no puedo resistirme. Pensaba para mis adentros que este sería el tipo de artículo que jamás se me ocurriría mostrar con mis alumnos y alumnas; llevo toda la vida enseñando que un marco de concordia es esencial para una ciudadanía democrática, para un ejercicio responsable de la misma. Y si se me ocurriera mostrar un artículo como éste, donde la verdad ideológica parece tenerla exclusivamente el autor, con un llamamiento explícito a la violencia para los que no piensen como él… pues… flaco favor haría a la educación, en general. Pero no me entristece tanto el artículo como algunas de las aportaciones. En ellas sí que veo el fenómeno religioso radicalizado, en forma de enajenación mental a costa de intentar disculpar al autor aunque sea con los argumentos más delirantes, de estas personas que disculpan la violencia por la violencia o la violencia en determinadas circunstancias, que es lo más triste que recuerdo haber leído nunca y aún más triste en este contexto, una página web que habla de educación. Y educación, Miguel Ángel, es mucho más que el aprendizaje que se desarrolla en las aulas, como bien debes saber. Nos corresponde a todos y a todas, a pie de calle, en contacto diario con los niños, incluso escribiendo un artículo, ser educadores, predicando constantemente con el ejemplo. Ayer separé a dos niños que se peleaban (ambos lo hacían de forma “enérgica, firme, contundente, violenta”)en la calle. Después de media hora de estar con ellos, ninguno recordaba la causa concreta, ambos estaban arrepentidos y sobre todo, lo más bonito,los dos habían comprendido que la violencia era un error y siguieron jugando como siempre lo habían hecho. Uno de ellos me preguntó que quién era yo, que le resultaba extraño que alguien que no conocían de nada se ocupara de ellos. No me lo pensé dos veces y le contesté: “Soy educadora”. Y qué orgullosa me siento con ello, predicando, a diario y dentro de mis posibilidades, con el ejemplo. Saludos a todos y a todas, de verdad que no vuelvo a entrar en este artículo, lo haré en los siguientes, no aguantaría más lecturas de aportaciones como las que he leído estos días.
“Al sordo hay que gritarle”
Señora Pepa Banderas, ¿Qué habría hecho usted si esos dos niños se hubieran dirigido hacia usted, violentamente, y con la intención de agredirla físicamente? ¿Se habría defendido usted con las manos?
Un cordial saludo
PD
Ya sabemos que en las sociedades civilizadas, en ésas que saben educar, no ocurren esos hechos; pero ésa es otra cuestión.
Señora Isabel García Alonso, “Al sordo hay que gritarle”, o quizá no.
Un saludo
Al sordo del que hablamos, sí. Hay que ver qué mal captamos las metáforas, y qué susceptible anda el personal.
Al sordo del que hablamos, sí. Hay que ver qué mal captamos las metáforas y qué susceptible anda el personal.
Pepa Banderas:
Por lo que veo eres muy poco tolerante con lo que te las das de democrática. Al parecer no puedes soportar que te lleven a ti la contraria.
¿Qué es para ti la democracia? Dejar que los obispos mangoneen la vida de los ciudadanos no es democrático. Y el artículo habla de eso, amiga. Yo no sé qué artículos les puedes dar a tus alumnos. Este al parecer no te parece democrático. A quien no veo muy toletante y democrática es a ti. Se puede discutir hasta el infinito con quien no piensa como tú. Por cierto: ¿tú estás de acuerdo con lo sucedido en Valencia? Porque de eso no hablas. Y te empecinas en el término violencia, a pesar de que el autor ha aclarado que se refieren a energía, a firmeza, a contundencia. Y repites el mismo argumento sin variar un milímetro. Eso no es tolerancia, ni diálogo.
El tema que da sentido al artículo, desde mi opinión, es la intromisión moral, no la violencia.
Quien quiera vivir los preceptos de cualquier religión en cuanto a normas morales y de conducta, tiene los templos, cursos, la propia libertad en su vida de elegirnos.
Pero, por favor, en un centro educativo:NO.
La escuela debe favorecer el pleno desarrollo de su alumnado, en todos sus ámbitos personales.
La sexualidad, es uno de ellos, y creo que es responsabilidad de todos y todas educar y educarnos en la dignidad de la misma. Y en esto poco tienen que decir desde fuera.
Saludos Miguel Ángel.
La educación sexual se aprende en casa. Ni curas, ni políticos progres deben meterse en ello. Eso es cosa de la família.
Los niños y niñas viven y vivirán, de mayores, en la sociedad, por tanto, es la sociedad (la tribu) la que debe educarles, también en materia sexual (para que así, podamos vivir en perfecta convivencia y armonía). Ahora bien, esos niños y niñas que estén viviendo y vayan a seguir viviendo durante toda su vida entre las cuatro paredes de sus casas (¿Hay alguno de estos por ahí?, no tengo objeciones para que sólo sean educados por sus familias, y que la televisión que vean sólo sea realizada por sus familiares, no vaya a ser, por lo contrario, que vayan a recibir malas influencias. No sé si me he explicado bien. Un saludo
Sr Santos: Hace algún tiempo que le sigo. Estoy totalmente de acuerdo con usted, desde el título hasta el punto final de este artículo que ha creado cierta polémica.
La corrupción no sólo está en aceptar dinero a cambio de favores; hoy día hay una corrupción en las ideas que ha llegado a un punto difícil de soportar. La moral que pregonan determinados sectores es una “moral” con adjetivos (no quiero decir que adjetivos se me ocurren), la moral a secas es otra cosa y nadie la tiene como propiedad exclusiva, es algo que nos pertenece a todos. Invocar la “moral” para justificar la intromisión entra dentro de una podredumbre ética que está muy de moda y que va en aumento; por eso hay que emplear la fuerza para contrarrestar todas esas “ocurrencias” (para mi no tienen la categoría de ideas)virulentas y ponzoñosas.
Hoy se nos manda trabajar más y ganar menos, se nos manda que seamos castos y puros, pero quienes esto nos mandan ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Sr. Santos tiene usted mi admiración.
Estoy totalmente de acuerdo con lo expresado en este artículo.
Graciela. Argentina.
Yo creo que la Iglesia está en todo su derecho de expresarse como quiera. Si uno no es católico, le importará un rábano lo que diga la Iglesia. Si uno es católico, tiene dos opciones: acpetarlo y hacer lo que dice la Iglesia, o alejarse de ella. La Iglesia debe marcar un camino para aquellos que la quieran seguir. y me parece perfecto. El que no esté de acuerdo que se salga de la Iglesia. Pero no la crucifiquemos por dar su opinión. Seguramente cada uno encontrará una iglesia que le cuadre mejor. Y no pretendamos cambiar dos mil años de doctrinas. Por Dios!
¿Quién se ha metido con lo que le dice la Iglesia a sus fieles? El problema que aquí se plantea es que la Iglesia pretenda gobernar la sexualidad de todos los ciudadanos y ciudanas, sean o no creyentes. Estamos hablando de programas de educación sexual de una COMUNIDAD AUTÓNOMA, no de los fieles cristianos. Se dice literalmente que la Iglesia debe gozar de libertad para practicar la castidad, el celibato…, pero que no se meta con lo que quieren ahcer los demás con sus vidad y con su sexualidad. En el artículo no me meto con la Iglesia sino con el HECHO PROBADO de que la Iglesia se meta en el gobierno de la secualidad de todos, que es muy distinto. Dos mil años de doctrina serán magníficos…para los creyentes. Respetemos a la Iglesia y que la Iglesia respete a la libertad de los demás.