Por tres bragas, un libro

10 Jul

Me han enviado una foto que ha sido tomada en un mercadillo. En ella se puede ver un puesto de bragas extendidas sobre una mesa y dos pilas de libros en medio. Sobre los libros aparece un significativo cartel publicitario: “Por la compra de tres bragas, le regalamos un libro”. Es decir que si la clienta o el cliente paga por lo que realmente vale dinero, le hacen un obsequio de lo que apenas tiene valor. Si se hubiera hecho la oferta opuesta, todo sería más inteligible en los tiempos que corren o, mejor dicho, que vuelan. “Por la compra de tres libros, le regalamos unas bragas”. Pero no. Me he esforzado en reconocer qué tipo de libros es el que tan generosamente se regala, pero no me ha sido posible descifrarlo. No es legible su título dado el plano de la toma y el ángulo de la foto. Y bien que me hubiera gustado saberlo. Por tres bragas, “Cien años de soledad”. O “El viaje del elefante”, o “Los cuadernos de Don Rigoberto”.

No sé hasta qué punto habrá tenido éxito la estrategia publicitaria. Ni sé tampoco si las clientas o los clientes que hayan mordido el anzuelo habrán tenido como reclamo principal el libro o las bragas. Podría también suceder que el autor de la obra sea el propio tendero y que no vea otro modo mejor de difundirla que a través de la venta de un artículo imprescindible. No sé a quién le habrá convencido para pagar por un artículo que acaso no necesitaba comprar, el hecho de llevarse a casa un libro de poesía, de novela o de ensayo. También me imagino a alguna compradora pidiendo que, en lugar del libro, le regale otras bragas, ya que la lectura le parece más que un regalo, un castigo.

Pienso en la lectura. En su importancia. En su complejidad. Porque no se trata sólo de leer, sino de leer con criterio. Siempre me ha sorprendido el hecho de que se entienda la lectura como algo bueno per se de la misma o parecida manera que se considera el hecho de ver televisión como algo negativo. No lo veo así. Porque se pueden leer cosas estúpidas y ver programas magníficos, aunque no haya muchos.

Pensemos que se insiste mucho en la invitación a la lectura, en la iniciación a la lectura. Pero no en la invitación a ver la televisión o en la iniciación a ver la televisión. Lo que necesitamos son lectores y espectadores inteligentes que no se dejen engañar, que no se dejen seducir. Porque están formados. Porque tienen criterio.

Lo que habrá que formar es lectores y lectoras, espectadores y espectadoras capaces de saber discernir cuándo le están diciendo majaderías o grandes verdades y cuándo se las están contando de manera bella o chabacana.

Respecto a la lectura me sorprende el rechazo de muchas personas a una actividad tan apasionante como divertida. Claro, que ha de ser esforzada también. Porque hay que entender lo que se lee. E interpretar lo que se lee.

¿Por qué muchas personas consideran que leer es una actividad aburrida? Acaso porque les han obligado a leer lo que no querían o lo que no entendían. Recuerdo que, cuando escribía su columna en El País el ya fallecido Eduardo Haro Tecglen contaba en una ocasión que estaba realizando una mudanza. Entre las cosas que tenía que trasladar era una montaña de libros. Un joven se esforzaba, sudando, en transportar una caja llena de libros. Eduardo, al ver su esfuerzo, le dice:

– Siento que tengas que hacer un esfuerzo tan grande. Los libros son pesados y la caja demasiado grande.
El chico se dirige al escritor y replica:
– Lo mío no es nada, Don Eduardo. Lo malo es lo suyo que tiene que leerlos.
Con lo que se puede disfrutar leyendo. Con lo que se puede aprender leyendo. Si se sabe leer, claro está.

Hay que elegir los libros con criterio. Dada la abundancia de literatura que hoy existe es muy importante saber seleccionar. Quizá sea más importante saber qué no hay que leer que lo que conviene leer. Y luego hay que saber leer con criterio, con capacidad de discernimiento. Porque se pueden leer libros con la misma actitud papanata con la que algunos ven la televisión. Abriendo a la vez los ojos y la boca. No. Cuando se lee hay que entender y hay que descifrar. Hay que comprender y hay que analizar. Disfrutando, sí, pero no tragando como tragan los pavos la comida. Hay que masticar. Hay que digerir.

En un hermoso libro titulado “La magia de leer”, José Antonio Marina y María de la Válgoma dicen: “Aprender a leer es conseguir la llave para entrar en un mundo nuevo, hasta entonces hermético. Proporciona una alegre sensación de poder y libertad que experimentan sobre todo las personas mayores que aprenden. Ser analfabeto es un modo de esclavitud, de parálisis o de ceguera”.

Todo es hermoso en los libros: su formato, su tacto, su olor. “Oye este libro que a tus manos envío/ en ademán de selva”, dice el poeta Vicente Aleixandre. Los títulos son, a veces, ingeniosos y sugerentes: “Donde el corazón te lleve”, “Quien no lea este libro es un imbécil”, “Cómo leer en bicicleta”, “Crónica de una muerte anunciada”, “El tiempo envejece deprisa”, “El peso de la noche”… Las dedicatorias son una fuente de sonrisas: “A mi mujer, sin cuya ausencia nunca hubiera podido escribir este libro”. “Mira, mi vida” (en una autobiografía). Las erratas son, en ocasiones, filones de humor: “Ayer nos visitó nuestro querido señor obispo, tonto más amado cuando más conocido”. Y, sobre todo el contenido, que nos hace disfrutar, aprender, viajar, conocer personajes, desentrañar historias, discutir teorías.

A mí me gusta aconsejar a los alumnos que se hagan su “ex libris”, un sello personal con su nombre y logotipo original que, desde la primera página identifique a su feliz poseedor.

Bienvenida la idea del vendedor de bragas si consigue que alguien se asome a la lectura cuando sólo pretendía remediar una perentoria carencia. “Por la compra de tres bragas, le regalamos un libro”. ¿Hay quien de más?

17 respuestas a «Por tres bragas, un libro»

  1. Me preocupa que los alos alumnos salgan de las escuelas y e las Universidades aborreciendo la lectura. Y si no aborreciéndola, al menos no amándola. ¿Qué hacemos mal? Porque la lectura es un quehacer maravilloso.

  2. Qué bueno. Me gusta como tratas el tema: con humor, maestría y didáctica.
    A mí me encanta leer. Es más, no concibo cómo todavía queda gente que te confiesa (sin ningún pudor) que no ha leído un libro en su vida. Y, además, lo dice echando pecho, como si quisiera dar a entender que caer en ese vicio de la lectura es algo de lo que ha conseguido zafarse a pesar de todos los intentos que hicieron sus profesores, sus tutores, su familia y sus amigos. Pues, ellos se lo pierden.
    Hay una frase que dice: “Leer es vivir dos veces”
    Mi libro amante es: El amor en los tiempos del cólera.
    Mi último novio: La soledad de los números primos.
    Mi maestro: Juan Salvador Gaviota
    Mis amigos: Alfanhuí, El camino, Seda…

    Un abrazo, Miguel Ángel.

    PD: Hay una alumna tuya que ya es pedagoga, que me ha impartido un curso hace poco, y fue la que nos recomendó tu blog. Ella se llama María Eugenia y es una persona increíble.

  3. Si yo te leyera…Cuando yo tenía a mi cargo una clase de preescolar, pues así se llamaba entonces, hace veinticinco años, mis alumnos me traían cuentos a la clase para que yo se los leyera, porque el primer día que me trajeron uno, me faltó tiempo para abrirlo en la alfombra y leérselo a todos en el corro.
    Qué bien me vino esta estrategia, pues no me faltaron recursos. Me traían otras cosas, pero el punttazo lo dieron los cuentos. Esto si que era prelectura, atención, unción…
    No está mal contar cuentos, por aquello de “si yo te contara…”, pero leer, desentrañar lo que puede poner un pequeño libro es un comienzo maravilloso. Después ya vendrá el hacer libros: el de “La Paz, el del “Cumpleaños”, el de “Los bomberos”, el de “La Feria”…
    Feliz verano lector.

  4. La lectura nos salva del aburrimiento. Se puede leer en cualquier lugar y a cualquier hora. Es una suerte enorme que te guste leer.

  5. Qué apasionante es la lectura. Cuántas cosas te enseña si sabes leer. Cuánto te permite disfrutar. No me cabe la mnenor duda de que hay libros indigestos en cuanto al contenido y pésimos en cuanto allenguaje, pero ahí está la clave. Comer puede ser una fuente de satisfacción, pero hay comidas en mal estado. Hay que saber elegir y saber digerir.
    Lo que no comparto es la caradura de los censores que pñrimero leen y después les dicen a los demás si pueden o no leer. ¿Qué se creen? ¿Por quién nos toman?

  6. Curiosa foto ¡Gracias por compartirla!

    Soy bastante curiosa por lo que he investigado sobre los libros.

    Los dos libros son de poesía:
    -Elegia en Astaroth de Ángel García López( Premio Nacional de Poesía de 1973)de Arbolé Editorial Oriens, Madrid.
    -Oratoria del Guadarrama y Miserere en la tumba de R.N de José Luis Prado Nogueira. Son dos libros en una, el primero es una colección de poemas, publicada en 1956, en la que reconstruye la estancia en un pueblo de la sierra durante un verano de finales de los años 40 en la que el hijo enfermo, niño aún, ha acudido para “sanar su pecho”, y Miserere en la tumba de R. N., un único poema dedicado a la madre del poeta (Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía en 1960)

    Vamos que realmente valía la pena comprar tres bragas y no precisamente por las bragas…

    Un abrazo y gracias por tu escritura que nos permites “leer”

  7. Gracias, Pilar, por ayudarnos a descifrar el contenido de esos ejemplares que pretenden ser un reclamo para la compra. En la foto que yo tenía no se podían leer los títulos.
    Resulta significativo saber que son libros de poesía. O sea, que merecía la pensa llevar seis bragas.
    Culto, ingenioso y feliz tendero. A él le debe de gustar la lectura porque piensa que compradoras y compradores van a encontrar en el regalo un buen motivo para soltar unos euros. No se equivoca.
    Un beso y gracias.
    MA Santos

  8. Un breve apunte, a propósito del nombre ( que se puede leer en la foto ) de Astaroth. Aunque Astaroth pasa por ser el nombre de un demonio de cierta importancia (“duque de los Infiernos”), desde el punto de vista lingüístico es otra cosa. En primer lugar, tiene relación con Isthar, con Astarté, con Estrella y con Ester o Esther. Es el nombre de una diosa antigua, nada demoníaca por cierto, y astaroth sería el plural de Isthar/Ashtar/ Astarté, que el ser tomado como masculino y como un tipo de dios que no era Dios, se identificó con un demonio. Error.
    Además, en la antigüedad, los daimones ( : los “demonios”) no eran seres negativos. Tal connotación es muy posterior. Es posible que el nombre de Ashtar, Ishtar, etc., tenga que ver con la raíz griega ( e indoeuropea) aster, “estrella”. Comento esto por la sencilla razón de que me ha llamado la atención el título del libro, “Elegía en Astaroth”, que no he leído. Gracias.

  9. Gracias también a ti, Manuel, por el comentario erudito sobre el título de uno de los libros que aparecen en la foto.
    Aprovecho la ocasión para agradecerte también otras aportaciones anteriores, siempre lúcidas y pertienente.
    Un saludo.

    MA Santos

  10. ¿Cómo conseguir aficionar a las personas a la lectura? Ya sé que hoy existen muchos textos (no sólo libros), pero lo que es de verdad interesante es la afición. Si los padres leyésemos más, los niños también lo harían.
    Saludos.

  11. La clave no es leer mucho sino leer bien.También en los libros se dicen majaderías y hay que saber discriminar. Hay que leer de forma inteligente, no como papanatas.

  12. Aunque seguro que lo conocéis, permitidme recomendaros el fabuloso libro de Daniel Pennac “Como una novela”, donde, entre otras perlas, podemos encontrar los Derechos del Lector (derecho a no terminar in libro, a releer,… incluso a no leer).
    Tanto como docentes como padres, este libro nos será útil para estimular la pasión por la lectura.

    Gracias por tu artículo, como siempre, Miguel Ángel.

  13. Como dice Vygotski, para que un aprendizaje sea efectivo requiere no solamente “hacer algo” sino reflexionar sobre aquello que se ha hecho.

    No sólo se ha de leer, sino también: conocer, entender, analizar y valorar aquello qué leemos para que así la lectura sea eficaz.

    Es importante fomentar el hábito de la lectura entre nuestros alumnos, pero además, el pensamiento crítico a través de una puesta en común.

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  17. Hola. Debe hacer tiempo ya de lo tel tenderete, pero me veo casi obligada a contar que llevo toda mi vida tras el libro Oratorio del Guadarrama de Jose Luís Prado Nogueira. Y que he llegado aquí por casualidad precisamente por eso. Cuando lo he visto ahí lo he reconocido enseguida. En una librería de antigüedades, el precio no baja de 40 euros. Estoy asombrada y desde luego, pienso que me hubiese vuelto loca de haber estado allí. Muy bueno el artículo, ingenioso y original. Un saludo y suerte.

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