Algunas veces tengo la sensación de que nos consideran imbéciles. Los políticos en el poder nos ofrecen explicaciones absolutamente ridículas para justificar las decisiones que toman. Nos sueltan unas mentiras tan increíbles que no se las tragaría ni un niño de cinco años. Durante la campaña electoral nos prometen cosas que son abiertamente imposibles como que se va a construir un puente en un pueblo que no hay río. Los políticos en la oposición descalifican al Gobierno por su afán de mantenerse en el poder haciéndonos creer que a ellos no les importaría mucho seguir donde están en aras del bien común. Y critican todo lo que se hace y se decide desde el poder con el fin de sustituir a quien gobierna a pesar de que esa postura perjudique los intereses de la ciudadanía.
No todos los políticos son malos. Ni todos son iguales. Decir lo contrario es un ataque frontal a la democracia. ¿Qué es mejor, uno sólo que piense por todos y que decida por todos? Hay que confiar en la política, hay que fortalecer la democracia. Y eso significa que hay que exigir a los políticos razonamientos rigurosos, comportamientos honestos y dedicación ejemplar.
No es de recibo que engañen. Para eso hay que apelar a la honradez de quienes lanzan mensajes. Pero, sobre todo, hay que educar la capacidad de análisis de quienes reciben esos mensajes. Siempre que haya bobos habrá engañabobos, le he oído decir a Manuel Toharia.
Los medios de comunicación nos pasan la realidad por un filtro que venden como riguroso pero que no es más que el tamiz de sus intereses y prejuicios. Los publicistas nos presentan señuelos que parecen diseñados para estúpidos. Los obispos nos amenazan con unas penas presentes o futuras que hacen reír.
¿Qué sucede? Que ellos se consideran muy listos, pero no es de recibo que a los demás nos consideren tontos. Tienen tan buen concepto de sí mismos como lo tienen pésimo de los demás.
Como respuesta a un escrito que he presentado pidiendo explicaciones (no quiero entrar en detalles) por el retraso en ciertas obras, acabo de recibir una explicación en la que se me dice que las cosas se harán “cuando sea oportuno” y de “la manera conveniente”. ¿Me consideran estúpido? Porque esa contestación quiere decir que se harán “cuando nos de la gana” y “como se nos antoje”. Hace poco explicaban un retraso en una compañía aérea atribuyéndolo a “causas operativas”. Yo me preguntaba: ¿qué son causas operativas?
¿Es que me toman por imbéciles? Pues sí, nos toman por imbéciles. Y en algunas ocasiones hemos demostrado que lo somos. Pero, no tanto. Muchas veces hemos aceptado cosas tan imposibles que hemos dado esa impresión. Pero no deberían pensar que siempre vamos a ser tan tontos.
Hay muchas personas que pueden considerarnos y tratarnos como imbéciles: los jefes, los políticos, los medios de comunicación, los publicistas, los curas… Y acabamos dando por buena esa tomadura de pelo.
Acabo de leer un libro de Julian Baggini titulado “¿Se creen que somos tontos?”. El subtítulo aclara muy bien el contenido: “100 formas de detectar las falacias de los políticos, los tertulianos y los medios de comunicación”. El autor, que es cofundador de The Philosophers Magazine, escribió antes un curioso best seller titulado “El cerdo que quería ser jamón”. El libro al que hago referencia está cargado de argumentos contundentes, de interesantes propuestas y de ingeniosos ejemplos. Nos muestra con argumentos rigurosos muchas de las falacias en las que solemos incurrir. Altamente recomendable para hacer frente a muchas trampas que son monedas de ley en los tiempos que corren.
El autor hace referencia a engaños reiterados y clamorosos de los políticos, de los tertulianos y de los medios de comunicación. Sin embargo, muchos de los argumentos que utiliza para defenderse de la estupidez nos previenen de cualquier tipo de engaño.
También ha caído en mis manos otro libro, recientemente publicado, que se titula “El Poder de la estupidez”. Su autor es Giancarlo Livraghi., licenciado en filosofía y experto en cultura humana y comunicación.
Livraghi habla en uno de sus capítulos sobre el círculo vicioso de la estupidez. En él dice: “Donde se impone la estupidez, todo el sistema se torna estúpido”. Y añade: “Las estrategia basadas en la estupidez y el engaño son perjudiciales para quienes las practican, pues crean un círculo vicioso que en realidad es una espiral degenerativa”.
Los programas del corazón, por ejemplo, tratan de estúpidos a los espectadores, pero estos los siguen viendo, de modo que siguen haciéndose de forma insistente y perfeccionada.
A mi juicio, la finalidad de la educación es ayudar a pensar. No hacer que las personas piensen como nosotros sino que sean capaces de pensar por sí mismas. La persona educada es capaz de descubrir los hilos ocultos que mueven los mecanismos de esta sociedad, de saber que se mueven por intereses, de investigar y descubrir quiénes salen beneficiados de su existencia. Saben también que esos hilos se pueden romper (no están ahí por azar o como fruto de la voluntad divina) y que se pueden instalar otros que responsan a los intereses generales. Educar es un proceso que ayuda a la mosca a salir del cazamoscas.
De algunas actuaciones podría deducirse que no interesa que haya una buena educación. De otras que sería bueno reducirla a un simple mecanismo de domesticación o de indoctrinación. Educar es enseñar a pensar. No está en nuestras manos el evitar que nos quieran engañar, pero sí el no ser engañados. Dice Oscar Wilde que “no hay más pecado que la estupidez”.
En líneas generales estoy bastante de acuerdo con el artículo, pero quiero hacer la reflexión siguiente. Suelo seguir con asiduidad este blog, ente otras cosas por su apuesta por la igualdad y el uso no sexista del lenguaje además de por sus enseñanzas pedagógicas a las que hago alusión en mi desempeño profesional. Pero hoy su lectura me ha defraudado en cuanto al uso del lenguaje, pues no comprendo bien por qué no aparecen las “tontas pero no tanto”, las políticas (mujeres) y las tertulianas de los programas de corazón. Siento decir que percibo cierto tinte machista y paternalista cuando el uso del lenguaje no sexista e inclusivo de las mujeres se usa sólo en determinados artículos de este blog y no en todos. Por comparación con la política, es como si este artículo esté redactado desde el área de hacienda, urbanismo, etc. y no desde bienestar social, educación… dónde se “nos permite” estar, por eso de ser áreas feminizadas.
No es que quiera yo ver el diminuto punto negro en el lienzo blanco, es que considero que cuando, con buen criterio, se argumenta a favor de la igualdad y de la visibilización del 100% de las personas y de la sinergia en vez de la competencia entre sexos, el uso del lenguaje no puede tratarse como a la margarita: “ahora si, ahora no”.
GRACIAS y seguiré leyendo sus artículos.
Querida Leticia:
Tienes toda la razón. El título del artículo debería haber sido TONTOS Y TONTAS, PERO NO TANTO. No es fácil desembarazarse del uso sexista del lenguaje. Tienes razón al decir que no se puede utilizar al “estilo mariposa”. Pensando en la causa de este despiste (y, al margen de la causa más importante que es la que he comentado anteriormente) me ha podido influir el título y subtítulo del libro de Julian Baggini que habla de tontos, políticos y tertulianos. Son de agradecer críticas como la tuya. Algunos lectores (en este caso lectores) me critican por utilizar lenguaje no sexista, pero comparto tu opinión sobre la visualización de la mujer en el lenguaje. Lo que no se nombra no existe. Gracias, Leticia.
Pero, ¿Todavía existen crucifijos en las aulas? ¿Aún está la enseñanza en pañales? ¿Y la razón, y la ciencia, dónde están? Yo pensaba que ya éramos -y estábamos- mayorcitas y mayorcitos. Saludos
“Miente que algo queda”(Goebbels)
Por más que sepamos que lo que se nos dice no es tal, queda sembrada la duda. Y ante cada expresión siempre tenemos que hacer el esfuerzo de investigar las fuentes, de analizar y pensar cuanto hay de cierto, cuál es la verdad… toda la información que nos llega es a través de los medios de comunicación. Siempre hay un porcentaje de verdad. Eso es lo que hace más difícil dilucidar lo que no es cierto. No nos consideran tontos, sino sencillamente todo serían mentiras. pero si desde todos lados se busca que las personas no piensen, no se comuniquen y no se quieran… Basta con esa pantalla mágica que está en el medio de las vidas de todos y en los momentos más importantes. Mucho se cambiaría si por ejemplo a la hora que la familia se sienta a la mesa se apagara el televisor. Habría diálogo, se contarían las vidas, se buscarían soluciones a los problemas, habría palabras de aliento ante las dificultades, habría encuentros personales… habría tantas cosas que favorecerían y fortalecerían los sistemas de emoción y pensamiento. Y de está manera se desarrollaría en las personas desde el comienzo de la vida un espiritu crítico. No es la escuela la única responsable de enseñar a pensar. Se aprende a pensar desde el día que se nace. Si es cierto que en algunos paices del mundo los sistemas educativos responden a políticas consumistas y capitalistas donde cuanto menos se piense mejor. El ser humano cuando se convierte en masa mejor se maneja. Siempre se puede cambiar. Los cambios empiezan en cada uno.
Miguel Angel: me voy a permitir tratarte de “vos”, como hacemos los argentinos, ya que soy una seguidora tuya. Grande fue mi sorpresa cuando cancelaron tu conferencia, nada menos que en la UCA, de la ciudad de Rosario. Parece que el lema sigue siendo “cerrá los ojos; si no lo ves, no existe”. Lamentablemente hay gente que todavía cree que las cosas son negras o blancas. No pueden permitirse aceptar que a veces las cosas adquieren un matiz gris. Y pongo esta metáfora porque hay que escuchar, oir, ver, etc, aquello con lo que sabemos de antemano con lo cual vamos a estar de acuerdo, pero también, hacer lo mismo, con aquello que no es de nuestra simpatía. Porque todo, absulutamente todo, nos enriquece. Nunca podremos desarrollarnos como seres humanos si sólo vemos lo que nos gusta. Soy una de las tantas docentes argentinas, que creemos que esto tiene que cambiar y cada día aportamos nuestro granito de arena para que esto suceda, aunque a veces nos sentimos que luchamos contra la corriente. Saludos afectuosos. Mariana
¿Por qué somos tan crédulos? ¿Por qué se nos puede enghñar una y otra vez con las mismas flacias? ¿Por qué no somos más rigurosos a la hora de analizar los mensajes? Primero porque es más cómodo no pensar. Y luego porque nos fiamos de quien no debiéramos fiarnos. A pensar, que son dos días.
Sobre su articulo Balones fuera,considero que las institucioneslo hacen una comunidad de personas, en la cual cada uno debe ser protagonista en su rol,no esperar que otros hagan por uno lo que cada miembro puede hacerlo con autonomia y responsabilidad. En muchos casos nos cuesta reconocer nuestras limitacines como profesionales porque aun no estamos habituados a la autocritica, pecamos de conformistas y dejamos al tiempo la correcion de nuestros errores con los alumnos. Creo firmemente que la vocacion es una de las motivaciones que hacen un buen profesional.
Si te engañan una vez puede ser la culpa del que engaña, si te engañan una y otra vez, una y otra vez, es culpa tuya. ¿Por qué no somos más avispados?
No sólo nos engañan, también nos amenazan. Con que va a llover, o con que hará calor. Con la crisis, con los datos y las estadísticas. Con la mala competitividad, con la poca deportividad. Crisis? , sí, de valores. La mala evaluación tiene que ver mucho con la policía de la policía.
¡CUÁNTAS cosas escuchamos en la infancia que no son ciertas? ¿Cuántas nos acabamos creyendo? Yo creo que contraemos el hábito de la credulidad. Más que aceptar el dogma de la infalibilidad pontificia, ya no hay. ¡Aceptar que una persona no se puede equivocar! CON LA TRAYECTORIA DE EQUIVOCACIONES QUE TIENE A SUS ESPALDAS.
Enseñar a pensar no es cosa fácil. Es más fácil enseñar a repetir. Pasadas estas fechas de evaluaaciones, me gustaría preguntar: ¿de qué tareas ha habido más presencia en los exámenes? De repetir (de memorizar) o de pensar (de opinar, de preguntarse, de crear)?