Estamos en época de evaluación del alumnado. El estamento más bajo de la escala académica recibe evaluaciones inexorables. Hacia arriba en esa escala va disminuyendo la evaluación. Al decir esto pienso en las jerarquías y pienso en las instituciones. La única manera que tienen las instituciones de mejorar lo que hacen es someter a un riguroso análisis su estructura y funcionamiento. Si se justifica todo desde la óptica de la buena intención (se hace lo que se puede), de la rutina (siempre se ha hecho así) o de las mala actuación ajena (la culpa es de los otros), la institución seguirá anclada en sus errores.
No se puede mirar para otra parte cuando algo falla. No se puede mirar sólo a los demás para que mejoren sus actitudes o sus comportamientos. Es preciso hacer autocrítica y abrirse a la crítica de los demás.
Sucedió hace ya algunos años. En una reunión de la Junta de Facultad, el señor decano leyó una carta que habían enviado varias exalumnas. En ella expresaban con bastante crudeza lo que había supuesto su paso por la Facultad. Era una ocasión magnífica para repensar, a luz de aquellas opiniones, la calidad de la práctica cotidiana que los profesionales de la enseñanza universitaria desarrollábamos cada día.
El decano leyó, entre murmullos, aquel escrito y, antes de terminar, había varias manos levantadas pidiendo la palabra.
– Señor decano, ¿está firmado ese cristo?
– Sí, ¿por qué?
– Porque voy a denunciar a estas personas en un juzgado de guardia por lo que dicen de la Facultad y del profesorado.
Resulta que en algunas asignaturas que se imparten en esa Facultad en las que se trabaja la evaluación de instituciones han tenido que estudiar (y repetir) que para hacer una evaluación rigurosa de una institución es preciso liberar la voz de los protagonistas. Pero, cuando ellas pretenden hacer aquello que estudiaron, las quieren llevar al juzgado.
Otro miembro de las Junta dijo:
– Según lo que he oído, quienes firman el documento no son alumnas sino exalumnas. ¿Qué tienen que decir ahora de lo que se hace aquí? ¿Por qué no lo dijeron cuando estaban?
Bueno, respondámonos con sinceridad. ¿Por qué no lo dijeron cuando estaban? ¿Gozaban de libertad para hacerlo? ¿Mostramos interés en saberlo? ¿Preguntamos?
Un tercer profesor levantó la mano para decir lo siguiente (no son palabras literales, claro está):
– Señor decano, este escrito ¿qué naturaleza tiene? ¿Es una denuncia, es un informe, es una carta?
– Es una carta.
– ¿Piden que contestemos?, añadió
– No. No piden nada. Sencillamente han enviado la carta.
– Pues si no piden que contestemos, bastante hemos hecho ya con escuchar lo que dicen. Pasemos al punto siguiente del orden del día y no perdamos más tiempo.
Hubo una cuarta intervención:
– Veo que aquí hay cierto nerviosismo y cierta irritación, pero esto hay que entenderlo. Seguramente que algún profesor fue duro con ellas en alguna calificación y ahora están bajo el síndrome de la venganza. Pero, cuando esto se les pase ya comprenderán todo lo que la Facultad hizo por ellas.
Tomé entonces la palabra para decir dos cosas: una, para pedir que se escribiera una carta de agradecimiento a las exalumnas por el tiempo que habían perdido al redactar y enviar el escrito; otra para decir que nosotros no teníamos remedio, que si ese documento no nos hacía preguntarnos sobre lo que hacemos, no nos ayudaba a reflexionar sobre nuestra tarea, estábamos condenados a repetir los errores.
¿Cómo cambiar si no nos interrogamos? ¿Cómo mejorar si no ponemos en tela de juicio nuestras prácticas? ¿Cómo vamos a transformar la realidad si no escuchamos las opiniones de los destinatarios de nuestra actividad, si no comprobamos lo que sucede con su aprendizaje? Parece que lo importante es que nosotros enseñemos, no que ellos aprendan.
Lo que decían las exalumnas en su escrito era muy preocupante: que se aburrían en las clases, que había muchas contradicciones entre lo que se enseñaba y lo que hacía, que las prácticas eras demasiado breves, que las clases estaban masificadas, que no se cumplían las horas de tutoría…
Deberíamos pagar estas opiniones, buscarlas, sistematizarlas. Sería necesario que quien sale de una Facultad nos diga si la preparación recibida le sirve o no para afrontar la responsabilidad profesional. Las instituciones educativas viven de espaldas a su éxito o fracaso e, incluso, despreocupadas por identificar lo que se entiende por éxito o fracaso. ¿Cómo se puede mirar para otra parte? ¿Cómo se pueden echar tantos balones fuera?
Semanas después de este hecho me pidieron una texto sobre evaluación de instituciones para unas Jornadas que se iban a celebrar en Medina del Campo. Comencé contando lo que había vivido en mi Junta de Facultad. El texto se publicó y uno de los colegas que lo leyó (magnífico colega que lee lo que otros compañeros escriben), me invitó a tomar café.
– ¿Cómo se te ha ocurrido comenzar el relato sobre aquel incidente de la Junta diciendo “en mi Facultad”? Si quieres contarlo cuéntalo, pero diciendo “en una Facultad…”, porque todo el mundo sabe dónde trabajas. Le contesté con una pregunta:
– ¿A ti qué te preocupa, que pase o que se sepa que pasa? Es como si en un Hospital, le dije, el cirujano que saca un cadáver tras otro del quirófano sólo estuviese preocupado de que no se supiese dónde se producen esas muertes.
Las instituciones necesitan analizar sus prácticas, revisar su estructura y evaluar su funcionamiento. Hay cosas que pueden ir mal. Pero no se puede atribuir todo el fracaso a causas ajenas a la institución. Habrá en otros agentes una parte de responsabilidad, pero una buena parte de ella será de la institución. La primera exigencia para poder corregir las deficiencias es conocerlas, analizarlas y comprenderlas. La segunda es no conformarse con ellas y la tercera tratar de corregirlas con rapidez y rigor.
Las instituciones tienen una responsabilidad en lo bueno y en lo malo. Es preicso evaluar su fundionamiento para corregir los errores y mejorar lo ue se hace bien-. Gracias por el artículo.
Gracias profesor por visitarnos. Le escribo desde San Francisco y a pesar de estar jubilada, hace ya varios años, no quise perder la oportunidada que pocas veces se nos da en el interior, de escucharlo! desde mi humilde lugar quiero expresarle mi agradecimiento y decirle que acuerdo en un todo con UD.
Codialmente
María Teresa
Yo creía que mi facultad era la peor, es decir, que no podían existir peores profesores (las excepciones eran los señores (docentes) Lacomba y Grana). Pero por lo que usted cuenta señor Miguel Ángel, su facultad es (o era) aún peor. En mi opinión, esos profesores que intervinieron antes que usted no estaban preparados para evaluar a nadie. Por demás, el nivel medio de nuestros maestros y profesores es dramáticamente mejorable. Siento mucho pesar por nuestros desafortunados alumnos. Yo fui uno de ellos y, lo estoy pagando y pagaré durante toda mi vida. Un saludo y gracias
Los sábados por la mañana espero el artículo de la semana le leo, pero no me atrevo mucho la verdad a comentar.
Primero decir que todo docente debe de hacerse una autoevaluación continua,al igual que existe la autoevaluaión del alumnado.
Después decir que, en la Facultad de Ciencias de la Educación en Granada entre 1993-1996 cuano estudié Ed. Infantil y luego Psioledagogía, a veces he creido que se me informaba más que formaba, pero aún así, tengo muchísimo que agradecer a cada uno de mis profesores, porque creo que estaban desarrollando una expléndida labor docente. Gracias. Hasta la semana próxima.
¡Ojo lo que hay que aguntar!
¿Porqué vivimos con miedo el afrontar nuestros errores? Y si eso pasa a nivel individual y personal, al institucional… En fin.
Supongo que estarás molestos con lo acontecido.
Ánimo Profesor
El temor a la autoevaluación, y sobre todo, a la evaluación de otros sobre nuestra propia actividad docente es algo generalizado, no sólo ocurría en su Facultad. En cualquier Claustro o Junta en donde se hubiera tratado ese tema seguro que se habrían levantado muchas manos…
Y me pregunto ¿temor a qué? A no realizar nuestro trabajo lo mejor posible, a que se hagan visibles nuestros errores, a que nos juzguen personas que no están capacitadas para juzgar, a que pongan en tela de juicio nuestra inmaculada labor,… o más bien al trabajo que supone tener que reestructurar, modificar o reformar nuestras actuaciones. Por que cuando uno mismo u otros analizan nuestra forma de actuar se llegan a conclusiones o propuestas de mejora. Y claro está, estas propuestas nos conducen a replantearnos todo lo que hacemos, o al menos algunos aspectos, y ya que lo tenemos todo atado y requeteatado, ahora supone cambiar, y eso implica TRABAJAR…
Esos cambios cuando hacen referencia a aspectos del carácter del docente realmente resulta complicado, porque modificar conductas no es fácil. Si los cambios son de orden metodológico, la cosa se va complicando, porque con frecuencia el carácter de la persona determina la acción pedagógica. Si los cambios se refieren a detalles en determinadas pautas de actuación, la cosa se va simplificando. Los cambios radicales en la forma de ser o actuar una persona no son fáciles de realizar y generalmente se quedan en nada.
Para avanzar, para mejorar día a día nuestra actuación docente o la de una institución, se han de ir dando pequeños pasos que busquen logros alcanzables, sólo de esta manera se podrá ir evolucionando y mejorando.
La crítica constructiva venga de uno mismo o de otros es necesaria para ir planificando estos pequeños pasos que nos deriven a una mejor práctica.
Hemos vivido cambios o reformas educativas que los docentes no han llegado a asumir cuando han llegado nuevas reformas. Nuestro colectivo, como cualquier otro, necesita pisar sobre terrenos firmes y, a veces, nos encontramos con suelos resbaladizos. Estos pasos deben darse sobre el análisis de nuestras actuaciones y sobre las propias actuaciones. A veces no es necesario cambiar tanto, simplemente detalles, es posible que muchas de nuestras actuaciones sean magnificas y las estamos echando a perder con simples detalles. ¿Tanto nos cuesta cambiar esos detalles? Seguro que reconduciendo nuestra actuación no sólo se enriquecen nuestros alumnos sino nosotros mismos.
Curioso, también el último post de mi blog iba de aprender de los errores, supongo que son las fechas. En cuanto a lo de la autoevaluación de las instituciones, ya se sabe, en casa del herrero…
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Por qué los comentarios, en general, están tan sesgado por alusiones? Acaso no es verdad?, no que no se reconozconan los errores de la evaluación docente e institucional, sino que queramos ver lo negro blanco. No es evaluar sinónimo de reflexionar? Se fomenta el diálogo, la participación, la empatía en la práctica docente? Hay lugar?… Muchas preguntas, poca reflexión.
Creo que la entrega la rutina y a la comodidad empañan el trabajo magnífico de muchos profesionales. Es preciso preguntarse: ¿cómo lo hacemos?, ¿qué podemos mejorar?… Y poara ello es necesario que las personas que reciben la influencia de los profesionales en la esxcuelas y en las Universidades expresen libremente su opisión.
Una paradoja más en la Educación….y cuántas encontramos!!Hace un tiempo, necesité plasmar lo que sentía desde mi gestión en una escuela…Las quejas docentes recaían en los alumnos….sólo traté que puedan mirarse en un espejo.. con estas palabras…
Como un espejo…
No puedo pedir a mis alumnos
Respeto, cuando no brindo ese respeto en pequeñas cosas, como contestaciones y miradas hirientes.
Que lleguen puntuales a clase, cuando no soy capaz de esperarlos en la entrada de su hora de clase
Que pregunten cuando no entienden, si ante una solicitud que me hacen yo elijo no comprender y por ende, no hacerlo en lugar de conversarlo y preguntar.
Atención y participación, cuando en las reuniones utilizo el tiempo haciendo actividades que no son las pedidas, y no participo ni atiendo las indicaciones que me dan.
Que aprovechen las enseñanzas, cuando no logro aplicar las enseñanzas que me dan a mí.
Entregas a tiempo, cuando no logro entregar mis planificaciones, planillas y requerimientos en tiempo.
Que aprendan, si no soy capaz de aprender.
Organización y cumplimiento en su rol de alumno, cuando no logro cumplir con los requerimientos que se hacen a mi rol docente.
Pedir que trabajen bien en grupos, cuando yo no logro aunar criterios y trabajar con mis colegas, y sólo hago un trabajo individualista.
Entusiasmo en el aprendizaje, cuando yo no logro transmitirlo en cada clase.
Creatividad en los trabajos, cuando repito año tras año mis planificaciones y ejercicios.
Que se preparen para las clases, cuando mi labor es una improvisación, sin dedicar tiempo a la preparación de mis clases según las necesidades de cada grupo.
Que me escuchen, cuando no tengo la capacidad de escucharlos, y escuchar e incorporar cosas nuevas que a mí se me brindan.
Que sean ordenados, cuando no logro ordenar mis propias acciones.
Que comprendan lo que se lee, cuando por mí pasan notas, circulares o textos que leo sin siquiera comprenderlos.
Que sean tranquilos en clase, cuando no tengo paz en mi interior.
Que no especulen con su esfuerzo, cuando como docente también mido hacer solo lo que me corresponde.
No soy capaz de pedir a mis alumnos… cuando no soy capaz de dar.
Porque para dar necesito estar completo, haber pasado esas experiencias, y como adulto y desde mi rol docente poder guiar a mis alumnos a que lo hagan sabiendo las dificultades y esfuerzo que cuestan los logros, no volviendo las causas sobre los alumnos… sino contemplando mi interior.
En definitiva, los alumnos son en la escuela ,el resultado de lo que nosotros hacemos.
Somos parte de las Instituciones, somos hacedores y responsables de los cambios por mejorar…
Estimado y emotivo profesor,
Hoy le regalo una anécdota antrópologica. Me ponen usted y su estilo.
Cuenta un sabio norteamericano (no sé dónde pues lo leí hace muchos años, cuando era un bisoño maestro cerca de su facultad bella) que en China hubo un pueblito adonde llegaron en los sesenta los jóvenes guardias rojos a romper gafas y a pelar y humillar a revisionistas.
Los maestros-as del pueblo fueron objeto de acertada y feroz evaluación por parte de TODO QUISQUE… Elitistas, aburguesados fue lo más suave que oyeron…
Parece que volvió al año siguiente la comitiva rojilla … la hambruna castigaba a los campesinos y a sus familias… La Comisión evaluadora preguntó si los maestros habían regresado a la ortodoxa y democrática manera de actuar que se les insinuó meses atrás…
Se sabe que restos humanos aparecieron no lejos del villorrio… Un observador posterior creyó ver pruebas de desmebramiento y separación del músculo de los huesos…
Parece que las proteínas eran escasas (Marvin Harris dixit) y las pedagógicas carnes mantuvieron vivos a algunos aguerridos alevines de guardias rojos…
Evaluación ma non troppo y, sobre todo, no a costa de culpabilizar a los profes de CASI todo.
BESITOS A LOS racionales que quieren entender.
La ambigüedad etimológica del término racional puede confundir con aquél que se alimenta de raciones, de carne, por ejemplo. Aún estando de acuerdo en parte. Voy, evaluar es un gradiente que lo alcanza todo, sino no es tal cosa. Evaluar la familia, sí, el salón comedor de casa; también el entorno, sí,hasta el panadero y el tendero, y los ideólogos y los telediarios… Falta vocación en el profesorado. Hace tiempo que no aparece por la escuela Sócrates, igual lo han asesinado.
La primera exigencia para poder corregir las debilidades halladas en una institución es conocerlas, analizarlas y comprenderlas; es cierto. Lo fundamental es asumir la realidad de que siempre se hallarán falencias y fortalezas en la gestión institucional,los tiempos actuales promueven la apertura a los cambios, una institución cerrada a ello no podrá desarrollarse y seguir funcionando; de ahí que muchas de las actividades emprendidas por los establecimientos educativos se constituyen en tareas contradictorias, porque no asumen este primer paso, primordial para seguir adelante.
No es razonable atribuir todo el fracaso a uno solo de los agentes educativos. Las intituciones tienen su responsabilidad. Hay quien piensa que defender a los profesores es decir que todo lo hacen bien. Qué error. Reconocer las limitaciones es el único modo de superarlas.
Hola Miguel Ángel, como alumna tanto de la facultad en la que usted se encuentra, como de usted, me gustaría señalar un aspecto de gran relevancia y es que, tras las experiencias que he vivido y que estoy viviendo en dicha facultad, no todos los profesores encargados de formar a los futuros y futuras docentes, tienen ese deseo, motivación, implicación… que tiene usted y soy consciente de ello porque eso lo trasmite usted en sus clases al igual que otros trasmiten indiferencia y pasotismos. Además de usted me he encontrado con otros profesores y profesoras, pero la gran mayoría optan por el pasotismo e indiferencia.
Simplemente poder expresar lo que pienso, tras leer su artículo, aunque ya conocía la anecdota que usted cuenta.
GRACIAS Y SALUDOS.
Para mi en particular como docente, para mejorar las falencias existente en una Institución Educativa, primero se debe canalizar las debilidades existente en la misma, y a partir de ahí buscar estrategias válidas; procurar el logro de una cualificación en la mayoría de las actividades que la institución se proponen en todos los ámbitos y no buscar culpables o deslindar responsabilidades a un solo sector. Pues solo así se podrá fortalecer las cosas buenas y corregir las debilidades existentes. Es más se podrá tomar decisiones acertadas y oportunas de que cambios se debe llevar a cabo, y como concatenar entre sí, sin dejar de responder a la innovación permanente.
Pero claro esto implica que las instituciones demuestren apertura para al cambio.
Hola Miguel Angel! Estuvo en San Luis, Argentina el jueves 17 de junio dando una conferencia en una escuela. Ese mismo día agregué su blog a la sección de favoritos de mi computadora. Sus palabras nos mostraron muchas cosas que nos ocurren cotidianamente en nuestros lugares de trabajo y también nos brindaron una perspectiva superadora. No sirve sólo ser críticos de nuestro trabajo o del trabajo de los otros. Es necesario encontrar alternativas para intervenir, para hacer, para cambiar. Usted puede hablar del optimismo en la educación porque usted lo predica y también de la pasión por la escuela porque se nota que tiene vocación por lo que hace… eso es algo para valorar e imitar! Gracias por su visita!!! Un cariño desde la Escuela Experimental Maestra Rosenda Quiroga, La Punta, San Luis, Argentina.
Considero que las instituciones lo hacen una comunidad de personas, en la cual cada uno debe ser protagonista en su rol, no esperar que otros hagan por uno lo que cada miembro puede hacerlo con autonomia y responsobilidad . En muchos casos no reconocemos nuestras limitaciones como profesionales porque no estamos habituados a la autocritica, pecamos de conformistas y dejamos al tiempo la correccion de nuestros errores con los alumnos. Creo firmemente que la vocacion es una de las motivaciones que hacen a un buen profesional buscar siempre la excelencia
Es interesante que una institución vea sus debilidades y virtudes a la hora de evaluarse, difícilmente en nuestra tarea docente queremos aceptar críticas a nuestra labor, pensamos que todo lo sabemos y sin embargo no es así, la labor docente es complicada y seguirá siéndolo, ya que somos protagonistas del avance o fracaso diario de nuestros alumnos; el día en que seamos auto-críticos y dejemos de pecar de sabelotodo daremos un gran paso hacía el futuro de la educación de nuestros alumnos.
Estoy muy de acuerdo con lo planteado en el sentido de que si se quiere mejorar la educación lo que se tiene que revisar son las instituciones educativas. En nuestro país, siempre se cuestiona a los docentes y nunca a los establecimientos donde se forman a los docentes.
Coincido el que nos preocupamos más por enseñar que nuestros alumnos aprendan, porque el régimen educativo así nos obliga, pues aquí en Paraguay no somos capaces los docentes de manifestar nuestra preocupación por “La reforma Educativa” implementada que no es más que un sistema o militarización de la educación donde manda el general opresor o bien también llamado capitalista, a quién no le interesa las condiciones ni muchos menos que los dicentes aprendan a criticar sus propias voces y la de los demás.
Pero todo eso sirve para darnos cuenta que solo podemos gritar en silencio y acallar nuestras voces de nuevo con la amenaza de que somos docentes incapaces, irresponsables y haraganes que solo gritamos por un aumento de sueldo y nada más. Aunque la carta mágica la tenemos nosotros, ya que estamos frente a un grupo humano que puede gritar con nosotros.
En Paraguay hace falta la cultura de la evaluación porque estamos en el país de amiguismo donde nadie controla a nadie, es decir quién controla (analiza, compara y apoya) mi labor? quién evalúa si mis alumnos comprenden y aprenden mis lecciones?.No existe un ente evaluador y si los hay son minoría y hacia el campo es platónico.
La autoevaluación institucional sirve para detectar las carencias y fortalezas que serán tenidas en cuenta como base, por ejemplo para la redefinición del PEI. de este modo se produce un constante mejoramiento de la institución escolar. Se da una retroalimentación, ya que el resultado de cada evaluación sirve como insumo para el inicio de un nuevo PEI que, a su vez, será evaluado y del cual se obtendrán nuevos resultados que alimentarán este desarrollo cíclico.
La gran ventaja de la autoevaluación institucional es que a través de ella una escuela se hace responsable de los aprendizajes y además puede rendir cuentas acerca de los resultados. Éste es el desafío.
Como docente creo que una autocrítica y abrirse a la crítica de los demás es muy importante,ya que mediante la misma podemos encontrar soluciones a las negativas y las positivas nos pueden servir de incentivo para mejorar nuestra labor educativa.
También muchas instituciones deben analizar sus prácticas revisar sus estructuras y evaluar su funcionamiento,para identificar los problemas, conocerlas y corregirlas con tiempo para evitar que las nuevas generaciones venideras sean perjudicadas en ese aspecto.
Ninguna institución educativa puede escapar de esta realidad; todos buscan culpables cuando hay un resultado negativo. El MEC a los docentes, los docentes a sus compañeros, si reciben de ellos un producto no muy bueno, los padres a las instituciones y así sucesivamente. ¿Pero, alguien se atreve a cuestionar al sistema?.
El sistema encuadra, se tiene que hacer lo que propone, y si no se cumple, el resultado es: “docentes no trabajan, no se capacitan, etc…”. Es cierto que hay también aquellos que se preocupan por enseñar y no para que ellos aprendan.
A la educación paraguaya le falta mucho, no es secreto que muchos profesores acuden a clases por el sueldo, ya no existe esta pasión para que sus alumnos aprendan. No se puede hablar de educación si no se vive con intensidad la realidad, además es necesario “hacer la autocritica y abrirse a la crítica de los demás; cuando empecemos a practicar sentiremos un poco más de cambio
LA FUNCIÓN EDUCATIVA DEL NUEVO MILENIO APUNTA A LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN, Y CUANDO NOS REFERIMOS A LA MISMA SE ABRE UN AMPLIO DEBATE, LO CUAL ES MUY COMÚN PORQUE ESTE TEMA ES MUY SUBJETIVO.
SI SE TOMA CONCIENCIA DE LA IMPORTANCIA DE LA CALIDAD ENTENDEREMOS QUE ES PRECISO IMPLEMENTAR UN SISTEMA DE GESTIÓN QUE PERMITA ELIMINAR FALLOS, ERRORES Y COSTOS,Y EN SU LUGAR PERMITA SER EFICÁZ Y EFICIENTE EN LA FORMACIÓN DE PERSONAS QUE INTEGREN LA SOCIEDAD DEL FUTURO.
La lectura refleja mucho la realidad actual por la que pasan varias instituciones o mejor la mayoria de ellos.
En la mayorias de las reuniones de docente se analizan más los problemas , pero de forma global sín hacerse cada uno una autocrítica de como imparte su enseñanza si no más bien se preocupa más en desarrollar el programa de estudio y terminarlo para fin de año,sin tener en cuenta si el alumno aprende o no.
Lo que deberíamos de hacer es una autoevaluación profunda de lo que componen la institución en sí para poder comprender, corregir las fallas y no hecharse la culpa uno al otro y así buscar la tan anhelada calidad educativa.
El texto publicado refleja que las instituciones educativa debe someterse a una autoevaluación profunda, analizar tanto su estructura como su funcionamiento, poque existe una contradicción entre lo que se enseña en ellas de la realidad que se viven fuera de ellas.
Sería necesario enseñar y prepararle, al que egresa de una instituciones educativas para tenga las herramientas necesarias para afrontar la realidad que le espera fuera de ella.
Las instituciones educativas deberían estar abiertos para recibir cualquier crítica y así mejorar y transformar la realidad educativa impartida en ella.
“Las instituciones necesitan analizar sus prácticas, revisar su estructura y evaluar su funcionamiento. Hay cosas que pueden ir mal. Pero no se puede atribuir todo el fracaso a causas ajenas a la institución. Habrá en otros agentes una parte de responsabilidad, pero una buena parte de ella será de la institución. La primera exigencia para poder corregir las deficiencias es conocerlas, analizarlas y comprenderlas. La segunda es no conformarse con ellas y la tercera tratar de corregirlas con rapidez y rigor” ME ATREVO A TRANSCRIBIR ESA ULTIMA PARTE DEL TEXTO PORQUE CONSIDERO QUE ES LO FUNDAMENTAL, SI EL PROFESIONAL QUE TIENE EN SUS MANOS LA FORMACION DE LOS UNIVERSITARIOS NO ESTA DISPUESTO A ANALIZAR SUS PRACTICAS, MENOS ESTARA PARA CORREGIR UN ERROR QUE NI SABE QUE ES ESO MISMO, LAS FALENCIAS DE LAS UNIVERSIDADES PASAN POR LA FALTA DE PREPARACION DE LOS MAESTROS..