Se está imponiendo en casi todos los sistemas educativos del mundo el enfoque del currículo por competencias. Me parece muy bien, aunque el modelo encierre sus riesgos (hay quien ha entendido que se trata de una vuelta a los objetivos operativos de Mayer o a las taxonomías de Bloom).
Es necesario huir de la escuela academicista, memorística y teorizante en busca de otra que brinde aprendizajes prácticos, integradores, aplicables, significativos y, por ende, motivadores. Se trata de saber, de saber hacer y de querer hacer. Se trata de incorporar complejos sistemas de acción y de reflexión. No es que la actual escuela no trabaje las competencias. Claro que lo hace, pero precisa profundizar, sistematizar, planificar, actuar y evaluar de forma más rigurosa según el modelo competencial.
Pienso en esta cuestión mientras la azafata del vuelo imparte “una clase” estereotipada, teórica y estéril. En primer lugar, da la explicación de una forma mecánica y rutinaria, de idéntica manera para todos los pasajeros y pasajeras. Da igual que entre los viajeros haya un piloto con muchísimas horas de vuelo, un ciego que no está viendo los gestos, un sordo que no está oyendo la explicación que se emite por megafonía, un señor que ha volado miles de veces o una chica que viaja por primera vez. Para todos y para todas la misma explicación. Los mismos métodos, los mismos gestos, las mismas palabras, el mismo tiempo. En algunos aviones lo hacen a través de una pantalla en la que una persona da la explicación, previamente grabada.
Cuando termina se remite a unos materiales que están en el respaldo del asiento anterior. Pocas veces he visto que alguien se dirija a consultar esas instrucciones. Y nunca he visto a alguien extraer el chaleco y comenzar a experimentar para aprender lo que le han explicado de forma práctica.
¿Qué han entendido los “alumnos” del avión? Nunca se sabe, porque nunca se comprueba. Digamos que a la azafata le da exactamente igual. A ella le pagan por hacer lo que hace. Nunca he visto que pregunte a los pasajeros: ¿sabéis por qué es importante aprender lo que he explicado?, ¿hay alguien que no lo haya entendido? ¿Alguna pregunta que hacer? ¿Está todo claro?
Si alguien no entiende los idiomas en los que explica, pues qué le vamos a hacer. Allá él. Nunca he visto tampoco que, al terminar la explicación la azafata se dirija a un pasajero y diga:
– Venga, a ver, usted, ¿qué ha entendido ¿Dónde está el chaleco? ¿Cómo se saca? ¿ Cómo se coloca? ¿Cómo se usa? Por favor, póngaselo.
No sé cómo se sentirá la azafata al ver la actitud desatenta de muchos de sus improvisados alumnos. No sé qué pensará de la situación. Si realmente le importase que aquello que explica sea aprendido, esa desmotivación resultaría insoportable.
La similitud con algunas clases va más allá de lo dicho. Por ejemplo, hay poca creatividad en la forma de explicar. Es más, probablemente una azafata que se quiera salir de la norma, que quiera innovar en la forma de explicar el contenido de su mensaje, será convenientemente amonestada. “Aténgase a lo prescrito”, le dirían.
He oído miles de veces la misma explicación de la azafata (o del azafato) pero, estoy convencido de que yo no sabría actuar de forma conveniente en caso de emergencia con esa somera explicación. ¿Por qué? Porque se trata de una explicación meramente teórica, estereotipada, más conducente a cumplir una norma que a solucionar un problema o a propiciar una competencia.
Se trata de una explicación que nadie piensa que vaya a necesitar. De hecho se ve a muchas personas que están leyendo el periódico, dormitando en su asiento o hablando con quienes están sentados a su lado. No prestan la más mínima atención. Otros miran por la ventanilla o concentran su atención en las bonitas piernas de la azafata o en el esbelto porte del azafato. Si lo que se pretende es que aprendan a ponerse el chaleco salvavidas esta metodología es completamente ineficaz.
¿Qué sucedería en el caso de una emergencia? Qué diferente situación. Cada uno vería colgada su vida de esa sencillo aprendizaje. Y pondría el máximo interés en escuchar la explicación y, sobre todo, en llevarla a la práctica, en aplicarla. Entonces habría un aprendizaje significativo.
Si cada uno tiene su chaleco, si lo saca, se lo pone y lo utiliza, aprenderá a hacerlo. Si solamente escucha, aunque sea con atención, tendrá dificultades prácticas para hacerlo. Si lo aprende bien, podrá transferir ese aprendizaje a un nuevo contexto.
Y eso que la azafata hace en el avión lo que en algunas clases no se hace, que es mostrar el chaleco y explicar con él cómo habría que proceder. Lo que habitualmente sucede en las clases es que los chicos oyen, pero no ven y no hacen. Y hacer es el mejor modo de aprender. Uno es competente porque sabe hacer y porque sabe qué sentido tiene lo que hace. Una persona competente no es un autómata.
¿Cómo habría que evaluar ese aprendizaje? ¿Bastaría con hacer unas preguntas teóricas? ¿Sería suficiente una prueba objetiva de opciones múltiples en las que marcar con una cruz la respuesta correcta? ¿No sería mejor que cada pasajero, para mostrar si realmente ha aprendido, se colocase el cinturón de manera rápida y correcta?
Si, después de hacer la evaluación se comprobase que muy pocos saben colocárselo, ¿a quién habría que achacar el fracaso? ¿Sólo a los desatentos y torpes pasajeros? ¿O, también, a quien diseña una forma tan mecánica y estereotipada de enseñanza?
La competencia no es una mera destreza. Toca la esfera de las actitudes, de los sentimientos y de los valores. Apreciar la propia vida y la de los demás, ser conscientes de la responsabilidad de actuar correctamente y discernir por qué es mejor hacer una cosa que no hacerla son aspectos cruciales para un aprendizaje relevante.
Durante de mi etapa universitaria, en una disciplina técnica, pude observar durante muchos cursos y en muchas asignaturas esta forma institucionalizada de enseñanza estereotipada, teórica y esteril, en la que todo el profesorado sin excepción, no le daba ninguna importancia a las clases prácticas, es más, con total descaro ocupaban la mayoría de los horarios de laboratorio para impartir clases de problemas, pero con el mismo patrón que todas las clases teóricas. Profesor-azafato en el encerado llenando el espacio oscuro de fórmulas y más fórmulas, mientras los incautos alumnos-pasajeros, escribian a toda prisa las ristras de fórmulas para que en caso de examen-accidente, tener a donde recurrir en busca de solución-chaleco. Todo a base de memoría, que tan pronto se pasaba el examen, se olvidaba o costaba mucho recordar.
Pero al final tuve ocasión de descubrir, en un artículo pérdido de aquella LRU (Ley de Reforma Universitaria), de la que todo el mundo hablaba pero nadie leía, que en las curriculas de enseñanzas técnicas el 25% del horario lectivo tenía que estar dedicado a clases prácticas de laboratorio.
Aprovechando una conexión con un accesible y democrático Rector le pude informar por la vía pertinente de mi protesta como alumno-pasajero de la situación, de que se estaba inclumpliendo la legislación a sabiendas, y de que se corria el peligro de que nuestra Universidad no estuviese formando profesionales estrellas, sino estrellados.
En el curso siguiente, pude comprobar discreta y felizmente como en mi ETS, Escuela Técnica Superior, los siempre ocupados Jefes de Departamentos estuvieron durante dos meses de principio de curso, cuadrando horarios, limpiando de telarañas los laboratorios, y hasta pidiendo dotación de nuevo material con una insistencia inusitada.
Al final pude disfrutar de unas cuantitas prácticas, en lugar de las tediosas clases de problemas teóricos.
De la escuela actual de mis hijas, vista la legislación obrante, no parece que se tenga muy bien definido el tiempo y la forma de las clases prácticas, y como mucho he visto en el centro algún laboratorio de idiomas, con pupitres muy altos y con algunos grifos de agua también altos y negros, reminiscencias de los antiguos laboratorios de cuando tenían algunos cursos de la ESO, y estando como están los docentes tan ocupados con el cumplimiento de la programaciones facilitadas por las siempre muy solícitas editoriales, que tan benefactoras que son con todo el centro, ya me diran.
Yo, por aquello de que no se diga, y en aras de sacarle algo de provecho a las nuevas tecnologías con los tan modernos portátiles que pronto entrarán en acción, me he atrevido a comunicarle a la Dirección del Centro, que pueden disponer de una pequeña web-cam microscopio que se conecta al ordenador por un puerto USB, para que no le quiten las satisfacción a nuestros pequeños científicos de poder observar por lo menos las células de la cáscara de la cebolla, y sin llorar.
Los aprendizajes esterotipados no sirven para la vida. Son aburridos e inútiles. Y son desmotivadores. Hay que caminar hacia otro tipo de escuela.
El aprendizaje por competencias puede ser un modo de alejar la escuela del academicismo y de la esterilidad. Es preciso preguntarse para qué sirve lo que se aprende en la escuela.
Desde hace tiempo he oido una y mil veces hablar de competencias y nadie me había explicado antes tan bien lo que realmente son. Gracias maestro.
Desde hace tiempo he oido una y mil veces hablar de competencias y nadie me había explicado antes, tan bien lo que realmente son. Gracias maestro.
Estoy totalmente de acuedo con lo que dice, no obstante me gustaría hacer algunas preguntas:
1) ¿De verdad sólo hay que aprender lo que es últi? ¿No le parece peligrosa esa forma de entender la educación?
2) ¿No le parece que en este post usted también está siendo un poco azafata? No me diga que parezco una azafata en mis clases de Filosofía, muéstreme, por favor, un ejemplo concreto en el que dejaría de ser una azafata explicando la relación entre la Fe y la Razón en Tomás de Aquino (yo no elijo ese tema, lo han elegido los mismos que han puesto las competencias, eh!!!).
3) Dice usted: “¿Cómo habría que evaluar ese aprendizaje? ¿Bastaría con hacer unas preguntas teóricas? ¿Sería suficiente una prueba objetiva de opciones múltiples en las que marcar con una cruz la respuesta correcta? ¿No sería mejor que cada pasajero, para mostrar si realmente ha aprendido, se colocase el cinturón de manera rápida y correcta?”, ¿De verdad pretende que averigüe si mis alumnas y alumnos son competentes no haciendo unas preguntas teóricas ni un prueba de opciones múltiples sino proponiéndoles que elaboren un ensayo filosófico acerca de las relaciones entre fe y razón?
Insisto, estoy de acuerdo en muchas cosas de las que dice y de las que dicen otros muchos teóricos de la educación. Ahora bien, yo también quiero que me lo muestren con ejemplos, no con teorías.
Un saludo, Montse
Creo que con este artículo ejemplifica muy bien en que consisten las competencias.Este año estamos inmersos ( en nuestro cole ) en la programación por competencias y persolnamente es un tema que me apasiona, pues creo que es fundamental que nuestros chicos/as al finalizar la escolaridad sean capaces de enfrentarse a situaciones diversas con éxito. Esto requiere que los aprendizajes realizados en la escuela les sirvan en diferentes contextos. Por ello es nuestro deber ,como docentes ,generar situaciones en las que sea necesario el desarrollo de las diferentes competencias ( no olvidemos que estas siempre requieren conocimientos )es decir que nuestros alumnos/as no sean meros viajeros observadores, simplemente, sino que se pongan en juego estrategias y habilidades relacionadas ,como muy bien dice usted , con EL SABER, SABER HACER Y SABER SER. Cada día trato de que mis niños/as sean personas capaces de expresar y regular sus propias emociones y actuaciones, esto requiere por mi parte un gran esfuerzo pues creo que la que no soy competente para conseguirlo soy yo. Este artículo, una vez más, me anima a seguir trabajando en lo que creo a pesar de las muchas dificultades que se presentan cada día.
Aprovecho para comentar que sus artículos siempre ratifican lo que pienso sobre la educación.
Un afectuoso saludo: Pilar
Querida Montse:
Gracias por tu estupendo comentario. Todo lo aprendemos entre todos.
1. No creo que todos los aprendizajes importantes tengan que ser pragmáticos, pero sí útiles. Y tú, como filósofa, sabes mejor que yo que hay que preguntarse: ¿útil para qué?, ¿útil para quién?, ¿útil por qué? Y la filosofía creo que es la ciencia que más utilidad puede tener porque nos enseña a viviur, apreguntarnos por el por qué de las cosas y de las situaciones…
2. El tema del que hablas es un ejemplo estupendo:¿es que no es útil para las personas conocer la relación entre fe y razón?
3. La evaluación tiene que mostrar que sabe razonar, que sabe argumentar, que sabe comprender. Lo que creo que entrte en otra dinámica es un tipo de evaluación que sólo tiene en cuenta la repetición mecánica de lo que ha explicado la profesora.
Estoy seguro que tus clases nop son como “la clase” de la azafata. Dudo más de mi artículo que de tus clases si tengo en cuenta lo que aquí has escrito.
La competencia adquirida es precisamente la capacidad para aplicar los conocimientos a la vida práctica y cotidiana. Resulta mejor aprender haciendo.
Puedes haber estudiado la receta de una torta de memoria, y al poco tiempo te la habrás olvidado. La recordarás más si alguna vez leyendo una receta la hiciste y te salió bien rica. Es como si la azafata te persuadiera de que vayas haciendo y deshaciendo al tiempo que ella te va explicando de qué modo accionarás tu chaleco. Estás poniendo en práctica sus explicaciones, comprobando si de verdad funciona como te lo está diciendo.
Pero volviendo a nuestra receta de cocina, te puedo asegurar que si hiciste esa misma torta al lado de tu abuela que te quería mucho y que te enseñaba con amor su arte y sus secretos culinarios ancestrales, mientras te contaba historias de sus antepasados, que son los mismos tuyos pero más lejanos aún, a esas enserñanzas de la vida y del alma, no se las puede olvidar, ni aún siendo ciego, ni sordo, ni mudo, porque se aprende con todos los sentidos, y cuando alguno no funciona los otros se agudizan, pero el afecto y la pasión son ingredientes infalibles a la hora de enseñar.
Es lo que yo pienso.
Buenos días! Veo en su comentario algo que me llama la atención y que no puedo dejar de comparar con mi caso. Tengo un hijo de 11 años cursando sexto, le cuesta un trabajo extremo aprobar pues tal y como dice su profesor de mates no puede entender como “catea” los controles, pues los conocimientos los tiene comprobado por él día a día… Por no mencionar que tiene una profesora en casa dos días a la semana y toda nuestra ayuda. Pero parece no interesarle lo que estudia ni para que le sirve, parece un autómata a la hora de hacer cualquier cosa relacionada con el cole.
Ante esto estamos un poco desesperados, no alcanzo a comprender donde está el problema… ¿Podemos mecanizar tanto la enseñanza que pasemos por alto los sentimientos y las necesidades de cada uno?, incluyo padres, profesores… Y quizás sea por esto por lo que no encuentra aliciente alguno en el colegio?
“Puede ser que la azafata no le dé la suficiente importancia a esas explicaciones que da, debido a la baja probabilidad de tener que llevar a cabo esas acciones…
Mi hijo vuela en un avión con muchas horas de travesía por delante, a miles de metro de altura, junto a la ventanilla y con una azafata “pura fachada”, de la que no sabrá ni el nombre al terminar su viaje….y de lo único que se acordará será del vértigo y el miedo que sintió al despegar y al aterrizar…
ENSEÑAR A LOS “LISTOS” ES DE POBRES EN ESPÍRITU, RAZÓN Y CORAZÓN…
UN CORDIAL SALUDO.-
El discurso de las competencias es cada vez más fuerte. y vale para todas las asignaruas y para toda la escuela. La pregunta que debemos hacernos es; qué hay que saber, qué hay que saber hacer y que se es conveniente querer hacer. No basta dominar datos teóricos, si éstos no ayudan a entenddr las coas ya a entender la vida. A entenderla y a actuar inteligentemente en ella.
Trabajar por competencias en las escuelas requiere un trabajo coordinado de los profesores/as. Porque las competencias son pocas, son fundamentales, son holísticas y son compartidas. Es importante tener un enfoque común y no que cada uno ande a su bola.
La metáfora de la azafata me parece estupenda. Su explicación es mecánica, estereotipada, tyeórica e impersonasl. Ninguno de los pasajeros sare su nombre y ella tampoco sabe el de ninguno de los pasajeros. Da esa explicación porque está mandado, no porque le guste. Y no tiene que comprobar si lo han aprendido y si eso que han aprendido les sirve para algo.
Excelente artículo y excelentes comentarios…
En primer lugar les mandaría el artículo a las empresas de vuelos…
Cuántas preguntas deja abiertas el ártículo… ¿Qué es lo útil?¿Útil para qué? ¿útil para quién? ¿Queé significa ser útil? ¿El placer es útil? ¿Divertirse es útil? ¿Cuándo hablamos de utilidad lo hacemos desde un lugar materialista y desde una mirada desde el mundo consumista, donde solo vale lo que sirve para algo concreto? ¿Ser feliz entra dentro del concepto de útil? ¿Saber, por el solo placer de saber, aunque nunca en la vida ese saber produzca ningún euro, es útil?
Ah… y creo que si la azafata pudiera hacer sentir a aquellos que la están mirando y a veces oyendo de lo trascendente que es saber como usar el chaleco, etc, etc, no habría necesidad de una práctica. ¿O acaso alguién necesita tirarse a un pozo para saber lo que sucede?
Una”clase” estereotipada,teórica y estéril
(…)
Un ciego que no está viendo los gestos, un sordo que no está oyendo la explicación que se emite por megafonía…
En fin pasajeros de la enseñanza que no podrán adquirir competencias por mucho que agudicen los sentidos restantes.
Vd.maestro(que la UMA no le jubile nunca) sabe mejor que nadie que en muchos casos acabarán estrellándose.
LIFE VEST UNDER YOUR SEAT
Este artículo despertó en mí la siguiente pregunta,que todavía no me animo a responder:¿Cuántas veces mis clases se entremezclaron con la historia aquí relatada…?
Querida Mariela: Hacerse esa pregunta es el comienzo de toda mejora. Nadie que no se pregunte lo que tú podrá cambiar lo que hace. Es la pregunta de una magnífica profesional. Si no se formula una pregunta será difícil iniciar la búsqueda de una respuesta. Enhorabuena.
Seguía con interés este blog y ¡cuál ha sido mi sorpresa al comprobar que aquí se defiende el currículo por competencias que como muy bien dice el autor al principio del artículo se nos está “imponiendo”.
Les recomendaría que prestaran atención a las voces que se están alzando contra este tipo de imposición.
Como ejemplos, el artículo de Renán Vega Cantor “Las competencias educativas y el darwinismo pedagógico” y el estudio de Nico Hirtt :”L’approche par compétences: une mystification pédagogique”(ambos accesibles en Internet)
En ellos queda claramente explicado como esta es toda una operación del neoliberalismo capitalista para someter a la educación a sus intereses, para crear trabajadores sumisos, que no piensen, que ejecuten,”competentes” para lo que necesiten y exijan las empresas. Explican muy bien que detrás de este enfoque se esconden objetivos económicos solamente relacionados con la evolución del mercado de trabajo y el abandono de los saberes. También que, lejos de favorecer la innovación pedagógica encierra las prácticas de los enseñantes en una burocracia rutinaria y que refuerza la desigualdad social del sistema educativo.
No estaría mal que todos los enseñantes supiéramos de dónde viene este discurso tan peligroso. Animo desde aquí a ese debate, mucho más importante. Saludos.
Estimada Ana:
Gracias por tu interesante comentario.
Sé que hay riesgos. El que indicas no es el único. En el artículo hablo del peligro de la fragmentación y mecanización de los objetivos según proponías Meyer…
Es buena tu llamada de atención. Siempre existe la posibilidad de que la escuela sea sometida al capital, a los intereses de los poderosos. El neoliberalismo se sustenta sobre unos ejes que contradicen los de la verdadera educación: individualismo, competitividad, eficientismo, olvido de los desfavorecidos, privatización de bienes y servicios, imperio de las leyes del mercado, hipertrofia de la imagen, reificación del conocimiento…
Por eso pienso que la escuela tiene que ser una institución contrahegemónica.
Desde mi punto de vista el curriculum badado en competencias tiene que desarrollar la capacidad de pensar, de criticar, de generar autonomía, de conquistar la libertar, de construir la ciudadanía…
En ese sentidoel curriculum por competencias es el camino de formar personas con espíritu crítico.
Creo que huir de la escuela academicista, memorística y repetitiva no nos hace esclavos del neoliberalismo.
De cualquier forma, hay que estar prevenidos. Gracias por advertísnoslo. Un abrazo.
EStimado Miguel Ángel.
Gracias por lo que me dices en tu respuesta.
Lamento decirte que parece que das a entender que hacer una crítica al currículum por competencias equivaldría a no querer “huir de la escuela academicista, memorística y repetitiva” algo que, por otra parte creo que ya forma parte de la prehistoria del campo pedagógico, por lo menos para los que llevamos tiempo entendiendo la educación de otra manera. Pero es interensante que sepas que ese pensamiento es el que sibilinamente se está transmitiendo a los profesores, sobretodo a los más jóvenes e inexpertos, que están haciendo suyo un discurso, ya te digo que peligroso a mi modo de ver, y que lo están interpretando como una innovación pedagógica. Te dejo aquí la posibilidad de acceder a un extracto de un libro de Enrique Javier Díez Gutiérrez, profesor de la Universidad de León, “Globalización neoliberal y sus repercusiones en Educación” http://www.concejoeducativo.org/article.php?id_article=177 , que es otra de las voces que por fin van advirtiendo de lo que hay detrás de todo esto. Saludos.
Estimada Ana:
Conozco muy bien a Enrique (y él a mí). Nací en León y amao esa tierra que me abrió las puertas a la ciudadanía universal. Conozco su libro y otros muy críticos con el neoliberalismo como el de Péres Gómez y el de Jurjo Torres (ambos publicados en Morata). Yo mismo he escrito algún texto que figura en una obra colectiva.
Estoy totalmente de acuerdo con tu advertencia.
Y no. No identifico la crítica al discurso de las compentencia con una paroximación a una esscuela transnochada de aprendizajes estériles.
Creo que ante una innovación “impuesta” se puede reaccionar de muchos modos. Uno de ellos es el de estar prevenidos y aprochar la oportunidad que brindan de mejorar lo que se hace. Un cordial saludo y gracias por enriquecer el debate.
Hola Ana:
No estoy de acuerdo
Hola Ana:
Soy una profesora joven e inexperta y no he hecho mío el discurso.
Lo que sí veo todos los días e la sala de profesores, que no del profesorado, de mi instituto, es a una gran parte de mis compañeros y compañeras mayores y expertos, con más de veinte años de profesión que están años luz de la generación a la que están dando clase.Diariamente escucho ecos “A mí no me saques de la tiza y la pizarra”; “Bea,hazme caso: lo que necesitan¨estos¨(alumnado) es mano dura, yo les he tenido firmes durante una semana y el que menos ha sacado ha tenido un siete”; “Menuda papanatas, se creerá ahora que va a venir a mí a decirme cómo dar mis clases”(papanatas: una de las mejores psicopedagogas que tiene España que nos dio un cursillo sobre competencias y además bastante práctico)
Teniendo en cuenta mi inexperiencia, juventud, ganas de mejorar en mi profesión y a la profesión en sí, salgo corriendo por los pasillos, llego a mi aula y me dan ganas de no salir nunca, de no tener que volver a esa sala de profesores, de quedarme aprendiendo de y con mi alumnado. Cierro los ojos por un momento e invoco a todos los dioses que me sé, les pido que no me vuelva como ellos, experta en la materia.
Abro los ojos y veo a mis niños y a mis niñas, allí sentados, amaestrados,quietos, llevan cinco horas de clase,y se me convierten de pronto en globos de aire que vamos llenando y que cualquier día nos van a reventar en la cara)
Quiero decir con esto, que llámesen como se llamen, competencias o saberes, sean rojas o azules,bienvenidas sean. Cambiemos de una vez, no de golpe, poco a poco, seamos creativos, inventemos, innovemos y disfrutemos ¿no han introducido el nitrógeno en las cocinas? Demos a nuestros comensales manjares de toda la vida pero con métodos nuevos y atractivos porque si no, nos acabarán sustuyendo por vídeos como aquellas azafatas en las compañías de bajo coste y…la verdad es que no veo la diferencia, sigo sin saber ponerme el chaleco salvavidas.
Las famosas competencias…
que problema seria decir que el que no aprendió es “incompetente”,
será que el problema seguiremos siendo los docentes
las competencias sirven para revisar el curriculum , para determinar los objetivos verdaderos de enseñar, para tomar decisiones curriculares sobre que como cuando y porque elegir este contenido y no otro
y para otros serán palabras de moda que pondran en lugar de otras…si total: la culpa la tendrá la TV, los padres, la sociedad, la economia y por que no el gobierno
la esencia de la educacion no pasa por lo “competente”, pasa por el amor a aprender y a enseñar en un proceso de ida y vuelta enseño aprendo, aprendo enseño
te dejo besos
muchas gracias por tus palabras de aliento
Hola Beatriz.
Me gustaría aclararte algo porque creo que no has entendido nada de lo que propongo y que es un poco pobre e inmovilista a estas alturas reducir el debate a lo que dices, es decir, a criticar la ineficaz y debastadora manera de pensar la profesión de los “dinosaurios” que todavía quedan en los institutos, esos que se creen “expertos” a golpe de “trienios”. Esos ya desaparecerán, no te preocupes. Yo estoy hablando del discurso subyacente que se esconde detrás del cacareado enfoque por competencias(¿Has leído alguno de los artículos de los autores que he citado o los que ha citado M.Ángel?; por cierto todos de catedráticos) Celebro que seas alguien joven y con ganas porque eso es lo que hace falta, sin más, profesores que transmitan a sus alumnos el deseo de aprender. Lo que yo veo en el instituto en el que trabajo son profesores jóvenes, que no se cuestionan nada, que dicen “amén” a todo, haciendo cursos para tener “puntos”, y que, por lo tanto, son totalmente idóneos para llevar a cabo este proceso mercantilizador con ropajes de renovación educativa. Un abrazo.
Hola Ana, todavía no he tenido oportunidad de leer los autores que comentas, por lo tanto te explicaré, sin tener en cuenta su opinión, lo que yo entiendo por aprendizaje en competencias.
Creo recordar que en uno de los artículos que he podido leer de Miguel Angel, nos habla de la contradicción que es educar para la vida o educar en valores (uno de los pilares fundamentales de ese saber ser y estar del que hablan las competencias).
Como educadores podemos reproducir, ese modelo del que hablas, empresarial, productivo, neoliberal. O podemos en cambio educar en valores para intentar transformarla.
Enseñar a nuestros alumnos que hay otro tipo de sociedad que también existe en la que hay personas solidarias, tolerantes, respetuosas, participativas, comprometidas, generosas…
Dentro del planteamiento holístico de las competencias, entiendo que como educadores debemos hacer que nuestros alumnos tengan un mayor compromiso concreto con la comunidad. Que lleguen a convertirse en agentes transformadores del contexto en el que viven. Que reconozcan su potencial para modificar la realidad del barrio, de la ciudad, de la sociedad en la que viven.
Creo que las competencias significan trabajar sobre necesidades reales de los alumnos con el objetivo de mejorar las condiciones de vida allí donde viven.
De la reflexión a la acción. Y dentro de esa reflexión debe de estar esa sociedad neoliberal que nos presentan los catedráticos.
Pienso que las competencias están orientadas a generar en los estudiantes aprendizajes participativos y solidarios.
Se trata de tomar contacto con la realidad en la que viven, aplicando los conocimientos, procedimientos y actitudes que van adquiriendo en los Centros Educativos, para que convertidos en COMPETENCIAS, tengan como objetivo mejorar la sociedad en la que viven.
No es algo nuevo, puesto que creo que a lo largo de los sistemas educativos siempre se han generado experiencias solidarias, pero muchas veces no han tenido vinculación con los aprendizajes de nuestros alumnos.
Por esta razón muchas de ellas se perdían y no eran un aporte significativo para la comunidad escolar.
Con las competencias los alumnos dan utilidad a lo que aprende en los Centros Educativos.
Pero por supuesto, puede ser esto o todo lo contrario. Depende con las gafas que veamos esta oportunidad que se nos brinda. Ahora y siempre
Un saludo
Miguel Angel , soy de Mendoza Argentina , y estuve en una conferencia que ud dictò el 22/02/2010 , queria decirle que me pareciò exelente su presentaciòn y que nos motivò a todos los docentes presentes a animarnos a cambiar la forma de enseñar y evaluar .-
respecto de este artìculo comparativo con la azafata coincido con ud en que muchos docentes hacemos de este sistema totalmente conductista la forma de enseñar es un desafio para todos cambiar y realizar una enseñanza personalizada , recuerdo la imagen de los animales queriendo subir al arbol donde el prefesor felicita al pajaro y reprocha al caracol.-
Muchas gracias por abrir mi mente a nuevos desafios
Saturnino Arroyo Adarve era un aut ntico renacentista. Escrib a, daba clases de alfabetizaci n a adultos, era el secretario de una asociaci n que se dedicaba a dar sepultura a los muertos y trabajaba en otra en la que cre un fondo bibliogr fico popular con tres mil vol menes. Asimismo, organizaba excursiones a la playa destinado a personas que nunca vieron el mar. “Simplemente por tener un comportamiento socialmente edificante le hicieron un juicio sumar simo y le asesinaron el 13 de octubre de 1936 en la capital granadina”, explica Gonz lez. No menos inquieto e intelectual era Mat as D as Li n, un joven de apenas 19 a os, mec nico de profesi n, en concreto, matricero. Le a obras perseguidas por la derecha, como las de Blasco Ib ez, y cuando se dirig a a la casa de unos amigos para intercambiar libros, le acusaron de recaudar armas de fuego para suministrarlas a la resistencia del Albaic n. Le hicieron, seg n relata Gonz lez, un consejo de guerra sumar simo y le condenaron a muerte. Ese mismo d a, la Guardia Civil se llev a su padre, de modo que entre su condena y la de su progenitor s lo transcurrieron 48 horas. Era septiembre del 36.