Me cuenta una querida cuñada que está desesperada con el trabajo desmedido que le encomienda la inspección. Es una excelente maestra, una profesional concienzuda, una magnífica persona que se desvive por los niños y las niñas que le han tocado en suerte.
Y hoy la veo abrumada y desconsolada con el ímprobo y absurdo trabajo que tiene que llevar a cabo. Me impresionó oírla decir hace poco:
– No creo que yo me jubile como maestra.
Es una pena. Porque disfruta trabajando con los niños y las niñas, pero sufre llevándose tarea a la casa diariamente, en los fines de semana y durante las vacaciones. Está metida en un sinvivir. Tiene la convicción de que muchas de las tareas burocráticas que le imponen no sirven para nada, salvo para hacer estadísticas y amontonar papeles. No es justo, no es
lógico, no es decente que la burocracia abrase a los mejores profesionales de la educación.
Hay que preguntarse con seriedad y urgencia: ¿Cuántas horas de trabajo burocrático asumen los profesionales de la educación? ¿Cuántas horas se dilapidan entregadas a tareas absurdas que no sirven para nada? ¿Cuánto aburrimiento se acumula en las mentes y en el corazón de los docentes por estas iniciativas cada vez más ridículas?
La pirámide jerárquica no se rompe nunca. El ministro le exige a los consejeros, los consejeros a los delegados, los delegados a los inspectores, los inspectores a los directores y los directores a los profesores. (Ya sé que también hay mujeres, y muchas, en la educación,
pero no he querido redactar un párrafo rocambolesco). ¿Por dónde se romper esa cadena maldita? ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién es capaz de decir “yo eso no lo mando porque es un sinsentido o “yo eso no lo
hago porque es un estupidez”?. ¿Para cuándo la unión de todos y de todas contra la irracionalidad?
Hay quien toma el camino más corto. Se va. Pide una baja y se acabó el problema. Mi cuñada no es capaz de hacerlo porque es una persona con responsabilidad. Entrega como tributo su salud física y mental. Porque es una persona sacrificada. Y hace a conciencia lo que se le pide. Mil
doscientas dieciséis fichas ha tenido que entregar hace poco, correspondientes a los trescientos cuatro alumnos y alumnas a quienes tiene que enseñar inglés. Ficha de cada concepto que ha enseñado en cuatro dimensiones: leer, escribir, escuchar, hablar. Es decir que es para la
autoridad educativa es más importante dedicarse a contar lo que se ha hecho que tratar de mejorar las condiciones para hacerlo bien.
¿Quién detiene esta trituradora de ilusiones? ¿Quién para esta maquinaria infernal? No es justo, no es lógico que el trabajo tenga que realizarse a costa de la familia, de la salud o del descanso. Hay que decir basta. Alguien tiene que poner coto a esta insensatez progresiva.
La burocracia es un condena en cualquier trabajo. En la enseñanza es una maldición. Porque se desperdician las horas y porque los profesionales se queman inútilmente.
La burocracia potencia el régimen organizativo jerarquizado e impone una obediencia irracional “Esto hay que hacerlo porque hay que hacerlo”. Pero, qué sentido tiene, para qué sirve, qué impide hacer, qué consecuencias
tiene, son preguntas que nadie se hace y si se las hace se las contesta cada uno en privado sin que las respuestas ayuden a corregir las situaciones injustas e irracionales.
Tiene la situación un efecto derivado pernicioso, que es el desarrollo de la cultura burocrática en la que se instalan las prácticas de manera rutinaria, acrítica e irracional. Esas prácticas se perpetúan a veces a través del tiempo y se convierten en comportamientos anquilosados que nadie sabe a qué finalidad responden. Pero se repiten una y otra vez.
¿Cuántas horas dedican los directores y directoras a la burocracia? Pueden destinar su tiempo a tareas pedagógicamente ricas, como coordinar,inspirar proyectos innovadores, investigar sobre la práctica, crear un
clima positivo, hacer equipo, proponer iniciativas… O bien, a tareas pedagógicamente pobres, una de las más apremiantes y absorbentes sería la de rellenar papeles, hacer estadísticas y cultivar la burocracia. Sería
un atropello exigirles que la mayor parte de su tiempo se invirtiese en tareas tan aburridas como inútiles.
Recuerdo ahora aquella vieja historia que pasa de boca en boca. En un centro se pintó un banco y se encargó a un conserje que se sentara en otro que estaba enfrente para advertir a las personas que el banco estaba recién pintado y que no podían sentarse en él. Diez años después, todas las mañanas, un conserje se sentaba en aquel banco. Cuando alguien le preguntó cual era su misión, no supo qué responder. Siempre, desde que él
entró, se había hecho así.
La burocracia potencia el poder irracional. Si tienes que hacer por obediencia cosas más absurdas e ineficaces re refuerza la sensación de que quien manda puede mandar lo que quiera. Robert Mitchel elevó esta idean a una “ley de hierro de la oligarquía”, según la cual cuanto más crece y se burocratiza una organización, más grado de poder se concentra en manos de un pequeño número de personas de posiciones elevadas. Esta ley da por bueno el dicho de P. Masson: “Los funcionarios son como los libros de una
biblioteca: los que están en los lugares más altos son los que menos sirven”.
Las autoridades educativas tienen que velar para que los educadores más sensibles no se convierten en burócratas acomodados o desesperados. Sería muy triste que utilizasen su poder para hacer exactamente lo contrario a
lo que deben. Y me temo, por lo que mi cuñada me cuenta, que es lo que está sucediendo. Los alumnos y alumnas de mi cuñada no se merecen que traten así a su maestra quienes tienen que cuidarla. Y ella, menos.
Desde los órganos políticos de la educación parece que se comparte la visión funcionarial (en el peor sentido posible) del profesorado. Parece que no se concede al hecho educativo la importancia que realmente tiene. Y parece que la actividad de maestros y maestras no es más que una manera de pasar el tiempo sin rentabilidad alguna para la sociedad que la paga (por supuesto que también la disfruta, pero esto no parece ser importante). Así que la única forma de justificar que sí que se está haciendo algo parece que consiste en rellenar mucho y muchos papeles. Si tienen en sus manos tochos gordos que digan lo que se hace, parece que sí se hace algo (pero además debe estar justgificado, corroborado comprovado, aceptado y verificado por los poderes mágicos de la administración que ni tiene tiempo de leerlo, ni de servirse de tanta infructuosa documentación).
Y sí, esta parece ser la función de las instituciones educativas a medida que se elevan en la estricta jerarquía que ha impuesto y que defiende como si fuera el último valladar que les permite seguir siendo importantes.
Gracias por manifestarte contra la ineficaz burocracia que, en definitiva, no es más que parte de la conciencia aseguradora que las compañías de seguros nos han impuesto. si no se justifica algo con documentos, no se cubren responsabilidades.
Haber puesto comprobado con v en el comentario anterior, ha sido un error, no ignorancia.
Gracias y disculpa.
A partir de este interesante artículo de Miguel Ángel Santos Guerra, podemos plantearnos las cuestiones que como bien nos indica en el mismo, nos llevan a una profunda reflexión sobre la práctica docente del día a día en los Centros.
De esta forma podemos preguntarnos: Si los profesionales de la Educación no tienen el suficiente tiempo para preparar sus clases, buscar materiales, plantear la metodología que puede ayudarles a mejorar… ¿cómo van a sentirse realizados con las tareas que llevan a cabo con sus alumnos y alumnas?
Desde mi punto de vista y mi corta experiencia, este artículo me hace pensar y aunque no he tenido el placer de trabajar en la Escuela, creo que no hay nada más gratificante que llegar a casa y decir: “hoy ha sido un gran día, he motivado a mis niños/as de tal forma que les ha sido muy útil lo que hemos visto en clase”.
Claro está que la estúpida burocracia lleva a un proceso totalmente contrario. Por tanto, un/a docente llega pensando en todo lo que ha tenido que rellenar de papeleo y todo lo que le queda por hacer y así, desde su responsabilidad, se cuestiona su función en la Educación llegando a la posibilidad de abandonar y por lo menos dedicar su tiempo a su familia, amigos/as y sobre todo a su salud.
Para finalizar, pienso que es tarea de todos los que nos dedicamos o nos gustaría dedicarnos a la enseñanza el luchar por eliminar el absurdo papeleo que viene impuesto y que quiénes lo exigen puede que también sean obligados a ello porque si la cuestión está en la vocación docente, seguro que no nos prepararíamos para realizar estas tareas burocráticas de las que hablamos.
“Si lo que deseamos es enseñar, luchemos por ello”.
María José Gil Sedeño
Estudiante de 2º Ldo. Psicopedagogía
Existe una forma más perversa de burocracia. Consiste en hacer muchos papeles (ahora también hablaríamos de muchos ficheros informáticos) pero contando cosas que no se han hecho, pero que cuentan para tener méritos. O que se han hecho de cualquier manera pero que se presentan como si hubieran sido un éxito. Lo que importa, como se dice en el artículo, no es hacerlo bien sino decir que se ha hecho. Burocracia pura y dura.
Esta es una de las pocas veces en que discrepo (sólo un poco) de lo expresado por Santos Guerra en su artículo.
Por supuesto que lleva toda la razón en su discurso, otra cosa es lo que cada docente consideramos burocracia.
Me explico: Si realizamos una serie de tediosas sesiones para elaborar un proyecto de centro con el único fin de tener el documento preparado para cuando nos lo exija la inspección, amigos y amigas, eso es burocracia.
Si realizamos el mismo trabajo con el objetivo de mejorar nuestro centro y el aprendizaje de nuestro alumnado, esa es NUESTRA LABOR, y no la debe hacer nadie por nosotros.
Si para realizar un cambio educativo que redunde en la mejora de los renidmientos de nuestro alumnado tenemos que embarcarnos en un proceso investigativo que conlleva la corrección de un gran número de documentos y elaboración de informes, esperando que de ahí consigamos mejorar la educación que estamos proporcionado: esa es NUESTRA LABOR; ahora bien, si hemos realizado un proyecto de cara a la sociedad, o para conseguir unos incentivos en la nómina, y este proyecto nos hace corregir trabajos y realizar informes, eso es burocracia (y no nos lleva a ningún sitio).
Sí que existe otra burocracia que debería desaparecer del trabajo del docente, y fundamentalmente de los equipos directivos, por ejemplo, en Andalucía, todo lo relacionado con el cheque-libro, organización (cobro, listados) de actividades extraescolares, etc.
Ahora bien, rellenar los documentos de evaluación de nuestro alumnado NO PUEDE SER CONSIDERADO BUROCRACIA, claro, si lo enfocamos como un proceso continuo para la mejora. De otro modo, estaremos haciendo papeles que consumen nuestro tiempo, que nos queman, y que nos quitan tiempo para hacer lo que tenemos que hacer (= finalizar los quince temas del libro de texto).
Perdón por la parrafada.
Querido Miguel Ángel.
Lo que nos cuentas en tu blog sobre la burocracia en educación, lamentablemente es verdad. Lo que le sucede a tu cuñada, le sucede a muchos docentes por desgracia. Yo mismo alguna vez he considerado que mi trabajo actual en educación tiene exceso de burocracia, demasiados papeles que realmente no sirven para nada.
Muchas veces he escuchado a docentes decir: – ¿Hasta dónde quieren llegar? – ¡Ésto un día va estallar! – ¡Ésta no es la calidad educativa que se esperaba! – ¡Nos sentimos engañados!
Y así, podría seguir abundando sobre numerosos comentarios que hacen visible lo cotidiano.
Discrepo también ligeramente en la línea de lo que dice Jose Luis. No todo lo que mucha gente define como burocracia me lo parece a mí. Hubiera disfrutado mucho escribiendo y opinando sobre competencias y la gente de mi departamento lo consideró burocracia. Me hubiera gustado leer opiniones escritas por profes de mi nivel sobre proyectos, objetivos conseguidos, propuestas de mejora, etc., y es considerado como burocracia así que más o menos se cubre modificando lo del año anterior. Te podría hablar de muchos otros casos similares.
Cuando ha llegado a mis manos un montón de formularios que yo he considerado burocráticos he utilizado a mi alumnado y les he pedido que con su mejor “caligrafía de domingo” lo rellenasen. Tiene valor aprender a rellenar formularios, no me cabe ninguna duda y son sólo eso, “formularios”.
Yo ceo que está claro cuándo se trata de burocracia y cuándo de trabajo necesario y eficiente.
La burocracia es ineficaz.
La burocracia es irracional.
La burocracia es estéril.
Claro que puede haber profesores que no quieran hacer cosas que es preciso hacer, como participar en la redacción de un Proyecto de Centro. Esa redacción se convertiría en burocracia si se tratase de un documento que se hace por hacer y que no sirve para nada.
Está pasando los mismo en la Universidad. Cada día se piden más memorias, más acreditaciones, más papeles, más estadísticas. Y si tienes que hacer un Curriculum Vitae para un organismo hay que repetirlo todo porque el formato en el que lo pide es diferente de cualquier otro. Mucha burocracia. Mucha pérdida de tiempo que es necesario para cosas más importantes.
Se suele hacer hincapié en la pérdida de tiempo que supone la burocracia, pero no se habla tanto de los efectos desvastadores que produce en el clima de las organizaciones y en el estado de ánimo de las personas. No me sorprende la reacción de la cuñada del auto, sobre todo sio es, como dice, una profesional con vocación
A mí lo que más me entristece y me hace sentir como a tu cuñada, es que esta burocracia viene impuesta y con directrices muy claras. No parte, en ningún momento, de un planteamiento del prefesorado,ni necesidades reales del colectivo. “Usted primero obedezca y rellene papeles, luego, si le queda tiempo innove, fórmese,…etc”. Este es el orden establecido. Creo que es hora de que tengamos voz ante estos temas y que nos hagamos oir.
Lo que màs me preocupa de esta historia es ver còmo actùa el poder. Creo que el poder se hace màs fuerte mandando y haciendo cumplir òrdenes que no tienen sentido. Tù vas a hacer esto porque lo mando yo, es lo que vienen a decir quienes mandan hacer cosas que no valen para nada. Hay que fortalecer la crìtica y plantear la rebleiòn.
Cada institución es un mundo diferente,lo que es bueno o efectivo para una no lo es para otra.Tampoco deben convertirse en réplicas que no favorezcan el objetivo último que es el propiciar los procesos de enseñanza-apredizaje.Los pequeños grandes cambios se generan desde los cimientos de nuestras escuelas,animémonos a desafiarnos a nosotros mismos!!!
Creo que las instituciones tienen que establecer procesos de autoevaluación institucional que les permitan saber qué es lo que están haciendo y qué consecuencias tiene. Es un clamor el rechazo a la creciente burocracia. ¿E que da igual lo que sucede?¿Da igual que se pierda el timepo y qu ela gente se queme?
El eterno problema, de lo que se debe hacer y lo que realmente se hace, no hay una relacion entre los que docentes, como docentes deben hacer y lo que la realidad los lleva a ejecutar, hay veces en que la burocracia, no permite el real funcionamiento de un sistema educativo, el eterno drama de solicitudes, que quedan en la nada. Una escuela que tiene su pared electrificada, no puede funcionar, sin embargo, esta funcionando, debido a que en infraestructura, necesitan muchos tramites del tipo burocratico, hasta para cambiar una lamparita, me pregunto: ¿En caso de que algo le ocurriese a algun niño, por estar la pared electrificada? ¿La culpa es del infraestructura, por la falta de apremio, del establecimiento, de los docentes a cargo, etc.?
Me causa pena, ver que tantos problemas agobian a las instituciones, por que siempre hace falta dinero. Y los papeles de la burocracia, hacen que no se solucione nada, muy poco.
Que fue primero, el huevo o la gallina?
La escuela creada dentro del regimen burocrático quiere ahora eludirse del mismo, cuando ella misma educa una cultura burocrática. Cuantas veces escuche por otro docente “estos chicos de hoy no forman fila, no cumplen el horario, no firman el cuaderno de comunicaciones, hablan cuando no deben”
somos víctimas de nuestro propio sistema y ellos nos enseñan eso a diario.
Por otra parte a mayor deficit de presupuesto aumenta la burocracia para sostener esta carencia, asi se pierden en su laberinto miles de pedidos y solicitudes.
Tal vez sea hora de decidir que procedimientos sirven e ignorar los otros, los profesores que persisten en el sistema son los mas hábiles en burocracia, no los mas aptos para dar clase. Como pasa en la mayoria de los trabajos y en la vida en gral, la sobrevivencia del mas apto en un regimen burocrático: el burócrata. Pero estamos aca, asi que mientras el sistema sea así…
Solución: con mas plata. Cada vez que se piensa una solución se necesita mas personal o que el docente gane el doble y le quede tiempo para llenar papelitos, porque va mas alla de optimizar el sistema educativo, las mismas leyes nos imponen que cada dia sea mayor la cantidad de papeles y planillas.
Para mi el sistema deberia cambiar,ya que la burocracia implementada perjudica a las escuelas porque se pierde tiempo en implementarla.El personal que esta para un determinado trabajo debe realizar otro.Como por ejemplo,una preceptora que debe ocuparse de os alumnos,tamien se debe ocupar del trabajo que debe realizar una secretaria,destinando el tiempo que es de los alumnos a otra tarea que no les coresponden(como certificados,planillas de presentismo de profesores,etc.)
Si la burocracia estaria bien implementadala calidad de la institución sería eficiente y eficaz y garantizaría la educación de los alumnos basada en el orden y el respeto y los profesores tendriàn un mejor espacio laboral sin tener que que hacer tanto tramites, por el simple hecho de querer trabajar.
El tema de la burocracia sigue siendo 1 problema compicado en la escuela porque no se interesan, ya que, quien puede llegar a cambiarlo no lo hace, no sabria si es que no se anima, no quiere o no puede y se estan perdiendo o restando muchas horas a la pedagogia, que es el norte de los educandos.