Hace tiempo que circula por la red un pequeño y emocionante reportaje sobre un grupo de escolares de Colombia que, para acudir a su escuela, tienen que atravesar cada día un profundo precipicio de más de doscientos metros. Con un frágil arnés se cuelgan de una oxidada polea que discurre por un cable de más de ochocientos metros.
Para amortiguar el golpe que causaría la inercia de la caída utilizan una pequeña horquilla que cruzan con la polea. La misma aventura cada día para ir a la escuela y para volver a sus casas. Resulta emocionante ver a esas criaturas (algunas veces hacen esa arriesgada travesía dos niños juntos, uno cogido a la espalda del otro) poniendo en juego sus vidas para poder aprender.
Me pregunto por lo que les pasa a nuestros niños y jóvenes cuando desprecian la oportunidad de acudir a la escuela y, llegado un momento, consideran que aprender es una tortura o un castigo. Fracaso, absentismo y conflictividad en las aulas contrastan con el ejemplo admirable de los “niños del cable”.
Se ha suscitado un interesante debate en España a propuesta del Ministro de Educación. La cuestión que ha puesto sobre el tapete es la posible ampliación de la escolaridad obligatoria hasta los 18 años. Mi reacción inmediata es de carácter positivo. Sí, que se haga.. Ampliar la escolaridad es extender la educación a personas que no podrían tenerla sin una medida de esta naturaleza. Estoy por la labor, aunque de forma condicionada, como luego explicaré.
Considero que aprender es algo positivo, por eso creo que “obligar” a estudiar es una buena iniciativa, aún a sabiendas de que sólo aprende el que quiere. El verbo aprender, como el verbo amar, no se pueden conjugar en imperativo. Podemos llevar el caballo a la fuente, podemos meterle la cabeza en el agua pero beber es un asunto de su única incumbencia.
Se me podrá decir que hay que preguntar a los protagonistas, porque ya tienen edad de pensar y de decidir. Si alguien les pregunta si quieren seguir estudiando, es probable que algunos digan que no.. Pero eso sucede a los 18, a los 14, a los 12 y a los 10. ¿Qué hacemos, dejamos fuera de la escuela, a cualquier edad, a todos los que no quieran estar en ella?
Puesto que la educación es un bien, soy partidario de que se amplíe hasta el máximo la escolarización. Hay países que así lo hacen, como Hungría y Holanda y no les va mal. Muchos otros de nuestro entorno cultural tienen escolaridad obligatoria hasta los 16, es cierto.
Es probable que algunos profesores y profesoras se echen las manos a la cabeza. Para reventar una clase no hace falta un grupo organizado de objetores, basta con uno. Pero, claro, con mayor número la situación se complica. ¿Cómo persuadir a quien no quiere estar de que aquello es lo mejor para él?
Se me dirá que bastante fracaso y absentismo tenemos como para meternos en este nuevo berenjenal. Se me dirá que primero solucionemos los problemas y después veremos. Si es así, sepamos que ese “después”, nunca llegará
Sé muy bien que decir “enseñanza obligatoria” es igual que decir “trabajos forzados”. El lenguaje juega esas malas (o buenas) pasadas. Lo que sucede es que esa valoración negativa de la enseñanza nos pone contra las cuerdas a los políticos que la organizan y a los profesionales que la llevamos a cabo. Imagino a un escolar de 16 años que está a punto de terminar y que está deseando largarse. Imagino que alguien le dice:
– Mira, se te va a aparecer un ángel (un Ángel Gabilondo) y te va a hacer una maravilloso regalo. Vas a seguir estudiando dos años más de forma obligatoria.
No es difícil imaginar la reacción de rechazo y de desprecio. Quizás de ira. Cuando alguien no quiere caldo acepta muy mal que le digan: pues ahora te vas a tomar dos tazas.
Tal como está el mercado laboral, ¿qué sentido tiene dejar a muchos de esos chicos vagando por las calles? Claro que, de tomarse esta medida, las familias tendrían un reto importante. Deberían persuadir a sus hijos e hijas de que esa opción es una magnífica opción en la vida. Poder seguir aprendiendo. Aconsejo para encontrar algunas razones, el libro “¿Por qué tengo que ir a la escuela?, del pedagogo alemán Von Hentig en el que le explica a un sobrino suyo, a través de 26 cartas, por qué resulta importante ir a la escuela
Yo no sacrificaría al grupo “de los que no pueden seguir estudiando” en aras de “los que no quieren”. ¿Qué haría? Ampliar la escolaridad pero, claro, ampliando también la flexibilidad del sistema, mejorando la formación pedagógica del profesorado y dando autonomía a las instituciones para que ofrezcan una respuesta adecuada a las demandas de formación de los interesados. Habrá que pensar en un sistema alternativo de estudio y trabajo, en prácticas en lugares de aprendizaje externos a la escuela, en experiencias laborales combinadas con programas teóricos. Y habría que aumentar la participación de los estudiantes en la organización y gestión de las instituciones y del curriculum. No comparto la tesis de “todo por el alumnado sin el alumnado”.
La medida podría ser un revulsivo para reinventar una escuela más dinámica, menos academicista y más cercana a los interesas de quienes aprenden. Habría que mejorar la oferta educativa, en cantidad y calidad. Me ha hecho pensar mucho aquella exclamación de Winston Churchill: “Me encanta aprender, pero me horroriza que me enseñen”. Si aprender es apasionante, ¿por qué algunos lo aborrecen?
Aumentar la formación, acabaría beneficiándonos a todos. Tener personas más preparadas, sería bueno par a los interesados y para el país.
Vuelvo a recordar a los pequeños escolares colombianos atravesando, a través de un bosque impresionante y de una cable de no mucho grosor, el abismo de la ignorancia. Recomiendo encarecidamente al lector que lo vea. Resulta emocionante y aleccionador.
¡Qué lección la de los niños colombianos!
Siempre he sostenido que todos tenemos algo que aprender de todos. Estos niños, enfrentando un montón de carencias, nos enseñan que “Querer es poder”. Sabemos que hay muchos sitios del planeta donde los niños y jóvenes lo tienen todo, el transporte escolar con sus normas de seguridad, las zapatillas de marca, la mochila de moda, su vianda, los útiles escolares de última generación, su note book…y sin embargo se hacen la rabona (en Argentina faltar a clase por faltar), porque la escuela no les resulta placentera o interesante, porque están convencidos de que ya tienen todo lo que hay que tener, porque no han comprendido aún que de poco sirve tener llenos los bolsillos, si no tienes “nada en el mate” ni en el corazón.
Me encantó el artículo, como todos los de M.A. S. Guerra, a quien admiro, respeto y considero un “Señor de las Aulas”.
Cariños a todos desde Argentina.
Hola amigoa!
Me parece un actitud admirable la de estos niños.
Yo, referente a la educación obligatoria hasta los 18 soy de los que me pongo las manos en la cabeza cuando se piensa en una ensañanza obligatoria hasta los 18:
1º- porque la escuela no es una guardería para mantener a los niños dentro porque hay crisis y no encuentran trabajo
2º porque lo obligatorio no es atrayente ni engancha
3º porque los que quieren estudiar también tienen derecho a estudiar sin tener que aguantar a los que no quieren . Hay que cuidar también a los buenos
4º Porque creo que se necesita una reforma educativa. Enseñanza obligatoria hasta los 16 SÍ, muy bien, pero que a los 14 a los que quieran que se les permita recibir la formación que ellos les gustaría de un oficio concreto (la antigua FP) y con una buena preparación para luego poder acceder más fácilmente en el mercado laboral (necesitamos carpinteros, mecánicos, etce). No enredarlos y aburrirlos con tantos años sin enseñarles nada mas que a perder el tiempo.
Yo no quiero enseñanza obligatoria hasta los 18. Quiero una buena educación y formación diferenciada para el que así lo desee. Creo que más años, cuando veo a muchos alumnos que sólo están esperando a cumplir los 16, sin hacer nada, y molestando, para poder irse a hacer el módulo que a ellos les gustaría no es lo adecuado ¿no habrían salido más beneficiados, tanto ellos como los compañeros, si les hubiesen ofrecido un camino de preparación real y no una permanencia en una guardería?.
No quiero cantidad, quiero calidad.
La teoría es muy bonita, la práctica no lo es tanto.
Totalmente de acuerdo con el comentario nº3. La antigua FP debería volver o las antiguas escuelas de aprendices. Hace falta personas con oficio y no tantos universitarios.
El mejor argumento para sostener laampliación de la escolaridad obligatoria es la posición de unos padres que de no producirse la decisión pòlítica tendrían que dejar de estudiar.
Alguien dice que hay demasiados universitarios pero me hustaría saber dónde están sus hijos.
Por otra parte, el adjetivo “obligaria” parece negativo pero, si su hijo no quisiera comer, ¿le obligaría a hacerlo? La inmensa mayoría seguirá estudiando encantada.
Para qye haya igualdad de oportunidades es la mejor medida. Saludos.
En Argentina ya rige la obligatoriedad de todo el secundario, es decir hasta los 18 años (jardín 4-5; primaro 6-12; CBU 12-14 y CE 15-18) pero es sólo una ley escrita y aprobada que no se cumple. A pesar de que la obligatorieded va acompañada de la gratuidad, un alto porcentaje de alumnos desertan, especialmente en el CBU. Son prblemas graves de la educación, el absentismo, la repitencia, el desgranamiento, la desersión. Son muchos los alumnos en edad escolar que están excluidos del sistema. Es por eso que actualmente estamos trabajando la inclusión, sobre todo para los sectores de mayor vulnerabilidad.
La ley no basta, lo difícil es lograr que se cumpla.
Siiiiiiiiiiiii obligatoriedad, pero luego de la enseñanza/aprendizaje de lo fundamental, la eleccíon libre de un oficio, de algo plancentero y a la vez util…….la realidad en nuestro país, querida ARGENTINA EN GRAVES PROBLEMAS ACTUALES, HAY ARQUITECTOS, ABOGADOS..y otros , manejando taxis, y nos faltan carpinteros, electricistas, mecánicos..etc. Volvamos a la cultura del trabajo, y así sólos los jóvenes querrán estudiar cada día más, no por obligación, sino, por necesidad de cada día ser mejores en lo suyo…besos a todos Noe
Decir que hsata que no se solucionen los problemas no se puede ampliar la escolaridad es como sostener que hasta que no estén atendidos sanitariamente todos los de una etapa no se puede atender otra. Claroq ue hay problemas, pero esta decisión nos podría ayudar a afrontarlos mejor.
La oferta tiene que ser más atractiva, más plural, más imaginativa. LO que no creo que sea bueno es añadir dos años más de una enseñaanza academicista, alejada de la realidad y de los intereses de los alumnos y de las alumnas. La ampliación de la escolaridad hasta los 18 años puede ser un buen momento para pensar en lo que se está haciendo en los Institutos.
Cuanta más escolaridad mejor. Cierto. Pero en este debate enloquecido en el que se está metiendo el ministro Gabilondo a la búsqueda de un pacto educativo que, por cierto, ya tenemos y que se llama la Constitución, la LODE y la LOE, parece que de único de que se trata es de escuchar los lobbies más cavernarios e insolidarios que andan por el mundo educaivo.
Los que ahora están pidiendo la escolaridad obligatoria hasta los 18 no están pensando en que se aumennten las dotaciones en los PCPIs, se amplien las becas o que se invierta en los apoyos necesarios para acabar con el abandono escolar temprano. ¡Están pensando en que se concierte el Bachilleto privado! No nos engañemos.
Creo que si nuestros niñas y niños tuvieran que colgarse de un cable y atravesar un precipicio irían con gusto a la escuela… Lo emocionante de esos chicos no es ir a la escuela, es atravesar el vacío. El riesgo, el sabor de la aventura… No los imagino poniendo su vida en riesgo por el deseo de aprender… Si por hacer de cada día un desafío. Que va, si hasta yo me tiraría por la cuerda. Pongámosle sal a la vida escolar, hagamos que la escuela se convierta en un deslizarse cada día, lleno de riesgo. Una hacedora continua de emociones…
Por primera vez en mi vida y te sigo desde hace tiempo (tuve la suerte de coincidir contigo en unas jornadas de la FAPA de Asturias hace ya algunos años) no puedo estar de acuerdo contigo. No porque en esencia no lo esté, sino porque no me parece en absoluto viable de entrada. Efectivamente soy de esa opinión que tú mismo comentabas de que basta un chaval para reventar una clase y ya las revientan bastantes “obligados” hasta los 16. Por otro lado a partir de esa edad ya se puede trabajar, eso sí vagos en casa no por favor. Estoy contigo en que al obligar rescatas a unos pocos (o muchos) que no seguirían estudiando justamente por no ser obligatorio pero no estoy en situación de valorar si, para el conjunto, esta medida sería favorable.
Lo de los “niños cable” ya lo conocía. Precioso. Realmente ¡tienen unos valores tan distintos…! ¿Podremos cambiar los nuestros algún día? Difícil, muy difícil.
Pregunta palurda
Como docu Los ninos del cable es buenisimo, hasta asombroso.Su simbolismo apabullante
aunque me pregunto, puede ser real?
Solo se ve una cuerda, si bajam d ida como suben a la vuelta …?
Admiro a estos niños por su esfuerzo por aprender. Un alumno me comentó hace pocos días que el “iba a la escuela porque sinó a la mamá no le iban a pagar los $180” este niño tiene tan solo 10 años y ya no le interesa aprender nada.Argentina E.R Yo me pregunto ¿Queremos gente ignorante, que se quede en su casa y utilice la escuela como depósito?