Raíces podridas

25 Jul

raices.jpgQuien tenga hijas se podrá imaginar más crudamente el horror. En dos lugares de Andalucía (Baena e Isla Cristina) se han producido en pocos días dos casos de violación múltiple que me han dejado sin habla. Son hechos que te golpean contra las cuerdas de la reflexión y de la responsabilidad. ¿Qué mundo estamos construyendo?
Dos chicas de trece años (una de ellas con discapacidad psíquica) han sido violadas por chicos de 12, 13, 14 años a plena luz del día. No quiero entrar en los detalles de ambos hechos, tan próximos en el tiempo, en la geografía y en el dolor. La reacción inmediata ha sido pedir el endurecimiento de las penas y la modificación de la ley para anticipar la edad penal. Lo primero que ha dicho Mariano Rajoy al conocer los hechos es que en septiembre va a pedir la revisión de la ley del menor. Y no voy a ser yo el que defienda que hay dejar impunes a los autores de estos hechos. Porque las personas tienen que asumir su responsabilidad y, por consiguiente, tienen que cargar con las consecuencias de sus acciones.

Lo que más me ha sorprendido es oír que alguno de estos chicos no tenía conciencia de que lo que había hecho era una delito. Quien esto decía era un policía que le había tomado declaración a los jóvenes. Es ahí donde veo el problema: en esa falta de conciencia sobre la gravedad del abuso. Creo que se trata de los frutos de un árbol que tiene las raíces podridas. La solución no se encuentra en destruir esos frutos indeseados sino en sanear las raíces. Supongamos, aunque sea mucho suponer, que las amenazas o los castigos amedrentan o disuaden. No es difícil concluir que lo importante, a fin de cuentas, no sería no hacer determinadas cosas sino que no te sorprendan haciéndolas. Lo importante no es la persona sino el castigo.

Esos hechos se producen a causa del todavía poderoso sexismo que está instalado en nuestra sociedad. La mujer es un objeto. Se puede abusar de ella. ¿Por qué no se producen violaciones de chicos a manos de chicas? No hablemos de la fuerza. Porque una chica (o varias) de 20 años pueden muy bien con un niño de cinco. Del árbol podrido del sexismo nacen los frutos envenenados de la discriminación, de los abusos, de las violaciones. Es la misma raíz. Es la misma planta que alimentamos y regamos cada día con las actitudes sexistas. Ahí está, a mi juicio, el problema.

Cuando este tipo de fenómenos se presentan, nos echamos las manos a la cabeza. Pero no pensamos que cada día, casi pacientemente, instituciones y personas, perpetuamos formas de hablar, de comportarnos y de sentir que generan discriminación. Nos alarmamos antes estos hechos, pero, inmediatamente vienen las bromitas sobre la Ministra de Igualad, las chanzas sobre el uso sexista del lenguaje, el desprecio por un proyecto de coeducación en una escuela, las descalificaciones de la asignatura de Educación para la Ciudadanía…. Yo creo que la solución, a corto y largo plazo, está en la educación y no en el endurecimiento de las penas. ¿Cómo sigue haciéndose presente el sexismo en esta sociedad androcéntrica? Veamos algunos cauces:

Las expectativas: menores para las chicas por el hecho de ser chicas, mejores para los chicos. Si sólo hay dinero para pagar la carrera de uno de los hijos, se sabe que será la del varón, aunque ella sea más inteligente.
Las profesiones: sigue habiendo “profesiones masculinas” (médicos, pilotos, arquitectos…) y “profesiones femeninas” (enfermeras, azafatas, maestras…). No hay nada que decir sobre el rango social de las mismas.
El lenguaje: no sólo el lenguaje sobre la mujer es diferente sino el lenguaje de las mujeres. Lo que se dice de ellas y lo que ellas dicen es diferente a lo se dice sobre los varones y a lo que éstos dicen. Un verdulero es un señor que vende verduras y una verdulera es una mujer fresca y charlatana. Un zorro es un hombre espabilado y una zorra es una fulana… ¿Quién no ha oído decir “las niñas no hablan así”?
Las religiones: ahí siguen, impidiendo a las mujeres acceder al poder, atribuyendo a la mujer el papel de inductora al mal, restringiendo su libertad y gobernando sus costumbres.
La educación: las chicas siguen encargándose de las tareas de la casa mientras los varones descansan o pasean. El régimen de salidas y llegadas es más rígido para las chicas que para sus hermanos.
Los trabajos: cuando una mujer va a buscar trabajo se le pregunta si se va a casar, si va a tener hijos y, en definitiva, si el proyecto de su vida tiene su epicentro en la casa.
Las costumbres: un adulterio se considera en el hombre “una canita que se echa al aire” y en la mujer una conducta propia de una furcia,
Las relaciones: sigue la mujer teniendo que mostrarse atractiva y acicalada para conquistar al varón y es él quien ha de tomar la iniciativa para iniciar la relación.
El cuidado: la mujer es la encargada de cuidar a los hijos y de cuidar a los padres. No hacerlo así le acarreará una imagen de mala madre o de mala hija.
Doble jornada: trabajar fuera de casa ha supuesto para muchas mujeres asumir una doble jornada. Por una parte, sigue teniendo que realizar las tareas caseras y, por otra, realizar la jornada laboral remunerada fuera de la casa.
La sexualidad: se considera a la mujer pasiva, más volcada a los afectos, sin capacidad de iniciativa, sin necesidades tan apremiantes como las del varón.

Podríamos seguir. Porque el sexismo está en todas las cosas, en todos los lugares, en todas las costumbres. Se ha avanzado, pero no lo suficiente. Queda mucho por recorrer. Y a eso invito a mis lectores y lectoras. Al compromiso por la igualdad. Porque ese es el camino más efectivo para que este tipo de hechos se erradique de nuestra sociedad.

¿Quién tiene que luchar contra el sexismo? Todos y todas. ¿Dónde hay que combatir el sexismo? En todas las partes. ¿Cuándo hay que hacer frente a las insidiosas formas de discriminación? Siempre. Porque las formas en que se manifiesta son cada vez más sutiles y hay que esforzarse por detectarlas y destruirlas. Nadie se puede quedar indiferente ante estos hechos tan horribles. Todos y todas hemos de sentirnos interpelados. Porque todavía queda mucho camino por recorrer. Ojalá que, mientras tanto, estas dos niñas puedan levantar la cabeza y volver a sonreír. Entre todos se lo hemos puesto difícil.

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10 respuestas a «Raíces podridas»

  1. Los errores de los profesores no son tan visibles pero, en ocasiones, no son menos dramáticos. Hay personas que, a raíz de una mala actuación, han arrastrado problemas psicológicos toda l vida. ¿Cómo no procurar evitarlos?

  2. En un artículo de aquel periodista inolvidable que fue Luis Carandell, recopilados en un libro imprescindible que es Celtiberia Show, se podía leer un recorte de la prensa de la época anunciado una película títulada El Asesino, interpretada por Marcello Mastroianni. Alguien del periódico, a pie de la publicidad, había tenido la ocurrencia de matizar, desde su punto de vista, el contenido de la película: «Asesino, sí, pero no de personas. Sólo de mujeres». Sobran comentarios. Que esa mirada social paraa con la mujer (en el mano a mano, desde 1939 al menos en España del binomio inglesia/estado)es ya historia, es un hecho. Desde mediados de los ochenta, a grandes rasgos, se produce, como es sabido, la incorporación masiva de la mujer al empleo y los roles establecidos hasta aquel momento se difuminan de forma absoluta, si bien es evidente que quedan resquicios. No voy a entrar a valorar las razones de por qué Andalucía tiene el récord absoluto de casos de violencia de género (es inútil abrir coloquios al respecto, las susceptibilidades están servidas y a la desesperada, son muchos los que niegan los datos), año tras año (veánse los datos en el Instituto Nacional de Estadística). Pero evidentemente, el espectro cultural, social y en definitiva, ciudadano, varía sustancialmente entre las diferentes comunidades autónomas, lo que no impide que en materia de igualdad se siga avanzando de forma imparable.
    Un aspecto que va ligado a la incorporación masiva de la mujer al trabajo remunerado es también la desintegración, a todos los efectos, del núcleo familiar tradicional. Si nadie duda que la inmensa mayoría de nuestras madres, en aquellos tiempos, ejercían de vigía constante de nuestra educación, es innegable a su vez que la sociedad neoliberalista ha impuesto un modelo familiar donde la inmensa mayoría de los progenitores trabajan, en muchsa ocasiones durante todo el día. La enseñanza institucional, reglada, no puede sustituir la figura esencial del padre, de la madre. La educación sentimental (que se comentaba en otro artículo) corresponde sin duda a estrategias metodológicas en todos niveles de la enseñanza (incluido el universitario, que siempre tiende a obviarse), pero fundamentalmente a esas horas de relaciones entre miembros de la familia donde la personalidad, los límites entre el bien y el mal (tan difuminados hoy día), los derechos y deberes consustanciales son inculcados en la serenidad del hogar por los progenitores, día a día, hora a hora. Si esto no se sucede, las carencias sosn manifiestas y los resultados, lamentables, en muchos casos, como bien sabemos los profesionales de la enseñanza; cualquiera podría dar fe de innumerables casos donde los niños, los adolescentes, crecen en hogares donde sus padres son prácticamente invisibles.
    ¿Y las políticas sociales de reconciliación de vida laboral y familiar? Otro tema tabú en el que no voy a pronunciarme, por las mismas razones que apuntaba antes. Digamos, que a pesar de la sucesión, desde 1978, de legislaturas democráticas, al frente de las mismas diferentes formaciones políticas y no pocos (y pocas) ministros/as respectivos, el tema, para ser amable, es sustancialmente mejorable.
    Son tres frentes, pues, lo que ha de evitar que la sociedad genere monstruos: los centros educativos, las familias y el propio gobierno. Esto es, toda la sociedad entera. Los centros educativos hacen sus deberes día a día, como saben todas las comunidades educativas (por más que un argumento económico -en la medida que se lavan las manos de responsabilidad- de los altos responsables de política educativa sea, como es sabido, hablar por activa y pasiva de la «responsabilidad» del profesorado: si no saben enseñar, etc., etc.). ¿Hacen esos deberes las familias? ¿Hacen los respectivos deberes los responsables políticos? Dejo esas preguntas abiertas, no está bien visto hablar de estos temas en un sentido crítico y lejos de mi intención crear polémica. Lo que quiero decir es que se habla mal, en general, del profesorado en España. Pero nadie habla mal, en general, del papel de las familias, del papel de las instituciones políticas. Y si estos dos últimos pilares no asumen su responsabilidad, tendremos lo que tenemos: monstruos que matan, violan, destruyen… con doce años.
    La impunidad, a efectos prácticos, que otorga la Ley del Menor a jóvenes menores de 14 años, carece del sentido más elemental. Nos educamos, en el mejor de los casos, haciéndonos responsables de nuestras acciones. Si tienes tres años y por accidente dejas caer un jarrón al suelo, personas adultas que están a tu lado deben llamarte la atención sobre lo sucedido. Si violas a una deficiente mental y tienes trece años, dicha acción, una aberración absoluta, debe tener una respuesta contundente, sea de la naturaleza que sea. Es contribuir a la socialización del individuo, como primer paso a que asuma sus hechos. Pero quedar libre de responsabilidad, posiblemente en un hogar como los que se ha descrito más arriba, en ausencia de progenitores, va a consolidar, a corto plazo, al monstruo que se encierra dentro de ese jóven.
    Creo que son temas obvios, más allá de los matices que cada uno quiera introducir al respecto. Pero que las medidas, necesarias y urgentes, no pueden hacerse esperar más. Si hace falta un gran pacto en educación, que se establezca, pero ya, más allá de motivos electoralistas. Lo de menos deberian ser los votos. Si hace falta inyecciones de dinero para conciliar la vida laboral y familiar, tal como ocurre en la inmensa mayoría de los países europeos, que dicho dinero se materialice, pero ya. Hay cosas más importantes que el armamento bélico, por ejemplo. Y por último, si los responsables políticos no están a la altura de las circunstancias, que dejen paso a otras personas más cualificadas. Repito, son los primeros y necesarios pasos para que nuestra sociedad la habiten ciudadanos de primera, cualificados, con juicio y herramientas críticas. Mientras se omitan estos pasos, muchos de estos ciudadanos se convertirán, simple y llanamente, en monstruos.
    Buenas tardes.

  3. Es difícil hasta opinar, dadas las circunstancias, pero sabiendo que las circunstancias, que «la ocasión hace al ladrón» y al santo, no está de más pensar en alto y analizar caso por caso y aprenderemos a sacar luz aunque sea de unos guijarros con unos palitos y paja. Cuando se trata de resultado de muerte o violación, con premeditación y alevosía, y no te cuento si el machito ¿valiente? necesita una banda para organizar y llevar a cabo un delito, convendría recordar aquí que «la verdad es la verdad dígala Agamenón o su porquero» y así el delito es delito hágala quien la haga, ya que no se trata de faltas, según pienso. La impunidad es mala consejera y establece un modelo muy peligroso, ya sea para adolescentes o mayores, políticos o ciudadanos sin graduación…
    Ya tenemos a mano la enciclopedia de la impunidad con modelos que afloran (perversa antología) por todas partes y que educan en el camino de la utilización de los demás como si fueran objetos y no sujetos y además, sujetos de derechos. Pero habrá que preguntarse si la Constitución puede contemplar como constitucional sociedades que no admiten la igualdad del hombre y de la mujer, con lo que queda en entredicho dicha igualdad, y lo que es peor aún: que el modelo siga modelando las mentes menos educadas y más intolerantes. No digamos si las verdades absolutas no admiten ningún margen de flexibilidad, o lo que es peor, de reflexión.

  4. Y volvemos otra vez al tema siempre presente en todos los artículos de una u otra manera, quizás porque es el tema central de la vida: el AMOR. El amor y la educación. Y no hablo de escolaridad. Tengo una hija de 14 y 3 hijos varones de 11, 14 y 17 años, y ninguno de los 3 en ninguna situación y aunque tuvieran la posibilidad nunca violarían a nadie. Cuando miro un niño o una niña veo en ellos a su padre y a su madre, a las horas de la vida que les dedicaron para hacerlos crecer o que no les dedicaron. Al amor que les dieron o no. A los límites que supieron o no supieron poner. Veo como fueron controladas las horas de Internet, de TV, de calle. Durante unos años tuve un trabajo nocturno y me sorprendía con dolor ver los fines de semana niños y niñas de 12, 13 años en la calle a las 6 de la mañana.Solo tenía una pregunta:¿donde están sus padres? La falta de límites lleva a la permisividad y al no aprender que es lo correcto. La ausencia de educación apropiada lleva a no aprender los propios deberes y sus correspondientes derechos. es cierto que a veces no están los padres. Es aquí donde hay que buscar para niños/as pequeños figuras que cumplan su función. Más allá de intensificar leyes de castigo, buscar leyes de protección. Buscar los caminos para que estas cosas no sucedan. No solo son cuestiones sexistas, y me atrevería a afirmar que estas no son las más importantes en el caso que nos ocupa. El amor es el tema. Amar bien es poner límites. La permisividad lleva a la calle a edades tempranas. La calle al alcohol y este a las drogas con mucha facilidad. Y el alcohol y las drogas hacen estragos en los cerebros y es de verdad que no saben que lo que hacen está mal. Pero el alcohol y las drogras son fuentes que mueven mucho dinero y contra ello nadie hace nada.
    Desde las leyes, desde la sociedad, desde la familia, desde la escuela promover y poner en marcha planes de PREVENCIÓN. Todo va a ser más fácil si esto sucede.
    La clave está en la educación. Y la educación empieza el día que nacemos y no cuando nos mandan por primera vez a la escuela. Si esto sucede a lo mejor ya es tarde. La educación es una responsabilidad de todos. Y no es la escuela la única responsable. Somos todos y todas desde el lugar que nos toque.

  5. El sexismo ha causado y sigue causando mucho dolor, No se puede caminar tan lentamente cuando, en ese tiempo, sufren tantas mujeres. Urge el avanza, aunque ya se haya recorrido un buen trecho.

  6. Pues todavía tenemos que aguantar en foros educativos frases del tipo «no seas exagerada, ya hemos avanzado mucho, pero estas cosas poquito a poco»
    La respuesta para mí es evidente: Y una mierda, queridos y queridas colegas.
    No hemos avanzado tanto y no podemos ir tan lentos. Sólo queda imaginar que les pase a alguien cercano, a nuestras hijas, por ejemplo, ¿pensaríamos igual o entonces nos apuntaríamos corriendo al partido feminista?
    venga ya, hombre, venga ya…

  7. He terminado el tercer libro de la trilogía Millenium.
    Lo aconsejo encarecidamente. Son tres novelas sobre género. Han vuelto las amazonas. Hay mujeres extraordinarias en las novelas de Stieg Larsson: desde la protagonsita Salander a Erika Berger,Sonja Molig, Monica Figuerola, Sussane Linder… Altamente aconsejable.

  8. Me ha llegado hace pocos días un enlace que deja patente como determinadas organizaciones se encargan de continuar desprestigiando a la mujer. El portal que adjunto, pertenece a la Fundación Albihar, ONG de voluntariado y acción social vinculada al Opus Dei. Este tipo de propuestas no entiendo como se pueden escapar de la sanción pública, y aún más, recibiendo ayudas autonómicas.

    Merece la pena echarle un vistazo a algún bloque temático de los que incluye: hacer las camas, la limpieza del hogar, etc. Todo dedicado expresamente a la mujer. Degradante.

    Un saludo, Marcos.

    http://www.proyectogenia.org/

  9. Completamente de acuerdo, Miguel Angel, la solución está en la educación a corto y a largo plazo y no sólo para erradicar es sexismo, sino cualquier otro tipo de problema. Pero eso no es incompatible con el endurecimiento de las penas. Por ejemplo, seguramente con una mejor educación se podrían evitar las muertes por accidentes de tráfico si todo el mundo,debido a una buena educación respetase los límites de velocidad, nadie pasara un semáforo en rojo, ni se saltase un stop, si en todos los controles de alcoholemia todos dieran siempre cero, etc.,etc.
    Con una buena educación, todo el mundo debería dejar de fumar y no sería necesaria una ley que prohiba fumar, etc., etc.Sin embargo estamos asistiendo a un endurecimiento de las leyes sobre la posibilidad de fumar y sobre las sanciones por las infracciones de las normas de circulación. El caso carnet por puntos es lo suficientemente reciente y elocuente.
    El error es pensar que el endurecimiento de la ley del Menor, en este caso,o de cualquier otra ley es incompatible con la necesidad de una buena educación.No es incompatible, no. Deben endurecerse las penas, debe hacerse justicia, o de lo contrario continuará instalandose la cultura del «Nada importa; y si importa, ¿ qué pasa?; y si pasa ¿qué importa?»

  10. No tiene sentido, en pleno siglo XXI, que los verdugos, los asesinos, los violadores… tengan más derechos que sus víctimas. Se debe responder, ante la sociedad, ante sí mismo, de los actos, en proporción a la crueldad de éstos. Que en la sociedad española, tan peculiar por otro lado (la justicia española tiene una fama espantosa entre los ciudadanos de otros países europeos; del sistema educativo español, mejor no hablar, creo que a estas alturas es inútil…) se haya asentado entre los adolescentes una cultura de que están más allá del bien y del mal, hagan lo que hagan, digan lo que digan, contraviene no ya el futuro personal de éstos, sino el de todo el país. Las consecuencias sociales de un individuo sin cualificación profesional alguna, embrutecido, incapaz de distinguir entre los límites mínimos que impone la convivencia social, de evidente desarraigo familiar, son brutales y lo que es peor, absolutamente irreversibles. Y lo peor de todo es que no nos concierne a nosotros, como ciudadanos, sino a las inevitables deologías políticas y fundamentalmente a perpetuar votos, sea cual sea el partido político. ¿Qué puedo hacer como ciudadano? Estar con mis hijos, día a día, minuto a minuto, aunque gane menos dinero, aunque tenga menos tiempo libre para el ocio. Es mi vida y mi responsabilidad, por haber elegido ser padre. Ojalá que todos los demás padres (y madres) tengan las cosas tan claras. Saludos a todos.

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