La niña de las oes

18 Jul

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En un reciente viaje a Santiago de Chile en el que pude compartir con experimentados colegas reflexiones, experiencias y sentimientos, tuve la suerte de recibir de uno de ellos un hermoso relato que quiero transcribir y comentar a continuación.
La historia fue publicada hace años por la profesora Teresa Sagués Narea, Directora a la sazón de una escuela de Maipú, en una revista dedicada a Educación.
Una mañana entró a mi oficina un profesor y me dijo preocupado:
– Directora, no sé qué hacer con la niña X, no puedo pasarla a segundo. Esta niña está inmadura. ¡Si viera sus cuadernos!
Fui al aula y, mientras conversaba con los alumnos, iba revisando disimuladamente sus cuadernos. Me detuve ante la niña X. ¡Tenía razón el profesor! Su cuaderno estaba todo rayado y sucio. En medio de ese caos descubrí una “o”, y le pregunté:
– ¿Hiciste tú esa letra tan bonita?

Su rostro se iluminó de inmediato y, entusiasmada, contestó afirmativamente. Le dije que pronto iba a escribir muy bien. Y le hice una caricia.

Por la tarde, un inspector me dijo que una niña me estaba buscando por todas partes. Yo estaba en una reunión académica con profesores de educación media. Tuve que interrumpir la reunión porque la niña, al parecer, insistía en que no podía irse a su casa sin hablar conmigo. La observé ansiosa y feliz al mostrarme páginas y páginas donde aparecía impecable la letra “o”. ¡Había dedicado toda la mañana a escribir dicha letra!

La autora del relato dice, para concluir el texto que envía a la sección de Cartas al Director de la Revista, dice: “Esta simple anécdota pone de relieve que el aprendizaje es posible si nos ponemos en el lugar del niño, si lo comprendemos lo ayudamos y, sobre todo, lo amamos”.

Comparto plenamente la visión de la profesora chilena. Es el amor el que abre las puertas del conocimiento. La niña, que llena el cuaderno de garabatos, ante una felicitación y una caricia se siente motivada para el esfuerzo. Un esfuerzo que se le convierte en una actividad placentera. La niña llena las hojas de oes porque se siente estimulada, porque espera seguir recibiendo el afecto y las felicitaciones de la directora. Por eso la busca, por eso quiere presentarle su colección de aciertos. Ella lo sabe hacer, no una vez por casualidad, ella lo puede repetir hasta el infinito.

Ahora es capaz de esforzarse. Lo puede hacer durante mucho tiempo. Porque su esfuerzo tiene un sentido. Las teorías constructivistas del aprendizaje sostienen que para que haya aprendizajes relevantes y significativos hace falta que haya una lógica interna en el conocimiento y una lógica externa de modo que el conocimiento nuevo conecte con lo que el aprendiz ya sabe. Y añade que tiene que haber una disposición emocional hacia el aprendizaje. Es la disposición que encuentra la niña para ponerse a trabajar.

Sé que los niños tienen que aprender que hay que esforzarse, que existe el deber que nos conduce al trabajo incluso cuando es ingrato. Es cierto. Pero nadie me negará que el esfuerzo adquiere un sentido especial cuando está justificado. Y, sobre todo, cuando la justificación tiene una raíz emocional.

El relato de la profesora Sagués me permite recordar la importancia que tiene escribir lo que nos sucede y sobre lo que nos sucede en la escuela. Digo que es importante escribir porque al hacerlo domesticamos el discurso caótico y errático que algunas veces tenemos sobre la práctica docente. Para escribir tenemos que ordenar, estructurar y argumentar. Hay que ir de unas cosas a otras con orden. Hay que explicar por qué decimo0s unas cosas y no otros y por qué colocamos unas cosas después de otras.

Algunos piensan que sólo deben escribir los académicos. No estoy de acuerdo. Algunos no escriben porque creen que no tienen nada que contar. Recuérdese aquella hermosa leyenda persa que dice: Al comienzo de los tiempos los dioses repartieron la verdad dando a cada persona un trocito, de modo que para reconstruirla hace falta poner el trozo de cada uno.

Hay muchos profesores que desarrollan prácticas admirables que no podemos conocer y de las que no podemos aprender porque no se han decidido a escribir sobre ellas. Ellos mismos, al escribir, descubrirían como comprenderlas y mejorarlas en su racionalidad y en su justicia. Porque la escritura actuaría como un espejo en el que se podrían reflejar sus aciertos y sus limitaciones.

Todos los profesores tienen experiencia. Algunos, mucha experiencia acumulada ya. Pero pocos han reflexionado por escrito sobre ella. Pocos han decidido compartir con los demás, a través de la magia de la escritura, lo que han hecho, lo que han vivido, lo que han sentido y lo que han aprendido,. Lástima.

Hay quien plantea otra excusa: no sé escribir. No se me da bien poner por escrito lo que haga o lo que pienso. Pues bien, a escribir se aprende escribiendo. Como a nadar o a montar en bicicleta. Y no es tan difícil: sujeto, verbo y predicado. Sujeto verbo y predicado. Sujeto, verbo y predicado. Hasta que se acabe de contar lo que se quiere. Y si algún amigo tiene la amabilidad de corregirlo antes de publicarlo, mejor que mejor.

La escritura nos ofrece otra enorme ventaja. Que otros pueden leer. Y estimularse. Y aprender. No sólo conocimientos, sino iniciativas y estrategias. Quienes lean verán también alimentadas sus emociones. Comprobarán que no están solos en ese noble empeño de construir una escuela mejor, de reinventarla cada día. Si la profesora Sagués no se hubiera decidido a escribir su experiencia con la niña de las oes, no podríamos estar ahora leyendo, pensando y ejercitando la capacidad de mejorarnos.

14 respuestas a «La niña de las oes»

  1. Es así. Los seres humanos estamos hechos de la misma pasta. La pasta de los afectos. Cuando un niño querido aprende más y mejor.

  2. Estoy de acuerdo en considerar la afectividad, a ciertas edades al menos, como un parámetro ligado al éxito escolar. En sí mismo, es obvio que es insuficiente porque no todo el alumnado tiene carencias de autoestima y con mucha frecuencia son otros los factores que impiden desarrollarlo con éxito: difícilmente vamos a ofrecer enseñanza individualizada en un aula de 33 o más alumnos, con divergencias más que notables en su formación e intereses. Por no hablar del contexto familiar, con más frecuencia de la que nos imaginamos, absolutamente inexistente. Para entendernos, la afectividad (o la educación sentimental) es un factor que debería estar presente (como tantos otros) en la pedagogía de cualquier nivel educativo, pero otra cosa muy distinta es que las condiciones de trabajo del profesorado permita desarrollarlo. ¿Qué quiero decir con ésto? Que una cosa muy distinta es lo que se debería hacer, pedagógicamente hablando (es extremadamente fácil hablar de ello y extenderse en detalles prolijos) y otra lo que se puede realmente hacer, si se tiene en cuenta la realidad actual de los centros educativos, fundamentalmente sus recursos y la concepciòn social de dichos centros. Mientras no seamos realistas y a nivel institucional estas enormes carencias del sistema no mejoren, difícilmente podremos desarrollar teorías (más o menos acertadas, más o menos fallidas) pedagógicas al uso. ¿Teorías? Todas las que se quiera, pero por encima de las mismas, realismo, por favor. Buenas tardes.

  3. ¡Cuántas situaciones de aprendizajes de este tipo se dan cotidianamente en las aulas del mundo! Sólo que pocas veces las ponemos en papel. Pero cómo nos ayudan a crecer cuando leemos y reflexionamos sobre ellas. Son generalmente momentos llenos de magia y espontaneidad, no pensados, dichos y hechos con sencillez y que no están en libros ni compendios ni bases curriculares. Brotan del amor a lo que hacemos.
    Fuerte abrazo para todos, y en especial para Ud. maestro Miguel ÁSngel, que cada sábado nos invita a reflexionar sobre las pequeñas cosas que tanto nos nutren a los que hemos elegido ser maestros.

  4. En educación viene muy bien recordar lo que Malo Morgan nos dice en su bello libro «Las voces del desierto»: «lo afectivo es lo efectivo». Es hora de conceder su sitio a la afectividad para que no siga el degüello secular que tozudamente ha impuesto una educación demasiado cerebrada y que ha producido tanta descerebración. Hasta la mismísima ética y moral se han cerebrizado, o sea, como para volverse locos. Esperamos que nos guíe la cordura con su parte de razón y de corazón. A la calle que ya es hora de pasearnos con cordura.
    Necesitamos atender esta dimensión emocional, sobre todo en las aulas de Educación Infantil y Primer Ciclo de Primaria, porque después ya suena extraño y se vuelve «cuesta arriba la cuesta abajo». Cuando los niños y niñas pequeños ya han asumido un paradigma de vida escolar a todas luces huérfano de acercamiento emocional, es muy difícil retomar el tema de los afectos, porque a los niños les suena como algo sentimentaloide y femenino y a las niñas les suena extraño, ya que ham asumido el modelo de poder que administra las relaciones humanas y padecen una hipertrofia de asertividad que raya en lo machista y chulesco.
    El arbolito desde chiquitito, para alimentarlo de la mejor manera posible, pero no para atarlo. Un niño que se ata física o mentalmente está perdido, porque le falta libertad de expresión, experiencias positivas de relaciones con los demás y no desarrolla con nadie los afectos. Sabemos que para que exista aprendizaje es necesaria la seguridad afectiva, que es la clave de los éxitos, de todos los éxitos. La seguridad intelectual ha dado con sus huesos en el territorio de la incertidumbre, como cada año nos recuerdan con las nominaciones y concesiones de los Premios Nobel y todas las investigaciones que a diario ven la luz.
    Muchas gracias, amigo Miguel Ángel.

  5. CONCURRENCIA DEL AFECTO.
    Numerosa, admirable y sorprendente fué la asistencia al Seminario Internacional de «Convivencia, mediación, y resolución de conflictos en el ámbito escolar » los dias 14 y 15 de Julio en Santiago de Chile.
    Se inicio con 715 asistentes el primer dia y 700 asistentes en el segundia día.
    Nuestros profesores del 1ª Magister, Mario Martin y Juan Carlos Torrego, no lo podian creer y eso es el resultado de los aprendido de usted tambien amigo Miguel Angel, en ese Seminario , proyectamos la comunicación con cariacia, la cordialidad y el afecto a profesores, alumnos, paradocentes, apoderados y dirigentes.
    Todos los asistentes admirados con la innovación educativa y el proyecto de integración, lo que motivó a todos los asistentes.
    La asistencia se sintío atendida, estimulada y más que nada comprometida , en cuya despedida afloró la emoción,la alegría ambas impregnadas de alguna lágrima.
    Solo aplicamos lo aprendido en el Primer Magister en Chile de la Universidad Alcalá de Henares

  6. Creo que en educación la energía más poderosa es el amor, es la ternura, es el corazón. Hay que saber, pero hay que querer. Lo que resulta tan fácil es cómo seleccionar al profesorado en función de esta competencia.

  7. Creo que la afectividad no solo es parte de la educación en todas las edades, sino que es parte esencial de la vida siempre. Y cuando hablamos de afectos, hablamos de inteligencia. La emoción reside en el cerebro. Todas esas imágenes de corazones son muy románticas pero inexactas… El desarrollo emocional es tan importante y diría más que el desarrollo racional.Cuando hablamos de desarrollo cognitivo hablamos de emociones y sentimientos. Educar la inteligencia emocional hace que preparemos personas autónomas, seguras, independientes, libres y en definitiva es dar herramientas para ser felices. El amor se enseña y se aprende. Y o curiosidad todos los seres humanos vamos por este mundo deseando y buscando amar y ser amados y es muy difícil dar lo que no se recibió.

  8. No es igual una caricia que una bofetada. La niña reacciona de una manera positiva porque la han demostrado que la quieren. Si la maestra la hubiese dado una bofetada por tener el cuaderno hecho una birria el resultado hubiese sido desastroso.

  9. Todos somos esa niña de las oes. Todos hemos reaccionado así ante quien nos ha querido y nos ha demostrado que lo nosotros hacemos es valorado por alguien.

  10. Cuando corregimos un dictado ponemos un círculo en las faltas, pero en las palabras que están bien escritas. Y después escribimos con letras bien gordas: 5 faltas. ¿Por qué no tener en cuenta en la evaluación todo lo que se ha hecho bien?

  11. Creo que la afectividad forma parte de la responsabilidad y el compromiso que adquirimos cuando elegimos ser docentes, y aplicarla es elegirla. Sea cual sea el número de alumnos que tengamos a cargo, se puede elegir sonreírle a cada uno en lugar de pensar en los problemas personales o del sistema…
    La Escuela se construye día a día, cada día aprendemos y emprendemos viajes que nos forman como personas. Elijo ir en alegría, en atención, a un escenario donde puedo escribir y coprotagonizar mi obra. Y seguir aprendiendo. Cuando un sólo gesto tiene el poder de abrir puertas ¿Por qué no intentarlo? Los resultados podrán depender de muchos otros factores, no somos omnicientes ni omnipotentes las personas docentes, pero tenemos un lugar de privilegio donde transmitir y recibir saberes,si compartimos la pasión por el conocimiento. Y corremos el riesgo de vivir mientras enseñamos a quienes nada debemos, pero de los que nos hicimos absolutamente responsables…

  12. No solo en las aulas esta la educación, no necesitamos de infraestructura para entregar amor a nuestros niños, lo que falta es vocación para entender y aceptar que nos necesitan y que somos importantes para ellos.

  13. he tenido la suerte de pasar por situaciones donde sé que mi actitud ha hecho sentir al niño estimulado, y realmente es muy gratificante. sé que con muy poco se llega al corazón de un niño o´de una persona mayor con baja autoestima,y lo sé porque lo he vivido desde mi propio ser y otros han logrado cambios positivos en mí.

  14. Pingback: El Adarve « Innovarte Infantil Español

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