Me preocupa mucho el dolor de los alumnos y alumnas en la escuela. Ya sé que también sufren algunos profesores y profesoras porque hay quien se empeña en no aprender y en que los otros no aprendan. Es decir, en hacer la vida imposible a los demás. Y porque hay familias que, estúpidamente, desautorizan y agreden a los docentes, sin darse cuentan que están alimentando un monstruo del que serán las primeras víctimas. Me duelen los profesores que sufren en la escuela. Pero, claro, los profesores son adultos y cobran por hacer su trabajo. Tienen en su mano poder. El poder de evaluar, el poder de mandar, el poder de saber, el poder de la experiencia, el poder de la institución. No es lo mismo.
Reflexionaré en estas líneas (no porque el otro dolor no merezca mi respeto y preocupación) sobre el dolor de los alumnos y de las alumnas, que empieza en los albores de la escolarización. Me entristece el llanto de los niños pequeños cuando dicen de mil modos, agarrados a las piernas de su padre o de su madre:
– ¡No quiero ir al Cole…! ¡Por favor, no me lleves!
Hay quien sufre porque se considera una nulidad, una persona incapaz de aprender. Por propio convencimiento o por sugerencia ajena han acabado concluyendo que «no valen para estudiar», pero sabiendo que tienen que seguir estudiando. O, lo que es peor, «que no valen para nada», sabiendo que tienen toda la vida por delante. Hay quien sufre porque recibe comparaciones humillantes, respecto a otros compañeros o, incluso, respecto a sus propios hermanos.
– ¡Si fueras como tu amigo! ¡Si fueras como tu hermano!
Hay quien sufre porque vive situaciones muy crueles. Me refiero a los alumnos que son interrogados, examinados, juzgados en público (probablemente ante la persona de la que están perdidamente enamorados), mostrando una ignorancia solemne… Hay quien recibe bromas hirientes (cuánta mordacidad, cuánta ironía, cuánto sarcasmo…), sumido en el silencio de la impotencia, del miedo a las represalias, del temor al castigo, de la inminencia del suspenso:
– Tienes menos futuro que una gamba en un chiringuito…, escribió un profesor en el cuaderno de la hija de una buena amiga mía.
Hay quien sufre porque, a pesar de muchos esfuerzos, ve que sus calificaciones siguen siendo malas. Mientras que otros con el mínimo esfuerzo son capaces de conseguir mejores resultados. Hay quien se aburre soberanamente porque todo lo que se trabaja o se explica lo puede aprender en unos tiempos sumamente breves. O porque lo que aprende no le interesa absolutamente nada. O porque tiene que aprender con unos métodos absurdos.
Recuerdo vivamente una experiencia de mis años de Bachillerato. Los capitanes de los dos equipos que integraban la clase elegíamos a los compañeros que iban a formar parte de nuestro grupo. Los equipos competían por parejas de émulos y, también como grupos entre sí. Interesaba integrar el equipo con los mejores alumnos para poder ganar. Los elegidos se ponían de pie al lado de los futuros compañeros.
– Elijo a fulano, decía un capitán.
– Elijo a fulano, decía el contrincante.
En una ocasión, cuando quedaban tres o cuatro alumnos sentados, sin haber sido elegidos todavía, el capitán del otro equipo preguntó al profesor.
– ¿Podemos ya dejar de elegir?
Es decir, mejor sin ellos que con ellos. Eran un estorbo. Constituían un claro perjuicio para todos los compañeros del equipo. La condena segura. La derrota inevitable. ¿Qué sentirían mientras se producía este horrible proceso?, ¿qué pensarían de ellos mismos, de los profesores y de la situación?
Es preciso reflexionar sobre el dolor en la escuela. Sobre la humillación que supone el miedo, la exclusión, el desprecio, la inferioridad, el fracaso. Sobre la tristeza causada por los compañeros y por los que se dicen amigos cuando desprecian, acosan, comparan, ponen motes o insultan. En definitiva, sobre las lágrimas que a muchos alumnos les ha supuesto acudir a la escuela.
Escribe Daniel Pennac en su hermoso libro «Mal de escuela»: «Eso era lo que le hacía llorar a la pequeña Nathalie; sentía pesar por anticipado, lloraba su futuro como si fuera un joven muerto. Y se sentía muy culpable de matarlo un poco más cada día, con sus dificultades en gramática. Cierto es que, por otra parte, su profesor había creído oportuno asegurarle que tenía «agua sucia en el cráneo».
Cuántas humillaciones, cuántas lágrimas, cuánto dolor innecesario. Es cierto que no todo es fácil en la vida, que no todo es fácil en la escuela. Es cierto que los niños y los jóvenes han de saber que tienen que esforzarse. Eso es otra cosa. Aquí me refiero a la angustia innecesaria, al dolor gratuito, a la humillación ante el grupo de los compañeros… Ese dolor inmenso que produce una institución que está ahí para enseñarnos a buscar la felicidad, ¿cómo se canaliza?, ¿adónde va a parar?, ¿qué efectos tiene en el aprendizaje, en la convivencia, en el absentismo, en el fracaso escolar…? ¿Qué hacemos con ese dolor, propio y ajeno?, ¿cómo lo desentrañamos?, ¿cómo lo manejamos?. Y, sobre todo, ¿cómo podemos evitarlo? No mirar para otra parte. O decir que la escuela no se puede andar con paños calientes porque su deber es preparar para una vida dura y de sufrimiento. Yo creo, por contra, que el dolor estéril sólo produce rabia y amargura.
Muchos de quienes sufren lo hacen en silencio. Quizás piensan que ese dolor se lo tienen bien merecido por torpes, por vagos, por estúpidos. A nadie hablan de él, con nadie lo comparten. Lo consideran natural, consustancial a su condición inevitable de malos alumnos. No podemos ser indiferentes a ese sufrimiento. Hemos de procurar evitarlo, no causarlo. Tenemos el deber de ayudar a quienes sufren ese innecesario y estéril dolor que dificulta el aprendizaje, deteriora la propia imagen, enturbia la convivencia y tiñe de color negro la vida. Creo que con una dosis más grande de sensibilidad y de ternura, todos seríamos más felices, aprenderíamos más y conviviríamos mejor.
Hay docentes que se niegan a que su manera de pensar y de ser influyan en el alumno: no quieren oír opiniones ni positivas ni negativas de sus alumnos.
Yo creo que conocer a cada uno, lo que viven dentro y fuera, ayuda mucho a tratarlos. No somos todos iguales. Cuando nos dirigimos a un curso, nos dirigimos al grupo pero en cada grupo hay individuos que deben ser tenidos en cuenta y tratados en consecuencia.
¿No influir con tu manera de ser en ellos? Si cada una de las personas que los rodean les influyen ¿por qué no podemos influir nosotros?
Creo que es tanto el afán que tenemos hoy en día para formar a futuros profesionales, futuros expertos que encuentren un lugar en el mundo laboral/comercial, que nos olvidamos de que lo más importante es formar a futuros y presentes seres humanos. Y la «humanidad» es algo con lo que se nace, pero también ha de desarrollarse continuamente para exprimir todo su potencial y «ser humanos» en su máxima expresión.
Los maestros/as no son concientes de la huella que dejan para siempre en elcorazón de quienes por sus manos pasan.
Las palabras estimulantes, positivas, las que hacen ver las potencialidades, las que trasmiten entusiasmo, energía, conocimientos claros sin necesidad de ser impuestos sino solo compartidos, construyen, ayudan a crecer.
El maestro no es aquel que tiene poder, es aquel que tiene autoridad. Una autoridad ganada por sus capacidades intelectuales y emocionales.
No hace mucho tiempo una profesora de mi licenciatura, Sandra Nicastro,me dió un abrazo cálido, contenedor, estimulante… Valió más que mil palabras… Todavía me dura la sorpresa… No es a lo que estamos acostumbrados.
Hay muchas maestras y maestros que hacen las cosas bien a pesar de todo.A todos ellos gracias y ojalá cada día haya más…
Pregunta: ¿en que grupo estabas cuando los capitanes elegían a sus compañeros?…
QUERIDO MAESTRO: QUE PENA QUE LA VIDA SEA UN PURO DOLOR. NO SOLO LOS PROFESORES HACEN DAÑO SON A VECES LOS MISMOS COMPAÑEROS AUTENTICOS LOBOS DEPREDADORES QUE ATACAN A LAS VICTIMAS MAS INOCENTES PRODUCIENDOLES UN DAÑO TAL,QUE PASADO LOS AÑOS, INCLUSO MUCHOS, PERMANECEN RECUERDOS DE TRISTES HECHOS QUE HAN TRAUMATIZADO AL SER MAS INOCENTE;PERO SIGO PENSANDO, IGUAL QUE OTOS COMPAÑEROS QUE LA HUMILDAD ES EL DON MAS PRECIADO,QUE LAS PERSONAS SOMOS LO MAS IMPORTANTE DE LA VIDA QUE TODO LO DEMAS ES EFIMERO,QUE PERTENECER AL COLECTIVO DE LOS ILUSIONADOS,CREATIVOS,ASERTIVOS Y LUCHADORES ES UN OBJETVO PARA MUCHOS INALCANZABLE PORQUE HAY COSAS CON LAS QUE SE NACEN. GRACIAS. HASTA PRONTO.
El sufrimiento siempre es criticado y evitado, pero cuando le toca sufrir al que no puede hablar, entonce es acallado y no se hace nada. Duele, sólo duele.
Creo que la vida no es un puro dolor. Hay cosas difíciles momentos amargos, pruebas arduas… Pero hay tambien momentos mágicos, instantes felices, miradas enamoradas, placeres increíbles…
Sí, que la vida es uan aventura difícil y los verdaderos maestros la viven y la enseñan en positivo…
Buenos días a todos.
Sí, hace algún tiempo escribí en mi blogg: «El maestro no es un superhéroe, es un ser humano que se debate entre el amor, el odio y el dolor de sus alumnos», porque a veces los niños son tratados con crueldad. Muchos sufren en la escuela. Y no sólo sufren los «no elegidos», también los «elegidos» sufren, porque lo único malo que hacen es tener facilidad para adaptarse a unas situaciones más o menos difíciles. Generalmente son los que más sensibilidad tienen y perciben la envidia y el resentimiento que causan en otros, y eso tambien les duele.
Siempre trato de convencer a mis alumnos de que «Cada uno es el mejor en algo», de que todos los seres humanos tenemos una parte buena y una mala, todos, sin excepción.
Ayer, justamente, uno de mis alumnos, muy tímido y retraído, al que siempre le ha costado integrarse al grupo, me trae su guardapolvo para que se lo firme (están a fin del Sexto Grado y luego lo guardan como un trofeo, es una tradición acá)y yo, entre algunas otras palabras le escribí: «Sos el mejor en perseverancia». -¿Y eso qué es, Seño?- Me preguntó Leandro, a lo que tuve que dar una explicación ante la clase, que se me ocurrió congraciada en un todo conmigo.
Yo sé que esas palabras irán por siempre en su corazón, algo dentro mío me lo dice…Además, percibí ese brillo en sus ojos.
Un fuerte abrazo, desde Córdoba Argentina.
Estimado Doctor: Es inevitable que al leer su reflexión, recuerde a una amiga que quiero muchísimo. Es una compañera de Universidad que nos dá a todos quienes compartimos asignaturas con ella, lecciones de esfuerzo, tenacidad y resiliencia.
Académicamente, es abrumada por obstáculos ante los que cualquier alumno optaría por abandonar los estudios superiores y no seguir sacrificándose, pero ella siempre está ahí, dando la pelea por lo que quiere y demostrándole a todos que siempre es posible alcanzar lo que uno se propone.
Muchas gracias don Miguel Ángel, por enriquecer la vida académica y profesional de sus lectores.
Un afectuoso saludo desde Santiago, Chile.
…siempre frente al dolor, me vienen estos versos de Semana Santa. » Junto a la cruz de su hijo, la Madre llorando se ve; el dolor la ha crucificado, el amor la tiene de pie. Quèdate de pie, de pie junto a jesùs, que tu hijo, sigue en la cruz».
Y…a veces se convierte a los alumnos en pequeños Cristos sufrientes , pero muchas veces los docentes somos otras Marìas, que se quedan de pie, frente al dolor de nuestros niños/as. Estoy convencida que hay muchas màs Marìas , que las que no….Gracias por todo…y ¡Despertemos, siempre es tiempo de empezar! ¡Feliz Adviento, Maestro! Que nuestra espera, sea gozosa…cariños a todos, desde VILLA MARÀ CÒRDOBA, ARGENTINA NOELIA STANG DE ZANDRINO, para compartir noeliastang@hotmail.com. Gracias
Maestro, ¡que sabiduría y que ternura!. Pero cuando la realidad diaria pone a los alumnos en esas situaciones no deseadas, y nosotros, sus padres, en casa, escuchamos sus quejidos. ¿qué podemos hacer, ante un abuso de autoridad de un/una docente, de una administración, con jefes y jerifaltes, que sabiéndo el dolor de todos eso/as niños/as, cada día, está más preocupada en mantener la falsa imagen de «paz escolar», de cumplir con los trámites y plazos, con una frialdad e insensibilidad, que asusta, nada más que pensarlo. Como padre, que he podido ayudar a otros, me he encontrado con situaciones muy duras, Aquella niñita de 9 años, llevada en taxi a casa de su abuela toda sucia, porque cuando pidió ir al baño para aliviar el vientre, la profe se lo negó, vaya usted a saber por qué, y el organismo resolvió solo en medio del aula. Cuándo su padre, al día siguiente, con pérdída de trabajo incluida, se presenta en el Centro para aclarar la situación, la Dirección, siempre muy atenta ella, oye en silencio, piensa en como desviar la problemática, y le entrega como premio el tfno. del Sr. Inspector para concertar entrevista en la Capital, a 30 Kms. del centro, eso sí dándole mucha seguridad de que sería atendido urgentemente. Para acto seguido, cuando el padre atendiendo al consejo, de quien aquí relata, le pide dejar constancia escrita de los hechos, entrar en un pavor administrativo, reunirse inmediatamente todo el equipo directivo con el padre para tratar de convencerle de que eso no era necesario ni conveniente, por la santa razón de que «las palabras de lo/as niño/as deben interpretarse con sumo cuidado, porque a veces quieren decir una cosa, y es la contraria». Pero cierto es, que como dixit Galileo: «Vaciar, vació».
Ahora en estos días, me ha tocado otra vez otra perla de este tipo, pero ahora con mi propia hija, ya en Bachiller, en que por haber reclamado sus padres el derecho a participar en las elecciones a Consejo Escolar con el plazo establecido de 6 horas, cuando por Excelentisima decisión, sólo se habían ofertado dos, (seguro que las más convenientes, para potenciar la participación de las familias en la escuela), el jerifalte de turno, no se le ocurre otra cosa, que después de verse obligado a repetir tan democrática convocatoria, ir, por dos ocasiones,a la clase de sus alumnos, estando presente la alumna entre sus compañeros, para soltar aquello de «me ha fastidiado… que unos padres hayan protestado por escrito y con registro de entrada».
Dolor poco edificante, poco educativo, que espero suplir con una buena enseñanza en casa, que no dañe la autestima de una buena alumna, que puede tener la oportunidad de aprender que el luchar por sus derechos, también es parte de la enseñanza, a pesar de la mala praxis de algunos ejecutivos escolares.
Gracias, maestro.
Desgraciadamente el sufrimiento forma parte de la vida. A veces se aprende de él. No hay mayor dolor que no sacar una buena lección para no volver a cometer el mismo error, aunque a veces no tenemos ningún control sobre lo que acontece y nos vemos envueltos en algún asunto doloroso.
La vida escolar no es más que un anticipo de lo que nos vamos a encontrar después en la vida adulta. Nos encontraremos con todo tipo de personas que ya desde pequeños eran así: tímidos, resueltos, violentos, bondadosos, egoístas,… La mayoría de las veces porque están imitando modelos sociales, familiares. Es más, he tenido alumnos que han estado o están en prisión y ya desde pequeños los veíamos venir, pero cuando quisimos hacer saltar las alarmas no nos hicieron caso ni los profesionales que podían actuar ni las autoridades que tenían que tomar la decisión de hacerlo.
Ya sé que mal de muchos es consuelo de tontos (aunque en realidad debería decir: mal de muchos, epidemia) pero este fin de semana he leído un artículo sobre los hijos de los presidentes norteamericanos que viene a concluir que a veces da igual los medios. “Desde Lincoln a Bush, los `hijos de´ han tenido existencias difíciles. Es la llamada maldición del 1.600 de la avenida de Pensilvania. Un informe confidencial recientemente desclasificado revela que la prole de los presidentes de EE.UU tiene una mayor tasa de alcoholismo, divorcios y muertes prematuras que la media norteamericana. Chelsea Clinton tuvo que soportar las burlas de sus compañeros de clase cuando estalló el escándalo de Mónica Levinsky. Jenna y Barbara, las hijas de Bush, le daban esquinazo a sus guardaespaldas cuando se iban de parranda. Y no han sido las únicas, también las hijas de los presidentes Carter y Ford lo intentaron con sus pretorianos, amargadas por la falta de libertad. Susan Ford asegura que vivía con el miedo de que en cualquier momento asesinaran a su padre. Y su padre tenía miedo de que la secuestrasen. Otra cosa insoportable era no poder hacer nada por sí misma. Si dejaba caer un jersey al suelo, dos sirvientes se peleaban por recogerlo. John John Kennedy se escondía en el escritorio del Despacho Oval, a los pies de su padre. El hijo de Abraham Lincoln, con labio leporino y tartamudo, murió a los 18. Franklin Delano Roosevelt comentó una vez que sus seis hijos tuvieron una «vida terrible» en la Casa Blanca. Y las hijas de Bush le suplicaron a su padre que no optase a un segundo mandato.
Ellos no eran menos niños que los que tenemos en nuestras aulas y también sufrieron. La felicidad universal, desgraciadamente, no ha sido inventada, es más, algunos se encargan de que no existe la felicidad para otros cuantos a los que tienen entre cejo y cejo: porque son gordos, van sucios, son inteligentes,… y en otro plano, porque son judíos, gitanos, negros… Cualquier cosa vale.
Como profesionales de la enseñanza, pero también como padres, como ciudadanos, a lo largo del día tomamos decenas de decisiones humanas que, como tales, unas veces son acertadas y otras erróneas pero ante todo se les supone que están tomadas desde la responsabilidad personal o profesional. Si no es así, para eso están los juzgados.
Que se cometen errores, evidentemente sí, pero, repito, las decisiones que producen la felicidad universal no ha sido inventada, si alguien ha encontrado la fórmula, que la escriba, por ejemplo, en este foro.
Saludos.
AY,MAESTRO!!! ESTO ME RECUERDA A LA REFLEXIÓN QUE HIZO SEMANAS ATRÁS AL REFERIRSE A LOS ALUMNOS «ZOQUETE»,ES QUE LOS MAESTROS NUNCA SABREMOS DESCUBRIR EL TALENTO QUE TIENE CADA NIÑO?…NO…NO AL MENOS, HASTA QUE LAS MAESTRAS DEJEN DE JUGAR A LA ESCUELITA Y EXIGIR QUE TODOS LOS NIÑOS DEBEN DE SER IGUALES,SERIADOS,SER BUENOS PARA LO MISMO,TODOS,COMO UNA MANADA A LA QUE GUÍA LA» MADRINA» CON UN CENCERRO..QUÉ LOS NIÑOS NO SON REBAÑO,POR DIOS!!!! INDIVIDUALICEMOS!!!!Y NO TIENEN POR QUÉ SER BUENOS PARA TODOS LOS SABERES QUE EXIGE LA ESCUELA…QUÉ DEBEMOS FORMAR PERSONAS PARA LA VIDA,NO ENCICLOPEDIAS AMBULANTES!!!O ES QUE EN SUS CASAS A TODOS SUS HIJOS LOS TRATAN DE IGUAL MANERA Y TODOS SE COMPORTAN EXCACTAMENTE IGUAL?TAMBIÉN EDUCAR,ES FORMAR EL CARÁCTER,O QUÉ?QUEREMOS SERES QUE PIENSEN IGUALES,QUE SIENTAN IGUALES,QUE VIVAN IGUALES…Y LA DIVERSIDAD?A VECES,CON UNA PALABRA,COMO OPINÓ NANCY DE CÓRDOBA-ARENTINA-ES SUFICIENTE PARA ABRIRLE A UN NIÑO,EL MUNDO ANTE SUS OJOS…Y NO PARA VENDÁRSELOS…Y ENVIARLO A MOVERSE COMO UN ROBOT PROGRAMADO…Y VAYA SI ELLA SABE DE PREPARAR PARA LA VIDA,CON LO HETEROGÉNEA QUE ES SU FAMILIA!!!ESTÁ ACOSTUMBRADA A INDIVIDUALIZAR….DOY FE!!!AY MAESTRO!CADA VEZ QUE ENCONTREMOS UN NIÑO APÁTICO EN NUESTRAS AULAS,POR QUE, MEJOR NO NOS ACERCAMOS A HABLAR CON ÉL,TAL VEZ,PRESTANDO UN POQUITO DE ATENCIÓN,DESCUBRAMOS CUÁL ES SU TALENTO,NO LO CREE?
Un comentarista dice que la vida escolar no es mas que el reflejo de lo que después nos vamos a encontrar en la vida adulta…pero en la vida escolar eres un niño y en la vida adulta eres un adulto, lo que marca una gran diferencia.
En mi caso lo que me encontré en la vida escolar, y menos mal, no me lo he vuelto a encontrar en la vida adulta: Desde 4º de primaria mis compañeros me vejagaban de todas las formas posibles, los insultos eran lo de menos, lo peor eran las palizas y las pedradas. Mis padres nunca supieron nada, y os preguntareis, ¿Como no se van a enterar tus padres de que te pegaban? Pues si, llegaba a casa ensangrentado algunos días, otros con chichones, otros con arañazos y nunca se enteraron hasta que en 3º de ESO entre 3 compañeros me rompieron el brazo atrancándomelo con una puerta y metiéndole una patada a esta (el castigo fué 3 días a sus casas, y pasado ese tiempo otra vez a verles las caras en clase todos los días).
¿Saben por que mis padres nunca lo supieron? ¿Por que nunca se lo conté? Por que cuando en 5º de Primaria, fuí a decirselo a la Seño Mari Carmen y esta me dijo: «Pero Antonio, es que la culpa es tuya por que eres muy mariquita, no te vayas con las niñas en el recreo, y deja de jugar a la comba y al elástico, tu eres un niño y tienes que jugar al futbol». Y así hice, intenté por todos los medios jugar al futbol mientras veía a las niñas jugar con las Barbies, y yo quería jugar con ellas, pero no podía por que la seño me dijo que si no me pegarían y sería por mi culpa. Pero jugando al futbol era mas afeminado que jugando con las niñas y mas me insultaban.
Nunca le dije nada a mis padres por que me moría de la vergüenza, por que sabía que si les decía algo la pregunta iba a ser «¿Y por que te pegan?» y la respuesta era, como me dijo la seño, que era muy mariquita. Y además, como dijo ella, era mi culpa, me lo merecía.
Mi vida escolar fué un absoluto infierno en todos los sentidos, era el peor en comportamiento y en las notas. Estuve al borde de dejar los estudios varias veces, cualquier cosa menos ir a clase. Y mi vida como adulto es un absoluto éxito. Estoy en 3º de Magisterio de Educación Especial, actualmente disfrutando de una Beca Erasmus en Londres, tengo novio desde hace 3 años y vivimos nuestra relación con absoluta normalidad como una pareja mas. Y por cierto, ahora hago las prácticas especificas y quizás escoja el colegio donde me ocurrió todo esto y donde sigue estando la Seño Mari Carmen y la misma Directora, ambas testigos ciegos y sordos de mi calvario.
Como ya he dicho, mi vida ha sido un éxito, ahora soy un estudiante brillante con varias matrículas de honor. Pero me resulta inevitable pensar en los «mariquitas» que se han quedado en el camino, que habría sido de mi si hubiera decidido dejar la escuela o que hubiera sido de mi si hubiera decido dejar la vida, como hizo Marco, un chico de 16 años de Italia que se suicidó en 2007 o Shaquille de Toronto con 14 años en 2004, o un caso que todos conocemos, Jokin de San Sebastían que con 14 años se arrojó por la Muralla de Hondarribia en 2004 por que no podía vivir con el acoso que sufría por parte de 8 compañeros de clase, que incluso fueron denunciados por la familia de Jokin tras su muerte. ¿Que responsabilidad tienen los centros en todo esto?
Nos podemos mirar hacia otro lado, tanta culpa tiene el profesor que crea el problema como el que lo vé y mira hacía otro lado.
Saludos a todos!
Antonio
cuecesoenriqueces@hotmail.com
No sé si soy yo o mis nervios, pero cada vez que escucho que a mi hija adolescente debo «cuidarla de las malas compañias», se me erizan los pelillos del espinazo, sobre todo cuando me lo dicen con esa «buenísima» intención personas que se dedican en pleno a actividades educativas y pro convivencia ¿con qué autoridad moral nos atrvemsos a decidir quiénes son los buenos y los malos??? hay profesorxs que me lo han dicho, pues mi hija destaca por ser de las «buenas», pues es tímida y «no da problemnas. Cierto es que hay chavales, chavalas cuyo comportamiento no es precisamente lo que una sociedad que merece vivir en armonía necesita pero si en casa no se les atiende, si de la escuela se les quiere echar ¿qué más les queda, que esos malos caminos? si se esuivocan, con nuestras palabras excluyentes en nada contribuimos a que encuentren por ellos mismos su camino. He escuchado a muchas personas que por una parte, emiten discursos hermosos, donde aluden a la solidaridad, a la preocipación por sensibilizar a la juventud, pero cuando dejan esas palabras para «lo que debería ser», en una conferencia, debate, etc. y lo trasladan al terreno de lo cotidiano y dicen «cuida a Nadia (mi muchacha) de las malas compaías,ua ves que en la adolescemia es cuando se nos van de las manos», ahí mi encanto y admiracion uqe pud¡iera sentir en pricipio, se me desmorona y me quedo desencantada, quizá estoy ya demasiado influida por ti Miguel Ángel jaja Pongo de ejemplo, lo que la tutora me dijo la semana pasada: «Nadia veo que habla demasiado con X y con Y… tu marido y tú deben prestar mucha atención, Con esa pinta y esa guarrería que se cargan (tienen pinta punky ambas niñas) nada bueno le pueden dar» ¿cómo se atreve a? ¿es que no piensa que X y Y están en su propia búsqueda? ¿que notenemos capacidad en nuestra familia de saber vivir y convivir con las personas, sin oimportarnos cómo se ven? X y Y se han quedado a dormir en mas de una ocasión en casa. La madre de X es amiga mia, los pafdres deY le hacen la vida imposible, ella sufre… en casa, son un encanto, son tiernas, amorosisimas, con una lengua tremenda jaja pero con un corazón que ya quisieran aquellos y aqullas desalmadxs que visten con lo mejor y que aisten a los «mejores» colegios…
En fin,que es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno. Educarnos todos en la Escuela de la Vida, con paciencia, con humildad, con respeto. Hacemos sufrir muchas veces con nuestros prejuicios disfrazados de buenas intenciones, segura estoy que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta.
Etc. Etc. BESOS COLOMBIANOS
A Antonio:
Mi vida escolar también fuñe un infierno, mi madre no se daba cuenta, y no le culpo, pero si me daba mucha rabia con la escuela, que no quiso neterarse de lo mar que sentía. Fuí bicha rara siempre, mal vestida, sucia, con problemas de eneuresis, la burla de los demás pfff… en el artículo del «zoquete» se habló de esta tendencia que tenemos muchas y muchos que sufrimos horrores en nuestra estapa escolar de seguir justamente el camino de la educación jaja y me parece bien, lindo, porque tenemos muy peor que muy presente justamente, como prioridad, el proporcionarles alegrias a nuestros chavales, y mucha atención a aquellos y a aquellas que hacen daño. La violencia es uno de los temas que me preocupan, que ahora como profesora me hace sufrir. No son la mayoría, pero hacen daño, no podemos ni debemos echarlos pues eso emperoraría las cosas, pero creo que insistir en que TODOS y TODAS somos problema y solución es hacernos responsables.Seguro que los y las crueles tambien sufren, no es nadititita fácil encontrar soluciones pero aquí estamos y no nos vamos.
Antonio, me alegra enormemente que lleves una vida dichosa, que tengas alguien a quien amar y que te ama. Besos colombianos a todxs!!
Al terminar de leer tu artículo, saqué una larga lista de conclusiones.
Es que dejaste expresa tantas verdades, que retrocedí en mi memoria a mi etapa en la escula (Hace un año atrás yo terminaba el secundario).
Mi situación en particular no fue mala, al contrario, no sufrí ningún tipo de dolor por parte de mis compañeros o profesores, pero puedo decir que si ví como otros compañeros lo sufrian, o al menos pude notarlo en sus rostros.
Más allá de el alumno que sufre por no poder obtener grandes calificaciones, o el que siente que no es capaz como el resto de sus compañeros, yo veía en aquellos que no tenían la capacidad de integrarse al grupo por sí solos (por miedo al rechazo, o lo que fuere)una sensación de soledad en estos.
Creo que lo principal en el alumno es que este se sienta integrado, que pierda el miedo ante el profesor y compañeros, que pueda sentirse escuchado, apoyado, visto igual que al resto.
Si esto no sucede, el alumno talvez nunca progrese, y lo peor, es que talvez nadie pueda notarlo, o si lo notan no le dan importancia.
A su vez, me siento parte de esas personas que no contribuyeron a que esto suceda, talvez por egoísmo, es que creo que todos tenemos culpa aquí, tanto alumnos como profesores.
El alumno que no es intregrado, al que se lo deja de lado, generalmente es objeto de burlas, y sentirse que se es «nadie» es muy duro, es algo con lo que talvez esa persona conviva por el resto de su vida.
Pienso que entre todos se puede aportar algo para que esto no suceda, no pasa por el método educativo que se utilize, no tiene que ver con ello, siendo buenas personas, pensando un poco en el otro, esto estaría resuelto, sé que no va a suceder de un día a otro, pero sin dudas no debe dejarse de lado un tema de tal importancia como este.
Miguel Angel he estado siguiendo su blog desde hace unos meses y sólo quería aportar que mi experiencia en la escuela primaria no ha sido mala , ni he fracasado en la escuela pero los profesores siempre han sido más cariñosos con unos alumnos que con otros en función de la situación económica de sus padres y sobre todo si en el aula había algún hijo de algún profesor del mismo colegio.
En mi caso no recuerdo ninguna muestra de cariño de mi profesora de primero a quinto de EGB , he incluso recuerdo que muchas veces se quedaba dormida y cada niño hacía lo que le daba la gana.Eso pasó hace muchos años pero yo lo recuerdo perfectamente y hasta ahora no lo había comentado con nadie porque cuando lo veíamos no teníamos conocimiento de que eso no lo podía hacer ella.Me alegro mucho de haber encontrado este blog y de leer sus artículos cada sábado, me da mucho ánimo ,un saludo muy fuerte de su antigüa alumna.
Me ha encantado y me ha emocionado, creo que es bueno hacer reflexiones ´como esta y saber que ante todo y sobretodo tarabajamos con corazones y eso necesita mucho pero mucho tiento.
Hola Miguel Angel.
Léo este post del dolor en la escuela y pienso que cómo me hubiera gustado tenerte de profesor en mi infancia, aunque sea de arte o educación física. Tener aunque sea un profesor al cual poder acudir sabiendo que para el somos igual de valiosos todos sus alumnos, y no solo aquellos que menos le molestan o mas fácil hacen su tarea. Hoy con 42 años, sigo arrastrando el ser de los cuatro a los que nunca elegían para ningun equipo. Sigo arrastrando el escuchar a mis profesores decir que tengo agua sucia en el craneo. Hace algunos años, por motivos laborales, hice un test de inteligencia en el que saló como resultado que mi inteligencia logico-matemática era muy alta con un IQ cerca a 150. Muerto el burro se tranca el corral dice un dicho. De poco me sirve saber intelectualmente que tengo un IQ alto cuando toda mi psique esta predispuesta al fracaso por años de «entrenamiento escolar», tanto de parte de los profesores como de los alumnos. Es nuestra responsabilidad como padres tomar cartas en el asunto cuando nuestros hijos nos cuentan una, para nosotros, «típica» anecdota escolar, en la cual vemos como el dolor escolar sigue esparciendose como un virus que a la larga perjudica no solo al individuo sino a toda la sociedad. Demas esta decir que mucho menos tenemos que ser nosotros los causantes de este dolor, como se da en muchas ocasiones, de las cuales generalmente ni tomamos nota.
Santos: leo su articulo y al igual que otras personas, no puedo dejar de remitirme a mi infancia y a la enorme soledad que senti hasta llegar a la universidad. Siempre estuve entre los que necesitaban mayor esfuerzo para lograr todo y tambien siempre en el grupo de los no elegidos. Ahora que soy docente, pienso que bueno hubiera sido tener un maestro que observara y entendiera mi soledad. ¡¡ cuatos momentos tristes me hubera evitado !!… pero por algo pasan las cosas, y hoy desde mi lugar unca pasa desapercibido frente a ms ojos un niño que se aisle y no se sienta aceptado. No me permito no buscar la forma de llegar a su corazon y dejar en el aunque sea una pequeña huella.
Un cariñoso saludo.
«Somos lo que somos por los encuentros que hemos tenido», afirmaba Michel Barlow en su libro «Diario de un profesor novato»…
En mi humilde opinión, la potencialidad de construir o destrozar la autoestima y, probablemente, el autoconcepto de los más débiles, reside en la capacidad de empatía de los propios docentes y educandos que, obviamente, convendría considerar en las relaciones que se establecen en toda la Comunidad Educativa y, en general, en las que se desarrollan por parte de todos los agentes sociales que influyen en los niños/as (y en los no tan niños/as).
La convivencia es muy fácil, fluye sola, resulta natural, cuando se antepone al otro/a, cuando de verdad no sólo nos ubicamos en el lugar del que tenemos cerca, sino que, además, damos prioridad a sus necesidades sobre las nuestras propias.
Algunas veces no es tan difícil.
Saludos a todos/as.