Mi padre cenaba conmigo

26 Jul

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Cenábamos antesdeanoche en el porche de la casa, frente al mar, cuando Antonio, uno de los amigos comensales, nos hizo una hermosa y significativa confidencia:
– Mi padre siempre cenaba conmigo.
No nos sorprendió su manifestación hasta que continuó con el relato:
– Mi padre trabajaba hasta muy tarde, de modo que llegaba a la casa hacia las diez y media de la noche. Yo tenía entonces tres años. Cuando él llegaba, ya estaba yo durmiendo hacía buen rato en mi cama. Pero mi padre me sacaba con cuidado y me acomodaba en sus brazos. Él cenaba mientras yo seguía durmiendo plácidamente acurrucado.
– Es así, comentamos. El ser humano tiene necesidades físicas y necesidades psicológicas y afectivas que debemos satisfacer. Esa costumbre era buena para tu padre, le dijimos, y era especialmente buena para ti. Porque tú percibías todo el afecto que esa práctica conllevaba. Lo percibías imperceptiblemente cuando dormías y de forma explícita cuando te lo contaban. Ahora, al rememorarlo, sigues recibiendo aquella corriente de ternura.
Antonio nos cuenta la complicación que surgió de una caída por la escalera cuando su padre le llevaba en brazos hacia su especial sitio de la cena. Para proteger al niño, el padre hace que llegue primero al suelo su hombro, de modo que el niño resulta ileso y el padre se fractura la clavícula. Le colocan el brazo en cabestrillo de modo que, como es lógico, complicaba el acomodo del niño para la cena. Pero no por dificultad renunció el padre a ese estrecho contacto afectivo con su hijo.
Nos emocionó la historia que Antonio nos contó con la precisión de quien la acaba de vivir, con la intensidad de quien comparte algo significativo y hermoso.

Todo ello nos llevó a comentar otras historias, otras experiencias. Por ejemplo, la de un padre cuyos horarios de trabajo le impedían ver al hijo porque llegaba cuando el pequeño estaba dormido y se ausentaba antes de que despertase. El padre le dice al hijo que, para que sepa que él ha estado a su lado por la noche, va a hacer un nudo en su sábana de modo que, al despertar, el niño pueda comprobar el paso de su padre por la cama. Todas las mañanas el niño se despertaba y buscaba ansiosamente el nudo en el que se hacía presente el cariño de su padre. Y es que el amor es creativo. El amor es ingenioso. Busca formas muy diversas de expresarse, de hacerse presente.
Puede suceder que las condiciones que nos impone la vida sean complicadas para el desarrollo de una extensa e intensa comunicación con los hijos y con las hijas. Pero, como vemos, hay formas de superar esas condiciones adversas. El amor está por encima de las circunstancias. El amor salva los obstáculos y supera las dificultades para hacerse visible.
Creo que es muy importante la manifestación del afecto, la expresión física del mismo a través del contacto corporal.
En otra sobremesa cercana, me hablaba un familiar de un experimento que se había hecho en una biblioteca de Estados Unidos. El bibliotecario, al entregar el libro, tocaba con un gesto afectuoso al usuario. A los integrantes de otro grupo que formaba parte de la experimentación sencillamente les entregaba el libro. Pues bien, cuando se les preguntaba a los primeros cómo era el bibliotecario todos recordaban de forma positiva algunas de sus características. . Los miembros del segundo grupo apenas si recordaban cómo era quien les había dado el libro.
El ser humano necesita afecto, necesita amor como , en otro orden de cosas, necesita comida, bebida o cobijo. Cuando no se tiene ese afecto se acaba pagando la carencia.
El famoso biólogo chileno Humberto Maturana nos contaba hace años que él nunca había sentido miedo. Ni siquiera en tiempos de la dictadura. Al preguntarle a qué se debía ese hecho contestó:
– Porque mi mamá me quiso siempre.
El amor nos hace fuertes. El amor nos hace mantenernos sanos psicológicamente. El amor nos hace felices. Ya sé que el amor está plagado de trampas. Y que, incluso en el amor paterno o maternofilial se esconden muchos peligros: la sobreprotección, el chantaje afectivo, la indiferencia o el tramposo abandono que se excusa en la pretensión del fortalecimiento. Si tiene una infancia dura, tendrá una vida fácil, piensan algunos equivocadamente.
Por eso me parece tan certero el título del libro de George Snyders «No es fácil amar a los hijos». No, no es fácil. Lo cual no lo hace menos necesario y urgente. Parecería que la naturaleza debería darnos estrategias y recursos. Sin pensar, sin esforzarnos. No es así. Por eso, para que haya una buena educación de los hijos, hace falta inteligencia, sensibilidad y esfuerzo.
Cuando las dificultades de la relación paternofilial impuestas por el tipo de vida que hoy llevamos restrinjan el tiempo de contacto, es necesario aguzar el ingenio para hacernos presentes y amorosos. Especialmente los hombres, a quienes se nos ha dicho que esas sensiblerías son poco varoniles. Cuando se habla de una «machada» no se hace referencia una situación cargada de ternura sino a una heroicidad rayana en lo sobrehumano. Qué equivocados nos han tenido y nos siguen teniendo.
Ojalá hubiese hoy muchos padres como el de Antonio. Con esa capacidad de ternura. Con esa hombría para manifestarla una y otra vez, en cada cena.

11 respuestas a «Mi padre cenaba conmigo»

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión. Es cierto que esos pequeños detalles, del cariño de nuestros padres en nuestra infancia, se graban a fuego en nuestra memoria. También es cierto que esta vida tan atareada en la que vivimos nos hacen olvidar, en ocasiones, las necesidades reales de nuestros hijos e hijas. Soy maestra y muchas veces veo como los padres cuando dicen que a sus hijos no les falta de nada, siempre se refieren a «cosas» y nunca al tiempo de estar con ellos , el cariño, el juego y sonrisas compartidas.

  2. Hoy, que es día de terral en Málaga, que convierte en erial todo lo que toca, es muy refrescante y gratificante leer este artículo sobre la ternura paternal. Hoy, en que algunos ponen caras de extrañeza, cuando no de mala hostia, al darles los buenos días, leemos sobre la ternura de los hombres. Hoy, en que casi todos los medios parecen justificar y propagar la violencia, queriéndonos convencer de nuestra maldad innata, leemos que la ternura nos puede llevar de la mano a un mundo que, además de posible, nos resulta imperdonablemente necesario. Hoy, antes que las mujeres se nos «desmadren» por los trites caminos de la intolerancia y del abandono de la ternura, siguiendo los pasos de las musculosas heroínas, podemos releer que el fin no justifica los medios (ni siquiera los de comunicación). Hoy, podemos recoger, bajo un sol de injusticia, estas espigas de pensamientos tiernos para poder esparcir estos granos y sembrar la múltiple simiente que nos dé el cien por uno si no de pan, sí de amor.
    Gracias, una vez más, Miguel Ángel, por tus palabras y por tus amigos. Que cunda la amistad.

  3. Josema, me encantó tu comentario. Siempre tenés cosas picantes para decir. A veces hasta un tanto ácidas.Siempre profundas. Es lindo ver que también tenés un tierno corazón.

  4. Nadie se resiste a la ternura. Nada suple la ternura. Quien tiene hijos lo sabe. Vivimos en una sociedad consumista y vertiginosa. Corremos todo el día. Muchas veces sin saber para qué. Y suplimos cantidad y calidad de tiempo con cosas. Cuanto más grande la culpa más costosos los objetos. Nuestros hijos e hijas no saben muchas veces pedir el amor que quieren y se aturden con música ensordecedoras y se aislan en el increíblemente comunicado ciberespacio. El amor siempre hace bien. Cura heridas. Calma ansiedades. No basta sentirlo. es imprescindible demostrarlo. ¿Que más lindo que un abrazo de oso? El amor ayuda a crecer sanos y felices. Claro que el amor a los hijos tiene que ser bien entendido. Con los límites adecuados. Nuestros hijos no quieren padres amigos. Amigos sobran. Necesitan del amor seguro y siempre presente de papá y mamá.

  5. Gracias, Miguel Angel. No sabía, me enteré no sé cómo, de que tenías el blog abierto. Me ha gustado este relato, aunque sabes que ya conozco bastantes cosas escritas por tí. Desde ahora cuenta con un adicto más a tu blog, que es más cómodo y ofrece muchas posibilidades de intercambio.
    Gracias por esto y por todo. Por tu calidez humana y tu cercanía para quien lo necesita. Propiamente no es un comentario al texto, pero sí una rimera toma de contacto. Saludos. Paco Aranda

  6. Un día que nunca he olvidado, el segundo de mis hijos, de 5 años me dijo:
    -Mamá, cuando nazca el bebé que estamos esperando, me vas a amar menos que ahora?.
    A lo que sólo atiné a decir:
    -No hijo, el amor de mamá no es como los gajitos de mandarina, que si los compartes con tu hermano te quedan menos.
    El amor de mamá, cuanto más hermanos lo comparten, más grande se hace.

  7. Se puede escribir un artículo denotando grandes capacidades cognitivas o intelectuales, cuidando el estilo de expresión, lo cual concede un valor importante a un trabajo. Es este el caso.

    Pero lo que lo hace especial, único y maravilloso es redactarlo con el corazón.

    Mi padre decía que «los labios hablan de lo que rebosa del corazón».

    Muchas gracias por compartir tu experiencia y todo lo que rebosa de tu corazón. Un fuerte abrazo.

  8. esta bueno !! la verdad que siempre es necesario el afecto y sentirte querido !!
    muchas veces pensamos que estamos solos pero , despues nos damos cuenta de que no , poque Dios esta con nosotros !!
    sigan asi esta muy bueno
    Dios les bendiga

  9. Me ha emocionado y me he sentido muy identificado con esta tierna reflexion. Durante unos años trabajé de tarde y llegaba a casa con los niños dormidos y, aunque les expresaba mi afecto, no me sentia satisfecho, siendo una de las principales razones para cambiar a otro trabajo en el que puedo estar mucho más con ellos.
    Gracias.

  10. estuve en una charla de santos guerra en Paraná provincia de Entre Rios, Arentina. A pesar de vivir a 50km de alli y de estar con un gran dolor de columna no me arrepenti de poder estar ahi ya que la charla fue emocionante.Sus ejemplos sobre evaluación me tocaron de cerca ya que tengo una hija a la cual le va muy mal en el colegio y me siento muy sola luchando para que no deje los estudios ya que los docentes no se interesan por su problema. Gracias Miguel Angel

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