En todas las instituciones se produce un curioso fenómeno que consiste en la fagocitosis de aquellas personas que desean esforzarse (las llamaremos personas A) por parte de quienes no quieren hacer nada para innovar y mejorar lo que se hace (las calificaremos de personas B). Los innovadores ponen en entredicho a los comodones porque, con su conducta y actitud rompen su apacible tranquilidad.
A los B no les resulta fácil destruir el signo «mejor que», manifiestamente interpuesto entre las propuestas comprometidas de los A y su palmaria pasividad. Pero a quien sí pueden destruir es a los A. Existe una colección de afilados cuchillos para matar a estas personas entusiastas y trabajadoras. Eliminándolas, se destruye a la vez su causa. Mencionaré solamente algunos cuchillos.
– El A tienen problemas afectivos. No es que desee mejorar la institución sino que no quiere llegar a su casa porque se está separando, o no tiene hijos, o es muy raro. Esta es la reflexión última de un B: «Todos somos raros, menos tú y yo. Incluso tú eres un poco raro». Si el A está tarado (o tarada, que el género como en todas las dimensiones de la vida, también está aquí presente), ¿por qué le vamos a hacer caso?
– El A persigue fines ocultos y perversos. Quiere sobresalir, adular a sus jefes o, lo que es peor, hacer méritos para escapar de la institución. Le pasa al A lo que le sucedió a aquel soldado que cavó una trinchera tan profunda, tan profunda, que le declararon desertor.
– El A es muy jovencito. Tiene una ingenuidad asombrosa, casi ridícula. Todavía no ha madurado. No sabe de lo que va esto. (El cuchillo puede funcionar de forma inversa cuando el A es un veterano y el B es un joven que achaca al primero el ser tan tonto como cuando era joven).
– El A es de Izquierda Unida. Es un visionario que no sabe por dónde van los tiros. No ha entendido cuáles son las reglas de juego de esta sociedad meritocrática, competitiva y eficientista. Es un «progre» desinformado e iluso.
– El A no sabe que esto que propone ya se intentó hace tiempo sin éxito alguno. No sólo sin éxito sino con repercusiones nefastas para la comunidad, porque la dividió de manera innecesaria entre defensores y detractores de la innovación.
– El A desea que le hagan un monumento, que le dediquen una calle o que le regalen «la tiza de oro». Piensa que va a heredar la institución, que le agradecerán eternamente todo lo que pretende hacer, lo que ya hizo y lo que ahora mismo está haciendo
Hay muchos más cuchillos. Los B suelen saber manejarlos con maestría. En unos minutos pueden organizar una tremenda escabechina. El problema se agrava cuando el Director/a de la Institución (o incluso el Inspector/a) son también personajes tipo B, puestos ahí para defender la tranquilidad de sus semejantes. «Que no haya problemas», es su gran lema.
En la micropolítica de las instituciones este mecanismo es perverso porque la cultura crea modelos. En toda institución, además de los A y de los B, están los C, los D., los E., los F, etc. Y, en este caso, está muy claro que el modelo, el personaje de referencia es aquel que no tiene problemas afectivos, que no es un prófugo, que no es un jovencito iluso (o un veterano inmaduro), que no es de Izquierda Unida, que aprendió de las experiencias y que no busca una gloria vana…. Es decir, un B.
Existen pantalones y chalecos para protegerse de los los cuchillos. La marca más eficaz es la pertenencia a un grupo de trabajo cohesionado y comprometido. Aún así, habrá puñaladas, pero también existen pócimas que suelen poseer los amigos y familiares, las personas que de verdad nos quieren. Esta sana reacción desconcierta a quienes pensaban que habían acabado defnitivamenrte con un A:
– ¿No te habían dado a ti una puñalada?
– Sí, era yo. Pero ya estoy recuperado. No voy a estar sangrando toda la vida.
El peligro de los A es hartarse. Pensar que es inadmisible no sólo no recibir compensaciones por un trabajo bien hecho sino ser el destinatario de cuchilladas múltiples,. muchas de ellas traperas. Es duro cavar una profunda trinchera para defender una causa. Pero es muy cruel ser detenido y castigado por hacerlo y, además, ser tachado de desertor.
Dejar de ser A no es sólo una desgracia para la institución. Es, sobre todo, una desgracia para el A. Porque va a dejar de ser feliz, va a dejar de ser generoso y entusiasta. Hay que ser A y jubilarse de A. Siempre me han producido admiración aquellas personas que, a medida que han avanzado en experiencia han ido haciéndose más entusiastas, más sensibles, más generosos, más sabios y más optimistas.
¿Qué hacer con lo B?, me preguntan algunos. ¿Los matamos?, añaden. No. No se puede (suelen ser muchos), no se debe. Hay que invitarlos a incorporarse a la buena causa. Algunos son B porque nadie ha contado con ellos para incorporarse la causa de los A. Lo que siempre pueden hacer los A respecto a los B es lo que decía Voltaire: «No hay mayor venganza sobre nuestros enemigos, que la de que nos vean felices». Lo he comprobado muchas veces: aquellos que más trabajan, que más compromiso tienen con su institución, que son más generosos y sacrificados, suelen estar más felices. Curiosa paradoja. Me lo decía un profesor tipo A: «Yo no tengo la escuela que quiero (me gustaría una escuela más comprometida, más generosa, más entusiasta) y sin embargo me siento más feliz que aquellos que tienen la escuela que quieren (una escuela rutinaria, adocenada y acrítica)».
Ya sé que he dibujado un panorama dicotómico que dista mucho de la realidad. Puede alguien pasar por la postura de A, B, C y D en una misma mañana. No es tan fácil levantar una invisible barrera que separa a buenos y a los malos. Pero creo que el esquema básico de este mecanismo fagocitador existe en todas las instituciones. Es importante conocerlo para no caer en las redes que constituye su trama.
Hace unos días que estuve en una jubilación múltiple y allí había maestros de todo tipo(A, B…) Lo curioso era que uno de los que eran homenajeados, profesional y personalmente muy A, se ha jubilado con la madurez de no haber cejado nunca en su trabajo y en su «madurez». Quizás la madurez consista en lo que, más o menos, nos decía Picasso: «Cuando uno es joven, se es joven toda la vida». Pues bien a este compañero tan entusiasta y trabajador tuve que decirle en cierta ocasión que no se molestara con los artículos de Miguel Ángel Santos Guerra, porque esos artículos no estaban escritos para él, sino para todos los compañeros que no leían.
Digo esto, porque hay un cuchillo (o bacalá), que sin querer te va minando de corporativismo y parece que también uno tiene que defender al de al lado, cuando en realidad el otro no mueve un dedo para defenderse: lo suyo es que lo defiendan.
«No soy maniqueo, le dije en cierta ocasión, pero me parece que, para no dedicar mucho tiempo al tema, podemos decir que hay una tipología que se cierra en dos: los que leen y los que no». Y añadí: «¿Tú crees que el mecánico más «matao» no lee algo de motores en un año?».
Pues eso, tenemos que tener cuidado con estos compañeros, para que no se nos llenen de falso corporativismo y compadezcan a los que van de «realistas», porque pueden estar cavándoles una fosa lo suficientemente profunda para alojarlos como desertores: «pues, Fulanito piensa como yo».
En otra ocasión le tuve que rectificar, cuando me dijo que «era pobre gente». «No hay pobre gente. un jeta es un jeta, sea de izquierdas, de centro o de derechas».
Muchas gracias, Miguel Ángel, por traernos a la vista estas consideraciones, pues nos conviene seguir viendo.
Querido maestro:
Como siempre, has puesto el dedo en la llaga con gran maestría. Quiero darte las gracias, sobre todo porque la persona A (da igual hombre o mujer, pero creo que el tema se acentúa cuando se es persona A mujer)hay veces que no es consciente de esos cuchillos afilados hasta que es demasiado tarde, y les dejan cicatrices que,aunque sean eso, cicatrices, le recuerdan de vez en cuando sabores amargos. Eso sí, esos sabores sirven también para decirle que la miseria de los B nunca podrá hacerle otra cosa sino seguir avanzando por el camino del esfuerzo y la ilusión, cosa que semejantes personajes sólo sabrían definir con la ayuda del diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Muchas gracias por tus reflexiones y un beso fuerte.
Mª Ángeles Peláez Cabra.
Entre esta variada fauna alfabética del magisterio llano, he descubierto un nuevo tipo: le llamaremos «falso A».
Falso A es un B camuflado de A, algo así como un lobo disfrazado de cordero. Falso A repartirá abundantes palmaditas en la espalda entre el grupo A en público aunque después cene en privado con el B y afilen juntos los cuchillos entre platos. Falso A se mostrará campechano, chistoso, «enrollado», siempre dispuesto a hacer favores… Falso A organizará karaokes, fiestas, barbacoas, donde demostrará al grupo A que él es uno de ellos (y más A que nadie, si cabe)… Falso A exhibirá ante sus compañeros un lenguaje A-plus, hará públicos y notorios sus méritos A, publicitará estrategicamente su imagen A…
Y, pasados unos años, cuando ya no le resulte rentable permanecer en el grupo A, sus compañeros observarán perplejos que se quita la piel de cordero y se integra en la manada depredadora de algún grupo político, pues en realidad ese era su objetivo.
soy de Pcia Roque Saenz Peña CHaco Argentina
La verdad es que es muy interesente el articulo y me hace ver la realidad porque inmediatamente me transporta al lugar dende debo o deberia estar, no solo para comparar, a mis colegas sino para replantearme, es muy dificil en un mundo individualista, llevar proyectos de grupo pero creo sinceramente que el compromiso para mejora la «calidad educativa» que tanto se habla la haremos entre todos.
Hola
Somos dos galleguiñas que tuvimos la suerte de asistir a una conferencia que usted dio hace poco en Lugo.
Tenemos ganas de demostrar todo lo que los «ASES» podemos hacer.
Estamos a las puertas de la prueba B/1 de la oposición.
¿Sería tan amable de darnos un pequeño consejo para orientar nuestra defensa de la programación? ¿Cómo podemos romper el hielo y meternos en el bolsillo al tribunal?
Gracias de antemano y encantadas de contar con su ayuda.
SI LO LEES TE COMENTO QUE ENCONTRÉ » MIS RAÍCES » EN MÁLAGA…SON MIS PRIMOS HERMANOS…DESDE AQUÍ ARGENTINA…MI AGRADECIMIENTO A ESTE APARATITO QUE HACE MILAGROS…FUERON 47 AÑOS DE DISTANCIA…ESPERO ALGUNA VEZ RESPUESTA…trinitajim@yahoo.com.ar…DESDE ESTE LUGAR MIS SALUDOS…TRINI……
HOLA MAESTRO. ESTO ES LO QUE JUSTO NECESITABA LEER. HOY HE RECIBIDO UNA PUÑALADA, QUE ME ESTÁ SANGRANDO AÚN UN POCO. PERO RESPONDÍ CON ACIERTO, CREO. A MÍ NO ME IMPORTA LO QUE DIGAN-DIJE- HICE LO MEJOR QUE PUDE, LO HICE CON AMOR Y ME SALIÓ GENIAL. SIEMPRE HABRÁ ALGUIEN QUE NO HACE NADA Y ESTÁ DISPUESTO A HERIR A QUIEN ES FELIZ HACIENDO…QUÉ LE VAMOS A HACER. GRACIAS POR AYUDARME A DEJAR DE SANGRAR. SEGUIRÉ HACIENDO CON ALEGRÍA. UN FUERTE ABRAZO, DESDE MARULL, CÓRDOBA, ARGENTINA.
SI ALGUNA VEZ LEES ESTO, TE INVITO A PASAR A LEER MIS REFLEXIONES, NO SON NADA AL LADO DE LAS TUYAS, PERO ME HARÍA MUY FELIZ SABER QUE LAS HAS LEÍDO.
MANCY MANSUR.
http://reflexionesentreaulas.blogspot.com/
Querido Miguel Angel. Te escribe un@ compañer@ que desea permanecer en el anonimato, con un mail falso. Hace ya mucho tiempo leí en este mismo blog la importancia que tiene cuando te dan una buena lección acercarse a darle la mano al maestro. Hoy te ofrezco mi mano, virtual, porque de un plumazo me has hecho recobrar la ilusión por mi profesión. Siempre he dicho que mi objetivo en la UMA no era jubilarme de catedrátic@, sino sin haberme peleado con nadie. Ahora gracias a tí le añado algo a esta mi frase favorita, jubilarme de profesor tipo A, optimista rayando en la ingenuidad, feliz rayando en la inconsciencia. Pese a que la universidad en la que vivo parece navegar en la excelencia de un mar de papeles, alejándose más y más de la que quiero, me has recordado cuánto me satisface mi profesión, sobre todo cuando encuentro respuestas en las mentes despiertas y las caras sonrientes de mis alumnos/as, o cuando aprendo (todos los días, gracias al cielo!) de mis compañer@s. No hay ni puede haber complemento económico ni honor académico que supere esa satisfacción. Gracias, maestro!