Más allá del marcador

3 May

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Hay quien piensa que la evaluación es un fenómeno muy sencillo. Como si hubiese formas inequívocas de comprobar si el aprendizaje se ha producido. Como si fuese fácil explicar por qué se ha aprendido o dejado de aprender. Los números son muy engañosos, aunque parezcan indiscutibles. Una nota es siempre compleja. Me serviré de una metáfora futbolística para explicarlo.
Cuando un equipo gana o pierde por tres a cero, pongamos por caso, hay quien sólo tiene en cuenta el marcador, pero hay quien va un poco más allá y piensa en otras dimensiones importantes. Entre ellas, la justicia o injusticia del resultado. Se puede haber ganado o perdido injustamente. Porque el árbitro se equivocó en decisiones que resultaron determinantes. Pitó un penalty que no existía, expulsó a un jugador de forma arbitraria (¿tendrá algo que ver el adjetivo arbitrario con el sustantivo árbitro?). Muchas otras dimensiones tienen que ver con el proceso que condujo a ese resultado que campea en el marcador. Analizar esas dimensiones procesuales es decisivo para comprender lo sucedido y para mejorarlo en otras ocasiones. Veamos algunas de las infinitas variables que están detrás del resultado.

– La belleza del espectáculo: Se critica a ciertos entrenadores por ser «resultadistas», por conformarse con ganar por 1 a 0, a pesar de que el espectáculo del juego del equipo fuera lamentable. Además, no todos los críticos valoran de la misma manera el partido. Para unos ha sido extraordinario y para otros un tostón insufrible.
– El esfuerzo de los jugadores: Se dice algunas veces que no importa haber perdido cuando «los jugadores se han dejado la piel en el campo» o «han sudado la camiseta» (expresiones frecuentemente utilizadas por los comentaristas deportivos. Se habla entonces de «perder con dignidad».
– El planteamiento del entrenador: Todo el mundo sabe que hay entrenadores que, cuando el equipo gana, piensan que es por la buena táctica elegida y que cuando pierde se debe a que los jugadores no han trabajado con la seriedad y el esfuerzo necesarios. Lo cierto es que la táctica propuesta o impuesta puede influir en el resultado.
– Las condiciones del terreno: Cuando algún equipo pierde echa las culpas a las malas condiciones del terreno, a la climatología o al viento que soplaba en la dirección contraria durante el segundo tiempo.
– El estado físico y moral de los jugadores: Hay equipos cuyos jugadores pueden ser víctimas de una epidemia, puede ser que alguno tenga que jugar inflitrado y, cómo no, pueden atravesar (uno o varios o todos) por una etapa de crisis emocional que los hace incapaces de conseguir una victoria porque no creen que puedan conseguirla.
– El poder de un genio: Un equipo puede ganar porque uno de sus jugadores ha tenido una actuación brillantísima. No ha funcionado el equipo, pero una chispa del genio ha conseguido el gol decisivo.
– Los efectos secundarios: Hay partidos que se ganan pero que causan unos daños terribles al equipo. Se lesionó un jugador de gran importancia para el equipo, fue expulsado el portero que no cuenta con un buen suplente, se desataron impresionantes rivalidades entre jugadores importantes del equipo.
– Las recompensas y las sanciones: Hay equipos que priman a sus jugadores por las victorias o por los títulos ganados. Incluso se practica la prima (por ganar y por perder) por parte de equipos adversarios que se benefician de la victoria o de la derrota de otros competidores.
– La influencia de los espectadores: ¿Por qué es más frecuente que los equipos que juegan en casa ganen los partidos? Porque existe una influencia de los espectadores que animan, que aplauden, que vitorean a sus jugadores. Se habla, en este sentido, del «jugador número 12» (el equipó de fútbol está integrado por 11 jugadores). A veces se atribuye el mal juego y el mal resultado a que la afición no apoya de la manera adecuada a su equipo.
– El sentimiento de revancha: Un equipo puede estar especialmente estimulado por el resultado que tuvo el año anterior (o en la vuelta primera) al jugar contra el mismo equipo.
– El clima previo: Hay entrenadores que «calientan» el ambiente con declaraciones virulentas contra el equipo adversario. Hay rivalidades tradicionales entre equipos de la misma capital o de diferentes ciudades.
– Los cambios efectuados: Un mal planteamiento inicial es corregido por un entrenador perspicaz de manera que remedia los males del juego. Otro menos inteligente o rápido es la causa de que el juego siga empeorando.
– Las orientaciones del entrenador: Durante un partido hay entrenadores que se sitúan cerca de la banda para dar instrucciones, para corregir, para aplaudir o para animar a los jugadores.
– El prestigio del adversario: No es igual ganar a un equipo que a otro. No se valora de la misma manera una victoria sobre el líder que sobre el colista.
– Los goles en propia meta: Tienen el mismo valor que los conseguidos por el equipo rival. Puede un equipo ganar un partido sin que ninguno de sus jugadores meta un gol en la portería contraria. Basta que un jugador del equipo rival marque en propia puerta.
– La comparación entre resultados: Se compara el resultado con el obtenido el año anterior, con el conseguido por otros equipos en ese mismo terreno. Las comparaciones no siempre están fundadas en la lógica. ¿Cómo se va a comparar el resultado de un equipo cuya plantilla no vale lo que un jugador de otro equipo?
– La influencia de la prensa: Hay partidos que se denominan «del año», «del siglo», aunque haya muchos similares en esos mismos períodos. Se prepara el partido con declaraciones, entrevistas, valoraciones, comentarios… Todo influye en la estado de ánimo de jugadores, entrenadores, directivos y afición. Todo influye en el juego.

Y así podríamos seguir, demostrando de forma palmaria que detrás del resultado hay muchas explicaciones. Todas ellas nos permiten interpretar el sentido de una victoria o de una derrota. Es decir, que hay que ir más allá del marcador. ¿Para qué sirve el análisis de la victoria o de la derrota? Si se hace un mal diagnóstico de las causas del resultado, las conclusiones pueden ser no sólo inútiles sino perjudiciales. También puede suceder (y esto es habitual) que al no hacer un buen análisis el resultado no sirva para la mejora del juego o del resultado. No es tan sencillo como parece. No basta con el resultado para saber lo que ha pasado y para valorar el partido. Sin embargo en la evaluación escolar sólo tenemos en cuenta el resultado obtenido por nuestros hijos alumnos y sólo a ellos atribuimos la causa del fracaso. Qué error. Qué injusticia.

10 respuestas a «Más allá del marcador»

  1. Cuánta razón, lo digo como profe y como madre, qué inútil es el marcador en este sistema educativo en el que sobrevivimos, qué frustrante para muchos, qué injusto y sobre todo qué falto de sentido…

  2. Hace unos quince años un alumno me vino a protestar una calificación. A todo esto ya estaba avisado de que una calificación era para mí cualitativa de un trabajo realizado y no sólo cuantitativa. Además también estaba avisado del tipo de evaluación que realizábamos, ya que las pruebas o controles consistían en una batería de cuestiones que comprendían: un pequeño dictado de un texto leído y comentado en clase, en el que se descubría, por la mera lectura, el significado de palabras que nunca habían visto y se comentaban y explicaban las que no se podían entender por la sola lectura del texto; descubrimiento de los verbos y del sujeto de cada uno (sic)que tenían que reescribir delante del verbo; composición de frases con palabras que se habían aprendido con la lectura; un par de preguntas teóricas; redacción de un chiste o resumen de un coloquio o de una película-forum vista en clase. Sabía que yo daba más valor a la creatividad y expresión escrita que al saber académico. Además valoraba el proceso, teniendo en cuenta el punto de partida, en que se encontraban a principio de curso. No se fue muy convencido, pero vería que la evaluación era más compleja de lo que creía y de lo que pensamos ahora después de leer este artículo.
    Gracias, Miguel Ángel.

  3. Efectivamente, en la evaluación escolar solo se tiene en cuenta el producto. Pero que podemos esperar cuando terminas una diplomatura de Magisterio y lo único que te han dicho de evaluación es que debe ser continua, formativa, sumativa…adjetivos que no comprendes y no relacionas con la práctica. Diplomada hace tres años, observo con vergüenza que nadie nos habló nunca de evaluación de diagnóstico, orientada a la mejora, democracia en la evaluación (y tantas otras cuestiones)…y me pregunto como pretendemos una evaluación objetiva cuando no sabemos hacerla, cuando no se nos forma para ello, cuando la reflexión sobre la evaluación y sus implicaciones no existe en gran parte de los centros. Hoy, leo este artículo y recuerdo a todos aquellos compañeros y compañeras que hoy ejercen la docencia en infantil y primaria, que saben poco más que hace tres años, y me pregunto cual será el tipo de evaluación en sus aulas…

  4. La mayor parte de los profesores (especialmente los de Secundaria) aprendemos a hacer mejor nuestro trabajo a lo largo de los años de práctica docente: mejoramos la metodología, el saber llevar una clase, el atajar problemas de disciplina (qué palabra más fea) a tiempo, etc.

    Sin embargo, hay una cosa que nunca hemos aprendido a hacer bien: la evaluación. Después de tantos años de avances teóricos en este aspecto, casi todo el mundo continúa evaluando a base de uno o dos exámenes por trimestre y haciendo medias. ¿Sumativa? ¿formativa? ¿contínua? ¿de diagnóstico? ¿retroalimentación?: casi nadie entiende lo que significan realmente estos términos, y los pocos que lo entienden, no lo aplican. Es fundamental para la enseñanza y seguimos evaluando como hace décadas. Penoso.

  5. Hay profesores que aplican excelentes métodos de evaluación. Tuve uno que dividía la nota en partes: hasta 6 eran evaluados los conocimientos. El resto lo distribuía en la manera de esponer, la actitud, la presentación física… Decía que estaba formando maestros y que con solo saber no era suficiente.
    En la mayoría de los casos las evaluaciones son absurdas. Los alumnos (cuando lo hacen) aprenden en una noche una cantidad enorme de datos que vuelcan en un papel al día siguiente, muchas veces sin siquiera entender lo que están escribiendo y que a los pocos días olvidaron por completo.
    La memoria es buena y es fantástico ejercitarla. Pero PENSAR también es muy buemo.A la hora de evaluar hay tantos datos que el maestro tiene que tener en cuenta que no quedan registrados en el papel!
    Sería bueno que los alumnos pudieran evaluar a sus profesores acerca de sus métodos y modos de evaluar…

  6. Espinoso el tema de la evaluación.
    Y muy diferente según se trate de una asignatura u otra, de un nivel u otro.
    Y siempre puede ser muy injusto.
    Yo, más que el resultado final (cada cual llega al que llega segun sus capacidades, punto inicio y trabajo a lo largo del camino), evaluo el trabajo realizado y, no se puede negar, que con el uso delas TIC el trabajo diario de los alumnos es mucho más divertido de hacer, de corregir y de adaptar al nivel del alumno.

  7. Cuánto está en juego cuando «intentamos» evaluar, hay muchos factores que nos influyen, hay recuerdos de ciertos momentos en la clase, hay rostros que evidenciaban indiferencias a la hora de enseñar y en la evaluación les va mejor que mejor…Pienso que es difícil determinar qué evaluamos,sino hemos hecho un diagnóstico previo, si evaluamos lo cuantitativo o si evaluamos lo cualitativo y ahí está la cuestión, nuestra máxima exigencia debe ser hallar la calidad de la propuesta del alumno y a partir de ella acordar un «valor», no estacionarnos en la altura de un conocimiento único, sino permitirnos construir una nueva manera de lograr un objetivo…Gracias Miguel por permitirnos participar…Oscar desde Buenos Aires, provincia…

  8. Mmmmh pues sí que es un tema escabroso; en todos lados se escucha a los maestros y maestras que dan su punto de vista sobre esto, muchos son de verdad con argumentos fuertes, los valores, experiencias, etc.que les nutren en su trabajo por supuesto que les otorga una autoridad para asegurar su postura y eso precismante, el tener posturas tan divergentes pero fuertes y valiosas pfffff!!! a mi me hacen hervir mucho mucho la cabeza ¿cuestiópn de estilos? ¿ética? ¿vocación? ¿cumplimeto? ¿todo y nada? DUDAD, DUDAS, DELICIOSAS DUDAS…

  9. La evaluación en la educación creo que es un tema que nos preocupa a muchos. Yo personalmente soy profesor de EF en Secundaria y llevo 5 o 6 años en un grupo de trabajo. Pues bien de todo ese tiempo, una parte my grande la hemos empleado en mejorar nuestro sistema de evaluar.
    Sinceramente creo que lo hemos mejorado un poco pero aun estamos muy lejo de esa EVALUACION DEMOCRATICA, COMPARTIDA que buscamos.
    Os recomiendo leer artículos, estudios y esperiencias de mucha gente entorno a la coevaluación, la evaluación compartida, la autoevaluación… a nosostros nos está sirviendo.
    gracias

  10. un juicio de valor, una nota,un resultado, en su totalidad toda exprecion de evaluacion, siempre destaca el esfuerzo que ponemos para mejorar, (sentirnos capaz de).
    Estoy de acuerdo con el texto por cuanto que no es simple una evaluacion,la motivacion , el obtimismo, la certeza,el sentido comùn,la importancia del tema y demas valores, son los que siempre deben estar presentes en la formacion de la vida.

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