El lenguaje embrujado

19 Abr

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El lenguaje es como una escalera por la que subimos a la comunicación y a la liberación y por la que bajamos a la confusión y a la dominación. Wittgenstein atribuye muchos errores de la filosofía a lo que él denomina «un lenguaje embrujado». Las palabras nos llevan muchas veces a engaño. El problema no está, fundamentalmente, en que no nos entendamos sino en creer que nos entendemos cuando utilizamos las mismas palabras, pero con diferente carga semántica. ¿Dirá alguien que hay que empeorar la calidad del sistema educativo? No, nadie. Pero cuando hablamos de calidad, ¿estamos diciendo todos lo mismo? Obviamente, no.
En Portugal se está haciendo un tipo de evaluación de escuelas a través de pruebas estandarizadas que miden los resultados obtenidos por los alumnos. Los resultados conducen a la elaboración de rankings de escuelas según la calidad. Pero, claro, puede suceder que una escuela que aparece en las listas como de máxima calidad sea una escuela que practica el racismo, la xenofobia, el sexismo o el elitismo a la hora de admitir a los alumnos. Puede suceder que practique la insensibilidad con quienes no obtienen buenos resultados expulsándolos del Centro sin preguntarse a dónde van y hasta puede hacer trampas la víspera de las pruebas diciendo que al día siguiente se queden en casa los alumnos menos brillantes «porque pueden bajar el nivel de los resultados de las pruebas». Resulta que una escuela xenófoba, sexista, racista, elitista, insensible y tramposa, aparece en los primeros lugares del ranking de calidad.

¿Es esa escuela de calidad? No, a mi juicio. Pero otros pueden dar por hecho que tiene calidad puesto que los alumnos han conseguido magníficos resultados.
En España se promulgó en el 2002 una ley que se denominó de calidad del sistema educativo. Creo que era una ley que destruía la calidad de forma rápida, generalizada y eficaz en el sistema educativo. Era una ley cruel. Una ley discriminadora y elitista.
Podríamos poner ejemplos con muchos conceptos que están presentes en el debate educativo y en la práctica cotidiana de los profesionales de la educación.
– Hay que mejorar la convivencia en el Centro, dice un profesor a los compañeros de Claustro.
Todos asienten. Pero si alguien le pide que precise, puede ser que éste diga que lo que quiere decir es que es necesario aumentar la vigilancia y endurecer las sanciones.
Otro profesor puede decir en la reunión del equipo educativo:
– Hay que mejorar la evaluación.
¿Quién puede decir que no? Pero si el profesor interpelado sostiene que lo que quiere decir es que hay que endurecer los controles porque aprueban demasiados alumnos, puede ser que algunos de los que inicialmente dijeron que sí, después de la aclaración no estén de acuerdo.
La confusión larva muchas veces el discurso. Si identificamos cualquier tipo de innovación con un fenómeno deseable, si confundimos cambios con mejoras, podemos incurrir en una tremendo error.
Un amigo le dice a otro:
– Hay que ver qué pena de vida, nadie cambia.
– Hombre, no digas eso, responde el amigo, porque yo he cambiado muchísimo desde el año pasado.
– Me refería para bien, replica el amigo.
Se confunde, pues, cambio con mejora. Tenemos que dilucidar qué es lo que vamos a entender por mejora. Dice José Antonio Marina, no recuerdo ahora en cuál de sus numerosos libros, que mejora es una palabra infinita que debemos desentrañar. Algunas veces se cambia en lo insustancial y se empeora en lo esencial. Otras veces, mejoran sólo unos pocos que, por cierto, ya estaban bastante mejorados, y empeora la mayor parte. No me apunto a esos cambios.
Thomas Cathcart y Daniel Klein han escrito un curioso libro titulado «Platón y un ornitorrinco entran en un bar…», que ya he citado en otras ocasiones. Es un libro sobre la filosofía explicada con humor. Los autores dedican un capítulo de su libro a la filosofía del lenguaje. En él, podemos leer lo siguiente: «Se ha criticado la filosofía del lenguaje común por considerarla un mero juego de palabras, pero Wittgenstein dice que la confusión de marcos de referencia lingüísticos puede conducir a errores fatales. Y lo explica con este ejemplo:
Billingsley va a ver a su amigo Hartfield, que está muriéndose en el hospital. Cuando Billingsley se coloca junto a la cabecera de su cama, la debilitada salud de Hatfield empeora y pide, desesperado, que le den algo con que escribir. Billingsley le acerca un bolígrafo y un pedazo de papel y Hatfield emplea sus últimas fuerzas en garabatear una nota. En cuanto termina de escribirla, fallece. Billingsley se mete la nota en el bolsillo, incapaz, en la consternación del momento, de prestarle atención.
Al día siguiente, mientras Billingsley está hablando con la familia de Hatfield en el velatorio, se da cuenta de que lleva la nota en el bolsillo del traje.
– Hat me entregó una nota antes de morir -anuncia a la familia-. Aún no la he leído pero, conociéndole, seguro que son palabras de consuelo para todos nosotros..
Y lee en voz alta:
– ¡Estás pisando el tubo de oxígeno!
Resulta, pues, esencial saber lo que estamos diciendo, dónde y cuándo lo decimos y cómo y cuándo lo interpreta el interlocutor. No se trata sólo de juegos de palabras. En el uso del lenguaje nos jugamos mucho de lo que somos y de lo que hacemos.

8 respuestas a «El lenguaje embrujado»

  1. un excelente artículo para reflexionar en cuanto a nuestra persepción sobre el uso que damos a las palabras y a nuestra manera de expresarnos. felicitaciones al autor por su visión humanísta y democrática de la educación. De fondo cuando se invoca la calidad educativa, se invoca una educación para pocos.

  2. «Platón y un ornitorrinco…» me parece un libro estupendo.
    Palabras son amores… Los adultos responsables sabemos del significado, de la ambiguedad y del uso correspondiente de cada palabra.
    Sabemos del poder de las palabras. Sabemos de su magia. Sabemos que en segundos podemos construir castillos de ilusiones en el corazón del otro y sabemos que con la misma rapidez podemos destruir toda una vida.
    Cuando nuestro trabajo consiste en «hablar» hacemos casi un culto de las palabras. Elegimos cada palabra y medimos la dimensión del efecto en su destinatario.Tenemos presente su mundo afectivo, intelectual y cultural. Queremos que nuestras palabras produzcan determinados efectos. Queremos que todos puedan sentirse como la higuera de Juana de Ibarbouru: «hoy a mi me dijeron hermosa…»

  3. Los educadores somos seres de palabra, jugamos y nos involucramos con las palabras; ellas constituyen un insólito territorio lleno de humus fértil por donde transitamos sembrando esperanzas y sueños. Maravillosa herramienta pedagógica que acorta lejanías y que abre nuevos caminos, haciendo por medio de ellas más transitables los ya recorridos.

    Las palabras son para el educador una proyección del propio ser; la propia simiente que milagrosamente germina y fructifica en el otro. Palabras cargada de preñez y de vida la del educador; de allí nuestro compromiso con la vida y con las palabras; porque educar no es otra cosa que dar vida a la vida y las palabras engendran vida; por eso la necesidad de buscaras, descubrirlas, valorarlas y llenarlas de sentido; no se trata de reproduciras o lo que es peor aún vomitarlas; se trata tomar conciencia en ellas y donarlas por medio de una misteriosa transfusión que da vida; porque los pensamientos se expresan –o no- por medio de las palabras.

    Frente a tanto vació y sin sentido al que muchos gustan llamar “incertidumbre” nada más rico que volvernos hacia el valor y la fuerza de las palabras; a la palabra sentida y por sobre todo a la palabra dada. Nada más urgente que tomar y dar la palabra. Debemos animarnos a confiar en las palabras como un acto de fe, cargarlas de esperanza y fecundarlas con el amor.

    Descubrir y dar sentido de mediación pedagógica a las palabras representa un camino inquietante, motivador y siempre nuevo. Concebir las palabras y comunicar las palabras creando espacios y tiempos de resonancia, es la esencia de todo proceso educativo.

    Construirse y construir con la amalgama de las palabras no es otra cosa que entretejer significados que se multiplican con cada nuevo aprendizaje y formando una misteriosa urdimbre de singular trama.

    Pensamos en un volvernos hacia las palabras y poder descansar en su fresca sombra frente al tórrido cambio climático con el que se nos presenta la postmodernidad. Proponemos recuperar la palabra en un sentido ecológico, frente a tanta devastación y contaminación. Dignificar y reivindicar las palabras no es otra cosa que experimentar el propio ser docente porque ellas nos legitiman y de alguna manera ontológicamente nos determinan

    Queremos recuperar la palabra del educador como una palabra dada y empeñada; porque ya no es su palabra sino la proyección del propio ser en sus palabras; para que el otro experimente su propio ser desde las palabras. No se trata de pensar en interesantes palabras, sino de identificarse con ellas y darles un sentido propio, explorando sus posibilidades y la fuerza pedagógica que en ellas se encierra.

    Finalmente podemos pensar en crear una atmósfera donde se respire el reino de las palabras y se pueda experimentar el juego de las palabras y valernos de ellas para despertar una conciencia reflexiva sobre el inestimable valor de las palabras y la palabra del docente.

    Saludos desde Argentina
    Horacio Muros

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  5. La calidad en la enseñanza no mejorara mientras sigan ancladas nuestras mentes en añejos conceptos aunque en apariencia estemos evolucionados. En el fondo la mayoría de la comunidad educativa lleva un lastre de pensamiento y acción que pide a gritos el pasar página pero a las personas nos cuesta trabajo el cambio porque en lo conocido tenemos seguridad aunque a la par insatisfaccion.

  6. Y mientras desde una delegacion de educacion se considere que un niño con diversidad funcional esta bien atendido con tres horas y media de atencion individualizada compartida a la semana y parte de la comunidad educativa tambien lo piense estaremos muy lejos de la calidad de la enseñanza. Pues siempre los niños y niñas con diversidad funcional son los olvidados en todos esos debates sobre la calidad parece ser que son invisibles por la simple razon de que tienen al parecer menos derechos que sus iguales

  7. Me pregunto cómo puede haber gente tan convencida de que la LOGSE es la responsable de los males endémicos de este país.
    La LOGSE es una ley muy buena en su fundamentación teórica, pero a la hora de ponerla en marcha, el aparato burocrático del estado se dejó en el camino todos los bonitos principios de autonomía y flexibilidad. La lógica de la Administración es la lógica del control y la homogeneidad y, que yo sepa, de momento esto no es compatible con la autonomía y la flexibilidad que se profesaba en la ley.

    La LOGSE cambió poco o nada las prácticas del profesorado, que siguió hacíendo lo mismo que hacía aunque cambiándole el nombre en los documentos oficiales, sin entender muy bien para qué tanto papeleo si al final todo seguía igual.

    Antes de demonizar a la LOGSE, preguntémonos si realmente su promulgación fue tan efectiva.

  8. Qué bien que te encontré!!!Hoy te he recomendado de forma apasionada a una Madre-amiga. El Adarve debería ser un Padre-madre de cabecera para tantas familias desorientadas. Gracias Miguel Angel…. han pasado muchos años pero lo «importante» nunca se olvida. Lourdes (Mallorca)

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