Dice la filosofía que el argumento circular es un tipo de razonamiento en el que la evidencia de una proposición está encerrada en la misma proposición. En la vida profesional y la estrictamente personal utilizamos, con muy poca lógica, el argumento circular. A veces por una ingenuidad que es fruto de la pereza intelectual y a veces porque razonar de una manera defectuosa nos garantiza estupendos dividendos.
Agradezco el siguiente ejemplo, muy ilustrativo por cierto, a los filósofos Cathcart y Klein. Está tomado de su libro «Platón y un ornitorrinco entran en un bar…». Era otoño y los indios de la reserva le preguntaron a su nuevo jefe si el invierno iba a ser muy duro. Educado en los métodos del mundo moderno, al jefe no le habían enseñado los viejos secretos y no tenía modo alguno de saber si el invierno iba a ser frío o no. Para curarse en salud, aconsejó a la tribu que hiciera un buen acopio de madera y se preparara para un invierno frío. Algunos días después, tuvo la ocurrencia tardía de pedir consejo práctico, llamó al servicio metereológico nacional y les preguntó si predecían un invierno muy duro. El metereológo le respondió que, efectivamente, creía que el invierno iba a ser muy duro. El jefe aconsejó a los miembros de la tribu que fueran a buscar mucha más leña.
Un par de semanas después, el jefe llamó de nuevo al servicio metereológico.
– ¿Les sigue pareciendo que el invierno va a ser muy duro?, preguntó el jefe.
– Naturalmente, respondió el metereológo. Va a ser un invierno francamente duro.
El jefe instó a los miembros de la tribu a que recogieran cualquier trozo de madera, por pequeño que fuera. Un par de semanas después, el jefe llamó a los metereólogos y les preguntó cómo les parecía entonces que iba a ser el invierno.
El técnico dijo:
– Nuestra previsión actual es que será uno de los inviernos más fríos de todos los tiempos.
– ¿De verdad?, preguntó el jefe. ¿Cómo están tan seguros?
A lo que el metereólogo replicó:
– ¡Los indios están recogiendo leña como locos!
La evidencia en la que se basaba el jefe para pedirle a la tribu que cortasen leña estaba en último término basada en el hecho de que estaban cortando leña.
Quiero, con esta definición de argumento circular y el subsiguiente ejemplo remitirme a una situación en la que frecuentemente se usa este tipo de razonamiento. De un grupo de alumnos se dice que es «muy malo», que está integrado por estudiantes torpes, perezosos e indeseables. Y como demostración se argumenta que obtiene malos resultados y que se portan de manera salvaje.
Pero, claro, no se puede saber lo que sucedería si a ese grupo le calificasen de «muy bueno». ¿Qué pasaría si esos alumnos fuesen considerados inteligentes, trabajadores, disciplinados y empáticos? ¿Obtendrían esos mismos resultados? ¿Se comportarían de la misma manera? Hemos visto cambios radicales en grupos cuando han pasado de unas manos a otras. El argumento circular se cierra de la siguiente manera: el grupo es malo porque tiene pésimos resultados y tiene pésimos resultados porque se dice de él que es malo.
Es la maldición de los grupos que se encierra en un etiquetado que los condena al fracaso. En esa etiqueta está el germen del desastre por más que la argumentación se pueda cerrar con cierta lógica ya que, en efecto, los malos resultados están ahí.
Los indios recogen leña porque el servicio de metereología dice que el invierno será frío y estos servicios dicen que el invierno será frío porque los indios recogen leña. Los profesores dicen que los alumnos son cada vez más torpes porque fracasan y fracasan porque son catalogados como malos estudiantes.
Ya hace muchos años que se comprobó la existencia del efecto Pigmalión. Se denomina así al fenómeno que consiste en que las expectativas que tenemos sobre las personas tienden a cumplirse. Se debe el nombre al hecho mitológico de que Pigmalión modeló una estatua de una mujer perfecta según su ideal. La llamó Galatea. Pigmalión se enamoró de ella y, escuchando su petición, la diosa Venus le dio vida haciéndola realidad.
Pigmalión desea que la estatua cobre vida y así acaba sucediendo. El círculo se cierra, otras veces, de forma cruel. Decimos que un grupo de alumnos no puede aprender y acaba sucediendo lo que preveíamos. Se trata de profecías de autocumplimiento. La profecía de un suceso se acaba convirtiendo en el suceso de la profecía.
¿Cómo romper este círculo vicioso? Pues acudiendo a la lógica y haciendo del círculo una espiral. Una vez que los indios sepan por qué hacen los servicios metereológicos la previsión, pueden dejar de coger leña y usar otro diagnóstico más riguroso. De la misma manera, cuando los profesores pongan en cuestión el origen exclusivo y apodíctico del fracaso, podrán buscar otras causas y ponerle remedio de manera más eficaz a los problemas.
Detrás del argumento circular está la pereza intelectual y la defensa de intereses espurios. Es preciso romperlo con la reflexión rigurosa y la exigencia personal. Los vicios de la argumentación no denotan sólo torpeza sino que son argucias interesadas que nos defienden del compromiso y de la responsabilidad.
Hace unos años tuve la suerte de dar clase a un grupo de garantía social en un centro de adultos.
Mis alumnas y alumnos habían asumido que eran torpes, malos, tontos, lentos, rebeldes, apáticos,… porque se lo habían repetido desde practicamente toda su etapa escolar.
En el centro me dieron libertad absoluta: para dar clase en un parque (porque mis alumnas y alumnos no aguantaban 5 horas seguidas sentados en un pupitre), para ponerles vídeos (porque no leáin mucho), para hacer debates (porque no estaban acostumbrados a ser escuchados y que valorasen su opinión)…
De los 14, 5 se pusieron a trabajar en diversas residencias (era un programa de «ayuda a domicilio»), y 7 hicieron el acceso a ciclos de grado medio.
Todas y todos pasaron la prueba y acabaron su FP.
Una de mis alumnas llegó a hacer el grado superior y acaba de terminar la diplomatura de en enfermería.
Os aseguro que es uno de los mejores grupos de alumnos con los que he trabajado.
Preciosa la historia. Todavía me estoy riendo…
Cuando en mi trabajo con niños pequeños hablo con las mamás, las insto y aliento a poner en sus hijos una mirada maravillada. He visto que esa mirada hace de esos hijos seres maravillosos. Y al convertirse en maravillosos la mirada de la madre se deposita en ellos maravillada…
Sucede cada día en cada momento de la vida,una actitud optimista, de esperanza y de alegría, permite que la vida se convierta en una espléndida aventura por dura que esta sea.
Yo soy torpe. Como soy torpe la gente me lo recuerda, en ese momento, se me cae alguna cosa.
Quisiera felicitarle por su conferencia de esta tarde en Lugo, ha sido fascinante.
Gracias por regalarnos su tiempo.
Hace tiempo, una maestra se ponía mala cuando tenía que hablar con la tutora de su hijo. Sin embargo, la tutora siempre insistía en las buenas cualidades del chico, pero la madre no la creía.
Cuando el niño pasó a mi tutoría, en la primera reunión, como era mi costumbre, me preguntaba ante las madres: ¿Cómo es posible que una madre diga que su hijo es tonto? ¿…que es torpe, …que es salvaje, …que es inútil…? Para aclarar el tema, siempre les decía que «lo que pasa es que es pequeño».
Como no se convencía, cuando venía a la tutoría le te nía que insistir en la suerte que había tenido con que su hijo estuviera con aquella tutora y maestra en Infantil. Menos mal que conseguimos pasar el bache a finales del Primer Ciclo de Primaria, porque, según mi particular impresión, no había comprendido a la maestra tutora de Infantil, e incluso parece que se había sentido incómoda y contrariada en la percepción de la persona y actuación de su hijo.
Gracias, Miguel Ángel, por sacar estos temas, que están bajo el adoquinado tradicional de los prejuicios y de las «rutilantes expectativas».
Una historia muy interesante y cierta a la vez.
Darle las gracias por su excelente conferencia en Lugo ya que fue estupenda y estoy segura de que a todos nos dio mucho que pensar. Esperemos que lo hablado se aplique tanto en las aulas como en las familias.
Y por último darle las gracias por su magnífico «punto», y le puedo asegurar que nunca más veré solamente el punto, sino que ante todo veré la hoja.
Gracias por su tiempo y su dedicatoria.
Realmente interesante la historia que nos ofrece. Aunque después de su intervención en el IES Politécnico de Lugo, aún me quedo perpleja ante su gran capacidad (y humildad al mismo tiempo) para deleitarnos con su sabiduría y experiencia. Muchas gracias por su «caja de galletas». Tenga por seguro que han gustado mucho, a una servidora especialmente. Gracias de todo corazón Miguel Ángel. Seguiré atentamente su blog.
Sabía que no iba a ser ni la primera ni la última en felicitarlo por una de sus conferencias, en este caso por la del pasado sábado en Lugo. Una conferencia SINGULAR que nos dio a todos, tanto a profesionales de la docencia como a los que intentamos llegar algún día a serlo (opositores). Intentamos llegar por un camino que actualmente está lleno de baches, o más bien de agujeros,auque todos sabemos que en la vida nada es fácil y todo requiere mucho esfuerzo y constancia (aunque a veces se nos olvide). Pero al asistir a un curso y encontrarnos con profesionales de su talla, nos vamos a casa con un balón de oxígeno que nos da fuerza para seguir peleando y llegar a ser algún día buenos profesores. Profesores que sus alumnos recuerden para toda la vida, como yo y las 299 personas restantes vamos a recordarlo por su conferencia y por supuesto por su «caja de galletas».
Desde Galicia: GRACIAS por sus palabras, historias, cuentos, chistes, verdades… y sabiduría.
En Lugo recién oyen esa conferencia magistral, plagada de ejemplos de la vida diaria, de optimismo, sabiduría, humildad y verdadera vocación docente.
Yo tuve la suerte y el privilegio de escucharla de la boca de ese gran Maestro, Miguel Ángel Santos Guerra hace ya más de 2 años, acá en el fin del planeta, en los confines australes de la Argentina, en San Francisco, provincia de Córdoba.
Cuídenlo, escúchenlo, aprendan de su experiencia y sabiduría, y hagan lo que él les dice.
Ojalá este mundo pueda parir en el futuro muchos maestros como él. Pero pronto, pronto, que los tiempos cada vez son más breves y vertiginosos.
En este mundo de la competencia y el materialismo, ¡cuánta falta hacen los maestros de la humildad, el amor, la sabiduría y la igualdad de oportunidades!
Un fuerte abrazo, querido maestro, con el respeto y la adiración de siempre.
Nancy Mansur.
MIGUEL ÁNGEL, EN EL DÍA DE HOY ME ACOMPAÑASTE ,PUES TUVE UNA PRIMER REUNIÓN CON LOS PADRES DE MIS ALUMNOS, Y LA MISMA LA COMENCÉ LEYENDO TU NOTA SOBRE EL PIN-PON(anti)PEDAGÓGICO. MI REUNIÓN TODO UN ÉXITO…POR LO AMENO Y RISUEÑO. OTRA VEZ TE TENGO QUE AGRADECER TU ACOMPAÑAMIENTO….
AHORA LEO LA NOTA DEL SÁBADO 12 Y COINCIDE MUCHO EN MI FORMA DE ACTUAR…LOS NIÑOS QUE RECIBO SON PARA MÍ MARAVILLOSOS Y PLENOS CON ANSIAS DE HACER Y PARTICIPAR…ANTE TODO APUNTO HACIA LAS PERSONITAS QUE ELLOS SON………TRINIDAD ELISA MARÍN DESDE ARGENTINA CIUDAD DE BUENOS AIRES…MI MAIL…trinitajim@yahoo.com.ar.
¿ ALGUNA VEZ ME ENVIARÁS ALGUNA PALABRAS???TRINI…ENAMORADA DE MIS RAÍCES…MÁLAGA…
Transcurre el año 1994, mi profesor de historia es «Don Manuel» hombre serio, dedicado a su trabajo, maestro todo él, que demostró ser tremendamente pragmático.
En una ocasión echó a nueve alumnos de clase (entre ellos uno que les habla). Al día siguiente llamaron a nuestras madres, a la mía le dijo que quería hablar con ella…
– La actitud de su hijo ha mejorado mucho últimamente, se muestra atento y sin reservas para participar en la clase.
La conversación continuó mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Aquel día él cerró el círculo para siempre, y aunque las bromas en clase siguieron, no dejamos de aprender todo lo que él nos pudo enseñar. Ninguno de los niños que formamos aquel curso olvidará sus clases, y aunque él no está aquí para ver en lo que nos convertimos, su ilusión por la historia permanecerá viva para siempre entre muchos de nosostros.
Un saludo desde Lugo. Iván.
Una reflexión necesaria, sobre todo para los profesores que trabajamos en la Educación Secundaria Obligatoria. En este tramo es fácil hacer comparaciones entre grupos y se habla de grupos buenos y grupos malos. Pero cuando se pregunta a cada profesor por sus percepciones, no son iguales al cien por cien entre ellos, los grupos que son malos para unos no son exactamente iguales a los que les parecen a otros, lo que refuerza la idea de que este calificativo es el resultado de una experiencia personal de cada profesor, a menudo motivada por pequeñas tensiones no resueltas con determinados alumnos del grupo y ello le lleva a meter en un saco a todo el grupo. Con esa actitud de partida, el profesor entra siempre con mal pie al aula, un poco a la defensiva y transmite un sentimiento de antipatía que al final provoca un sentimiento recíproco por una buena parte del grupo.
Pero son las sesiones de evaluación, donde todos los profesores del grupo intercambian opiniones, cuando se va reforzando la estigmatización de un determinado grupo, aunque para algún profesor haya discrepancia. De todos modos es cierto que a veces los agrupamientos que se hacen en los institutos no son heterogéneos, y en un mismo grupo pueden entrar una proporción alta de repetidores que dan un «tono» general a la clase que refuerza esta idea, pero este problema se da igualmente en grupos heterogéneos.
En cualquier caso me gustaría decir que el efecto pigmalión no es malo en todos los casos. Muchos profesores se empeñan en ser ecuánimes y hacer evaluaciones «objetivas». Yo siempre he dicho que las evaluaciones objetivas son las más injustas, que una evaluación debe ser «subjetiva pero no arbitraria», y para ello necesitamos de esa «idea» que tenemos del alumno (suma de todo el historial de comportamientos académicos) para hacer un juicio justo de su estado de evolución y poder asesorarle de una manera más personal. Aquí necesitamos el efecto pigmalión, siempre y cuando esa idea que tengamos del alumno no obedezca a sentimientos o animadversiones personales. Se trata de tener en cuenta todo el historial del alumno y no únicamente el resultado de una prueba o examen. De hecho creo que todos lo hacemos, consciente o inconscientemente. El reto estaría en hacerlo siempre consciente.
Un abrazo desde Vélez-Málaga. Rafael
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