Cuando hablo de evaluación de una escuela, siempre digo que es preciso observar con atención cada uno de sus rincones. Porque todo habla en las instituciones: los espacios, los tiempos, los itinerarios, los objetos, los rituales… Uno de los lugares que suele contener información relevante son los baños. Los alumnos escriben, a veces, sobre puertas y paredes, muchas cosas que no se atreven a decir en los patios ni, por supuesto, en las clases. Pero es lo que piensan. Sobre la dirección, sobre el profesorado, sobre las clases, sobre política, sobre sexo… En resumen, sobre la vida. No escriben en los baños de sus casas. ¿Por qué? ¿Es que no tienen bolígrafo cuando están en sus domicilios? ¿O es, más bien, que consideran la escuela un lugar inhóspito donde tienen que callarse y obedecer?
En los baños podemos encontrar también otros fenómenos que definen la cultura de la institución. Por ejemplo, el curioso hecho de que en los baños de los alumnos no haya papel higiénico, ni toalla ni jabón. ¿Cómo se supone que se las van a arreglar? ¿Deben llevar papel higiénico de sus casas? ¿Utilizarán otro tipo de papel? ¿No se limpiarán?
Dice Luis Piedrahita en su libro de monólogos «¿Cada cuánto hay que echar a lavar un pijama?» que «los portarrollos de papel higiénico son unos pequeños seres absolutamente imprescindibles para la permanencia de la raza humana en la Tierra. Si desde mañana desaparecieran todos los portarrollos de las casas, nos extinguiríamos al momento». No parece funcionar ese aserto catastrofista en la escuela. En algunos centros se soluciona la cuestión entregando a los niños un trocito de papel cuando salen del aula o del recreo. Es una solución, pero una mala solución. ¿Qué sucede si la cantidad de papel entregada no es suficiente? Pero, sobre todo, ¿cómo aprenderán a utilizar de forma responsable el papel higiénico si no lo tienen?
No sucede lo mismo en los baños de los profesores. En estos hay papel, toalla y jabón. Ni con sus prácticas. No le da el Director a cada profesor un trozo de papel higiénico cuando lo necesita. Algunas veces, para colmo, los baños de los profesores están cerrados con una llave. ¿Por qué se cierran? Está claro, para que no entren en ellos los alumnos.
– Es que los alumnos no saben utilizar los baños de forma adecuada y es muy desagradable encontrarse con suciedad en ellos.
¿Por qué no saben utilizarlos bien en la escuela y sí en sus casas? ¿Por qué no hay en las casas unos baños para los papás (con llave) y otros para los niños? Nadie puede imaginar una familia en la que los papás dispongan de un baño con papel higiénico, toalla y jabón. Y en la que los niños, por el contrario, tengan que utilizar otro que carece de estos elementos.
¿Cómo van a considerar los niños a su escuela como una casa si no les permiten utilizar papel higiénico? Lo más curioso es escuchar las explicaciones que damos quienes asumimos esas decisiones.
– Los niños meten los rollos en la taza del water, desperdician papel y hacen que se atasquen.
Ya, pero ¿cómo van a aprender a no atascar la taza con el rollo de papel si nunca tienen un rollo de papel? Porque no es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres, sino que, mientras no tengan libertad, no pueden aprender a ser responsables.
No quiero decir con esto que el centro se tenga que dedicar a reponer el papel tantas cuantas veces a los niños se les antoje meterlo en la taza. No. Esa no es la tarea de la educación. La educación exige el desarrollo de la responsabilidad y el respeto a los demás. Los niños tienen que saber que hay que utilizar bien el papel y que, si no lo hacen, tendrán que sufrir las consecuencias. No es igual hacer las cosas bien que hacerlas mal. Los compañeros van a quedar perjudicados si se actúa de forma irresponsable. Y la institución no lo puede aceptar.
Ellos mismos pueden y deben participar en la toma de decisiones. Tienen que saber que el presupuesto es limitado, que hay que restringir razonablemente la cantidad de papel. Y que, si se desperdicia, no dispondrán de papel en el tiempo correspondiente al que han destruido o estropeado. No se puede decir «ya no tendréis más papel», o «no tendréis papel hasta que no os hayáis hecho responsables». Por su propio interés irán haciendo cada día las cosas mejor. Con insistencia, claro está. Con paciencia, como es lógico. No se consiguen los fines a la primera, porque las soluciones no avanzan como las balas.
Tenemos que pensar que lo van a conseguir. Tenemos que hacerles ver que nosotros confiamos en que lo van a hacer bien. Si ven que nuestra postura es pesimista o cínica y escéptica, sus hechos harán que estas actitudes se afiancen. Porque pensarán que da igual hacerlo bien que hacerlo mal ya que siempre van a desconfiar de sus posibilidades.
Esta discriminación que se manifiesta en los baños se puede observar en otros aspectos de la organización escolar. Por ejemplo, en la comida. En algunas escuelas hay menús para profesores y menús para alumnos y, qué casualidad, los de los alumnos son peores. No hace mucho me decía una niña:
– Hoy he comido filete de profesor en el Colegio.
¿Qué había sucedido? Se había acabado el menú de los niños y, afortunadamente para ella, había podido comer un filete de mejor calidad. No podemos imaginar una familia en la que suceda esto. Una familia en la que haya dos tipos de menús. El mejor destinado a los papás y el de menor calidad que se prepara para lo hijos. El refranero es cruel. Dice: «Cuando seas padre comerás dos huevos». No en vano lo hicieron los adultos.
Entre las cosas mas lindas de esta època que nos toca vivir, es el diàlogo que existe entre padres e hijos. Ellos pueden hablar, discutir, proponer, disentir, oponerse y los padres y madres podemos explicar, acordar, mostrar las razones que nos mueven a obrar. Todo ello sin perder el lugar que corresponde a cada uno y sin temor a que los lìmites necesarios y correspondientes dejen de ser puestos en el momento oportuno. Para todo ello la familia cuenta con un ingrediente esencial: el amor. Ingrediente que en las escuelas muchas veces està ausente.
No tiene razòn el que grita màs fuerte…
Y en muchas familias cuando no sobran las cosas, tantas veces se sacrifican los padres en beneficio de los hijos.
Educar no es una guerra de poder. Educar es una «guerra» de amor y el dìa que estemos de verdad convencidos de ello, las cosas van a cambiar.
Hace 6 años que en nuestros baños de nuestar escuela tenemos papel…todo un proyecto institucional que en un contexto de exclusión y pobreza parecería un sin sentido; lejos de estos prejuicios este hecho sirvio para que nuestros alumnos desde su indigencia se sintieran considerados en su integridad…muchos de ellos en sus casitas o ranchos tienen solo un retrete externo como posible baño…este proyecto consideramos que fue de una innovación pedagogica insólita ya que sirvio para muchas cosas; entre otras para no tener durante 5 años hechos de violencia en la escuela a pesar de estar en un contexto donde la violencia simbolica como física es pan de cada día. Indudablemente el inicio del proyecto estuvo cargado de frustraciones y de desilusiones, pero a lo largo del tiempo se han ido logrando cosas importantes…
Entendemos y bregamos por una educación cada día mas humanista y humanizadora; y sentimos en nuestras manos la vitalidad de lo educativo…tal vez el tema sea animarnos a ser en y con los otros…se puede.
Saludos desde Argentina
Horacio Muros
Escuela 4-195 B°El Molino San Rafael-Mendoza
Curiosamente a minha escola está num processo de avaliação, externa agora! Bom que seria se os avaliadores verificassem, que desde que abriu,há quase 13 anos, sempre houve papel higiénico, sabonete e toalhas nas casas de banho dos alunos e sempre houve comida igual para professores e alunos.
Já agora cabe-me dizer que são tratados por todos, auxiliares de acção educativa e professores com bastante respeito e carinho.
A minha escola fica no concelho da Póvoa de Varzim, é a Escola Básica com 2º e 3º Ciclo de Beiriz.
Señor profesor, por mucho que nos duela reconocerlo existen familias en las que el valor que se otorga a lo público, a lo de todos, es nulo. Familias a las que lo que es gratis no le concede valor alguno excepto si es para reclamarlo como un derecho para ellos mismos.
En una sociedad “desarrollada” como la nuestra se ha avanzado mucho en la reclamación de derechos pero poco o nada en asumir responsabilidades. Este tipo de familia transmite a sus hijos valores que se podrían resumir en “para que se lo lleve otro lo cojo yo”.
El papel higiénico no es más que una expresión de esa realidad. Probablemente es los países nórdicos, de los que, por cierto educativamente hablando, cada vez estamos más lejos, si quedara poco papel en el baño se iría cogiendo cada vez trocitos más pequeños para dejar siempre para el siguiente usuario del retrete y, si sólo quedara el rollo (siempre hay que mirar antes de empezar), muy educadamente volvería a la clase o a donde sea que estén a pedir otro y, el vacío, lo depositaría en la papelera más cercana.
En la canción de Joan Manuel Serrat “Algo personal” uno de los versos dice “…van a cagar a casa de otra gente… entre esos tipos y yo hay algo personal.” Esos adultos incívicos fueron niños alguna vez y a su vez recibieron de sus padres o no una educación cívica y así a través de los tiempos. Es algo que no sé como consiguieron parar en los países escandinavos. Ellos (viquingos) que fueron el terror de Europa en la Edad Media nos dan una enorme paliza en los informes Pisa.
A lo mejor hemos de esperar quinientos años para que esto cambie pero entre tanto, por las razones que expongo a continuación, en mi centro optamos por “a Dios rogando y con el mazo dando”: En todos los baños (todos) hay papel higiénico, jabón y secadores de manos diseñados contra actos vandálicos.
¿Ello significa que todos nuestros alumnos son incívicos? ni mucho menos, pero, cada máquina extractora de aguas negras y trituradora de papel, rollos y compresas cuesta 250.000 de las finiquitadas pesetas. Sería incívico por mi parte que cada cuatro o cinco meses gastara dinero público (si lo consigo) en comprar maquinaria destinada a ser rota por los alumnos mientras estos deciden participar o no en la toma de decisiones, mientras les convencemos de que el presupuesto es limitado, que hay que restringir razonablemente la cantidad de papel,…Todo eso lo seguimos haciendo.
Mientras ocurre todo esto llegan más alumnos nuevos a los que hay que convencer de lo mismo y mientras tanto ¿quién paga las facturas? ¿Vamos «a cagar (con perdón) a casa de otra gente» porque nuestros retretes están atascados?
Saludos cordiales, y perdón por los vocablos utilizados.
Hola Miguel Angel:
Es cierto lo que vos decís que en las escuelas no se les enseña a los alumnos a cuidar los materiales de la misma.
En las escuelas que yo trabajo, los baños de los alumnos no tienen jabón, papel higiénico, ni papel para las manos, porque las autoridades dicen que rompen todo y no lo reponen. Es cierto, pero ¿cuándo les enseñamos lo contrario? Nos cuesta entender que la escuela no es sólo el lugar donde se aprenden contenidos, sino también, valores, competencias, necesarias para incertarse en la sociedad. Mientras no cambiemos nuestra actitud o mentalidad frente a los cambios que viven nuestras comunidades educativas, todo seguirá igual que siempre, es decir, los docentes tendremos un mejor baño que nuestros alumnos.
En la Argentina las normas municipales exigen, para evitar multas y clausuras, que en los baños de bares, restaurants, etc; exista jabón, papel higiénico y secador de manos, en muchos casos los servicios son casi lujosos, un notable contraste con las escuelas ¿No?
Muchos Cariños desde Buenos Aires, Argentina
Verónica Dima
veronica1177@yahoo.com.ar
Gregorio se queja de que hay padres que no enseñan a sus hijos a respetar lo público. Es cierto. De hecho muchos adultos no respetan lo público y lo cogen como si fuera privado.
Sin embargo, somos muchos los padres y madres que tratamos de respetar lo público, y de enseñar a nuestros hijos a respetarlo, educándolos en la responsabilidad. También nosotros merecemos que nuestras hijas e hijos no vean una contradicción entre lo enseñamos y vivimos en casa, y lo que viven y aprenden en sus centros de enseñanza.
Estoy con Miguel Ángel: La responsabilidad solo se aprende desde la libertad.
Hola Miguel Angel:
Coincido plenamente contigo. Siempre me pregunto porqué hacemos estas cosas en la escuela. Tengo 26 años de docencia, siempre trabajé en escuelas privadas que apuntaban a diferentes clases sociales y siempre lo mismo no se les da papel higiénico porque lo «no lo saben usar», «los desperdician» «lo usan para limpiarse la nariz» como me han dicho algunas directoras ante mi reclamo por esta situación. Siempre traté de estar lo más cercana que pude a mis alumnos escuchando sus reclamos, la mayoría de ellos com mucha lógica y de los cuales he aprendido a reflexionar y cambiar algunas de mis actitudes.En uno de los comentarios que hace mi colega sobre este mismo artículo manifiesta algo que considero importantísimo, hasta que nosotros como adultos responsables de su educación, no repensemos, nos repreguntemos sobre nuestras actitudes creo va a ser muy difícil cambiar las cosas. Exigimos a nuestros chicos respeto cuando nosostros no lo hacemos. Ayer nomás en una mesa de exámen en donde el alumno que rendía se jugaba la repitencia o no, la profesora en medio de la exposición del alumno se dio vuelta a preguntarle una tontería a su compañera. El chico pobrecito quedó hablando solo y en un momento miró hacia el lugar donde la profesora se encontraba sin saber que hacer continuar o espera que ella terminase de «charlar», me pareció horrible. Y después pedimos respeto, educación y demás a nuestros chicos. Creo que ser docente es una de las tareas más hermosas que existen pero si no creemos en lo que hacemos mejor dedicarse a otra cosa.
Ahora que me detengo a pensar un poco, el que no escriban los baños, será porque les damos libertad a pesar de no darles papel, o hasta le cortamos esa forma de expresión? Para pensarlo verdad?
Desde Escobar, Provincia de Buenos Aires, Argentina un cariño enorme.
Me contaron que en tiempos de la II República Española, en un servicio público de Málaga apareció (en consonancia con un lema electoral de una coalición de derecha) una inscripción que rezaba así: «No tirar de la cadena. ‘Todo el poder para el jefe’ «.
En educación no todo es responsabilidad de los educadores. El poder tiene que ser como el «estiércol»: tiene que estar repartido. La distribución de responsabilidades y la asunción de las mismas nos exigen que tenemos que facilitar vías de compromisos y no sólo prohibiciones, aunque al principio haya fallos y muy gordos. El aprendizaje ni se da por una adecuada predicación ni por una comprensión instantánea; sino que necesita tiempo y, en ese tiempo, tampoco el proceso es lineal.
Muchas gracias , Miguel Ángel, por facilitarnos estas piedrecitas, algunas angulares, en la construcción de la Educación.
Coincido plenamente con usted. El niño en la escuela debe estar feliz, sentirse como en sucasa, mejor si es posible. En la escuela donde trabajo, por suerte esto no sucede. En cada aula tenemos en el armario rollos de papel higiénico al alcance de todos los niños. Cuando van para el baño, toman el rollo y utilizan lo que necesitan. Luego vuelve al armario, así cada grado controla, y ellos mismos nos recuerdan que hay que reponerlo cuando va quedando poco.
Jorganes, cuando yo expreso que hay padres que no enseñan a sus hijos a respetar lo público me estoy poniendo en el mismo plano que don Miguel Ángel cuando afirma que los profesores no ponemos papel higiénico en el baño. Yo doy por supuesto que el señor Santos Guerra no está hablando de todos los profesores, yo quiero pensar que también algunos profesores (3, años en la privada y 23 años de servicio en la pública) nos preocupamos por la higiene de nuestros alumnos, al igual que muchos padres (yo también lo soy, 17 años de «servicio») se preocupan por la educación de sus hijos.
Por supuesto que estoy a favor de la libertad: de la libertad responsable. Soy libre para moverme en coche por todo el territorio de la Unión Europea pero no puedo hacerlo a la velocidad que me de la gana, no puedo poner en riesgo el derecho que también asiste a los demás de poder utilizar esas mismas carreteras con seguridad, no puedo condenarlos a morir por mí, en defensa de mi propia libertad a conducir a 200 km por hora.
Lo mismo pasa con el papel higiénico y los escritos en las puertas de los baños. ¿Dónde está garantizado mi derecho a vivir en un entorno higiénicamente saludable, agradable, si no puedo limpiarme después de defecar o tengo que estar leyendo insultos mientras hago mis necesidades fisiológicas?
Señores, si los alumnos tienen cosas interesantes que decir (que las tienen), los profesores hemos de propiciar espacios de reflexión y expresión (periódico escolar, murales por los pasillos, radio escolar, etc.) nunca permitir que se deteriore el mobiliario y las cañerías que pagamos todos, porque en una sociedad democrática hay espacios de opinión más que suficientes, otra cosa son las dictaduras.
Yo también estoy con Don Miguel Ángel: La responsabilidad solo se aprende desde la libertad, la libertad responsable.
en algunos lugares ser niño es sinónimo de ser ciudadano de segunda clase.