La puntualidad de Kant

10 Nov

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Cuando se le roba a alguien dinero, joyas, cuadros o algo de valor, en un gesto de arrepentimiento se le puede devolver. Cuando a alguien se le roba el tiempo no hay restitución posible. Por eso es tan importante la puntualidad.
Hay quien se escuda en que «en este país», «en esta provincia», «en este pueblo», la costumbre es llegar tarde. «Aquí nadie llega puntualmente», se dice para aminorar la importancia del retraso. Es como si existiera una inercia histórica que justificase la impuntualidad. Es como si creyese en un determinismo sociológico insuperable.
La impuntualidad es un defecto que se arraiga en la falta de respeto al otro. Llegar tarde a una cita, al trabajo, a una conferencia, a un concierto es una forma de despreciar a los demás. No importa su tiempo, su desconcierto, su inquietud.

¿Quién no ha visto personas solas en la calle mirando el reloj a cada instante, oteando el horizonte, impacientes por la espera? Hay verdaderos especialistas en hacer esperar. Incluso tienen a gala esa pésima costumbre. Les hace gracia (sólo a ellos) decir «yo siempre llego tarde», «no sé cómo me las arreglo, pero siempre llego el último», a mí no me gusta esperar»… Y dan a entender que hay que aceptarlos porque «son así», porque «esa es su forma de ser»… Cuando llegan tarde, no se les ocurre pedir perdón, ni disculparse, ni explicar lo que ha sucedido. Porque para ellos esa tardanza es «lo normal».’
Puedo entender que alguien llegue tarde. No que alguien llegue siempre tarde. Puedo entender que alguien se retrase, pero no que le importe tres cominos haber hecho esperar a otro.
Quien cita a otra persona diciendo «quedamos entre las seis y las siete», nos está preparando para llegar tarde, nos está tendiendo una trampa. Porque quien llega a las siete llega puntual. Y quien llega a las seis tiene que esperar una hora.
Algunos piensan que llegar tarde es un signo de distinción. «Las personas importantes no esperan, se hacen esperar», dicen o, al menos, piensan.
Cuenta González Calero en su reciente libro «Filosofía para bufones» que Kant era un hombre muy metódico. Se levantaba, comía y se acostaba todos los días a la misma hora. E igual de puntual era para su paseo vespertino, a las cinco de la tarde, ni un minuto, ni un minuto menos.. Tanto es así, aunque un poco en broma, se decía que sus paseos les servían a los vecinos para poner sus relojes en hora.
Alguien ha dicho que lo malo de la puntualidad es que llega uno a un lugar y no hay nadie allí para apreciarlo. No importa, lo sabe cada uno. Resulta curioso que quienes exigen puntualidad a los demás no se disculpen cuando ellos llegan tarde. Lo veo en las escuelas y en las aulas. Hay centros y profesores que cierran las puerta a quien llega unos minutos tarde, pero que nunca explican o piden disculpas por un retraso más prolongado.
Lo peor de la impuntualidad es hacer esperar a las personas que acuden a una cita profesional: una clase, una consulta médica, un acto programado. Otra situación inaceptable es el retraso en actos públicos en los que hay muchas personas esperando. No porque hacer esperar a uno solo no tenga importancia sino porque se rompe un compromiso anunciado públicamente.
Las desagradables consecuencias del retraso nunca se tienen en cuenta. Personas que no pueden quedarse hasta el final de una conferencia, pérdida de un tiempo que se podría dedicar a otras cosas, sentimiento de sentirse despreciados…
Uno de los lugares en lo que la puntualidad brilla por su ausencia es en los aeropuertos. Lo normal es salir con retraso. Las disculpas que te ofrecen dentro del avión no son sinceras porque, de lo contrario, no se repetirían los retrasos con tanta frecuencia. Y las explicaciones son muchas veces pintorescas. Decir que la causa es que el avión llegó tarde de otro vuelo es como no decir nada, decir que el retraso se ha debido a «causas operativas» es una tomadura de pelo… Y siempre con absoluta impunidad.
Parece que el tiempo de los demás no vale nada. Conozco a algunas personas con tal cara dura que al recibir la queja por su retraso han respondido con cierta indignación:
– Estaba viendo una película y no la iba a dejar a la mitad.
De alguien especialmente impuntual decían los amigos que quedar con él era como quedar con un gorrión en el campo. ¿Va a llegar? ¿Cuándo? Si no llega, ¿dirá lo que le ha pasado?, ¿pedirá disculpas? Imposible.
Claro que las disculpas por el retraso son tan pintorescas a veces que acaba uno no creyéndolas. Eso le dijo un empresario a un trabajador reincidente en sus faltas de puntualidad:
– ¿Qué es lo que le ha pasado hoy? Y recuerde que su abuelo ya ha fallecido tres veces.
Un alumno mío me dio la disculpa más simpática que he oído nunca cuando le pregunté por la causa del retraso en llegar a clase:
– Me ha salido un toro por el camino y he tenido que torearlo.
Decir que había mucho tráfico, que no sonó el despertador, que el reloj se atrasó o que el coche no arrancó, son tan repetidas como poco creíbles. Es más difícil decir que se pegaron las sábanas, que empezó tarde a prepararse para salir, que se entretuvo con otras cosas… En todos los casos, llegar tarde es una falta de respeto a quienes esperan. ¿Qué sucedería en el mundo si las personas pusieren el reloj en hora por las costumbres de algunos vecinos, como hacían los del gran filósofo Kant?

18 respuestas a «La puntualidad de Kant»

  1. a mi me encanto soy muy puntual y es verdad que el tiempo de los demas es muy valioso. Soy de argentina, concordia entre rios lo conoci a usted cuando hablo en el teatro Odeon sobre arqueologia de los…

  2. Es real la falta de respeto hacia el otro. Y una de las maneras de manifestar el » amí no me importa» es justamente esta falta de cumplimiento en los horarios. La mentablemente, se está transfiriendo también a las instituciones escolares, a quienes deben ser referentes de costumbres:los docentes (conste que es una auto -crítica también, los cuales se retrasan en los pasillos, o en la dirección, generando en sus alumnos ex`pectativas, no por o que les van a transmitir, sino por sus demoras. Sería de suma utilidad que entendamos la necesidad de respetar y respetarnos. Ser puntuales, en todo. Para esto es imprescindible la previsió y la organización

  3. Soy una maestra argentina y todos los días cuando izamos nuestra bandera vemos a muchos chicos llegar tarde y todos los días recordamos que el llegar tarde va mas alla de la impuntualidad,tiene que ver con el respeto por nuestra bandera por ende tiene que ver con nuestra propia identidad.
    Considero que levantar a nuestros hijos un poquito más temprano también pude ser una enseñanza para la vida.Gracias y saludos

  4. oh, alabado y perfecto Santos Guerra, te adoramos por tan sabias palabras, por no llegar nunca tarde, por expresar como nadie aquello que piensa todo el mundo pero no encuentra con qué palabras… oh, larga vida a ti a tus palabras… oh… qué puntual que eres… oh… como te molesta que te hagan esperar… oh… qué interesante eres

  5. «La puntualidad es virtud de reyes» -me decía mi padre-. Y, a veces, añadía: «Por eso hay tan pocos». «¿Tan pocos qué?» -le pregunté una vez-. «Reyes» -me contestó-…

    El jueves pasado escribí en mi diario precisamente sobre la puntualidad…

    ¡Felicidades por el artículo!, no sólo por mi concordancia con lo expresasado en él, sino -sobre todo- por los argumentos en los que se sustenta.

  6. Basilio, si de veras me encantan tus comentarios…
    ¿Que tal te va con la puntualidad?
    Este artículo me hace pensar en una canción de Mana, que dice: Bendita la coincidencia, que te puso puntual ahí, bendita sea tu presencia…
    No hago un culto de la puntualidad, pero me gusta. Solo la pueden entender los que son puntuales. La puntualidad y el amor a la bandera, no tienen nada que ver. Si el respeto por los que se levantaron temprano…
    ayer tenía turno en el dentista 6.30. Me atendió a las 8. En esos momentos como me gusta la puntualidad.

  7. Interesante, veo que un mal universal, por estas latitudes es muy frecuentes y se da en todos los estratos, grupos, por lo tanto nada, absolutamente nada comienza a la hora señalada y el tiempo(mi tema)como tu dices no se devuelve, se va, como la arena por las manos. ¿Que hacer?
    Santiago -Chile

  8. La impuntualidad se ha convertido en un mal habito en muchos ambientes y forma parte de algunas tradiciones y culturas. Pero, ¿qué refleja la impuntualidad de las personas en los demás? ¿qué influencias puede acarrear el no ser impuntual?
    La impuntualidad es una falta de respeto ante las personas El tiempo vale lo mismo para unos y para otros, y eso deberíamos pensar cuando vamos a llegar tarde a una cita. alo_love287@hotmail.com

  9. Estoy muy de acuerdo con la lectura,me parece de muy mal gusto y falta de respeto el esperar a alguien y fuera de eso que no pidan ni siquiera una disculpa.
    soy una mujer que siempre llego con 15 minutos o hasta mas a una cita porque me da pena que me esperen,asi que a llegar temprano pues.

  10. Soy un aficionado a la puntualidad y leyendo su articulo, veo que voy por buen camino: El ser puntual . Me anime a leer estos articulos sobre puntualidad mientras esperaba a mi novia que no llegaba, sé que por amor la sabré entender y sé que se disculpará…
    Muy buen articulo, me encanto y educó más, gracias…

  11. Yo sí soy puntual,pero gracias a Dios,ya estoy perdiendo ese DEFECTO(en mi país de origen),menos mal porque si no ya estaría en una clínica de reposo de salud mental, uuffff¡¡¡¡¡¡¡ De la que me salvé.

  12. Usted tiene razón, la imputulaidad roba tiempo
    yo siempre llego imputual a mis compromisos
    este artículo me anbrió los ojos
    Gracias!!!!

  13. Que malo es cuando te citan, no hay una hora especifica pero si un aproximado y la mujer envia un mensaje diciendo que va cerca de modo que el hombre que la citó esté primero q ella como es la costumbre (El hombre espera a la mujer)y luego la mujer llegue recorra todo el sitio y despues la llamen para decirle que estaban comprando pollo q ya llegó, esto despues de que la mujer esperó 20 min. Algo q no se explica, pero asi es la vida y las personas.

  14. Un amigo mio en una frase a la que todos añadimos dice, por ejemplo cuando se cita a alguien a las 10 y este llega 10:15hs: «Las 10 es una sola hora….»

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