¡Qué cruz, Señor!

30 Jun

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Hace ya muchos años, José María Cabodevilla, desaparecido amigo, sacerdote ejemplar y excelente escritor, publicó un libro dedicado a los señores obispos. (Nadie me podrá explicar con razones solventes por qué no hay señoras obispas, aunque algunos y algunas dirán que ni falta que hacen la explicación y las obispas). El libro se titula «Carta abierta a un señor obispo» y termina con estas palabras: «En medio de tus agobiantes y trascendentales tareas, encontrarás la paz del alma y podrás dormir sin sobresaltos, podrás dormir de un tirón, si tienes ese sentido de la objetividad, si eres modesto, si aceptas tu puesto en el inmenso y maravilloso retablo: elefantes, hierofantes, minutantes y otros reptantes, parroquidermos, sotanosaurios, curácnidos, diaconodrilos, vicariópteros, canongiarios, pulpitodontes, mitrápodos, lamelibáculos, y obispopótamos». Sabio consejo que no suelen seguir los destinatarios del mismo. Porque a los señores obispos les gusta ponerse solemnes y dramatizar. Ser apocalípticos. Veamos.

Resulta que ahora están empeñados en que los católicos ejerciten la objeción de conciencia ante la asignatura Educación para la ciudadanía. Una asignatura que ya tienen, como obligatoria, 14 países europeos y que es fruto de una sabia y oportuna sugerencia de la Unión. El argumento fundamental que utilizan es que el Estado no puede inmiscuirse en la educación de los alumnos, ya que los padres y madres tienen la responsabilidad única de la educación. El Estado no, pero la Iglesia sí. La contradicción en la que entran no puede ser más clamorosa. Si nadie debe decirles a los hijos cómo han de comportarse, los obispos tampoco. Pero claro, ellos son el bien y el Estado es el mal. O mejor dicho, el gobierno socialista es el mal. Y ¿cómo puede salir el bien del mal? Tienen su gracia los señores obispos. Y no me refiero a la gracia divina, precisamente.
Dicen que la ministra «amenaza» a los objetores (qué mala, qué cruel, dicen) cuando lo que hace es exigir el cumplimiento de la ley: los alumnos no obtendrán la titulación sin completar el curriculum. Lógico. Sensato. Justo. Porque se trata de una asingatura imprescindible impuesta a través de una ley sancionada por los representantes del pueblo. Puede que una ley no sea justa pero hombre, no precisamente ésta que pretende ayudarnos a vivir en democracia.
Curiosamente la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza acepta (no sé si de buen grado) la asignatura, aunque tiene que añadir la coletitlla de que la impartirá conforme a su ideario. Y es que el «ideario» es consustancial a los centros religiosos. Monseñor Antonio Cañizares ha dicho al respecto que «la LOE es un mal» y que colaborar con la LOE es colaborar con el mal. Y se queda tan ancho.
Resulta que lo que pretende la asignatura es enseñar a vivir en democracia, a convivir con los demás. ¿No están de acuerdo con este planteamiento los señores obispos? Comparar esta asignatura con la Formación del Espíritu Nacional es una solemne torpeza. Porque aquella era una asignatua nacida en y para la dictadura y ésta es una asignatura de y para la democracia. Claro que con aquella asignatura sí estaban de acuerdo los señores obispos y a nadie pidieron que ejerciera su derecho a la objeción de conciencia. ¿Estaban de acuerdo con los planteamientos de aquella asignatura, estaban de acuerdo con su implantación en el curriculum? ¡Qué calladitos estaban! ¡Y con qué fervor la aplaudían!
Según esa tesis, los obispos deberían pedir que se ejerciese el derecho a la objeción en la asignatura de Filosofía. O en la de Historia. ¿Cómo van a oír hablar los niños de Marx o de Hegel? ¿Cómo van a escuchar la doctrina de Lutero? Sólo los padres y las madres tienen el derecho de elegir la educación que quieren dar a sus hijos. Qué celo el de los señores obispos. No sé si estarán tan decididos a defender el mismo derecho de los padres o madres comunistas, ateos, agnósticos o librepensadores. Claro que eso ya es harina de otro costal. Esas ovejas están fuera del redil. Están descarriadas.
Dicen que la asignatura Educación para la cuidadanía es indoctrinación. Creo que aquí se puede aplicasr el conocido refrán: «cree el ladrón que todos son de su condición». Lo que ellos propugnan en las clases de religión en las escuelas no es indoctrinación, es formación, es educación. Estoy totalmente de acuerdo en que hay que distinguir entre educación e indoctrinación. Pero la diferencia no depende del contenido de la información que se transmite sino de la libertad que se deja a quien la recibe.
¡Cómo son! Claro que cuando se considera que unos son buenos y otros malos, que unos tienen la verdad y otros el error, que unos están ahí para orientar y otros para ser orientados,. que unos son los pastores y los demás son las ovejas… se puede colegir claramente quién tiene razón y quién no, quién tiene que hablar y quién debe callar, quién ha de mandar y quién ha de obedecer.
Si los obispos hubieran cursado y aprobado una asignatura como la que se propone entenderían ahora que hay que respetar el pensamiento de todos, que no todos los que piensan algo distinto a nosotros están equivocados y que hay muchas opciones respetables a la hora de definir qué es matrimonio y homosexualidad y nacionalismo y…
El deber de la escuela es enseñar a pensar y también el de enseñar a convivir. Y eso no depende de qué partido se halla en el gobierno. Claro que debe explicarse a los niños qué es la familia (no necesariamente la familia cristiana, sino la familia), claro que debe explicárseles lo que es la sexualidad (la que dice la ciencia. no el Vaticano), lo que es la homosexualidad… Resulta que cuando alguien explica estas cosas a los niños indoctrina, pero cuando la Iglesia explica que… entonces educa y salva.
Como profesor, tengo el deber de explicar mi materia y el deber de formar en unos valores que cimentan la convivencia democrática. No a inculcarles mis ideas, pero sí a proponerles unos valores que se pueden consensuar en una sociedad democrática. Si un alumno falta al respeto a otro, ¿debo callarme porque sólo los padres pueden intervenir en la educación de los hijos? ¿Si un alumno golpea a otro, debo dejarle que siga haciéndolo porque sólo los padres y las madres tienen el sacrosanto derecho de educar a sus hijos e hijas? No me hagan reír, por favor.
¿Por qué tenemos que escuchar la opinión de los obispos sobre todo lo que sucede en el país? ¿Qué nos importa a muchos lo que piensan? ¿Por qué no se limitan a predicar en sus iglesias o a enseñar en sus catequesis? ¿Por qué no se oye la opinión de las demás religiones? El que haya una mayoría de católicos no justifica el desprecio de la minorías. ¿Por qué los señores obispos no se ocupan de esas minorías cuando son mayoría y por qué utilizan el derecho de las minorías cuando ellos lo son? ¡Qué cruz, Señor!

5 respuestas a «¡Qué cruz, Señor!»

  1. Quizás un día los obispos descubran y los laicos descubran y los ateos descubran y los creyentes descubran que el evangelio de Cristo, no es una religión sino un estilo de vida que puede enamorar o no, pero que es solo una particular filosofía de vivir. Donde la esencia se centra en el AMOR. Amor que va en círculos concéntricos de la persona que eligió ponerlo en práctica, hacia aquellos que tiene a su alrededor. En donde podemos descubrir que lo que importa es ser capaces de dar la vida por los que tenemos próximos, habiendo entendido que esta vida no se da muriendo sino siendo capaces de entender, comprender, respetar, ayudar, a mis hermanas y hermanos los hombres, piensen como yo o como más les guste.
    Quizàs un día todos podamos descubrir que no importa que creemos, sino como vivimos aquello que creemos.
    Quizás un día no queramos imponer, sino compartir maneras de pensar. Maneras que cualquiera sean, tengan como única finalidad hacer de éste un mundo mejor, hacer de esta tierra un paraíso y poner todas nuestras energías en tratar de ser felices…
    Y me gusta ver que alguien que se dice ateo, pueda citar a un escritor como Cabodevila, que además de ser sacerdote fue una persona integra y un poeta…

  2. Santos Guerra ha dado palabras a mis pensamientos en cuanto al dichoso tema de la educación para la ciudadanía. Una sola observación: la opinión de los obispos, como ciudadanos y como cuerpo colegiado, tiene el mismo derecho a ser escuchada que la de Miguel Ángel Santos Guerra y la de Juan María Bermúdez Fernández: el derecho de ser expuesta en público y ser sometida a crítica y análisis.

  3. ¿Están todos los padres y madres preparados o formados para educar a sus hijos? ¿Lo está la iglesia para educar a sus feligreses?
    Para educar en democrasia conociendo la diversidad de ideas, formas de vida…pero respetando a todos/as. Todos/as tenemos que oirnos y escucharnos y las doctrinas y sectarismos de cada cual no son la verdad de nadie y ese alguien no puede imponer ni crerse en posesión de ninguna verdad, pero lo que pasa es que la iglesia está acostumbrada a sentar cátedra y dogma a todo aquello que tiene que ver con la moral, la ética, «¡pues no faltaba más!».
    El gobierno en un país laico y democrático es el que tiene que sentar unas bases para que los ciudadanos aprendan a convivir en ciudadanía respetando a todas/os las partes de esa sociedad y sin excluir a ninguna minoría.
    Para ello la escuela con la colaboración de la familia es una institución que puede jugar un importante papel para llevar a cabo con buenos resultados dicha tarea…

    ¡Tú verdad no, la verdad, la tuya guardátela y ven conmigo a buscarla! ( Antonio Machado ).

  4. Miguel Angel: ya he leido tu articulo y me parace genial. Es importantisimo que en la escuela se colabore con la familia en la educación de los jovenes, a enseñarles para convivir en democracia y sobre todo, que aprendan a respetar a los demas. Creo que esta nueva aignatura puede contribuir mucho a ello. Paco

  5. Querido profesor, me gustaría mostrarle mi agradecimiento por este artículo tan maravilloso, con el que estoy plenamente de acuerdo. Mi situación es mas bien peculiar, a pesar que he recibido una educación religiosa incluso he hecho la comunión, conforme he crecido, el estudio de otras asignaturas como historia, biología u otras ciencias han hecho despertar en mí un espíritu crítico ante la postura religiosa, y últimamente, gracias a mis estudios pedagógicos y asignaturas como historia de la educación, cada vez me doy cuenta de la poderosa arma que ha sido la religión y que todavía perdura en nuestra sociedad incansable.
    Este año, por probar he cogido una asignatura «fe y cultura», ya ves que cosas una atea entre todos los creyentes. Pues cómo no, paso 4 horas a la semana mordiéndome la lengua. Precisamente hoy la profesora ha dejado claro su postura (o la de los cristianos) ante la educación religiosa y por supuesto la educación para la ciudadanía impuesta por la LOE. Además defiende que mas de un ochenta por ciento de la sociedad es cristiana y se indigna porque por una minoría, no se obliguen a dar religión en las escuelas, y sí educación para la ciudadanía que (según ella) trata de educar a los alumnos según los ideales políticos-educativos que les convenga al estado. Lo que me indigna, es que a futuros pedagogos/as y educadores/as, les implanten estas ideas cuando de sobra sabemos que lo que hace falta a las escuelas es escuchar a los niños y organizarlo todo en función de sus necesidades. No implantarles unos ideales y unas normas desfasadas que para enseñar valores y moral no hace falta rezar.
    Otra cosa que me indigna es en el planteamiento egoísta que hacen ellos (los cristianos) ante la sociedad. Si el estado, por ejemplo realiza una ley de la que no están de acuerdo, como la aprobación del aborto, la iglesia tiene derecho a protestar, pero, cuidado, no vallan a meterse ustedes en temas de religiosos, porque con la iglesia han topado¡ que contradicción, mi “profesora” dice que respeta al no creyente es más, hasta se compadece de él. Pero entonces, ¿Qué no practiquen el aborto los cristianos y dejen a la sociedad tranquila no?
    Por último, el actual tema de los crucifijos, que vino a clase indignada porque habían legalizado quitar los crucifijos de clase, y eso era incomprensible, cuando son sólo una minoría los ateos.
    Pero fíjense, defendía que un niño no sabe lo que eso significa, que apenas se da cuenta que forma pare del decorado del aula, y yo me pregunto ¿para los religiosos un crucifijo no quiere decir nada?, cómo un niño no se va a dar cuenta de que hay un crucifijo en clase, si pasan un tercio del horario en clase, ¿cómo no van a querer saber su significado? El crucifijo es un símbolo, y tiene mucho poder ideológico, político y moral.
    No digo que haya que ser antirreligioso, quedémonos con los buenos valores que nos aporta la religión por ejemplo la humildad, dicen “no debemos dejarnos llevar por el consumismo”, eso está bien, pero también nos dicen “prediquen con el ejemplo”, cuando ni el Vaticano, ni las iglesias son precisamente unas chozas.
    Aunque, mi mayor problema, a pesar de todo, es que… ¡no sé cómo voy a aprobar esa asignatura!
    Gracias.

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