La culpa del fracaso la tienen los otros. Me refiero al llamado llamado fracaso escolar. Pocas veces he visto a un colectivo (o a una persona concreta) autoinculparse. He comprobado una y otra vez que, para cada grupo o para cada persona, los responsables del fracaso son los otros No entraré aquí en la extensión y en la profundidad de ese fracaso ni en los usos y abusos que se hacen del mismo por unos y por otros.
Los profesores dicen que los alumnos son poco estudiosos, que los inspectores son meros burócratas, que las familias son escasamente responsables, que los medios de comunicación son perniciosos y que los políticos son unos ineptos que nunca cuentan con sus opiniones.
Los inspectores de educación dicen que los profesores no se esfuerzan de manera continuada, que los alumnos son cada vez menos inteligentes y que los políticos son escasamente conocedores de la realidad.
Los padres dicen que los profesores no están preparados, que no se interesan por los alumnos, que no saben motivarlos, que sólo piensan en las vacaciones y que lo único que quieren es cobrar un sueldo que, aunque módico, es más que abundante para lo que trabajan.
Los alumnos dicen que los profesores les tienen manía, que lo que estudian no les interesa nada de nada, que los métodos son aburridos y autoritarios, que la vida de la escuela tiene poco que ver con la realidad que les ha tocado vivir.
Los teóricos de la educación dicen que los profesores no son buenos especialistas, que los alumnos están condicionados por patologías complejas e influidos por ambientes desmotivadores, que las escuelas no gozan de la necesaria autonomía.
Los políticos dicen que los profesores no son buenos profesionales, que no saben o no quieren comprender las excelentes leyes que se promulgan y que tienden a seguir la ley del mínimo esfuerzo.
Los periodistas dicen que los profesores no se implican en sus tareas profesionales, que hay muchos conflictos en las escuelas, que los alumnos cada vez saben menos y que las familias están muy ocupadas en ganar el sustento de los hijos.
Los ciudadanos dicen que los políticos son malos porque tienen otras prioridades, los profesores incompetentes, los alumnos díscolos y perezosos y los medios destinados a la educación insuficientes.
Las explicaciones exculpatorias pueden matizarse mucho más. Pensemos, por ejemplo, en los profesores. Sólo en los profesores. Los más progres dicen que los fachas no comprenden el significado de la comprensividad, que no conceden importancia a la diversidad y que no son sensibles a las condiciones desfavorables de los alumnos. Los fachas dicen que los progres no dan importancia a los verdaderos valores, que se está perdiendo el norte y que los alumnos se han olvidado del esfuerzo y del respeto a la autoridad.
Sigamos profundizando. Entre los progres unos culpan a otros del fracaso o de la falta de éxito porque están excesivamente preocupados por la innovación extracurricular y no se centran en las materias instrumentales. Otros dicen que el grupo menos radical ha sido asimilado por los planteamientos de la Administración y fagocitado por el sistema
Y así sucesivamente. Podríamos llegar hasta el infinito. Hasta decir lo que aquel soldado que desfilaba con su batallón refiriéndose a su forma discrepante de avanzar: Todos marcan mal el paso menos yo. En definitiva. como apuntaba en el título, que cada uno dice con pleno convencimiento: «No es culpa mía».
El caso es que si nadie piensa en las limitaciones o errores o deficiencias de su forma de trabajar, de sus actitudes o de sus concepciones, si nadie asume la responsabilidad que tiene en el desarrollo de la práctica, será imposible evitar el fracaso y mejorar de forma efectiva.
He dirigido alguna vez sesiones mixtas en las que han participado familias, profesorado y alumnado. En un comienzo se podría comprobar el siguiente planteamiento ante la propuesta de diálogo.
Comenzaba un padre diciendo:
– Los profesores, cuando dan las notas, no explican a los alumnos los fallos que han tenido…
Los profesores decían que eso no era cierto, que habitualmente explicaban a los alumnos en qué habían fallado porque esa era la mejor forma de que aprendieran a evitarlos en el futuro.
Entonces les tocaba a los profesores:
– Los padres no acuden al Colegio para hablar de la marcha de los hijos en los estudios. Y, si lo hacen, es al final del curso cuando ya no hay remedio.
Los padres se defendían diciendo que las horas de tutoría no eran las adecuadas y que cuando alguna vez habían acudido a ellas no habían sido bien recibidos.
Esa partida de tenis pedagógico (pelota para acá, pelota para allá) siempre la pierden los niños y las niñas.
Cuando proponía que cada colectivo hiciera referencia a sus limitaciones y a aquellas estrategias que tenían que poner en marcha para mejorar, todo cambiaba: el clima se modificaba, la tensión disminuía y la toma de decisiones era posible.
Si se atribuye el cien por cien de la responsabilidad del fracaso a otros agentes no se puede comprender bien un fenómeno. Pero, lo que resulta del todo imposible es que se tomen decisiones eficaces de cambio.
No se trata de adoptar una posición autodestructiva sino autoestimulante. La autocrítica y la apertura a la crítica nos pone en condiciones de mejorar lo que estamos haciendo. Llenar un cesto de piedras y arrojarlas a los demás sólo conseguirá que salgamos todos con la cabeza llena de chichones, especialmente los niños.
.Cuando cualquiera de mis niños tiene dificultades escolares (que son siempre de características cognitivas)pienso que es mi responsabilidad, porque no estuve tan atenta como hubiera debido hacerlo. Cuando hablo con mis hijos acerca de ello, les hago ver que es su responsabilidad porque no le dedicaron el tiempo necesario. Y cuando van a traer una nota que es más baja que la exigida y me preguntan como me siento, les contesto que lo que verdaderamente importa es el esfuezo que han puesto en lograrlo y que la nota es un accidente. Porque estoy muy convencida que el lo que importa. Así va a ser después en la vida. Cuando alguién pregunta cual es el mejor método de estudio, digo que es la silla…
Pero también estoy convencida que en una época donde nos llenamos la boca hablando de las inteligencias múltiples los sistemas educativos actuales, ponen su énfasis en lo cognitivo. Y en cada rincón de la casa anda un niño tratando de repetir de memoria la revolución francesa, las eras geológicas, las capas de la atmósfera…
Ni que decir si ponemos nuestra mirada en las diferencias individuales… Los maestros no pueden, por cuestiones de cantidad de alumnos, de cantidad de contenidos, de cantidad de exigencias curriculares, tenerlas en cuenta. Que vamos a decir si hay necesidades educativas especiales…
LA CULPA NO ES DE NADIE, LA RESPONSABILIDAD ES DE TODOS.
Hay muchas cosas que cambiar y los cambios deben ser desde todos los lugares. Cada uno desde el suyo.
Aprendamos de los gansos, que vuelan juntos compartiendo energías, cada uno desde su lugar en la bandada.
En lo que atañe a los profesionales y profesores, hace falta mucha más formación en técnicas psicológicas educativas aplicadas, de modificación de conducta y de evaluación real. Cuando las cosas salen mal, como no había planificaciones por objetivos ni evaluaciones serias, no se puede saber de quién es la culpa. La educación está muy malita a este respecto. Y a los padres, un poquito de escuelas de padres como obligación (no como elección) no les vendria nada mal. 🙂
Hola Miguel Ángel: Soy Mónica de Paraná, Entre Ríos (Argentina) acabo de estar en una conferencia dada por vos, en la joranada de la tarde. Vuelvo a mi casa con el corazón lleno de gozo, con renovadas esperanzas, con \
Hola Miguel Ángel: Soy Mónica de Paraná, Entre Ríos (Argentina) acabo de estar en una conferencia dada por vos, en la joranada de la tarde. Vuelvo a mi casa con el corazón lleno de gozo, con renovadas esperanzas, con «optimismo» de seguir trabajando por la educación de los niños. Soy Psicopedagoga y tengo trayectoria como Maestra Orientadora Integradora, siempre he trabajado por y para la integración socio-escolar de niños con necesidades educativas especiales, y la atención a la diversidad en la escuela. La visión sobre cómo debe ser la evaluación que expusiste en esta conferencia, me confirmó en lo que desde hace doce años intento que en las escuelas se comprenda, que los niños tienen distintos estilos de aprendizaje, que se debe partir de las potencialidades de los niños y desde allí seguir trabajando, el respeto por las diferencias, el aliento a los niños. A su vez me diste riquísimas orientaciones tanto para el tema de la evaluación, como de todos los aspectos que tan magistralmente expresaste y transmitiste en tu disertación. Para ir a mi trabajo viajo 8 horas para ir y 8 horas para volver…en un lugar con carencias de todo tipo; a su vez trabajo en un equipo con otros profesionales y al escucharte me dí cuenta de muchos de mis errores, y espero empezar a cambiar desde el próximo «lunes». Además en estos momentos tengo algunas dificultades económicas por los gastos que demanda viajar a mi lugar de trabajo, pues vivo en Paraná; pero hoy el aliento que me has dado ha sido fundamental para que continúe…a veces siento que todo se hace cuesta arriba, a veces me siento sola en esto de luchar para que se atienda y trabaje con los niños, que se respeten sus diferencias, para que en definitiva sean felices (como vos también hoy mencionaste). En síntesis me hizo tanto bien tu palabra, me emocionó tanto…creo que nunca había escuchado a un profesional de la educación que hablara con el corazón como vos lo hiciste. Me resta decirte gracias, muchas gracias, por «tus galletas». Y yo me quedo con esa mariposa azul en mis manos para cuidarla y amarla….y no renunciaré a mis sueños. Utilicé tu blog para expresar la dicha que hay en mi corazón.Gracias, muchas gracias por haber elegido esta profesión, por el bien que has hecho y harás por la educación y en definitiva por un mundo mejor!
¡GRACIAS!
Mónica
Maestro, es usted un poco injusto con todos.
La palabra culpa no me parece muy feliz. Prefiero responsabilidad.
En mi blog hablo del colectivo docente en primera persona y me he responsabilizado muchas veces como docente de las cosas que no hago/hacemos bien, procurando no generalizar y aceptando mis/nuestras carencias y errores.
Creo que el texto generaliza demasiado y acaba resultando un poco caricaturesco. Sin embargo, comparto las conclusiones.
Un saludo fraterno,
Boris Mir
Estimado Dr. Santos Guerra: he tenido el gusto de escuchar hoy su conferencia en la ciudad de Paraná. Hubiese querido acercarme a conversar con usted, pues me encuentro, junto a mi compañera María Alejandra redactando nuestro proyecto de tesis sobre evaluación institucional, ya que ambas estudiamos Licenciatura en Gestión Educativa. Desde la cátedra de Evaluación, nuestro profesor tomó sus libros como material de lectura para la cátedra.
Deseo expresarle mi sincera admiración y las gracias por el inolvidable momento vivido.
Profesor Santos Guerra: Hoy tuve el enorme placer de ser una de las tantas concurrentes a una conferencia magistral dictada por Ud. aquí en mi ciudad Paraná E. Ríos. Tengo el corazón lleno y me ha renovado con sus ejemplos tan gráficos, sobre todo pude percibir su gran humildad y sencillez, ojalá se lleve todo nuestro afecto y cariño y lo esperamos cuando lo desee. Un abrazote. Marilyn.
Estimado Amigo Miguel Ángel:
El texto expresa algunos de los puntos de vista de los diversos agentes que participamos en educación como padres, docentes, alumnos, teóricos, inspectores, etc. Sin embargo, comparto que no es común cuestionarnos sobre el sentimiento de culpa y los valores que expresamos cuando atribuimos a otros la responsabilidad del peso de sus acciones o tal vez al hacer un autoanálisis en el que nos preguntemos:
¿Por qué es provocado el sentimiento de culpa? ¿Qué valores expresa? ¿Los valores son parte de un consenso social o son impuestos por una visión hegemónica de los que “debe” ser la educación? etc. ¿Cómo asumo el supuesto “deber ser”? Como diría Nietzche en la Gaya Scienza, el pensamiento y las creencias son un gran peso que gravita sobre nosotros junto a los otros pesos y más que ellos; de ahí la necesidad de reflexionar sobre los pesos más pesados: la moral contemporánea con su tabla de valores asumidos como naturales e incuestionables.
Saludos.
Felipe de Jesús Perales Mejía (México)
Hola , Miguel Angel,soy Monica de la Paz Entre Rios,el viernes 15 dio su charla sobre sentimientos en la escuela, realmente lo felicito por su didactica y su sincellez para comunicar lo que sabe, con decision y a veces con gracia, me compre su libro y lo lei todo,y quisiera que se repita su visita. Quisiera que me mandes a mi msn, algo relacionado con avaluacion, gracias.
Hola, Miguel Angel,soy Monica de La Paz Entre Rios,(Argentina) el viernes 15 de junio, diste tu conferencia sobre \\\\\\\\
Estimado Miguel Ángel
Creo que al analizar el fracaso escolar podemos hablar de culpas compartidas, todos somos en una u otra medida responsables, los docentes, los padres, la sociedad y el estado. Mejorar la educación en la Argentina es un desafío de todos y es posible. Me quedo con una frase suya, si no somos optimistas no podemos ser docentes, cada uno de nosotros podemos sembrar día a día en nuestros alumnos el deseo de ser mejores personas. Que lindo poder decirles “ tú tienes todo en tus manos para ser feliz” y llenarlos de esperanzas
Gracias por la Conferencia “ Arqueología de los sentimientos en la escuela” dictada en la ciudad de La Paz( E.R)
Un abrazo afectuoso.
Gracias
Algo que deberían enseñar en la escuela…responsabilidad en nuestros actos y nuestras competencias.
Un artículo muy bueno. Saludos.
Estimado Santos Guerra,
A pesar del frío y del cuartel su trabajo en La Paz sirvió para aportar a la vida en comunidad y al candor en las escuelas.
Creo que tenemos que hablar de responsabilidades de los adultos por la expulsión de niñas y niños de la escuela.
Un abrazo.
En este ámbito de la educación creo que se dan muchos fracasos compartidos o malos rendimientos tanto en la tarea de aprender derecho u obligación de muchos , de enseñar y de tutorizar de otros…
Cuando un alumno no acaba la enseñanza obligatoria porque no le interesa o porque no le han transmitido los valores suficientes de esfuerzo, motivación…en parte es responsable de su destino.
Cuando una familia no se preocupa ni sabe ni quiere de la educación de sus hijos algo de culpa tendrá en el asunto..
Cuando un profesor está todo el día mirando el reloj a ver cuando se va para su casa algo de culpa tendrá en la calidad de la enseñanza que imparte..
Aunque sea una perogrullada u obiedad decirlo el fracaso de unos, la falta de responsabilidad de otros y la ignorancia de muchos hace que en el sistema educativo se dé el fracso de muchos agentes que en el intervienen no siendo ninguno por si solo claro está el culpable del fracaso del sistema educativo.
Si todos mejoramos individualmente podremos aportar mejorías al sistema general. Sólo la mejoría de uno nunca mejorará la globlidad ni los resultados serán óptimos en general.
“En Argentina educar es sinónimo de riesgo laboral; una tarea que por sus condiciones se la podría calificar de insalubre; de hecho los elevados casos por estrés en la docencia son más que preocupantes y todo un problema social del que muchos con responsabilidades políticas hacen la vista gorda.
Pensar en educación y en los educadores muchas veces significa reordenar prejuicios, rectificar caminos y avanzar con decisión hacia propuestas confrontadas de mejora; en ella no hay ensayo posible porque a los alumnos les va la vida.
La educación necesita de tiempos y recursos concretos para que produzca buenos frutos; sobre todo necesita de buenos educadores…y estos no nacen de un zapallo. Una educación exigente no nace de una nueva ley o de un nuevo sistema de evaluación y calificación; sino del compromiso de la sociedad toda y de la asignación de recursos concretos que garanticen buenos procesos educativos y para esto no solo hace falta dinero; sino más bien seres que quieran compartir su existencia y su ser con otros seres haciéndolos crecer y desarrollarse en su ser para que sean más plenos…nada más y nada menos.”
Hola :
Sabes que me identifique mucho con la situación que comentaste de la carta que le escribiste a dos adolescentes para que esten orgullosos de su madre estudiante. Te admiro!!!!!!!!!!!!!!!!
Pingback: Anónimo
Hola doctor me encanta analizar sus libros, y escuchar sus conferencias, ojala y pudiera decirme en que pagina puedo encontrar presentaciones en power point sobre atencion a la diversidad.
gracias.
D. Miguel Ángel:
Hace más de diez años que le conocí en Paraná, donde nos juntó una beca intercampus. Me alegra saber que la misma conexión que sentí entonces, la puedo ver ahora. Militante del optimismo pedagógico, además, no creo que se pueda hacer nada sin admitir culpas, o responsabilidades, que el término no es lo que importa, sino la actitud. Como digo en los cursos y (humildes) ponencias que doy, quiero ser culpable de mis fallos e incluso responsable de los de los otros, porque así tendré control sobre los cambios que quiera hacer. Si culpo a otros, si responsabilizo a otros, ¿qué puedo hacer para cambiar las cosas?
Muchas gracias por seguir inspirado y educándonos a todos y a todas.
Hola Miguel!
Soy estudiante de Educación, y comparto mucho con este artículo.
Es difícil culparse a sí mismo de un fracaso escolar, como se diría vulgarmente, se lanzan la pelotita unos a otros. Los profesores culpan a los inspectores, a la institución, a los estudiantes, a los padres. Los padres de igual manera le echan la culpa a otros y los estudiantes más aún. No se sabe asumir los fracasos, los errores, peor aún ante otras personas. Conocer y aceptar de una manera objetiva y autocrítica las limitaciones propias, las debilidades, las deficiencias de la forma de trabajar, hará que se pueda buscar estrategias claves para mejorarlas. Asumir la responsabilidad que tiene el desarrollo de la práctica, hará posible evitar el fracaso y mejorar de forma efectiva, reconociendo equivocaciones.
Si el maestro, el padre que desea enseñar a un niño, no es capaz de reconocer sus errores y culpa a otros de sus acciones, ¿cómo pretende enseñar a un niño a ser autocrítico, a ser responsable; si ni ellos son capaces de hacerlo? Los docentes al igual que los padres de familia deben ser capaces de reconocer equivocarse, de reconocer si algo no lo conocen y reconocer si no son capaces de hacer algo ante los niños, porque así les enseñarán que el esfuerzo es más importante que la capacidad y, que equivocarse, e incluso fracasar, es parte del camino del éxito. Enseñarles a controlar las emociones (CE) negativas asociadas al fracaso, harán de ellos niños más felices, con criterio desarrollado y con responsabilidad de sus actos.
Estimado Miguel!!! Usted ha estado en Godeken (Santa Fe, Argentina) en el año 2018. En la escuela secundaria en la que soy Directora titular, pero que desde hace 8 años, licencié para ser supervisora del nivel. Explico esto, porque sigo muy preocupada con el fracaso escolar. Hay mucha repitencia en el nivel secundario y el posterior abandono. Y se sigue culpando al alumno de dicho fracaso. Y la sociedad, también culpa al colectivo docente.