Me cuenta mi amiga Paz Sánchez que, al preguntar a uno de sus alumnos qué se celebraba el día 23 de abril, recibió una entusiasta, contundente y significativa respuesta:
–Hoy es San Cervantes.
Un santo laico. Un personaje admirable que merece conmemoración y alabanza. Una persona excelsa y esforzada que nos ha dejado una gran obra y que ha contribuido al bien de la humanidad. Un ejemplo que nos invita a leer y a escribir. El niño santifica lo profano por un curioso mecanismo de admiración. Identifica lo bueno con lo sagrado y canoniza con facilidad a quien se le propone como respetable, elevándole a los altares de su admiración. Se trata de alguien importante, admirable y merecedor de un culto que tiene lugar en el templo del mundo.
Celebramos hoy el Día Mundial del Libro de los Derechos de Autor por decisión de la Conferencia General de la ONU del año 1995 para conmemorar la muerte de Cervantes, la de Shakespeare y la del Inca Garcilaso de la Vega, acaecidas el día 23 de abril de 1616. Conmemoramos también este año el cuatrocientos aniversario de la publicación de El Quijote. Obra admirable que nos ha permitido disfrutar y aprender. No es muy precisa en este caso la insidiosa puntualización de Mark Twain: “Un clásico es algo que todo el mundo quisiera haber leído y que nadie quiere leer”. Tampoco es cierto que para ser un escritor de prestigio sea necesario haber muerto, aunque algunos así lo piensen… Siendo director de un colegio en Madrid invité a participar en algunas tareas docentes a un reconocido escritor. Cuando el eminente personaje atravesó la puerta del aula, uno de los niños exclamó poniéndose de pie y expresando su asombro: ¡Está vivo!
El día del libro que hoy se conmemora es un día grande. Porque leer es una forma mágica de vivir muchas vidas, de conocer muchos países, de encontrarse con increíbles personas, de experimentar grandes emociones, de hacer realidad sueños imposibles… Dice Manuel Alcántara que quien nos dice que nunca lee podría ahorrarse la confidencia.
Existe hoy una gran preocupación por las deficiencias en la escritura, por las faltas de ortografía de niños y jóvenes. Se busca la solución en muchas partes. Pues bien, una de las más importantes está en la lectura. Quien lee mucho y bien., escribe bien.
Quiero sumarme a la conmemoración del día del libro con estas líneas que pretenden ser una invitación a la lectura. Voy a plantear como objetivo siete saberes didácticos para el cultivo y disfrute del arte de la lectura.
Saber desear. El verbo leer como el verbo amar no se pueden conjugar en imperativo. Lo importante, pues, es despertar el amor a la lectura, el deseo imperioso de leer. Si se obliga es fácil que surja el rechazo, como sucedería si alguien nos obligase a amar a una persona.
Saber leer. Leer no es solo estar pasivamente delante de un libro. Hay quien lee sin enterarse de nada. Es importante saber leer. Lo cual, no sólo requiere técnica sino criterio. Hay quien no se entera de nada. Por leer sin comprensión o por leer tan de prisa que no puede rumiar el contenido. Decía Woody Allen: “He hecho un curso de lectura veloz y he leído Guerra y Paz en veinte minutos. Habla de Rusia”. El buen lector no solamente entiende y critica y aprende. El buen lector se hace con la lectura mejor persona. Dice Vicente Espinel: “Los libros hacen libre al que los quiere”.
Saber elegir. Dada la producción que hoy existe es casi más necesario saber lo que no hay que leer que lo que se debe elegir. Elegir la lectura es tan necesario como elegir los alimentos. Hay libros de todo tipo. Libros del momento y libros de todo momento. Dice Chamfort: “La mayor parte de los libros actuales tienen el aspecto de haberse escrito en un sólo día con libros leídos la víspera”.
Saber disfrutar. Dice François Fénelon: “Felices mil veces los que gustan de leer y no están privados de libros”. Quien convierte la lectura en un placer tiene salvado el tiempo de ocio. Porque se puede leer en todas las partes y a cualquier hora. Se puede leer sólo o acompañado, en casa, en el autobús, en el parque, en la playa, en la cama… La mujer de un entrañable amigo siempre dice: Menos mal que mi marido lee, porque si no, entre estate quieto y échate para allá, pasaría media noche.
Saber criticar. Es necesario que el libro nos aproveche. Como sucede con los alimentos. Los hacemos carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Quien lee sin digerir acaba por vomitar. Aprender a ser críticos no quiere decir aprender a ser cáusticos. Tienen mala fama los críticos. Decía François Mauriac: “Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón por la que un pésimo vino puede llegar a ser un buen vinagre”. Es proverbial la acidez de algunos críticos. Como la que manifestó aquel que le dijo a un autor: “Su libro es bueno y original, pero la parte que es buena no es original y la parte que es original no es buena”.
Saber compartir. Se lee para enriquecerse. Y para enriquecer a los demás. Quien lee es un puente entre el escritor y el interlocutor con quien comenta el contenido del libro. No me gusta la actitud egoísta de quien sólo lee para sí, para saber más que los otros. Por eso considero importante el aprender a compartir lo leído, evitando la ‘avaricia intelectual’.
Saber regalar… Existe una acentuada mala prensa sobre el préstamo de libros. Se dice que los libros tienen su orgullo porque cuando se les presta no regresan a sus dueños. Qué hermosa la costumbre catalana de este día: regalar libros y rosas es sembrar el mundo de belleza y de verdad.
Recuerdo con viveza la ya lejana primera lectura que hice de la novela de Ray Bradbury ‘Farenheit 451’. Sabe el lector que la novela nos describe un mundo en el que se persigue la lectura y se queman los libros. Farenheit 451 es precisamente la temperatura a la que arde el papel.
Borges expresó magistralmente la importancia de la lectura: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito: a mí me enorgullecen las que he leído”. Pensaba cerrar el artículo con estas palabras del gran escritor chileno, pero creo que he de ceder la clausura a quien hoy da pie y motivo a la conmemoración. Utilizaré, pues, palabras de Miguel de Cervantes: “El que lee mucho y anda mucho, va mucho y sabe mucho”. Así sea. Así es.
San Cervantes
23
Abr
Bueno el articulo, pero hay que practicar lo que se predica. Atienda : Borges es un muy buen escritor, pero lamentablemente no es chileno, sino Argentino. A cada cual lo que le corresponde.
me gusta la informacion