Nieve frita

3 Abr

nieve.jpg Me cuenta un amigo argentino, Director de una escuela de la que soy padrino, el caso de un profesor de Educación Física con una peculiar concepción de la enseñanza. Cuando tiene clase en pleno invierno, organiza la sesión de trabajo de esta ingeniosa manera: forma dos equipos de fútbol con sus alumnos, sitúa su coche en medio del campo, se coloca en el asiento del conductor y, mientras toma un mate calentito dentro del vehículo, arbitra el partido. Pita las faltas con el claxon e indica quién es el equipo castigado mediante los intermitentes. Si enciende el de la izquierda saca la falta el equipo X, si el de la derecha, le corresponde lanzar al equipo Y. Cómoda situación para el profesor que no tiene que correr, ni pasar frío, ni molestarse lo más mínimo.

¿Qué es lo que aprenden los alumnos de este curioso profesor? Pues aprenden a correr tras el balón, pero simultáneamente reciben una clase contradictoria sobre el valor del deporte y del ejercicio físico. Lo que realmente aprenden es que el deporte es un obligación, no un placer: que es una exigencia molesta, no un tarea ilusionante. Lo que, en realidad, les ha pedido el profesor a sus alumnos es que hagan una buena ración de nieve frita. Imposible.

En “La mala educación”, última y excelente película de Almodóvar, se puede contemplar una escena similar. Un grueso y ensotanado profesor de gimnasia, sentado cómodamente en una silla, grita vehementemente a los alumnos cómo tienen que hacer flexiones y giros a derecha e izquierda con las manos puestas en la nuca. Está consiguiendo que odien el ejercicio físico.

Aprovecho estas anécdotas para hacer algunas reflexiones sobre la importancia del ejemplo en la educación. Lo diré de forma lacónica y terminante: No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo. Porque los alumnos aprenden A sus profesores, no solamente DE ellos. Decía Emerson con meridiana claridad: El ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros alumnos con tanta fuerza que les impide oír lo que decimos.

Se preguntará el lector, nos preguntamos todos, cómo puede el profesor que se encierra en el coche aprovechando el poder que le permite hacer lo que se le antoja, despertar en sus alumnos el deseo de hacer ejercicio, el amor por el cuerpo, la pasión por el desarrollo de todas sus potencialidades corporales.

Le oí decir en cierta ocasión a Umberto Maturana que, si los adultos practicásemos los valores, no necesitaríamos hablar tanto de ellos. Los niños los aprenderían por ósmosis. Si hay que insistir tanto en la educación en valores es porque constantemente están negados en la sociedad.

Un profesor que le dice a los alumnos que es importante trabajar en equipo, se encuentra en una situación embarazosa cuando un estudiante le pregunta:
– Si es tan importante el trabajo en equipo, ¿por qué no se habla entonces usted con el compañero que entra antes en nuestra clase?

Si un profesor (o profesora) falta al respeto a sus compañeros, no dirigiéndoles la palabra o, descalificándolos abiertamente con insultos y calumnias, difícilmente puede convencer a sus alumnos de que el respeto es un valor imprescindible en una sociedad democrática.

Si un profesor no lee ni el Marca que deja olvidado alguien en la cafetería, es imposible que pueda despertar en los alumnos el amor a la lectura.

Educamos como somos, no como decimos que los demás tienen que ser. Lo digo de los profesores, pero también de los padres y de las madres. Lo digo también de los políticos que nos gobiernan. Trabajar por una sociedad más justa exige tener comportamientos honestos. No se puede construir una sociedad mejor mintiendo, robando e insultando y despreciando al adversario.

Sería interesante grabar una sesión de un Claustro y proyectarla para que los alumnos aprendiesen el arte del diálogo, de la escucha y de la expresión. Sería interesante grabar las conversaciones de la Sala de Profesores y proyectarlas luego para que aprendiesen la forma de manifestarse respeto desde la condición de hombres y mujeres, de licenciados y maestros, de veteranos y noveles.

Sé que algunos docentes leen estas líneas bajo la sospecha de que estoy realizando un ataque a la profesión. Nada más lejos de mi postura y de mi deseo. No digo que los profesores den mal ejemplo. Digo que que deben SER un buen ejemplo. Cuando llamo la atención sobre la importancia de nuestra tarea, sobre la necesidad imperiosa de coherencia entre el discurso y la práctica, estoy valorando una profesión que ha sido y es decisiva en la historia de la humanidad: La tarea de trabajar con la mente y el corazón de las personas. No hay otra tan singular e importante. La historia de la humanidad, dice Herbet H. Wells, es una larga carrera entre la educación y la catástrofe.

Me preocupa la falta de autocrítica, la cerrazón a la crítica que algunos profesionales de la enseñanza manifiestan. Esa hipertrofia de la sensibilidad que les impide reflexionar con rigor sobre su forma de actuar y de sentir. Quien se cierra a la crítica se cierra automáticamente a la mejora.

Cuentan que un profesor le escribe una nota manuscrita a un alumno en la hoja de examen. El alumno, que no entiende aquellas líneas, se acerca a él con el escrito y le dice:
– Profesor, no entiendo lo que ha escrito en mi hoja de examen.
El profesor le contesta, sin caer en la cuenta de la tremenda contradicción que encierran sus palabras:
– Ahí te digo que escribas con la letra más clara.

La palabra autoridad proviene del verbo latino auctor, augere, que significa hacer crecer. Tiene autoridad, pues, aquella persona que ayuda a crecer. Hace crecer el respeto, el amor, la coherencia, el ejemplo. Unos tienen autoridad. Otros tienen, solamente, poder. Esos últimos obligan en cada momento a sus alumnos a preparar una ración de nueve frita. Y a ique la ingieran con cuchillo y tenedor. No solamente es imposible. Es, sobre todo, triste, irracional e irritante.

2 respuestas a «Nieve frita»

  1. Me gustó mucho el artículo, pues tiene ejemplos sencillos que en realidad pasan en la vida cotidiana. Me hizo pensar sobre la profesión docente y todo lo que implica, pues muchos solamente se dedican a \

  2. Lamentablemente siempre ocurren situaciones como las que menciona.
    Cuando me encontraba trabajando como docente en una primaria rural trataba de desempeñarme lo mejor que podia,incluso sin maestro de Educación Fisica, relizaba actividades deportivas, el director me dijo en aquella ocasión: -No te canases demasido, Estos niños Nunca llegarán a una olimpiada.Este comentario marcó mi forma de ser y me dije Y POR QUE NO, asi que decidi que desde ese momento tratar de desempeñarme lo mejor que pudiera, que mis alumnos serían los mejores de todo el municipio. Reciba un cordial saludo desde México

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