En el anterior texto acabé haciendo una breve referencia a un sueño que tuve y que me llegó a impresionar. Hasta tal punto, que decidí anotar lo esencial de lo que había soñado. Ahora deseo analizar los elementos precisos, lo imprescindible, lo que me dé razón y cuenta «lógica» del proceso que debió darse en mí para llegar hasta ese sueño, cuya «resonancia» me inquieta y me inquietará hasta que logre reducirla o acomodarla : de su ser una simple (¡y a veces muy molesta!) resonancia, a ser leve sonoridad organizada en susurro. Una lejana nota musical que no altere el ser interno del que soñó lo incomprensible. Y apunto : porque un tanto incomprensible se me hacía que un pintor del siglo XX coincidiera en plasmar signos que «parecen» alfabéticos pero no lo son, con «¿signos?» que nos llegan del fondo de la historia de la humanidad y cuyos significados se nos escapan. Y muy posiblemente se nos escaparán me temo que siempre… ¡A no ser que soñemos lo que significan o podrían significar!
Lo sé : los sueños habitan un mundo no-lógico. Pero los que soñamos, no. Somos seres que habitamos mundos de razones y, a veces, nos hallamos viviendo (¡al dormir!) en el mundo de los sueños. Esto es como si, en cierto modo, nos bi-polarizara nuestra propia naturaleza, y tal bipolaridad se nos hiciera patente sólo en determinadas ocasiones. Por ejemplo, cuando dudamos intensamente ante algunas circunstancias. O cuando recordamos algunos sueños, sueños donde nos movemos, sin problemas, en extraños espacios en sí carentes de la lógica habitual de las vivencias de la vigilia.
MI pregunta ante lo soñado era : ¿he soñado con el «alfabeto sans titre» de Michaux? La pregunta me asalta desde que surgió en mí como una espacie de «agresión contaminante» a mi deseo de certezas en el tiempo y mundo donde estoy. ¿Aborrezco las incertidumbres, esa «cosa» ( : incertidumbre ) hoy día tan repetida acá y allá? Pues pudiera ser, pero esto es secundario ahora.
Lo que ahora más me lleva a escribir estas líneas es trazar una senda que permita entender un proceso que se da entre la vigilia y el sueño en una misma persona. Y que permita la comprensión de dicho proceso tanto al que esto escribe (que soy yo mismo) como al que lea estas cosas ahora aquí escritas : El hecho mismo, tan insólito, de que, al ver en un luminoso libro («Escritos sobre pintura», de H. Michaux ), esa especie de «Alphabet» del extraordinario poeta, pintor, e «indagador de almas» que era el belga luego nacionalizado francés (de Namur, donde nace en 1899, a París, donde muere en 1984), que tan lúcidamente traduce y desentraña y explica otra poeta y pensadora, también belga de nacimiento y luego nacionalizada española (Chantal Maillard), al ver yo ese «alfabeto michauxiano», relacionara bien pronto lo por mí soñado con lo visto en la obra que estos días tengo entre manos, ante ojos, en mente…, y durante bastantes ratos de pensamientos reflexivos : esa edición del año 2000, varias veces ya citada. ¿Por qué esas concomitancias? ¿Por qué esa sensación de extrañeza? Y aún más : ¿por qué relacioné yo unas «manchas» con otras, estando como están tan distantes en tiempo y espacio?
Antes de seguir, creo conveniente repetir en sus esencia lo que soñé. Decía en el texto anterior («Volvamos a Michaux. Un sueño (1)». 14 de febrero. 2021) que me quedé dormido a partir de dejarme ir en unas «deliberadas ensoñaciones» sobre las once y media o las doce de la noche, y tuve un sueño donde recuerdo que llegué a visualizar «un extraño alfabeto, un conjunto de signos que más bien parecían letras garabateadas» // «… que eran más bien como garabatos, pero que al estar todas ordenadas de una manera no casual y ser todas aproximadamente del mismo tamaño, me parecían un alfabeto». Ese era el sueño en esencia.
Aclaro ahora esto : las imágenes que ven ahí arriba, son fotografías de ¿manchas, signos, garabatos? en una pared de una zona no visitable de la Cueva del Tesoro. En las fotografías puede verse con nitidez el fondo donde están los garabatos o «letras» o «signos»…etc., que sean : los de Michaux o los de posibles hombres prehistóricos; se distingue con claridad lo que es piedra caliza propia de las paredes de esta cavidad, y lo que es papel.
Me desperté, como dije ya en el anterior escrito, sobre las 3,40 y pasé a anotar el sueño. Es algo que hago con relativa facilidad y frecuencia, pues en los años donde empezaba yo a interesarme por el mundo de los sueño de manera suficientemente viva, aprendí que lo que se sueña debe ser anotado apenas uno se despierta y lo recuerda. Doy estos datos sobre la importancia que concedo al mundo de los sueños porque de algún modo, creo, vienen al caso. O si no vienen, algo sí que explican. E insisto : creo yo.
Al inicio, mis anotaciones las hacía en una pequeña libreta, a lápiz. Luego, ya lo paso todo a letra impersonal con el móvil. Me resistí un tiempo a abandonar las anotaciones que podemos llamar «escritas del propio puño y letra», pues sé que en la letra nacida del movimiento de la mano y pasada a tinta o a lápiz a una superficie «ad hoc», contienen en sí una también valiosa información. Los grafólogos lo saben. Pero las tecnologías, más tarde o menos tarde, acaban imponiendo sus novedades. Bien, sigamos. Vean esta imagen :
Esa imagen de ahí arriba es un trazo en una pintura de Michaux. Ahora, a continuación, reproduzco una otra imagen también fotografiada por mí en Cueva del Tesoro. Está igualmente en una zona aún no visitable por el público. La reproduzco directamente del móvil con el que suelo fotografiar detalles y cosas que me llaman la atención cuando recorro, habitualmente a solas, la Cueva. Lo hago ahora así por una razón : quiero dar fe, lo más fielmente posible, de mi sistema de trabajo en estos textos, y en las anotaciones con que voy dando cuenta del proceso que procuro seguir al escribirlos.
Por ahora me voy a ceñir a explicar esto : creo que lo que soñé me llevó a asociarlo con el curioso «Alphabet» (Sans titre) de Michaux por varias razones, entre las que sobre todo destaca el curioso paralelismo que suelo encontrar entre cosas que el franco-belga nacido en Namur dice, razona, explica, escribe y dibuja o pinta, y cosas como manchas o pinturas o trazos…, que de pronto veo en las paredes de la Cueva y que sé que no son obra de actuales visitantes. Cuál sea su filiación y tiempo de ejecución, es algo que tendrán que estudiar en su momento los especialistas. Y tendrán que hacerlo con los métodos y las técnicas más avanzadas de que se disponga. Ya en su día el abate Henri Breuil marcó en esta Cueva puntos, rayas y figuras que identificó, con toda seguridad, como cosas hechas por los hombres prehistóricos. Lo que soñé me lanzó a relacionar cosas vistas desde mucho tiempo atrás por mí, y cosas que traté de reproducir con la máxima claridad en fotografías, con otras que conocía por la lectura de obras sobre pintura contemporánea. En este caso, por la pintura de Henri Michaux y el libro, magnífico, que tradujo y prologó Chantal Maillard.
En otro posterior texto, ya dejando de lado ese sueño y centrándome en el pensamiento del intenso indagador de almas, seguiremos recorriendo estos caminos sembrados de preguntas y de certezas. Y voy llegando ya al final de este escrito. He de añadir por ahora tan sólo esto : el significado del alfabeto en sí (de cualquier alfabeto) es algo que importa, y mucho. Sobre todo importa si se quiere entender mejor tanto lo que podamos soñar como gran parte de la obra de Michaux. Pero eso ya será tema de un posterior escrito. Gracias, lectores.
Esto por ahora conviene saber de Michaux :
«Nacido, criado, instruido un medio y una cultura exclusivamente de lo «verbal», y antes de la época de la invasión de las imágenes,
pinto para descondicionarme.»
H. Michaux. «Escritos sobre pintura» pág. 139
La edición, traducción y prólogo es de Chantal Maillard. Murcia, año 2000
Michaux, querido Manolo, estaría encantado con tus oníricas reflexiones. Muchas gracias por ayudarme a soñar
Con tus novelas y tus «Crónicas» ( que un día hemos de ver en libro editadas ) se disfruta mucho más, Alfonso. Tienes una estupenda variedad, muy rica, de registros literarios.
Gracias siempre por tus palabras y tu amistad.