La imagen que ven arriba, un bajo-relieve esculpido en piedra caliza, se conoce como «la Venus de Laussel». Descubierta en 1909 (otros textos dicen que en 1911) por Jean Gaston Lalanne tiene más de 25.000 años, y pertenece a ese tipo de figuras prehistóricas que se relacionan con un periodo matriarcal de la humanidad y son representativas de un tipo de sociedad en muchas cosas muy diferentes al que actualmente predomina. Hoy se encuentra en el Museo de Aquitania. Habría que situarlo en el período que se conoce como Gravetiense, o incluso puede que antes : estamos en un momento de la historia que llamamos «prehistórica» en que va a casi extinguirse el bisonte en Europa.
Se cree que en el cuerno de bisonte que sostiene la figura matriarcal en su mano derecha lo que se representa es una imagen metafórica de la abundancia. Esto nos obliga a pensar que el típico «cuerno de la abundancia» tiene una antigüedad mucho mayor de lo que en principio se podría pensar. Y esta idea creemos que es extensible a otros muchos elementos de las mitologías tradicionales de los pueblos de todo el mundo, desde Europa en toda su extensión hasta Australia : en realidad, los mitos son restos de muy antiguos relatos, conservados durante siglos desde antes que se inventara la escritura, transmitidos oralmente de generación en generación, y luego convertidos en textos, algunos de los cuales han pasado a la literatura : ahí está el Gilgamesh, para poner un ejemplo.
En redor de la figura se han tallado 13 marcas, unos hoyuelos rodeando la figura de la mujer, que representarían un ciclo lunar, para así coincidir con el ciclo propio de la menstruación femenina. Las características que presenta la figura se corresponderían con una mujer que simboliza tanto una futura maternidad como la ausencia de carestías. La pregunta ahora sería : ¿estamos ante una mujer o estamos ante una representación simbólica de una divinidad?
En realidad, lo que sabemos en el presente sobre estos tiempos tan lejanos que incluso los ubicamos «fuera de la Historia» (de ahí que los llamemos «pre-históricos»), es algo que se encuentra sometido a constantes variaciones, excepción hecha de algunos elementos básicos, que son los aportados por datos absolutamente innegables, como pueden ser los que constan de una presencia física, ya se trate de instrumentos de piedra, (esto es, líticos), o sean enterramientos que nos coloquen ante restos óseos de seres humanos o de animales con signos inequívocos de haber sido cazados por seres humanos.
Pero lo referente a otros muchos de los aspectos que aún están como envueltos en sombras es cosa que debemos considerar con márgenes de duda : técnicas de datación más precisas que las actuales, o nuevos descubrimientos, -sobre todo esto último : pensemos en cuánta luz está aportando Atapuerca-, pueden cambiar muchas de las cosas que ahora pasan por ser creídas como seguras. En realidad muchas cosas que creemos saber no han sucedido como pensamos, sino que nos hemos visto obligados a darles una especie de «relato organizado» para que nuestra mente pueda asimilar los hechos y así poder creer en ellos. En este aspecto, unos de los valores del mito está ahí : el mito nos proporciona una «base narrativa» para explicar una gran cantidad de cosas que atañen a la vida en general y, en ese sentido, el mito no se contrapone de ningún modo a lo racional, sino que se limita a precederlo sin contradecirlo.
Las preguntas que nos dejan planteadas tanto la historia como otras ciencias son mucho más numerosas que las respuestas que tenemos aceptadas como seguras, como ciertas. Y en algunos campos, las preguntas son tantas que nos obligan a pensar que lo que sabemos es una ínfima parte de lo que realmente ha ocurrido. Y más aún : a veces la propia ciencia nos da respuestas que luego esa misma ciencia nos dice «no es así, estábamos en un error». Pensemos en lo que está actualmente ocurriendo en el campo de la astronomía y en relación con planetas de nuestro propio sistema solar : las sondas enviadas a explorar los más lejanos planetas de nuestro propio sistema están dando a los científicos datos hasta hace unos años, incluso menos de «unos años», absolutamente impensables. En historia ocurre otro tanto.
Hay una relativa variedad de “Venus” prehistóricas. Son estatuillas que sin duda eran o amuletos o invocaciones a la Diosa Madre para asegurar bienestar y procreación. No cabe ver en ello nada de raro ni tampoco algún tipo de ritual ajeno a lo que debió ser sin duda la mentalidad del hombre primitivo. Sí debemos pensar en una suerte de matriarcado que salvo algunos casos acabó perdiendo pujanza y fuerza. De estas cosas hablaremos en otros textos.
No podemos dejar a un lado este hecho : de Chauvet a Lascaux transcurren casi el mismo número de siglos que desde Lascaux a la actualidad. Esto es : la prehistoria dura en sí tanto (e incluso más) como el tiempo que transcurre desde que se pintaron las cuevas de Altamira o Lascaux hasta la actualidad. Y se pregunta uno : ¿en tanto tiempo no se dieron otras muchas cosas, descubrimientos, avances…, etc., que aún no conocemos?
Es una de las imágenes que más ejemplifica que la noche de los tiempos de la que surgieron los mitos se corresponde con la Prehistoria, y que Venus, Zeus, Dionisio y siguientes, nacen de la búsqueda de respuestas en ‘los albores de la Humanidad’ (frase tópica y prehistórica donde las haya).
un abrazo
Así es, en mi opinión, y así lo aprendí de mi propio padre. Y ahora, así se me ratifica con tu personal opinión, Alfonso. ¡Cuántas cosas son en realidad fáciles cuando se aplica a ellas ese filtro que llamamos «la razón», la lógica!
Gracias por tu anotación a este texto.
Un cordial abrazo