Sendas de sombras

7 Ago

Podemos considerar que algunos de los caminos que se emprenden cuando intentamos comprender  culturas de pueblos y gentes que desaparecieron de la historia hace muchos siglos, son como senderos que están moteados de luces, sí; pero más aún están llenos de sombras, y suelen ser sombras que, a salvo algún afortunado descubrimiento, quedan como permanentes túneles que impiden visiones esclarecedoras de nuestro objeto de conocimiento. Si se nos preguntara ahora que cuáles son las luces esas de que hablamos, por lo pronto diría que las luces son la presencia misma de lo que vemos como restos de actos humanos; y añado : las sombras son sus posibles sentidos. Por ahora, sólo eso es lo que puedo poner en claro ante quien leyere. Y continúo :

¿Podemos aceptar que con sólo los elementos materiales que nos han llegado de grupos humanos muy lejanos en el tiempo estamos capacitados para dar por ciertas nuestras teorías sobre sus formas de vida, sus culturas, sus creencias? Y esto, teniendo siempre presente algunas cosas, que tendremos que estimar claves : ante todo, que los materiales que nos han llegado, hoy por hoy, son escasos; y sobre ello, que las incógnitas que todavía están como aleteando en torno a algunos de estos materiales no están resueltas. Persisten.

Ahí arriba tienen ustedes la imagen de unas huellas, dejadas sobre la pared caliza de una cueva, donde las cuatro líneas casi paralelas podemos interpretar como «huellas de unos dedos humanos», pero ¿son deliberadas? ¿Son fruto de sabe Quién qué azar? Junto a esas líneas hay otras marcas, rojizas también y, al parecer, hechas también con los dedos, y unas especies de punteados. Sumemos a esto esa especie de repintado en negro de unas hendiduras de la propia roca, formando o remarcando una especie de cuadrángulo, cuya línea superior en sentido horizontal está ausente. No se ve porque no está, y no está porque según todos los indicios no se pintó, no se remarcó. Ahora, a la vista de todo el conjunto, vamos a proceder a hacernos algunas preguntas.

La primera pregunta atañe al conjunto como tal : ¿es algo así formado, y diseñado o dibujado, sobre la pared de roca caliza «como un conjunto»? ¿Se hizo todo eso para «con-formar» un todo, y por lo tanto ese todo debe tener un significado, el que sea? La primera pregunta es muy simple pero muy elemental y clave : ¿estamos ante un conjunto como tal, o no?

Sin responder a esto, intentar la respuesta ya empieza a resultar bastante complicado. Y téngase en cuenta que estamos partiendo «ab initio» de un determinado presupuesto : son «marcas» (signifiquen lo que signifiquen), y además son marcas «hechas deliberadamente» por un ser humano, y por ahora las miramos como conformando un conjunto. Esto es, la totalidad de estas marcas están relacionadas unas con otras. Pero, ¿y si no lo están?

Debemos tener claro en este tipo de indagaciones que en un sentido muy literal estamos ante sendas de sombras y que los pasos que se den, no sólo tienen que ser pasos seguros, sino pasos en la dirección correcta. Eso quiere decir que anticipar interpretaciones para que nuestras ideas más o menos previas, más o menos coincidentes con nuestra racionalidad, eso sería cosa que podría llevarnos a direcciones incorrectas. Si olvidamos que los datos que faltan son muchos, que los tiempos de los que estamos hablando son muy lejanos y, desde luego, que nos quedan muy amplias «lagunas», lagunas que más que eso son océanos, toda precaución será poca.

Fijémonos en un simple hecho : lo que en Atapuerca se está encontrando es algo de tal magnitud que en unos decenios estaremos ante dos hechos : habrá mucha más luz sobre el pasado más lejano de la humanidad, y también habrá un cúmulo de preguntas antes insospechadas. Los que investigan el yacimiento de Atapuerca saben que la tarea que está ente ellos exige mucho tiempo, mucha dedicación, y un muy enorme amor a la tarea, esa tarea tan digna y precisa que consiste en trazar las líneas de nuestra más lejana historia. La Geología, la Biología, la Genética, y otras ciencias de similar calibre son desde hace tiempo aliadas «a fortiori» : si no trabajan juntas en determinadas tareas, nunca encontrarían la adecuada senda de luz que nos saque de las tantas y tantas incógnitas por despejar.

Esa imagen de arriba, que es una fotografía que hice en Cueva del Tesoro, es sólo parte de una gota de agua en un inmenso mar. Y esa Cueva es sólo una nota a pie de página de un libro aún por escribir : deberá ser investigada, con los medios y el personal idóneos, y lo que un día se estudió para darnos a  todos la imagen real de una leyenda recogida en libros por autores fiables, se siga otro día estudiando para ir completando no ya lo que fuera leyenda, y leyenda histórica, sino lo que aún son hechos ahí patentes esperando ser mirados para, una vez entendidos, poder ser ubicados en su adecuado «nicho significante». Como ya sabemos, «ars longa, sed tempus…» (¡Qué corto y breve es el tiempo para el ser humano!)

 

 

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9 respuestas a «Sendas de sombras»

  1. Hay tantas cosas por saber, acá y allá, en una gruta que en cierta medida ha sido largamente expoliada, que cuanto se vaya haciendo para su debido cuidado y atento estudio será poco. Lo que se ha perdido, tal vez sea aún recuperable en parte : conservando lo que queda, y dedicándole el estudio que este tipo de cosas se merecen. Una gruta con restos de pinturas y con zonas aún por explorar nunca debe ser considerada como un lugar de recreo o como un sitio donde se pasee alegremente y sin cuidado necesario : ante todo, es un objeto de estudio cuyo cuidado es una obligación que impone la ley, por no citar lo más obvio : la propia razón más elemental obliga a cuidarla : es un libro único, y página que se estropee, página que nunca verán ojos humanos.

  2. La investigación que durante más de 37 años llevó a cabo mi padre, don Manuel Laza Palacio, estuvo en su día avalada por estudiosos como Jean Sermet y otros, que él en sus libros publicados cita.
    Logró dar base cierta a una leyenda histórica que latía y aleteaba en torno y por sobre la entonces llamada Cueva del Suizo, o Cueva del Higuerón. Logró demostrar las bases reales de la tal leyenda, y no sólo la documentó en libros que entonces pocos conocían, sino con descubrimientos arqueológicos que entregó a las autoridades y hoy, en su mayoría, están en el Museo Arqueológico Nacional, y dejó el campo libre y la zona de la Cueva cuidada y preparada para futuras indagaciones.
    Este artículo que hoy publico, a su memoria lo dedico. Y en su día espero poder dar cuenta de cosas que obran en mi poder ( y algunas en mi limitado saber ) que deberán poner aún más en su debido lugar el valor de la tarea que él realizó. En paz esté, y desde esa paz me ayude e ilumine. Gracias.

  3. Hay que separar cuidadosamente lo que es investigar el origen de la especie humana, que tiene sobre si tareas múltiples y grandes investigadores, y el origen de la cultura del hombre en un momento dado de su historia. Ambas cosas están ligadas en gran medida, pero no son la misma.
    En términos muy generales y para simplista no poco, quienes se centran en los restos óseos y sus características, buscan centrar qué tipo de «homo» (u homínido) tiene ante sí; y quienes centran su mirada en ver qué tipo de instrumentos (líticos, por ejemplo) o «rastros» (pinturas, «marcas», signos…) más buscan lo que aquellos «ya homos» hacían : su cultura, sus creencias, su visión del mundo, sus modos de vida…
    Ambas cosas, como es lógico, pueden ir de la mano y de hecho suelen ir de la mano.

  4. Ya van tres textos en torno a esta misma imagen. No es casual el hecho de la reiteración. Tampoco se piense que no tenemos a manos otras imágenes, algunas, muy similares.
    Hay una deliberada intención en esta repetición de esos dedos, elementales y toscos, sin duda : son un presencia que está muy posiblemente a años luz de aquellas famosas manos en la pared de un lugar cercano (o en) a los Andes. Y a otras manos impresas en cuevas a lo largo y a lo ancho del mundo.

  5. Y me surge una pregunta : ¿son las impresiones de esas manos que dejó, con el sentido que fuera, el «homo sapiens», y estos trazos de dedos en cambio, pertenecerían al «homo neandertalensis?» La posibilidad, pare decirlo con una palabras de una canción de Bob Dylan, «…is blowing inthe wind».
    Bueno, en este caso, más que en el viento (wind), en las rocas.
    Persiste el sentido que deben tener las manos gráciles y los toscos dedos. Ahí, sí que está volando en el viento la respuesta…

  6. Adelanto algo que trataré más adelante de abordar, con la debida prudencia de que sea capaz, y por supuesto con la base de textos y estudios pertinentes : el origen de la escritura.
    ¿Hay alguna posibilidad fiable, con cierta base de verosimilitud, de tender una especie de «puente» entre estas marcas y lo que antes de ser letras o ideogramas, eran sin duda sonidos significantes, palabras «designadoras»?
    Cito algo que leo en la página 126 del libro de Jean Bottero «Mesopotamia. La escritura, la razón los dioses» (Edic. Cátedra, 1ª edición castellana, 2004). Dice así :
    «Respecto a los antiguos letrados de Mesopotamia, la escritura era radicalmente concreta y realista : lo que se escribía no era, en absoluto, la palabra, el nombre pronunciado de la cosa, sino la cosa en sí misma, provista de un nombre, ciertamente, pero inseparable de ella.»

  7. Amigo Manuel , es curioso lo que te cuento, referente a las huellas de mano en las cuevas prehistórica,
    recuerdo que hace bastante años trabajando en el obrador de pastelería cuando me veía las manos
    cubiertas de cacao, o harina a mi y a otros nos gustaba dejar imprimida en algún lugar, pensemos
    que aquellos antepasados tendrían mas motivo que nosotros si aun no conocian la escritura dejaban
    su huella, supongamos que con el desarrollo que iban teniendo empezaron con los dibujos, no es posible pero habrá algúnos genes rodando por este dichoso mundo, aun se ven manos pintadas
    en algunos lugares., hemos desarrollado poco pienso yo.

  8. Estoy seguro de que hay algo de eso, Paco. Igual el hombre que estaba formando con sus manos una vasija de cerámica, dejaba sus huellas sobre las paredes de la cueva. Lo raro, lo que hay que tratar de explicar, es que estas huellas suelen estar en lugares muy específicos : o bien frente a una posible imagen que ellos apreciaran, o en una sala o domo donde había otros elementos, como un toro de Piedra, un Águila, también de Piedra…
    En fin: estamos ante un misterio y sólo Dios sabe qué caminos ha debido ir tomando el ser humano para llegar a la actual situación.
    Un cordial abrazo y gracias por tu comentario.

  9. En cuanto a lo de los genes, no lo dudes : la Ciencia ya sabe hoy que desde el Pleistoceno, cuando había aún Neanderthales, el homo sapiens que dio lugar a los actuales y los extinguidos homos Neanderthalesis, llegaron a mezclarse. En el hombre actual se ha detectado un 4% de genoma de origen Neanderthal.

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