Horizontes

27 Feb

Somos seres de horizontes, de largos viajes, de búsquedas incesantes. No vivimos atados al Tiempo, por más que siempre un tiempo nos persiga. ¡Como si fuéramos liebres para el tenaz dios que los griegos clásicos llamaron Cronos! Y dios a quien los latinos llamaron Saturno. Y dios, en fin, que un pintor de excepcional talla, don Francisco de Goya, imaginó devorando a sus hijos. ( Goya : ¡cuántas luces y cuántas sombras en su arte cimero!).

Ese terrible dios (Tiempo) acaso trate de consumirnos y devorarnos y haga como que nada somos para él; pero cuando en realidad nos traga y aniquila, más vida aún nos da, pues que nos obliga a luchar contra él, y tratamos de asentarnos en la Tierra, nuestra madre universal. Y así,  vivimos atados y desatados : al Espacio, a la Tierra, a Gea, esa Diosa primera y más esencial en todas sus manifestaciones.

Somos hijos del Cielo y de la Tierra, y parientes muy lejanos del tiempo y no poco despegados de él, pues lo conocemos como traidor, al cabo, que juega a ser fantasmal y nos induce a sueños de permanencia. ¡Qué error, eso de permanecer! Nos creemos seres permanentes sin caer del todo en la cuenta de lo efímeros que somos en lo que de temporal tenemos, pues es razón que todo tiempo sea en sí algo inasible, pasajero, huidizo. Efímero, como se ha dicho.

Nuestro destino está siempre más allá de no sabemos qué horizonte, pues que somos seres de horizontes, constantes en sus cambios y como eternos en su ser : siempre están más allá, más allá… ¿Acaso no venció un hijo de esta Hispania nuestra ese Non plus Ultra que marcaron los antiguos como límite a cuanto existe ante nuestra vista?

Nosotros sabemos algo en lo más profundo de nuestro ser, algo nunca dicho y siempre alentando, un algo que es lo que nos mueve a ir por esta vida buscando destinos certeros o puede que inciertos, pero destinos humanizables, capaces de Músicas y de todo tipo de Arte, ya sea desde la lejanas cavernas de los ancestros aquellos (que tan cerca están hoy, y tan distantes a la vez), o ya sea en los palacios y catedrales, en las moradas de los nobles y en los desvanes de los genios, tanto da que se llamen Goya o Picasso, Dalí o Rembrandt. O quizá tengan nombres impronunciable para nosotros : el nombre de algún chamán del fin del mundo.

Nosotros somos siempre horizontes inconclusos : en tanto vivimos, somos seres aún no concluidos, conque sigamos buscando rumbos y destinos hasta dar con ese ámbito horizontal donde se hace el amor y donde se reposa la muerte. ¡Seamos dignos hijos de Gea!

 

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3 respuestas a «Horizontes»

  1. Cuando digo que nosotros sabemos «algo», digo verdad. Para mí lo es : en nuestro ser interno sabemos que Algo hay que no se nos revela, sino que se nos vela y oculta y de nuevo se vela (¿se re-vela?) y cuando parece que va a nuestro encuentro en un sueño o en un momento de quietud y casi éxtasis sin nada que lo exteriorice, se escapa. Se nos tapa y vuelve a velar y esconder. ¿Acaso no es cosa de nuestro siglo, desde la fecha donde Freud idea eso de «La interpretación de los sueños» (1900), hasta Jung y los que le han seguido, no es propio de estos tiempos esa constante indagación de nuestras psiques?

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