«Non progredi est regredi» : un dicho latino que significa «No avanzar es retroceder». No se sabe de esa expresión quién la dijo primero, y pasa por ser un proverbio, cosa que no podemos decir de lo que se ha puesto ahí arriba como título de este texto, que «ser es persistir». La idea que sugiere lo de que no avanzar sea retroceder, se entiende: Y más aún si nos viene de una cultura, la de la Roma clásica de la República y luego el Imperio.
Aquella «carrera conquistadora» de los romanos, que se inicia primero en el seno de la propia península itálica, y salta luego al ámbito mediterráneo en general ( : cuando se producen las guerras con la potencia que llegó a ser Cartago ), o seguía, y las conquistas se continuaban, o se detenía y los conquistado se iba deteriorando. Siguió, llegó a su cima, dominó el mundo conocido, y luego fue decayendo hasta acabar siendo sombra de lo que un día fuera.
Algo similar a lo que siglos después le pasa al Imperio Español del siglo a partir del año de 1519, con el inicio por Hernán Cortés de la conquista de la Nueva España, que así se llamó al principio a México. Tuvo que seguir la Corona Española dando vía a más y más aventureros conquistadores, y eso le acabó poniendo en el punto de mira de las otras potencias europeas y pronto comenzó a declinar ante las otras potencias europeas : Francia, en el continente europeo, e Inglaterra y Holanda en el dominio de los mares.
Esta constante aparente de la historia de los pueblos no creo que se deba tomar como una «ley histórica», sino más bien como un proceso. Y proceso que visto desde cerca puede parecernos norma o ley, pero que contemplado desde una más distante perspectiva no es nada más que una parte de un fenómeno mucho más general, fenómeno de crecimiento (¿o cambio, o decadencia? Ya lo razonaremos) que afecta a todos los seres vivos, a todas las especies, a todas las cosas de este mundo. Pero sólo «desde la óptica del ser humano actual». Más allá de esa óptica, las cosas ya son de otra manera.
Los seres humanos que vieron en un rincón de una caverna ese agujero natural en las paredes de la cueva, y creían que las paredes de las cuevas eran las lindes, los límites entre este mundo de los vivos y ese otro mundo del «más allá», el mundo de los espíritus, como nos explican sabios estudiosos de estos temas, ¿qué querían hacer con esas rayas? ¿Cómo trataban de interactuar con los espíritus que suponían «al otro lado»? ¿Los «llamaban», o más bien trataban de decirles «hasta aquí», en una especie de «Non Plus Ultra»?
Porque que más allá de lo conocido, desde que el hombre adquiere plena consciencia de ciertos peligros, se establecía un «non plus ultra» que pocos se atrevían a desafiar.
Ahora, contemplando en el seno de un gran domo en una cueva que estuvo habitada por especies anteriores a la que hoy pertenecemos, pero especies igualmente humanas, ni más ni menos a como los somos nosotros, contemplando «ciertas cosas», me pregunto otras cosas :
Contemplando esas rayas en las paredes, – rayas muy posiblemente de índole chamánica -, me pregunto si con respecto a lo que es el vivir de los seres en general, y de los humanos en concreto, hemos avanzado o no, si seguimos siendo (y persistiendo) en nuestra esencia o nos estamos acercando a lamentables despeñaderos. O sea : ¿somos y persistimos, o nos estamos diluyendo como sales en los mares? Y me da qué pensar, y me digo que, la verdad : no lo sé.
No lo sé, y este no saber, ¿es trágico, es algo real y superable, es un error rectificable? No sé : tampoco lo sé. Pero esas rayas, en torno a ese agujero, me siguen dando qué pensar : porque ninguna de las cosas que los prehistóricos hacían ven sus cuevas, ya fuera imponer sus manos en las paredes, en positivo y en negativo, o ya fuera pintar escenas, o trazar rayas…, ninguna de esas cosas eran vanas ni fruto de un azar. Tenían sentido. Tenían sus sentidos, como bien saben los que estas cosas estudian. Y para mí tengo como algo no desdeñable que buscarle el más recto sentido a todos esos signos, marcas, señales…etc., es tarea nuestra. Y tarea de alto valor, opino. Conque seguiremos buscando caminos : porque tenemos que persistir en esta tarea que, para nosotros, Es y Persiste.
Quizá no parezca obvio, pero lo es : desde que pensé el título de este texto recordé aquello que estudiamos en Filosofía y que decía lo de «esse est percipi». Jugué con el sonido de las palabras latinas y castellanas, sin más. Jugar es jugar.
Resulta curioso que muchos especialistas en el tema se resistan a interpretar las pinturas rupestres y, sin embargo, se acepte ese parangón que se establece cada vez que se dice que Lascaux es «la Capilla Sixtina del arte rupestre». ¿No hay ya en esa metáfora (si es que es metáfora tal comparación) una valoración y una interpretación de dicho arte prehistórico?
Un tal Berkeley, que casi vivió 100 años, y al que alguna vez cita J. L. Borges, dijo eso de que «esse est percipi» ( : «Ser es ser percibido»). Lo que resulta sospechoso…