En unos simples trazos, imágenes que nos dan nuevas dimensiones de lo que fuimos, si es que la ciencia acierta de lleno en esa cuestión de los orígenes del ser humano actual, – que parece que sí -, el artista de las cavernas nos deja una visión fantástica de lo que sin duda constituía su mundo mental. Una visión que desde su descubrimiento nos sigue fascinando.
Es de tal riqueza y, al mismo tiempo, tiene tal dosis de enigma el «imaginario» que el pintor de las cavernas nos dejó plasmado en sus «líticos lienzos» o «cuadros de roca en paredes y techos», que aún hoy los estudiosos divagan en torno a sus sentidos y nos continuamos preguntando a veces cómo hay que entender o cómo hay que «mirar» las pinturas rupestres.
Pero no nos adelantemos, que cada cosa ha de ir por sus pasos, y plantear lo que ya desde el título se está diciendo, la unidad esencial de todos los seres, deberá razonarse de manera convincente, pues no ignoramos que son muchos los que pretenden establecer grandes distancias no ya entre unos seres de una escala evolutiva y otros, como peces y mamíferos, sino dentro de una misma «rama del ser» : los homínidos. Hay unas palabras de François Jacob que resultan aquí muy oportunas :
«Todos los seres vivos, del más humilde al más complejo, son por consiguiente parientes. Todos estamos emparentados en un grado mucho más cercano de lo que nunca pudimos imaginar».
He transcrito un simple párrafo de un libro sabio : «El ratón, la mosca y el hombre», del antes citado Premio Nobel de Medicina F. Jacob. (El Nobel de Medicina lo compartió con André Lwoff y Jacques Monod, en el año 1965). El libro de François Jacob se publicó en 1998 en español, traducido sólo un año después de su inicial publicación en francés. Jacob había nacido en 1920 y fue profesor de genética celular en el Collège de France, y colaborador del Instituto Pasteur.
Lo que vemos es una escena que ha recibido diversas interpretaciones, y no he encontrado aún un acuerdo entre los que tratan de darle un sentido determinado al «cuadro lítico o en piedra viva» del chamán de Lascaux.
Para unos, ese hombre tendido está malherido o muerto : por el mismo bisonte al que ha dejado a su vez muy malherido, pues tiene ya las tripas al aire y agoniza. Para otros, ese chamán significa la escenificación de los que se ubicaban como «cebo» para distraer a las futuras inmediatas piezas a cazar, en este caso, el bisonte. Otros creen que el chamán simplemente está dormido frente a una pintura en el interior de una caverna, que es la de Lascaux en este caso.
Personalmente me inclino a pensar que estamos ante una escena típica de lo que desde que nos transmitieron los griegos del siglo octavo, séptimo, sexto…, antes de la era cristiana, es decir, desde hace unos más de 25 siglos : un sueño de búsqueda. Y ahora explicaré qué es lo que llamo «sueño de búsqueda».
Se trata de intentar dormirse con la idea de soñar aquello que se desea encontrar y, desde el mismo sueño, encontrar los modos, los caminos, las estrategias que se necesiten para alcanzar un objetivo. Un objetivo tal o cual. En este caso, capturar un bisonte y salvar, una vez más, a la tribu de la hambruna.
El chamán se tiende a dormir delante del bisonte pintado en la pared de la caverna porque es al bisonte al que quiere llamar desde su sueño, quiere en-soñar el bisonte; y en-soñarlo ya herido, ya a punto de poder ser del todo capturado por los que le han llenado el flanco de lanzas, jabalinas, flechas, palos con las puntas aguzadas y endurecidas al fuego. Es un acto mágico lo que el chamán está llevando a cabo, y es una pintura que nos transmite magia lo que hoy estamos viendo en la reproducción que arriba se muestra.
Tengo consciencia plena de que esta interpretación puede ser muy discutida, rechazada, calificada de insensata…, etc. Pero es lo que yo ahí veo como posible, y en consecuencia es lo que digo sobre lo que veo en la pintura del Chamán de Lascaux.
Y termino : si todos los seres tenemos una unidad esencial a distintos niveles, desde luego hemos de tener esa misma unidad también en los procesos oníricos, también en las posibilidades de nuestros sueños; y si el hombre de Altamira, el de Lascaux, el hombre de hace 15.000 años, o 18.000 años, o puede que 20.000 e incluso muchos más, era ya un hombre pleno, un sapiens como lo somos nosotros, lo que se acepta en líneas generales (¡por fin!), ¿qué de extraño hay en lo que se plantea aquí como una posibilidad? ¿No es más bien algo que tiene su lógica, una lógica coherente con esa «descubierta» unidad esencial de todos los seres? Piensen : esos hombres, pintaban. Y pintaban con tal maestría que el propio Picasso salió de Altamira diciendo que : «…en siglos…, y no hemos aprendido nada nuevo!»
La reproducción que se hace de «El Chamán de Lascaux» está tomada del libro de Julia y Derek Parker que se titula «Dreaming», y se publicó en 1985. Traducido al español en 1987 con el título de «Los Sueños», se publica en Ediciones Folio S. A. Barcelona.
Los autores del libro, junto a la reproducción de la pintura de Lascaux, ( : el chamán tendido con su «bastón chamánico» clavado junto a él en el suelo…etc.), escriben :
«Un durmiente de hace 15.000 años y su visión.»
Este libro de J. y D. Parker y esos comentarios suyos, (más las cosas que de mi propia experiencia podría añadir), son lo que con-forman la base principal de mi interpretación.
Como en sucesivas entradas pretendo seguir tratando estos temas de tiempos tan lejanos, por ahora no añado nada más a lo ya dicho.
Gracias.
Querido Manolo, no conocía esa fascinante pintura, que no deja de atraerme por su singularidad y fuerza y por plasmar un mundo tan anterior al nuestro que necesitamos hacer un esfuerzo mental para aprehenderlo. Y sin embargo, como bien dices, no dejan de ser hombres como nosotros y qué explicación más plausible es la tuya, la de un acto de invocación de la caza mediante el sueño. Una ceremonia que como muchas otras de la prehistoria y la protohistoria, han dado lugar a los mitos de los que luego se ha nutrido la humanidad durante siglos. Yo aquí, en efecto, veo un sueño pero también una historia fascinante que podemos admirar, además de soñar. Un fuerte abrazo y gracias por tu enriquecedora reflexión.
Querido Alfonso : excepto las grandes guerras donde el ser humano pierde su esencial humanidad y deviene fiera, nuestra historia es apasionante desde tiempos muy lejanos. Yo creo que cuando los ancestros nuestros enterraban a sus muertos y hacían arte, ya eran plenamente humanos-sapiens.
Las investigaciones de Lumley, de David Lewis-Williams, de Jean Clottes, -por no citar ahora nada más que a tres investigadores no españoles-, y otras que están en curso en el campo de la paleo-neurología del cerebro, abren un panorama fascinante.
Veremos qué nos da de sí este próximo decenio…