La grata extensión de los cuidados céspedes malagueños, jalonados por los 18 hoyos, se está quedando sin golfistas. Mal momento para este turismo
Muchos hoyos para tan pocos palos. Los campos no se llenan, la oferta no se sabe vender. Los empresarios lanzan su voz contra la pésima planificación entre la oferta hotelera y el uso de los terrenos preparados para recibir a los ansiados golfistas. La noticia sería una más de las malas que llegan a los periódicos a diario, sino fuera porque ayer mismo prestó juramento de su cargo el nuevo jefe del Turismo andaluz, un representante de la vieja cuerda comunista malagueña, Rafael Rodríguez, que tiene el reto no sólo de mejorar estos asuntos, sino de impulsar mejor la única gran empresa de Andalucía.
Este deporte, originalmente un pasatiempo de pastores escoceses, se juega organizadamente desde finales del siglo XVII. Sus 18 hoyos recuerdan las iguales medidas de whisky escocés. Al día de hoy, su popularidad ha llegado a tener millones de seguidores en el mundo. Nuestra particular ‘Cosa del Golf’ ha sido una buena idea, que se enfrenta a la perspectiva, nada halagüeña, de estar perdiendo visitantes peligrosamente. Málaga es la parte continental de Europa con mayor número de campos de golf. Una alternativa a la única oferta de mar y playa con la que comenzó el boom turístico de esta zona de Europa.
La fuente proviene de la Consejería de Turismo de Andalucía, que hoy hereda Rodríguez y le deja el dato para su solución. Está publicado ayer en este periódico, ojo a los datos: “(…) Málaga dispone de más de medio centenar de instalaciones. Se trata del 55 por ciento del total de Andalucía y de un 30 por ciento del global del país. Además, cuenta con una tradición consolidada, de más de cuarenta años. En 2011 el golf aportó el 4,5 por ciento de los ingresos turísticos de la región, con 427.000 viajeros. Unos números que, sin embargo, no satisfacen las expectativas de la provincia, que detecta el fallo en un punto clave: la comercialización”. Muchos campos para tan pocos usuarios. Los golpes a las bolitas no encajan en los hoyos.
Parece que el golf ha sido también víctima del gran espejismo inmobiliario. Se usaron como atracción de feria para los compradores de complejos urbanísticos, que adquirían una acción golfista. ‘Viva con el golf’ o ‘Viva al lado del campo’ era el reclamo. Un paraíso que ahora no cubre los gastos y la explotación de tales conjuntos deportivos, ya que no vienen los turistas foráneos por una fatal planificación de esos viajes. Otra de las causas es que los cupos o reservas para jugar están completas cuando algún viajero quiere venir al sol del golf. Claro, el turismo no sólo es tener las instalaciones a punto, sino planear su marketing. Ahora se hunden en la falsa apuesta de haber asegurado los socios, pero quedarse sin los turistas ocasionales cinco estrellas, que exigen tener los hoyos al alcance de sus palos preferidos.
Oferta de golf, alojamiento y reservas para jugar en competencia con los ya socios residentes. Un rompecabezas que tienen que armar entre los planificadores administrativos del Turismo andaluz y las diversas organizaciones implicadas. Un ejemplo vergonzante de la mala o escasa utilización de unas instalaciones millonarias, cuyo coste de mantenimiento es elevadísimo. Si el césped se seca o deteriora, su recuperación podría costar más que su instalación original. El mismo informe de la Consejería, aporta otra advertencia, que se instala en la competitividad frente a otros enclaves cercanos, como los que ya oferta la zona de El Algarve, Marruecos o Turquía. La estacionalidad es otra baza a jugar, Andalucía tiene las características perfectas para atraer a los jugadores pertinaces desde el húmedo invierno del norte. Poner en valor el conjunto de ventajas, revisar los precios, cuadrar las ofertas de hotel/juegos y, en definitiva, ser competitivos es la solución que requiere el golf nativo.
El camarada Rodríguez tiene por delante su propio plan quinquenal en esta parcela del turismo, que desde el sector reclaman cuidar, expandir y poner a producir. El turismo es la única parcela que puede ayudar a sacar a Andalucía del caos de la crisis. Puede y tiene que haber otros que metan el hombro, pero ahí no se juega al golf.