Francisco de la Torre se quedó en el sitio. Un luchador por la definitiva descentralización del poder autonómico hacia los municipios se pierde en pos de un debutante
La política pura y dura no valora el currículo. Se fija en los detalles más prácticos: la edad, la situación política, la confianza del líder, la militancia y el orden al aparato, la obediencia ciega al ‘yes, sir’. De la Torre hizo una finta y en el regateo le robaron la cartera. Hombre avezado en los oscuros pasadizos de su partido, pero poco colocado en ese escalafón de los peldaños ascendentes, se intentó colar, confiado en sus méritos propios, sin calcular al milímetro la jugada de sus compañeros. Una cosa es la lógica de la comprobada experiencia, que puede y debería por sí sola avalar una postulación, y otra muy diferente la escala que utilizan los capitanes del PP local, andaluz y nacional. Ganó, para presidir a la Federación Española de Municipios y Provincias –FEMP–, un esperado debutante que llega a ser alcalde por primera vez en su carrera política.
No se trata de vilipendiar al elegido, que seguramente se esforzará en su cargo de alcalde sevillano, presidente FEMP y diputado autonómico, sino de señalar que en política no siempre eligen al mejor, al más preparado en el asunto, sino al de mayor confianza. A un hombre, en este caso, del círculo íntimo y duro del jefe campeón. Que estará acompañado por Elías Bendodo, organizando a la juventud y el deporte de los ocho mil municipios de las Españas. Paco de la Torre, quien a veces se equivoca por confiar poco en sus allegados o demasiado en ineptos, esta vez erró consigo mismo, al no medir los tiempos con los mandamases. Si no tenía el apoyo de Bendodo, Arenas y aun de Mariano Rajoy, ¿por qué precipitó su postulación? Ningún político –y menos él, con décadas en estas arenas–, tiene que matricularse en Harvard para saber que hacer público un deseo para un cargo, tiene que diseñarse sobre seguro, porque si no se corre el riesgo de quedarse fuera del juego y que otro con menos recaudos le gane la partida.
La política se juega en clave de símbolos. En una jerga que dice lo contrario de lo que se piensa o que plantea un problema como forma de observar la reacción, para después rectificar o seguir hacia delante. Este caso de la presidencia de la FEMP, parece dar pistas sobre el candidato auto postulado que se auto retiró, diciendo que sería bueno elegir a un político joven y con ilusión renovada. Podría ser que la dirección del PP, ve al alcalde de Málaga, como un político que gana elecciones, pero que está ya amortizado. Que ven en la línea del horizonte a candidatos jóvenes, esos exultantes dirigentes de las Nuevas Generaciones, que pisan la cuarentena con cargos de dirección orgánica y administrativa en plena batalla.
Esa moledora de carne política que son los partidos, quieren sangre fresca en los sillones, al alcalde malagueño lo ven como un excelente gestor, pero con una pátina brumosa, con cuyo pasado no engrana bien el promisor presente. Su trabajo de puesta al día de la ciudad parece contabilizarse con un homenaje final a su labor, a su entrega y a su afiliación tardía al partido, pero nada más. Premiarle con la FEMP no estaba previsto, ni encajaba en esa nueva planificación de los jóvenes al poder. Tal vez, más adelante se piense en el bueno de Paco para mandarlo –como aventuró un columnista de este periódico– a representarnos en uno de los más diminutos Estado del mundo. Hasta José Griñán, el más fiero oponente político de Javier Arenas, se ha inclinado por Paco de la Torre. Reconoce en el adversario la calidad municipal de su experiencia y le mete el dedo en el ojo al PP por haberle arrebatado a la Sevilla municipal.
Paco de la Torre seguirá atrincherado en la Casona del Parque malagueño, ocupado en resolver los problemas de la ciudad, que son muchos y variados. En poner a rendir al máximo a su equipo, muchos de ellos nuevos en estas lides. Tal vez sea mejor así. La FEMP quedó atrás, esta era su última oportunidad para gestionar profundas reformas que el mapa municipal español necesita con urgencia. Lástima, perdemos a una cabeza municipal bien ordenada, pero ganamos a un alcalde a tiempo completo por cuatro años más.
de vergüenza. Arenas pone a su amiguito al frente de este consejo y deja en la estacada a auna persona que lo ha hecho bien, muy bien todo este tiempo y que gracias a él Arenas es hoy, en parte, quien es.
¿Así piensas gobernar y descentralizar Arenas?