Para alegría de las familias depauperadas llegan los pitufos. No son una metáfora del PP municipal y autonómico, pero sí un amago de ilusión en el porvenir
El azul pitufo se pone de moda en el escenario español. Un pueblo en paro renace al color de nueve toneladas de pintura, que una hábil maniobra del marketing total involucra a una pequeñísima villa andaluza y la catapulta a la popularidad mundial de las redes sociales. Los pitufos existen y habitan en Júzcar, que ha sido nombrado con honor, ‘primer pueblo pitufo del mundo’. En el paraíso de la indignación, que también haya pitufos es una alegría. Todo ha servido para lanzar en Europa la nueva película de los personajillos azules, ahora en 3D. De paso, han puesto en el mapa mundial del milagro a esta exigua villa malagueña de la serranía de Ronda, que alcanza la modesta cifra de 218 habitantes, ahora ‘pitufos’ a mucha honra.
La pitufada ha disparado las visitas de curiosos turistas ocasionales. El bar del pueblecito ya tiene un menú pitufo y los barriles de cerveza, al calor de la fiesta, no dan para tanta caña. El alcalde socialista, David Fernández, rodeado de tanto azul, y aunque ya lo llaman papá pitufo, no cree que el pueblo siga mostrando ese intenso azulado más allá de septiembre, siente que no es su color. Pero por ahora se apunta el tanto de haber colocado a su pueblo en el Google de todas las consultas. Este enclave, famoso por sus setas, singular residencia de los duendecillos amantes de la naturaleza y defensores del medio ambiente, ha acogido como una bendición esta operación hollywoodense que les ha devuelto la vida laboral en el peor momento de su historia.
Los pitufos viven en setas, cosa que los habitantes de Júzcar conocen bien. Con sus gorros frigios blancos y su color de cielo andaluz, recorren las calles del pueblo en alegre algarabía perseguidos por el maligno Gárgamel y su gato, el malo del cuento que les acosa. Pitufos son todos, menos el jubilado Barlomé que ha sido designado el ‘malvado’ de la historia. Todos han contribuido, especialmente los doce parados, que se han convertido en pintores del azul, a seis los han hecho fijos. La pitufada ha valido la pena para esa media docena de exparados.
El pueblo es un hervidero de pitufos, Papá pitufo, pitufina; rutas pitufas para el verano; el mercapitufo con viandas locales; bodas pintadas de azul y la Virgen de la Moción lucirá un manto azulado en la romería anual. Tras el jolgorio veraniego, decidirán si vuelven a ser el pueblecito blanco de toda la vida o se quedan instalados en el milagro azul de ‘Júzcar, el primer pueblo pitufo del planeta’.
La lotería cayó en Júzcar, pero parece un premio de relumbrón. Una fantasía animada de ayer y de hoy como dicen los cartoons americanos. Vivimos a remolque de una aparición milagrosa. Si la crisis no se resuelve este año, habrá que ir a Lourdes; salir en procesión clamando al cielo que unos americanos, unos árabes millonarios o unos extraterrestres lleguen en sus naves salvadoras repletas de divisas fuertes. Ya tenemos ejemplos: un jeque, estos de Sony Pictures o el mismo Gadafi o Chávez con sus petrodólares y sus pedidos de naves artilladas.
No es la única mirada americana que enfoca en España virtudes escondidas. El Secretario de transportes de EEUU, Ray LaHood ha dicho, que tras visitar a varios países europeos, como un experto ojeador de trenes, el AVE hispano es uno de los mejores, por no decir el mejor de los mejores, y que lo van a imponer en el país de Washington, el padre de la patria de la libertad y las oportunidades. Una buena ocasión para que España exporte, además de sol y algo de aceite de oliva, vías de alta velocidad tan modernas, eficientes y deslumbrantes a las praderas del oeste americano. Al final, Mr. Marshall está llegando a la estación 60 años después, disfrazado de pitufo; desde luego él no viajaba en AVE, cuya puntualidad es ya proverbial.
Parece un buen pueblo, gracias por la información.