Semana horribilis

Entre la frustración nazarena y el turismo en vilo, Málaga lloró agua. Cuando la cosa se encapota no hay dios que la desencapote. No hubo milagros

El que sí hará el milagro de crecer, mientras todo está detenido y en retroceso, será Francisco de la Torre Prados, a quien las más recientes encuestas dan un incremento de votos municipales, situando su bancada de concejales de 17 a 19, en una comodísima mayoría más que absoluta. El PP malagueño recuerda a Celia Villalobos, la alcaldesa que se fue, dejando a aquellos 19 ediles con un compañero designado alcalde al que todos llamaban Paco. Han pasado once años. Ahora, le llaman alcalde todos los vecinos que han estrechado su mano en cualquier plaza de barrio, a las puertas de las casetas de la feria o en una de las cofradías malagueñas. Los sondeos dicen lo que la opinión publicada desdice: Que ha sido su peor período municipal. Pero los tiempos no están para experimentos y hay que moverse lo justo.
La candidata del PSOE, María Gámez aspira pero no encuentra aliento. Su partido en los bancos municipales no ha hecho más que enredar. Se han ido casi la mitad de los que iniciaron este período que acaba el 22 de mayo. Su candidatura, elegida in extremis a fuerza de eliminar candidatos y en medio de una polémica interna, no encuentra ese respaldo necesario pese a su imagen propia de una joven instalada en la posmodernidad de las redes sociales. Lejos de incrementar el voto, los sondeos le auguran una pérdida de dos concejales. No tiene ella la total responsabilidad, aunque algo le cae. Ha representado a la Junta de Andalucía y eso en esta ciudad siempre pasa factura. Pobrecita Málaga, tan cerca del mar y tan lejos de Sevilla.
El buen profesor Pedro Moreno Brenes (IU), aumentaría los votos, pero no llega a obtener más que dos concejales, igual que ahora. No es malo, pero tampoco podrá tirar cohetes. Ese incremento se debe a la omnipresencia de Moreno Brenes, que como un dotado por la posibilidad de la ubicuidad múltiple, siempre está en todas las fotos, como un alcalde a la izquierda de la sombra. Ser comunista, gracias a dios, sigue dando réditos. Es de esperar que esos dos compadres no se peleen, como sucedió en esta fase donde al final IU se quedó dividida, una vez más.
Los otros partidos que concurren a estas municipales no tendrán sillón en el salón de plenos. Con tres en ese ring será suficiente. El porcentaje de indecisos y los muy probables abstencionistas es considerable, aunque al final la participación será más que suficiente para los contendientes en liza.
La lucha por la Diputación se libra en cada pueblo del interior. La costa parece cosa ganada para el PP. Pero en esas poblaciones de la provincia levantisca la algarada de concejales que van y vienen de siglas en siglas, que fundan agrupaciones de última hora, que se transfiguran como almas en pena, tienen a las cocinas electorales con los fogones incendiados. En esos pueblos de dios, más imperan los apetitos personalistas, las peleas intestinas, los egos desatados que la fidelidad partidista. Son guetos de pequeños caciques enfebrecidos por el poder de sus terruños. Ni disciplina partidista ni leches. Impera el afán revanchista el ‘yo’ mando aquí y punto. Una batalla que está por ganar, sea el que sea el partido que alcance la mayoría para poder gobernar esa institución supramunicipal, madre del gran presupuesto provincial.
La semana mayor de 2011 acaba de pasar a la historia como la más desgraciada de la historia de la ciudad. De 78 tronos, sólo salieron en su recorrido, algunos no completados, 44. El disminuido movimiento de personas, a causa de la lluvia, se ha visto reflejado en la hostelería, que esperaba una reactivación, que no ha llegado al completo; consideran un 30 por ciento menos de los ingresos previstos. Las esperanzas del redentor se vieron plagadas de frustración y lágrimas. Ahora queda esperar otro aliento, esta vez terrenal, que llegará el domingo 22 de mayo en forma de voto, para abrir cuatro años más de promesas y vagos recuerdos.