Twittervoto

19 Abr

El nuevo verbo: yo tuiteo, tú tuiteas, él tuitea

Los políticos, en liza electoral, han descubierto que los votos tuitean. Que los forofos del ciberespacio son un ágora de votantes, aunque el voto aún es analógico

En este martes santo, Twitter no cierra por vacaciones. Desde los variados adminículos electrónicos con el ADSL que no ocupa espacio ni tiempo, pero los incluye a ambos, los nuevos tuiteros de la política no paran de echar a rodar consejos, bulos, noticias, llamamientos a actos, exaltaciones. Los seguidores se cuentan por miles. Los 35 políticos más tuiteadores de Málaga sobrepasan los 18.000 seguidores. Es una maratón para ver quién supera a quién en sus perfiles de este piar vertiginoso, instantáneo para situarse en el primer lugar y conseguir feedback a toda costa.
      Estas son ya las primeras elecciones municipales 2.0. Estos candidatos marcan la historia del uso de las nuevas-nuevas tecnologías aplicadas a la captura del voto amigo, del indeciso y aun el del adversario cabreado con su propio partido. Todavía está por estudiar sus resultados, pero nadie duda de que la efectividad del eco mediático de estas redes sociales sea una herramienta ineludible en la arena política. Para Barack Obama fue de gran ayuda, él inauguró este instrumento político, pero no hay que olvidar que esto no es Estados Unidos, ni Málaga es New York. La brecha tecnológica es aún muy grande.
      Pero en este terreno, no sólo hay que estar, sino que hay que dejarse ver. Seguir y ser seguido, esa es la cuestión. En este derbi municipal a la cabeza de la carrera tuitera va María Gámez, una activista redomada; le sigue un desconocido debutante, Marcos Antonio Paz (UPy D); Paco de la Torre en tercer lugar y cierra a la cola, Pedro Moreno Brenes. Cada uno de ellos tiene sus escuderos, cuyos niveles de participación, en ciertos casos, superan a sus candidatos. Tal como Mariví Romero, una hiperactivista; Elías Bendodo o Julio Andrade por el PP; Francisco Conejo y Sergio Brenes por PSOE; Toni Morillas y Rocío Santos por IU y Gonzalo Sichar por UPyD. La clave es interactuar permanentemente, y esa adicción necesita instrumentos on line al alcance de la mano.
      Si bien este es un universo poblado principalmente por jóvenes, profesionales de la comunicación y, ahora, de la política que utilizan estas plataformas, especialmente Twitter, que con sus 140 caracteres limita y precisa los mensajes. No es el caso de Facebook, donde hay menos barreras. Ambas incluyen la posibilidad de los diversos enlaces visuales, sonoros o textuales, con lo cual el ágora amplía su capacidad de comunicación sin fronteras. Ante tanta maravilla, el voto electrónico aún no ha llegado. Si un ciudadano del ciberespacio pudiera votar desde su tuiter o feisbuk sería como la culminación de un sueño ciber: un tuitero, un voto. Se podría establecer con exactitud estadística el volumen de votantes digitales y el de los analógicos. La aldea global en un iPad. Quedamos curiosos por conocer la efectividad real al final de la campaña municipal malagueña, que con tanto entusiasmo han acometido los candidatos, antaño analógicos y ahora mezzo digitales.
      La comunicación 2.0 exige constancia en las propuestas y atención a las respuestas. El ciber ciudadano presupone que quien contesta es el propio político o su equipo si así lo avisa. Si se embarca en esta corriente debe saber que tiene rápidos, remolinos y aguas mansas, pero una vez en el río hay que navegar. Si atraca en la orilla, corre el riesgo de ser retirado de la carrera y de que una avalancha de tuit le dejen fuera de juego. En el universo 2.0 no hay respiro. La agilidad es una condición del tuitero. El tuitero votante responde de inmediato y la red convierte en eco mediático cualquier tema de interés. Los billetes en primera de los eurodiputados o el Thyssegate malagueño que se convirtió en una bola de nieve, rodando por la empinada cuesta de Twitter sin parar. Los políticos se exponen, al parecer gustosos, a una encuesta instantánea cuando entran en las redes sociales. La pregunta que nos hacemos desde el mundo académico y de la comunicación es si, una vez concluida la cita electoral, seguirán tan activos como para convertir ese contacto ciudadano en algo permanente más allá de las urnas.

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